Vamos a hacer un ejemplo práctico aplicando los ejes de Brújula Económica de Ramón Morata Senar al tema de la sobreproducción china en el sector de automoción y su impacto en Europa.
Análisis con la “Brújula Económica”
Ciclos económicos
China está en una fase de desaceleración tras décadas de crecimiento acelerado.
Para compensar la caída del sector inmobiliario, impulsa la producción industrial (coches eléctricos, acero, paneles solares). 👉 Pregunta para ti: ¿qué crees que ocurre cuando un país produce más de lo que su mercado interno puede absorber?
Capitalismo global
El exceso de producción no se queda en China: se exporta a Europa y otros mercados.
Esto genera tensiones comerciales y riesgo de guerras de aranceles. 👉 ¿Dirías que este fenómeno fortalece o debilita la globalización?
Burbujas financieras
La inversión masiva en fábricas y subsidios puede crear una “burbuja industrial”: demasiada capacidad instalada que no se rentabiliza.
Si estalla, puede arrastrar bancos y empleo en China. 👉 ¿Te suena a lo que pasó con Japón en los años 90?
Interdisciplinariedad
Aquí se cruzan economía, geopolítica, medio ambiente y tecnología.
No es solo un problema de precios, sino de modelo de sociedad y de futuro energético.
Modelos sostenibles de crecimiento
El reto es doble: competir con China y, al mismo tiempo, cumplir con la transición verde.
Una estrategia sostenible debería equilibrar industria, empleo y medio ambiente.
Políticas económicas
La UE ya ha subido aranceles a coches eléctricos chinos.
Pero también necesita invertir en baterías, software y energías limpias para no quedarse atrás.
Fallos del mercado
Subsidios estatales distorsionan la competencia: los precios no reflejan costes reales.
Europa acusa a China de “dumping” (vender por debajo de coste).
👉 ¿Qué política económica crees que debería aplicar la UE: protegerse con aranceles o competir con innovación?
Conclusión estilo Brújula Económica:
La sobreproducción china en automoción no es solo un tema de coches baratos, sino un espejo de los desequilibrios del capitalismo global. Europa debe decidir si responde con proteccionismo, con innovación, o con una mezcla de ambos, siempre dentro de un marco sostenible
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cuando un país produce más de lo que su mercado interno puede absorber?
Temas principales que trata en su blog según copilot
Ciclos económicos: explicación pedagógica de cómo funcionan las fases de expansión y recesión.
Fallos de mercado: analiza problemas como monopolios, burbujas especulativas o información asimétrica.
Políticas económicas: ventajas e inconvenientes de medidas fiscales, monetarias o regulatorias.
Burbujas financieras: causas, consecuencias y cómo afectan a la economía real.
Capitalismo global: reflexiones sobre la complejidad del sistema económico mundial y sus interrelaciones.
Modelos de crecimiento sostenible: propone debatir alternativas al crecimiento clásico, con un enfoque más sistémico y sostenible.
Interdisciplinariedad: integra lecturas de sociología, filosofía, física y economía para enriquecer el análisis económico.
Divulgación pedagógica: explicaciones claras y accesibles para públicos no especializados, con enfoque en formación ciudadana
Enfoque del blog
Ramón Morata Senar lo concibe como un espacio pedagógico y de reflexión:
Quiere que los ciudadanos entiendan mejor los mecanismos económicos.
Se obliga a “aprender y desaprender”, revisando libros, artículos y debates.
Busca abrir perspectivas distintas y fomentar el pensamiento crítico.
En resumen: Brújula Económica es un blog de divulgación y análisis donde Morata Senar combina economía, sociedad y ciencia para explicar de forma clara los grandes retos del capitalismo global, los ciclos económicos y la necesidad de modelos más sostenibles
El PIB registró una variación del 0,8% en el segundo trimestre respecto al trimestre anterior en términos de volumen. Esta tasa fue dos décimas superior a la del primer trimestre de 2025.
La variación interanual del PIB fue del 3,1%, frente al 3,2% del trimestre precedente. La demanda nacional contribuyó con 3,5 puntos, mientras que la externa tuvo una aportación negativa de 0,5 puntos.
Las horas trabajadas variaron un 1,3% interanual y el empleo en términos de ocupados equivalentes a tiempo completo un 3,5% -en comparación con el 1,9% y el 2,9% del trimestre precedente-.
Toda la información corresponde a datos ajustados de efectos estacionales y de calendario. Las tasas de variación y aportaciones al crecimiento del PIB figuran redondeadas a un decimal.
PIB en volumen. Evolución intertrimestral
El Producto Interior Bruto (PIB), medido en términos de volumen, se incrementó un 0,8% en el segundo trimestre respecto al trimestre anterior. Esta tasa fue dos décimas superior a la del primer trimestre de 2025.
La demanda nacional contribuyó con 0,8 puntos al crecimiento intertrimestral del PIB. Por su parte, la demanda externa tuvo una aportación prácticamente nula.
Por agregados de demanda, el gasto en consumo final de los hogares se incrementó un 0,8% y el de las Administraciones Públicas un 0,1%. Por su parte, la formación bruta de capital registró una variación del 1,8%.
Las exportaciones de bienes y servicios presentaron una tasa intertrimestral del 1,3%, lo que supuso 1,1 puntos menos que en el primer trimestre. Por su parte, las importaciones registraron una variación del 1,6%, tasa cuatro décimas menor a la del trimestre precedente.
Por el lado de la oferta, todos los grandes sectores de actividad presentaron tasas positivas en su valor añadido, salvo las ramas primarias. Así, las ramas industriales aumentaron un 0,9% intertrimestral. Dentro de las mismas, la industria manufacturera aumentó su tasa en tres décimas respecto al trimestre precedente, hasta alcanzar un crecimiento del 1,0%.
El valor añadido bruto de la Construcción se incrementó un 2,3% intertrimestral, dos puntos más que en el trimestre anterior. Y el de los Servicios aumentó su tasa en seis décimas, hasta alcanzar el 1,0%.
Por su parte, las ramas primarias registraron una variación intertrimestral del -6,4%, frente al 6,4% del trimestre anterior.
Producto interior bruto
Volumen encadenado. Tasas de variación intertrimestral (%)
0,0
0,2
0,4
0,6
0,8
1,0
1,2
1,4
1,6
1,8
2,0
0,8
0,6
0,8
0,8
0,9
1,1
0,8
0,8
0,1
0,5
0,5
0,8
1,7
1,6
PIB en volumen. Evolución interanual
La variación interanual del PIB fue del 3,1% este trimestre, una décima menos que la del trimestre precedente.
La demanda nacional aportó 3,5 puntos al crecimiento interanual del PIB. Por su parte, la demanda externa contribuyó con -0,5 puntos.
Por agregados de demanda, la variación del gasto en consumo final fue tres décimas menor que la del trimestre anterior, al crecer un 3,1% interanual. El correspondiente a los hogares se desaceleró cinco décimas, hasta una tasa del 3,4%, y el de las Administraciones Públicas aumentó un 2,0%, tasa similar a la del trimestre precedente.
Por su parte, la formación bruta de capital registró una variación del 5,8%, tasa ocho décimas mayor que la del trimestre anterior.
Las exportaciones de bienes y servicios presentaron una tasa interanual del 4,2%, lo que supuso ocho décimas más que en el primer trimestre. Por su parte, las importaciones registraron una variación del 6,1%, aumentando en un punto la del trimestre precedente.
Desde la óptica de la oferta, todos los grandes sectores de actividad presentaron tasas interanuales positivas en su valor añadido. Así, el valor añadido bruto de las ramas industriales creció un 2,6%, y dentro de las mismas, la industria manufacturera lo hizo en un 2,2%.
El valor añadido bruto de la Construcción aumentó un 4,0% respecto al segundo trimestre de 2024, el de los Servicios un 3,4% y el de las ramas primarias un 0,1%.
Producto interior bruto
Volumen encadenado. Tasas de variación interanual (%)
0,0
0,8
1,6
2,4
3,2
4,0
4,8
5,6
6,4
7,2
8,0
3,1
3,2
3,7
3,6
3,7
2,9
2,2
2,0
2,0
3,6
4,7
6,3
7,5
7,1
PIB a precios corrientes, deflactor implícito y rentas
El PIB a precios corrientes aumentó un 5,6% interanual este trimestre, tres décimas más que en el precedente. En tasa intertrimestral, creció un 1,2%.
El deflactor del PIB aumentó un 2,4% interanual, tasa tres décimas superior a la del trimestre anterior. En tasa intertrimestral, se incrementó un 0,4%.
