Bretton Woods: la refundación del Capitalismo contra la que Trump arremete *

Bretton Woods: la refundación del Capitalismo contra la que Trump arremete

  • Los acuerdos alcanzados en 1944 sentaron las bases del libre mercado y crearon el Banco Mundial y el FMI
  • Los gastos de la Guerra Fría hicieron mutar el sistema y acabaron con el soporte en oro del dólar
  • La actual política proteccionista de Washington choca con el espíritu del pacto
La pólvora aún humeaba en la playa de Omaha y el lado más oscuro del ser humano se seguía manifestando, impunemente, en los mataderos de Auschwitz, Treblinka, Manila y Singapur. Y aún faltaba el horror de Hiroshima, Nagasaki y Berlín. Pero eso no impidió que los inminentes vencedores de la II Guerra Mundial se reunieran para decidir sobre una cuestión prosaica pero vital: los fundamentos que regirían las relaciones económicas en la mitad capitalista del mundo bipolar que estaba a punto de nacer. ¿El objetivo? Acabar con el proteccionismo, esa sombra que hoy regresa encarnada en un presidente estadounidense desbocado.
La sede elegida fue la localidad estadounidense de Bretton Woods (New Hampshire), en un preludio de lo que sería una clara demostración de fuerza diplomática por parte de Washington. Allí, durante el mes de julio de 1944, se enfrentarían dos visiones: la del economista británico John Maynard Keynes, que defendía un sistema basado en el 'bancor', una unidad monetaria no nacional; y la de Harry Dexter White, Secretario Adjunto del Tesoro de EEUU, que quería imponer el dólar como referencia, aunque, eso sí, con el patrón oro detrás. Sobra decir que triunfó la segunda.

El rey dólar en su trono de oro

De este modo, la libra esterlina, renqueante desde la Gran Guerra de 1914, pasó a mejor vida como divisa dominante en el concierto internacional. Se decidió que el dólar estuviese respaldado por un valor fijo en oro (35 dólares la onza) y la moneda yanqui, símbolo de la pujanza y hegemonía del Tío Sam, comenzó su reinado. Simultáneamente, Europa occidental se convertía en un simple apéndice de la América líder del 'mundo libre', con un Imperio Británico relegado a la función de aliado preferente.
El economista Rodolfo Rieznik explica cómo EEUU sazonó el guiso a su gusto: "El dólar se relacionó con el oro porque EEUU tenía reservas de este material". Se estaba, por tanto, abonando el terreno para el Plan Marshall, cuyo fin era "darle a Europa capacidad de compra de los productos de las multinacionales americanas".
Las costuras de este traje a medida empezaron a verse cuando Estados Unidos agitó el avispero de Vietnam. Para financiar la máquina de guerra –y todo lo demás- Washington sólo tenía que accionar la máquina de imprimir billetes. Así gozaba de liquidez ilimitada, lo que provocaba una inflación descontrolada no sólo en el país norteamericano, sino también en el resto del mundo (capitalista). La contradicción se hizo patente: si cada vez había más dólares en la calle, era imposible que la cantidad equivalente en oro fuera la misma. El valor de la moneda de referencia bajaba y eso restaba en las cuentas de todos.
Charles de Gaulle salió respondón y se negó a seguir pagando la lucha contra sus tocayos 'Charlie', los Vietcong. Para ello no dudó en desafiar a Washington cambiando por oro las reservas en dólares de Francia. Finalmente, en 1971, Richard Nixon se rindió a la evidencia y eliminó el vínculo que unía al dólar con el metal precioso. Desde entonces, el dinero no tiene garantía real alguna, salvo la palabra de los bancos centrales. El medio de cambio al que consagramos nuestras vidas es una abstracción que flota en el éter.
Juan Hernández Vigueras, experto en finanzas internacionales y autor de El casino que nos gobierna, afirma que la existencia de un patrón fijo en oro había logrado "dar estabilidad al sistema", al menos hasta la segunda mitad de los 60. Con la decisión de Nixon, "el tipo de cambio pasó a decidirlo el mercado y la movilidad del capital". El régimen mutaba y se hacía adicto al riesgo, configurándose el embrión del mundo globalizado de hoy.

