Bretton Woods: la refundación del Capitalismo contra la que Trump arremete
La pólvora aún humeaba en la playa de Omaha y el lado
más oscuro del ser humano se seguía manifestando, impunemente, en los
mataderos de Auschwitz, Treblinka, Manila y Singapur. Y aún faltaba el
horror de Hiroshima, Nagasaki y Berlín. Pero eso no impidió que los
inminentes vencedores de la II Guerra Mundial se reunieran para decidir
sobre una cuestión prosaica pero vital: los fundamentos que regirían las
relaciones económicas en la mitad capitalista del mundo bipolar que
estaba a punto de nacer. ¿El objetivo? Acabar con el proteccionismo, esa
sombra que hoy regresa encarnada en un presidente estadounidense
desbocado.
La
sede elegida fue la localidad estadounidense de Bretton Woods (New
Hampshire), en un preludio de lo que sería una clara demostración de
fuerza diplomática por parte de Washington. Allí, durante el mes de
julio de 1944, se enfrentarían dos visiones: la del economista británico
John Maynard Keynes, que defendía un sistema basado en el 'bancor', una
unidad monetaria no nacional; y la de Harry Dexter White, Secretario
Adjunto del Tesoro de EEUU, que quería imponer el dólar como referencia,
aunque, eso sí, con el patrón oro detrás. Sobra decir que triunfó la
segunda.
El rey dólar en su trono de oro
De este modo,
la libra esterlina, renqueante desde la Gran Guerra de 1914, pasó a
mejor vida como divisa dominante en el concierto internacional. Se
decidió que el dólar estuviese respaldado por un valor fijo en oro (35
dólares la onza) y la moneda yanqui, símbolo de la pujanza y hegemonía
del Tío Sam, comenzó su reinado. Simultáneamente, Europa occidental se
convertía en un simple apéndice de la América líder del 'mundo libre',
con un Imperio Británico relegado a la función de aliado preferente.
El economista Rodolfo Rieznik explica cómo EEUU sazonó el guiso a su
gusto: "El dólar se relacionó con el oro porque EEUU tenía reservas de
este material". Se estaba, por tanto, abonando el terreno para el Plan
Marshall, cuyo fin era "darle a Europa capacidad de compra de los
productos de las multinacionales americanas".
Las costuras de este traje a medida empezaron a verse cuando Estados
Unidos agitó el avispero de Vietnam. Para financiar la máquina de guerra
y todo lo demás- Washington sólo tenía que accionar la máquina de
imprimir billetes. Así gozaba de liquidez ilimitada, lo que provocaba
una inflación descontrolada no sólo en el país norteamericano, sino
también en el resto del mundo (capitalista). La contradicción se hizo
patente: si cada vez había más dólares en la calle, era imposible que la
cantidad equivalente en oro fuera la misma. El valor de la moneda de
referencia bajaba y eso restaba en las cuentas de todos.
Charles de Gaulle salió respondón y se negó a seguir pagando la lucha
contra sus tocayos 'Charlie', los Vietcong. Para ello no dudó en
desafiar a Washington cambiando por oro las reservas en dólares de
Francia. Finalmente, en 1971, Richard Nixon se rindió a la evidencia y
eliminó el vínculo que unía al dólar con el metal precioso. Desde
entonces, el dinero no tiene garantía real alguna, salvo la palabra de
los bancos centrales. El medio de cambio al que consagramos nuestras
vidas es una abstracción que flota en el éter.
Juan Hernández Vigueras, experto en finanzas internacionales y autor
de El casino que nos gobierna, afirma que la existencia de un patrón
fijo en oro había logrado "dar estabilidad al sistema", al menos hasta
la segunda mitad de los 60. Con la decisión de Nixon, "el tipo de cambio
pasó a decidirlo el mercado y la movilidad del capital". El régimen
mutaba y se hacía adicto al riesgo, configurándose el embrión del mundo
globalizado de hoy.
Las instituciones
La nueva era
necesitaba nuevos acrónimos al frente, y Bretton Woods dio el
pistoletazo de salida al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco
Mundial (BM) y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio
(GATT, por sus siglas en Inglés).
Los dos primeros tenían el propósito nominal de garantizar la
estabilidad y facilitar el acceso al comercio de los países destruidos y
arruinados. El tercero, encargado de supervisar el sistema multilateral
de comercio y estrechar los lazos de intercambio económico, fue
sustituido en 1995 por la Organización Mundial del Comercio (OMC). El
motivo de la tardía aparición de la OMC fue debida, a ojos del profesor
de Economía del CEU Javier Morillas, "a la voluntad de las potencias
imperialistas europeas de proteger sus industrias", con lo que el nuevo
orden económico mundial nació "cojo".