En cuanto a las rentas, la remuneración de los asalariados creció un 7,1% en tasa interanual, con incrementos del 3,7% del número de puestos equivalentes a tiempo completo de asalariados y del 3,3% de la remuneración media por puesto equivalente a tiempo completo. En tasas intertrimestrales, la remuneración total se incrementó un 1,6%, mientras que el número de puestos equivalentes a tiempo completo de asalariados presentó una tasa del 0,7%. La remuneración media tuvo un crecimiento del 0,9%.
Por su parte, el excedente de explotación bruto / renta mixta bruta aumentó un 3,7% interanual, dos décimas más que en el primer trimestre. En tasa intertrimestral, el excedente creció un 0,1%.
Finalmente, la cuantía devengada en impuestos sobre la producción y las importaciones netos de subvenciones registró un incremento interanual del 5,8%, frente al 5,1% del trimestre anterior. En tasa intertrimestral aumentó un 3,8%.
Empleo y productividad
El número de horas efectivamente trabajadas creció un 1,3% interanual este trimestre, seis décimas menos que en el precedente. En términos intertrimestrales, varió un 0,3%.
Los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo crecieron un 3,5% en tasa interanual, seis décimas más que en el trimestre precedente. En términos intertrimestrales su variación fue del 0,8%.
Por su parte, la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo registró este trimestre una tasa interanual del -0,4%, y la productividad por hora efectivamente trabajada, del 1,7%. En términos intertrimestrales estas tasas fueron prácticamente nula en el caso de la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo y del 0,5% en cuanto a la productividad por hora efectivamente trabajada.
Revisiones y actualización de datos
Los resultados publicados hoy incorporan toda la información coyuntural disponible desde el pasado 29 de julio (fecha de difusión de los resultados avance del segundo trimestre de 2025) sobre la evolución económica trimestral. En particular, integran la información trimestral de la Balanza de Pagos, que el Banco de España publicó el pasado 23 de septiembre, y de las Cuentas de las Administraciones Públicas, que difunde la Intervención General de la Administración del Estado el 30 de septiembre.
Además, y de acuerdo con la política de revisión de esta operación, coincidiendo con la actualización de resultados brutos desde el primer trimestre de 2022 (en coherencia con la revisión de la Contabilidad Nacional Anual de España: principales agregados publicada el pasado 19 de septiembre), se ha llevado a cabo la revisión de los modelos de ajuste estacional y de calendario de cada una de las series publicadas.
Todos los resultados de esta operación están disponibles en INEbase.
De acuerdo con el Reglamento Delegado (UE) 2023/137 de la Comisión, el INE ha comenzado a trabajar en incorporar la nueva Clasificación Nacional de Actividades Económicas CNAE-2025 en todas sus operaciones estadísticas.
En el caso de la CNTR, la primera publicación de resultados con CNAE-2025 se realizará en septiembre de 2029.
Nota metodológica
La Contabilidad Nacional Trimestral de España: principales agregados (CNTR) es una estadística de síntesis, de carácter coyuntural, cuyo objetivo primordial es llevar a cabo una medición sistemática y coherente de la evolución reciente de la economía nacional, de acuerdo con el marco conceptual y normativo establecido por el Sistema Europeo de Cuentas Nacionales y Regionales (SEC 2010), aprobado por el Reglamento (UE) 549/2013, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo.
Esta operación ofrece, un mes después de finalizado el trimestre (t+30 días, siendo t el trimestre de referencia), una estimación avance del Producto Interior Bruto generado en la economía durante el mismo y de cada uno de sus componentes, desde sus tres enfoques de oferta, demanda y rentas (tanto en términos de volumen como a precios corrientes en el caso de los dos primeros y a precios corrientes en el caso del enfoque de rentas). Asimismo, proporciona una medición de la evolución del empleo de la economía en términos de personas ocupadas, puestos de trabajo, puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo y horas trabajadas.
Todas las estimaciones se ofrecen en términos brutos y también corregidos de estacionalidad y de efectos de calendario.
Los resultados de cada trimestre se revisan en torno a t+90 días, incorporando toda la información disponible desde la estimación avance.
Pidiendo que se suspenda la AI Act
—y con el director general de Mistral, Arthur Mensch, presente en la
sala—, criticó la «inercia» de un sistema basado en «burócratas» y abogó
por una desregulación más rápida.
Con
palabras veladas, el expresidente del Banco Central Europeo también
atacó el desigual acuerdo comercial entre la Unión y Estados Unidos: «La
dependencia de Estados Unidos en materia de defensa se citó como una de
las razones por las que tuvimos que aceptar un acuerdo comercial
dictado en gran medida por las condiciones estadounidenses».
En línea con las conclusiones de nuestra última encuesta Eurobazuca,
Mario Draghi comenzó su discurso recordando la realidad del despertar
ciudadano europeo después de un verano marcado por el sentimiento de
humillación tras Turnberry: «Los europeos están dispuestos a actuar
—pero temen que los gobiernos no hayan comprendido la gravedad de la
situación—».
Al repasar los avances en
las principales recomendaciones de su informe en un mundo que se ha
vuelto más peligroso para el continente que hace un año, pidió a los
líderes europeos, acusados de «complacencia», que «levanten la vista»
para emprender una bifurcación —dejar de ser una potencia reguladora
para «adaptarse a un panorama tecnológico en rápida evolución»—.
Sin
ingenuidad, Mario Draghi también renovó su llamamiento a la deuda común
—«una emisión conjunta de deuda no ampliaría mágicamente el espacio
presupuestario, pero permitiría a Europa financiar proyectos más
importantes en ámbitos que estimulan la productividad»— y a una reforma
«más profunda», admitiendo, una vez más, que requeriría «un tiempo del
que quizá no disponemos».
Aunque sólo se habría aplicado el 14% del informe Draghi 1,
el expresidente del Consejo italiano pide acelerar el proceso,
avanzando si es necesario por grupos de países siguiendo el modelo de
coaliciones de voluntarios o incluso, en algunos temas, abriendo la
puerta a un modelo más federal: «En algunos ámbitos clave, Europa debe
empezar a actuar menos como una confederación y más como una
federación».
El tono particularmente duro de su intervención del 16 de septiembre contrasta con el último discurso sobre el estado de la Unión de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen,
y con su introducción al discurso de Mario Draghi. A pesar de esta
ambición declarada —una bifurcación radical impulsada por «medidas
excepcionales» en «circunstancias excepcionales»—, parece poco probable
que la Comisión y los Estados miembros respondan plenamente a este
llamamiento.
Hace un año, nos reunimos aquí para debatir los tres retos presentados en nuestro informe:
el modelo de crecimiento europeo llevaba mucho tiempo sometido a una
dura prueba; las dependencias amenazaban su resiliencia; y sin un
crecimiento más rápido, Europa sería incapaz de alcanzar sus ambiciones
en materia de clima, digitalización y seguridad, por no hablar de la
financiación de sus sociedades envejecidas.
Durante el último año, cada uno de estos retos se ha agravado.
Los cimientos del crecimiento europeo —la expansión del comercio
mundial y las exportaciones de alto valor añadido— se han debilitado aún
más.
Estados Unidos ha impuesto los aranceles más elevados desde la era Smoot-Hawley.
China se ha convertido en un competidor aún más poderoso, tanto en
terceros mercados como dentro de la propia Europa, ya que los aranceles
estadounidenses han desviado los flujos comerciales.
Desde diciembre pasado, el superávit comercial de China con la Unión Europea ha aumentado casi un 20%.
También hemos visto hasta qué punto la capacidad de reacción de
Europa se ve limitada por sus dependencias, a pesar de que nuestro peso
económico es considerable.
La dependencia de Estados Unidos en materia de defensa se ha citado
como una de las razones por las que hemos tenido que aceptar un acuerdo
comercial dictado en gran medida por las condiciones estadounidenses. La dependencia de materiales críticos chinos
ha reducido nuestra capacidad para impedir que el exceso de capacidad
chino inunde Europa o para contrarrestar su apoyo a Rusia.
Europa ha comenzado a reaccionar.
Dado que Estados Unidos absorbe aproximadamente tres cuartas partes
del déficit por cuenta corriente mundial, no es realista a corto plazo
diversificarse alejándose de su mercado. Pero el acuerdo con Mercosur en
América Latina puede ofrecer cierto alivio a los exportadores. La
Comisión ha puesto en marcha proyectos estratégicos para las materias
primas críticas. Y el gasto en defensa está aumentando
considerablemente.
Sin embargo, estos compromisos en materia de defensa se suman a unas
necesidades de financiación ya considerables. El Banco Central Europeo
estima ahora que las necesidades de inversión anual para el período
2025-2031 ascenderán a cerca de 1,2 billones de euros, frente a los
800.000 millones de hace un año. La parte pública casi se ha duplicado,
pasando del 24% al 43%, lo que supone 510.000 millones de euros
adicionales al año, ya que la defensa se financia principalmente con
fondos públicos.
