En
 el presente trabajo se analiza, por medio del multiplicador monetario, 
el hipotético papel que pueda llegar a tener el dinero electrónico en el
 conjunto de la oferta monetaria. Suponiendo una sustitución o compra de
 efectivo tradicional o depósitos a la vista por dinero electrónico, y 
distinguiendo 2 tipos de dinero electrónico —depósitos de dinero 
electrónico y efectivo electrónico—, así como tomando en cuenta 
diferentes formas de emisión en relación con la exigencia de distintos 
coeficientes de reservas para el dinero electrónico emitido, el objetivo
 es analizar la influencia del mismo sobre el sistema de creación de 
dinero de los bancos privados y central.
In
 this paper, the hypothetical role of the electronic money in the 
overall money supply using the money multiplier is analyzed. Assuming a 
replacement or purchase of traditional cash or deposits by electronic 
money, and considering two types of electronic money, electronic money 
deposits and electronic cash, and different forms of issuance as regards
 the requirement of different reserve ratios for the electronic money 
issued, the purpose is to analyze the influence of the issuance of 
electronic money on the system of money creation by commercial banks and
 central banks.
 
1Introducción
La
 ley de Peel fue la gran responsable del cambio de rol de los billetes y
 depósitos en el sistema bancario, restringidos los primeros en su 
emisión en base a su sujeción al dinero metálico, mas no así los 
segundos1.
 De esta forma, de los 2 tipos de dinero intercambiable que finalmente 
formaron el agregado monetario M1, fueron los depósitos los que se 
desarrollaron en mayor grado, olvidados por la citada ley fundacional 
del moderno Banco de Inglaterra, convirtiéndose en el soporte de los 
principales medios de pago de las economías modernas. 
Ciertamente,
 gran parte de los intercambios de dinero a día de hoy se llevan a cabo 
por medio de los movilizadores de dichos depósitos bancarios, y la 
tecnología asociada a los movimientos de información ha permitido que 
las cámaras de compensación interbancaria o los movilizadores de fondos 
se beneficien de los nuevos desarrollos, adaptándose formalmente a los 
mismos, aunque sin cambios en su esencia monetaria. De igual manera que 
las clearing houses evolucionaron para convertirse en los modernos sistemas de liquidación en tiempo real, como Fedwire, CHIPS o TARGET2,
 los pagos al por menor también han terminado por llevarse a cabo en 
base a la existencia de redes de comunicación entre las entidades 
bancarias, complementadas por canales asociados a la gestión particular 
como los de la banca por Internet. En este sentido, los herederos del 
papel como soporte de los movilizadores del dinero han sido las tarjetas
 de plástico y, en la actualidad, los muy diversos dispositivos que 
almacenan la información electrónicamente.
Las tarjetas de plástico con banda magnética que aparecieron en los años sesenta y setenta del sigloxx
 son el nexo introductorio hacia los más modernos sistemas de pago 
electrónico que han surgido a raíz de la expansión de las redes de 
telecomunicaciones. Así, en el presente se han desarrollado un buen 
número de formas de acceso y movilización de un depósito bancario y se 
han combinado entre sí y con otras tecnologías, propiciando mayor 
flexibilidad y celeridad en la transferencia de información. El dinero 
electrónico, definido desde hace más de una década por el Banco Central 
Europeo como un valor monetario almacenado electrónicamente en un 
dispositivo técnico, el cual puede ser utilizado genéricamente para 
efectuar pagos a empresas distintas del emisor y que no involucra 
necesariamente la transacción a cuentas bancarias al ser un instrumento 
pre-pago (BCE, 1998:7),
 puede ser dinero en sí mismo y no un mero representante del dinero 
depositado en una cuenta bancaria y, por tanto, puede llegar a tener 
características muy similares al efectivo, tales como el anonimato o la 
capacidad de transmitirse entre particulares. Este dinero electrónico2
 sería la última etapa, por el momento, en la historia del cambio de 
soporte del valor monetario. Desde mediados de los años noventa del 
pasado siglo los esquemas de dinero electrónico se han multiplicado, 
aunque todavía modestamente3, asociados a algunos de los servicios que utilizan las redes de telecomunicaciones como canal de transmisión. 
