N-276- Zonas de conflicto Global
per el Ramon Morata el diumenge, 18 / setembre / 2011 a les 03:18
Creo que es un momento adecuado para repasar este libro escrito en el año 2000
Global Trade and Conflicting Nacional Interest (Publicado en 2001)
by Ralph E. Gomory (Author), William J. Baumol (Author)
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Este libro languideció en la oscuridad académica y fue ignorado por los círculos políticos de Washington hasta muy recientemente.
"....los americanos estarán crecientemente expuestos a una presión a la baja sobre sus ingresos y su nivel de vida, por el impacto destructivo de la globalización en la prosperidad americana. Se avecinan enormes pérdidas ─10 millones de empleos- ...." "....Estados Unidos paga cada vez más por sus importaciones"
La producción que en un principio se externalizaba para obtener mano de obra y bienes más baratos, alcanza una proporción cada vez más amplia del ingreso nacional, y los crecientes - déficit comerciales-, literalmente, menguan el crecimiento nacional estadounidense.
----El país consume más de lo que produce----. Pide pesados préstamos a sus socios comerciales, comenzando por China, a fin de poder financiar su “exceso” de consumo“ "Esta política de inversión extranjera puede luego demostrarse muy buena para la empresa transnacional”, escriben. “Pero subsiste la pregunta: ¿es buena para su propio país?”
En muchos casos, sí. Si la empresa se instala en países muy pobres y de producción industrial de baja calificación, los americanos obtienen bienes más baratos, el comercio se expande para ambas partes y el resultado es “mutuamente beneficioso”
---- Pero los socios comerciales entran en ---“zona de conflicto”--- si la nación pobre desarrolla grandes capacidades y asume la producción de bienes más avanzados. (satelites, biotecnologias,armas, centrales nucleares con tecnologia mas avanzada, nanotecnologias etc) Entonces, explican los autores, “los socios recientemente desarrollados llegan a ser perjudiciales para el país más industrializado”. El éxito del interés de la empresa “puede constituir una pérdida real de ingreso nacional para el país originario de la compañía"
-La globalización necesita una reforma profunda. (2000)Este hombre conoce el sistema comercial mundial desde dentro porque es un respetado veterano de los negocios transnacionales. Sus ideas contienen un mensaje explosivo: que lo que las autoridades establecidas enseñan a los americanos sobre el comercio mundial es simplemente un desastroso error para los Estados Unidos.
- No se propone derrocar al establishment, sino corregir sus falacias más profundas. Durante muchos años, Gomory fue vicepresidente senior de IBM. Ayudaba a dirigir la expansión mundial de IBM cuando los empleos y la producción de alta tecnología se expandían por todo el mundo.
La crítica de Gomory posee gran potencial político, porque proporciona aquello de lo que generalmente han carecido los adversarios de la globalización dirigida por corporaciones: un programa intelectual de amplios horizontes para argumentar que el enfoque estadounidense de la globalización debe cambiar en defensa del interés nacional. Con todo, serán necesarios políticos de coraje para que se adopten sus ideas y se actúe de acuerdo con ellas.Las compañías estadounidenses convirtieron Singapur en un centro mundial de producción de semiconductores.
“Fue una transformación inolvidable”, recuerda Gomory. “Y bastante aterradora. La oferta que muchos países asiáticos harán a las compañías americanas es básicamente ésta: «vengan aquí y aumenten nuestro PIB. Si ustedes están aquí, nuestras gentes construirán disqueteras, por ejemplo, en lugar de algo menos productivo. A cambio, nosotros les ayudaremos con inversiones, impuestos, quizás incluso con los salarios». Esto funciona para ambas partes: la compañía americana obtiene beneficios y el país anfitrión aumenta su PIB. Sin embargo, hay otro efecto más allá de los beneficios para esas dos partes: empleos de alto valor añadido abandonan los EEUU.”
