Evaluación para la mejora de la formación en educación financiera para universitarios*

Fecha: enero 2022

Inmaculada Domínguez**, Enrique Devesa***, Robert Meneu****, Borja Encinas** y Beatriz Rosado**

Educación financiera, Formación universitaria

Cuadernos de Información Económica, N.º 286 (enero-febrero 2022)

El Plan de Educación Financiera del Banco de España y la CNMV para el periodo 2018-2021 identificaba a los jóvenes universitarios como uno de los grupos en los que se debe intensificar este tipo de formación. Con este objetivo, en 2019 la Universidad de Extremadura y la Universidad de Valencia desarrollaron un proyecto cuyo objetivo fundamental era diseñar un programa formativo que permitiera a los jóvenes universitarios cubrir sus deficiencias en materia financiera. Posteriormente, en 2021, se ha llevado a cabo otro proyecto para evaluar el impacto de dicha formación mediante una encuesta a universitarios que realizaron el curso, así como a otros que no lo llevaron a cabo. Los resultados señalan que los universitarios que participaron en el programa formativo presentan mayor nivel de conocimientos financieros y un comportamiento financiero más adecuado. El trabajo de campo realizado ha permitido también recoger necesidades y propuestas de mejora por parte de los estudiantes universitarios.

La importancia de la educación financiera

Una de las definiciones de educación financiera más utilizada en la literatura es la de Lusardi y Mitchell (2014), que la entienden como “la capacidad de las personas para procesar la información económica y adoptar decisiones informadas sobre la planificación financiera, la acumulación de riqueza, la deuda y las pensiones”.

El interés por formar en economía y finanzas a los ciudadanos no es reciente, pues los primeros programas de educación financiera surgieron en la década de los sesenta del siglo pasado (Bernheim, Garret y Maki, 2001). Sin embargo, es a partir de la crisis de 2008 cuando se hizo más evidente la escasa formación financiera de la población en general, y se alertó sobre la necesidad de la misma.

La importancia de la educación financiera está ampliamente reconocida a nivel mundial. Según la OCDE (2016), la alfabetización financiera no solo produce ventajas en el terreno de las finanzas personales, sino que también contribuye a fomentar tanto la estabilidad y confianza en el sistema financiero como el crecimiento económico. En este sentido, algunos estudios (Fundación PwC y Fundación Contea, 2019; Domínguez-Martínez, 2017 y Foro de Expertos del Instituto Santa Lucía, 2016) sostienen que la falta de conocimientos financieros de la población fue uno de los factores que pudieron contribuir a agravar las consecuencias de la última Gran Recesión.

Por esta razón, desde el año 2008 diversas instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea (CE), la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), vienen recomendando a sus países miembros que impulsen la puesta en marcha de diferentes iniciativas para promocionar la educación financiera (Cordero y Pedraja, 2018).

En España, los primeros pasos en este ámbito se dieron en el año 2008 mediante la asunción por parte del Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de la responsabilidad de impulsar programas nacionales de educación financiera. Posteriormente, se sumaron numerosas entidades financieras privadas creando una red de colaboradores del Plan Nacional de Educación Financiera.

Tanto la OCDE (2015) como la Comisión Europea (2007) señalan que la educación financiera debe comenzar en la escuela, para que las personas reciban esta educación tan pronto como sea posible. Por este motivo, los primeros planes de educación financiera desarrollados por el Banco de España y la CNMV (los de 2008-2012 y 2013-2017) centraron gran parte de los esfuerzos en iniciativas y proyectos dirigidos a la población en edad escolar.

La formación financiera para universitarios

El Plan de Educación Financiera del Banco de España y la CNMV 2018-2021 mantuvo como objetivo estratégico la promoción de la educación financiera en la etapa escolar, pero también planteó la necesidad de prestar una especial atención a aquellos colectivos con mayor necesidad de esta formación según los resultados de la Encuesta de Competencias Financieras (ECF) realizada en 2016.

La ECF puso de manifiesto que el porcentaje de respuestas correctas depende del nivel educativo de la persona entrevistada. Así, entre los individuos con educación universitaria o equivalente dicho porcentaje excede al de los de educación primaria entre 14 puntos porcentuales (en la pregunta sobre tipo de interés compuesto) y 22 puntos porcentuales en el resto. No obstante, la encuesta también refleja que un porcentaje muy elevado de los jóvenes universitarios responde incorrectamente, lo que evidencia que aun siendo universitarios muestran carencias importantes en formación financiera. Además, los jóvenes actuales no solo se enfrentarán a una mayor complejidad de los productos financieros, servicios y mercados; sino que, una vez sean adultos, posiblemente afrontarán más riesgos financieros que sus padres, consecuencia, entre otros, de los retos financieros derivados de la planificación del ahorro para la jubilación y la cobertura de sus necesidades de salud.

Por tanto, con independencia de que la educación financiera deba empezar en la escuela, también resulta imprescindible que dicha formación continúe en la universidad, desarrollando programas específicos que permitan aumentar la alfabetización financiera de los jóvenes universitarios.

En la actualidad, la población de estudiantes universitarios en España es aproximadamente de 1,6 millones. Formar financieramente a este colectivo garantiza que se está otorgando capacidades en finanzas a buena parte de la sociedad española. Además, debemos tener en cuenta que en aquellos casos donde el universitario es el que tiene mayor nivel educativo en su familia, este se convierte en el punto de referencia para muchas decisiones financieras, por lo que dotarle de conocimientos financieros revertirá en toda la familia.

Casi el 56 % de los estudiantes universitarios encuestados manifestó tener un nivel bajo o muy bajo de conocimientos financieros y una inmensa mayoría, en torno al 91 %, consideraba que debía mejorar su formación en finanzas. Estos resultados reflejan claramente que es necesario ofertar este tipo de formación también a los universitarios.

Por ello, el Plan de Educación Financiera 2018- 2021 ha considerado que es conveniente desarrollar iniciativas de educación financiera destinadas más específicamente, entre otros colectivos, a los jóvenes universitarios. A tal efecto, en el año 2019 un grupo de investigadores pertenecientes a la Universidad de Extremadura y la Universidad de Valencia firmaron un proyecto financiado por Funcas que llevaba por título Educación financiera para universitarios. Diseño de una formación para la vida.