El desbarajuste contable provocado por el conflicto de Vietnam y la
Guerra Fría hicieron imposible que se materializasen los loables fines
de estas organizaciones. "El FMI originalmente estaba destinado a hacer
préstamos que permitieran el desarrollo" explica Vigueras- "Todo cambió
a partir del 71, cuando perdió esta función para convertirse en un
vehículo de promoción del liberalismo". Desde entonces, "aquellos países
que incurrían en un déficit excesivo se convertían en esclavos del
FMI". Argentina es un claro ejemplo.
"El BM y el FMI se crearon para equilibrar la balanza de pagos y que
los países no hicieran devaluaciones masivas", recuerda Rieznik. Andando
el tiempo, ambas instituciones se acomodaron en el perfil que les
asignó la nueva medida de todas las cosas: las finanzas. "El Banco
Mundial hace préstamos a países pobres destinados a infraestructuras,
sobre un modelo público-privado" dice- "Es un complemento para
facilitar operaciones de multinacionales en países subdesarrollados, que
ofrece garantías a las compañías", reflexiona.
La misión 'post-oro' del FMI, por el contrario, es hacer de 'poli
malo', implantando en los países prestatarios políticas basadas en el
ajuste: "En Argentina, a cambio de liquidez, impone medidas
neoliberales, con lo que la liquidez vuelve a los bancos, en lugar de
desahogar a las familias". Es un bucle sin salida. "El resultado es que
la economía financiera va en detrimento de la economía productiva,
compiten. Antes eran complementarios".
Morillas presenta una cara más amable de los organismos creados en el
44. "A partir de la caída de la URSS han demostrado que son unas
instituciones útiles, que equilibran la balanza de pagos". La prueba de
que el sistema ha funcionado, asegura, es que muy probablemente la Unión
Europea tenga su propia versión del FMI. Pero avisa: "Esto no es
Cáritas".
El huracán Trump
Benn Steil, en su libro La
batalla de Bretton Woods, destaca las ocasiones históricas en las que se
ha intentado dar a luz a otro engranaje revolucionario sobre el molde
de Bretton Woods: el Comité de los Veinte en 1973, el Grupo de los
Veinticuatro en 1986, los miembros europeos del G7 en 2009
todos ellos
acabaron "decepcionados", según el autor.
La coyuntura en la actualidad es exactamente la contraria: con la
consigna 'America First' por bandera, el presidente estadounidense,
Donald Trump, ha iniciado otra guerra en la que los aranceles y las
políticas proteccionistas y aislacionistas han sustituido a la batalla
ideológica entre liberalismo y socialismo. El casus belli son los
tratados de libre comercio que su país firmó en su día con la UE y China
y que califica como desventajosos para el pueblo que representa.
"Lo que hace Trump es proteger intereses de grupos muy concretos cuya
industria se ha quedado obsoleta, especialmente en el Medio Oeste",
interpreta Vigueras. El experto asume que la actitud de Washington es
diametralmente opuesta al espíritu de los acuerdos de 1944, pero augura
un corto recorrido a su proyecto: "Es difícil lograr objetivos tan
proteccionistas porque las grandes corporaciones yanquis exportan, pero
también importan muchos elementos esenciales para su proceso productivo"
explica- "Un ejemplo claro es Harley Davidson".
En opinión de su colega Rieznik, el inquilino de la Casa Blanca "le
da una patada" al espíritu de Bretton Woods. Trump, dice, quiere atraer
dinero a EEUU y la devaluación no le sirve, "por eso es tan peligroso".
El presidente estadounidense busca salidas para relanzar la Economía:
"Hizo una rebaja fiscal, pero no fue suficiente, por lo que empezó a
manejar de manera discrecional la política arancelaria", analiza el
experto, quien considera al presidente norteamericano el adalid del
"nuevo desorden económico mundial".
No todos los analistas ven tan fiero al león de la Casa Blanca. "En
Bretton Woods se abrieron los mercados, EEUU firmó muchos acuerdos y
ahora la administración Trump cuestiona si esos acuerdos siguen siendo
beneficiosos para ellos", considera Morillas, quien cree que la
renegociación de las condiciones es algo "normal", con independencia de
las extravagancias del presidente estadounidense.
"Un acuerdo sólo es bueno cuando ambas partes ganan, debe ser un
win-win", defiende el docente del CEU. "En el caso de China, está claro
que Pekín tiene un proyecto de hegemonía mundial, combinando el libre
mercado con la organización central: están trastocando la estructura de
salarios, la estructura comercial, convirtiendo a un país de 1.400
millones de personas en una fábrica de productos manufacturados
irregularmente, sin respetar las patentes
Trump intenta ejercer un
contrapoder".
-https://www.eleconomista.es/internacional/noticias/9259749/07/18/Bretton-Woods-la-refundacion-del-Capitalismo-contra-la-que-Trump-arremete.html
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