Estabillidad e inestabilidad en la economía. Desequilibrios macroeconómicos


Descubrimiento arqueológico 2, Breve historia 2.2. Estabilidad e inestabilidad en la Economía


Clower , Leijonhufvud ,Patinkin, por Juan Urrutia

Recomiendo seriamente examinar esa pieza de estos dos historiadores y metodólogos para empezar a aceptar que los modelos SDGE complementados por las fricciones del keynesianismo por muy hegemónicos que sean hoy no han estado, ni están, a la altura de las circunstancias. En buena parte yo diría que este cierto fracaso brillante ha ocurrido porque no han sabido recuperar los aspectos menos simples del trabajo de gente como Clower y Leijonhufvud.
Por lo tanto en este post me voy a concentrar en traducir un párrafo largo de esa historia relacionado directamente con la idea de corredor neoclásico y que también se conoce como stability corridor.
Leijonhufvud sugiere que para cuando Barro y Grossman (1973) fue publicado ellos ya se habían desplazado hacia adelante. En una carta a Erroll Glustoff, escribió que tanto él como Clower ya habían dejado de hablar de restricciones de las ventas a favor de restricciones de dinero. Esto ocurría como reconocimiento del hecho de que en una economía monetaria la gente mantiene stocks de dinero líquido y no necesitan responder a las restricciones de ventas reduciendo inmediatamente sus compras. En la misma carta Leijonhufvud criticaba a Grossman por no tener en cuenta esos stocks. Estas ideas fueron incorporadas en Leijonhufvud (1973) (un trabajo) que puede ser considerado como su última contribución al campo de la macroeconomía del desequilibrio per se. El artículo de 1973 introducía la noción de que el sistema económico es estable dentro de un cierto rango de circunstancias normales llamado “corredor”. Dentro del “corredor” una caída de la demanda agregada es suavizado por los ajustes de salarios y precios. Esto ocurre porque la presencia de una especie de colchones mullidos de activos líquidos, la inelasticidad de las expectativas sobre la renta permanente y la acumulación de inventarios contribuyen a suavizar el potencial proceso de ampliación de la desviación propio del multiplicador. Sin embargo las cosas son distintas si la caída inicial de la demanda agregada es grande y persistente. Los fallos de la demanda efectiva se mostrarán prominentes, con los vendedores reaccionando a la bajas demandas efectivas constreñidas por la renta corriente en una economía monetaria en lugar de a las demandas nocionales (ver Howitt 1990,p.35). Grossman (1974) rechazó el concepto de corredor y criticó a Leijonhufvud por visualizar los ajustes de cantidades y de precios como siempre alternativos.
Basta este pequeño párrafo para concluir que por muy prometedora que fuera la visión de Leijonhufvud su formalización se ha demorado hasta hoy y puede seguir demorándose. A pesar de todo sigo creyendo que la idea en sí es lo suficientemente iluminadora como para que nos sirva de idea-guía para entender lo que nos pasa desde hace casi cinco años.

Ramon M me envia como comentario a este post un articulito relativamente reciente de Axel Leijonhufvud traducido al castellano no sé por quien y que añado como un elemento más a la saga construida alrededor del descubrimiento arqueológico que ya se acerca. Es un artículo muy largo que voy a editar drásticamente quedándome solamente con aquelas partes que me interesan y que tienen una relación más directa con el corredor neoclásico. El artículo original completo y en inglés puede verse aquí.

Introducción

Cerca del inicio de este siglo los macroeconomistas llegaron a un consenso conocido como la “Nueva Síntesis Neoclásica”. Los Nuevos Keynesianos adoptaron el modelo dinámico estocástico de equilibrio general (DSGE, por sus siglas en inglés) desarrollado por los Nuevos Clásicos, mientras que estos últimos aceptaron las “fricciones” de mercado y las “imperfecciones” de los mercados de capitales sobre la que tanto insistieron los primeros.
Esta Nueva Síntesis, como la Vieja Síntesis de hace cincuenta años atrás, postula que la economía se comporta como un sistema de equilibrio general estable cuyas propiedades auto-reguladoras son dificultadas por las fricciones. Los economistas de estas creencias ahora luchan para explicar que lo que recientemente ha pasado es en realidad lógicamente posible. Pero la crisis no encaja.

La equivocación

Creo que las síntesis, la Vieja y la Nueva, están equivocadas. Las futuras innovaciones teóricas en la modelización económica no traerán reales progresos mientras que el paradigma siga siendo el de “estabilidad con fricciones”. Las genuinas inestabilidades de la economía moderna deben ser enfrentadas.
La economía es en realidad un sistema dinámico adaptativo. Este posee propiedades “equilibrantes” de auto-regulación que usualmente llamamos “mecanismos de mercado”. Pero estos mecanismos no son siempre suficientes para asegurar la coordinación de las actividades en un sistema complejo.