Los objetivos principales de este proyecto fueron los siguientes:

  • Evaluar los conocimientos financieros de los estudiantes de ambas universidades así como su opinión sobre la educación financiera. Para ello, se realizó una encuesta que permitiera detectar sus necesidades formativas en el campo de las finanzas.

  • Tras el análisis de los resultados obtenidos, se diseñó un modelo formativo que permitiera a los jóvenes universitarios cubrir las deficiencias en materia financiera detectadas en la encuesta.

En lo que se refiere a la encuesta, los resultados más destacables son los siguientes:

  • Casi el 56 % de los estudiantes universitarios encuestados manifestó tener un nivel bajo o muy bajo de conocimientos financieros y una inmensa mayoría, en torno al 91 %, consideraba que debía mejorar su formación en finanzas. Estos resultados reflejan claramente que es necesario ofertar este tipo de formación a los universitarios.

  • Los estudiantes universitarios encuestados otorgaron gran relevancia a la formación financiera, pues cerca del 80 % consideró que este tipo de formación es bastante o muy importante no solo para sus finanzas personales sino también para su futuro laboral. Además, casi el 63 % afirmó que sería positivo incluir una asignatura de educación financiera en su formación universitaria reglada.

  • Los universitarios mostraron importantes carencias en conocimientos económicos y financieros básicos (tipos de interés, inflación, binomio rentabilidad/riesgo e índices bursátiles como el Ibex 35).

Tras la realización de la encuesta y una vez analizadas las necesidades formativas de los jóvenes universitarios, se procedió a diseñar el curso de educación financiera que, con una duración total de 3 créditos (30 horas), fue impartido de forma online para ampliar al máximo su difusión y, al mismo tiempo, facilitar su seguimiento. El número total de estudiantes que siguieron el curso se aproximó a los 250.

En cuanto a los contenidos, el programa formativo constaba de nueve temas y cada uno de ellos estaba compuesto por un vídeo resumen con las cuestiones fundamentales, el material docente, y un cuestionario que el alumno debía realizar al finalizar el estudio de cada tema. Los títulos de los temas que componían el curso eran los siguientes:

  • Tema 1. ¿Qué es la educación financiera y por qué es importante?

  • Tema 2. Nos acercamos a la economía

  • Tema 3. Mi banco y yo

  • Tema 4. Los medios de pago

  • Tema 5. La financiación. Mi primer préstamo

  • Tema 6. ¿Qué hacer cuando se tiene algo de dinero ahorrado?

  • Tema 7. Sentirse seguro con los seguros

  • Tema 8. Ahorro y pensiones. La Seguridad Social

  • Tema 9. Como entender la letra pequeña

Evaluación y mejora del programa de educación financiera para universitarios

Uno de los principios inspiradores del Plan de Educación Financiera 2018-2021 hace referencia a la necesidad de medir y evaluar las iniciativas de educación financiera a través de cuestionarios de conocimientos, encuestas de satisfacción, etc. para conocer su grado de efectividad e identificar áreas de mejora.

Por este motivo la Universidad de Extremadura y la Universidad de Valencia firmaron un nuevo proyecto con Funcas con el objetivo principal de evaluar el impacto del programa de educación financiera que realizaron los estudiantes de ambas instituciones en dos aspectos: por un lado, en el nivel de conocimientos financieros adquiridos y, por otro, en su comportamiento financiero. Por ello, se han per- seguido los siguientes subobjetivos:

  • Evaluar el grado de aprendizaje alcanzado. Se pretende conocer si la acción formativa ha despertado en los participantes, áreas de interés que no conocían o ha reforzado alguno de los conocimientos que ya poseían. En definitiva, si ha mejorado su nivel de conocimientos financieros.

  • Evaluar si los conocimientos financieros obtenidos en la acción formativa han contribuido a provocar cambios en su comportamiento financiero.

  • Evaluar la satisfacción de los universitarios con la formación recibida.

  • Evaluar la utilidad de la formación. Se ha valorado si lo que se ha aprendido se ha puesto o no en práctica; y si han mejorado las capacidades de los estudiantes universitarios para enfrentarse a decisiones, elecciones y problemas financieros en el ámbito personal, familiar y profesional, caso de estar trabajando.

Otro de los objetivos de este proyecto ha sido utilizar la información obtenida en la evaluación para realizar mejoras en el diseño e implementación de los programas de educación financiera para universitarios. Estas medidas de mejora se implementarán en sucesivas ediciones, puesto que se pretende seguir desarrollando nuevas ediciones de la formación en distintas universidades españolas.

El instrumento utilizado para evaluar el Programa “Educación financiera para universitarios. Una formación para la vida” fue un cuestionario ad hoc, cuyos resultados han sido analizados a través de estadísticos descriptivos y una regresión de mínimos cuadrados ordinarios.

En una primera fase se llevaron a cabo entrevistas personales con algunos estudiantes que habían realizado el curso de Educación Financiera al objeto de diseñar el cuestionario que mejor cumpliera con los objetivos perseguidos de evaluación de la formación realizada.

En la segunda fase se elaboró el cuestionario con tres bloques: uno relativo a los conocimientos adquiridos, otro a los comportamientos financieros y un tercero destinado a recoger propuestas de mejoras y necesidades para la formación.

El cuestionario se realizó de forma online a un total de 241 estudiantes, de los cuales 51 habían realizado el curso de educación financiera (grupo experimental) y 190 no lo habían cursado (grupo de control), con la intención de contrastar en qué medida la participación en la acción formativa se traduce en unos mejores resultados en cuanto a conocimientos y comportamiento financiero respecto a quienes no la hayan cursado. En el cuadro 1 se recogen las características de los estudiantes universitarios encuestados.

Impacto sobre los conocimientos financieros

Para medir el grado de conocimientos financieros de los estudiantes universitarios, el cuestionario recogía ocho preguntas sobre los contenidos de los distintos temas impartidos en el curso. La puntuación en conocimientos financieros de cada uno de los encuestados es la suma de los puntos obtenidos en cada una de las ocho preguntas. Para las respuestas correctas se ha asignado el valor 1, mientras que para las incorrectas o no sabe/no con- testa se ha asignado el valor cero. Por lo tanto, la puntuación mínima en conocimientos es cero y la máxima es 8.

En el gráfico 1, se puede observar que en el grupo experimental el porcentaje de encuestados que han obtenido una calificación alta (≥ 6 puntos) es del 45,2 %, mientras que en el grupo de control este porcentaje apenas supera el 21 %. Por el contrario, los encuestados del grupo experimental que han obtenido una calificación baja (≤ 3 puntos) son el 11,7 %, superando el 45 % en el grupo de control.

