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Historia
económica. A lo largo del siglo XX hemos asistido al nacimiento, desarrollo y
muerte de diversos sistemas monetarios.
En esto, países de todo tipo han
buscado implementar procesos de desarrollo que los permitiera alcanzar mejores
estándares de vida. El problema es estables, que rinden y generan confianza el
crecimiento económico está muy limitado. Cuando esto es así se buscan atajos
que permitan confundir a las hadas del crecimiento y que pueden funcionar en en
CP, pero no a LP. Entre estos atajos está el de usar una política fiscal que no
pocos países en vía de desarrollo se encontraban con grandes problemas para
concretarlo: sus instituciones. Países con instituciones débiles encuentran
grandes problemas a la hora de mantener sendas de desarrollo estables. Cuando
no tienes gobiernos y organismos genera dominancia y un tipo de cambio fijo u
oficialmente controlado. ¿Qué significa esto? Significa que, como no puedo
recaudar lo necesario dadas mis instituciones recurro al déficit. Pero como
este es continuo y la confianza de los mercados implica una importante prima
De riesgo
por ser un país con instituciones débiles, busco la monetización del déficit.
Esta política, fuertemente aderezada por la corrupción, suele tener un
problema: genera déficits públicos, inflación y presiones a la devaluación de
la moneda. Sin embargo, mientras puedas sostener la política de “engaño” tiras
para adelante. Te endeudas, monetizas, empobreces y vas pagando como puedes.
Pero los déficits públicos se trasladan a déficits exteriores dadas esas
instituciones débiles, entre ellas unas familias con escasa capacidad de
ahorro. Debes Importar capital, lo que te expone a crisis de deuda y cambiaria
exterior. Un problema de liquidez puede aparecer en cualquier momento, un
problema de solvencia suele estar detrás de la esquina. ¿Qué mantiene la
bicicleta rondando mientras tanto? Las reservas y la capacidad de confianza de
dejes en los mercados (ambos muy relacionados). Cuando la primera empieza a
escasear, la segunda desaparece súbitamente y llega el problema. Esto describe
buena parte de las crisis acaecidas en los últimos 60 años al sur del Río
Grande. Con sus diferencias está es más o menos la línea básica de todo. De
repente el país, aquejado de una elevada inflación, sangria de reservas y
tensiones sobre su tipo de cambio, tiene que intervenir. En general lo suele
hacer tibiamente o cometiendo errores, pues no quieren dar la sensación de que
la situación es tan mala como es. Pero los mercados son intratables. Ataques a
la moneda (nadie se quiere quedar pillado con una moneda que se depreciará de
forma intensa), caída de reservas y subidas de tipos para contener dicha
sangria. La cosa se complica. Cuando no hay más remedio, se asume la realidad y
se procede a hacer limpieza de desequilibrios. En muchas ocasiones el FMI, que
se creó para dar respaldos a países en estas situaciones, aunque no siempre tan
graves, durante Bretton Woods, interviene prestando dinero para restituir las
reservas (sin las cuales no hay estabilización posible salvo políticas muy
concretas) mientras exige ciertas intervenciones. ¿Cuáles? Las que suelen estar
en el origen de esos desequilibrios. La receta es muy conocida y repetida. 1.
Elimina la dominancia fiscal como parte del problema es la generación de
déficits fiscales que se traducen en externos baja G y aumenta T. Recorta
pensiones, salarios públicos, despide trabajadores de las AAPP, reforma esta,
reforma sistema fiscal, … ¿os suena?
Revisad
el Plan de Estabilización de España de 1959 y los pactos de la Moncloa del 77.
2.
Devalúa la moneda. Necesitas que esta valga lo que dice el mercado para
mantener intactas o recuperar reservas.
3. Sube
tipos de interés. Necesitas reducir inflación y evitar una debacle tras la
depreciación.
4. Sanea
cuentas del BC.
Debes
evitar la monetización y aumentar la confianza sobre la institución. 5. En
muchas ocasiones reestructuras deuda. Pero bajo la premisa de los puntos
anteriores. 6. Y reformas, muchas reformas que eleven la calidad institucional
y la confianza en un crecimiento a LP
Los
puntos 1 a 5 (me dejo alguno seguro, pero estos son los principales) se
implementan casi que por obligación o imposición de quien te ayuda (normalmente
organismos internacionales, ¿verdad Grecia, Portugal o, menos, España?) Suelen
ser medidas que conocemos y entendemos
Y aunque
hace falta voluntad política, sabemos cómo hacerlo (por eso digo que es
“fácil”). Hace falta voluntad política para hacerlo (o que te lo impongan),
pero hay un “manual”. Pero 6 es lo complicado. Una vez hecho 1-5 el plan puede
fracasar porque se acaba ahí
Lo
difícil no es por lo tanto estabilizar (1-5), sino mantener (6). Y esta es la
parte que exige más compromiso y cambio en la forma de entender la economía de
tu país y los compromisos.
Así pues,
cuando decimos que las políticas aplicadas en Argentina son ortodoxas es porque
simplemente, en su esencia, la hemos visto una y otra vez. Son siempre las
mismas y justo este año pasado explicaba en clase cuál sería el plan que habría
que implementar. Otras medias que se anunciaron no se aplicaron porque no
habrían ayudado. ¿Ha alguna particularidad de Milei? Claro. Cada crisis es
diferente. Hablaré también de ello. Pero destaco su gobernanza tan particular
como su intensidad, donde aquí recae todo ese ímpetu libertario que destila.
Pero insisto, sin 6 nada valdrá la pena, y soy escéptico. Y no por Milei. Lo
veo capaz de todo, de lo malo y de lo bueno. Lo soy porque las condiciones
políticas no son las mejores.
- La economía española pasa por varias etapas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial
-La dificultad de comparar distintas épocas, distintas magnitudes económicas, distintos sectores, y distintas realidades geopolíticas y geoconomicas con diferentes escenarios economicos
Este gráfico por ejemplo de 1975 hasta 2019 (hasta 2023 tampoco cambiaría demasiado). En dólares, x 2,3
multiplica por 2 el PIB real per cápita en 50 años, estando los últimos 20 estancado
La economía española pasa por varias etapas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial que suponen una mezcla de consecuencias de acciones propias y ajenas.
Esta gráfica, editada en X...genera debate .....
No poner los datos en contexto como el siguiente gráfico, lleva a decir cosas que se entienden diferente.
***Grafico debatible, ver con que escala logartimica se presenta-Comparar tasas de crecimiento en etapas, niveles y estructuras distintas no sirve-
Si pones una escala lineal los crecimientos en niveles altos parecen mayores que los crecimientos en niveles bajos
Una de las razones por la que es tan importante el manejo de técnicas cuantitativas (serias) en los estudios de grado de economía y empresa, es para evitar hacer este tipo de pseudo análisis de comparar números de la época desarrollista de la dictadura con los números de la democracia
El franquismo se caracteriza por unas políticas económicas lamentables, hasta precisamente los 60 donde se hacen las reformas del plan de estabilización, Se liberaliza la economía y crece a grandes ritmos por ser una economía muy pobre, típica convergencia, La época de desarrollo del franquismo coincide con una época de desarrollo a nivel internacional.
Sánchez, en el primer acto por el 50º aniversario de la muerte de Franco: «Los números son inapelables. En 1975 la renta per cápita era de 15.000€. Hoy es de 31.000€, más del doble». (Cifra actualizada en Euros,los 15000€ a los que hace referencia son Euros de 2025. Ya se ha tenido en cuenta la inflación para este dato.)
La duplicación es en euros constantes .El PIB per cápita se ha multiplicado por 26
Crecimiento del 1985 al 2005, crecimiento que también fue en la mayoria de paises europeos
Donde:
INE = Ingresos primarios recibidos del resto del mundo - Ingresos primarios pagados al resto del mundo.
