El poder del ciclo económico.José García Montalvo

El poder del ciclo económico

José García Montalvo
Catedrático de Economía (UPF)
Los economistas hemos dado por muerto al ciclo económico muchas veces. Durante los años sesenta y los primeros setenta se generalizó la idea de que los ciclos habían pasado a la historia y que el futuro sería un fase continua de permanente crecimiento. Las herramientas keynesianas de política económica (cambios en el gasto público, impuestos, etcétera) habían acabado con las fluctuaciones. La crisis del petróleo demostró con especial virulencia lo erróneo de dicha creencia. Algo similar sucedió durante los años ochenta hasta que comenzó el ciclo recesivo de los primeros años noventa. Pero quizás la situación más paradójica, y más reciente, se produjo con la finalización del ciclo expansivo de los años 2000. Simultáneamente al desplome de la economía mundial en 2008-09 todavía se publicaban en revistas científicas, normalmente tras un largo proceso de revisión por otros académicos, artículos sobre lo que se conoció como la gran moderación. Los macroeconomistas habían decidido durante los anteriores diez años que la economía ya no sufriría las grandes oscilaciones del pasado, fundamentalmente por la capacidad de una sofisticada política monetaria para mantener la economía en una senda de moderación perpetua. Tampoco esta vez la realidad dio tregua a las teorías sobre la desaparición de los ciclos. Larry Summers, autoproclamado enfant terrible de la economía académica, recuperó y popularizó en el 2013 el concepto de estancamiento secular. La recuperación de la economía tras la Gran Depresión sería breve pues los ciclos económicos habían cambiado: a breves periodos de recuperación les seguirían largos periodos de recesión. Su predicción, referida fundamentalmente a Estados Unidos, se ha demostrado errónea y ya prácticamente nadie habla de estancamiento secular. La economía sigue en expansión con tasas de crecimiento altas y desempleo en mínimos históricos. Los ciclos económicos tradicionales siguen vivos y gozando de buena salud.
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Junto con la muerte de los ciclos económicos también ha sido popular, más en los medios de comunicación que en círculos académicos, la visión de que la macroeconomía puede estar en un ciclo expansivo pero eso no significa nada para la microeconomía, para la vida de la gente. En el caso español esta ha sido una constante desde que comenzara la recuperación económica en el 2014. En las últimas semanas, la DGT ha puesto en marcha una campaña para intentar reducir las víctimas de accidentes de tráfico cuya tendencia decreciente cambió… en el 2014. Todos los picos anteriores de víctimas en accidentes de tráfico coincidieron con el último año de expansión de un ciclo económico, y el comienzo de la fase descendiente marca una caída de víctimas con una única excepción: la introducción del carnet por puntos.
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La semana pasada los sindicatos se mostraban lógicamente alarmados por el sustancial incremento de los accidentes laborales que después de una reducción continuada desde 2008 hasta 2013 empezó a aumentar… en el 2014. La anterior caída de la siniestralidad laboral se produjo con el comienzo de la crisis de 1990 y volvió a aumentar nada más comenzar la recuperación económica. El absentismo laboral cayó significativamente desde 2008 hasta que comenzó a incrementarse de nuevo… en el 2014. En el 2017 ya había superado el máximo del 2007.
El precio de la vivienda empezó a caer a finales de 2008 y en 2013 las casas habían perdido un 40% de su valor hasta que los precios comenzaron a recuperarse… en 2014. El número de matrimonios se redujo de forma significativa a partir del 2008 hasta que comenzó a repuntar de nuevo… en 2014. Y así podríamos seguir con muchos otros procesos, por no hablar de variables que están directamente relacionadas con la situación económica como el empleo, el desempleo, el consumo...
En algunos casos se pueden producir retrasos en el efecto del ciclo económico sobre algunos fenómenos pero, en general, la macroeconomía y lo que se denomina popularmente microeconomía van de la mano. Y así tiene que ser puesto que la macroeconomía es simplemente la agregación de la microeconomía. Muchos de estos efectos retardados son comunes a otras recuperaciones. Tras los primeros años de recuperación de los beneficios, los trabajadores empiezan a ganar poder de negociación y a exigir un reparto más equilibrado de la mejora económica. La conflictividad laboral aumenta y los salarios reales tienden a recuperarse.
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Es cierto que además de los retardos en la actualidad se podría estar produciendo un cambio estructural. La sospecha es que la cuarta revolución industrial pueda provocar una variación sustancial en la economía. De hecho la polarización de la renta observada en países que comenzaron antes la transición tecnológica no tardará en extenderse al resto de países. Pero este es un cambio estructural que se superpone al efecto del ciclo y que debe afrontarse con políticas diferentes a las medidas contracíclicas. Estos cambios requerirán modificaciones en el viejo sistema de contabilidad nacional, prácticamente inalterado desde su introducción hace décadas, que todavía utilizamos para medir la evolución de la producción y, por tanto, los ciclos. En una economía cada vez más centrada en los servicios, la economía colaborativa, los algoritmos e internet el sistema de contabilidad nacional requiere una transformación sustancial.
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A pesar de los problemas de medición y el cambio estructural, es sorprendente la capacidad del ciclo económico para afectar todo tipo de procesos sociales. Y lo más sorprendente es que después de muchos años buscando el origen de los ciclos, e intentando predecir los cambios de ciclo, seguimos teniendo en Keynes la interpretación más probable ante el fracaso de la mayoría de las alternativas: los animal spirits o la psicología colectiva de consumidores e inversores

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