En el grupo experimental el porcentaje de encuestados que han obtenido una calificación alta (≥ 6 puntos) es del 45,2 %, mientras que en el grupo de control este porcentaje apenas supera el 21 %. Por el contrario, los encuestados del grupo experimental que han obtenido una calificación baja (≤ 3 puntos) son el 11,7 %, superando el 45 % en el grupo de control.

En el gráfico 2, se observa que la puntuación media del grupo experimental es 5, mientras que en el grupo de control se sitúa en 3,8. Atendiendo a las características demográficas de las personas encuestadas, se aprecia que la puntuación de las mujeres es inferior a la de los hombres, siendo la diferencia más amplia en el grupo de control (0,9 puntos porcentuales) que en el grupo experimental (0,6 puntos porcentuales).

Al analizar la puntuación media por grupos de edad, podemos apreciar que existen patrones de respuestas diferenciados entre el grupo de control y el grupo experimental (gráfico 3). En el grupo de control la puntuación media por edades es de 3,9 en todos los casos, excepto en el grupo de 18-19 años que es algo inferior (3,6 puntos). Por lo que se refiere al grupo experimental, las puntuaciones medias por edades sí presentan notables diferencias: las puntuaciones más altas las obtiene el grupo de 18-19 años (6,5 puntos) y el grupo de 24 o más años (5,4 puntos).

El análisis individual de las ocho preguntas sobre conocimientos financieros permite observar que en siete de ellas el porcentaje de respuestas correctas en el grupo experimental es muy superior al del grupo de control y que en algunos casos las diferencias se sitúan por encima de los 20 puntos porcentuales. Por ejemplo, en el grupo de control el porcentaje que responde correctamente a la pregunta relacionada con la inflación es tan solo del 32 %, mientras que en el grupo experimental se eleva hasta el 53 %. El resultado más llamativo es el obtenido en la pregunta sobre los tipos de interés y su influencia sobre la inflación y el crecimiento económico. El porcentaje de respuestas correctas es muy bajo en ambos grupos, en torno al 22 %, y, además, los mejores resultados, aunque la diferencia es tan solo de 2 puntos porcentuales, se obtienen entre los entrevistados del grupo de control.

Impacto sobre el comportamiento financiero

Para valorar el comportamiento financiero de los universitarios y la influencia que sobre el mismo haya podido tener la participación en el curso de educación financiera, la encuesta aplicada contenía siete preguntas, entre las cuales cabe destacar las relacionadas con la actitud hacia el ahorro, la inversión y el endeudamiento.

En lo que se refiere a la actitud ante el ahorro, los resultados muestran que una amplia mayoría de los universitarios consideran razonable ahorrar y por ello se marcan metas e incluso están dispuestos a recortar sus gastos para lograrlas. Esta valoración positiva del ahorro alcanza el 90 % entre los encuestados del grupo de control y llega hasta el 98 % en el grupo experimental (gráfico 4). Los que afirman no tener ningún interés en ahorrar solo están presentes en el grupo de control y con una escasa representación del 4 %. Este resultado estaría en línea con las conclusiones de trabajos previos, como por ejemplo Mancebón, Ximénez-de-Embún y Villar-Aldonza (2020), que analizan para el caso español la influencia del nivel de alfabetización financiera sobre el ahorro y concluyen que, en general, esta influye fomentando el ahorro.

En cuanto a la importancia que dan los universitarios a los factores más relevantes a la hora de tomar una decisión de inversión, se observa que los encuestados del grupo de control se identifican más con las inversiones más seguras y, por tanto, presentan una mayor aversión al riesgo. Es decir, este resultado coincide con los trabajos que afirman que, en general, la tolerancia al riesgo financiero aumenta con el nivel de educación financiera.

La pregunta sobre inversión tenía como objetivo conocer la importancia que dan los universitarios a los tres factores más relevantes que se deben tener en cuenta a la hora de tomar una decisión de inversión: rentabilidad, seguridad y liquidez. En el gráfico 5, podemos observar que no existen diferencias significativas entre los encuestados del grupo experimental y del grupo de control, pero sí se aprecia que estos últimos se identifican más con las inversiones más seguras y, por tanto, presentan una mayor aversión al riesgo. Es decir, este resultado coincide con los trabajos que afirman que, en general, la tolerancia al riesgo financiero aumenta con el nivel de educación financiera y, por lo tanto, con la familiaridad o conocimiento de las cuestiones relativas a la inversión, lo que contribuye a la aceptación de los riesgos asociados a ella (Bannier y Schwarz, 2016).

Los resultados del análisis de regresión muestran que la realización del curso de educación financiera afecta positivamente al nivel de cono- cimientos financieros, pero el impacto sobre el comportamiento financiero es más limitado.

Para conocer la actitud de los jóvenes universitarios ante el endeudamiento, se les planteó la siguiente pregunta: “Imagina que vas a comprar una vivienda y necesitas un préstamo de 75.000 euros. El banco te ofrece un préstamo de 100.000 euros ¿Con cuál de las siguientes opciones te identificas más?” El objetivo de esta pregunta era averiguar si la instrucción financiera recibida por los jóvenes del grupo experimental había tenido efectos sobre sus decisiones de endeudamiento. En el gráfico 6, se aprecia que el 84 % de los jóvenes del grupo experimental rechazarían endeudarse por encima de lo que necesitan, frente al 73 % del grupo de control. Este resultado estaría en línea con el trabajo de Brown et al. (2016), que analiza los efectos de la educación financiera sobre el endeudamiento de los jóvenes. Los resultados sugirieron que los programas de educación financiera tendrían un impacto significativo en las decisiones financieras de los jóvenes, pero los efectos dependían del contenido de estos programas.

Satisfacción y utilidad de la formación recibida

La encuesta aplicada incluía un último bloque de preguntas que solo debían responder los universitarios del grupo experimental, ya que su finalidad era conocer su grado de satisfacción con el curso de educación financiera que habían realizado y la utilidad de los conocimientos adquiridos. En definitiva, con estas preguntas se trataba de valorar la transferencia real de dichos conocimientos a las decisiones del día a día.