Si un país tiene más ingresos por inversiones, remesas u otros pagos desde el exterior (como dividendos o intereses) que pagos hacia el exterior, la RNB será mayor que el PIB.
Si el país paga más al extranjero (por ejemplo, beneficios de empresas extranjeras operando en el país), la RNB será menor que el PIB.
Y luego es ponerlo per cápita
Dos barbaridades estos días en las redes con la actualización de rentas en el tiempo:
i) sobre cuánto costaba un piso hace 25 o 40 años, y
ii) sobre la renta per cápita que, por construcción, tiene en cuenta los precios (¿qué sentido tendría como indicador si no fuera 'real'?).
En la redes se critica a Sanchez por el dato cuando Pedro Sánchez habla de datos en euros constantes, es decir, ajustados por inflación. Cada español, de media, producía en 1975 la mitad de lo que produce hoy
España no recupera la renta per cápita de 1935 hasta 1952. ¿es posible comparar con Rusia? De que Rusia hablamos de la Rusia antes de Chernobil, la URRS o la Rusia posterior ?
Otro ejemplo de No poner los datos en contexto
En realidad la economía española despega y converge con Europa desde su incorporación a la CEE/UE
1936, el año antes el PIB per capita habia sido el 67% de los paises europeos avanzados. Cuando se murio en el 75 ese año el porcentaje fue del 75%.
A 2023 esa métrica es del 84%.
El franquismo recorto 7% en 40 años, la democracia 9% en 50.es más fácil pasar del 67% al 75% que del 75% al 84%. El pull gravitacional del catch-up effect es mayor
Ante la confusión en comparar gráficas, mejor seguir la cronología económica (autor M.Hidalgo), que refleja la realidad
1. Primera etapa (1945-1952). Periodo duro de autarquía. La economía española sale destrozada de la Guerra Civil (supone décadas de atraso económico) y el cierre económico y político debido a nuestra posición política en una Europa de posguerra no hace sino ahondar en las heridas.
España vive los peores años en décadas (y más) llegando a principios de los cincuenta con una renta Per capita que habría que retrotraerse a casi principios de siglo.
2. Aperturismo fallido (1952-1959). El enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Europa Occidental y EEUU hacen una aproximación a España. Pocos años antes nos dejaron fuera del Plan Marshall, pero el pragmatismo de la guerra fría aproxima nuestro país a occidente.
Nuestra economía hace un tímido intento de abrirse, pero sin querer sacrificar buena parte del control que el franquismo ejercía sobre toda la actividad económica.
Nuestra economía entra en una fase de mejora pero que viene acompañada por una enorme acumulación de desequilibrios.
La resistencia del franquismo a liberalizar la economía en los 50s lega a su fin ante la realidad. En 1959 sufrimos un “rescate”, con un Plan de Estabilización impuesto y que supone buscar la eliminación de desequilibrios mediante devaluación, apertura y reformas (os suena???).
3. Desarrollismo 1959-1973. España se abre a la economía internacional. A partir de ahora nuestra economía no será ajena a los ciclos internacionales y europeos. La estabilización y reformas, el aperturismo y la tecnocracia del nuevo gobierno ayudan a mejorar una economía que tiene mucho margen de mejora.
El campo expulsa trabajadores gracias a su tecnificación. Estos o van a la ciudad a trabajar en la industria o servicios (turismo) o se van al extranjero al no estar preparada nuestra economía para absorber tanto trabajador.
La productividad sube y la economía crece a ritmos“Chinos”.
Ganamos divisas gracias a la emigración y el turismo.
Crecemos y mucho y convergemos a una Europa que también vive una década dorada. No somos una excepción. Hacemos lo mismo pero como veníamos de más atrás, lo hacemos más intensamente.
4. Todo tiene su fin (1973-1984).
El mundo entre en crisis por el shock del petróleo en otoño del 83. Aquí tuvimos mucha mala suerte. Se sumaron dos grandes crisis en el mismo tiempo, económica y política.
España llegaba a la crisis con una economía muy diferente a la de 1959 pero que había acumulado enormes déficits, sobre todo en eficiencia. La industria, debido aún a las enormes regulaciones y controles del franquismo no soportaría el shock del 73 como en otros países (algo que supuso en los primeros años de los 80 la famosa reconversión)
De nuevo nos imponen el ajuste (larga tradición española está de hacer reformas impuestas) y aprobamos los Pactos de la Moncloa como requisito económico para una nueva etapa.
Se moderniza el sistema fiscal, se desregula, se abre la puerta a la reconversión que luego desarrollaría los gobiernos de principios de los 80s,… y todo ello en medio de un segundo shock iniciado en 1979.
5. 1984-1992. Solo estas reformas y el cambio de ciclo en 1983-84 en EEUU y Europa nos sacan del hoyo.
Nuestra entrada a la entonces CE nos permite iniciar una fase de crecimiento no conocida desde hacía casi una década y media. Crecimiento que también vendría acompañado, como es usual, por la acumulación de grandes desequilibrios y que se convierten en la antesala de la recesión
1993-2008. La caída del SME, la crudo del petróleo derivado de la invasión de Kuwait y la acumulación e desequilibrios junto con el fin de las grandes obras nos llevan a una fugaz crisis de la que salimos rápidamente e iniciamos una fase de crecimiento cabalgando sobre un ciclo económico internacional positivo.
La incorporación al euro exige, una vez más, de reformas impuestas.
Nuestro plan de convergencia da sus frutos y entramos en el selecto grupo del euro.
Sin embargo, los tipos bajos, la inflación elevada y el acceso a unos mercados de capitales fomentan y alimentan un boom inmobiliario de consecuencias conocidas. Su estallido nos lleva al mayor ajuste económico conocido en tiempos recientes, lo que nos lleva, a su vez, alimentan enésimo ajustes impuesto desde el exterior
Los historiadores económicos son prácticamente unánimes: el crecimiento económico con Franco estuvo muy por debajo del potencial que hubiéramos tenido nos hubiéramos asimilado antes al resto de países de Europa. El franquismo retrasó nuestra convergencia y dejó profundas huellas que, en casos como el del mercado de trabajo, nos siguen lastrando a día de hoy.
Que el PIB per capita en España (en precios constantes) haya crecido de forma considerable, sobre todo desde la entrada en la UE en 1986, está fuera de duda.
El problema es su estancamiento desde 2007. Y lo más preocupante es que no hemos sabido aprovechar los Fondos NextGenerationEU para revertir esta situación.
--Datos positivos:
December PMIs are out and nothing new, Spain continues to power ahead a cut above the rest.
-Deuda pública:
- 1976: 9% del PIB.
- 2023: 105,1% del PIB.
- Media UE: 84%.
Deuda España 1.679.672.474.373 € total | 35.276 € por habitante | 112,1% del PIB | 09/01/2025
La deuda limita la inversión futura. España está muy por encima del umbral sostenible del 60%
-Déficit público en España:
- 1976: 0,4% del PIB.
- 2023: 4,1% del PIB.
- Media UE (2023): 3,4%.
-Tasa de paro:
- 1976: 3,74%.
- 2023: 11,7%.
- Media UE: 6%.
España tiene el doble de desempleo que la UE.La tasa de paro juvenil es de las mas altas de Europa (del 30% ahora un 26 %-28 %)-La tasa de paro juvenil de España es el doble que la media mundial · Se mantiene en un 26,6% mientras la OIT reduce la global al 13%.
Industria:
- 1976: 36% del PIB.
- 2023: 14,1%.
- Media UE: 18%.
La desindustrialización reduce competitividad y empleos de calidad
Índice de Producción Industrial (IPI) que ha publicado@es_ine
En el mes de noviembre cayó un -0,4% en tasa anual en la serie corregida de efectos estacionales y de calendario.
