El coste político de las crisis económicas

Escrito el 18 Noviembre 2010 por Rafael Pampillón
A lo largo de los 100 últimos años y en situaciones críticas se han producido en el mundo cambios radicales en las políticas económicas de los países. De ahí que las estrategias económicas que están siguiendo los presidentes de Gobierno elegidos este año -David Cameron en Gran Bretaña, Fredrik Reinfeldt en Suecia, Mark Rutte en Holanda- y también la que propone el Partido Republicano para EEUU, respondan al típico cambio pendular que se produce siempre después de una fuerte crisis económica (crisis que suele pasar una factura elevada al partido político en el poder, que habitualmente sufre luego una fuerte derrota en las urnas).
El primer cambio pendular de la Historia reciente lo observamos en Estados Unidos, en 1932, cuando el presidente republicano Hoover fue incapaz de sacar al país de la Gran Depresión y perdió las elecciones. Como consecuencia, se produjo un cambio de política económica protagonizado por el nuevo presidente, el demócrata Theodore Roosevelt. Efectivamente, a partir de 1933 se aplicaron políticas expansivas de demanda agregada (New Deal) que debieron ser acertadas, porque se restableció el crecimiento y el empleo. El éxito en el ámbito económico le permitió a Roosevelt convertirse en el presidente estadounidense que más años gobernó (fue reelegido hasta en tres ocasiones). Su política keynesiana supuso una mayor intervención del Estado en la economía.
El segundo cambio pendular lo hallamos en la década de los 70, con la crisis del petróleo. Esta crisis arranca en diciembre de 1973, cuando entran en quiebra las políticas económicas keynesianas que habían imperado en el mundo desarrollado desde 1933. En Gran Bretaña, el laborista James Callaghan, incapaz de resolver la crisis económica, fue derrotado en las elecciones de 1979 por Margaret Thatcher, del Partido Conservador. Se trata de otro cambio pendular muy importante, donde varía completamente el modelo económico. Se abandona el keynesianismo y se empiezan a aplicar políticas de oferta.
También en EEUU, en la misma época, se produce un cambio de idénticas características. Ronald Reagan ganó las elecciones a Carter en 1980, entre otros motivos, por la mala situación de la economía. Tanto Thatcher como Reagan apuestan por el libre mercado con un fuerte componente de economía de la oferta que incluye desregulación de los mercados, rebajas fiscales, privatización de las empresas públicas, mejora de la productividad y competitividad de las empresas, reducción de controles burocráticos, estabilidad de precios y flexibilidad salarial. Los resultados de estas políticas fueron buenos, el Partido Conservador británico gobernó 17 años y el Partido Republicano 12 en EEUU.
La primera década del siglo XXI nos ha mostrado un tercer cambio pendular, con la vuelta al keynesianismo y la Gran Recesión. La crisis económica que se inicia en el año 2001 con la caída de las Torres Gemelas y el pinchazo de la burbuja puntocom supone un nuevo cambio en la estrategia de política económica. El presidente estadounidense George W. Bush aplica de inmediato políticas keynesianas consistentes en un fuerte incremento del gasto público (guerra de Irak) y bajada de impuestos. Por su parte, la Reserva Federal aplica tipos de interés muy bajos y se deprecia el dólar. Típicas políticas expansivas de demanda agregada. La media del incremento del gasto público discrecional de los dos mandatos de Bush multiplicó por 62 la de Clinton y superó la de todos los presidentes anteriores.
Las dos guerras en Irak y Afganistán no justifican el aumento del gasto en Defensa, que no sólo superó el del presidente Johnson durante la peor etapa de Vietnam, sino que multiplicó por dos el de la carrera armamentística con la que Ronald Reagan desestabilizó a la Unión Soviética durante los años 80. Bush siempre se comportó como si el gasto público fuese capaz de resolver cualquier problema político. Las partidas presupuestarias destinadas a conseguir el apoyo de determinados senadores o congresistas a cambio de invertir dinero público en sus regiones (los famosos pork barrels) alcanzaron máximos históricos entre 2002 y 2005, precisamente cuando el Partido Republicano dominaba las dos cámaras.
También en Gran Bretaña, en la primera década del siglo XXI, se fueron abandonando poco a poco las políticas de oferta Thatcher. Los Gobiernos laboristas de Tony Blair y Gordon Brown generaron una mayor participación del Estado en la economía con una mayor expansión del gasto público. Se unió a ello la falta de regulación y supervisión de los sistemas bancarios que dieron lugar a la aparición y desarrollo de burbujas especulativas.
A las puertas de la segunda década del siglo XXI, ¿estamos ante otro cambio pendular? ¿Se producirá una transformación radical en la estrategia de política económica de los países?
La Gran Recesión que sufrieron y todavía sufrimos muchos países desarrollados tiene, desde mi punto de vista, su origen en esas políticas expansivas y permisivas aplicadas por George Bush y Tony Blair y cuyo punto más álgido se produce con Obama y Gordon Brown. Como consecuencia de la crisis se está produciendo un nuevo cambio pendular. Efectivamente en las elecciones que se han celebrado este año, se observan victorias de partidos políticos diferentes a los que gobernaban durante la crisis.
En chile, después de 20 años de Gobiernos de Concertación, se ha producido un cambio político con la victoria electoral del centro-derecha. También en Holanda, y por primera vez en 100 años, ha ganado las elecciones el Partido Liberal. En Gran Bretaña la victoria de Cameron y en Estados Unidos la republicana del 2 de noviembre van a producir cambios en la política económica. En Suecia, el gobierno del Partido Moderado (liberal-conservador), que fue capaz de evitar la crisis, volvió a ganar este año las elecciones con una victoria abrumadora. Su líder, el primer ministro Fredrik Reinfeldt, ha propuesto una reducción del gasto público y de los impuestos, lo que se traducirá en una disminución del Estado del Bienestar y un impulso para la economía.
¿Hacia dónde van las políticas económicas de todos estos nuevos Gobiernos? A dar mayor responsabilidad a los individuos y a las empresas y reducir el papel del Estado en la economía. Políticas que ponen el foco en restablecer el funcionamiento de los mercados y en dar menos subvenciones. Menos Estado pero más eficiente. Y en aquellos mercados donde no funciona la libre competencia, o donde hay riesgos sistémicos, introducir una mayor regulación.
En los países en los que aún no ha habido elecciones y, por tanto, no se ha producido todavía el cambio radical de política económica, como es el caso de España, Portugal, Francia o Grecia, van a tener una salida de la crisis más lenta y complicada. En EEUU el electorado dijo en las urnas que estaba harto del Partido Demócrata, y en Gran Bretaña de los laboristas. En Portugal, Grecia y España (atención a las elecciones en Cataluña) las encuestas señalan un rechazo a los Gobiernos socialistas, mientras que en Francia se repudia a Sarkozy. ¿Motivos? Ninguno de ellos ha sabido resolver la crisis. Incluso en Alemania, cuya economía va bastante mejor que la de sus vecinos, se especula con que la canciller Angela Merkel, de Democracia Cristiana, pueda terminar siendo sustituida por el actual ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg, de la conservadora Unión Social Cristiana de Baviera (CSU).
Observando las nuevas tendencias y los cambios radicales en la política económica de los nuevos Gobiernos, parece probable que en los próximos comicios no salgan reelegidos ni Sarkozy ni Obama, ni Zapatero ni Montilla (Cataluña) ni Arnold Schwarzenegger (California). Los electores quieren otra cosa, aunque no sepan bien qué. Y la Historia muestra que los políticos que salen elegidos durante las crisis económicas -caso de Roosevelt, Reagan, Thatcher, Felipe González en 1982 o José María Aznar en 1996- cambian la política económica del Gobierno anterior. Y con esas transformaciones profundas, la Historia muestra también que se sale de las crisis y que la economía mejora.
Fuente: Ya se qyue este es un post excesivamente largo pero es la versión original de un artículo que publiqué ayer en el diario El Mundo (página 19) titulado “El coste político de las crisis económicas”. Lo ha colgado hoy porque algunos de vosostros no pudisteis leerlo. Espero que te haya gustado. Como siempre agradezco cualquier comentario positivo o negativo.

