¿Cómo va la guerra comercial? Paul Krugman reeditado 2019 / Destructivas, las políticas comerciales de Trump: Krugman 2025

 ¿Cómo va la guerra comercial?-2019-

El 2 de marzo, economistas de Columbia, Princeton y la Reserva Federal de Nueva York publicaron un ensayo académico, The Impact of the 2018 Trade War on U. S. Prices and Welfare (El impacto de la guerra comercial de 2018 en los precios y el bienestar estadounidenses), que usó datos detallados sobre importaciones para evaluar el impacto de los aranceles (por cierto, el ensayo es un trabajo hermoso). La conclusión: en una primera aproximación, los extranjeros no pagaron la cuenta en absoluto, las empresas estadounidenses y los consumidores la pagaron en su totalidad y todas las pérdidas para los consumidores estadounidenses excedieron las ganancias de los nuevos aranceles, de tal modo que los aranceles, en términos generales, empobrecieron a Estados Unidos.

¿Cómo obtuvieron este resultado? El gobierno estadounidense recaba datos sobre los precios y las cantidades de muchas categorías de importaciones. Muchas de esas categorías enfrentaron nuevos aranceles, pero muchas otras no lo hicieron. Así que es posible comparar qué ocurrió con las importaciones sujetas a aranceles en relación con el grupo de control fáctico de importaciones que no se tocaron; es así como sabemos cuál es el impacto de los aranceles.

Según la visión de Trump, en la que los extranjeros habrían pagado los aranceles, lo que habríamos esperado ver es que disminuyeran los precios de los bienes con aranceles, compensando así el impuesto, de tal modo que los precios al consumidor no cambiaran. Sin embargo, en la realidad, el efecto de los aranceles sobre los precios de las importaciones no fue visible. Así que los proveedores extranjeros no parecen haber absorbido ninguno de los aranceles, mismos que se cobraron en su totalidad a los consumidores, ya que los precios que incluyen aranceles han aumentado por el monto total de los aranceles.

Estos aumentos de precio condujeron a cambios importantes en el comportamiento. Las importaciones de los productos con arancel disminuyeron marcadamente, en parte debido a que los consumidores recurrieron a los productos nacionales, pero principalmente debido a que los importadores cambiaron de proveedores, y recurrieron a países que actualmente no están sujetos a los aranceles de Trump. Por ejemplo, varias empresas ya parecen haber comenzado a comprar de Vietnam o México productos que antes le compraban a China.

Estos cambios de comportamiento son la clave para la conclusión del ensayo de que los aranceles han hecho más pobre a Estados Unidos.

Pensemos en el siguiente ejemplo: antes de los aranceles, Estados Unidos importaba algunos productos de China por un monto de 100 dólares. Luego, el gobierno de Trump impuso un arancel del 25 por ciento, que aumentó el precio para el consumidor a 125 dólares. Si dejamos de importar ese producto a China, los consumidores pierden 25 dólares por unidad comprada, pero el gobierno aumenta 25 dólares a los impuestos, lo cual deja el ingreso nacional sin cambios.

Sin embargo, supongamos que los importadores cambian a una fuente más cara que no está sujeta a aranceles; por ejemplo, supongamos que pueden comprar el producto a Vietnam por 115 dólares. Entonces, los consumidores solo pierden 15 dólares, pero no hay ingresos por aranceles, así que esos 15 dólares son una pérdida para la nación en su totalidad.

No obstante, ¿qué pasa si recurren a un proveedor nacional, por ejemplo, una empresa estadounidense que vende el producto en 120 dólares? ¿Qué cambio produce esto en la historia?

Aquí, la cuestión importante es que producir un bien en el país tiene un costo de oportunidad. Estados Unidos está muy cerca de alcanzar el empleo pleno, así que los 120 dólares en recursos que se usaron para producir ese bien se podrían y se habrían empleado en producir otra cosa, de no existir el arancel. Desviarlos para que produzcan lo que solíamos importar significa una pérdida neta de 20 dólares, sin ninguna compensación para los ingresos.