En el gráfico (línea marrón) se observa el prolongado nivel de estancamiento del IPI.
EL SECTOR ESPAÑOL DE BIENES DE EQUIPO.
El sector de bienes de equipo tuvo una caída anual de producción en noviembre del -2,8 % (corregido). Como es sabido, los bienes de equipo es uno de los sectores que más tecnología incorporan y, por tanto, en los que se debe poner más el foco si queremos transitar hacia un nuevo modelo productivo basado en las exportaciones de productos de alto nivel tecnológico.
https://www.ine.es/dyngs/Prensa/es/IPI1124.htm
https://www.youtube.com/watch?v=T_RtCP_birY&t=3s
Productividad
La productividad es el nivel de outputgenerado con un determinado nivel de inputs. Una combinación o gestión óptima de los recursos (inputs)
significa más eficiencia, llevará a una mayor productividad y, en
última instancia, permitirá la creación de una mayor riqueza.
El
trabajo es uno de los factores productivos más importantes y la relación
de la cantidad del factor trabajo utilizado para generar una unidad
de PIB es la más ampliamente empleada para medir la productividad. El
indicador elaborado por Eurostat que divide el PIB de una economía
entre las horas trabajadas (la llamada productividad aparente del
trabajo) expresa el valor creado por unidad de trabajo utilizado (hora
de trabajo), y es más preciso que las medidas que relacionan el outputcon el número de trabajadores.
El
problema de esta medida es que se puede ver contaminada por varios
elementos. Por ejemplo, si una economía dota de más capital a sus
trabajadores, estos producirán más y la productividad aparente del
trabajo subirá. Pero este aumento de productividad será debido a la
acumulación de capital, no a que estos trabajadores, a igual capital y
resto de condiciones, sean más productivos. Para evitar esta confusión,
aparece el concepto de la productividad total de los factores (PTF).
Esta variable captura el aumento de la producción que no es debido a un
aumento de la acumulación de otros factores de producción, como pueden
ser el capital, el trabajo, etc. Es una medida más limpia de
productividad pero más difícil de medir, puesto que no es directamente
observable.
El crecimiento promedio de la economía española en 2014-2019 fue del
2,4% en términos reales, que se desglosa en un crecimiento del factor
trabajo del 1,6%, del 0,5% para el factor capital y de solo el 0,3% en
el caso de la PTF
Si nos centramos en la productividad aparente del trabajo de España,
métrica para la que existen datos más recientes que para la PTF, su
crecimiento promedio entre 2014 y 2022 en términos reales fue del 0,3%,
inferior al 0,9% del conjunto de la UE
¿Qué explica estas diferencias? Una de las claves de la productividad
radica en la calidad del capital humano de una economía. Los
trabajadores con un nivel educativo más alto y técnicamente más
cualificados son más productivos
Por otro lado, un aspecto clave para la productividad es el tamaño de
las empresas. En España, el nivel de productividad de las grandes
empresas es más del doble que el de las microempresas. Sin embargo, el
peso de las empresas de tamaño mediano o grande en la economía española
es menor que en otros países. En España, alrededor del 35% de la
ocupación está en empresas de más de 50 empleados, una proporción que se
sitúa en el 66% en Alemania. España necesita potenciar más el
crecimiento de sus microempresas y pymes. https://www.caixabankresearch.com/es/economia-y-mercados/actividad-y-crecimiento/productividad-espana-mucho-trecho-mejorar
I+D
El porcentaje del PIB asignado a investigación y desarrollo
(véase el quinto gráfico) es en España del 1,3% del PIB, claramente por
debajo del promedio del 2,0% en la eurozona.
Clase media:
- 1976: 56% de la población.
- Hoy: 38%.
La clase media española ha encogido y se aleja de la fortaleza de países como Alemania o Francia, donde supera el 50% .Lo sueldos y la produccutividad, la imposible competencia contra China y su estado industrial.
- Otros datos difíciles de comparar
Población reclusa:
- 1976: 8.440 internos.
- 2023: 55.160.
Población en 1976: 36 millones Población en 2024 49 millones
Proyección internacional:
- Antes éramos 9ª potencia mundial.
- Hoy somos la 14ª, pero la competitividad y la inversión extranjera están por debajo de la media europea
--Datos debatibles
Carga
fiscal (Impuestos):
- 1976: Sin IVA ni IRPF.
- Hoy: Impuestos sobre la renta, consumo y patrimonio.
- España recauda un 39% del PIB en impuestos frente al 41,7% de la UE.
Pero la presión fiscal sobre las clases medias es mayor que la media
europea
--Otros datos
El diferencial de renta entre EEUU y España no ha hecho más que aumentar
Es vital analizar que esta pasando en nuestro país desde 2005, las buenas señales, las falsas señales, las señales mixtas, entiendo que la desindustrialización, el no poder competir contra china, la burocracia europea y falta de respuesta en politica industrial...marca el futuro
El precio del gas de referencia europea cotiza próximo a 50€/megavatio, el doble que hace un año. Las reservas son suficientes para pasar este invierno, pero con estos costes la competitividad de la industria europea empeora
La volatilidad de los precios energéticos (especialmente el del gas natural) tiene visos de convertirse en permanente y hundir la industria europea
Con las repercusiones actuales del freno alemán
Elevado endeudamiento público, débil crecimiento potencial y déficit de inversión son tres debilidades de la eurozona. Las nuevas normas fiscales, para ser eficientes, deberían integrar estas tres dimensiones
La mejora sustancial de la productividad en la economía española exige
poner el énfasis, entre otras palancas, en la educación, el tamaño
empresarial y la innovación
Pd
todos estos datos comparativos, todas estas gráficas sin una
explicación mas detallada, solo consiguen confundir , repasar la
historia economía desde 1936, requiere profundizar en muchos libros de economía .en este blog hay bastantes artículos referentes a la economía de España
Volviendo al caso comparativo España democracia VS etapa franquidsta
En parte duro tanto el franquismo, porque a EEUU le intereso que España se abriera al exterior ,dejando a cambio tener aqui sus bases y asi siendo un contrapeso con la URSS, si España hubiese derivado al comunismo, antes del 36 el nivel de alfabetización era bajo , antes del 36 los conflictos entre partidos republicanos eran continuos, conflictos muy graves.
En la coyuntura de 1946 es donde el
régimen saca a relucir precisamente esa política de “aguantar la
presión”, de resistencia como principal propósito que ya advertía
Carrero Blanco. Lo cierto es que el Caudillo supo entonces utilizar la
carta del miedo a la intervención extranjera, la guerra civil y el
nacionalismo, reforzándose hacia dentro, en contra del objetivo de
conseguir la caída del dictador para una transición pacífica los
sectores liberales y monárquicos estrecharon lazos con el régimen.
Es
a partir del crucial año 1946 que las posturas empiezan a cambiar y la
estrategia planteada por Carrero Blanco comienza a aflorar. En 1947, con
la entrada en juego de la Doctrina Truman, las consideraciones en los
Estados Unidos sobre el papel que puede jugar Madrid cambian pues el
Pentágono observa el valor de una España anticomunista, estable
políticamente y con un gran valor estratégico en términos militares. Las
tesis de Carrero Blanco se confirman
El Plan de Estabilización de 1959 es la cesura fundamental de
nuestra historia contemporánea. Sin el abandono de las políticas
autárquicas e intervencionistas que arrastrábamos de largo y que habían
sido llevadas a su paroxismo más absurdo por analfabetos económicos como
los Suanzes y Girones de la dictadura, nada de lo que luego vino
hubiese sido posible.