¿En qué consiste una política económica keynesiana? Se suele decir que una política económica es keynesiana cuando pretende el incremento o la reducción de de la Demanda Agregada. En esto se diferencian de las políticas de oferta. Las políticas de oferta ponen el foco en la Oferta Agregada.
Política keynesiana expansiva
Una política económica keynesiana expansiva es una política encaminada a aumentar el nivel de Demanda Agregada y, por esta vía, el crecimiento económico de un país. ¿De qué se compone la Demanda Agregada? De 4 componentes: Consumo de las Familias, Inversión (privada), Gasto Público y Exportaciones. Al aumentar estos componentes se expande la Demanda Agregada.
Los instrumentos de que dispone el sector público para instrumentar esta política son bastante sencillos: 1) incrementos del Gasto Público (guerras, infraestructuras, subvenciones, transferencias, gasto social, contratación de funcionarios, etc.), 2) rebajas en los impuestos (que aumenta la renta disponible y por tanto el Consumo de las Familias) y 3) también pueden conseguirse incrementos en el nivel de demanda (al menos a corto plazo) si la Reserva Federal baja los tipos de interés, aumenta la cantidad de dinero y del crédito. Esto último, política monetaria expansiva, fue lo que hizo Greenspan a partir del año 2001 y ahora está haciendo Bernanke. Está bajada de tipos de interés suele ir acompañada de depreciaciones del tipo de cambio, como así ocurrió a partir del año 2002 en EEUU y, por tanto, de aumento de las Exportaciones (otro componente de la Demanda Agregada).
Ahora bien, todo esto sólo es una parte de una política expansiva keynesiana. La otra parte, de la cual a menudo la gente se olvida, exige que, para que haya crecimiento económico, todas estas medidas se tomen en un contexto en el que existan recursos económicos sin utilizar, al objeto que la expansión de la demanda vaya acompañada de la correspondiente expansión de la oferta. Sin esta condición, el intento de expansión de la demanda acabará en un aumento de la inflación o de las importaciones. Precisamente este exceso de capacidad productiva ociosa es la situación en la que se encontraba la economía americana a comienzos de este siglo XXI (primer mandato del presidente Bush).
Política keynesiana restrictiva
Por el contrario, una reducción del gasto público y/o un a aumento de los impuestos (política fiscal restrictiva) y/o un aumento de los tipos de interés (política monetaria restrictiva) tendría el efecto contrario, es decir, provocarían una reducción de la demanda agregada, y por tanto un menor crecimiento económico y una mayor estabilidad de precios. Pero también serían políticas keynesianas porque ponen el foco en la Demanda Agregada.
Observe el lector que las políticas que hemos descrito son expansivas o contractivas porque expanden o contraen la Demanda Agregada.