No
 obstante, la novedad más relevante y atractiva para el estudio 
monetario es la existencia de los llamados monederos electrónicos, 
soportados básicamente en la actualidad por tarjetas inteligentes. 
Resulta especialmente interesante la capacidad de dichos dispositivos 
para convertirse en almacén de dinero, ya que, por el contrario, el uso 
como movilizador del dinero electrónico presenta los mismos rasgos, con 
algunos posibles matices que se estudiarán más adelante, que las 
tarjetas tradicionales. Es la capacidad de sustitución del efectivo de 
base lo que hace más atrayente el análisis del efectivo electrónico 
desde el punto de vista de la teoría monetaria.
2Análisis de la sustitución de efectivo y depósitos por dinero electrónico
La
 estructura clásica del agregado monetario M1 sirve también para 
diferenciar entre los 2 tipos de dinero electrónico: el asociado a los 
depósitos de dinero electrónico, tal y cómo se ha definido con 
anterioridad, el cual se comporta como un movilizador, y el efectivo 
electrónico.
La
 identificación como dinero bancario del primer tipo de dinero 
electrónico necesariamente lleva a considerar las mismas cuestiones que 
afectan a los depósitos, incluido el sometimiento a un encaje o el hecho
 de que entre a formar parte del mecanismo de creación de dinero 
bancario. Si los depósitos de dinero electrónico pasan a formar parte de
 dicho esquema, obviamente se exigirá a los emisores el establecimiento 
de reservas, convirtiéndose los mismos en depósitos de custodia si la 
fijación de dichas reservas fuese del 100%.
El
 primero de los sistemas involucra en su creación y uso a cuentas 
bancarias, de tal forma que el esquema puede comportarse como creador y 
movilizador de dinero electrónico en depósitos tradicionales ya 
existentes o en depósitos especiales específicos de dinero electrónico. 
Por su parte, el efectivo electrónico no estaría asociado a ningún tipo 
de depósito bancario. Ambos, en todo caso, están llamados a ser 
sustitutos, o bien del dinero de los depósitos bancarios tradicionales, o
 bien del efectivo emitido por los bancos centrales. De esta forma, el 
dinero electrónico se constituye como una cuestión a tener en cuenta 
tanto para el sector bancario, cuanto para el monopolista de dinero de 
base.
Dado 
que el análisis se basa en el estudio del multiplicador, resulta útil 
para la comparación entre las diferentes situaciones que se van a 
proponer un cálculo inicial del mismo. Si nos apoyamos en datos reales 
de la Eurozona (BCE, 2013:13),
 con un efectivo en circulación de aproximadamente 880.000 millones de 
euros y unos depósitos a la vista que multiplican por 5 a dicho 
circulante (4,353 billones de euros), se obtiene un coeficiente efectivo
 depósitos (ed) del 20%, que, 
junto con el coeficiente reservas depósitos establecido por el BCE del 
1% (prescindiendo de las reservas voluntarias), nos devuelve un valor de
 5,71 para el multiplicador monetario. 
2.1Hipótesis 1. Sustitución de efectivo y depósitos por depósitos de dinero electrónico con 100% de reserva
En
 la primera hipótesis se considera al dinero electrónico como un 
depósito de custodia, con un coeficiente de reservas particular igual a 
1, sin reserva fraccional, diferenciado en esta obligación de los 
depósitos a la vista del sector bancario. El emisor de dinero 
electrónico debe reservar el 100% del efectivo o dinero bancario 
entregado a cambio del dinero electrónico emitido, obviamente para hacer
 frente a pagos posteriores generados por el uso del mismo. La hipótesis
 se justifica en el hecho de que los emisores de dinero electrónico, y 
el propio dinero electrónico en sí, pueden estar sujetos a ciertos 
riesgos derivados de la novedad en su uso por sus tenedores y de la 
falta de experiencia en su control por parte de los supervisores 
monetarios, circunstancia que podría aconsejar a los mismos un mayor 
encaje que el de los depósitos tradicionales, incluso el citado del 100%
 (BCE, 1998:20) 
Esta
 consideración como depósito de custodia, con ciertos paralelismos con 
la línea defendida por los teóricos de la Escuela Austriaca4,
 lleva aparejada, como es lógico, un aumento en la relación entre 
reservas (incluidas ahora las asociadas al dinero electrónico) y 
depósitos (incluidos también los de dinero electrónico) No obstante, el 
efecto sobre el multiplicador será diferente según sea el componente de 
M1 al que el dinero electrónico sustituya. 