No es pues, un accidente, que cada vez que voy por Madrid compre
cualquier libro que trate con tales acontecimientos. El cambio de paso
de la política económica de Franco, aunque ex post muy obvio, no era
algo tan predeterminado como la historiografía defiende. La vía “cubana”
del franquismo, el doblar ante las dificultades económicas la dosis de
irracionalidad que nos había llevado hasta nuestros pesares en primer
lugar, era algo concebible e incluso posible si el balance de fuerzas
entre las distintas familias del régimen hubiera sido ligeramente
distinto. La pesadilla de un Girón de Velasco victorioso, que en vez de
ser recordado como un fantoche ridículo se hubiera convertido en el
enterrador de nuestro desarrollo, vuela de manera aterradora.
Se explica entonces mi indudable alegría al ver, en mi último viaje en junio, una biografía de López Rodó
por Antonio Cañellas Mas. Desde la Secretaria General Técnica de la
Presidencia del Gobierno, López Rodó dio alas a Navarro Rubio y
Ullastres, que ocupaban los ministerios económicos en ese momento clave
de 1959. Sin su presencia, el apoyo de Carrero al Plan hubiera sido
mucho menos firme. Luego, como Comisario del Plan de Desarrollo, López
Rodó supervisó buena parte de la política industrial que de manera tan
decisiva habría de marcar la crisis de los 70 en España. Una biografía
de López Rodó parecía llenar un hueco un tanto incomprensible de nuestra
historiografía nacional más preocupada en luchar las guerras de
nuestros abuelos que en la creación científica. Pues si resultaba
increíble la ausencia de una biografía académica de López Rodó, ¿cómo no
lo es incluso más la ausencia de biografías de Navarro Rubio o
Ullastres? ¿Cómo no puede haber un estudiante de doctorado ambicioso
escribiendo sobre ellos?
La lectura del libro ha sido, sin embargo, decepcionante. Hay
problemas más generales: la prosa es pesada y aburrida, la narrativa
demasiado llena de temas secundarios como el desarrollo del
conservadurismo en la Cataluña del siglo XIX y XX que son atacados de
manera demasiado ligera para añadir nada nuevo al que ya conoce del tema
e inútiles para los que no son unos expertos en ellos y las ausencias
demasiado obvias como para merecer la pena repetirlas aquí en detalle.
Más en concreto, y eso es lo que nos interesa aquí, el tratamiento de
todo lo relacionado con la política económica del segundo franquismo es
superficial, cuando no sencillamente erroneo. El autor, que no se
encuentra cómodo con esta faceta de la vida de su personaje, solo aspira
a cubrir el expediente y saltar a temas como la concepción del derecho
de López Rodó o su relación con López Amo
que le atraen más. Uno termina la lectura del libro sin saber nada
nuevo ni del Plan de Estabilización ni de los Planes de Desarrollo.
Sin embargo, y quizás esto sirva para matizar la negatividad de mi
anterior párrafo, Cañellas Mas nos ofrece un retrato mucho más completo
de López Rodó que el que teníamos anteriormente y con ello el lector
mejor equipado con conocimientos de historia económica puede aventurarse
en su propio ejercicio de reintepretación.
En mi caso mis conocimientos previos al respecto se basaban en tres
fuentes: (desde la izquierda) un viejo libro del inolvidable Víctor Alba sobre los conservadores en España, (desde la derecha) un capítulo de García Escudero
en un libro también sobre los políticos conservadores españoles (sí,
sí, el instructor de la payasada del 23-F, el mundo es un pañuelo) y los
cuatro volúmenes de las memorias de López Rodó, que aunque no leídas en
detalle, sí que había ojeado con cierta calma.
Fundados en estas lecturas, mi impresión de López Rodó (y que en
buena medida coloreaba la de otros tecnócratas) era la de un miembro de
la burguesía de Barcelona, autoritario y anti-liberal, pero más
preocupado con la eficiente gestión de la política económica que con
ningún fundamento doctrinal, alguien que entendía que el mundo había
cambiado y que la dictadura debía adaptarse a estos cambios sin
enzarzarse en demasía con la coherencia interna. Sus reformas
administrativas o su defensa de la monarquía serían, en este esquema,
unos pasos más en este proceso de adaptación hacia posiciones más
moderadas.
Su estrecha relación con Carrero y con Fernández de la Mora o su participación en la preparación de la Ley Orgánica del Estado
deberían haber sido señales que está interpretación mía (y creo que la
de muchos comentaristas) era errónea pero, en este caso, fueron señales
perdidas.
El trabajo de Cañellas Mas nos revela, en contraste, un López Rodó
profundamente comprometido desde su juventud en un proyecto estatal
autoritario de corte neo-tradicionalista. Lejos de ser el tecnócrata de
tibias inclinaciones democráticas intentando arreglar los desaguisados
del régimen, viñeta que García Escudero o López Rodó mismo en sus
memorias intentan transmitirnos, López Rodó elabora una completa (y
compleja) teoría del estado en la que las libertades democráticas no
tienen cabida. La modernización económica, lejos de ser un objetivo por
si misma (o, más apologéticamente, una precondición para una
liberalización futura), es únicamente un instrumento para apuntalar la
dictadura en el largo plazo.
La relación y amistad de López Rodó con Marcelo Caetano, que venía
desde los 40 cuando nuestro futuro ministro visitó Coimbra, es prueba
contundente de una afinidad ideológica con una manera de hacer política
que poco tenía que ver con la de falangistas reconvertidos como
Fernández Miranda o Fraga ni, por supuesto, con la de los monárquicos
"de toda la vida" como Areilza. Que Fernández Miranda o Fraga jugaran un
papel importante en la transición mientras que López Rodó quedase al
margen, no es fruto del caso MATESA. Es algo que viene mucho más de
lejos y que Cañellas Mas no parece apreciar. Mientras que el falangismo
tenía, gracias al germen modernista que compartía con otros fascismos
europeos, la posibilidad de evolución ideológica, el neo-tradicionalismo
del grupo Arbor era un camino sin retorno por mucho que se disfrazase
de tecnocracia.
Quizás el momento más revelador del libro al respecto de esta visión
neo-tradicionalista es la cita de una carta de Fernández de la Mora (al
que se podrá acusar de muchas cosas pero no de haber sido incoherente en
sus principios) en la que este reprocha a López Rodó, con fuertes
palabras, el distorsionar en sus memorias su comportamiento a lo largo
del tiempo y el intentar blanquear su imagen a posiciones más aceptables
en los años 80. Fernández de la Mora tiene toda la razón: el proyecto
tecnocrático de López Rodó era autoritario en su esencia misma. Los
intentos posteriores de blanquear el pasado, por López Rodó y muchos
otros, se revelan así como meras imposturas intelectuales.
¿Cómo influye tal fundamento en la política económica del
tardo-franquismo? ¿Qué podemos aprender que cambie nuestra visión de
aquellos tiempos y de los actuales?
En un post anterior
hablaba sobre la esencia autoritaria del proyecto político de López
Rodó. En vez de ser un técnico apolítico preocupado por la eficiencia,
López Rodó entendía la modernización del Estado y de la economía como
instrumentos fundamentales en la supervivencia de la dictadura en el
marco de una concepción neo-tradicionalista.
Lejos de ser un detalle de interés para los historiadores, esta
visión más compleja de López Rodó nos sirve para entender muchas cosas
mejor. Dejo para otros las discusiones sobre cómo esto afecta a la
manera en la que pensamos acerca de la finalización del andamiaje
institucional de la dictadura o de las luchas sucesorias (en especial
relacionadas con el caracter de la monarquía que habría de venir), no
por no ser intrigantes sino por caer fuera del propósito de este blog y
de la inclinación de nuestros lectores. Hoy me centraré solo en las
consecuencias para la política económica.