En lo que se refiere a la satisfacción con la formación recibida, el 70 % de los encuestados manifestaron estar “totalmente de acuerdo” o “más bien de acuerdo” en que haber realizado el curso de educación financiera para universitarios había mejorado sus conocimientos en materia financiera y eco- nómica. El 26 % respondieron que “ni de acuerdo ni en desacuerdo” y solo un 4 % se mostró “más bien en desacuerdo” (gráfico 7).

Modelos de regresión

Para medir el impacto que ha tenido la formación recibida sobre los conocimientos y comportamiento financiero de los estudiantes, también se han realizado dos regresiones de mínimos cuadrados ordinarios.

En la primera regresión se ha utilizado como variable dependiente el número de aciertos en las ocho preguntas dirigidas a cuantificar la alfabetización o conocimientos financieros y como independientes tres variables binarias: haber realizado el curso de educación financiera, haber realizado estudios relacionados con la economía o la empresa y el género. Los resultados obtenidos (cuadro 2) muestran que haber realizado el curso de educación financiera afecta positivamente al conocimiento financiero: el coeficiente es positivo y estadísticamente significativo con t = 2,95 (p < 1%).

En el segundo modelo de regresión se ha utilizado como variable dependiente el número de respuestas que se consideran propias de un buen comportamiento financiero. Igual que en el modelo de regresión anterior, se toman tres variables independientes binarias: haber realizado el curso de educación financiera, haber realizado estudios relacionados con la economía y el género. En el cuadro 3, podemos apreciar que haber realizado el curso de educación financiera influye positivamente en el comportamiento financiero de las personas, aunque en este caso el impacto es más limitado que sobre los conocimientos: el coeficiente es positivo y estadísticamente significativo con t = 3,18 (p < 1%). Sin embargo, el impacto de haber cursado estudios de economía sobre el comportamiento financiero no es estadísticamente significativo.

Implementación de mejoras

Como se ha indicado anteriormente, el segundo gran objetivo de este proyecto era utilizar la información obtenida en el bloque de evaluación para realizar propuestas de mejora en el diseño e implementación de los programas de educación financiera para universitarios. Estas medidas de mejora se implementarán en sucesivas ediciones, puesto que se pretende seguir desarrollando nuevas convocatorias en distintas universidades del territorio español.

Ante la pregunta sobre qué cuestiones o temas consideraban los universitarios que deberían incluirse en posteriores ediciones del curso, y como se puede observar en el gráfico 8, del total de universitarios que realizaron el curso sobre educación financiera, el 92 % consideran relevante que en una próxima edición se incluya contenidos acerca de cómo hacer la declaración de la renta; el 76 % entienden que podría ser importante entender una nómina y el 71 % cómo elegir una hipoteca. Resulta llamativo que tan solo el 47 % de los jóvenes tenga interés en recibir formación sobre cómo hacerse autónomos. No obstante, este resultado está en la línea del último Informe sobre Jóvenes y Mercado de Trabajo publicado por el Ministerio de Trabajo y Economía Social (2021); según el cual, a 31 de marzo de 2021, el número de jóvenes entre 16 y 30 años afiliados al régimen especial de trabajadores autónomos (RETA) apenas superaba los 265.000. Esta cifra es una de las más bajas de los últimos 14 años y representa un descenso cercano al 40 % con respecto a 20071.

En el gráfico 9 se recogen las preferencias por sexo y, de nuevo, se observa que recibir formación sobre cómo hacerse autónomo es el tema que menos interesa. En el caso de los hombres, solo un 50 % están interesados en este tema y entre las mujeres el porcentaje es aún más bajo, un 44 %.

Conclusiones

Son muchos los estudios que han puesto de manifiesto que la alfabetización financiera no solo aporta beneficios a las personas (permite valorar adecuadamente los riesgos, evitar el sobreendeudamiento, fomentar el ahorro, planificar la jubilación, etc.), sino también a la economía de un país (permite fomentar la estabilidad y confianza en el sistema financiero) y a la sociedad en su conjunto. Por ello, no resulta extraño que cada vez haya más países que otorgan un rol central a la educación financiera y realizan grandes esfuerzos por promover programas y cursos que permitan mejorar los conocimientos y competencias financieras de sus ciudadanos.

La formación financiera se debe iniciar cuanto antes y estar presente en todos los sectores de la población, pero especialmente en aquellos que por diversas circunstancias muestran unas mayores deficiencias. En este sentido, la Encuesta de Competencias Financieras realizada en 2016 puso de manifiesto que los universitarios españoles muestran carencias importantes en cultura financiera. Formar financieramente a este colectivo garantiza que se está otorgando capacidades en finanzas a buena parte de la sociedad española. Además, debemos tener en cuenta que en aquellos casos donde el universitario es el que tiene mayor nivel educativo en su familia, éste se convierte en el punto de referencia para muchas decisiones familiares, por lo que dotar al universitario de conocimientos financieros revertirá en toda la familia.

Dentro de las múltiples iniciativas que todos los años se ponen en marcha en materia de educación financiera, en 2019 la Universidad de Extremadura y la Universidad de Valencia firmaron un proyecto financiado por Funcas cuyo objetivo fundamental era diseñar un programa formativo que permitiera a los jóvenes universitarios cubrir sus deficiencias en materia financiera.

El objetivo fundamental de este trabajo ha sido evaluar el impacto de dicho programa formativo en dos aspectos: por un lado, en el nivel de instrucción financiera alcanzado por los universitarios que participaron en el mismo y, por otro, en su comportamiento financiero. Otro de los objetivos ha sido conocer el grado de satisfacción de los universitarios instruidos en cuanto a la utilidad y aplicabilidad de los conocimientos adquiridos. También se perseguía con este trabajo obtener propuestas de mejoras por parte de los estudiantes que realizaron el curso para poder acercarnos con ello a la formación que éstos demandan.

Para alcanzar nuestro objetivo, y tras la realización de entrevistas personales, se diseñó una encuesta ad hoc en la que participaron un total 241 estudiantes, de los cuales 51 habían realizado el curso de educación financiera (grupo experimental) y 190 no lo habían cursado (grupo de control), con la intención de contrastar en qué medida la participación en la acción formativa se ha traducido en unos mejores resultados en cuanto a conocimientos y comportamiento financiero respecto a quienes no la han cursado.

