En esta parte hay muchas direcciones que explorar. La empresa, ante la posibilidad de no controlar a sus empleados y ante la volatilidad de su demanda y de su estructura de capital, quizá tendrá que prestar mucha más atención al capital social y a los stakeholders.
Es también previsible que el mercado sea mucho más volátil, no sólo el mercado de valores; sino el de cualquier bien. Y el Estado habrá de ser repensado. Por un lado hay fuerzas que le llevarían a desaparecer detrás de un conjunto de agencias reguladoras independientes, pero por otro lado no está claro que no vaya a recuperar protagonismo ante muchos fallos de mercado de naturaleza novedosa.
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