LA UNIÓN EUROPEA:TRES CRISIS Y UN DESTINO
Cecilio Tamarit
La Unión Económica y Monetaria (UEM) se ha visto afectada por tres shocks de distinta naturaleza y, en consecuencia, ha ido transformando su gobernanza para hacerles frente, pero siempre lo ha hecho con retraso.
Los tres shocks analizados son la crisis financiera de 2008, la pandemia del Covid-19 las consecuencias de la invasión de Ucrania. Dada la distinta naturaleza de los mismos financiera-real y demanda-oferta) y las carencias del marco de coordinación dentro de la UEM, la política económica ha ido transitando desde
una posición de dominio monetario a otra de dominio fiscal, convirtiendo al Banco Central Europeo en el policy maker de último recurso,lo cual tiene claras limitaciones.
Cada vez que el Banco Central Europeo ha intentado normalizar la situación, otro nuevo shock inesperado
lo ha impedido. Al margen de los problemas de diseño en la gobernanza de la UEM, esta ha mostrado debilidades desde su creación, no solo por la falta de espíritu reformador de los Gobiernos nacionales que no han realizado las necesarias mejoras estructurales, sino también por los efectos negativos derivados de la
falta de perfeccionamiento del mercado único.
No obstante, se ha hecho evidente que una moneda única requiere un mercado común al completo. En conclusión, la UEM necesita un cambio significativo en su gobernanza para poder enfrentarse a los desafíos del futuro, incluyendo una mayor flexibilidad y adaptabilidad, que haga posible conjugar una visión
estratégica a largo plazo y capacidad de toma de decisiones de manera más rápida y efectiva
EN los últimos quince años Europa ha sufrido tres crisis sucesivas de carácter grave, existenciales, según las han calificado múltiples analistas, situándose en la actualidad en un momento de incertidumbre, tanto económica como política.
Desde un punto de vista estrictamente económico, la cuestión principal es saber si la salida de la crisis del Covid-19 es sólida, especialmente tras la invasión rusa de Ucrania. Aunque los mercados financieros siguen razonablemente estabilizados, muchas de las debilidades y de los desequilibrios que causaron la
Gran Recesión siguen presentes, pues si bien hay signos claros de recuperación, numerosas variables
siguen lejos de haber vuelto a la normalidad. A este elemento de incertidumbre a corto plazo se suma un segundo aspecto con una perspectiva temporal mayor.
Se trata de saber si la crisis ha dado lugar a un nuevo modelo de crecimiento más mediocre, una suerte de estancamiento secular», con menor crecimiento de la productividad y bajos salarios.
De hecho, la segunda ola de globalización que nació a finales de los años setenta parece haber terminado con la crisis financiera de 2007, dando lugar a una situación de lento crecimiento, aumento de la desigualdad y
alto desempleo, especialmente de la mano de obra menos cualificada, lo que alimenta la xenofobia y el populismo.
Por otra parte, shocks tecnológicos, como la transición verde y digital de las economías, especialmente
a través del uso de la inteligencia artificial, pueden generar cambios bruscos en la productividad
del trabajo y el empleo, con consecuencias globales en los próximos años.
¿Qué puede hacer la Unión Europea ante estos desafíos?
La Unión Europea (UE) ha sido y sigue siendo en la actualidad un proyecto genuinamente político
en el que el proceso de integración económica se ha configurado como un elemento instrumental, pero de gran trascendencia, de cuyo éxito, mediante la consolidación del modelo de economía social de mercado, depende la legitimación de la integración política y su consolidación a lo largo del tiempo.
Sin embargo, la UE se encuentra en la actualidad en una encrucijada, en parte por problemas de diseño institucional equivocados y en parte por la propia complejidad que supone un grado de integración económica extremadamente elevado.
En una Unión Económica y Monetaria (UEM) la integración política debe ser también muy alta y esto ha generado desfases cronológicos entre ambos procesos. el euro se configuró en 1999 más por motivos políticos queestrictamente económicos. De hecho, los economistas eran conscientes de los beneficios,
pero también de las extremas dificultades del proceso de construcción de una unión monetaria.