China y la India, observa, están haciendo eso a gran escala. Microsoft y Google han abierto centros de investigación rivales en Beijing. Intel ha anunciado una nueva planta de semiconductores de 2,5 mil millones de dólares, lo que la convertirá en uno de los mayores inversores extranjeros en China. La transformación industrial de China ya no se basa en camisas y zapatos, como algunos animadores del libre comercio aún parecen creer. Se basa en la captación de los procesos y productos más avanzados.
El despliegue exterior de capital y tecnología de las transnacionales, explica Gomory, constituye el núcleo del proceso, merced al cual algunas naciones muy escasamente desarrolladas son capaces de aumentar su valor tecnológico, absorber sectores industriales avanzados y expandir rápidamente su parte en el comercio internacional, todo ello con la ayuda y financiación de las compañías estadounidenses, que vagan por el mundo en búsqueda de mejores rendimientos.
El libro de Gomory y Baumol describe eso como un proceso de “divergencia de intereses” entre empresas transnacionales y su país de origen. “Esta política de inversión extranjera puede luego demostrarse muy buena para la empresa transnacional”, escriben. “Pero subsiste la pregunta: ¿es buena para su propio país?”
Las transnacionales americanas, como principales actores en la transferencia de capacidad productiva generadora de riqueza, son por definición libres de tomar decisiones por sí mismas, sin ingerencias del gobierno. Quieren aprovechar mercados y futuros consumidores. Su país natal quiere mantener una economía de productividad y salarios altos. Sin reconocerlo, ambos empujan en direcciones opuestas ─la mayoría de políticos estadounidenses ignoran la “divergencia de intereses”, creyendo evidentemente en la doctrina eclesial más que en la realidad visible.
El libro de Gomory y Baumol explica la dinámica con tablas y ecuaciones para su estudio por economistas. Para el resto, nos es más fácil seguir la explicación personal de Gomory sobre la suerte cambiante entre naciones comerciales. “¿Qué hizo a América mucho más rica que las naciones asiáticas, en primer lugar?”, se pregunta Gomory. “Invertimos en nuestros trabajadores. Nuestros trabajadores cavaban zanjas con excavadoras. Los trabajadores en los países pobres cavan con palas. Nosotros teníamos grandes plantas con poca gente en ellas, que es lo mismo. Nosotros supimos cómo, mediante tecnología e inversión, hacer altamente productivos a nuestros trabajadores. No fue porque fueran a mejores escuelas, entonces o ahora, y no sé cuánta escolarización requiere manejar una excavadora. La situación actual es que las compañías han descubierto que pueden hacerlo todo en el extranjero utilizando tecnología moderna, pagando menos por el trabajo y, luego, importar productos y servicios a Estados Unidos. Así, lo que estamos haciendo actualmente es competir pala contra pala. La población de muchos países está siendo equipada con tan buenas palas o excavadoras como las que tuvo nuestra gente. Muy frecuentemente les ayudamos a hacer la transición.
Estamos haciendo una competición persona contra persona, que jamás ganamos y que no podemos ganar.
Porque su gente cobra una tercera o una cuarta parte de lo que cobra la nuestra. Y no es razonable pensar que podemos educar a nuestra gente tan bien como para que produzcan cuatro veces más.”
En la medida en que progrese este cambio de recursos productivos,la presión a la baja sobre los salarios estadounidenses proseguirá y se intensificará. Los fieles del libre comercio insisten en que los trabajadores estadounidenses pueden defenderse obteniendo mejor educación, pero Gomory sugiere que estos fieles simplemente no entienden de economía. “Una educación mejor sólo puede ayudar”, explica. “La pregunta es: ¿dónde colocar la tecnología, el conocimiento y la inversión? Esos otros países lo han entendido. Han entendido la siguiente divergencia: lo que países y compañías quieren, es de todo punto diferente.”
La implicación es: si nada cambia en el funcionamiento actual de la globalización, los americanos estarán crecientemente expuestos a una presión a la baja sobre sus ingresos y su nivel de vida. “Así es”, afirma Gomory. “Hay muchas maneras de verlo, pero todas llegan a la misma conclusión.”