El margen de maniobra presupuestario es limitado. Incluso sin estos
nuevos gastos, se prevé que la deuda pública de la Unión aumente en 10
puntos porcentuales durante la próxima década, hasta alcanzar el 93% del
PIB, basándose en hipótesis de crecimiento más optimistas que la
realidad actual.
Hemos tenido que aceptar un acuerdo comercial dictado en gran medida por las condiciones estadounidenses.
Mario Draghi
Un año después, Europa se encuentra en una situación aún más difícil.
Nuestro modelo de crecimiento se está agotando. Las vulnerabilidades
se acumulan. Y no existe una vía clara para financiar las inversiones
que necesitamos.
Hemos recibido un doloroso recordatorio de la realidad: la inacción
amenaza no sólo nuestra competitividad, sino también nuestra propia
soberanía.
El informe define tres prioridades para Europa: recuperar el retraso
en materia de innovación en tecnologías punteras, trazar un camino hacia
la descarbonización que respalde el crecimiento y reforzar la seguridad
económica.
Como ha subrayado la presidenta Von der Leyen, estas prioridades
también ocupan un lugar central en el programa de la Comisión. Acojo con
satisfacción su decisión de volver a situar la competitividad en el
centro de sus preocupaciones, y considero que este programa es
ambicioso.
Los ciudadanos y las empresas del continente se alegran de contar con
un diagnóstico, unas prioridades claras y unos planes de acción.
Pero también expresan una frustración creciente.
Están decepcionados por la lentitud con la que evoluciona la Unión.
Ven claramente que no conseguimos seguir el ritmo de los cambios que se
producen en otros lugares. Están dispuestos a actuar —pero temen que los
gobiernos no hayan comprendido la gravedad de la situación—.
A menudo se esgrimen excusas para justificar esta lentitud.
Se dice simplemente que así es como se construyó la Unión, que hay
que respetar un proceso complejo en el que intervienen muchos actores. A
veces, la inercia se presenta incluso como una cuestión de respeto al
Estado de Derecho.
Creo que se trata de pura complacencia.
Nuestros competidores en Estados Unidos y China tienen muchas menos limitaciones, incluso cuando actúan dentro de la legalidad.
Seguir actuando como si nada pasara es resignarse a quedarse atrás.
Tomar un camino diferente exige una nueva rapidez, una nueva amplitud y una nueva intensidad.
Significa actuar juntos, sin fragmentar nuestros esfuerzos.
Significa concentrar los recursos donde su impacto sea mayor.
Y significa obtener resultados en unos meses, no en varios años.
Seguir actuando como si nada fuera, es resignarse a quedarse atrás.
Mario Draghi
Empecemos por la tecnología.
Al igual que la electricidad hace 140 años, la IA se describe a menudo como una tecnología «transformacional».
Pero depende de la coordinación de al menos otras cuatro tecnologías:
la nube para almacenar enormes cantidades de datos, la supercomputación
para procesar esos datos, la ciberseguridad para proteger los sectores
sensibles y las redes avanzadas (5G, fibra óptica y satélites) para la
transmisión.
En algunos ámbitos, Europa está avanzando.
Hay al menos cinco gigafábricas de IA en proyecto, cada una de ellas
con más de 100.000 procesadores gráficos avanzados. Se prevé que la
capacidad de los centros de datos se triplique en los próximos siete
años. Se espera una importante reforma de las telecomunicaciones para
finales de año. La reciente inversión de ASML en Mistral es una señal
prometedora para el ecosistema nacional de IA.
La adopción también está aumentando: como acaba de recordar la
presidenta, el BEI constata que las empresas europeas están adoptando
tecnologías punteras a un ritmo similar al de sus homólogas
estadounidenses, aunque partiendo de un nivel inferior.
Pero las diferencias son evidentes.
A la vanguardia de la IA, Estados Unidos produjo 40 grandes modelos
básicos el año pasado, China 15 y la Unión Europea sólo 3. En las pymes,
la adopción de la IA sigue siendo baja, oscilando entre el 13% y el
21%. Y en el ámbito más estratégico, la IA basada en la propiedad
intelectual europea para afianzar nuestras industrias básicas, los
avances son mínimos.
Hay tres ámbitos que requieren una mayor ambición.
En primer lugar, debemos eliminar los obstáculos a la escalabilidad de las nuevas tecnologías. Debe crearse un verdadero «28.º régimen»
que permita a las empresas innovadoras operar, comerciar y recaudar
fondos de forma transparente en los 27 Estados miembros, al igual que
sus competidores en otras grandes economías. Esta dimensión es
especialmente importante para dar una oportunidad a los jóvenes europeos
en su continente. Quieren quedarse aquí, no quieren irse a otro lugar
para triunfar.
La Comisión se está moviendo en esta dirección. Pero, dada la
incertidumbre del apoyo de los Estados miembros, es probable que el
primer paso hacia el «28.º régimen» se limite a una identidad digital
europea para las empresas.
La financiación de las empresas en fase de arranque también debe
recibir un mayor apoyo. El fondo Scale-up Europe puede ayudar a las
empresas emergentes a desarrollarse, siempre que su tamaño se ajuste a
sus necesidades financieras.
El aumento previsto del presupuesto de Horizonte Europa a 175.000 millones de euros es bienvenido.
Pero para la investigación de vanguardia, no será suficiente si los
recursos adicionales no se concentran en programas prioritarios de gran
envergadura.
Los recursos deben asignarse a centros de excelencia. Deben
concentrarse en proyectos de alto riesgo y alto rendimiento,
seleccionados mediante un proceso similar al de la DARPA. Deben
reforzarse con vínculos sólidos entre la industria y las instituciones
académicas para transformar la investigación en aplicaciones concretas.
La implementación de esta transformación debe confiarse a jefes de
proyecto expertos, en lugar de a burócratas. Y Europa debería ser capaz
de invertir directamente en algunas grandes iniciativas estratégicas de deep tech.
Sólo los países que alineen su estrategia energética con su política digital sacarán el máximo partido de la carrera por la IA.
Mario Draghi
El segundo ámbito es el de la regulación.
Una de las demandas más claras expresadas por las empresas europeas
es una simplificación radical del RGPD, no sólo de la ley inicial, sino
también de las pesadas medidas adicionales adoptadas por los Estados
miembros para transponerla. El entrenamiento de los modelos de IA
requiere grandes cantidades de datos públicos procedentes de la web. Sin
embargo, la incertidumbre jurídica que rodea actualmente su uso provoca
costosos retrasos, lo que ralentiza su despliegue en Europa.
Las investigaciones lo confirman: el RGPD ha aumentado el coste de
los datos en aproximadamente un 20% para las empresas de la Unión en
comparación con sus homólogas estadounidenses. Sin embargo, el único
cambio previsto hasta ahora es una flexibilización del mantenimiento de
registros y la ampliación de las exenciones concedidas a las pymes a las
empresas de tamaño intermedio.
Una reforma más amplia destinada a simplificar y armonizar las normas sigue siendo vaga.
La ley sobre IA (AI Act) es otra fuente de incertidumbre.
Las primeras normas, que incluían la prohibición de los sistemas que
presentaran un «riesgo inaceptable», se adoptaron sin mayores
complicaciones. Los códigos de buenas prácticas firmados por la mayoría
de los grandes desarrolladores, así como las directrices publicadas en
agosto por la Comisión, han aclarado las responsabilidades.
Pero la siguiente etapa, que abarca los sistemas de IA de alto riesgo
en ámbitos como las infraestructuras críticas y la salud, debe ser
proporcionada y apoyar la innovación y el desarrollo. En mi opinión, la
aplicación de esta etapa debería suspenderse hasta que comprendamos
mejor sus inconvenientes.
En términos más generales, la aplicación debería basarse en una evaluación a posteriori, que juzgue los modelos en función de sus capacidades reales y los riesgos demostrados.
El tercer ámbito se refiere a la integración vertical de la IA en la industria.
Las aplicaciones sectoriales de la IA son aún más críticas que la
potencia bruta de los superordenadores. En este ámbito, Europa tiene una
ventaja real: sus empresas controlan más de la mitad del mercado
mundial de soluciones de automatización industrial, piedra angular de la
IA industrial. Sin embargo, sólo alrededor del 10% de las empresas
manufactureras utilizaron la IA el año pasado.
La industria y los gobiernos deben trabajar juntos para transformar
esta ventaja en soluciones europeas propias. La estrategia «Apply AI» de
la Comisión, que se presentará este otoño, será una prueba decisiva.
Los precios del gas natural en la Unión siguen siendo casi cuatro
veces más altos que en Estados Unidos. Por su parte, los precios de la
electricidad industrial son, de media, más del doble. Si esta diferencia
no se reduce, se ralentizará la transición hacia una economía basada en
la tecnología punta.
La energía es tan fundamental como la tecnología para impulsar la IA.