Los peligros ante la pérdida del tipo de cambio como instrumento de ajuste si se producían shocks simétricos eran conocidos por la profesión económica y por ello, cuando en la cumbre de Maastricht en 1992 se aprueba la segunda modificación del Tratado de Roma y el plan de
trabajo para alcanzar la unión
monetaria europea, se admite
por primera vez el gradualismo
el principio de varias velocidades
» para alcanzar la unión monetaria.
Desde un punto de vista teórico los criterios de convergencia nominal fijados por el Tratado de Maastricht para que un país pueda formar parte de la UEM
no responden a la necesidad de
sincronía cíclica de eibilidad
en los mercados que están implícitas
en la teoría de las áreas
monetarias óptimas 1. l resultado
fue una unión monetaria
de tamaño superior al óptimo,
creada por criterios políticos y con problemas de diseño institucional que podían aorar ante una mala coyuntura económican 2009, con motivo del d- cimo aniversario de la UEM, se elaboraron extensos informes haciendo un balance positivo
de la misma por parte de diversos organismos internacionales (Comisión Europea, FMI y OCDE)
(2). En efecto, durante esos años se había conseguido asentar el euro como moneda de reserva
internacional, se había desarrollado el mercado de bonos en euros, había aumentado el comercio y
el crecimiento económico en la eurozona (tras un ligero estancamientocamiento a comienzos de la década
que culminó con la primera reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento) y la política monetaria
llevada a cabo por el Banco
Central uropeo C había conseguido
el objetivo principal de
estabilización de las expectativas
de inación a unos niveles nunca
antes vistos en algunos países
periféricos como España, Grecia
o Portugal. Sin embargo, diversos
informes (3) indicaban también que, por una parte, la UEM
no había servido de acicate para
progresar paralelamente en una
mayor integración política (fracaso
del proyecto de Constitución)
y, por otra, el ritmo de avance en
el perfeccionamiento del mercado único había sido lento, por la falta de reformas estructurales en la parte de unión económica 4.
Esta falta de reformas estructurales dio lugar a que a lo largo de la primera década de vida de la eurozona se diese una evolución divergente en la competitividad de sus distintos miembros, generando también distintas posiciones en los saldos por cuenta corriente. Este hecho, por tanto, establecía un marco potencial muy preocupante en caso de entrar en un contexto de crisis económica y esto es precisamente lo que ocurrió.
Como puede observarse en el gráfico 1, durante los ltimos quince años la eurozona se ha visto azotada por tres crisis distintas, con sendas temporales de recuperación distintas, pero que mantienen en común su naturaleza de shocks asimétricos. Dichas crisis han demostrado la fragilidad de la eurozona y la necesidad
de alcanzar un consenso político para reforzarla. Vamos a analizar cada una de ellas por separado y
ver cómo han afectado a los cambios en la gobernanza de la UEM.
1. Primera crisis: crisis financiera gloal y crisis de deuda europea
La Gran Recesión comenzó como crisis financiera en . . en verano del 2007 y se trasladó
rápidamente por los mercados financieros internacionales a la UE, afectando de forma distinta a los
países en función de su grado de endeudamiento y convirtiéndose en una perturbación asimétrica.
En 2008 la economía de la zona del euro entra en recesión y la Comisión estableció, de forma
algo sobrevenida, un Plan Europeo de Recuperación Económica (PERE) de carácter keynesiano en diciembre de dicho ao con el fin de coordinar los planes nacionales que ya estaban en marcha.Dado que el reto a corto plazo para la economía europea era mantener la liquidez y la solvencia del sistema financiero para evitar un colapso económico y dado que existía un gran consenso en el G20 sobre la necesidad de articular políticas económicas expansivas, el papel de la política monetaria pasó a ser el de reducir al mínimo los tipos de interés e inyectar dinero masivamente para evitar una contracción de la economía de una magnitud
socialmente inaceptable. Por su parte, las políticas fiscales pasaron, en primer lugar, a estabilizar
los mercados financieros a través de inyecciones de capital público, compra de activos y operaciones de aval; en segundo trmino, a permitir un uso eible de los estabilizadores automáticos y, por último, a aplicar medidas discrecionales expansivas.