El Plan de Estabilización de 1959 había comenzado un proceso de
reformas de nuestra economía. En vez de cerrarnos al exterior y
desconfiar del mercado, como llevábamos haciendo desde el viraje
proteccionista de la restauración (y alguno podría argumentar, desde
Felipe II), España apostó por una modernización económica “ortodoxa”:
apertura al exterior, control de la inflación, eliminación de controles e
intervenciones, etc. A todos aquellos que dudan acerca de las ventajas
de este tipo de programas siempre les recuerdo que lo que le pedimos a
muchos países extranjeros es solo lo que nos pidieron a los españoles en
1959 y que no nos fue tan mal. Muchos de los que se indignan con el FMI
le deben al mismo buena parte de su prosperidad actual.
Sin embargo, el intervencionismo del régimen pronto volvió y los tres
Planes de Desarrollo (junto con la Comisaria del Plan dirigida por
López Rodó) fueron, uno cada vez más que el anterior, pasos hacia atrás.
El dirigismo de los mismos, con cosas tan truculentas como las famosas
acciones concertadas (con monumentos a su estulticia que veo cada vez
que paso por Mieres), no solo fue un fracaso sino además la semilla de
los profundos desequilibrios (industriales, energéticos, etc.) a los que
se enfrentó España en los años 70 y que condicionaron la política
económica de la transición con consecuencias que perduran hasta hoy en
día.
Mi interpretación de los Planes de Desarrollo (de nuevo, por reiterar
mi queja en el post anterior acerca de las prioridades de nuestra
historiografía, en ausencia de monografías más detalladas) siempre había
sido que estos habían surgido por una mezcla de simple copia del
ejemplo francés, un deseo de seguir las prácticas preconizadas por
muchos economistas internacionales de desarrollo del momento (a fin de
cuentas López Rodó había prologado la traducción de Rostow
al castellano) y por el mero juego de los grupos de presión que querían
obtener tajada de los suculentos créditos y desgravaciones fiscales
asociados a los Planes.
La revaloración de la figura de López Rodó me hace pensar que la
predisposición del régimen y de los tecnócratas a estos pasos regresivos
era mucho más profunda que la mera confluencia de circunstancias. López
Rodó probablemente apoyó el Plan de Estabilización más basándose en sus
afinidades ideológicas y religiosas con Navarro Rubio y Ullastres que
por convencimiento. Nada en su trayectoria profesional anterior nos hace
sospechar que hubiese pensando en detalle sobre economía y dedicarse al
derecho administrativo no suele hacerle a uno enemigo del estado. Es
esclarecedor, en mi opinión, que en sus voluminosos cuatro volúmenes de
memorias, López Rodó solo le dedique 11 páginas al Plan de
Estabilización y que deje traslucir ciertas distancias con Navarro Rubio
que luego cristalizarían con la disputa de si la Comisaria del Plan
debería o no localizarse en Hacienda.
Todo esto me lleva a la conclusión que, en la visión
neo-tradicionalista de López Rodó de la acción política, un plan de
desarrollo intrusivo y arbitrista era una conclusión lógica, no una
elección coyuntural. Quizás el ejemplo más disparatado de este
arbitrismos fue un informe que elaboró para Carrero para llevar
inmigrantes españoles a Guinea Ecuatorial y el Sahara para “nacionalizar
ambos territorios” (en otras palabras, conseguir una mayoría blanca o
al menos una minoría importante) mientras recomendaba mentir a las
Naciones Unidas al respecto de los verdaderos planes del gobierno. ¿Qué
más me queda añadir sobre el tema?
En estos arbitrismos está la contradicción básica de la tecnocracia a
la que se refiere el título. En tanto que las reformas económicas
consiguieron que España creciera, la modernización social hizo imposible
el mantenimiento de las estructuras autoritarias que López Rodó quería
conservar. Y por su falta de convencimiento interno acerca de las
virtudes de una política económica plenamente ortodoxa, López Rodó
contribuyó a crear buena parte de los problemas económicos de los
españoles en los 70. Lo que funcionó bien fue contra sus principios, lo
que no funcionó solo nos trajo problemas.
Lo más triste es que el mismo López Rodó nunca pareció entender las
contradicciones de sus posturas y del rotundo fracaso de su visión de la
política. En fecha tan tardía como 1982 aún defendía fórmulas de
representación corporativista como la del Senado de Baviera,
una cámara que por aquel entonces hacia mucho tiempo se había
convertido en una inmensa pérdida de tiempo y de la que los Bávaros
finalmente se libraron en 1999 (el senado irlandés, el último residuo en Europa de este corporativismo, va por el mismo camino).
¿Qué es lo que todo esto nos enseña sobre la situación actual? Más
que nada a desconfiar de aquellos que reforman más por necesidad o por
moda que por convicción. Las contradicciones de las medidas asumidas por
obligación terminan por imponerse y al final, lejos de resolver
nuestros verdaderos problemas, solo abrimos la puerta a otros nuevos.
Sinceramente, creo que esta es la mejor descripción de la acción del
gobierno desde 2007: reformar por necesidad y no por convencimiento.
Esto tiene que cambiar. Pongamos a mandar gente que se crea de verdad
nuestros retos del futuro y las reformas que España necesita.
Pd
todos estos datos comparativos, todas estas gráficas sin una
explicación mas detallada, solo consiguen confundir , repasar la
historia economía desde 1936, requiere profundizar en muchos libros de economía .en este blog hay bastantes artículos referentes a la economía de España
Para los que se preguntan porque duro tanto el franquismo.....
Los llamados Pactos de Madrid de 1953 fueron tres «acuerdos ejecutivos» (agreements) firmados en Madrid el 23 de septiembre de 1953 entre Estados Unidos y España, que entonces vivía bajo la dictadura del general Franco.
Según los mismos se instalarían en territorio español cinco bases
militares estadounidenses a cambio de ayuda económica y militar. Para el
régimen franquista supusieron, junto con el concordato con la Iglesia católica
firmado un mes antes, la integración definitiva en el bloque occidental
tras el aislamiento que había padecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial por su vinculación con las potencias del Eje. El gobierno español recibió otras ayudas conocidas como "ayuda americana".
Los que serían llamados Pactos de Madrid constaban de tres acuerdos: el
primero se refería a los suministros de material de guerra que Estados
Unidos iba a proporcionar a España; el segundo se ocupaba de la ayuda
económica, que incluía la concesión de créditos; el tercero, y más
importante, era el que se refería a la ayuda para la defensa mutua, que
consistía en el establecimiento de bases militares estadounidenses en
territorio español, y por el que el gobierno español se obligaba a
aportar «al desarrollo y mantenimiento de su propio poder defensivo y el
del mundo libre... la plena contribución que le permitan su potencial
humano, recursos, instalaciones y condición económica general», todo
ello «en la medida de su estabilidad política y económica», lo que
constituía una garantía del apoyo de los Estados Unidos al régimen franquista.
En noviembre de 1947 Estados Unidos se oponía con éxito en la ONU a una nueva condena del régimen de Franco y a la imposición de nuevas sanciones.
El proceso de «rehabilitación» del régimen franquista se completó formalmente en 1950, después de que en junio de ese año estallara la guerra de Corea, la primera gran confrontación de la «guerra fría». Nada más conocerse la noticia de la invasión de Corea del Sur por Corea del Norte,
el gobierno español se apresuró a enviar una nota al gobierno
estadounidense en la que decía: «España desearía ayudar a Estados Unidos
a detener el comunismo enviando fuerzas a Corea».