Las principales conclusiones que se pueden obtener de la evaluación realizada son las siguientes:

  • En lo que se refiere al nivel de conocimientos financieros, el porcentaje de estudiantes del grupo experimental que obtienen una calificación alta (≥ 6 puntos sobre un máximo de 8 puntos) es del 45,2 %, frente al 21 % del grupo de control. Por el contrario, los encuestados del grupo experimental que obtienen una calificación baja (≤ 3 puntos) es del 11,7 %, superando el 45 % en el grupo de control. En consecuencia, la puntuación media del grupo experimental es 5,1, mientras que en el grupo de control se sitúa en 3,8.

  • Entre los encuestados del grupo experimental, el porcentaje de respuestas que se consideran propias de un buen comportamiento financiero es mayor que en el grupo de control. Por ejemplo, el 98 % de los que realizaron el curso de educación financiera consideran que ahorrar es importante y por ello se ponen metas e incluso están dispuesto a recortar sus gastos para lograrlas. En el grupo de control esta valoración positiva del ahorro se reduce hasta el 90 %. Los que afirman no tener ningún interés en ahorrar solo están presentes en el grupo de control con una representación del 4 %. También existen diferencias en su comportamiento frente al endeudamiento. El 84 % de los jóvenes del grupo experimental rechazarían endeudarse por encima de lo que necesitan, frente al 73 % del grupo de control.

  • En lo que se refiere a la satisfacción con la formación recibida, el 70 % de los encuestados manifestaron estar “totalmente de acuerdo” o “más bien de acuerdo” en que haber realizado el curso de educación financiera para universitarios ha mejorado sus conocimientos en materia financiera y económica. El 26 % respondieron que “ni de acuerdo ni en desacuerdo” y solo un 4 % se mostró “más bien en desacuerdo”. Además, los jóvenes instruidos afirman que los conocimientos adquiridos le han sido útiles en su toma de decisiones tanto en el ámbito personal y familiar (75 %) como en el ámbito profesional (63 %).

  • Los universitarios que realizaron el curso consideran que deberían incluirse en la formación contenidos acerca de cómo realizar la declaración de la renta, cómo entender una nómina y cómo elegir una hipoteca. Destaca el escaso interés que muestran en obtener formación de cómo hacerse autónomos.

Referencias

Bannier, C. y Schwarz, M. (2016). Gender differences in financial risk taking: the role of financial literacy and risk tolerance. Economics Letters, 145, pp. 130-135. Disponible en: http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2748589

Bernheim, B., Garrett, M. y maki, D. (2001): Education and Saving: The long term effects of high school financial curriculum mandates. Journal of Public Economics, 80(3), 4, pp.35–465.

Brown, M., GriGSBy, J., Van der klaauw, W., wen, J., y zafar, B. (2016): Financial education and the debt behavior of the young. The Review of Financial Studies, 29 (9), pp. 2490-2522.

CNMV y Banco de eSpaña (2018). Plan de Educación Financiera 2018-2021. Disponible en: https://www.cnmv.es/portal/Publicaciones/PlanEducCNMV.aspx

comiSión europea (2007). “La educación financiera”, Comunicado COM(2007) 808 final. Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:52007DC0808&from=ES

cordero, J. M. y pedraja, F. (2018). La educación financiera en el contexto internacional. Cuadernos Económicos del ICE, 95, pp. 239-257.

domínGuez-martínez, J. M. (2017).  Los   programas de educación financiera: aspectos básicos y referencia al caso español. E-Pública, 20, pp. 19-60. Disponible en: http://e-publica.unizar.es/wpcontent/ uploads/2017/02/17102-version-definitiva_v2.pdf

foro de expertoS inStituto Santalucía (2016). 10 consejos para inversores novatos. Disponible en: https:// institutosantalucia.es/consejos-inversores-novatos-educacion-financiera/

fundación pwc y fundación contea (2019). ¿Por qué educar en economía familiar y empresarial? Informe sobre la educación económico-financiera en las aulas españolas. Disponible en: https://www.pwc.es/es/ publicaciones/tercer-sector/educacion-economico-financiera-pwc-contea.pdf

luSardi, A. y mitchell, O. S. (2014). The economic importance of financial literacy: theory and evidence, Journal of Economic Literature, 52(1), pp. 5-44. Disponible en: https://www.aeaweb.org/articles?id=10.1257/jel.52.1.5

manceBón torruBia, M. J., ximénez-de-emBún, D. P. y Villar- aldonza, A. (2020). Habilidades financieras y hábitos financieros saludables: un análisis a partir de la Encuesta de Competencias Financieras. Cuadernos de Información Económica, 275, pp. 55-69. Disponible en: https://www.funcas.es/wp-content/uploads/Migracion/Articulos/FUNCAS_CIE/275art08.pdf

miniSterio de traBajo y economía Social (2021). Informe Jóvenes y Mercado de Trabajo. Junio de 2021. Disponible en: https://www.mites.gob.es/ficheros/ministerio/sec_trabajo/analisis_mercado_trabajo/ jovenes/2021/Junio_2021.pdf

OCDE (2015). National Strategies for Financial Education: OECD/INFE Policy Handbook. Paris: OECD Publishing. Disponible en: https://www.oecd.org/daf/fin/financial-education/National-Strategies-Financial-Education-Policy-Handbook.pdf

OCDE (2016). OECD/INFE International Survey of Adult Financial Literacy Competencies. Disponible en: www. oecd.org/finance/OECD-INFE-International-Survey-of-Adult-Financial-Literacy-Competencies.pdf

Notas

*      Este trabajo forma parte de un proyecto que fue seleccionado por Funcas en la segunda convocatoria de ayudas a la investigación en educación financiera.

**     Universidad de Extremadura.

*** Universidad de Valencia e Ivie.

**** Universidad de Valencia.

1 En 2007 los jóvenes autónomos representaban el 13,9 % del total de afiliados al RETA, mientras que en marzo de 2021 su peso era tan solo del 8,1 %.

