Esta entrada está escrita conjuntamente con Adrià Bronchal que hizo la mayor parte del trabajo y sugirió tanto el tema como el artículo en que se basa.

Muchos científicos de distintos ámbitos y disciplinas se han referido al cambio climático cómo el mayor reto de acción colectiva al que se va a enfrentar la humanidad a lo largo de las próximas décadas. Por ejemplo en el Stern Review de 2006 “La evidencia científica es ahora abrumadora: el cambio climático presenta riesgos globales muy graves y exige una respuesta global urgente”. Sin embargo, todavía hay gente que cree que el cambio climático es un fenómeno natural, o que no se está produciendo ningún cambio sustancial en el clima del planeta. En una entrada reciente aprendimos algo sobre la importancia que las creencias individuales pueden tener en la lucha contra el cambio climático y la dificultad de cambiarlas. Más de una persona dijo en relación con aquella entrada “¿Pero se puede hacer algo?”. Hoy nos gustaría hablarles de un trabajo (de Andre y coautores) que pone el foco en cómo las creencias sobre las normas sociales pueden ayudar a la lucha contra el cambio climático.

Cuando hablamos de creencias sobre normas sociales nos podemos referir a creencias sobre las acciones realizadas por los demás (mis creencias sobre si los demás reciclan) también llamadas “creencias de primer orden” o creencias sobre lo que los demás creen que los otros debería hacer (mis creencias sobre si los demás piensan que otra gente debería reciclar) o “creencias de segundo orden”. Lo importante aquí es entender que hablamos de creencias cuando no tenemos la certeza sobre la conducta o las creencias de los demás. Este es el caso que se da en los dilemas sociales de acción colectiva de mayor magnitud como el cambio climático. Es cierto que hay datos sobre reducción de emisiones de CO2 a nivel de países, pero a nivel individual es muy difícil saber qué proporción de personas de un país o sociedad está tomando acciones para tratar de combatir el cambio climático. Es aquí donde las creencias sobre las normas sociales pueden jugar un papel importante para tratar de incrementar los esfuerzos para combatir el cambio climático.

Esto es importante. Sabemos por otros trabajos de la literatura que confrontar a las personas con su equivocación sobre creencias de segundo orden (lo que los otros creen que se debe hacer), algo que se conoce como “pluralistic ignorance” o “ignorancia pluralista” en la literatura, puede mejorar sus actitudes en problemas sociales conflictivos. Santiago Sánchez Pagés nos ilustraba sobre esta cuestión en esta interesante entrada sobre el trabajo de Bursztyn y coautores (2020), en el que muestran que se puede explotar la ignorancia pluralista para mejorar las actitudes acerca de la participación de la mujer en el mercado de trabajo en Arabia Saudí.

El estudio de Andre y coautores analizan el efecto de corregir la ignorancia pluralista sobre las normas sociales en relación a la lucha contra el cambio climático en EEUU. El experimento se realiza con una gran muestra de unos 8000 participantes. En primer lugar, los autores miden cuáles son las normas sociales usando una muestra representativa de la sociedad estadounidense (unas 2000 personas). Con esta primera encuesta se obtienen el porcentaje de personas que declaran intentar luchar contra el cambio climático (62%), y el porcentaje de personas que declaran que los estadounidenses deberían luchar contra el cambio climático (79%). También averiguan la magnitud de la ignorancia pluralista. La creencia sobre lucha contra el cambio climático es subestimada por el 67% de los estadounidenses, que de media creen que sólo el 51% de sus compatriotas lo hacen. Asimismo la norma social sobre lucha contra el cambio climático es subestimada por el 76% de los estadounidenses, que de media creen que sólo el 61% de sus compatriotas deberian intenta luchar contra el cambio climático.

Por otro lado, el 79% de los participantes declaran que los estadounidenses deberian intentar luchar contra el cambio climático. Esta norma social es subestimada por el 76% de los estadounidenses, que de media creen que sólo el 61% de sus compatriotas creen que los estadounidenses deberian intenta luchar contra el cambio climático.

A continuación, los autores llevan a cabo su estudio midiendo la disposición a hacer donaciones a una ONG pro-clima y a apoyar políticas climáticas en un grupo de control (en el que no se desvelan las normas sociales) y en dos grupos de tratamiento (en los que se desvelan una de las dos normas sociales). La disposición a donar se mide con una pregunta incentivada en la que proponen repartir una cantidad de dinero (450$) entre ellos y una organización pro-clima (esta cantidad permitiría compensar las emisiones de una persona media estadounidense).

Los resultados obtenidos muestran principalmente dos cosas. La primera, que la sociedad estadounidense sufre “ignorancia pluralista” en relación a la lucha contra el cambio climático, pues se subestima significativamente de forma general el deseo de otros de luchar contra el cambio climático. La segunda, que cuando se corrige esta subestimación de las normas sociales en los grupos de tratamiento se incrementan significativamente tanto la disposición a hacer donaciones a la ONG pro-clima cómo la disposición a apoyar políticas climáticas. En concreto, la donación media es de 225$ y la exposición a la ignorancia pluralista aumenta significativamente las donaciones. Por ser concretos, cuando el choque informativo, es decir, la diferencia entre lo que la persona piensa que es el comportamiento percibido de otros (el intento de luchar contra el cambio climático) y el real es de una desviación estándar, se produce un aumento de la donación de 12$. Y cuando el choque informativo sobre las as normas percibidas (el porcentaje que dicen que los estadounidenses deberían luchar contra el cambio climático) es de una desviación estándar, hay un aumento de donación de 14$. Los efectos de tratamiento son mayores en los que se declararon escépticos acerca del cambio climático.

Cómo en todo dilema social, hay personas que están dispuesta a luchar contra el cambio climático independientemente de lo que decidan hacer los demás y otros que nunca van a realizan ningún tipo de acción (recordemos que las acciones para combatir el cambio climático son “costosas”). Así mismo, hay un tercer grupo de personas que están dispuestas a cooperar y contribuir con sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático “si y solo si” los demás (o una proporción determinada de los demás) lo hacen. Este concepto de cooperación condicional parece poder dar una explicación al “por qué” se obtienen los resultados del estudio de Andre y coautores.

Lógicamente, este estudio sugiere que las autoridades políticas deben diseñar campañas de difusión informativa de las normas sociales en casos como éste en los que estas puedan servir para contribuir a solucionar dilemas sociales. Pero también hay que tener en cuenta que esta herramienta no lo va a resolver todo. Recuerden que los estadounidenses deberían gastar en media 450$ para mitigar el problema, y que incluso con “dinero regalado” solamente están dispuestos a gastar la mitad. Y un choque grande de creencias les hacer moverse unos 12$ que es poco más de un 5% de lo que hace falta. Así que usemos todo el arsenal que hay mucho trabajo por hacer.