Lógicamente, el resultado
a corto plazo fue el aumento
del dficit de la deuda pblica, mutando esta crisis financiera
internacional en una crisis de deuda genuinamente europea bancaen 2012. e ahí la salida en de la crisis
La crisis de deuda soberana fue especialmente crítica para aquellos países muy endeudados
externamente, como Grecia, Irlanda, Portugal o España. En particular, la crisis de Grecia ha demostrado la capacidad de
contagio de los mercados por la variación en las expectativas de los agentes ante cambios en la
dinámica de acumulación de la deuda y la falta de concreción
en reformas y planes de ajuste
nacionales o colectivos. Este proceso puso de manifi esto los
fallos de diseño de la UEM y la
incapacidad de la UE para darcauna
respuesta rápida. El paradigma
de las zonas monetarias
óptimas» no se correspondía
con la escasa dotación de instrumentos
de coordinación de
políticas económicas en manos
de las autoridades responsables de gestionar la zona del euro.
La coordinación de las políticas económicas, fi scales fi nancieras era muy defectuosa. La vigilancia de las políticas presupuestarias según las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) no fue capaz de evitar importantes desajustes en algunas economías de la eurozona y ni siquiera existía tal vigilancia sobre la dimensión de los desequilibrios de las balanzas exteriores por cuenta corriente.
La supervisión bancaenria seguía siendo ejercida a escala nacional y no se habían creado mecanismos de reestructuración y, en su caso, resolución, de las entidades bancarias aldwin Giavazzi, 2010
Con el fi n de paliar los anteriores problemas, las medidas de ajuste finalmente aplicadas se dieron en tres ámbitos a creación de mecanismos de ayuda financiera para facilitar, en su caso, el rescate de las economías que lo necesiten; b) medidas extraordinarias de política monetaria modifi cación del sistema de
supervisión fi nanciera bancaria y c) rediseño del sistema de gobernanza económica de la UEM.
Las dos primeras tienen un carácter más coyuntural y trataban de evitar el colapso financiero del sistema, mientras que la última busca establecer las bases para un funcionamiento más eficiente de la UEM en el futuro y ha seguido sujeta, desde entonces, a otras reformas menores para perfeccionarla. segunda crisis, la crisis pandémica del COVID-19 crisis del Covid-19 ha afectado a todos los países de la UE, pero lo ha hecho de forma desigual, bien porque los efectos sobre la salud no han sido homogéneos entre los países, bien porque las restricciones a la movilidad han afectado de forma distinta a los países según su especialización sectorial, o bien porque
los Estados miembros podían reaccionar con diferente intensidad a las cicatrices dejadas por la crisis en función del estado de
sus finanzas pblicas. ste hecho
podría haber llevado a una posición
anticíclica agregada débil
para el conjunto de la UE (lenta
recuperación) y a efectos asimétricos
que exacerbasen de nuevo
una crisis de deuda soberana en
la eurozona. Sin embargo, esto
último, como puede verse en el
gráfico 1, no se ha producido. os
desarrollos en la nueva gobernanza
de la eurozona surgidos tras
la crisis de deuda del 2010-2012
permitieron a los actores políticos
europeos ensayar nuevos
instrumentos de estabilización.
Dichos instrumentos han sido de
una doble naturaleza monetaria
fiscal.
En el terreno monetario, el
anco Central uropeo C
ha venido aplicando un programa
de compras de activos de
emergencia por la pandemia
(ande eegeny uase
oga por sus siglas eninglés) desde 2020, que ha tenido
como novedad la ausencia
de condicionalidad. Este hecho
parece indicar la superación del
debate moral sobre los pecados
originales causantes de la crisis,
de tal forma que el C se limita a intervenir para resolver problemas de liquidez en el mercado
de bonos soberanos y evitar pánicos financieros. Gracias a estas intervenciones, los diferenciales
de tipos de interés en los bonos se redujeron rápidamente.