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Empresas zombis: análisis de las vulnerabilidades del sector empresarial en el contexto pos-COVID-19

 

Empresas zombis: análisis de las vulnerabilidades del sector empresarial en el contexto pos-COVID-19

Fecha: enero 2022

Fernando Rojas*, Francisco del Olmo** y Diego Aires***

Empresas zombis, Morosidad, Política monetaria, Viabilidad, COVID-19, Vulnerabilidad

Cuadernos de Información Económica, N.º 286 (enero-febrero 2022)

Las medidas de política económica adoptadas para contrarrestar los efectos derivados de la pandemia han ayudado a mantener el flujo financiero hacia la economía real, principalmente en forma de crédito, permitiendo contener el desempleo y la destrucción de un porcentaje significativo del tejido empresarial más damnificado por la crisis de la COVID-19. Sin embargo, un riesgo derivado de esta situación es que un número importante de empresas se han servido de estas medidas para sobrevivir bajo una situación de vulnerabilidad, gracias a la laxitud de las condiciones financieras, pero con un modelo de negocio que en realidad no es viable desde una perspectiva económica. La supervivencia o fracaso de estas empresas, conocidas comúnmente como zombis, tiene implicaciones tanto en el devenir de la economía global como en las perspectivas del sistema financiero. El presente artículo trata de contextualizar esta realidad, analizando el concepto de empresa zombi desde una perspectiva global y cuantificando el volumen de este segmento dentro del tejido empresarial español, desarrollando posteriormente un ejercicio de sensibilidad ante cambios en la política monetaria cuyas consecuencias implicarían, en última instancia, una morosidad creciente en el sector bancario.

Los impactos derivados de la crisis de la COVID- 19, provocada principalmente por las medidas de confinamiento y restricción a la movilidad para tratar de evitar una mayor propagación del virus, se han manifestado en múltiples sectores y ámbitos económicos, siendo especialmente intensos en sectores relacionados con el comercio y los servicios, en especial los relacionados con el turismo.

Este hecho ha resultado en una alteración eco- nómica sin precedentes en tiempos de paz en las principales economías, afectando especialmente a los países más dependientes del turismo, como España, Italia o Portugal. Aunque la recuperación económica es intensa, gracias en parte al proceso de vacunación, no hay que perder de vista algunas debilidades derivadas de la aparición de nuevas variantes del virus (que han provocado nuevas medidas de restricción en algunos países), así como las consecuencias de los problemas en la cadena global de suministros y de escasez de materiales, o el alza de los precios de los productos energéticos, lo que está llevando la inflación a niveles no vistos en décadas y al creciente debate sobre la estrategia de los principales bancos centrales.

Sin embargo, más allá de los factores de riesgo que ponen en jaque la recuperación y que, en última instancia, podrían moderar las perspectivas de crecimiento económico, como el incremento de la inflación ya comentado, así como el posible deterioro de las condiciones de financiación y la corrección de los activos financieros (Banco de España, 2021), hay otro hecho que se analiza en el presente artículo: la creciente zombificación de las empresas. Este proceso se está intensificando tras el estallido de esta crisis, como consecuencia de la finalización parcial de las ayudas que se han tomado en materia de política económica (tanto monetaria como fiscal) que, aunque han sido bienvenidas y han contrarrestado los efectos de la crisis (el contrafactual hubiese sido mucho peor), han derivado o pueden derivar en un crecimiento de esta tipología de empresas.

El proceso de zombificación no es un concepto nuevo, y ha sido analizado por numerosos autores desde la crisis financiera de 2008, como consecuencia de la política monetaria no convencional puesta en marcha por los principales bancos centrales del mundo. Destacan, de hecho, los trabajos publicados en el marco de la OCDE en 2017 (Andrews, McGowan y Millot, 2017; McGowan, Andrews y Millot, 2017a , 2017b), donde se estudia la evolución del porcentaje de empresas zombis en Europa y sus determinantes, así como las consecuencias sobre la productividad de la economía. Por otro lado, también se hace hincapié en la vinculación de esta tipología de empresas con el sector financiero, señalando que las empresas zombis son más propensas a financiarse con créditos de entidades bancarias que, en materia de solvencia y rentabilidad, presentan alguna debilidad (Andrews y Petroulakis, 2019).

Sin embargo, el número de referencias bibliográficas al respecto ha aumentado desde el estallido de la actual crisis, como consecuencia principalmente de las medidas orientadas a que el flujo y el canal de crédito no se rompiera hacia las empresas, principalmente las pequeñas. Dichas medidas de ayuda han atendido las necesidades de liquidez a corto plazo de las empresas, permitiendo que muchas de ellas subsistan en este entorno, incluidas aquellas que, con independencia de la pandemia, operan con modelos de negocio insostenibles en condiciones normales.

Definición de empresa zombi

Antes de entrar en el análisis, hace falta realizar una contextualización de qué es una empresa zombi. En este sentido, cabe destacar dos principales definiciones:

  • La Financial Stability Review de mayo de 2021, del Banco Central Europeo (BCE, 2021), dedicaba un apartado a analizar la evolución pasada y presente de esta tipología de empresas. En este documento se definía una empresa zombi como aquella que no es viable en condiciones normales de actividad, pero que sobrevive gracias a unas condiciones financieras especialmente favorables. En este sentido, cataloga como empresas zombis a aquellas que al menos durante dos años consecutivos cumplen las tres condiciones siguientes:
  • Registrar un ROA negativo (pérdidas)
  • Registrar una ratio EBITDA sobre deuda financiera inferior al 5 % (elevados niveles de apalancamiento)
  • Estar desinvirtiendo, excluyendo así a las empresas de nueva creación.
  • Por su parte, los estudios enmarcados en la OCDE mencionados con anterioridad, definen a una empresa zombi como aquella que lleve operando al menos diez años y que lleve sin cubrir los pagos de los intereses con sus resultados más de tres años consecutivos.

Aunque la definición del BCE pueda parecer más sofisticada, ambas definiciones hacen hincapié en las mismas ideas: una empresa es zombi si operativamente es poco rentable, está muy apalancada y no es de reciente creación. En este artículo se utilizarán ambas definiciones: en primer lugar, para contextualizar la evolución de las empresas en Europa, y en segundo, para realizar los análisis de simulaciones sobre el caso español.

Evolución de las empresas zombis en Europa

Partiendo de la primera definición, el BCE estima la evolución de las empresas zombis desde el año 2004 hasta 2019, en términos de activos y de empleo, tal y como se ilustra en el gráfico 1. El punto álgido, hasta la crisis actual, se habría alcanzado en 2013, representando más del 2 % del total de activos y empleados, aunque hay estudios como Acharya et al. (2020) que identifican doce países europeos donde las empresas zombis han aumentado hasta alcanzar casi el 7 % en 2016. Dicho peso se habría reducido ligeramente en los últimos años, pero se mantendría en niveles similares al 2 % para el agregado de la eurozona.