Pregunto a Gomory qué les diría a quienes creen que ésta es una consecuencia justa: los americanos se vuelven menos ricos; otros en el mundo, menos pobres. Ésta podría ser “una elección personal razonable”, conviene. “Pero no es éso lo que se le está diciendo a la gente de este país. Nadie nos ha dicho: «probablemente usted es excesivamente rico y esos otros pueblos, excesivamente pobres. ¿Por qué no lo compensamos?». En lugar de eso, lo que oímos habitualmente es: «va bien a todo el mundo. A largo plazo, seremos más ricos con la globalización.»”
“Nuestro objetivo”, afirmó Baumol en una conferencia política el verano pasado, “es mostrar cómo la subcontratación puede efectivamente reducir la parte de beneficios del comercio, no sólo para aquellos que pierdan su empleo y padezcan la reducción directa de sus salarios, sino que puede acabar perjudicando más al americano medio”.
Las convencionales salmodias de que “todos ganan”, explican, son generalizaciones fáciles que ignoran la complejidad del sistema comercial, las ingentes diferencias en las relaciones de país a país y el vasto dominio de acciones gubernamentales e intervenciones políticas diseñadas para moldear las consecuencias.
Algunas naciones, en otras palabras, se convierten efectivamente en “perdedoras”. Gomory teme que Estados Unidos sea ahora una de ellas y que esté iniciando el descenso. Cuando él y Baumol escribieron su libro, se imaginaban que las relaciones comerciales de EEUU con China y la India producirían “beneficios mutuos”. Estados Unidos obtendría bienes más baratos; China y la India, empleo y una incipiente industrialización. Pero los rápidos progresos de estas dos naciones en la pasada década, piensa Gomory, están poniendo a Estados Unidos en el aprieto de que sus beneficios se convierten en nuestras pérdidas.
Esencialmente, los términos del comercio han cambiado: un volumen cada vez mayor producción de valor añadido se desplaza de Estados Unidos a sus socios comerciales más pobres. América, explica, se hace crecientemente dependiente, compra cada vez más en el extranjero lo que sus ciudadanos consumen y produce relativamente menos en casa. Los ingresos estadounidenses se estancan, mientras los empleos de salario alto desaparecen y sus exportaciones ocupan una porción menor del total mundial.
La persistente externalización de la producción nacional trae consigo una consecuencia perversa: Estados Unidos paga cada vez más por sus importaciones. La producción que en un principio se externalizaba para obtener mano de obra y bienes más baratos, alcanza una proporción cada vez más amplia del ingreso nacional, y los crecientes déficit comerciales, literalmente, menguan el crecimiento nacional estadounidense. “Todos los materiales que ya se estaban importando de esos países, se encarecen”, explica Gomory. “Por eso puede empezar la cuesta abajo, porque las importaciones salen más caras que antes”. Mírese de otra forma: una hora de trabajo estadounidense ya no compra tantas horas de trabajo chino como otrora. China puede suprimir sus salarios nacionales para seguir vendiendo más productos, pero eso no altera el desequilibrio fundamental en capacidad productiva.
El aprieto de EEUU está visiblemente reflejado en los déficit del hinchado comercio de la nación, un déficit que actualmente roza el 7% del PIB anual. El país consume más de lo que produce. Pide pesados préstamos a sus socios comerciales, comenzando por China, a fin de poder financiar su “exceso” de consumo. Ello permite a América eludir ─temporalmente─ la confrontación con su debilitada condición, esto es, perder nivel de vida. Pero eso ocurrirá inleuctablemente cuando los americanos se vean forzados a reducir su consumo y cancelar las facturas atrasadas. El aplazamiento profundizará la herida porque, significativamente, los socios comerciales obtendrán mayores capacidades industriales, mientras que nuestra fuerza productiva se debilitará más.