Por lo que respecta al impulso fiscal, tanto la suspensión de las reglas fiscales del C, como
el acuerdo al que se llegó en julio de 2020 para establecer un plan de recuperación económica
(et eneaton financiado a través de la emisión
de bonos conjuntos, permitieron
abordar la crisis desde el lado de
la demanda y evitar el aislamiento que había vivido la política
monetaria durante la crisis de
deuda. En este nuevo oy
los fondos del plan de recuperación
se reparten entre los países
en función de sus necesidades
derivadas de la pandemia, siendo
aproximadamente la mitad
de estas, donaciones y, la otra
parte, préstamos. Esta gran innovación
ha supuesto un paso trascendental
hacia la posible constitución
de una unión fiscal en el
futuro. n este caso, la financiación
va sujeta a la realización de
proyectos y reformas concretas
coordinadas a través del Semestre Europeo para conseguir un aumento del crecimiento potencial
de la UE y evitar peligros de una recuperación muy lenta
(seua stagnaton). Para ello, se ha establecido un programa expansivo de inversiones que
transformen el modelo económico europeo hacia una economía más verde digital, en un
entorno de mayor autonomía
estratégica abierta que evite en el futuro problemas derivados de una excesiva dependencia y cuellos de botella en las cadenas de suministro globales. Este programa expansivo de demanda parecía la respuesta lógica en un conteto de baa inación tipos
de interés extremadamente bajos
que se esperaba fuesen a perdurar
en el tiempo. Sin embargo,
no ha sido así.
3. Tercera crisis: tensiones
inacionistas y la inasin
rusa de Ucrania
a en 2021 empezó a verse
un repunte de la inflación por
razones diversas, que combinan
factores de oferta (precios de las
materias primas en los mercados
internacionales, cuellos de botella
en la producción de determinados
bienes tras el levantamiento
de las restricciones asociadas
a la pandemia y tensionamientos
en el transporte marítimo) y de
demanda (elevación en la demanda
de servicios ligados al ocio y turismo o a cambios en hábitos tras la pandemia) según zonas geográficas.
A lo anterior se ha sumado desde febrero de 2022 un nuevo shock inesperado la guerra en Ucrania. Europa está particularmente expuesta a los efectos económicos de la invasión rusa de Ucrania, dada su cercanía geográfica, sus estrechos lazos comerciales y financieros con Rusia y, especialmente, por la elevada dependencia de las importaciones de combustibles fósiles desde Rusia, siendo limitada la capacidad para su sustitución a corto plazo. Todo ello ha conducido a un repunte inacionista que amenaza con convertirse en persistente, dando lugar a una pérdida de renta real en los países afectados.
Dicha perdida afecta de forma diferencial a los distintos países de la UE, lo que constituye de nuevo un shock
asimétrico especialmente nocivo, pues genera a la vez inación
estancamiento estanación. ste repunte inacionista da lugar a dos dilemas para el C En primer lugar, si el banco central quiere combatir la inación, tiene que elevar los tipos de interés, lo que hace que aumente el estancamiento hasta llegar a una posible recesión. Si, por el contrario, no sube los tipos de inters lo suficiente para evitar la desaceleración de la actividad económica, la inflación puede convertirse en un fenómeno permanente.
En segundo lugar, la subida de los tipos de interés puede afectar de forma
asimétrica a los distintos países de la UEM según su grado de
endeudamiento, pudiendo desencadenar
una crisis de deuda e inestabilidad financiera, fragmentándose
los mercados financieros
y la transmisión de la política monetaria.
l C puede evitar este dilema por dos vías bien proporcionando liquidez para evitar
la fragmentación (tanssson
oteton nstuent por
sus siglas en inglés y aprobado
en julio de 2022) y asumir las posibles
consecuencias que pueda
generar maor inación acumulación
de riesgo por parte del
C al comprar bonos de países con problemas) o bien, de forma
alternativa o complementaria, el
C puede aumentar su obetivo de inación desde el 2 por 100 a
otro superior (por ejemplo, hasta el 4 por 100, lo que relaaría la
restricción que mantiene al C
atrapado en el síndrome de un
tipo de interés en el límite cercano a cero y que convierte a la
política monetaria en inefectiva.
LECCIONES PARA EL POLICY-MIX EUROPEO: UN NUEVO TERCETO INCONSISTENTE
Desde un punto de vista teórico, el paradigma utilizado tradicionalmente como marco de referencia para la política macroeconómica en los años 60-70 ha sido el modelo Mundell-Fleming. Según el mismo, con plena libertad de movimientos de capital con un tipo de cambio fijo, la política monetaria es incapaz de afectar a la producción y al empleo, siendo la política fiscal la verdaderamente efectiva junto a las políticas estructurales (5).