En una primera situación hipotética,
 en la que la totalidad del reemplazo se lleve a cabo con efectivo a 
cambio de dinero electrónico (siempre con reserva 100%), se producirá un
 lógico aumento de las reservas y del coeficiente reservas depósitos (rd)
 No obstante, la caída de efectivo, obviamente siempre que no sea 
compensada por el banco central, también va a provocar la variación 
negativa del coeficiente efectivo depósitos (ed), contrarrestando en alguna medida el aumento de rd.
 De esta forma, debido al efecto compensatorio sobre el multiplicador de
 la variación de los 2 coeficientes, la creación endógena de dinero por 
parte del sector bancario no se vería afectada de forma importante ante 
la sustitución planteada.
Un
 escenario en el que todo el efectivo es sustituido por depósitos de 
dinero electrónico con un coeficiente reservas particular con valor1 para dicho tipo de dinero nos devuelve un valor de ed
 igual a cero, y un coeficiente reservas depósitos conjunto para los 
depósitos bancarios y para los depósitos asociados al dinero electrónico
 que pasa del 1 al 17%, al sumarse los 880.000 millones de euros de 
efectivo en circulación convertidos en dinero electrónico a las reservas
 ya establecidas (43.530 millones, el 1% de 4,353 billones) y, al mismo 
tiempo, a los depósitos bancarios, que estarían constituidos por la suma
 de los depósitos a la vista «tradicionales» más los depósitos de dinero
 electrónico.
Así, los cálculos (en millones) serían:
Valor
 del multiplicador que no está muy lejos del calculado antes de la 
sustitución (5,71) y que indica cierta compensación del poder 
monopolista que el sector bancario asumiría al desaparecer el dinero del
 banco central, por medio del freno que al proceso de multiplicación 
supondrían unas reservas de casi una quinta parte de los depósitos.
En una segunda situación hipotética,
 la totalidad del dinero electrónico entra en el circuito monetario 
sustituyendo a depósitos del sector bancario. El coeficiente efectivo 
depósitos permanecería inalterado, debido a que el efectivo permanece 
invariable y a que los depósitos bancarios experimentan únicamente un 
cambio cualitativo, pasando de depósitos tradicionales a depósitos de 
dinero electrónico. Será el cambio positivo en las reservas, las cuales 
aumentan en la cuantía en la que se produzca el intercambio entre 
depósito bancario y depósito de dinero electrónico, la que modificará el
 valor del multiplicador según varíe a su vez el coeficiente reservas 
depósitos (rd)
Así,
 ante una sustitución de igual cuantía que la presentada en la primera 
situación, de 880.000 millones de euros, los depósitos tradicionales 
pasarían a ser de 4.353.000 a 3.473.000 millones, y sus reservas, del 
1%, bajarían a 34.730 millones. Para calcular el coeficiente reservas 
depósitos, habría que añadir como reservas, de nuevo, el 100% de los 
depósitos sustituidos, 880.000, para un total de 914.730 millones.
Los cálculos serían:
Obviamente,
 una sustitución mayor de depósitos por depósitos de dinero electrónico,
 llevaría al multiplicador a valores cada vez más cercanos a la unidad, 
con el caso extremo de un valor igual a uno, paradigma, como ya se ha 
dicho, de la rama más ortodoxa de la Escuela Austriaca de Economía.