El corredor neoclásico

Casi cuarenta años atrás, propuse la “hipótesis del corredor”. La hipótesis sugiere que la economía podría mostrar las deseables propiedades de ajuste “clásico” dentro de un “corredor” cercano al hipotético sendero de equilibrio, pero que sus capacidades de auto-regulación estarían dañadas en las regiones “keynesianas” fuera de este corredor. Entonces, para grandes alejamientos del equilibrio, el sistema de mercado podría no ser capaz de recuperarse sin la ayuda de una política de estabilización.
El argumento original para el corredor se preocupaba por las condiciones bajo las cuales se deberían esperar significativos efectos de desviación y multiplicación y podría no ser tan persuasivo por si mismo. Sin embargo, todos los otros sistemas dinámicos complejos que son conocidos, tanto los desarrollados por el hombre como los naturales, tienen la propiedad de que sus capacidades homeostáticas son limitadas. Es extremadamente poco probable que la economía sea diferente en este aspecto.
Es razonable creer entonces, que el espacio-estado del sistema –en adición a las regiones que tienen propiedades de auto-regulación- tenga regiones donde los procesos de desviación y multiplicación hayan anulado estas propiedades.
Notemos que seguimos sin una descripción clara de la naturaleza del corredor neoclásico y que sin ella dificilmente legaremos un entendimiento satisfactorio que nos saque del confusionismo presente puesto de manifiesto por la crisis.