Por tanto, no puede extrañarnos que, en el Tratado de Maastricht, los Estados miembros decidiesen centralizar la política monetaria creando una nueva institución federal el C con el fin
de mantener la estabilidad de precios a lo largo del tiempo, quedándose las autoridades nacionales
con el control del ciclo económico (6).
En definitiva, como puede verse en la figura 1, mientras que las políticas monetaria y cambiaria,
así como la formulación
de normas relativas al mercado
único, son competencia de las autoridades
comunitarias, las políticas
fiscales de empleo la maor
parte de las políticas estructurales
en el área de los mercados nacionales
de productos, trabajo y
capitales siguen siendo competencia
de los Estados miembros
o de las autoridades regionales
y locales. En la arquitectura institucional
inicial de la eurozona
primaba una visión preventiva
que buscaba evitar los desequilibrios,
centrada en la coordinación
de las políticas fiscales nacionales a través de reglas sobre déficit siguiendo la fallida tradición
alemana con el fin de dar marafectagen de maniobra a los estabilizadores automáticos nacionales en
caso de un shock asimétrico. Este
sistema estaba basado inicialmente
en los criterios de convergencia
del Tratado de Maastricht
1992 completado posteriormente
con el Pacto de Estabilidad
y Crecimiento (PEC) a partir
de 199 asimismo, el marco de
coordinación se completaba con
los distintos procesos de coordinación
de políticas estructurales
nacionales (procesos de
Luxemburgo, Cardiff y Colonia),
así como con una estrategia de
crecimiento a medio plazo (Estrategia
de Lisboa en 2000 y sucesivas
revisiones) (7).
Como puede verse en la figura 1, el C está en la cumbre del marco general de política económica,habiéndose establecido canales para un intercambio de información y puntos de vista con otros responsables de la política económica. Sin embargo, dichos contactos no suponen en ningún
caso una coordinación e ante de
las orientaciones de las políticas
monetaria fiscal, lo que supone,
a priori, un rgimen de dominio
monetario», es decir, que la política
monetaria y la estabilidad financiera dominan el conjunto de la política económica.
En cualquier área monetaria,
los formuladores de políticas
deben proporcionar una cantidad
adecuada de estabilización
cíclica, ya sea a través de la
política monetaria, a través de la política fiscal a nivel central,
mediante unas políticas fiscales
descentralizadas o, alternativamente, por una combinación de políticas fiscales en ambos niveles de gobierno. Como han señalado ti Messori 2021, en el marco de
gobernanza diseñado inicialmen creíte en Maastricht las autoridades
políticas se enfrentan a un trilema
de combinación de políticas» (oy trilemma), pues resultan mutuamente inconsistentes
la convivencia simultánea de, a)
unas reglas fiscales asimtricas del tipo acordado en Maastricht;
b) una política monetaria que ha alcanzado su límite inferior efectivo; y c) la ausencia de una
capacidad fiscal centralizada.
En efecto, el Tratado de
Maastricht y el PEC establecen
unas reglas fiscales asimtricas,
pues están centrados en evitar
dficits gubernamentales ecesivos
incluso si esto implica un
comportamiento procíclico delos países que los suscriben y,
por tanto, la capacidad de estabilización
anticíclica queda seriamente
comprometida. La intención
de dichas reglas era evitar el
riesgo de un dficit ecesivo por
los efectos de desbordamiento
que pueden tener en un área
integrada, aspecto que puede
verse agravado por un problema
de oon oo elevando el
dficit conunto del área llegando
a cuestionar la independencia
del C uti Sapir, 1998 uti
Gaspar, 2021.