La demanda de electricidad de los centros de datos en Europa aumentará
un 70% de aquí a 2030. La electricidad ya representa hasta el 40% de sus
costes de explotación.
La AIE advierte de que, si no se toman medidas correctivas, uno de
cada cinco proyectos previstos a escala mundial podría retrasarse debido
a los cuellos de botella en la red.
Sólo los países que alineen su estrategia energética con su política digital sacarán el máximo partido de la carrera por la IA.
La Comisión ha puesto en marcha su Pacto por una Industria Limpia y
su Plan de Acción para una Energía Asequible, ambos en consonancia con
las recomendaciones del informe. Pero la principal medida adoptada hasta
ahora ha sido flexibilizar las normas sobre ayudas estatales para que
los Estados miembros puedan subvencionar los precios.
Esto puede suponer un alivio temporal, pero no resuelve las razones estructurales por las que la energía es tan cara en Europa.
Entre ellas se encuentran los precios del gas, que, tras la invasión
de Ucrania por parte de Rusia, siguen siendo aproximadamente el doble de
altos que antes de la pandemia de Covid-19; un sistema de tarificación
en el que el gas sigue determinando el precio del mercado de la
electricidad en la mayoría de los casos, incluso aunque se desarrollen
las energías renovables; y unos impuestos y tasas elevados.
La descarbonización es la mejor vía a largo plazo para que Europa
alcance la independencia energética a pesar de su falta de recursos
naturales. Pero requiere inversiones mucho más rápidas para que funcione
un sistema fuertemente centrado en las energías renovables: en las
redes, las interconexiones y la producción básica de electricidad
limpia, como la nuclear.
En la actualidad, la mitad de la capacidad transfronteriza necesaria
para 2030 no está contemplada en ningún plan de inversión. Incluso los
proyectos aprobados tardan más de diez años en completarse, la mitad de
los cuales se dedican a la obtención de autorizaciones.
El paquete de medidas sobre redes previsto para finales de este año y
el aumento presupuestario propuesto para las conexiones
transfronterizas constituyen avances. Pero el sistema actual, basado en
la coordinación nacional de las autorizaciones y la financiación, no es
adecuado para un mercado europeo de la energía. Los proyectos
transfronterizos requieren una planificación y ejecución a nivel de la
Unión.
Al mismo tiempo, debemos ser realistas: estas medidas no permitirán
reducir rápidamente los precios de la energía. Por eso debemos actuar
sobre los factores que pueden aportar un alivio más rápido.
Dos de ellos destacan: la mejora del funcionamiento de los mercados
del gas y la flexibilización de la influencia del gas en los precios de
la electricidad.
Independientemente de las condiciones de este acuerdo, debe
considerarse una oportunidad para reorganizar nuestra forma de comprar
gas.
Desde marzo, el GNL transportado a Europa cuesta entre un 60% y un
90% más que el mismo gas en Estados Unidos, incluso teniendo en cuenta
los costes logísticos y de regasificación. Las compras colectivas de la
Unión, tal y como propuso inicialmente la Comisión tras la invasión de
Rusia, podrían sin duda reducir esta diferencia al reforzar nuestro
poder de negociación, reduciendo los márgenes de los intermediarios y
protegiéndonos de la volatilidad de los mercados diarios.
Paralelamente, Europa debe llevar a buen término los trabajos del
grupo de trabajo sobre el mercado del gas y hacer más transparente el
comercio de la energía. Los beneficios de los cuatro mayores
comerciantes mundiales se han cuadruplicado entre 2020 y 2022. Hace
tiempo que se impone una supervisión conjunta y una regulación más
estricta.
También debemos desvincular la remuneración de las energías
renovables y la nuclear de la de las energías fósiles mediante el
desarrollo de contratos de energía, es decir, acuerdos de compra de
electricidad (PPA) y contratos por diferencia (CfD).
Se están llevando a cabo algunas iniciativas útiles, como la garantía piloto de los PPA del BEI.
Pero se necesitan medidas mucho más decisivas: los contratos a largo
plazo deben ampliarse a todas las energías renovables y nucleares, tanto
nuevas como existentes. El actual mecanismo de fijación de precios
concede rentas a muchos intereses particulares.
A medida que avanzamos en la descarbonización, la transición también
debe ser flexible y pragmática. La Comisión ha flexibilizado algunos de
los requisitos más estrictos en materia de reporting gracias a
su paquete omnibus sobre sostenibilidad. Sin embargo, en algunos
sectores, como el automovilístico, los objetivos se basan en hipótesis
que ya no son válidas.
El plazo de 2035 para la eliminación de las emisiones de escape debía
desencadenar un círculo virtuoso: unos objetivos firmes estimularían
las inversiones en infraestructuras de recarga, desarrollarían el
mercado interior, fomentarían la innovación en Europa y abaratarían los
modelos de vehículos eléctricos. Las industrias relacionadas (baterías,
chips) debían desarrollarse en paralelo, respaldadas por una política
industrial específica.
Hay que reconocer que esto no ha sucedido.
La instalación de puntos de recarga debería multiplicarse por tres o
por cuatro en los próximos cinco años para alcanzar una cobertura
suficiente. El mercado de los vehículos eléctricos ha crecido más
lentamente de lo previsto. La innovación europea se ha quedado rezagada,
los modelos siguen siendo caros y la política en materia de cadena de
suministro está fragmentada.
En realidad, el parque automovilístico europeo, que cuenta con 250
millones de vehículos, está envejeciendo. Y las emisiones de CO₂
prácticamente no han disminuido en los últimos años.
Como sugiere nuestro informe, la próxima revisión de la normativa
sobre emisiones de CO₂ debería seguir un enfoque tecnológicamente neutro
y tener en cuenta la evolución del mercado y las tecnologías.
También necesitamos un enfoque concertado para acelerar el desarrollo
de los vehículos eléctricos, que abarque las cadenas de suministro, las
necesidades de infraestructura y el potencial de los combustibles
neutros en carbono.
En los próximos meses, el sector del automóvil pondrá a prueba la
capacidad de Europa para armonizar la normativa, las infraestructuras y
el desarrollo de la cadena de suministro en una estrategia coherente
para una industria que, no lo olvidemos, da empleo a más de 13 millones
de personas a lo largo de toda la cadena de valor.
El informe también recomendaba recurrir activamente a la política
industrial para reducir las dependencias y protegerse de la competencia
respaldada por el Estado.
En aquel momento se expresó preocupación por el nacionalismo
económico, el proteccionismo y el riesgo de que Europa abandonara un
orden mundial basado en normas.
Pero el último año ha demostrado claramente que vivimos en un mundo diferente.
La frontera entre economía y seguridad es cada vez más difusa. Los
Estados utilizan todas las herramientas a su alcance para defender sus
intereses.
Hasta ahora, la respuesta de Europa no ha logrado evitar dos
escollos: por un lado, los esfuerzos nacionales descoordinados y, por
otro, la confianza ciega en la capacidad de las fuerzas del mercado para
crear nuevos sectores.
El primer enfoque nunca puede producir resultados a gran escala. El
segundo es imposible cuando otros distorsionan los mercados y
desequilibran las reglas del juego.
Más bien debemos reforzar nuestra capacidad para defendernos y
resistir la presión en ámbitos clave como la defensa, la industria
pesada y las tecnologías que darán forma al futuro.
Hay tres palancas que pueden ayudarnos a alcanzar la escala y el nivel de intensidad que necesitamos.
La primera es un nuevo enfoque de la coordinación de las ayudas estatales.
En la práctica, las ayudas estatales suelen actuar como
proteccionismo, encerrando la actividad dentro de las fronteras en lugar
de construir industrias europeas competitivas a escala mundial. Las
investigaciones del FMI muestran que las ayudas concedidas a un país
suelen ir en detrimento del crecimiento de sus vecinos.
Europa dispone de herramientas de coordinación, como los grandes
proyectos de interés europeo común (PIICE), que permiten concentrar el
apoyo y reducir estas repercusiones. Sin embargo, en 2023, los países de
la Unión gastaron cerca de 190.000 millones de euros en ayudas
estatales, cinco veces más de lo que se ha asignado a los PIICE desde
2018.
Si se utilizan de forma estratégica, los PIICE podrían ayudar a
Europa a alcanzar una masa crítica en sectores como las tecnologías
nucleares innovadoras —como los reactores modulares pequeños— o en la
cadena de suministro automovilística para vehículos asequibles con cero
emisiones o bajas emisiones. La Comisión está tomando medidas para que
estos proyectos sean más atractivos y accesibles.
Sin embargo, el modelo de los PIICE sigue siendo esencialmente
nacional en su concepción y financiación. Esto crea un límite inherente
en comparación con nuestros competidores.
Tomemos como ejemplo el proyecto europeo PIICE en el ámbito de los semiconductores, aprobado en 2023.