El interés de Estados Unidos por España se centró en su valor geoestratégico, pues además de «controlar el estrecho de Gibraltar,
el territorio peninsular podía servir también de base de retaguardia
para el dispositivo militar estadounidense en Europa, mientras que las islas Canarias ocupaban una privilegiada situación en el control de una extensa área del Atlántico y del África noroccidental
La compensación económica que recibió España de Estados Unidos entre
1953 y 1963 fue de algo más de 1500 millones de dólares, básicamente
créditos gestionados por el Export-Import Bank para comprar productos
estadounidenses, fundamentalmente alimentos, algodón y carbón. La ayuda
militar fue de 456 millones en material de guerra de segunda mano, que a
pesar de ello sirvió para modernizar las Fuerzas Armadas durante la dictadura franquista, que seguían utilizando armas italianas y alemanas de la guerra civil española. Sin embargo, el gobierno estadounidense impuso limitaciones para su uso, limitándolo al puramente defensivo.
Stanley G. Payne:
«No hay duda de que esta relación fortaleció la imagen del Régimen en
el interior del país y en el exterior. Martín Artajo afirmó que éste era
el reconocimiento por parte de Estados Unidos de que la postura de
Franco había sido la correcta desde el principio
El principal beneficio de los Pactos fue político, ya que gracias a
ellos el régimen franquista abandonó definitivamente el aislamiento
internacional que había padecido desde 1945
El Franquismo y las bases militares de los Estados Unidos
Los acuerdos alcanzados en 1953
entre España y los Estados Unidos para el establecimiento de bases
militares estadounidenses fueron el fruto de años de avances en los que
la diplomacia franquista consiguió romper el aislamiento internacional y
salir del ostracismo. Pero si algo marco el desarrollo de esta
posibilidad de apertura fue el cambio de la situación internacional por
la Guerra Fría. Desde el momento en que el Eje empezó a dar muestras de
agotamiento en 1943 el régimen franquista comenzó a distanciarse de las
fuerzas fascistas. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial Franco ya
buscaba abiertamente un acercamiento a los Estados Unidos como potencia
dominante en Occidente. Sin embargo, antes de que pudiera materializarse
ese horizonte la diplomacia española necesitó buscar otros apoyos en Iberoamérica y el mundo árabe.
La posguerra mundial
En
agosto de 1945 el Almirante Carrero Blanco, hombre de confianza de
Franco, escribía su "nota sobre la situación política", en el contexto
del fin de la Segunda Guerra Mundial. La valoración de Carrero Blanco
sobre la situación política internacional fue en líneas generales
acertada pues fue capaz de prever algunos de los ejes fundamentales
sobre los que pivotaría la posguerra; estos son el enfrentamiento entre
bloques de la Guerra Fría y el advenimiento de la política social ante
el peligro del comunismo, aunque falló en mencionar un punto esencial
que lastraría al Franquismo: la descolonización, una política en la que
destacaría por su inmovilismo y errores. El documento se escribió a la
luz de la declaración de Potsdam, donde los líderes de los países
vencedores establecieron los términos de la rendición del Imperio
Japonés. En dicho declaración, de julio de 1945, se hace alusión a la
cuestión española en los siguientes términos:
«Nuestros tres gobiernos [el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Soviética] creen que tienen el deber de señalar que no apoyarán una solicitud de admisión [a la futura Organización de las Naciones Unidas, que sería fundada oficialmente en octubre de 1945] que
sea presentada por el actual gobierno español, el cual, habiendo sido
establecido con el apoyo de las potencias del Eje, no dispone, por razón
de sus orígenes, de su naturaleza, de sus antecedentes y de su estrecha
asociación con los estados agresores, de los títulos necesarios para
justificar su ingreso».
Sin
embargo, a pesar de esta dura declaración el Almirante interpretó
correctamente que la cuestión de fondo de las alusiones a España atendía
a los distintos momentos de la guerra; pues las concesiones a los
soviéticos por británicos y estadounidenses no llegaron a ser
fundamentales. Sí, suponía empujar al régimen al ostracismo al
vincularlo con el Eje y negarle su entrada en el futuro organismo
internacional, pero eran concesiones enmarcadas en las negociaciones de
paz del teatro del Pacífico, donde los angloamericanos querían el
fundamental apoyo soviético para forzar la rendición de los japoneses.
Aunque
es cierto que la valoración de Carrero Blanco es demasiado optimista en
los beneficios que supondría para el régimen este nuevo escenario,
ignorando cuestiones fundamentales como el peso de la memoria colectiva
por la guerra, las ofensas del Franquismo por su abierto
colaboracionismo con las potencias del Eje y la importancia de la
opinión pública. Esto se puede ver reflejado en que la interpretación
sobre las relaciones internacionales es profundamente realista,
estableciendo los intereses “fríos” como única consideración que tienen
los Estados, ignorando otros factores y cálculos que podían hacer las
potencias vencedoras. Llega a decir que los intereses son “el único
motor de las relaciones internacionales”.
Este
punto es bastante significativo, pues la propia dictadura de Franco
establece como primera prioridad de su política exterior la
supervivencia del régimen y establece necesario para ello ejercer toda
la represión interna que sea necesaria. Es decir, aquí podemos ver sin
lugar a duda que hay mucha más allá de los “fríos intereses”, pues cabe
preguntarse en primer lugar: ¿los intereses de quién? Efectivamente en
el caso de España el interés de una clase que quiere mantener su idea de
nación, su ostentación del poder y perseverar en el resultado de la
guerra civil y el orden resultante gobernado por el ejército, la
Iglesia, los terratenientes y otro grupos de la derecha.
Además,
a pesar de estas valoraciones el régimen, quizá porque sobrevaloró su
posición negociadora, no actuó en consecuencia con las tesis que se
marcó, pues no rompió de manera consecuente con los elementos fascistas.
De hecho, acogió y dio refugio a muchos oficiales del Partido Nazi u
otras figuras colaboracionistas como el belga Léon Degrelle; tampoco
rompió el pacto de amistad con la Alemania Nazi. En este último es
probable que Francisco Franco esperara una pronta recuperación de
Alemania y con esto obtener algún tipo de favor por su lealtad, lo cual
se demostró como un mal cálculo. Los intentos de beneficiarse de una
neutralidad que nunca se observó estrictamente, como se demuestra en la
crisis del wolframio, tuvieron un éxito escaso pues, mientras Europa se
reconstruía, España vivió sus años de mayor autarquismo económico. Cabe
recordar que España llegó a jugar con la entrada en la contienda en
1940-1941, algo que no olvidaron los Aliados, por mucho que se hicieran
gestos como la ruptura de relaciones con el Japón imperial.
La
cuestión social si sabe valorarla bien y la resalta como punto
fundamental tomando nota de la victoria laborista en Reino Unido, dice
explícitamente: “concediendo a lo social la máxima importancia”. Este es
uno de los puntos desde los que articula la nueva imagen del régimen,
dejan atrás las ideas totalitarismo del fascismo se apuesta por el
conservadurismo clásico, el anticomunismo, el monarquismo y el
catolicismo, donde se insertó el discurso social de la Iglesia. Pero hay
un punto fundamental que el régimen no supo captar inicialmente como
parte del nuevo paradigma que se abría con el final de la Segunda Guerra
Mundial, la cuestión colonial. La ausencia de referencias a un tema que
será de tanta trascendencia para España, aunque posteriormente sería
abordada, muestra una falta de perspectiva.
También
se puede ver como Carrero Blanco sobrevaloró la pugna interna del
bloque anglosajón entre Estados Unidos y Reino Unido por la amistad de
España, pues por mucho que no desearan una España comunista, cosa poco
probable, el país tampoco contaba con la fuerza económica para buscar
los términos más favorables. Al igual que el almirante era capaz de ver
que las potencias anglosajonas “ante el convencimiento, o aún el temor,
de que cualquier intento de cambio conduciría a esto [el peligro
comunista], acabarán dejando que el régimen actual se desarrolle en
paz”, las mismas potencias también supieron calcular que mientras
dejarán que el régimen se desarrollase en paz no existía ningún peligro
de comunismo y por lo tanto ninguna necesidad de subsidiar su economía
con planes Marshall. Fue España la que terminó por aceptar las
condiciones que le imponía Estados Unidos.
