Recomendaciones (o no) de lectura: “Teoría Monetaria Moderna” (MMT) Pretensiones de omnisciencia y omnipotencia

Recomendaciones (o no) de lectura: Pretensiones de omnisciencia y omnipotencia (I)


Factores políticos asociados al ciclo electoral en Estados Unidos y nuevas inquietudes económicas causadas por una desaceleración económica mayor que la esperada, han dado alas a propuestas de política económica basadas en una doctrina económica conocida como “Teoría Monetaria Moderna” (MMT). Si hay que resumir la principal proposición de esta teoría en una frase, sería algo así como que en una economía con dinero fiduciario y un Gobierno que puede imponer el uso de la moneda que él mismo emite y, por tanto, que no tiene restricciones financieras, la política fiscal permite alcanzar siempre el pleno empleo y la estabilidad de precios (la "coincidencia divina" en la terminología de la Economía Neokeynesiana).
En el mundo académico MMT ha recibido muy poca atención, en buena parte porque su exposición a través de los canales habituales (seminarios, conferencias, documentos de trabajo, artículos en revistas con evaluación anónima) ha sido muy limitada. Se ha difundido como una “Guru-based theory” en lugar de mediante los modelos formales y la evidencia empírica con los que los economistas dedicados a la investigación se comunican entre sí. Por ello, la propia distinción entre sus premisas y conclusiones y el razonamiento que lleva de las unas a las otras resultan difíciles de apreciar. No obstante, ha ganado presencia en el debate sobre políticas macroeconómicas, aun cuando, como dice Paul Krugman, resulta muy complicado conseguir que debatir sobre MMT sea algo más que Calvinball, esto es, un juego sin reglas.
Con toda esta confusión, es muy de agradecer que algunos de los principales adalides de MMT (William Mitchell, Randall Wray y Martin Watts, a los que me referiré como MWW) hayan publicado Macroeconomics, una obra en formato de libro de texto con la que se trata de explicar qué es y cómo se debe enseñar lo que se presenta como “un nuevo paradigma macroeconómico” y "la guía definitiva" a la conducción de las políticas económicas.
Tal y como hice en casos similares en el pasado (aquí y aquí), dividiré esta reseña en dos partes. Esta primera es mayoritariamente descriptiva (aunque con inevitables apostillas que escribiré entre paréntesis, a pesar de que soy muy consciente de que hacerlo así causará enojo a Samuel). En una entrada siguiente resumiré la actualización de mi valoración de lo que es MMT tras revisar este libro. Como aperitivo, pero no como sorpresa, al menos para mis seguidores en redes sociales, adelantaré que no será positiva.
Lo que Macroeconomics de MWW dice ser…
Tiene ocho partes, cada una de ellas con capítulos muy heterogéneos, tanto en temática como en niveles de dificultad para lectores no iniciados en Economía.
La primera parte, a modo de introducción, describe a la Macroeconomía como una disciplina con muchas controversias (contested) y fuertemente ideologizada en la que hay que tener espíritu “crítico” (que en Macreoconomics solo se practica en una dirección única) y utilizar el lenguaje (framing) para orientar la defensa y argumentación de propuestas políticas (no tanto para clarificar argumentos y razonar). Incluye un capítulo sobre formas de producción y lo que es el capitalismo, y otros sobre los instrumentos necesarios para “hacer macroeconomía”: matemáticas -álgebra básica, cálculos de tasas de crecimiento, progresiones geométricas y números índices relativos a los agregados macroeconómicos-, gráficos e identidades contables de la Contabilidad Nacional y referidas a las relaciones entre los sectores institucionales: familias, empresas, gobierno y sector exterior.
La segunda parte solo tiene dos capítulos (poco controvertidos y de escasa novedad) dedicados a describir lo que es el dinero, la soberanía monetaria, el papel de los bancos y las diferencias entre tipos de cambio fijos y flexibles. La tercera parte se refiere a la determinación de la producción y del empleo contraponiendo la teoría clásica (que confirma la ley de Say) al modelo keynesiano, que atribuye todo el protagonismo a la demanda efectiva, el multiplicador del gasto y a la rigidez de precios. Todo la discusión se dirige a concluir que la demanda agregada de trabajo no depende de los salarios (Figura 14.4 pag. 210) y que el nivel agregado de precios se mantiene constante hasta que se alcanza el pleno empleo (Figura 16.3 pag. 247). Con todo ello, se enuncia una “regla macroeconómica básica” (pag. 219): “sujeto a la capacidad productiva existente, el gasto agregado determina la producción y la renta nacional y, estos a su vez, el empleo”.
La principal protagonista de la cuarta parte es la relación entre desempleo e inflación (la archiconocida curva de Phillips). Junto con el tratamiento habitual, se menciona también la posibilidad de histéresis (persistencia extrema del desempleo) y sus consecuencias y se introduce un instrumento fundamental de la MMT para conseguir el pleno empleo y la estabilidad de precios: el programa gubernamental de empleo garantizado.