Los americanos pueden optar por condenar a China o a las transnacionales desleales, pero el problema reside en la política estadounidense. La solución sólo puede encontrarse en Washington. China y otras naciones en vías de desarrollo persiguen su interés nacional y hacen lo que el sistema les permite. En cierto modo, así son las transnacionales estadounidenses.
“Quiero hacer hincapié en que es un problema sistémico”, dice Gomory. “Los directores ejecutivos están haciendo el trabajo a que se han comprometido. Es el sistema el que dice que las compañías han de cómo único objetivo el de maximizar el beneficio.”
Ninguna de las reformas de las políticas fundamentales que propone Gomory ─equilibrar el comercio e imponer disciplina a las transnacionales estadounidenses─ puede funcionar sin la otra. Ambas deben realizarse de forma más o menos simultánea. Si el gobierno grava el comportamiento de las transnacionales estadounidenses sin limitar también las importaciones, las empresas darán un portazo. “Eso no funcionará”, explica Gomory, “porque ustedes dirán a todas las compañías, «Así es como les vamos a tomar la medida». Y las corporaciones dirán, «No lo harán. Me voy al extranjero. Me voy a fabricar mi producto allá y lo enviaré de vuelta a Estados Unidos». Pero si se insiste en el equilibrio comercial, entonces la suma que las compañías envían adentro debe igualar a la suma que envían afuera. Si ninguna compañía lo hace, entonces no puede enviarse nada adentro. Si equilibran el comercio, podrán hacer que las compañías del interior trabajen como ustedes quieran”. La inversión pública en nuevas tecnologías e industrias, añadiría yo, tampoco puede lograrlo si no existen garantías de que las compañías sitúen su nueva producción en Estados Unidos.
En substancia, Gomory propone modificar los incentivos que benefician a las transnacionales estadounidenses. Si el gobierno introduce reglas de comportamiento y las refuerza mediante la normativa fiscal, las compañías se verán obligadas a buscar beneficios de otra forma, adhiriéndose al interés nacional en los términos impuestos por el gobierno estadounidense. Otras naciones lo han hecho de diversas maneras. Sólo Estados Unidos piensa erróneamente que el interés nacional no lo exige.
El concepto de Gomory de impuestos para transnacionales resulta más difícil de aceptar para los miembros de grupos de presión de Washington, porque apunta a la línea de flotación de las mayores corporaciones estadounidenses. Inversamente, esta propuesta tiene un encanto intuitivo más fuerte para los ciudadanos de a pie, quienes, razonablemente, se preguntan por qué se consiente a las transnacionales minar el interés nacional cuando disfrutan de todos los beneficios de ser compañías “americanas”.
El grupo de Hindery es partidario de que el Congreso emprenda acciones a fin de fijar el calendario para una “cumbre nacional” sobre comercio, en donde puedan tratarse todas esas cuestiones. En, treinta años, jamás el sistema político ha propiciado un debate honrado y abierto sobre la globalización.
La concepción que Gomory tiene de la reforma va realmente más allá del sistema comercial y del deterioro de la economía americana. Quiere recuperar una visión de las obligaciones corporativas hacia la sociedad, la perspectiva social que floreció durante un tiempo en el pasado siglo, pero que está ahora prácticamente extinguida. La vieja idea era que la corporación era un fondo de inversiones fideicomisionado, no sólo para los accionistas, sino también en beneficio del país, de los empleados y de la gente que utiliza el producto. “En esa actitud me crié en IBM”, explica Gomory. “De esta forma pensábamos ─un bien para el país, un bien para la gente, un bien para los accionistas─, y yo deseo que vuelva… Deberíamos evaluar a las corporaciones por su impacto sobre todos sus fideicomitentes.
http://books.google.com/books?id=s2DMLV6ptnwC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_v2_summary_r&cad=0#v=onepage&q=&f=false
"Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas" John Fitzgerald Kennedy
reseña entera en:
http://articulosclaves.blogspot.com/2009/02/zonas-de-conflictoglobal-trade-and.html
mas enlaces en:
http://articulosclaves.blogspot.com/2011/09/zonas-de-conflicto-enfoque-usa-vs-china.html
Global Trade and Conflicting Nacional Interest (Publicado en 2001)
by Ralph E. Gomory (Author), William J. Baumol (Author)
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Este libro languideció en la oscuridad académica y fue ignorado por los círculos políticos de Washington hasta muy recientemente.