Moviliza 8.000 millones de euros de fondos públicos, repartidos entre
14 Estados miembros, 68 proyectos y 56 empresas. Sin embargo, el
objetivo global, que consiste en alcanzar una cuota mundial del 20% en
la fabricación de semiconductores para 2030, ya ha sido calificado de
«muy improbable» por el Tribunal de Cuentas Europeo.
En comparación, el proyecto japonés Rapidus muestra un enfoque diferente.
Creado en 2022, concentra 12.000 millones de dólares de ayuda pública
—a pesar del reducido tamaño de la economía japonesa— en un único líder
a gran escala en el ámbito de los chips avanzados. Se centra en un
objetivo claro, respaldado por grandes empresas como principales
inversores y clientes. Y avanza mucho más rápidamente, con el objetivo
de alcanzar la producción en masa en 2027.
Europa debería inspirarse en este modelo concentrado y ampliarlo a
otras tecnologías punteras, combinando inversiones públicas y privadas
para fomentar las innovaciones disruptivas y los proyectos industriales a
gran escala.
La segunda palanca es la de la contratación pública.
Las ayudas estatales no pueden crear una nueva oferta en tecnologías
críticas sin responder a la demanda europea. La regulación puede
contribuir a eliminar los obstáculos a la adopción, pero la contratación
pública es la herramienta más poderosa para crear nuevos mercados.
Esto funciona de dos maneras.
En primer lugar, dado que la contratación pública representa en total
el 16% del PIB de la Unión, destinar sólo una pequeña parte de ella a
las industrias europeas crearía una demanda estable de innovación y
reforzaría los sectores estratégicos.
En segundo lugar, en las industrias en las que la escala es
determinante, unas normas armonizadas pueden favorecer la normalización y
apoyar ciclos de inversión largos y con gran intensidad de capital.
En algunos ámbitos clave, Europa debe empezar a actuar menos como una confederación y más como una federación.
Mario Draghi
El potencial es evidente en muchos sectores: reservar una parte de la
Unión en los contratos públicos de chips electrónicos para la defensa,
apoyar la nube europea y la IA vertical, o fijar cuotas para productos
de tecnología limpia como el acero y el aluminio verdes.
Se ha comenzado a trabajar en las normas preferenciales de la Unión
en materia de contratación pública para el sector público, pero los
detalles aún no están claros. Sin embargo, el éxito dependerá de la
armonización entre los Estados miembros. Sin ella, la contratación
pública, al igual que las ayudas estatales, corre el riesgo de caer en
el proteccionismo nacional y no alcanzar la escala deseada.
La tercera palanca es la política de competencia. En este punto, voy a repetir básicamente lo que acaba de decir la presidenta.
En los ámbitos de la defensa y el espacio, al igual que en las
tecnologías de doble uso que los sustentan, la dinámica del mercado es
muy diferente a la de los mercados de consumo. En este caso, la
consolidación no constituye necesariamente una amenaza para los
consumidores. Puede ser un medio para reducir la duplicación en materia
de I+D, disminuir los costes, acelerar la innovación y concentrar los
presupuestos de aprovisionamiento.
Los competidores de Estados Unidos y Asia se benefician no sólo del
apoyo estatal y de amplios mercados públicos, sino también de la
consolidación en estos sectores. Sin embargo, Europa sigue dividida
entre múltiples campeones nacionales y bases industriales que se
solapan.
Europa debería ser capaz de proteger la competencia y, al mismo tiempo, seguir promoviendo la consolidación y la innovación.
Se está llevando a cabo una revisión de las directrices sobre
fusiones, pero la industria no puede esperar hasta 2027, aunque este
plazo se ajusta al procedimiento que se había elegido inicialmente. La
resiliencia y la innovación deben integrarse desde ahora en la política
de competencia. Debería establecerse inmediatamente un procedimiento
acelerado, como mínimo.
La siguiente cuestión es cómo acelerar el proceso.
En algunos ámbitos, la Unión puede hacer más con las competencias de las que ya dispone.
El ámbito en el que la Unión puede actuar con mayor rapidez y
determinación es el de la regulación. Europa se ha presentado durante
mucho tiempo como una potencia reguladora; ahora debe demostrar que
puede adaptarse a un panorama tecnológico en rápida evolución.
En otros ámbitos, es necesaria una reforma más profunda: de competencias, de toma de decisiones y de financiación.
En última instancia, en algunos ámbitos clave, Europa debe empezar a
actuar menos como una confederación y más como una federación.
Pero esa reforma llevará tiempo, un tiempo que quizá no tengamos.
Mientras tanto, los avances podrían depender de coaliciones de
voluntarios que utilicen mecanismos como la cooperación reforzada.
Incluso sin modificar los tratados, Europa ya podría avanzar mucho más concentrando proyectos y poniendo en común recursos.
Si logramos concentrar nuestros esfuerzos de esta manera, el
siguiente paso lógico será considerar una deuda común para proyectos
comunes, ya sea a nivel de la Unión o dentro de una coalición de Estados
miembros, con el fin de amplificar los beneficios de la coordinación.
Una emisión conjunta de deuda no ampliaría por arte de magia el margen presupuestario.
Pero permitiría a Europa financiar proyectos más importantes en
ámbitos que estimulan la productividad —innovaciones disruptivas,
tecnologías a gran escala, I+D en defensa o redes energéticas— en los
que el gasto nacional fragmentado ya no puede ser eficaz.
Es necesaria una reforma más profunda.
Mario Draghi
Al aumentar la producción más rápidamente que los costes de los
intereses, estos proyectos restablecerían gradualmente el margen de
maniobra presupuestario y facilitarían la financiación de necesidades de
inversión más amplias. El informe estima que incluso un modesto aumento
del 2% de la productividad total de los factores a lo largo de una
década podría reducir en un tercio la carga de las finanzas públicas.
Al reducir los obstáculos al mercado único y permitir que las
empresas crezcan más rápidamente, también aceleraremos el crecimiento de
los mercados de capitales europeos, que pueden contribuir a financiar
la parte privada de las necesidades de inversión.
En esencia, y es algo que he subrayado en varias ocasiones, cuanto
más impulsemos estas reformas, más aumentará la parte de capital privado
y menos necesitaremos fondos públicos.
Emprender este camino nos obligará a romper tabúes arraigados, pero el resto del mundo ya ha roto los suyos.
Para la supervivencia de Europa, debemos hacer lo que nunca se ha
hecho antes y negarnos a dejarnos frenar por las limitaciones que nos
imponemos a nosotros mismos.
Y lo que es más importante, debemos ir más allá de las estrategias generales y los calendarios desfasados.
Necesitamos fechas y objetivos concretos. Debemos rendir cuentas por
su cumplimiento. Los plazos deben ser lo suficientemente ambiciosos como
para exigir una concentración real y un esfuerzo colectivo.
Esta es la fórmula que ha presidido los proyectos europeos más exitosos: el mercado único y el euro.
Ambos han progresado gracias a fases claras, etapas firmes y un compromiso político sostenido.
Y concluiré con el mismo espíritu que Ursula hace un momento.
Los ciudadanos europeos piden hoy a sus dirigentes que levanten la
vista de sus preocupaciones cotidianas para mirar hacia su destino
europeo común y tomar conciencia de la magnitud del reto.
Sólo la unidad de intenciones y la urgencia de
la respuesta demostrarán que están dispuestos a hacer frente a
circunstancias excepcionales con medidas excepcionales.
Pero esa reforma llevará tiempo, un tiempo que quizá no tengamos.
Para la supervivencia de Europa, debemos hacer lo que nunca se ha hecho antes y negarnos a dejarnos frenar por las limitaciones que nos imponemos a nosotros mismos.
Y lo que es más importante, debemos ir más allá de las estrategias generales y los calendarios desfasados.
Necesitamos fechas y objetivos concretos.
Notas al pie
Según el «Draghi Tracker» de la Joint European Darpa Initiative
El Informe Draghi: un plan para el futuro económico de Europa
Pilar L’Hotellerie-Fallois
El Informe Draghi propone una estrategia para frenar el declive económico de la Unión Europea frente a otras potencias. Solo con un enfoque común europeo, centrado en el crecimiento, podrá la UE afrontar con éxito los retos que tiene planteados: la transformación tecnológica, la descarbonización, la seguridad económica y el mantenimiento del modelo social europeo
Lanueva Comisión Europeapresidida por Úrsula Von der Leyen inicia ahora su andadura. El renovado ejecutivo europeo afronta un reto formidable: revertir el declive económico de Europa en un entorno global cambiante y no necesariamente favorable. ElInforme Draghiofrece una hoja de ruta para que la Unión Europea (UE) recupere su fortaleza económica. ¿Qué propuestas hace para afrontar este desafío?¿Qué herramientas son necesarias para transitar con éxito ese camino?
