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China convierte industria, crédito y sobreproducción en poder: la advertencia que Europa no puede ignorar
China convierte industria, crédito y sobreproducción en poder: la advertencia que Europa no puede ignorar
Durante años, Europa ha interpretado la evolución industrial de China como una sucesión de episodios aislados: primero el textil, luego el acero, después las placas solares, ahora el automóvil eléctrico. Cada sector parecía un caso distinto, explicado por costes laborales, ventajas comparativas o coyunturas específicas.
Hoy está claro que no lo eran.
Lo que China ha desarrollado en las últimas décadas no es una suma de éxitos sectoriales, sino un modelo sistémico: una forma de convertir política industrial + crédito dirigido + sobreproducción en poder económico y geopolítico. Y la historia muestra que, cuando ese modelo se consolida en un sector, no se detiene ahí.
La pregunta ya no es si Europa debe reaccionar, sino si está preparada para entender lo que está ocurriendo.
Del textil a los coches eléctricos: el patrón se repite
El recorrido es conocido, pero rara vez se analiza como un todo.
Textil y manufacturas básicas
China aceptó durante años márgenes mínimos y sobrecapacidad para dominar el mercado global. El resultado fue la desaparición de buena parte de la industria textil europea.
Placas solares A partir de la década de 2010, China impulsó una expansión masiva de capacidad productiva, apoyada por crédito público y subsidios. Europa perdió en pocos años una industria estratégica clave para la transición energética.
Automóvil y vehículo eléctrico Hoy el mismo esquema se aplica al coche eléctrico: subvenciones, integración vertical, escala gigantesca y precios que la industria europea difícilmente puede igualar sin protección temporal. De ahí las recientes investigaciones antidumping y antisubvenciones de la UE (https://articulosclaves.blogspot.com/2025/12/investigacion-antidumping-en-china.html).
Materias primas críticas y tierras raras China controla una parte decisiva del refinado y procesamiento de tierras raras y otros materiales esenciales, lo que le da una palanca estratégica sobre sectores enteros.
En todos los casos, el patrón es el mismo: sobrecapacidad deliberada hoy para dependencia ajena mañana.
No es dumping puntual: es competencia sistémica
Uno de los errores más persistentes en Europa ha sido tratar estos fenómenos como distorsiones puntuales del comercio, cuando en realidad responden a una estrategia de largo plazo.
China no compite solo con empresas, sino con:
crédito dirigido desde el sistema financiero,
coordinación Estado-industria,
tolerancia a la sobreproducción durante años,
y una clara voluntad de ocupar posiciones dominantes en sectores estratégicos.
Europa tiene diagnósticos, informes y datos. Lo que falta es liderazgo estratégico: estadistas capaces de pensar más allá del ciclo electoral y de asumir que:
el mundo es más conflictivo,
la interdependencia no siempre es benigna,
y la inacción también tiene costes.
Porque la experiencia china demuestra algo fundamental: quien controla industria, crédito y escala controla el futuro.
Conclusión: una advertencia, no una profecía
La evolución industrial de China no es una condena inevitable para Europa, pero sí una advertencia histórica.
Europa aún puede:
construir escala,
proteger sectores estratégicos,
invertir de forma coordinada,
y evitar que lo ocurrido en el textil, el solar o el automóvil se repita en la farmacia, la biotecnología, la IA o la aviación.
Pero para ello debe dejar de actuar como un conjunto de mercados regulados y empezar a actuar como un sistema estratégico consciente.
La ventana sigue abierta.
Lo que no está garantizado es que lo siga estando mucho tiempo.
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