Como
 ya se ha comentado, esta primera hipótesis, especialmente el hecho de 
que la reserva sobre las emisiones de dinero electrónico tenga un 
coeficiente del 100%, podría darse como respuesta de las autoridades 
monetarias y bancarias al temor de que se produzcan impagos en dinero 
electrónico y, por tanto, como forma de generar confianza en los 
periodos iniciales de utilización, pero también, sobre todo si el dinero
 electrónico consigue una suficiente masa crítica de uso, para preservar
 el sistema ante un eventual riesgo de liquidez asociado a los pagos con
 el citado dinero electrónico.
En
 todo caso, es muy probable que ante la sustitución de gran cuantía 
planteada se produjese la reacción de los actuales proveedores de 
dinero: bancos centrales y sistemas bancarios. En el primer caso 
(sustitución del efectivo por depósitos de dinero electrónico), la 
reacción de los monopolistas de dinero de base sería, muy probablemente,
 compensar dicha sustitución emitiendo el dinero de curso legal en 
formato electrónico (BCE, 1998:4)
 o utilizar como base monetaria otros pasivos de su balance. En el 
segundo caso (sustitución de depósitos por depósitos de dinero 
electrónico), es factible que los bancos comerciales buscaran acomodar 
la situación al statu quo existente, es decir, presionando a los 
reguladores para que las reservas sobre el dinero electrónico se 
aproximasen más al 1% actual que al 100% planteado en la hipótesis. 
2.2Hipótesis 2. Sustitución de efectivo y depósitos por depósitos de dinero electrónico con reserva fraccional
En
 este segundo caso, el dinero electrónico es considerado un depósito a 
la vista con reserva fraccional. Obviamente, la situación respondería a 
un contexto más realista que el de la primera hipótesis.
Así,
 el coeficiente de reservas para el depósito de dinero electrónico es el
 mismo que para el resto de depósitos a la vista, el 1% establecido por 
el BCE. Liberar al dinero electrónico de la obligación de una reserva 
del 100% (o mayor del 1% general), igualando su estructura al del resto 
de depósitos, lleva necesariamente a tener que fijar la atención del 
análisis del multiplicador en el coeficiente que sí puede experimentar 
cambios, el que relaciona efectivo y depósitos, ya que el uso de depósitos de dinero electrónico sustituyendo a depósitos bancarios no cambia la configuración del multiplicador,
 aunque varíe la forma de movilizar el depósito. El volumen de depósitos
 total con un encaje del 1% será el mismo independientemente de que los 
pagos se lleven a cabo con cheques, tarjetas de plástico o por algún 
dispositivo electrónico de más reciente aparición.
Por el contrario, si la sustitución es a costa de efectivo, ed
 comenzará a disminuir, provocando un valor del multiplicador cada vez 
mayor. Una sustitución de todo el efectivo por depósitos de dinero 
electrónico lleva a un máximo en la endogeneidad de la creación de 
dinero, con un valor para el multiplicador de 100.
La conclusión es la contraria de la que aparecía con más claridad en la segunda situación de la hipótesis1,
 es decir, que el traspaso de poder de emisión desde el banco central a 
la bancos comerciales lógicamente favorece la posición de estos últimos y
 obliga al regulador a buscar fórmulas para no perder, por un lado, su 
capacidad de creación de dinero exógeno y, por otro, su potencial para 
controlar el tamaño de la oferta monetaria.
2.3Hipótesis 3. Sustitución de efectivo y depósitos por efectivo electrónico
En
 el tercer caso a analizar, el dinero electrónico es en realidad un 
efectivo electrónico, sin asociación con ninguna cuenta o depósito. En 
definitiva, el esquema con más similitudes al efectivo.
La
 inexistencia del depósito bancario obliga, como es lógico, a la 
acumulación del valor monetario en el dispositivo, el monedero de 
efectivo electrónico que va a permitir la transmisión y recepción de 
dicho valor, tanto en relación con los depósitos de los bancos, cuanto 
entre tenedores particulares de dispositivos parecidos.