La primera tarea de la nueva Comisión será aprobar su programa de trabajo: un conjunto de medidas que determinará el rumbo de las políticas de la UE hasta 2029. Para preparar ese ejercicio, el Consejo Europeo y la Comisión salientes pusieron en marcha una reflexión sobre la futura orientación estratégica de la UE en el ámbito económico. El Informe encargado a Mario Draghi -El futuro de la competitividad europea- ha sido parte de esa reflexión. Aunque se publicó en septiembre, su contenido ya tuvo un peso importante en la definición de las Orientaciones políticas que Von der Leyen presentó al Parlamento Europeo en julio, como candidata a presidir la nueva Comisión.
Diagnóstico
El Informe proporciona un diagnóstico claro del declive económico de la Unión Europea frente a Estados Unidos y China, en un entorno global cada vez más polarizado.
Como muestra el gráfico 1, en las dos últimas décadas la UE ha crecido menos que Estados Unidos y China, perdiendo peso a nivel mundial. Detrás de esta pérdida está el bajo crecimiento de la productividad europea, que ha repercutido en una caída de su competitividad.
Gráfico 1
BRECHA DE CRECIMIENTO Y BRECHA DE PRODUCTIVIDAD
FUENTE: World Economic Outlook, Fondo Monetario Internacional
FUENTE: OCDE
El contexto global también se ha complicado en ese período:
el comercio internacional se ha desacelerado;
la competencia de China en sectores clave para la industria europea es más intensa;
el cambio tecnológico se ha acelerado y Europa no es líder en las nuevas tecnologías;
Rusia ha dejado de ser un suministrador de energía barata;
EEUU ya no es el garante de la estabilidad geopolítica global.
La apertura al exterior y la fortaleza comercial permitieron a Europa amortiguar las consecuencias de su bajo crecimiento económico en el pasado, pero en el nuevo contexto geopolítico las interdependencias externas se han convertido en fuentes de vulnerabilidad para Europa.
La hoja de ruta
¿Cómo puede Europa prosperar en este nuevo entorno? La solución –y esto no es una novedad- está en elevar su productividad y su potencial de crecimiento. Este es, de hecho, un reto existencial para la UE: sin crecimiento, Europa no solo seguirá perdiendo peso global, sino que se pondrá en riesgo la sostenibilidad del modelo social europeo, que, junto con la integración económica, está en la base de la construcción europea.
Para la Unión Europea elevar su potencial de crecimiento es un reto existencial. De no hacerlo, podría correr peligro el modelo social europeo y la propia construcción europea
¿Cómo puede la UE elevar su capacidad de crecimiento a largo plazo? El Informe Draghi identifica tres transformaciones: innovación, descarbonización y seguridad económica. Conjuntamente conforman una estrategia de desarrollo industrial para Europa, pues son las palancas necesarias para impulsar la productividad y el crecimiento. El esquema 1 especifica las principales medidas a desarrollar en cada ámbito.
Las dos primeras transformaciones entroncan con la doble transición –digital y verde- que haN guiado la estrategia económica de la UE en los últimos años, aunque planteadas con una perspectiva renovada. La tercera está ligada a la necesidad de aumentar la seguridad económica y la capacidad de defensa europeas.
Esquema 1 LA NUEVA ESTRATEGIA INDUSTRIAL EUROPEA: TRES TRANSFORMACIONES
La UE tiene que cambiar de manera sustancial la forma en la que hace política económica. Los Estados miembros no tienen peso específico suficiente a nivel global para prosperar actuando de manera dispersa; deben adoptar un enfoque genuinamente europeo, que incluya la financiación de las inversiones necesarias para la transformación. La UE solo podrá poner en marcha las políticas y las inversiones requeridas desde la acción común.
¿Cuáles son los elementos esenciales de este enfoque común?
Como se describe en el esquema 2, el Informe Draghi identifica cuatro pilares básicos: el mercado único, una estrategia integral compartida, la financiación común y una gobernanza adecuada.
Esquema 2 LA NUEVA ESTRATEGIA INDUSTRIAL EUROPEA PILARES BÁSICOS
El Informe desgrana un amplio conjunto de medidas concretas para desarrollar cada una de las transformaciones y dar solidez a los pilares de la estrategia común. En conjunto, proporciona un plan de futuro y una hoja de ruta con un destino claro: una UE más competitiva.
El Informe Draghi proporciona un plan de futuro y una hoja de ruta con un destino claro: una UE más competitiva
Este enfoque integral permite el encaje de iniciativas en las que la UE lleva tiempo trabajando. Un ejemplo es la Unión de los mercados de capitales (UMC), cuya urgencia es más evidente ante la necesidad de financiar el despegue europeo en innovación, como señalamos recientemente en este blog.
La trascendencia del Informe Draghi
En la práctica, el Informe Draghi está siendo utilizado activamente -junto con otros análisis, como el Informe Letta sobre el mercado único europeo- en los debates sobre el programa de trabajo de la nueva Comisión Europea. El Eurogrupo y el Consejo Europeo han propuesto un Nuevo Pacto por la Competitividad en Europa, con mandatos específicos para la nueva Comisión, que reflejan las principales propuestas de Draghi y Letta. La propia Von der Leyen los ha utilizado en sus cartas a los futuros comisarios.
Entre las iniciativas prioritarias que se esperan de la nueva Comisión figuran:
una estrategia industrial europea amplia y orientada a liderazgo tecnológico;
una estrategia horizontal para el mercado único y el crecimiento empresarial;
avanzar en la Unión para el ahorro y la inversión, que retoma la UMC y se orienta al desarrollo de los mercados de capital riesgo y de productos de ahorro europeo;
desarrollar la Unión de la energía, incluidas las interconexiones;
la definición de una estrategia para la industria de defensa y,
de modo destacado, una estrategia de tecnología, digitalización, innovación y datos.
El mensaje, contundente, del Informe Draghi sobre el necesario cambio de rumbo en las políticas de la UE es compartido de manera general. Sin embargo, muchas de sus propuestas concretas son controvertidas. Los Estados miembros han establecido líneas rojas, a veces contradictorias, sobre aspectos como la financiación común. Y las propias instituciones europeas están sujetas a inercias que deberán superar para renovar las políticas europeas. Pero “el reto existencial” que plantea Draghi no hará sino agravarse en el futuro, por lo que será precisa una firme voluntad política para afrontarlo.
Europa está en lucha», el estado de la Unión de Ursula Von der Leyen
En este preciso momento se están trazando las líneas de batalla para un nuevo orden mundial basado en el poder.
De modo que, sí, Europa tiene que luchar.
Por su lugar en un mundo en el que muchas grandes potencias son ambivalentes o abiertamente hostiles hacia Europa.
Un mundo de ambiciones imperiales y guerras imperiales.
Un mundo en el que las dependencias se instrumentalizan como arma de forma despiadada.
Y es por todas estas razones por las que debe surgir una nueva Europa.
Ursula von der Leyen
hace un balance que suena como una confesión de fracaso del proyecto
europeo. Este se basaba en la creencia en la capacidad de Europa para
influir en el resto del mundo: se suponía que la pacificación de Europa
ofrecería un modelo envidiable y pondría en marcha una dinámica de
pacificación global.
Hoy, los hechos desmienten
esa esperanza. La presidenta de la Comisión Europea no puede sino
constatar que las relaciones internacionales siguen estando dominadas
por las relaciones de poder.
Por lo tanto, los
europeos se ven obligados a hablar el lenguaje del poder que esperaban
repudiar. Deben adaptarse a la realidad de un mundo que no han logrado
moldear a su imagen y que sigue siendo «despiadado»
.El llamamiento de Ursula von der Leyen a favor de la «independencia de
Europa» es una respuesta directa a la humillante puesta en escena de la
dependencia europea de Estados Unidos que supuso la firma del desigual
tratado comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos a finales de
julio. Un episodio que podría calificarse como el «día de la dependencia» para Europa.
¿Tenemos la unidad y el sentido de la urgencia necesarios?
Por lo tanto, mis palabras de hoy son palabras para la unidad.
Unidad entre los Estados miembros.
Unidad entre las instituciones de la UE.
Unidad entre las fuerzas democráticas proeuropeas en esta Cámara.
Ursula von der Leyen aboga por la unidad europea, que considera más
necesaria que nunca. Insiste en que las numerosas adversidades a las que
se enfrentan los europeos fuera del continente deberían animarlos a
mostrar una mayor unidad dentro de él. Ante la «urgencia» del momento,
aboga por dejar de lado las desavenencias intraeuropeas para presentar
al mundo un frente unido.
Aunque reafirma el compromiso de los europeos con la OTAN, Ursula von
der Leyen reconoce el debilitamiento de la solidaridad transatlántica
provocado por las decisiones y declaraciones hostiles del presidente
Trump. Por lo tanto, aboga por el desarrollo de una defensa europea
autónoma que permita a los europeos garantizar por sí solos la defensa
de Europa y así paliar una posible deserción estadounidense.
