El mercado puede ser eficiente.... o no.

Lo primero que solemos enseñarles a nuestros alumnos es que el mercado perfectamente competitivo asigna los recursos eficientemente. Es el llamado primer teorema fundamental de la economía del bienestar que formaliza la conjetura de Adam Smith sobre la mano invisible que guía las decisiones del mercado. El entender por qué eso es así da una buena base para entender lo que sigue. Pero lo que sigue es que, si uno de los supuestos de la competencia perfecta no se cumple, el mercado no siempre asigna los recursos eficientemente. Entre estos supuestos se hallan los siguientes.

1. Todos los agentes tienen información perfecta y completa.

2. Todos los efectos sobre la producción y el consumo pasan a través del mercado (o sea, no hay externalidades).

3. Existen mercados para todas las fechas (a futuros) y estados del mundo (contingentes).

4. Las empresas se comportan como si tomaran los precios como dados.

Todas estas condiciones son suficientes para que se cumpla el primer teorema antes citado, pero no necesarias. Además, tienen sus recovecos y deben ser usadas con cautela y sólo por expertos. Por ejemplo, la existencia de mercados contingentes se puede cambiar por la existencia de "Arrow Securities" instrumentos financieros que pagan una unidad monetaria por la ocurrencia de un estado del mundo. E incluso sin esas securities el mercado tiene una propiedad (débil) de eficiencia, el llamado Social Nash Optimum (concepto y resultado debidos a Sandy Grossman) en el que hay varios planificadores cada uno maximizando el bienestar social en cada mercado (para una generalización ver Repullo, aquí). Y si las externalidades no cambian las tasas marginales de substitución y transformación (porque afectan a las funciones relevantes de una manera aditiva o multiplicativa), entonces no arruinan la eficiencia del equilibrio como ya vimos. Aun así, puede ocurrir que, si hay varios equilibrios, uno domine a otro en el sentido de Pareto, como mostró Hart. Además, conviene recordar que la eficiencia (de Pareto) es una propiedad que no es necesariamente muy atractiva. Una economía de intercambio en la que todos los bienes en exceso de los indispensables para la subsistencia son asignados a una sola persona, es eficiente. De ahí que se cambiara el nombre original de óptimo de Pareto por el de eficiencia de Pareto.

Por cierto, que algunos toman la ineficiencia del mercado como una condición necesaria y suficiente para justificar la intervención de los poderes públicos. Y no es ni una cosa ni otra. Los poderes públicos pueden intervenir para alterar la distribución de la renta generada por una economía perfectamente competitiva. De hecho, el segundo teorema fundamental de la economía del bienestar garantiza que eso se puede hacer redistribuyendo los recursos iniciales de los agentes. Y antes de ver si la intervención pública está justificada habremos de tener en cuenta los incentivos de las personas que van a llevar esa intervención para hacerla "correctamente" así como la información de la que disponen. En otras palabras, la elección entre mercado y autoridad política es entre dos tipos de instituciones y habrá de basarse en las ventajas comparativas de ambos.

En esta entrada me voy a centrar en el último punto de los 4 anteriores que es el único en el que he contribuido. Desenterraremos muchos de los esqueletos que otros esconden y empezaremos a entender los complicado que es. Apretaros los cinturones.

Antes otra nota de precaución. Sólo voy a considerar modelos de equilibrio parcial. Y eso porque el equilibrio general se quedó bastante tocado por un resultado-torpedo termonuclear avanzado por, el desgraciadamente fallecido hace unos meses, Hugo Sonnenschein que yo resumo así. Este modelo, ya pergeñado por Walras y otros, y magistralmente resumido y matematizado por Arrow, Debreu y Mckenzie en los años 50 del siglo pasado, no posee ninguna propiedad estructural, o sea puede tener tantos equilibrios localmente estables como queramos y puede reaccionar al cambio en uno de los parámetros del modelo (gustos, tecnología, recursos iniciales) de cualquier manera imaginable. Vaya este párrafo en homenaje a uno de los grandes teóricos del siglo XX con quien tuve la suerte de interaccionar varias veces y percibir su calidez y su inteligencia.