La quinta parte se dedica al análisis de la políticas económicas en una economía abierta. Básicamente se presentan las consecuencias de consolidar las operaciones fiscales del Tesoro y las monetarias del Banco Central y lo que la política fiscal puede conseguir bajo esta perspectiva, así como del funcionamiento de los controles de capital. En la sexta parte se presentan las razones de la inevitable inestabilidad del sistema capitalista. Dichas razones se resumen en un capítulo (anticuado) sobre los determinantes de la inversión y otro sobre teorías “heterodoxas” de las crisis capitalistas.
La séptima parte es una historia del pensamiento macroeconómico desde Keynes hasta nuestros días. Tras presentar el modelo IS-LM (¡en el capítulo 28!) se describe someramente la síntesis neoclásica, la teoría de los ciclos reales, la economía neokeynesiana y las “teorías macroeconómicas heterodoxas modernas”.
Finalmente, la octava parte se dedica a presentar, desde la perspectiva de la MMT, los debates contemporáneos de política económica, entre ellos, las consecuencias del envejecimiento de la población sobre los gastos sociales, la hipótesis de los déficits gemelos, las causas de las crisis cambiarias, la elección del régimen del tipo de cambio y los problemas de la Unión Monetaria Europea, y la crisis medioambiental y los determinantes del crecimiento económico. Para terminar, se dedica un capítulo a las causas de la última crisis (aquí denominada Global Financial Crisis) en el que (cómo no) se repite la usual letanía (doblemente falsa) de que solo algunos “economistas heterodoxos” vieron venir la crisis.
lo que pretende ser
MMT se presenta como “la alternativa progresista y heterodoxa” a la macroeconomía convencional, ortodoxa y austera. Se trata de la continuación de las tradiciones keynesiana (“la verdadera”, no la bastarda), institucionalista y marxista, cuya influencia en la ciencia económica (casi) desapareció por completo a partir de 1970 con la construcción de la síntesis neoclásica.
La superioridad de MMT proclamada por MWW se defiende sobre tres pilares: i) la concepción de la Economía como el estudio de “la creación y la distribución social de los recursos de la sociedad”, en lugar de la visión simplista y desenfocada de la Economía ortodoxa que se dedica al “estudio de la asignación de recursos entre deseos ilimitados” a partir del comportamiento humano racional y de mercados sin regular, ii) una mejor descripción (que no análisis) de las operaciones monetarias y del sector bancario en economías modernas, y iii) una concepción de la política fiscal como instrumento no limitado por restricciones financieras en la consecución de objetivos sociales (idea conocida como Functional finance).
En la segunda parte de esta reseña profundizaré sobre si estos tres elementos confieren, en realidad, a MMT la superioridad de la que los autores presumen. (Anticiparé telegráficamente las respuestas: i) no, ii) sí pero no y iii) definitivamente, no).
y lo que es en realidad
Macroeconomics de MWW tiene más de Historia del Pensamiento Económico, de Contabilidad Nacional y de discusión de Políticas Económicas que de Macroeconomía. Incluso en los capítulos más descriptivos se introducen referencias (y coletillas) a controversias (viejunas, que diría Antonio) entre distintas “escuelas de pensamiento”. Con ello, este libro se acaba pareciendo a un histórico campo de batalla en el que se intentan resucitar combates intelectuales que se libraron hace mucho tiempo.
Como libro de texto de macroeconomía es bastante limitado e incompleto, tanto por el enfoque metodológico como por su contenido. Metodológicamente, se recurre a la falacia de composición para justificar la despreocupación por el comportamiento de los agentes económicos y su importancia a la hora de determinar el resultado de las políticas públicas. Ello sirve también para justificar que “no hay una sola forma correcta de hacer Macroeconomía” en defensa de un enfoque menos formal y (casi) ignorante de la evidencia empírica. Siendo muy cierto que no hay una sola forma correcta de "hacer macro", la impresión final es que lo que MWW quieren decir en realidad es que todo vale, excepto la corriente principal ortodoxa desarrollada desde 1970. En cuanto al contenido, es poco más que la repetición de una rocambolesca historia de una Macroeconomía que empieza mal en Alfred Marshall y, en lo fundamental, acaba bien y definitivamente en John Maynard Keynes.
En definitiva, mis expectativas de encontrar (por fin) en Macroeconomics de MWW una presentación rigurosa de MMT y un análisis macroeconómico formal basado en su visión “más moderna” de las operaciones monetarias, se vieron totalmente defraudadas. Daré más explicaciones en la segunda parte de esta reseña.
(Continuará el próximo viernes 18 de octubre)

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