Con motivo de un pequeño jamacuco de un amigo muy cercano, afortunadamente de leves consecuencias, he estado reflexionando sobre la relación entre nuestra disciplina y la medicina. Y he encontrado algunas cosas que me han parecido interesantes. Comparto.

De entrada, algunas similitudes y diferencias

Así como los médicos estudian el cuerpo humano, nosotros estudiamos, es verdad que solo una parte, el cuerpo social. Aquí empiezan las diferencias porque, así como la inmensa mayoría de los cuerpos humanos poseen características comunes, encontrar esas características en las economías del mundo o incluso dentro de un país es tarea mucho más difícil. En otras palabras, lo que yo aprendo estudiando a fulano me sirve bastante para entender lo que le pasa a mengano. Pero desgraciadamente lo que pasa en Barcelona, no me sirve gran cosa para entender lo que pasa en Madrid.... a no ser que... encuentre variables como la situación geográfica y controlando esas variables empecemos a ver similitudes. Encontrar esas variables no es tarea nada fácil porque muchas de ellas en realidad no vienen de fuera (exógenas en nuestra jerga) si no que están determinadas, al menos en parte, por las variables que queremos estudiar (el tamaño, la demografía, la historia, etc.). Esta búsqueda requiere un aparato econométrico muy sofisticado. Y aquí, de pasada, noto que muchos compañeros me hablan de la inadecuación de las llamadas matemáticas para las ciencias sociales que se imparten en el bachillerato para afrontar con éxito el grado de economía.[1] De hecho en mi universidad hay un curso de matemáticas (curso cero) que se imparte una semana antes de que comiencen las clases donde se explican las herramientas que se van a necesitar para seguir los cursos de primero. Más tarde hay varias asignaturas de matemáticas que profundizan en tales arcanos. Pero todo va mucho mejor si el alumno ha tomado las matemáticas para la ciencia en vez de las ídem para las ciencias sociales. Y hablar de nuestro desempeño en educación hoy no toca, pero el lector ávido de reflexiones inteligentes sobre ello puede hacer boca aquí.

Las enfermedades

Como el cuerpo humano, el cuerpo económico enferma. Y nosotros tenemos que diagnosticar la enfermedad y recomendar unos remedios. Y aquí sí que hay unas analogías poderosas entre mi disciplina y la ciencia de Galeno. ¿Qué pensaríais de un médico que diagnosticara a todos sus pacientes la misma enfermedad? Y que para más INRI les diera la misma receta. Médicos como esos o incluso peores han existido. Mateo Alemán en su muy encomiable Guzmán de Alfarache da noticia de un médico que sacando aleatoriamente una receta de su morral susurraba «Dios te la depare buena». Pues algo parecido deben pensar los economistas que prescriben un remedio universal a todas las dolencias económicas. El problema es que tales individuos tienen bastante predicamento en nuestra sociedad, una sociedad que, dicho sea de paso, siempre ha tenido grandes problemas para identificar el talento intelectual (pero no el artístico, deportivo, culinario, etc.). De ahí (entre otras muchas causas) nuestra dificultad para producir alumnos realmente brillantes en la misma cantidad que otros países. Para informarse de este hecho no puedo hacer nada mejor que recomendar el excelente análisis de mi compañero de departamento Jesús Carro titulado "Suspenso en sobresalientes"

Los quanta

Pero, en la mejor de nuestras tradiciones, supongamos que el problema anterior está resuelto. En otras palabras, ya sabemos qué enfermedad aqueja a nuestro paciente. Pues nuestras tribulaciones no han hecho más que empezar. Volvamos a la medicina. Hemos logrado identificar que el problema de nuestro paciente es que sufre de hipertensión arterial. Y sabemos que para eso hay varias medicinas que funcionan bastante bien. Pero ¿cuál es la dosis correcta? En el caso del médico puede fiarse de la experiencia de otros doctores, de lo que venga en algunos manuales, etc... ¿Tenemos los economistas algo parecido? Hace algún tiempo pregunté a una compañera y amiga reconocida especialista en Organización Industrial si había algún tipo de evaluación de las políticas industriales y su respuesta fue que no conocía ninguno de la suficiente amplitud y solvencia como para ser tomado como referencia. Y aunque desde entonces han aparecido algunos esfuerzos encomiables -véase este que se centra en los efectos de la política comercial de la UE- no hay nada que se parezca a un consenso parecido al que existe en la medicina. Muchas veces, la dosis correcta de intervención o libre mercado depende de manera muy fina de que ciertos parámetros tomen ciertos valores, o sea, que lo mismo que en medicina (o en las recetas culinarias, en la ingeniería, etc.), la cuantificación es super importante. Demasiada medicina contra la hipertensión crea otro problema y poca dosis no va a curar esa enfermedad. Por volver a la economía, parece que las políticas proteccionistas de Japón, Corea, Alemania, USA al final lograron poner los cimientos de unas industrias poderosas. Pero en el caso de España las grandes ganancias de nuestro nivel de vida en relación con nuestros vecinos ricos han estado asociadas con profundas liberalizaciones del aparato productivo, como explicaba Ángel de la Fuente a partir del gráfico 10 que aparece en el minuto 16 de su intervención en el muy recomendable seminario en el que cuatro expertos de verdad dan muchos datos y reflexiones sobre los determinantes del crecimiento económico de nuestro país y de otros de nuestro entorno.

Que nuestra consuetudinaria pereza mental no nos lleve a pensar que existen soluciones fáciles a problemas, muy, muy complicados. Ni tampoco a pensar que cualquier cosa es posible (véanse estas recomendaciones reformistas, todas basadas en estudios muy detallados). Y por volver al vínculo entre medicina y economía, éste está fuertemente establecido en el Reino Unido con evaluaciones económicas de las políticas sanitarias a través del NICE. Por último, recordad que, como ya dije en una entrada anterior, ni la universidad ni sus profesores son un genérico. Hay tantas diferencias entre ellos como entre restaurantes, artistas o futbolistas.

O sea que...

O como dicen los americanos, "what to take home?" Pues que la economía estudia sistemas muy complejos en los que no es fácil aislar qué causa qué. Y que detalles que pueden pasar inadvertidos pueden ser la clave que nos permita entender (sería más realista decir “empezar a entender”) cualquier problema económico. Por ejemplo, cuando se distingue entre población y población en edad de trabajar, algunos de los puzles de la teoría del crecimiento desaparecen. En esto la economía no es muy diferente de cualquier otra faceta del conocimiento humano. Los médicos cometen a veces grandes errores y es que el cuerpo humano, sobre todo el cerebro, es un sistema muy complejo. Todos conocéis la historia del ingeniero que cobró una fortuna por apretar un tornillo, lo que solucionó los problemas de una empresa. Increpado por la astronómica cantidad cobrada replicó que un dólar era por apretar el tornillo y el resto por saber qué tornillo apretar. Y sobre todo recordad que un doctor que recomienda siempre la misma medicina es muy probable que acabe perjudicando seriamente la salud de la inmensa mayoría de sus pacientes.

[1]Una compañera que tiene un alumno de primero proveniente de una república centroafricana me contó que un día preguntó a este estudiante si tenía problemas para seguir las matemáticas que ella usaba y este contestó. "No. Yo tuve una buena educación". Así estamos.

[*] Agradezco a Antonio Cabrales, Juan Luis Jiménez, Juande Moreno-Ternera y Santiago Sánchez-Pages sus comentarios a una versión preliminar de este artículo. Todos los errores u omisiones son de mi exclusiva responsabilidad.