En
 un análisis en el que el coeficiente efectivo depósitos sea calculado a
 partir del dato existente para el dinero del banco central, el 
multiplicador de nuevo experimentaría un aumento mayor cuanto mayor 
fuese el grado de sustitución que se produjese, tomando un valor de 100,
 como en el caso de la hipótesis2, si se diese un reemplazo total.
No obstante, y dado que dicho coeficiente es un medidor de la filtración a efectivo desde los depósitos bancarios, 
lo más adecuado sería mantener el valor de ed,
 ya que el nuevo efectivo seguiría teniendo las mismas funciones que el 
antiguo, con el cambio cualitativo, de enorme importancia, no solamente 
en su soporte —al pasar de ser un efectivo en formato papel a otro en 
digital— sino, sobre todo, en su naturaleza, ya que el efectivo pasaría a
 ser un dinero de creación bancaria o privada, perdiendo su condición 
del actual dinero 
fiat, al dejar de ser emitido por los bancos centrales (
Selgin, 2011).
 De nuevo aquí reaparece la cuestión, citada anteriormente, de cuál 
sería el pasivo que podría manejar el banco central para gestionar, de 
forma parecida a la actual, la política monetaria
5.
 El sector privado emitiría, en esta situación, los 2 tipos de dinero 
que conforman el agregado monetario básico, el efectivo y los depósitos,
 y el banco central, que ya no emitiría efectivo, gestionaría r
d por medio de otro tipo de reservas.
 
Para
 completar el análisis de esta hipótesis, se podría estudiar el caso de 
una improbable sustitución de depósitos bancarios por efectivo 
electrónico, sustitución que llevaría aparejada una pérdida de fuerza 
del poder de multiplicación de dinero bancario debido al aumento de e
d.
 Tanto la costumbre de uso creciente de los depósitos bancarios a través
 de movilizadores que realizan pagos de cuantías cada vez menores, como 
el hecho de que son fundamentalmente los bancos los gestores de los 2 
sistemas, hacen de esta situación la más irreal de las presentadas. De 
hecho, desde hace más de una década se anuncia la irrupción a futuro del
 efectivo electrónico, circunstancia que aún no se ha producido, y se 
considera que, en relación con el dinero bancario, la sustitución más 
lógica sería la ya vista en la hipótesis
2 entre depósitos tradicionales y electrónicos (
Snellman et al., 2000)
 
3Nuevos multiplicadores
Abundando
 en el estudio acerca de cuáles pueden ser las consecuencias para el 
control monetario de una sustitución de suficiente importancia de 
efectivo y/o depósitos por dinero electrónico, parecería que dicho 
cambio, al desplazar paulatinamente la creación de dinero hacia el 
ámbito privado, iría en detrimento de dicho control. Algunos autores, 
sin embargo, defienden justamente todo lo contrario. La desaparición del
 efectivo resultaría en un sencillo multiplicador (1/r
d) a partir del cual bastaría el manejo de las reservas para regular el índice de multiplicación de M1 (
Selgin, 1997). Obviamente, esto acontecería si el tipo de dinero al que nos referimos es el de los primeros casos de las hipótesis
1 y 2 vistas, en las que e
d
 era cero y nuestro multiplicador se movía entre los valores 5,88 y 100.
 Como es obvio, dicho valor cambiaría según lo hiciese el coeficiente 
fijado por las autoridades monetarias. Quedaría por resolver, como ya se
 ha dicho, cuál sería el pasivo de los bancos centrales que actuaría 
como reserva. La sencillez del multiplicador se puede discutir 
especialmente si hablamos del efectivo electrónico analizado en la 
hipótesis
3, ya que dicho multiplicador continuaría teniendo un valor positivo en e
d. Ocurriría únicamente que e
d ya no estaría configurado por efectivo público, sino privado.
 
De
 esta forma, podrían aparecer nuevas definiciones para el multiplicador 
según apareciesen, a su vez, diferentes tipos de efectivo electrónico.