La política económica es una ciencia. La ciencia progresa cuando se hacen nuevas hipótesis pero esas hipótesis son susceptibles de ser contrastadas empíricamente por los hechos. Es cierto que mi hipótesis de que George W. Bush puso más el foco en la Demanda Agregada que en la Oferta Agregada es arriesgada. La clave, para saberlo, está en analizar si su gobierno puso más énfasis en las políticas de demanda agregada (monetaria, fiscal y fomento de las exportaciones como es la política de depreciación del tipo de cambio) o en las políticas de oferta (laboral, competencia, I+D, innovación, funcionamiento de los mercados, mejora del capital humano, productividad, instituciones, etc.).




Después de leer tu comentario sigo pensando que en 2001 y a raíz de los ataques terroristas el presidente Bush vuelve a inclinar la balanza hacia las doctrinas keynesianas. Creo que la hipótesis del cambio de paradigma, en septiembre, de 2001 está relacionada 1) con el estallido de la burbuja tecnológica que pone de manifiesto la inestabilidad del sistema capitalista y 2) los ataques terroristas que aceleraron el cambio de modelo. Creo, aunque me puedo equivocar, que se pasa de un modelo basado en la Oferta Agregada (Reagan, Bush padre y Clinton) a otro más keynesiano.



Un excelente documento de trabajo, que te aconsejo vivamente, titulado “Spending UNder President George W. Bus h”, escrito por Veronique de Rugy del centro Mercatus afiliado a la prestigiosa universidad George Mason despeja algunas dudas http://mercatus.org/sites/default/files/publication/WP0904_GAP_Spending%20Under%20President%20George%20W%20Bush.pdf . Este trabajo, tal como explico en mi artículo, estima que el gasto de los programas sociales (entitlements) entre 2002 y 2007, cuando la crisis que ahora padecemos (Gran Recesión) apenas era un rumor, aumentó en casi un tercio. La media del incremento del gasto discrecional de los dos mandatos de George W. Bush multiplicó por 62 la de Clinton y superó la de todos los presidentes anteriores con la única excepción de Lyndon B. Johnson, el presidente más socialdemócrata de la segunda mitad del SXX.