Por tanto, ante la inexistencia de una política fiscal federal, el cumplimiento del procedimiento de dficit ecesivo solo sería creíble si la política monetaria tuviera un espacio ilimitado para responder a shocks. Este no es el caso en la zona del euro, porque la política monetaria convencional está sujeta a un umbral mínimo de los tipos de interés (ELB, por sus siglas en inglés) a partir del cual deja de ser efectiva. En consecuencia, la
estabilización macroeconómica solo se puede alcanzar o bien a través de la violación de las reglas fiscales de Maastricht o mediante la creación de una capacidad fiscal de respuesta centralizada a nivel federal.Tras de un período de dominio monetario débil durante la primera dcada de la M 1999-2008) y un breve episodio de expansión coordinada al comienzo
de la crisis financiera mundial
(lado derecho del triángulo), la
combinación de políticas macroeconómicas
ha pivotado hacia
un dominio fi scal su genes no
solo durante la crisis de la deuda
soberana, sino también tras la
misma 2008-2019. n dicho
período, la política monetaria se
convirtió progresivamente en el
único instrumento realmente disponible
l-rian, 201. n efecto,
durante la Gran Recesión, tras
una epansión monetaria fi scal
inicial, la atención se centró rápidamente
en la sostenibilidad de
la deuda pública para tranquilizar
a los mercados, de modo que la
responsabilidad de sostener
la economía recayó principalmente
sobre el C base del triángulo).
Estos dos períodos suponen
equilibrios inestables de políticaeconómica. De hecho, el segundo
período se mantiene porque una
vez alcanzado el ELB, el C ha
ido aplicando una política monetaria
no convencional a través
de compras de activos (APP, por
sus siglas en inglés). Esta nueva
combinación es la que aparece en
la base del triángulo.
Como hemos visto en la sección
anterior, las respuestas de la
UE y sus Estados miembros han
sido radicalmente diferentes en
las distintas crisis. Frente al monocultivo
de la política monetaria
en la Gran Recesión, durante
la pandemia, el trilema ha sido
resuelto en la cara izquierda del
triángulo de la fi gura 2, caracterizada
por el C alcanzando el
límite inferior del tipo de interés
efectivo (ELB) y por la implementación
de una política fi scal más
centralizada, combinada con la
suspensión del C la combinación
de presupuestos nacionales
y de la UE, junto con las rápidas ydecididas medidas del C, han
dado lugar a una posición más
expansiva en comparación con
las crisis anteriores. Esta enérgica
respuesta ha sido fundamental
para mantener la estabilidad fi -
nanciera de la zona del euro,
favoreciendo una fuerte recuperación
de la economía en la EA
y un oy más equilibrado.
Ahora bien, aunque esta respuesta
política excepcional ha
favorecido la existencia de una
combinación de políticas más
congruente, dada la naturaleza
temporal limitada del y la
gran acumulación de bonos del
stado en el balance del C,
incluso esta solución del trilema
no asegura la estabilidad a
largo plazo. De cara al futuro, la
existencia de unas egas fi saes
enos sesgadas aa a esta
dad en el corto plazo, junto con
una capacidad de fiscal central
eanente, permitirían lograr
una posición fiscal adecuada y
una combinación de políticas más
equilibrada para superar el riesgo
de dominio fi scal. sto facilitaría
la normalización de la política
monetaria del C a travs de
tipos más elevados (permitiendo
escapar del ELB) y una reducción
gradual de los bonos del Estado
acumulados en su balance.Si bien no existe un consenso
político para crear una verdadera
capacidad fi scal de carácter federal,
es posible dar pasos para
mantener instrumentos de fi nanciación
federal que faciliten las
reformas estructurales necesarias
para el buen funcionamiento del
mercado único, así como una
simplifi cación de las reglas fi scales
que a su vez reduzca su sesgo
procíclico. Hacia estos objetivos
deben bascular las reformas de
la gobernanza económica de la
UEM.
UNA NUEVA GOBERNANZA ECONÓMICA: NUEVAS REGLAS FISCALES Y POLÍTICAS DE
CRECIMIENTO
Las tres crisis que se han desarrollado
desde 2008 han sido
complejas, afectando la primera,
sucesivamente, al sector financiero
y al real, con consecuencias
sobre la demanda inicialmente
y dejando claras cicatrices en el
aparato productivo que impedían
una rápida recuperación. La
segunda crisis de nuevo tuvo un
impacto directo sobre la oferta y
la demanda y otro efecto a medio
plazo sobre la oferta, a través de las cadenas globales de valor
(CGV) y un acelerado endeudamiento.