El peso de las empresas zombis en Europa representa en la actualidad más del 2 % el total de activos y empleados, según el BCE, si bien en algunos países aumentaron hasta alcanzar casi el 7 % del total en 2016.

Adicionalmente, el estudio empírico del BCE concluye que las empresas zombis, como no puede ser de otra manera, son menos productivas, originalmente más pequeñas y con un mayor grado de apalancamiento. A su vez, tal y como se pone de manifiesto en el gráfico 2, estas características hacen a las empresas zombis más propensas al impago de su deuda y/o a entrar en procesos de reestructuración o refinanciación de deuda. Además, el mayor riesgo de crédito asociado a este tipo de empresas se materializa en un mayor tipo de interés en los préstamos concedidos a las mismas, tal y como se observa en el gráfico 3.

Esto vendría a colación de que las empresas de pequeño y mediano tamaño son las más vulnerables a los desequilibrios, pero también las que han recibido mayores ayudas para soportar su actividad. Cabe reseñar, en este punto, que con datos de 2018 el peso de las empresas pequeñas y medianas alcanza en la Unión Europea el 99,8 % del total de empresas en número (en España llega al 99,9 %), aportando casi el 57 % del valor añadido y representando más del 66% de empleados (62,2 % y 72,4% para el caso español) (Analistas Financieros Internacionales, 2019).

Pues bien, el BCE (2021) afirma que las numerosas medidas tomadas, en especial las relacionadas con el crédito a través de las garantías públicas y las moratorias que se han concedido, y a las que nosotros añadimos la laxitud de la política monetaria que se ha intensificado en los meses posteriores al estallido de la pandemia, si bien han servido para reducir la mortalidad de las empresas que son elegibles para recibir dichas ayudas, también han promovido la supervivencia de algunas cuya viabilidad económica era dudosa antes del estallido de la pandemia.

Este fenómeno, que redundará en un crecimiento del número de empresas zombis en los próximos años, se debe principalmente a que, en palabras del propio BCE, los criterios de selección de las ayudas han sido laxos a la hora de discernir qué empresas pueden ser elegibles o no.

El BCE afirma que las numerosas medidas de política económica relacionadas con el crédito a través de las garantías públicas y las moratorias, y a las que cabe añadir la laxitud de la política monetaria –intensificada en los meses posteriores al estallido de la pandemia–, si bien han servido para reducir la mortalidad de las empresas, también han promovido la supervivencia de algunas cuya viabilidad económica era dudosa antes del estallido de la pandemia.

Partiendo de este enfoque, es necesario un análisis más granular, identificando el porcentaje de empresas que pueden ser categorizadas como zombis, y que puedan derivar en un incremento significativo del riesgo y, en última instancia, de la morosidad.

El caso español: análisis de escenarios ante un cambio en la política monetaria

Una vez identificadas las vulnerabilidades y los ámbitos en que se desarrolla la zombificación del tejido empresarial y las principales aportaciones de la literatura, se ha desarrollado un análisis de escenarios en el que se simula, para una muestra de empresas zombis españolas, cómo evolucionaría una cuenta de resultados media del tejido empresarial español.

En este punto, cabe reseñar que actualmente la economía mundial se encuentra en un momento sumamente complejo y de incertidumbre. Por un lado, la pandemia de la COVID-19 no ha desaparecido, y surgen nuevas variantes que ponen en riesgo la recuperación económica. Por otra parte, los shocks de oferta que está experimentando la economía mundial están tensando la evolución general de precios, llevándolos a niveles no registrados en décadas y orientando las expectativas hacia la finalización paulatina de la política monetaria no convencional que ha caracterizado la estrategia de los principales bancos centrales del mundo, lo que indudablemente lleva al debate de la subida de tipos de interés.

Por lo tanto, la situación actual para las empresas es sumamente difícil, pues se enfrentan a una evolución creciente de los precios de sus inputs, que, junto con los problemas de la cadena de suministro mundial y las restricciones derivadas de la lucha contra la pandemia, llevan a una situación de estrés sobre las cuentas de resultados. Asimismo, la expectativa de futuras subidas en los tipos de interés, con sus implicaciones en los gastos financieros, puede llevar a empresas vulnerables a una irreversible situación de fracaso empresarial.

La economía española no es ajena a estos problemas y, de hecho, algunos de los sectores más vulnerables a las medidas puestas en marcha en pandemia son los que caracterizan a una parte importante del tejido empresarial español.

En el último Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España (2021), se identifican riesgos y vulnerabilidades de la economía y del sistema financiero español. Entre ellos, destaca el que denomina como “debilidad de la situación financiera de ciertos segmentos de empresas y hogares” (Banco de España, 2021: 14). Concretamente, resalta que “la recuperación es todavía incompleta en los sectores más afectados (e.g. hostelería, transporte, fabricación de automóviles), que han acumulado los mayores incrementos de deuda bancaria y también del crédito dudoso” (Banco de España, 2021: 14). Además, son los sectores que acumulan el mayor porcentaje de riesgo latente no materializado, pero con altas probabilidades de materializarse.

Con el fin de caracterizar a las empresas zombis se ha asumido la definición aportada en el marco de la OCDE (Andrews, McGowan y Millot, 2017; McGowan, Andrews y Millot, 2017a, 2017b), en la que se delimita como zombis a las empresas que tienen diez años o más y que no pueden cubrir sus gastos financieros por intereses durante tres años consecutivos. Aunque se está hablando de un concepto sumamente complejo y para el que no existe un consenso total en la literatura, se ha asumido esta definición porque es, de hecho, una de las más aceptadas, como atestiguan los trabajos de Osório, Bento y Xarepe (2017); Hallak, Harasztosi y Schich (2018); Banerjee y Hofmann (2018, 2020): Andrews y Petroulakis (2019); Grieder y Ortega (2020); El Ghoula, Fu y Guedhami (2020); Cella (2020) y Carreira, Teixeira y Nieto-Carrillo (2021), entre otros. Es importante considerar que, al establecer un umbral de diez años de vida, se puede diferenciar entre empresas zombis y empresas de reciente creación, a la vez que el análisis de tres años consecutivos de la cobertura de intereses permite evitar el sesgo producido por problemas cíclicos.