Es
de resaltar por otro lado la ausencia de Francia en el análisis de
Carrero Blanco, pues inicialmente la competencia no se dio entre Reino
Unido y Estados Unidos, sino entre las dos potencias europeas, pues esta
era zona tradicional de influencia franco-británica.
Mientras Reino Unido apostaron por una posición cautelosa y por
integrar a España en su esfera de influencia como parte de sus esfuerzos
por mantener el Imperio, Francia tuvo desde un inicio una postura más
favorable a los republicanos como medio para defender sus importantes
intereses económicos en España, así como el acceso a sus colonias en
África. Es decir, en la inmediata posguerra Franco contó con activos en
su favor, tanto geopolíticos como económicos, pues el país era vital en
algunas aspectos económicos y comerciales para una Europa devastada tras
la guerra que necesitaba reconstruirse, por lo que no podían permitirse
sanciones y menos el riesgo de una nueva guerra en la península que
solo beneficiaría a los comunistas. Pero estos factores que ya señala
Carrero Blanco no evitó que la política interna francesa diera
sobresaltos a la posición española, especialmente en 1946 con el cierre
de la frontera e invitando al intervencionismo.
Guerra Fría y anticomunismo
En
la coyuntura de 1946 es donde el régimen saca a relucir precisamente
esa política de “aguantar la presión”, de resistencia como principal
propósito que ya advertía Carrero Blanco. Lo cierto es que el Caudillo
supo entonces utilizar la carta del miedo a la intervención extranjera,
la guerra civil y el nacionalismo, reforzándose hacia dentro, en contra
del objetivo de conseguir la caída del dictador para una transición
pacífica los sectores liberales y monárquicos estrecharon lazos con el
régimen.
Es a partir del crucial
año 1946 que las posturas empiezan a cambiar y la estrategia planteada
por Carrero Blanco comienza a aflorar. En 1947, con la entrada en juego
de la Doctrina Truman, las consideraciones en los Estados Unidos sobre
el papel que puede jugar Madrid cambian pues el Pentágono observa el
valor de una España anticomunista, estable políticamente y con un gran
valor estratégico en términos militares. Las tesis de Carrero Blanco se
confirman. Pero por otro lado no hubo ninguna competencia por la amistad
de España, sino un cambio de los intereses y enfoque de las distintas
potencias, algo que quizá no pudo captar porque no imagino un Washington
tan dominante en Europa. Esto llevó a que cuando los Estados Unidos se
inclinó a apostar por España los europeos (Reino Unido y Francia)
bloquearon cualquier tentativa de una integración expresa de España al
bloque Occidental por temor a perder peso en la Alianza, subsidios del
Plan Marshall y una estrategia para la defensa frente a la URSS
contraria a sus intereses. “El advenimiento de la Guerra Fría y el
establecimiento de un orden bipolar, donde los Estados Unidos pasaban a
liderar el bloque occidental y la contención al comunismo hizo que
Washington subrayara el valor estratégico (...) comenzara a abandonar la
perspectiva casi exclusivamente ideológica con la que había enfocado el
tema de sus relaciones con Madrid, por un análisis en el que primaban
los aspectos geo-políticos y militares.”
El
Franquismo tuvo que esperar hasta 1950 para ver los frutos de su
política de resistencia a cualquier cambio. Con los revulsivos de la
revolución china y la guerra de Corea, el Pentágono contó con los apoyos
para avanzar la integración de España en el sistema defensivo
occidental.
Con
la guerra de Corea en 1950, que se vislumbraba como horizonte de una
guerra general con el bloque soviético, la Casa Blanca dejo a un lado
todos los reparos anteriores y decidió a integrar a España en el sistema
de defensa occidental. El debilitamiento de las potencias coloniales
británica y francesa en el flanco sur exigían a Washington aprovechar la
baza geográfica española y el anticomunismo del Franquismo para
reforzar la presencia en el Mediterráneo. Los Estados Unidos también
veían necesaria la profundidad estratégica que dotaba a España al sur de
los Pirineos ante la posibilidad de una guerra terrestre en el
Continente, una retaguardia necesaria para afrontar la posterior
reconquista de Europa ante una inicial ofensiva soviética que podría
barrer con las principales defensas continentales. En suma, el
recrudecimiento de la Guerra Fría terminó por dar por ciertas las
predicciones del Almirante Carrero Blanco, aunque no fuera de manera
inmediata sus propósitos se cumplieron.
Las bases militares
El
régimen de Franco se apresuro a firmar un acuerdo que permitiera la
instalación de bases militares estadounidenses en la Península, el
objetivo principal era el de asegurar la pervivencia del Franquismo
mediante su integración al bloque occidental. Los aspectos
técnico-militares del acuerdo reflejan una preeminencia absoluta de
Estados Unidos en la relación. Washington tenía derecho completo de uso
de las instalaciones militares, además las tropas estadounidenses
tendrían completa libertad operativa para la rotación de fuerzas, tanto
el tipo, se llegó a alojar fuerzas nucleares, como el número. Las
fuerzas estadounidenses también contaban con jurisdicción militar propia y privilegios fiscales.
El acuerdo suponía una cesión de soberanía, pues, aunque se establecía
la soberanía conjunta (“Las zonas que en virtud de este Convenio se
preparen para su utilización conjunta, quedarán siempre bajo pabellón y
mando español”) un protocolo adicional secreto cedía a Estados Unidos la
decisión sobre el uso de las bases “en caso de evidente agresión
comunista que amenace la seguridad de Occidente”, sin necesidad de informar a Madrid previamente.
A
cambio Madrid recibió compensaciones en forma de ayuda militar y
económica, pero reducida y enfocada esencialmente a poner en marcha las
necesidades militares de Estados Unidos. De los 625 millones de dólares
recibidos en concepto de ayuda económica entre 1954-1957 el 41% se dedicaba a la propia construcción de las instalaciones militares
de Torrejón, Morón, Zaragoza (bases aéreas) y Rota (base aeronaval).
Estas ayudas económicas nunca superaron la cantidad ofrecida al resto de
países aliados como parte del Plan Marshall (salvo Portugal). El
gobierno español también pudo acceder a créditos (a tipos de interés del
5,25-5,75%) para la compra de productos estadounidenses y proyectos
industriales, y sin duda las nuevas relaciones comerciales con Estados
Unidos tuvieron un enorme impacto socioeconómico y cultural. La relación
bilateral facilitó que grandes empresas estadounidenses se asentarán en
España y ayudarán al despegue económico con inversiones, EE. UU. se
convirtió en el primer inversor, y transferencias de tecnología y
conocimiento. Las becas de investigación y cooperación científica, que
llegaron a concretarse en la participación de España en el programa
espacial estadounidense, fueron claves para la dotación de ingenieros y
otros especialistas esenciales para la modernización económica del país.
La ayuda militar fue de unos 450 millones de dólares en material de
segunda mano, se redujo a pocas unidades y no equivalía a una
modernización completa de las Fuerzas Armadas españolas, aunque si
sirvió para dotar de adiestramiento en los sistemas y estrategias
occidentales a los mandos militares.