Como se mide el bienestar social

La medida que suele usarse en los modelos de equilibrio parcial es la suma de los excedentes de las empresas (o sea sus beneficios) y del consumidor. La medición de este último requiere supuestos adicionales (que la función de utilidad sea cuasi-lineal en los "otros bienes") que se concretan en que no haya efectos renta en la mercancía que nos ocupa. Esto es aproximadamente correcto cuando el gasto en esa mercancía es una fracción pequeña del gasto total de los consumidores. Y cuando no es así, hay otras alternativas.[2]

¿Y por qué se usa esa medida? Pues ocurre que, bajo las condiciones antes citadas, esa es la única compatible con la eficiencia de Pareto. Pero como hemos visto ese criterio es ciego a las consideraciones distributivas. Y, en muchas circunstancias, por ejemplo, las actuales en el mercado eléctrico, un planificador sensato daría más peso a los consumidores que a las empresas. Ya hablaré de ese caso en otra entrada, porque las cosas se complican y, de nuevo, hay que andar con mucho cuidado. Ramon Torregrosa y yo tratamos este caso en nuestro trabajo "Two extensions of consumer surplus" que aparecerá próximamente en SERIEs.

Traguemos pues estos dos sapos, perdón, supuestos a saber, que el gasto en la mercancía en cuestión es una parte pequeña del gasto total y que para medir el bienestar social no nos preocupan las consideraciones distributivas. Glups, el segundo sapo casi se me atraganta...

Antoine Agustin Cournot, tatarabuelo de los modelos de competencia imperfecta. Su libro fue traducido al castellano por Juan Carlos Zapatero en una espléndida edición de Alianza editorial en 1969. Recomendado.

Como se modeliza la competencia entre pocos

Curiosamente la modelización de la competencia entre pocos se formalizó antes (Cournot, 1838) que la competencia perfecta (Walras, entre otros, 1874). Pero se olvidó, y durante un siglo estuvimos patateando el "problema del oligopolio" hasta que el trabajo de John Nash forzó a reevaluar el del francés.

Cournot plantea un modelo en el que cuando una empresa está evaluando las consecuencias de un cambio en su política de precios o de producción, supone que las ventas físicas de los competidores no van a cambiar. Esto muchas veces se explica erróneamente diciendo que la competencia a la Cournot es una competencia en cantidades en la que las empresas no fijan los precios. Y los pueden fijar. Por ejemplo, las empresas pueden decidir primero la capacidad productiva y luego jugar un juego de precios a la Bertrand (esto último juego se explicará en un momento). Este trabajo de Moreno y Úbeda (2006) lo explica muy bien.

El paper de Bertrand (1883) avanzó otro tipo de modelos en el que los competidores se han comprometido a mantener fijos sus precios. Ambos modelos se usan, muchas veces en el mismo paper. El modelo de Bertrand tiende a dar resultados más competitivos que el de Cournot. A veces demasiado, ya que con dos empresas que venden un bien homogéneo genera un resultado perfectamente competitivo. Es por esto, por lo que para cuando estamos analizando un mercado con producto homogéneo el modelo elegido suele ser el de Cournot.

Pero me diréis, este modelo deja fuera temas super relevantes como el diseño, marketing y desarrollo del producto, el progreso técnico, la localización de la planta productiva, las decisiones de inversión, la bancarrota, etc., etc., etc... Pues sí. Es un modelo estático donde las empresas compiten una vez y sanseacabó. ¿Por qué empezamos así? Pues porque o comprendemos lo que pasa con esta maqueta en el túnel de viento o en el canal de ensayo, o no vamos a entender lo que ocurre cuando tengamos el avión o el barco de verdad. Por ejemplo, en un mundo dinámico incluso si sólo hay decisiones de producción y de precios, las cosas se complican bastante, pero, aun así, en algunos casos, el modelo de Cournot sigue prediciendo uno de los posibles equilibrios dinámicos.... el problema es que hay otros equilibrios, algunos más colusivos. Dejando la dinámica para una entrada futura, escojamos el modelo de Cournot como nuestro caballo de batalla para empezar a entender de qué va esto de la competencia y el bienestar social... He dicho empezar... pero eso será, en la próxima semana...

Joseph Bertrand, bisabuelo de los modelos de competencia imperfecta. Su crítica de Cournot es un ejercicio muy destructivo del que afortunadamente se pudo rescatar su sugerencia para modelizar la competencia entre pocos. Atención a su mirada…


[1] Agradezco a Carmen Beviá, Juan Luis Jiménez, Lourdes Moreno, Juan D. Moreno-Ternero y Ramon Torregrosa sus comentarios, que han incrementado en mucho la legibilidad y la sustancia de esta entrada.

[2]Willig (1976) deriva el excedente del consumidor como una medida aproximada de bienestar de éste "Consumer's Surplus Without Apology". Am. Econ. Rev. 66, 589-597 y Hausman (1981) presenta una medida exacta, "Exact Consumer Surplus and Deadweight Loss". Am. Econ. Rev. 71 , 662-676.