Con el título de «El corredor neoclásico: Recordemos Japón» publiqué en Expansión, en marzo del año 2008 un artículo que ahora se me antoja adecuado para ir acabando esta introducción al decubrimiento arqueológico que quizá ya se hace esperar demasiado. Voy a reproducir ese artículo cuasi verbatim.
En el artículo del mes pasado en Expansión y en un intento de caracterizar la situación económica actual y de opinar sobre las medidas que se barajan, utilicé el concepto poco ortodoxo de corredor neoclásico. Es este un concepto que se debe a Axel Leijonhufvud (AL) quien lo introdujo hace cerca de cuarenta años. En mi opinión es un concepto bien interesante que se basa en la noción de effective demand failures (fallos de demanda efectiva) y que, por lo tanto, es difícil de pescar analíticamente en las redes de la microeconomía neoclásica convencional por lo que, en opinión de Laidler, en su laudatio reciente en un homenaje a AL en UCLA, ha tenido poco eco y su utilización ha sido escasa. Yo diría que el concepto se ha utilizado demasiado poco puesto que, como ahora trataré de mostrar es muy útil para entender lo que nos pasa y para orientar la política económica. Y esto no es baladí.
Como reacción al artículo del mes pasado ( «¿Qué nos pasa? Un toque de heterodoxia», Expansión, 6 de febrero del 2008) y más en concreto en relación a la vaguedad analítica del concepto de corredor neoclásico, he recibido algunos comentarios críticos por lo que quizá merezca la pena acercarse más a la naturaleza de este concepto escurridizo. Una manera de entenderlo es la que subyace al artículo de tres autores japoneses ( A. Dohtani, T.Inaba y H.Osaka, «Corridor Stability of the Neoclassical Steady State» en Time and Space in Economics, Springer Verlag, Japan, 2007) sobre crecimiento neoclásico en el que explican la noción de manera parecida a la que yo usaba hace un mes. Tratan estos autores de complicar el modelo de crecimiento neoclásico introduciendo una función de consumo dependiente de la renta permanente, y no de la renta actual, de manera tal que encuentran este resultado que se refleja en su abstract y que traduzco a continuación de manera libre: «este modelo de crecimiento modificado posee un estado estacionario único que es el mismo que el del modelo neoclásico de crecimiento. A diferencia de este modelo neoclásico, sin embargo, el modelo modificado genera “estabilidad de corredor”. Es decir, hay un corredor de estabilidad alrededor de la senda del estado estacionario dentro del cual cualquier senda converge a ella y de la que diverge cualquier senda fuera de él. Y así la visión neoclásica es cierta dentro del corredor, pero no se sostiene fuera de ese corredor y la histéresis emerge cerca del corredor». Ni qué decir que la histéresis a la que se refieren estos autores corresponde a los típicos procesos multiplicadores keynesianos.
Aunque ahora tengamos una idea más clara de aquello a que nos estamos refiriendo, lo interesante es saber cómo la utilizamos y porqué sirve para entender lo que está pasando. Ya sabemos que fuera del corredor neoclásico las fuerzas estabilizadoras no funcionan debido a las ya mencionadaseffective demand failures. Estamos acostumbrados a reconocer una manifestación de estos fallos de demanda efectiva cuando un desempleado no puede ejercer su demanda de bienes debido a su falta de renta. Tampoco nos extrañamos si se nos dice que un acto de ahorro no conforma automáticamente una demanda efectiva de bienes futuros. Pero hay una tercera forma de fallo de demanda efectiva que AL describe de una forma que se me antoja sumamente útil para comprender los tiempos que vivimos. Esta tercera forma de manifestación de un fallo de demanda efectiva ocurre cuando el sistema financiero se encuentra en una situación tal que hace imposible a un empresario mostrar efectivamente su demanda actual de factores de producción por la imposibilidad de ofrecer a cambio bienes futuros.
En este punto lo más instructivo es escuchar al propio AL en una entrevista no muy lejana en el tiempo («Outside the Mainstream: An Interview with Axel Leijonhufvud», Brian Snowdon, University of Northumbria, 2002). Dice AL que ese tercer fallo hace imposible poder decir de manera creíble algo de este tenor : «tengo este proyecto de inversión que rendirá sus frutos en el futuro y desearía intercambiar hoy esa perspectiva por factores de producción que me permitan producir hoy los bienes futuros». Y continúa: «y es ahí donde llegamos cuando el sistema financiero está totalmente atorado con préstamos malos».
Insiste AL en que ésta fue la situación japonesa y de repente caigo yo en que aquella situación que observábamos a lo lejos hace casi veinte años no es muy distinta de la actual con la diferencia, no tan grande, de que la crisis inmobiliaria está ocurriendo en USA y no en Japón. Si aceptamos que debiéramos mirar y recordar lo que pasó en Japón hace 20 años comparándolo con lo que pasa ahora en el mundo, llegamos a comprender que las únicas diferencias serias radican en la brutal innovación financiera que ha tenido lugar en estos últimos años y en que la globalización es ahora mucho mayor que en aquella época con lo que parecería intuitivo que el contagio fuera hoy mucho más fácil. Pero esto exige unas precisiones que me recuerdan a algo que ya escribí con ocasión de la crisis financiera del sudeste asiático y su contagio entre bancos y países ( «Virtudes privadas, vicios públicos», en Economía en Porciones, Prentice Hall, Madrid 2003, pp.106-8). El contagio entre bancos argüía yo, ocurre porque los bancos no son lo suficientemente promiscuos y solo ponen sus fondos en otros pocos bancos. Ahora nos dice Krugman («A Crisis of Faith», The New York Times, february 15, 2008) que el contagio no es entre bancos ( o países) como ocurrió en la mencionada crisis, sino desde unos sectores financieros a otros, desde el segmento de hipotecas hasta los de otras asset backed securities, hasta los monolines y otros aseguradores y, finalmente y de momento, a los mercados de bonos corporativos, préstamos para la compra de automóviles, tarjetas de crédito y hasta préstamos a estudiantes
Pero estos comentarios de Krugman no son sino una forma de ejemplificar lo que estaba diciendo AL por lo que igual deberíamos escuchar lo que tenía que decir sobre la crisis de Japón. Que no bastaba con aumentar el gasto público sino que, además, se debiera haber fregado bien los desperdicios de las instituciones financieras poco eficientes. Una lección interesante que, a mi juicio, indica lo que va a pasar ahora sobre todo en USA, y que ya hemos visto en el Reino Unido con Northern Rock. Lo que va a ocurrir, en efecto, es que importantes instituciones financieras van a ser absorbidas de una u otra manera por otras quizá europeas con el beneplácito de los reguladores y supervisores nacionales. Y esto ocurrirá en cuanto se disipe el aroma pestilente de las bodegas crediticias.
Y es aquí donde vuelve a entrar en escena mi optimismo reflejado el mes pasado y que sostengo. Hoy sabemos fusionar bancos o despiezarlos con mucha más habilidad que hace veinte años y el mercado de valores está mucho más preparado para aceptar estas prácticas sin detrimento para accionistas inocentes. Pero aparte de esto, que no es sino una opinión más dentro del torrente de las que ya van apareciendo, más importante es, creo yo, saber cómo pensar sobre la situación y mi pequeña aportación solo pretende decir que, a veces, ideas que se arrumbaron sin saber porqué pueden ser útiles.
No pretendo subrayar que en esta ocasión fuí un pelín profético, sino solamente decir que si lo fui fue debido a esta manera de plantearnos la Macroeconomía que pertenece al planteamiento de desequilibrio y que no acaba solo en la introducción de fricciones en los modelos SDGE.

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