EL FOMENTO DE LA INNOVACIÓN MEDIANTE LA INVESTIGACIÓN ORIENTADA POR MISIÓN: EL CASO DE ESTADOS UNIDOS
La I+D orientada por misión es la investigación financiada por organismos públicos para apoyar sus actividades. Un rasgo clave de la investigación orientada por misión es que, en lugar de que los científicos elijan los ámbitos en los que se invierten los fondos de I+D públicos, esta decisión cae en los responsables de las políticas sectoriales en ámbitos que abarcan desde la defensa nacional hasta la agricultura, la salud, la energía y otras actividades. Los presupuestos públicos de inversión de I+D de la mayoría de los países de la OCDE están dominados por programas que sirven a tareas específicas del gobierno. Según un informe de la National Science Foundation de Estados Unidos, la investigación orientada por misión oscila entre un 50% de los gastos totales en I+D del gobierno en Alemania y un 90% en Estados Unidos, con Japón, Francia, Reino Unido, Canadá y Corea del Sur en un lugar intermedio (National Science Board, 2006)
Un rasgo clave de la investigación orientada por misión es que los proyectos financiados son normalmente de naturaleza más aplicada. Esto ha conducido a la discusión de que en la medi- da en que los resultados de las investigaciones son muy específicos, las externalidades puede que sean menores que en el caso de otro tipo de investigación. No obstante, la evidencia empírica ha demostrado que esto no es lo que ocurre, dado que numerosas innovaciones tec- nológicas que actualmente son utilizadas por el sector privado tienen su origen en programas de investigación orientados por misión (lo cual incluye ejemplos notables, como los semicon- ductores, Internet, el GPS, el maíz híbrido, la IRM y la fracturación hidráulica). Sin embargo, la misma evidencia sugiere que las externalidades al sector privado se pueden maximizar cuando la investigación orientada por misión prioriza el desarrollo de conocimiento científico e ingeniería útiles para la innovación en diferentes sectores; cuando se centra en el desarrollo de las primeras fases de una nueva tecnología; cuando financia una nueva infraestructura tecnológica de uso múltiple (como los laboratorios de investigación de las universidades o centros de investigación); y cuando se diseñan reglas de contratación pública de tal manera que fomentan tanto la competencia como la colaboración entre los equipos de investigación, las universidades, los laboratorios públicos y las empresas. La I+D orientada por misión suele complementarse con adquisiciones importantes de nuevas tecnologías por parte de agencias públicas. Estas licitaciones en gran escala de las primeras versiones de un dispositivo tecnológico le permiten al productor aprender, mejorar la calidad y reducir los precios para otros usuarios, ahora privados, de la solución. También se pueden fijar reglas de contratación pública de tal manera que promuevan la difusión de la tecnología generada. Por ejemplo, en el sector de la defensa de Estados Unidos, la contratación pública a veces va acompañada de políticas que requieren que el proveedor desarrolle una “segunda fuente” para el producto, es decir: un productor nacional diferente que podría producto funcionalmente idéntico con el fin de evitar interrupciones en el suministro.
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Sin embargo, la investigación orientada por misión y la compra pública no dejan de tener riesgos. Grandes programas de investigación con financiamiento público pueden acabar au- mentando los costos de I+D (como los salarios de los investigadores), desplazando la inversión en
I+D del sector privado. La investigación orientada por misión también podría sesgar los resultados de la investigación hacia aplicaciones que no se transfieren fácilmente al sector privado (por ejemplo, cuando los estándares del sector público son muy diferentes de los del sector privado) y, lo que es aún más importante, cuando las capacidades institucionales para gestionar un programa de este tipo son débiles. Estados Unidos ha abordado este desa- fío institucional gestionando programas de investigación orientados por misión a través de agencias especializadas. Un ejemplo es la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación para la Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés), creada en 1957, dentro del Departamento de Defensa, para invertir en investigaciones de alto riesgo. La DARPA es una organización pequeña, flexible y plana, con unos 140 profesionales técnicos. Está exenta de las regulacio- nes federales normales para el personal civil, lo cual le otorga una importante flexibilidad para gestionar el talento. El personal técnico de la DARPA está contratado o asignado a un programa por un período fijo de entre cuatro y seis años. Todo el personal clave (directores de oficina y administradores de programas) está sujeto a rotación para asegurar la constante inyección de ideas y perspectivas nuevas. Esto le brinda a la DARPA la flexibilidad para entrar y salir de un ámbito sin la carga de mantener una estructura fija de personal. La DARPA ni es propietaria ni opera laboratorios o instalaciones. La gran mayoría de las investigaciones que patrocina se lleva a cabo en la industria y las universidades. Las actividades basadas en pro- yectos se organizan en torno a convocatorias mediante las cuales se llama a los interesados a solucionar un determinado problema tecnológico. Luego, el desarrollo y la producción de la solución se ceden a los servicios militares o al sector civil.
Fuente : Tether (2008); Mowery (2010); Singer (2014)
https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/%C2%BFC%C3%B3mo-repensar-el-desarrollo-productivo-Pol%C3%ADticas-e-instituciones-s%C3%B3lidas-para-la-transformaci%C3%B3n-econ%C3%B3mica.pdf
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