En
 una primera fase en la que la presencia del efectivo electrónico de 
emisión privada sea lo suficientemente importante como para que se 
incluya, de forma desagregada, en M1, tendríamos una nueva igualdad para
 la oferta monetaria y un nuevo multiplicador:
siendo Ede el efectivo electrónico privado y ede
 la preferencia del público por dicho efectivo electrónico en relación 
con los depósitos bancarios. Obviamente, los coeficientes que conforman 
este multiplicador nos dan información cruzada entre los diferentes 
procesos de sustitución de efectivo público por efectivo electrónico 
privado o, en general, por depósitos del sector bancario.
Así, un aumento de ede
 a costa de efectivo tradicional, con los depósitos bancarios 
constantes, resultaría en un valor para el multiplicador mayor, al menos
 hasta el punto en el que el efectivo electrónico privado estuviese 
presente en una cuantía suficiente. Muy probablemente, este sería el 
momento en que el banco central podría verse obligado a emitir su propio
 efectivo electrónico en un intento de llevar la situación al escenario 
inicial con un multiplicador igual al original, pero en esta ocasión de 
efectivo electrónico de base.
Se
 podría entonces definir una nueva oferta, una nueva base monetaria y un
 nuevo multiplicador incluyendo 3 tipos de efectivo: el tradicional, el 
electrónico privado y el electrónico del banco central.
Definiciones
 que, nuevamente, informarían sobre las relaciones cruzadas de los 
diferentes efectivos y los depósitos bancarios y su influencia en la 
oferta monetaria.
Cuando
 el cambio de efectivo de base en papel y monedas a formato electrónico 
se completase en su totalidad, y si de forma añadida de nuevo el banco 
central se reservase la emisión del nuevo efectivo electrónico de manera
 monopolista, obviamente se recuperaría la fórmula tradicional para el 
multiplicador monetario.
4Sumario y conclusiones
A
 pesar de que en la articulación práctica de la política monetaria el 
objetivo inflación y los tipos de referencia han desplazado al control 
de la oferta de dinero, sigue existiendo una cierta pujanza en los 
estudios que defienden el retorno a la vigilancia de los agregados 
monetarios e, indirectamente, al análisis del multiplicador (
Papademos y Stark, 2010; Gerdesmeier et al., 2009; Fischer et al., 2008).
 En todo caso, la vigilancia de dichos agregados sigue siendo parte de 
la estrategia de la política monetaria de los bancos centrales.
 
Aplicando
 el estudio del multiplicador monetario al examen de la sustitución del 
efectivo y los depósitos tradicionales por depósitos de dinero 
electrónico, obtenemos unos valores para el multiplicador que se resumen
 en la 
tabla 1, con valor inicial de 5,71.
 
Especialmente
 en las situaciones en las que el multiplicador toma los valores 2,92 y 
100, la pérdida de peso en el proceso de creación de dinero del sector 
bancario y del banco central, respectivamente, puede incentivar a estos 
agentes a recuperar el statu quo actual. En el caso del banco central, 
la conducción de la política monetaria se podrá ver perturbada en la 
medida que la sustitución del dinero de base por dinero electrónico 
fuese de suficiente cuantía y afectase al control de los agregados 
monetarios o a su definición, muy especialmente en las etapas en las que
 dicha sustitución se estuviese llevando a cabo. Al afectar al pasivo de
 su balance, el banco podría verse obligado a utilizar otros pasivos 
sustitutivos para manejar la política monetaria o bien, incluso, a 
plantearse la emisión de dinero de base en formato electrónico.
Es el caso visto en la hipótesis3
 el que plantea un más interesante desarrollo teórico a futuro, en base a
 la aparición de diferentes tipos de efectivo electrónico privado y 
público, conviviendo con el efectivo tradicional. La formalización de 
nuevos multiplicadores que reflejen esta mayor complejidad en el ámbito 
monetario puede resultar muy útil para el análisis de la misma.