La incapacidad de los europeos para hablar con una sola voz sobre la
situación en Gaza les impide influir en el curso de los acontecimientos.
Ofrece al resto del mundo la poco gloriosa imagen de una Unión Europea
que se ha vuelto inaudible debido a sus divisiones internas. Una
situación aún menos aceptable si se tiene en cuenta que es la principal
proveedora de ayuda humanitaria a los palestinos.
La independencia de Europa dependerá de su capacidad para competir en los tiempos turbulentos actuales.
Aquí en Europa, tenemos todo lo necesario para prosperar, desde el mercado único hasta nuestra economía social de mercado.
Pero sabemos que hacemos frente a fuertes turbulencias económicas y geopolíticas.
Y hemos visto cómo las dependencias pueden funcionar en contra nuestra.
Por ese motivo, invertiremos masivamente en tecnologías digitales y limpias.
Con más inversión en nuestro futuro Fondo de Competitividad y el
doble en Horizonte Europa, nuestro programa de investigación e
innovación.
Y estamos abordando los principales cuellos de botella señalados por
el informe Draghi, desde la energía hasta los capitales y desde la
inversión a la simplificación.
Publicado en septiembre de 2024, el informe del expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi,
propone una serie de reformas destinadas a aumentar la competitividad
de la Unión Europea. En particular, aboga por que la Unión Europea
realice 800.000 millones de euros de inversiones adicionales al año, lo
que equivale al 5 % de su PIB.
Ante los retos que plantea la innovación y la necesidad de que la Unión
Europea coordine un esfuerzo de economías de escala, la fragmentación de
las legislaciones nacionales se percibe como un freno a la
competitividad del continente. Para responder a ello, numerosos expertos
abogan por la creación de un régimen jurídico común, el de un «28.º Estado» ficticio de la Unión.
Publicado en abril de 2024, el informe del expresidente del Consejo italiano Enrico Letta
sobre el futuro del mercado único europeo propone medidas destinadas a
acelerar la unión de los mercados de capitales y evitar el estancamiento
de la economía europea.
Europa debe proteger sus industrias.
Están haciendo lo correcto para reducir las emisiones de carbono.
Y deben ser recompensadas e incentivadas.
Nos gusta la competencia.
Pero siempre protegeremos a nuestra industria de la competencia desleal.
El futuro de la industria automovilística europea es
objeto desde hace meses de intensas controversias, ya que los
fabricantes europeos abogan, en particular, por que se abandone o se
posponga la decisión de prohibir la comercialización en la Unión Europea
de vehículos nuevos con motor térmico a partir de 2035.
Ursula
von der Leyen parece dar un paso en su dirección al afirmar que la
revisión en curso de esta decisión se basará en el principio de
«neutralidad tecnológica», es decir, dejando la puerta abierta a otras
tecnologías distintas de la eléctrica, en particular los «combustibles
limpios», para alcanzar el objetivo de cero emisiones.
Cabe
destacar que no utiliza el adjetivo «eléctrico», sino el más ambiguo
«medioambiental» en su declinación de las «3E». Sin embargo, esta
apertura hacia una reivindicación de los fabricantes de automóviles
parece matizada por la afirmación de que «el futuro será eléctrico»
Al afirmar la soberanía europea en materia de regulación medioambiental y
digital, responde a las recientes declaraciones del presidente
estadounidense, que amenaza con revisar el acuerdo de julio si la Unión
no revoca su legislación digital que, según él, obstaculizaría la
actividad de los gigantes estadounidenses del sector.
Para hacer frente al deterioro de las relaciones entre la Unión Europea y
Estados Unidos, Ursula von der Leyen aboga por una diversificación de
las asociaciones comerciales. No depender de un único socio es una
necesidad económica y estratégica que refuerza la autonomía europea.
Esto le da argumentos para defender el acuerdo de libre comercio
recientemente celebrado con los países del MERCOSUR, que ha sido
criticado en algunos Estados miembros, especialmente en Francia.
Todo lo que es importante para los europeos es importante para Europa.
Nuestro deber permanente consiste en eso, en ofrecer resultados.
Haciéndose eco de las
dificultades que tienen los europeos para hablar con una sola voz y, por
lo tanto, para actuar con eficacia en una serie de cuestiones
internacionales, como la situación en Gaza, Ursula von der Leyen aboga
por que la toma de decisiones por mayoría cualificada se amplíe a la
política exterior.
Esto permitiría a la Unión
Europea afirmarse como un actor más eficaz en las grandes crisis
internacionales, al ofrecer un mecanismo para superar los posibles
desacuerdos entre sus Estados miembros, que en el actual sistema de toma
de decisiones por unanimidad tienen un efecto paralizante.
Una
semana después del ritual "Estado de la Unión", Bruselas vivió ayer un
choque de realidad. Mario Draghi, ex primer ministro italiano, ex
presidente del Banco Central Europeo, autor de The future of European competitiveness, se subió al estrado -invitado por Ursula von der Leyen- y sacudió los cimientos bruselitas.
Frente a la retórica del legado, Draghi ofreció un diagnóstico severo:
nuestro proyecto común corre el riesgo inminente de "quedarse atrás" si
no abandona inercias y se atreve a una transformación radical ("To carry on as usual is to resign ourselves to falling behind").
"Un camino diferente exige una nueva velocidad, escala e intensidad
[...]. Significa concentrar los recursos donde el impacto sea mayor. Y
obtener resultados en cuestión de meses, no de años".
El
contraste no pudo ser más llamativo. Siete días atrás, la presidenta de
la Comisión trazaba un alegato trabado en los ámbitos de defensa y
exteriores, pero cojo en lo que hace al mercado interior extendido. Ahí,
rezumaba autocomplacencia (ver el anterior Equipaje de Mano Estado crítico de la Unión Europea) en clave continuista; sacralizando el Green Deal
y ensalzando la función reguladora de la UE como prueba de liderazgo
global. Draghi discrepó. Europa se auto proyecta, de tiempo, como
potencia regulatoria ("Europe has long styled itself as a regulatory power");
ahora para sobrevivir debemos adaptarnos a un paisaje tecnológico y
geopolítico en acelerada muda. Y dio un ejemplo elocuente. Pidió
suspender la tramitación pendiente en el marco del AI Act -emblema de
ordenación ex ante en inteligencia artificial-, por anacrónica: habida
cuenta de los avances de empresas y potencias, estas reglas sólo
producen confusión, perjudicando a los autóctonos.
Sorprende,
de saque, el desarrollo de esta conferencia, a cencerros tapados;
caracterizada por las indefiniciones de programación y la debilidad que
traduce el despliegue arropador de pesos pesados de su gobierno. Por qué
no se ha hecho antes o al menos en coordinación con la disertación de
referencia. Por qué aparece la presidenta de telonera, fresca aún su
magna comparecencia, con otra intervención justificativa de su
trayectoria, cuando quien centra la atención (lógicamente los equipos
habrán concertado contenido y, de resultas, limado asperezas) pega una
patada en el tablero. Recordemos que, según distintos estudios, apenas
un 10% de sus recomendaciones están en marcha, pese a la muy reiterada
proclama de la presidenta de haber estrenado el mandato materializando
el informe en políticas prácticas.
Así,
no se trató de un ejercicio académico. Draghi cargó contra la inercia
de un sistema dominado por burócratas, incapaz de reaccionar a tiempo. Y
subrayó que esa pasividad tiene consecuencias: Europa se está
resignando a seguir, sin protagonismo alguno. Su advertencia apuntó
incluso a la relación transatlántica: constató que la dependencia en
defensa respecto de Estados Unidos ha derivado en "aceptar un acuerdo
comercial mayormente en condiciones americanas". La sumisión
estratégica, vino a decir, arrastra la esfera económica.
También
se distanció el italiano al respaldar el papel activo de la ciudadanía.
A ella le dedica el párrafo de cierre, compendioso de su informe y su
mensaje. En la alocución hace hincapié en "su frustración creciente", su
decepción "por la lentitud con la que se mueve la UE". "Están
dispuestos a actuar", afirmó, "pero temen que sus gobiernos no hayan
comprendido la gravedad de la situación". El aviso es claro: la ruptura
entre la conciencia de los ciudadanos y la rémora de los dirigentes se
consolida peligrosamente.
Y
Draghi no se limitó a la denuncia. Propuso medidas de fondo
(previsiblemente varias capitales las considerarán una provocación),
inexorables en un análisis sereno: emisión conjunta de deuda para
financiar proyectos transformadores; construir mediante coaliciones de
países dispuestos ("coalitions of the willing"), sin esperar a
los rezagados; y, en ámbitos críticos, "actuar menos como confederación y
más como federación". Ideas que zarandean los tabúes de la integración,
pero que responden al mero pragmatismo: en un mundo hostil y
competitivo, la lentitud equivale a decadencia.