Las instituciones

La nueva era necesitaba nuevos acrónimos al frente, y Bretton Woods dio el pistoletazo de salida al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en Inglés).
Los dos primeros tenían el propósito nominal de garantizar la estabilidad y facilitar el acceso al comercio de los países destruidos y arruinados. El tercero, encargado de supervisar el sistema multilateral de comercio y estrechar los lazos de intercambio económico, fue sustituido en 1995 por la Organización Mundial del Comercio (OMC). El motivo de la tardía aparición de la OMC fue debida, a ojos del profesor de Economía del CEU Javier Morillas, "a la voluntad de las potencias imperialistas europeas de proteger sus industrias", con lo que el nuevo orden económico mundial nació "cojo".
El desbarajuste contable provocado por el conflicto de Vietnam y la Guerra Fría hicieron imposible que se materializasen los loables fines de estas organizaciones. "El FMI originalmente estaba destinado a hacer préstamos que permitieran el desarrollo" –explica Vigueras- "Todo cambió a partir del 71, cuando perdió esta función para convertirse en un vehículo de promoción del liberalismo". Desde entonces, "aquellos países que incurrían en un déficit excesivo se convertían en esclavos del FMI". Argentina es un claro ejemplo.
"El BM y el FMI se crearon para equilibrar la balanza de pagos y que los países no hicieran devaluaciones masivas", recuerda Rieznik. Andando el tiempo, ambas instituciones se acomodaron en el perfil que les asignó la nueva medida de todas las cosas: las finanzas. "El Banco Mundial hace préstamos a países pobres destinados a infraestructuras, sobre un modelo público-privado" –dice- "Es un complemento para facilitar operaciones de multinacionales en países subdesarrollados, que ofrece garantías a las compañías", reflexiona.
La misión 'post-oro' del FMI, por el contrario, es hacer de 'poli malo', implantando en los países prestatarios políticas basadas en el ajuste: "En Argentina, a cambio de liquidez, impone medidas neoliberales, con lo que la liquidez vuelve a los bancos, en lugar de desahogar a las familias". Es un bucle sin salida. "El resultado es que la economía financiera va en detrimento de la economía productiva, compiten. Antes eran complementarios".
Morillas presenta una cara más amable de los organismos creados en el 44. "A partir de la caída de la URSS han demostrado que son unas instituciones útiles, que equilibran la balanza de pagos". La prueba de que el sistema ha funcionado, asegura, es que muy probablemente la Unión Europea tenga su propia versión del FMI. Pero avisa: "Esto no es Cáritas".

El huracán Trump

Benn Steil, en su libro La batalla de Bretton Woods, destaca las ocasiones históricas en las que se ha intentado dar a luz a otro engranaje revolucionario sobre el molde de Bretton Woods: el Comité de los Veinte en 1973, el Grupo de los Veinticuatro en 1986, los miembros europeos del G7 en 2009… todos ellos acabaron "decepcionados", según el autor.
La coyuntura en la actualidad es exactamente la contraria: con la consigna 'America First' por bandera, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha iniciado otra guerra en la que los aranceles y las políticas proteccionistas y aislacionistas han sustituido a la batalla ideológica entre liberalismo y socialismo. El casus belli son los tratados de libre comercio que su país firmó en su día con la UE y China y que califica como desventajosos para el pueblo que representa.
"Lo que hace Trump es proteger intereses de grupos muy concretos cuya industria se ha quedado obsoleta, especialmente en el Medio Oeste", interpreta Vigueras. El experto asume que la actitud de Washington es diametralmente opuesta al espíritu de los acuerdos de 1944, pero augura un corto recorrido a su proyecto: "Es difícil lograr objetivos tan proteccionistas porque las grandes corporaciones yanquis exportan, pero también importan muchos elementos esenciales para su proceso productivo" –explica- "Un ejemplo claro es Harley Davidson".
En opinión de su colega Rieznik, el inquilino de la Casa Blanca "le da una patada" al espíritu de Bretton Woods. Trump, dice, quiere atraer dinero a EEUU y la devaluación no le sirve, "por eso es tan peligroso". El presidente estadounidense busca salidas para relanzar la Economía: "Hizo una rebaja fiscal, pero no fue suficiente, por lo que empezó a manejar de manera discrecional la política arancelaria", analiza el experto, quien considera al presidente norteamericano el adalid del "nuevo desorden económico mundial".
No todos los analistas ven tan fiero al león de la Casa Blanca. "En Bretton Woods se abrieron los mercados, EEUU firmó muchos acuerdos y ahora la administración Trump cuestiona si esos acuerdos siguen siendo beneficiosos para ellos", considera Morillas, quien cree que la renegociación de las condiciones es algo "normal", con independencia de las extravagancias del presidente estadounidense.
"Un acuerdo sólo es bueno cuando ambas partes ganan, debe ser un win-win", defiende el docente del CEU. "En el caso de China, está claro que Pekín tiene un proyecto de hegemonía mundial, combinando el libre mercado con la organización central: están trastocando la estructura de salarios, la estructura comercial, convirtiendo a un país de 1.400 millones de personas en una fábrica de productos manufacturados irregularmente, sin respetar las patentes… Trump intenta ejercer un contrapoder".
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