"....los americanos estarán crecientemente expuestos a una presión a la baja sobre sus ingresos y su nivel de vida, por el impacto destructivo de la globalización en la prosperidad americana. Se avecinan enormes pérdidas ─10 millones de empleos- ...." "....Estados Unidos paga cada vez más por sus importaciones"
La producción que en un principio se externalizaba para obtener mano de obra y bienes más baratos, alcanza una proporción cada vez más amplia del ingreso nacional, y los crecientes - déficit comerciales-, literalmente, menguan el crecimiento nacional estadounidense.
----El país consume más de lo que produce----. Pide pesados préstamos a sus socios comerciales, comenzando por China, a fin de poder financiar su “exceso” de consumo“ "Esta política de inversión extranjera puede luego demostrarse muy buena para la empresa transnacional”, escriben. “Pero subsiste la pregunta: ¿es buena para su propio país?”
En muchos casos, sí. Si la empresa se instala en países muy pobres y de producción industrial de baja calificación, los americanos obtienen bienes más baratos, el comercio se expande para ambas partes y el resultado es “mutuamente beneficioso”
---- Pero los socios comerciales entran en ---“zona de conflicto”--- si la nación pobre desarrolla grandes capacidades y asume la producción de bienes más avanzados. (satelites, biotecnologias,armas, centrales nucleares con tecnologia mas avanzada, nanotecnologias etc) Entonces, explican los autores, “los socios recientemente desarrollados llegan a ser perjudiciales para el país más industrializado”. El éxito del interés de la empresa “puede constituir una pérdida real de ingreso nacional para el país originario de la compañía"
-La globalización necesita una reforma profunda. (2000)Este hombre conoce el sistema comercial mundial desde dentro porque es un respetado veterano de los negocios transnacionales. Sus ideas contienen un mensaje explosivo: que lo que las autoridades establecidas enseñan a los americanos sobre el comercio mundial es simplemente un desastroso error para los Estados Unidos.
- No se propone derrocar al establishment, sino corregir sus falacias más profundas. Durante muchos años, Gomory fue vicepresidente senior de IBM. Ayudaba a dirigir la expansión mundial de IBM cuando los empleos y la producción de alta tecnología se expandían por todo el mundo.
La crítica de Gomory posee gran potencial político, porque proporciona aquello de lo que generalmente han carecido los adversarios de la globalización dirigida por corporaciones: un programa intelectual de amplios horizontes para argumentar que el enfoque estadounidense de la globalización debe cambiar en defensa del interés nacional. Con todo, serán necesarios políticos de coraje para que se adopten sus ideas y se actúe de acuerdo con ellas.Las compañías estadounidenses convirtieron Singapur en un centro mundial de producción de semiconductores.
“Fue una transformación inolvidable”, recuerda Gomory. “Y bastante aterradora. La oferta que muchos países asiáticos harán a las compañías americanas es básicamente ésta: «vengan aquí y aumenten nuestro PIB. Si ustedes están aquí, nuestras gentes construirán disqueteras, por ejemplo, en lugar de algo menos productivo. A cambio, nosotros les ayudaremos con inversiones, impuestos, quizás incluso con los salarios». Esto funciona para ambas partes: la compañía americana obtiene beneficios y el país anfitrión aumenta su PIB. Sin embargo, hay otro efecto más allá de los beneficios para esas dos partes: empleos de alto valor añadido abandonan los EEUU.”