Por cierto, en la práctica todos los empleos en la industria manufacturera generados por los aranceles de Trump probablemente se compensen con las pérdidas de otros empleos en esa misma industria. En parte, esto se debe a que la mayoría de los aranceles son sobre bienes intermedios, de tal manera que las ganancias en, por ejemplo, el acero, se compensan con pérdidas en los sectores automovilísticos y derivados de este. Además de eso, los aranceles tal vez hayan contribuido al aumento del dólar, que hace a las exportaciones estadounidenses menos competitivas.

Sumando todo, los aranceles de Trump han aumentado los precios a los consumidores, en lugar de disminuir los ingresos extranjeros. Se han tenido algunas ganancias, pero también ha habido lo que equivale a la evasión fiscal ya que los consumidores recurren a otras fuentes no sujetas a impuestos de lo que solíamos importar. No obstante, esta evasión fiscal por sí misma tiene un costo, de tal modo que Estados Unidos en general se empobreció

Ahora bien, las cantidades no son tan grandes. El nuevo ensayo calcula que la pérdida neta de bienestar es de 1400 millones de dólares mensuales o 17.000 millones de dólares anuales; eso es menos del 0,1 por ciento del PIB de EE. UU, pero ganarlo no es cualquier cosa. Además, las cantidades podrían incrementarse mucho más si la guerra comercial se expande, por ejemplo, con un arancel a los automóviles europeos por motivos de “seguridad nacional”.


¿Cómo va la guerra comercial? - The New York Times

Destructivas, las políticas comerciales de Trump: Krugman -2025-

El economista Premio Nobel y ex columnista del The New York Times, Paul Krugman, aseguró que imponer aranceles a los productos canadienses y mexicanos es como arrojar arena a los engranajes del comercio y la fabricación internacionales, y calificó las políticas comerciales de Donald Trump de destructivas y basadas en obsesiones personales.

Durante una entrevista con Bloomberg, el Nobel minimizó las afirmaciones del republicano respecto a que los aranceles son una jugada de ajedrez cuatridimensional para extraer nuevas concesiones de los dos mayores socios comerciales de Estados Unidos, y enfatizó que tienen poco sentido.

Estas tarifas son ilegales. Asumo que se invocarían bajo la sección 232, relativa a la seguridad nacional, pero la guía del Departamento de Comercio dice claramente que dichas medidas se pueden utilizar cuando las importaciones amenazan una industria nacional, no porque no nos gusten.

Explicó que la economía manufacturera de Estados Unidos está profundamente integrada con las de Canadá y México. Según el especialista, los aranceles de 25 por ciento que el magnate quiere imponer interrumpen relaciones comerciales construidas durante más de 30 años.

El también profesor en la City University of New York aseveró que dichas relaciones comerciales son fundamentales para la competitividad de la manufactura estadunidense frente a países como Japón y los de Europa. Destruirlas no sólo perjudica a Canadá y México, sino que también daña gravemente a Estados Unidos, agregó

Consultado sobre si la política de América primero se justifica para diversificar cadenas de suministro o reforzar la manufactura, Krugman reconoció que existen excepciones legítimas bajo el paraguas de la seguridad nacional; sin embargo, insistió en que estas políticas deben aplicarse de manera estratégica y no de forma indiscriminada.

No vamos a tener una guerra con dichos países. Interrumpir esas relaciones no fortalece nuestra seguridad nacional, sino que la reduce. Estas naciones son parte de nuestra base industrial, concluyó.

"arrojar arena a los engranajes del comercio y la fabricación internacionales", en declaraciones a Bloomberg.