Este
discurso duro y sin concesiones coloca a Draghi como verdadero
contrapunto a la narrativa oficial de Bruselas. Porque el tiempo pasa,
los desafíos se agravan y la maquinaria comunitaria sigue gripada en
debates internos, balances verdes y gestos para la galería (los grupos
de izquierda a quien debe su investidura Von der Leyen). La brecha entre
la magnitud de las amenazas y la tibieza de las respuestas nunca fue
tan grande. Mientras la presidenta reivindica logros normativos y
proyectos aún incipientes, él alerta de que el mundo no espera. Mientras
Europa sigue confiando en que su mercado y sus estándares aseguran
envergadura, Estados Unidos y China aceleran en innovación, inversión y
poder duro. El espejismo se desvanece.
Draghi
pide ir más allá de las estrategias generales, dejar de arrastrar los
pies. Clama por "fechas y resultados concretos". Echa de menos -y con
razón- la rendición de cuentas. Las instituciones han de robustecer la
vigilancia en la ejecución regulatoria en los Estados miembro. Y los
procedimientos de infracción deberían salvaguardar los logros del
mercado único. Los plazos han de reflejar la ambición de "una verdadera
concentración y un esfuerzo colectivo". Esta fórmula inspiró los hitos
que nos enorgullecen, en particular el euro. La presidenta, que ha
demostrado su empuje en territorios de frontera (defensa y exteriores) y
momentos cruciales (plante frente a Rusia, iniciativas en la pandemia),
no puede arrugarse en lo que configura su núcleo de competencias por
mucho que sienta las hipotecas en el hemiciclo.
La
historia de la integración europea enseña cómo las crisis cristalizaron
en saltos cualitativos. Draghi insiste: estamos en una encrucijada
existencial, solo que hoy no se vislumbra inclinación política para
acometer el salto. Los Estados protegen celosamente sus prerrogativas,
la Comisión se atasca alcanzando consensos prescriptivos, y el
calendario electoral enturbia la voluntad de asumir contingencias.
El
aldabonazo de Draghi no debería caer en saco roto. No se trata de
idolatrar su figura, sino de comprender lo que sus palabras encierran:
Europa se ha instalado en un tiempo que ya no es el del mundo. La
mutación tecnológica, la crudeza del retorno del poder militar y la
batalla sin cuartel por la productividad demandan planteamientos
excepcionales en circunstancias excepcionales. Draghi lo dijo con todas
las letras; la pregunta es si alguien en Bruselas está dispuesto a
escucharlo.
El
dilema es sencillo: o Europa despierta y se adapta, o se resigna a ser
un actor secundario en la escena internacional. Y aquí no caben rodeos.
Los discursos de autoafirmación no bastan, ni tampoco los gestos de
cosmética verde. Se requiere decisión política, músculo económico,
valentía para romper inercias. En suma, lo que Draghi reclama son
reaños. Reaños acompañados de realismo, porque de lo contrario Europa
seguirá atrapada en un relato hueco mientras los grandes -y el orden
global tras ellos- se distancian a toda velocidad.
Europa sin músculo
suficiente para sobrevivir en un mundo ya no solo globalizado sino de bloques,
o transformarnos en una verdadera Unión Europea, de carácter y vocación
federal, capaz de mantener su autonomía estratégica y su presencia
internacional sin gravosas dependencias de terceros.
La Unión Europea se encuentra en un
momento crucial y, o bien se integra de verdad, por difícil que puede parecer
el empeño, o bien es su viabilidad misma la que está en juego.
La Unión Europea del (inmediato) futuro, o deviene federal a pasos
acelerados, o acabará siendo irrelevante en el mejor de los casos.
Es
insostenible que el país
asiático represente cerca del 30% de la inversión en capital y de la producción
industrial mundial y sólo el 13% del consumo global.
Europa
simplificada: menos burocracia, más productividad
En los últimos años se
ha producido una intensa actividad reguladora para alcanzar objetivos
vinculados a las transiciones ecológica y digital. Esta acumulación de normas
se ha vuelto desmesurada y requiere una profunda simplificación
"Más de 100 empresas chinas despliegan en España su
potencial tecnológico en energía solar". Titular de Xinhua News Agency,
dependiente del Partido Comunista Chino y principal órgano de propaganda que
opera bajo la supervisión del Departamento de Publicidad del Comité Central del
PCCh.
El
año pasado, el ex primer ministro italiano Mario Draghi elaboró un informe histórico sobre el futuro de la competitividad
europea, en el que recomendaba que la Unión Europea aumentara la inversión
anual en más de 800.000 millones de euros (930.000 millones de dólares) -el
equivalente a más del 4% de su PIB-. Este informe ahora se ha convertido en la
base intelectual de una estrategia
ambiciosa para
revitalizar el crecimiento en Europa
Canadá y la UE acaban de firmar un acuerdo de defensa
"Mientras
Estados Unidos se debilita, nosotros nos fortaleceremos, diversificaremos y nos
orientaremos hacia Europa", dice la ministra de Ciencia, Innovación e
Industria de Canadá, Mélanie Joly.
La
geoeconomía podría rescatar a la UE de su crisis de credibilidad
Los países
europeos recurren cada vez más a la diplomacia económica, como las sanciones o
el control de las exportaciones, para responder a los retos geopolíticos
China y Rusia utilizan instituciones
multilaterales como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) para
fortalecer su coordinación estratégica y redefinir el orden internacional
mediante una nueva narrativa.
Los aranceles
estadounidenses ya están desviando enormes volúmenes de comercio chino hacia
otros mercados, y los nuevos aranceles ejercerán presión sobre otros mercados.
Europa anda mal, ante las uniones de
China con otros paises, ante los aranceles de Trump, pero sigue sin ser capaz
de unirse en unos estados unidos de Europa.
China es el 2º socio comercial de Latam, primero para Brasil, Chile, Perú y
Uruguay. Entre 2023 y 2024, China sumó tratados de libre comercio con Ecuador y
Nicaragua a los tres ya existentes en la región.
Hay
que ser realista Europa ha perdido 25 años, no ha sabido realizar una política
industrial conjunta, no ha sabido enlazar todas las universidades y centros de
investigación con las empresas. No ha sabido asociar a las empresas para que
ganaran dimensión.
Un año después de la publicación de su informe, Mario Draghi tomó la palabra en Bruselas ante la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.
Pidiendo que se suspenda la AI Act —y con el director general de Mistral, Arthur Mensch, presente en la sala—, criticó la «inercia» de un sistema basado en «burócratas» y abogó por una desregulación más rápida.
Con palabras veladas, el expresidente del Banco Central Europeo también atacó el desigual acuerdo comercial entre la Unión y Estados Unidos: «La dependencia de Estados Unidos en materia de defensa se citó como una de las razones por las que tuvimos que aceptar un acuerdo comercial dictado en gran medida por las condiciones estadounidenses».
En línea con las conclusiones de nuestra última encuesta Eurobazuca, Mario Draghi comenzó su discurso recordando la realidad del despertar ciudadano europeo después de un verano marcado por el sentimiento de humillación tras Turnberry: «Los europeos están dispuestos a actuar —pero temen que los gobiernos no hayan comprendido la gravedad de la situación—».
Al repasar los avances en las principales recomendaciones de su informe en un mundo que se ha vuelto más peligroso para el continente que hace un año, pidió a los líderes europeos, acusados de «complacencia», que «levanten la vista» para emprender una bifurcación —dejar de ser una potencia reguladora para «adaptarse a un panorama tecnológico en rápida evolución»—.
Sin ingenuidad, Mario Draghi también renovó su llamamiento a la deuda común —«una emisión conjunta de deuda no ampliaría mágicamente el espacio presupuestario, pero permitiría a Europa financiar proyectos más importantes en ámbitos que estimulan la productividad»— y a una reforma «más profunda», admitiendo, una vez más, que requeriría «un tiempo del que quizá no disponemos».
Aunque sólo se habría aplicado el 14% del informe Draghi 1, el expresidente del Consejo italiano pide acelerar el proceso, avanzando si es necesario por grupos de países siguiendo el modelo de coaliciones de voluntarios o incluso, en algunos temas, abriendo la puerta a un modelo más federal: «En algunos ámbitos clave, Europa debe empezar a actuar menos como una confederación y más como una federación».
El tono particularmente duro de su intervención del 16 de septiembre contrasta con el último discurso sobre el estado de la Unión de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y con su introducción al discurso de Mario Draghi. A pesar de esta ambición declarada —una bifurcación radical impulsada por «medidas excepcionales» en «circunstancias excepcionales»—, parece poco probable que la Comisión y los Estados miembros respondan plenamente a este llamamiento.
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