Por último, la tercera crisis es básicamente una crisis de oferta, pero con elementos de crisis de demanda. Las tres han tenido en común su naturaleza de shock asimétrico sobre los países de la UE. Dada esta complejidad, solo un enfoque a dos manos (toanded aoa), que contemple de forma conjunta medidas de demanda y de oferta,
puede tener éxito para conseguir
una recuperación sostenida. El
papel estelar, pero transitorio,
que ha tenido el C estimulando
el crecimiento antes de la pandemia,
conteniendo su caída tras
ella y contribuyendo decisivamente
a la estabilidad financiera obliga,
si cabe, a profundizar más
todavía en aquellas reformas que mejoren la dotación factorial de
la economía en capital humano,
investigación, innovación y desarrollo, y en unas infraestructuras que tengan como objetivo último
elevar el crecimiento de la productividad total. n esta nueva política económica europea», el
monocultivo de la política monetaria debe dejar paso a una nueva combinación de políticas de demanda (8), donde las políticas fiscales nacionales se coordinen
entre sí y también con una política fiscal centralizada o, al menos,
con una política de provisión de bienes públicos permanente financiada
de forma mutualizada.
A su vez, las políticas de mercados de bienes y servicios y de mercado de trabajo tienen que hacer compatibles políticas desreguladoras que permitan perfeccionar los efectos del mercado único, con una intervención creciente para alcanzar una mayor autonomía estratégica en la esfera económica y política. Es en
este contexto donde se inscribe la reforma de las reglas fiscales de la UE y las políticas de recuperación
de las crisis.
Como puede verse en la fi gura 3, tanto el lande Recuperación como el propio programa de reformas estructurales están convergiendo en un mecanismo de coordinación único a través del Semestre
Europeo que, sin duda, debería ser refi nado constituir la base
para la cogobernanza futura de
forma permanente. Tal como se-
alan uti Messori 2021, toda la experiencia de gestión conjunta entre los distintos niveles de gobierno debería poder aprovecharse
en un futuro, estableciendo de
forma permanente un programa
de impulso del crecimiento y me-
ora de la efi ciencia en línea con
el actual plan de recuperación.
Esto se podría realizar a través
de un uso generalizado de los
Consejos Nacionales de Productividad
(García et a 2023). y de las propuestas de acuerdoscontractuales» de apoyo técnico en forma de oy suot aty como los existentes en la política de investigación, que
impulsen las reformas estructurales y su posterior evaluación por organismos independientes. Pero para ello hace falta el suficiente consenso político.
UN NUEVO PACTO POLÍTICO PARA UN DESTINO COMÚN
Esta no será la última crisis.
Inevitablemente habrá otras en
el futuro y, por tanto, debemos
estar mejor preparados y fortalecer el papel estabilizador de las
políticas fiscales nacionales, así
como la arquitectura de gobierno
de la UE.
El desarrollo de la invasión de Ucrania ha revelado con crudeza las vulnerabilidades y dependencias
de la UE en sectores clave, así como las disparidades entre países miembros en sus exposiciones
a estas tensiones. Un desafío de esta magnitud subraya la importancia de responder de forma conjunta a los riesgos comunes.
Estas decisiones comunes deben aplicarse tanto para las medidas de corto plazo como
para las reformas que permitan afrontar los retos de medio y largo plazo. En particular, este episodio nos ha demostrado que las políticas estructurales a nivel europeo que favorezcan la integración y la interconexión de los mercados europeos –en particular los energéticos– y refuercen el mercado único no solo permitirán una mayor resistencia a las perturbaciones, sino que también redundarán en un aumento de la competitividad.Resulta necesario, por tanto, alcanzar un nuevo acto olítico por Europa» que genere
onfiana entre todos los países
socios. Este esfuerzo mancomunado
debería estar liderado
por Alemania y Francia, pero
asimismo gestionado por las
instituciones europeas, dando
lugar a una refundación de la
Unión que complemente las ya
numerosas innovaciones en el
entramado institucional que se
han venido sucediendo durante
las últimas tres crisis desde la
creación del euro.
n 2017 la Comisión abrió el
debate sobre el futuro de la UE
a travs un ibro lanco cinco
documentos de reflexión, uno
de los cuales está dedicado a la rofundización de la nión
Económica y Monetaria» y que
tiene su base en el informe de
los cinco presidentes (European
arliament, 201. iste un consenso
político en que dar marcha atrás en lo conseguido hasta
ahora no es posible y, aunque
el debate sobre la UEM es en
buena medida de naturaleza técnica,
la concreción de elementos
requiere un acuerdo político
entre los que abogan por un
refuerzo de la solidaridad frente
a los que insisten en reforzar la
responsabilidad de los Estados
miembros de forma previa.