China y la India, observa, están haciendo eso a gran escala. Microsoft y Google han abierto centros de investigación rivales en Beijing. Intel ha anunciado una nueva planta de semiconductores de 2,5 mil millones de dólares, lo que la convertirá en uno de los mayores inversores extranjeros en China. La transformación industrial de China ya no se basa en camisas y zapatos, como algunos animadores del libre comercio aún parecen creer. Se basa en la captación de los procesos y productos más avanzados.
El despliegue exterior de capital y tecnología de las transnacionales, explica Gomory, constituye el núcleo del proceso, merced al cual algunas naciones muy escasamente desarrolladas son capaces de aumentar su valor tecnológico, absorber sectores industriales avanzados y expandir rápidamente su parte en el comercio internacional, todo ello con la ayuda y financiación de las compañías estadounidenses, que vagan por el mundo en búsqueda de mejores rendimientos.
El libro de Gomory y Baumol describe eso como un proceso de “divergencia de intereses” entre empresas transnacionales y su país de origen. “Esta política de inversión extranjera puede luego demostrarse muy buena para la empresa transnacional”, escriben. “Pero subsiste la pregunta: ¿es buena para su propio país?”
Las transnacionales americanas, como principales actores en la transferencia de capacidad productiva generadora de riqueza, son por definición libres de tomar decisiones por sí mismas, sin ingerencias del gobierno. Quieren aprovechar mercados y futuros consumidores. Su país natal quiere mantener una economía de productividad y salarios altos. Sin reconocerlo, ambos empujan en direcciones opuestas ─la mayoría de políticos estadounidenses ignoran la “divergencia de intereses”, creyendo evidentemente en la doctrina eclesial más que en la realidad visible.
El libro de Gomory y Baumol explica la dinámica con tablas y ecuaciones para su estudio por economistas. Para el resto, nos es más fácil seguir la explicación personal de Gomory sobre la suerte cambiante entre naciones comerciales. “¿Qué hizo a América mucho más rica que las naciones asiáticas, en primer lugar?”, se pregunta Gomory. “Invertimos en nuestros trabajadores. Nuestros trabajadores cavaban zanjas con excavadoras. Los trabajadores en los países pobres cavan con palas. Nosotros teníamos grandes plantas con poca gente en ellas, que es lo mismo. Nosotros supimos cómo, mediante tecnología e inversión, hacer altamente productivos a nuestros trabajadores. No fue porque fueran a mejores escuelas, entonces o ahora, y no sé cuánta escolarización requiere manejar una excavadora. La situación actual es que las compañías han descubierto que pueden hacerlo todo en el extranjero utilizando tecnología moderna, pagando menos por el trabajo y, luego, importar productos y servicios a Estados Unidos. Así, lo que estamos haciendo actualmente es competir pala contra pala. La población de muchos países está siendo equipada con tan buenas palas o excavadoras como las que tuvo nuestra gente. Muy frecuentemente les ayudamos a hacer la transición.
Estamos haciendo una competición persona contra persona, que jamás ganamos y que no podemos ganar.
Porque su gente cobra una tercera o una cuarta parte de lo que cobra la nuestra. Y no es razonable pensar que podemos educar a nuestra gente tan bien como para que produzcan cuatro veces más.”
En la medida en que progrese este cambio de recursos productivos,la presión a la baja sobre los salarios estadounidenses proseguirá y se intensificará. Los fieles del libre comercio insisten en que los trabajadores estadounidenses pueden defenderse obteniendo mejor educación, pero Gomory sugiere que estos fieles simplemente no entienden de economía. “Una educación mejor sólo puede ayudar”, explica. “La pregunta es: ¿dónde colocar la tecnología, el conocimiento y la inversión? Esos otros países lo han entendido. Han entendido la siguiente divergencia: lo que países y compañías quieren, es de todo punto diferente.”
La implicación es: si nada cambia en el funcionamiento actual de la globalización, los americanos estarán crecientemente expuestos a una presión a la baja sobre sus ingresos y su nivel de vida. “Así es”, afirma Gomory. “Hay muchas maneras de verlo, pero todas llegan a la misma conclusión.”