Escribiendo en su cuenta de Bluesky, Krugman minimizó las afirmaciones de que los aranceles son una jugada de ajedrez cuatridimensional por parte de Trump para extraer nuevas concesiones de los dos mayores socios comerciales de Estados Unidos, lo cual dijo "tiene poco sentido en sus propios términos."

Más bien, dijo Krugman, la explicación más probable es "Trump solo quiere aranceles - probablemente porque le hacen sentir que está siendo duro - y se está inventando las razones”. Añadió que los tipos de aranceles generales que Trump está proponiendo se encuentran en terreno legal inestable, informó el portal MSN.

"Estas tarifas son ciertamente ilegales", argumentó. "Asumo que se invocarían bajo la sección 232, seguridad nacional, pero la guía del Departamento de Comercio para cuando se puede invocar a 232 dice claramente que es cuando las importaciones amenazan una industria nacional - no porque no nos gusten otras cosas."

Krugman también señaló que la ironía de las tarifas propuestas por Trump es que violarían el acuerdo comercial con Canadá y México que negoció durante su primer mandato

La Jornada - Aranceles de Trump son como "arrojar arena a los engranajes del comercio": Krugman

Con sorna e ironía el Premio Nobel de Economía Paul Krugman examina amenazas de Donald Trump - Gaceta de Tamaulipas

"Los aranceles a Mexico tendrian una corta duración, aunque tendria daños duraderos a la credibilidad comercial de EEUU"  Krugman

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Trump, el comercio y la ventaja de los autócratas-2019-

Ha habido algunas buenas noticias sobre el comercio mundial últimamente: todo parece indicar que una guerra comercial a gran escala entre Estados Unidos y China podría evitarse.

La mala noticia es que si, en efecto, vamos a celebrar un tratado comercial con China, básicamente será porque los chinos le están ofreciendo al presidente estadounidense, Donald Trump, un beneficio político personal. Al mismo tiempo, se avecina un conflicto comercial mucho más peligroso con Europa. Los europeos, que todavía tienen esta cosa peculiar llamada Estado de derecho, no pueden recurrir a los sobornos para lograr la paz comercial.

Los antecedentes: el año pasado, el gobierno de Trump impuso aranceles a una amplia gama de productos chinos, los cuales abarcaron más de la mitad de las exportaciones de China a Estados Unidos. No obstante, eso podría haber sido solo el principio: Trump había amenazado con imponer aranceles mucho más elevados a 200.000 millones de dólares de exportaciones chinas a partir del 1 de marzo.

¿Qué motivó esos aranceles? Sorprendentemente, no parece haber ningún grupo fuerte de electores exigiendo proteccionismo; si acaso, algunas industrias importantes han estado ejerciendo presión contra las estrategias comerciales de Trump y es evidente que al mercado bursátil no le agrada el conflicto comercial, pues cae cuando las tensiones aumentan y se recupera cuando cesan.

Así que el conflicto comercial es básicamente una venganza personal de Trump, a la que puede dedicarse debido a que las leyes internacionales de Estados Unidos en materia de comercio le otorgan al presidente una gran discrecionalidad para imponer aranceles por diversos motivos. Por ende, la predicción de las políticas comerciales tiene que ver con descifrar qué está pasando por la mente de un hombre.

Ahora, Estados Unidos tiene motivos reales para estar molesto con China y exigir cambios en las políticas. Después de todo, no hay duda de que China viola el espíritu de las reglas del comercio internacional al restringir en la práctica el acceso de las empresas extranjeras a su mercado salvo que le entreguen tecnología valiosa. Así que hay argumentos para respaldar que Estados Unidos presione a China —¡junto con otras economías avanzadas!— para que China ponga fin a esa práctica

No obstante, ha habido pocas pruebas de que Trump esté interesado en lidiar con el verdadero problema de China. Durante el fin de semana, asistí a una conferencia sobre políticas comerciales en donde se preguntó a los expertos qué quería Trump realmente; la respuesta más popular fue “logros tuiteables”.