Los
aspectos políticos del acuerdo de 1953 daban muy pocas garantías a
España, en primer lugar, el acuerdo era de tipo ejecutivo por lo que
tenía la menor categoría posible. Esto suponía que dependían
esencialmente de la voluntad política del presidente estadounidense de
turno tanto para su renovación como su continuación, la seguridad
jurídica era mínima. Esto repercutía sobre la ayuda económica, que era
dependiente de las asignaciones anuales del Congreso, y por lo tanto del
cabildeo que pudiera hacer el lobby español en Washington. En
segundo lugar, el acuerdo no incluía una garantía de defensa a España en
caso de una agresión. Los Estados Unidos buscaba con estas condiciones
comprometerse lo mínimo posible con el Franquismo, para no comprometer
la relación con el resto de los aliados de la OTAN, las limitadas
aportaciones económicas iban en la misma dirección, lo mínimo y
necesario para sostener al Franquismo como bastión anticomunista. De
hecho, muchas de estas limitaciones también eran en interés del
Generalísimo que tenía la garantía de que Washington no interferiría en
la política interna del régimen.
La guerra de Ifni
La
debilidad de la posición española en los acuerdos se hizo patente en
1957 con la guerra de Ifni, a un año de la independencia de Marruecos.
Esta reveló el poco apoyo que estaban dispuestos a dar los Estados
Unidos, pues veía en Marruecos un socio clave para la contención de la
influencia soviética en el norte de África, y siempre apostó por la
distensión para resolver los conflictos entre ambas partes. Además, los
acuerdos imponían limitaciones para el uso del armamento estadounidense
del que se había dotado España, limitándolo a un uso puramente
defensivo. Aunque España pudo hacer uso del mismo avanzado el conflicto,
también salió a la luz la limitada modernización de las fuerzas
armadas. Más adelante en la crisis de Cuba de 1962 EE. UU. puso en
alerta máxima las bases tan solo informando a España, otra muestra de la
posición subalterna de Madrid en su propio territorio. Mientras la
amenaza que para el régimen suponía el irredentismo marroquí no cubría a
España con ninguna garantía de defensa, y la amenaza de los nuevos
misiles soviéticos, aunque cubierta por la cláusula secreta de
asistencia militar en caso de agresión comunista no suponía un
compromiso muy firme, y por supuesto no comprometía al resto de socios
de la OTAN.
Pero el Franquismo
había juzgado suficientes esas clausulas debido a que su prioridad era
la supervivencia, y el acoplamiento a los intereses de los Estados
Unidos en detrimento de otros intereses del Estado español le sirvieron
para conseguir el enganche al sistema de defensa occidental y conjurar
cualquier tipo de subversión comunista o republicana interna, pues había
ligado los intereses estadounidenses a una mínima estabilidad interna
con la que se estaba comprometiendo políticamente Washington al firmar
los Pactos de Madrid. Evidentemente los acuerdos supusieron un
importante impulso para la normalización de España en la sociedad
internacional, en 1956 consiguieron el acceso a Naciones Unidas y a las
principales organizaciones económicas como el Banco Mundial o el Fondo
Monetario Internacional.
El
reconocimiento de la desigualdad de la relación hispano-norteamericana
entre parte de los sectores del régimen llevó finalmente a plantear la
cuestión de la renegociación ya en 1957 con el Ministro de Exteriores
Castiella, en preparación a la fecha de 1963. Pero la posición
conservadora de los militares y Presidencia, que estimaban como
fundamental comprometió la posición negociadora de España.
“La
renovación de 1963 dejó en evidencia la debilidad negociadora del
Régimen: por razones militares y políticas, la cúpula militar no quiso
poner en riesgo la conexión con EE. UU. De ahí que no se lograra un
frente negociador unido, con coordinación entre diplomáticos y
militares. La dinámica política interna del Franquismo permitió que
estos últimos establecieran cauces de relación directa con sus colegas
norteamericanos, muy dañinos para la capacidad de maniobra española.”
Los
cambios por los que apostaban desde el Palacio de Santa Cruz terminaron
por ser desechados por unos mucho más modestos, debido a las divisiones
internas, y no cambiaron el fondo de desigualdad que presentaba el
acuerdo de 1953. En definitiva, como se pudo ver hasta las negociaciones
de 1969 la cuestión de los beneficios del acuerdo de 1953 para España
se puede decir que fueron limitados respecto a lo que esta podía ganar
en la coyuntura internacional. El Franquismo para asegurar su
supervivencia entregó la neutralidad española a un precio muy barato y
durante años obstaculizó los intentos de los sectores más reformistas de
dar un giro a las negociaciones. España no obtuvo condiciones
sustancialmente mejores hasta que no denunció el acuerdo en 1969 y
obligó a los Estados Unidos a negociar un acuerdo en términos mucho
menos humillantes para la soberanía española. Las limitaciones de la
política exterior española muestran el anquilosamiento de su régimen y
su poca capacidad de maniobra, que no podía hacer valer amenazas como la
de un eje Madrid-París-Bonn, como se tanteó, en contraposición a
Washington, pues no eran creíbles.
Algunos se sorprenderán: en 1974 había en España 135 teléfonos y 70 aparatos de televisión por cada 1.000 habitantes; más de 3 millones de españoles emigran.
¿Qué podemos conmemorar en 2025?
En el caso español no hubo
liberación a cargo de un ejército foráneo con mayor o menor ayuda de la
resistencia interior, opción que desde 1944-1947 perdió toda
posibilidad. Tampoco hubo una revolución o levantamiento que pusiese fin
a la dictadura, asentada en una férrea represión. En sus años finales
el régimen se tambaleaba, la calle ya no era suya, y la oposición había
ganado protagonismo e iniciativa. Pero los franquistas siguieron en sus
puestos, y no sólo en comisarías o cuarteles, tras la muerte del
dictador el 20 de noviembre de 1975. Habría cambios, ese era el sentir
general, pero la sucesión estaba asegurada en la figura del rey Juan
Carlos I. Siguieron dos gobiernos designados por las leyes del
franquismo, y un proceso de apertura con altibajos. Tanto el partido
único o Movimiento como el sindicato vertical no fueron
disueltos hasta bien entrado 1977. Hubo docenas de muertos, violencia en
las calles, presos políticos hasta octubre de ese año, y coyunturas
difíciles. Las cosas cambiaban, sí; pero en 1975 no empezó la democracia
en España. Cabe preguntarse si conmemorar la recuperación de las
libertades tomando como fecha de partida los 50 años de la muerte de un
autócrata no otorga a la flebitis de Franco, en frase de un parlanchín
diputado, un protagonismo excesivo, aunque sea indirecto.
En puridad, la fecha que una democracia debería conmemorar debería
ser el 15 de junio de 1977 —primeras elecciones por sufragio universal
masculino y femenino desde febrero de 1936— o el 6 de diciembre de 1978,
fecha de aprobación por referéndum de la primera Constitución
democrática, la segunda del siglo XX. Sin duda, ambas opciones presentan
problemas, más allá de la agenda político-electoral actual. En 1977 no
todas las organizaciones, sobre todo las republicanas, estaban
legalizadas, aunque recurrieron a estratagemas toleradas para concurrir a
elecciones. Una parte de los senadores fueron designados por el
monarca. Y el sistema electoral entonces diseñado, que fijaba la
provincia como circunscripción, consagró ya un elemento estructural del
sistema político español: la sobrerrepresentación de zonas poco
pobladas. La Constitución es cuestionada hoy por parte de la izquierda
—por monárquica y por ver en ella un trágala de los reformistas del
franquismo—, y por los nacionalismos periféricos con diversa
intensidad —desde el rechazo frontal al acatamiento condicionado—, por
no reconocer de modo contundente la plurinacionalidad. Pero no hay que
olvidar que los poderes del Rey derivan de esa Constitución, y que la
España autonómica contribuyó a profundizar y mejorar la democracia.
Sesenta Aniversario del Plan de Estabilización de 1959
Jornada en homenaje a Joan Sardá
Sucursal del Banco de España en Barcelona, 3 de octubre de 2019 CAVALIERI.pdf