Pregunto a Gomory qué les diría a quienes creen que ésta es una consecuencia justa: los americanos se vuelven menos ricos; otros en el mundo, menos pobres. Ésta podría ser “una elección personal razonable”, conviene. “Pero no es éso lo que se le está diciendo a la gente de este país. Nadie nos ha dicho: «probablemente usted es excesivamente rico y esos otros pueblos, excesivamente pobres. ¿Por qué no lo compensamos?». En lugar de eso, lo que oímos habitualmente es: «va bien a todo el mundo. A largo plazo, seremos más ricos con la globalización.»”
“Nuestro objetivo”, afirmó Baumol en una conferencia política el verano pasado, “es mostrar cómo la subcontratación puede efectivamente reducir la parte de beneficios del comercio, no sólo para aquellos que pierdan su empleo y padezcan la reducción directa de sus salarios, sino que puede acabar perjudicando más al americano medio”.
Las convencionales salmodias de que “todos ganan”, explican, son generalizaciones fáciles que ignoran la complejidad del sistema comercial, las ingentes diferencias en las relaciones de país a país y el vasto dominio de acciones gubernamentales e intervenciones políticas diseñadas para moldear las consecuencias.
Algunas naciones, en otras palabras, se convierten efectivamente en “perdedoras”. Gomory teme que Estados Unidos sea ahora una de ellas y que esté iniciando el descenso. Cuando él y Baumol escribieron su libro, se imaginaban que las relaciones comerciales de EEUU con China y la India producirían “beneficios mutuos”. Estados Unidos obtendría bienes más baratos; China y la India, empleo y una incipiente industrialización. Pero los rápidos progresos de estas dos naciones en la pasada década, piensa Gomory, están poniendo a Estados Unidos en el aprieto de que sus beneficios se convierten en nuestras pérdidas.
Esencialmente, los términos del comercio han cambiado: un volumen cada vez mayor producción de valor añadido se desplaza de Estados Unidos a sus socios comerciales más pobres. América, explica, se hace crecientemente dependiente, compra cada vez más en el extranjero lo que sus ciudadanos consumen y produce relativamente menos en casa. Los ingresos estadounidenses se estancan, mientras los empleos de salario alto desaparecen y sus exportaciones ocupan una porción menor del total mundial.
La persistente externalización de la producción nacional trae consigo una consecuencia perversa: Estados Unidos paga cada vez más por sus importaciones. La producción que en un principio se externalizaba para obtener mano de obra y bienes más baratos, alcanza una proporción cada vez más amplia del ingreso nacional, y los crecientes déficit comerciales, literalmente, menguan el crecimiento nacional estadounidense. “Todos los materiales que ya se estaban importando de esos países, se encarecen”, explica Gomory. “Por eso puede empezar la cuesta abajo, porque las importaciones salen más caras que antes”. Mírese de otra forma: una hora de trabajo estadounidense ya no compra tantas horas de trabajo chino como otrora. China puede suprimir sus salarios nacionales para seguir vendiendo más productos, pero eso no altera el desequilibrio fundamental en capacidad productiva.
El aprieto de EEUU está visiblemente reflejado en los déficit del hinchado comercio de la nación, un déficit que actualmente roza el 7% del PIB anual. El país consume más de lo que produce. Pide pesados préstamos a sus socios comerciales, comenzando por China, a fin de poder financiar su “exceso” de consumo. Ello permite a América eludir ─temporalmente─ la confrontación con su debilitada condición, esto es, perder nivel de vida. Pero eso ocurrirá inleuctablemente cuando los americanos se vean forzados a reducir su consumo y cancelar las facturas atrasadas. El aplazamiento profundizará la herida porque, significativamente, los socios comerciales obtendrán mayores capacidades industriales, mientras que nuestra fuerza productiva se debilitará más.
Los americanos pueden optar por condenar a China o a las transnacionales desleales, pero el problema reside en la política estadounidense. La solución sólo puede encontrarse en Washington. China y otras naciones en vías de desarrollo persiguen su interés nacional y hacen lo que el sistema les permite. En cierto modo, así son las transnacionales estadounidenses.