Como era de esperarse, Trump se ha atribuido lo que él llama grandes concesiones chinas, que parecen estar relacionadas en general con que el gobierno chino le ordena a las empresas comprar productos agrícolas estadounidenses. En específico, el aplazamiento de la guerra comercial vino después de la promesa que hizo China de comprar 10 millones de toneladas de soya o soja.

Esto complacerá a los agricultores, aunque no está nada claro si compensará las pérdidas que han sufrido debido a las acciones previas de Trump.

No obstante, la cuestión es que lo que China está ofreciendo no se relaciona en absoluto con los intereses nacionales estadounidenses que están realmente en juego. Únicamente le da a Trump motivos para tuitear.

Ah, y por cierto: el banco más grande de China, cuyo propietario mayoritario resulta ser el gobierno chino, ocupa tres pisos completos de la Torre Trump en Manhattan. El banco había pensado reducir su espacio; será interesante ver qué ocurre con ese plan ahora.

Mientras tanto, el Departamento de Comercio de Estados Unidos elaboró un informe sobre las importaciones de automóviles europeos que, según la prensa alemana, concluye que suponen una amenaza para la seguridad nacional.

Si esto suena ridículo, es porque lo es. De hecho, aunque los europeos no son unos angelitos, sí se guían por las reglas mundiales y es difícil acusarlos de cometer pecados comerciales considerables. Sí, le impusieron un arancel del 10 por ciento a los vehículos estadounidenses, pero Estados Unidos les cobra un arancel del 25 por ciento por sus camiones ligeros, lo cual equilibra por mucho la situación.

No obstante, un departamento encabezado por quien tal vez sea el secretario de Comercio más corrupto de la historia concluirá, evidentemente, cualquier cosa que Trump quiera que concluya. Además, este informe le da al presidente la autoridad legal para declarar una guerra comercial contra la Unión Europea.

De ocurrir, esta guerra comercial será tremendamente nociva. La Unión Europea es el mercado de exportación más grande de Estados Unidos, pues representa directamente alrededor de 2,6 millones de empleos. Además, nuestras economías están muy entrelazadas, razón por la cual incluso la industria automotriz estadounidense está horrorizada ante la posibilidad de que Trump imponga aranceles a los automóviles.

La cuestión es la siguiente: a diferencia del gobierno chino, la Unión Europea no puede ordenarles a las empresas privadas que hagan compras llamativas de productos estadounidenses. Sin duda, no puede encauzar negocios para las propiedades de la Organización Trump. En consecuencia, las posibilidades de que escale un conflicto comercial siguen siendo elevadas.

La cuestión es que, al momento de lidiar con Trump y su equipo, las autocracias tienen una ventaja sobre las democracias que se apegan al Estado de derecho. Además, se podría decir que las disputas comerciales son lo de menos.

Piensen en la presión que ejercen los asesores de Trump que financieramente están en conflicto para vender tecnología nuclear al Reino de la Sierra para Huesos, conocido también como Arabia Saudita. O piensen en la influencia que los expatriados golfistas parecen estar teniendo sobre las políticas relacionadas con Venezuela.

Así que mientras los mercados bursátiles están felices ante la posibilidad de que prevalezca la paz comercial con China, el panorama es profundamente perturbador. Si logramos limitar el daño de esta confrontación, será por las razones equivocadas. Además, las motivaciones retorcidas que regulan la política exterior de Estados Unidos todavía pueden tener consecuencias destructivas y una guerra comercial ni siquiera sería la posibilidad más terrorífica.

Trump, el comercio y la ventaja de los autócratas - The New York Times

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"China es un lugar extraño desde el punto de vista ideológico. En realidad, no es una sociedad comunista desde ningún punto de vista normal", señala el Nobel de Economía en el New York Times. "Por un lado, no les gusta darle dinero a la gente. Tampoco les gusta que la gente sea financieramente independiente, porque todavía quieren que el Gobierno tenga el control".