El documento de Mercatus asegura y con razón que la política keynesiana de expansión del gasto y la reducción de impuestos de la Administración Bush, fue una irresponsabilidad fiscal .En cuanto a la política monetaria de ese periodo, llevada a cabo por Greenspan (FED), muchos economistas pensamos que también fue muy irresponsable y que fue excesivamente expansiva (que significa como dije en mi comentario anterior que expande la Demanda Agregada). El colapso de los mercados financieros que vinieron después se deben a la combinación de esa política expansiva monetaria y fiscal con 1) la poca o mala regulación de sectores cruciales como son los bancos y las compañías de seguros (y que no hubieran pasado el test de una buena política de oferta agregada), 2) el pésimo comportamiento de las agencias de calificación de riesgos crediticios, que trabajan en una situación de oligopolio, apuntalado por el aval informal de los Gobiernos (que también denota una mala política de oferta y de regulación), 3) el enorme despliegue del Estado, sobre todo en EEUU, desde el año 2001 (que explico en mi artículo) y 4) la compra masiva de bonos denominados en dólares por parte de las economías emergentes que permitió a muchos Estados (España, Gran Bretaña, EEUU son los ejemplos más claros), con déficit en sus cuentas corrientes, se endeudasen con el exterior sin freno.



Es cierto que el recorte de la regulación bancaria (y esos es una mala política de oferta), junto con políticas expansivas de demanda agregada, como son los injustificados bajos tipos de interés que durante años mantuvo la Reserva Federal, y las políticas expansivas del Gobierno de Bush, nos llevaron a esta crisis. Los que creemos en las buenas políticas de oferta creemos en Basilea III es decir, que se les debe exigir a los bancos unos recursos propios muy por encima de los que ordenaba Basilea II. El péndulo está yendo hacia allí.

En resumen, en estos momentos parece haber un relativo consenso en los orígenes de la crisis que insisto son: 1) la reducción de los tipos de la Fed (política monetaria expansiva) que se trasladó a la Bolsa y los inmuebles en forma de burbuja. Esa política de Alan Greenspan a) contradijo reiteradamente el principio friedmanita de que la política monetaria no debe utilizarse para estimular el crecimiento y b) generó la gigantesca burbuja bursátil e inmobiliaria que provocó la crisis. 2) la escasez de recursos propios en los balances de los bancos que hizo que la caída de las instituciones más irresponsables arrastrasen a todos los demás al borde del precipicio, 3) algunos sofisticados productos financieros, evaluados sobre todo por tres agencias semioficiales y sometidas a graves conflictos de interés, que no avisaron de los riesgos y, que como consecuencia, generaron enormes pérdidas a los bancos y compañías de seguros, 4) Los excesivos déficits públicos (política fiscal expansiva) y 5) Los grandes desequilibrios en las relaciones económicas entre los países


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La historia está plagada de cambios radicales de gobierno que se producen como consecuencia del incumplimiento de los objetivos generalmente aceptados de política económica (crecimiento económico, pleno empleo, estabilidad de precios, equilibrio exterior, etc.). Es decir, cuando en un país el paro aumenta, el crecimiento económico se estanca y la inflación se desmadra se produce una insatisfacción en el electorado. Esta insatisfacción muestra la brecha que se abre entre las expectativas de los electores y la grave crisis económica.

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fuente
http://economy.blogs.ie.edu/archives/2010/11/el-coste-politico-de-las-crisis-economicas.php#comment-35785

3 comentarios:

BartolomeC dijo...

Ramón, tengo la impresión que esta vez el péndulo se les ha ido de las manos...

Ramon.Morata dijo...

Si BartolomeC, cada dia que pasa tengo la sensación de que esta todo mas liado y no menos liado como deberia ser.
Pasara factura, y tristemente pasara factura a los que no tienen culpa de nada.

Ramon.Morata dijo...

En todo caso aun conservo la esperanza de que antes de un año encuentren la brujula.
Y en 2012 veamos un mejor panorama.

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