“Quiero hacer hincapié en que es un problema sistémico”, dice Gomory. “Los directores ejecutivos están haciendo el trabajo a que se han comprometido. Es el sistema el que dice que las compañías han de cómo único objetivo el de maximizar el beneficio.”
Ninguna de las reformas de las políticas fundamentales que propone Gomory ─equilibrar el comercio e imponer disciplina a las transnacionales estadounidenses─ puede funcionar sin la otra. Ambas deben realizarse de forma más o menos simultánea. Si el gobierno grava el comportamiento de las transnacionales estadounidenses sin limitar también las importaciones, las empresas darán un portazo. “Eso no funcionará”, explica Gomory, “porque ustedes dirán a todas las compañías, «Así es como les vamos a tomar la medida». Y las corporaciones dirán, «No lo harán. Me voy al extranjero. Me voy a fabricar mi producto allá y lo enviaré de vuelta a Estados Unidos». Pero si se insiste en el equilibrio comercial, entonces la suma que las compañías envían adentro debe igualar a la suma que envían afuera. Si ninguna compañía lo hace, entonces no puede enviarse nada adentro. Si equilibran el comercio, podrán hacer que las compañías del interior trabajen como ustedes quieran”. La inversión pública en nuevas tecnologías e industrias, añadiría yo, tampoco puede lograrlo si no existen garantías de que las compañías sitúen su nueva producción en Estados Unidos.
En substancia, Gomory propone modificar los incentivos que benefician a las transnacionales estadounidenses. Si el gobierno introduce reglas de comportamiento y las refuerza mediante la normativa fiscal, las compañías se verán obligadas a buscar beneficios de otra forma, adhiriéndose al interés nacional en los términos impuestos por el gobierno estadounidense. Otras naciones lo han hecho de diversas maneras. Sólo Estados Unidos piensa erróneamente que el interés nacional no lo exige.
El concepto de Gomory de impuestos para transnacionales resulta más difícil de aceptar para los miembros de grupos de presión de Washington, porque apunta a la línea de flotación de las mayores corporaciones estadounidenses. Inversamente, esta propuesta tiene un encanto intuitivo más fuerte para los ciudadanos de a pie, quienes, razonablemente, se preguntan por qué se consiente a las transnacionales minar el interés nacional cuando disfrutan de todos los beneficios de ser compañías “americanas”.
El grupo de Hindery es partidario de que el Congreso emprenda acciones a fin de fijar el calendario para una “cumbre nacional” sobre comercio, en donde puedan tratarse todas esas cuestiones. En, treinta años, jamás el sistema político ha propiciado un debate honrado y abierto sobre la globalización.
La concepción que Gomory tiene de la reforma va realmente más allá del sistema comercial y del deterioro de la economía americana. Quiere recuperar una visión de las obligaciones corporativas hacia la sociedad, la perspectiva social que floreció durante un tiempo en el pasado siglo, pero que está ahora prácticamente extinguida. La vieja idea era que la corporación era un fondo de inversiones fideicomisionado, no sólo para los accionistas, sino también en beneficio del país, de los empleados y de la gente que utiliza el producto. “En esa actitud me crié en IBM”, explica Gomory. “De esta forma pensábamos ─un bien para el país, un bien para la gente, un bien para los accionistas─, y yo deseo que vuelva… Deberíamos evaluar a las corporaciones por su impacto sobre todos sus fideicomitentes.
http://books.google.com/books?id=s2DMLV6ptnwC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_v2_summary_r&cad=0#v=onepage&q=&f=false
"Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas" John Fitzgerald Kennedy
reseña entera en:
http://articulosclaves.blogspot.com/2009/02/zonas-de-conflictoglobal-trade-and.html
mas enlaces en:
http://articulosclaves.blogspot.com/2011/09/zonas-de-conflicto-enfoque-usa-vs-china.html
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