"China está orgullosa de tener un régimen profundamente hipócrita. Predica el marxismo, la igualdad y la próxima utopía comunista, y practica un capitalismo rapaz y altamente desigual", concluye Krugman.

Un prestigioso economista advierte de que China se dirige a una "crisis muy desagradable" porque Xi Jinping ya no actúa como un comunista

Los aranceles de Trump se enfrentarán a una China diferente

China enfrenta un panorama económico complicado, pero su dependencia de los mercados estadounidenses se ha reducido y parece estar tomando medidas para el crecimiento interno

Hace ocho años, cuando Donald Trump acababa de ser elegido y prometió aplicar los poderes del Despacho Oval para iniciar una guerra comercial con China, el blanco de su ira era visto por muchos como una fuerza monstruosa. China era la fábrica indispensable para el mundo y un mercado de bienes y servicios en rápido desarrollo.

Ahora que Trump se prepara para su segundo periodo en la Casa Blanca, promete intensificar las hostilidades comerciales con China imponiendo aranceles adicionales del 60 por ciento o más a todas las importaciones chinas. Está presionando a un país que ha sido castigado por una poderosa combinación de fuerzas superpuestas: el desastroso final de un atracón de inversión inmobiliaria, pérdidas incalculables en el sistema bancario, una crisis de deuda de los gobiernos locales, un crecimiento económico que flaquea y precios crónicamente bajos, un presagio potencial de estancamiento a largo plazo.

En los últimos seis años, la participación de China en las importaciones estadounidenses ha caído del 20 por ciento al 13 por ciento, según TS Lombard, una firma de investigación de inversiones en Londres, aunque parte de ese cambio refleja bienes que terminan en Estados Unidos después de ser trasladados por rutas a través de países como México y Vietnam para evitar los aranceles estadounidenses.

Como Europa ha impuesto sus propios aranceles a los vehículos eléctricos fabricados en China, el país ha acelerado su impulso para ampliar las ventas en otras regiones.

“Pekín está utilizando el Sur Global para compensar la pérdida de acciones del mercado de Occidente”, dijo Jie Yu, investigador sénior de Chatham House en Londres

Los dirigentes chinos han adoptado un enfoque similar en relación con bienes como las materias primas agrícolas, trasladando algunas compras de soya de agricultores estadounidenses a proveedores de Brasil y Argentina.

Esa experiencia puede darle a Pekín la confianza de que puede mantenerse firme frente a la escalada arancelaria y tomar represalias con reducciones a las importaciones estadounidenses, especialmente de productos agrícolas. China también podría restringir aún más sus exportaciones de minerales críticos.

“China tiene más influencia que la primera vez”, dijo Scott Kennedy, experto en China del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. “Tiene una serie de herramientas que puede movilizar para contratacar y hacer algo de daño a la economía estadounidense si cree que Trump está buscando una guerra económica abierta”.

Trump podría optar por moderar sus amenazas de aranceles, al concluir que la economía estadounidense se vería en peligro con ellos. Los economistas advierten que los impuestos generalizados a las importaciones aumentarían los precios al consumidor y obstaculizarían a los fabricantes nacionales que dependen de componentes importados.

Sin embargo, si Trump sigue adelante, la industria china sufriría.

Según Larry Hu, economista jefe para China de Macquarie Group, una empresa australiana de servicios financieros, las exportaciones se desplomarían un ocho por ciento durante el año siguiente y recortaría un dos por ciento del crecimiento económico anual de China. Y si Trump pretende cerrar las importaciones de productos fabricados por empresas chinas en otros países como México, el daño sería aún mayor.

La mayor susceptibilidad de China a la interrupción del comercio se ve subrayada por el hecho de que el país produce ahora el 17 por ciento de las exportaciones mundiales, frente al 12 por ciento durante el primer mandato de Trump, según TS Lombard.

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