Según el documento de reeión el plan de trabao debería englobar medidas a corto, medio
largo plazo
oto ao hay pocas dudas
sobre la absoluta necesidad de
avanzar hacia una auténtica
nn nanea que facilite la
reducción y el reparto del riesgo
mediante la finalización de a)
una verdadera nn anaa estableciendo
un Sistema Europeo
de Garantía de Depósitos (SEGD);
b) un Meado de ataes integrado que evite la fragmentaciónfinanciera permitiendo meor financiación
a hogares y empresas
y mejor reparto del riesgo del
sector privado, aumentando la
resistencia del sector financiero
ante perturbaciones económicas
(mayor estabilidad macrofinanciera).
Este elemento es de vital
importancia en la eurozona.
otoedo ao son necesarias
otras medidas encaminadas
a crear una nn ona
y Fiscal dando continuidad a los
instrumentos temporales puestos
en marcha durante el C-19
a través de a) mecanismos que
permitan combinar estabilidad
y estímulos al crecimiento más
allá del C a travs de las propias instituciones comunitarias
y de los Estados miembros de
forma coordinada, promoviendo
la convergencia real mediante
reformas estructurales (empleo,
educación, fiscalidad, bienestar social, mercados de productos y
servicios, administración pública
y sistema judicial) que permitan
modernizar las economías de
los Estados miembros y hacerlas
más resistentes ante perturbaciones
futuras, así como cambios
de gobernanza a nivel de la UE;
b) Desarrollar un ato euoeo seguo aa a esn on de deuda comparable a los bonos del Tesoro de EE. UU., para reducir
la gran exposición de los
bancos a la deuda soberana de
su país de origen; c) mejorar la
unn estaadoa a ne edea para poder desarrollar
una política de coaseguro entre
los países se trataría de complementar la labor de los presupuestos
nacionales de forma
temporal (nunca permanente),
buscando minimizar el riesgo
moral y sin duplicar al Mecanismo
Europeo de Estabilidad
(MEDE) en su rol de instrumento
de gestión de crisis.
Por último, a ago ao quedarían pendientes cambios institucionales para avanzar
hacia una ayo nn ota a) aumentando la centralización de competencias a través de un ao udo aa a M bien por reforma de los Tratados, por
acuerdos intergubernamentales o por una combinación de ambos; b) afrontar la ean
ente euoona y esto de sta dos miembros UE; c) aclarar la
esonsadad deota en
las cuestiones relativas al euro; y e) por último, como desarrollo
de la función estabilizadora explicada anteriormente, deberían plantearse aos institucionales como la creación de un Tesoroo de a euoona que realizaría
las tareas de vigilancia económica y presupuestaria con la ayuda del Consejo Fiscal Europeo, encargándose, asimismo, de la coordinación de la emisión de deuda y de la gestión de la función estabilizadora.
Europa, previsiones, escenarios 2025-2030 y reforma instituciones supranacionales
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/06/europa-previsiones-escenarios-2025-2030.html
Política industrial en una Europa ampliada
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/06/politica-industrial-en-una-europa.html
https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=LEGISSUM:n26022&frontOfficeSuffix=%2F
CHINA Y ESTADOS UNIDOS: DOS MODELOS DE POLÍTICA INDUSTRIAL Y UN MISMO OBJETIVO -ANTONIO HIDALGO NUCHERA-ALEJANDRO LEGARDA ZARAGÜETA
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/06/china-y-estados-unidos-dos-modelos-de.html
China VS Europa: Pensamiento sistémico / Ingeniería económica
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/06/china-vs-europa-pensamiento-sistemico.html
"Razones para desarrollar una política industrial activa en España" de Legarda y Hidalgo (2011)
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2025/06/razones-para-desarrollar-una-politica.html
Documentos guardados Economía internacional en pdf
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