Por lo tanto, a partir de esta definición se ha trabajado con una muestra de 17.979 empresas españolas con personalidad jurídica obtenidas a través de la base de datos SABI (Sistema de Análisis de Balances Ibéricos), sobre un total de más 700.000 (en torno al 2,5 % del total de empresas del país en línea con lo estimado por el BCE para Europa), que recoge información financiera de empresas que depositan sus cuentas anuales en el Registro Mercantil. Sobre esta muestra, se ha limpiado la distribución con el objetivo de no incluir valores outliers, habiendo filtrado el 5 % de las empresas con menor y mayor coste medio de financiación.

En el cuadro 1 se puede observar la muestra inicial contenida en SABI, la obtenida bajo la definición de empresa zombi adoptada y la muestra de análisis final.

Por otra parte, el cuadro 2 permite observar la distribución media de la muestra de análisis y su coste medio de financiación en base al tamaño de las empresas, el sector y la región en donde realizan su actividad.

Del cuadro 2 se pueden extraer conclusiones muy interesantes sobre la realidad de las empresas zombis en España. En primer lugar, el 62 % de las empresas con estas características son pequeñas o microempresas, lo que conlleva una importante vulnerabilidad en empresas que tienen, normalmente, mayores problemas en el acceso a la financiación (Maudos, 2014), como también se aprecia en el coste medio de financiación. No obstante, se debe destacar que el porcentaje de grandes empresas en esta situación no es pequeño, pues alcanzan el tercio de la muestra, lo que se deriva de la situación de crisis en algunos sectores a causa de la pandemia y que puede ser un problema en términos de empleo si no se redefine su estrategia general y financiera.

Desde una perspectiva sectorial, el 51 % de las empresas zombis se localizan en el sector de servicios no dedicados a la distribución comercial, sin duda consecuencia de la crisis derivada de la pandemia COVID-19 y de las medidas de restricciones puestas en marcha en 2020.

Finalmente, desde un punto de vista regional, destaca el peso de Madrid y Cataluña como regiones con mayor proporción de empresas zombis, seguidas de la Comunidad Valenciana, Andalucía y Galicia.

Asimismo, destaca el hecho de que un 29 % de las empresas de la muestra se encuentra en una situación de patrimonio neto negativo, mientras que, y este es un hecho muy significativo, un 90% de la muestra tiene resultados de explotación negativos, lo que es realmente representativo de la situación de vulnerabilidad que caracteriza a estas empresas zombis desde una perspectiva estratégica, más allá de su estructura financiera.

Una vez analizada la realidad general de las empresas zombis en España, se ha procedido a desarrollar el ejercicio de sensibilidad en el que se simula un aumento de los costes medios de financiación, en línea con la subida de tipos que descuenta el mercado, en 50, 75 y 100 puntos básicos, con el fin de analizar su impacto en la cuenta de resultados de las empresas zombis españolas. Con este propósito, se ha simulado una cuenta de resultados media de la muestra de análisis que permite obtener conclusiones generales.

De esta manera, el cuadro 3, que recoge las simulaciones realizadas, permite alcanzar interesantes conclusiones. Por un lado, los resultados de explotación medios de las empresas de la muestra son negativos, lo que lleva a la imposibilidad de cubrir ni siquiera los gastos financieros derivados de su endeudamiento, a pesar de que existe un volumen significativo de ingresos financieros provenientes de la necesidad de obtener rendimientos financieros en un entorno de tipos de interés cero.

Las empresas zombis empeorarían su cuenta de resultados en el caso de que los cambios en la política monetaria conllevaran incrementos de los costes de financiación. Una subida de 50 puntos básicos implicaría un incremento de las pérdidas del ejercicio de un 11 %, que se elevarían hasta el 17 % y el 22 % en el caso de subidas de tipos de 75 y 100 puntos básicos respectivamente.

Se puede ver cómo, en media, las empresas analizadas empeorarían sus resultados del ejercicio en el caso de que los cambios en la política monetaria conllevaran incrementos de los costes de financiación. De esta manera, ceteris paribus, un incremento de 50 puntos básicos implicaría un incremento de las pérdidas del ejercicio de un 11 %, que se incrementarían hasta el 17 % y el 22 % en el caso de subidas de tipos de 75 y 100 puntos básicos respectivamente.

Asimismo, dada la gravedad de la situación que caracteriza al 90 % de la muestra analizada, con resultados de explotación negativos, se ha realizado la misma simulación únicamente para el segmento de empresas que en 2020 mantenían resultados de explotación positivos. Así pues, el cuadro 4 permite obtener valiosas conclusiones. Por un lado, pese a que la actividad de estas empresas es rentable, sus costes financieros son mayores que los de la media de empresas zombis españolas. Ello provoca que, a pesar de alcanzar resultados de explotación positivos, el resultado del ejercicio suponga pérdidas para la empresa. Estas pérdidas se verían incrementadas muy significativamente en el caso de un aumento de los costes financieros derivados de cambios en la política monetaria. Una subida de 50 puntos básicos conllevaría, ceteris paribus, un incremento de las pérdidas de 85 millones (16 veces más), diferencia que ascendería hasta los 125 y 165 en el caso de un incremento de 75 y 100 puntos básicos, respectivamente.

Estos resultados tienen implicaciones no sólo para las propias empresas, sino para las entidades financieras que han financiado su actividad. Un empeoramiento de la situación de este segmento de empresas probablemente aumentaría la morosidad, al no poder hacer frente únicamente a los gastos financieros, sino al propio pago del principal. En este sentido, un ejercicio de simulación sobre las empresas con resultado de explotación positivo —que son las que menos probabilidad de impago tendrían a priori— permite concluir que, considerando un vencimiento medio de la financiación ajena de cinco años, las empresas pasarían de una ratio de cobertura de intereses y principal del 4,65 % a un 4,55 % en el caso de un incremento de 50 puntos básicos del coste de financiación. Asimismo, si el coste de financiación aumentara en 75 o 100 puntos básicos, dicha ratio de cobertura descendería hasta el 4,50 % o el 4,45 % respectivamente, incidiendo en el riesgo de crédito al que están sometidas las entidades financieras.

Conclusiones

El contexto económico actual es de una gran incertidumbre para el devenir del sector empresarial. A la finalización de las medidas llevadas a cabo por las diferentes instituciones con la pretensión de controlar los efectos nocivos de los confinamientos y restricciones, se une el aumento de los cuellos de botella que minan el comercio mundial y una creciente inflación. Este último hecho, originado principalmente por el crecimiento de los precios energéticos y el no poder atender la creciente demanda pospandemia, hace que se vislumbre en el horizonte un cambio de tono de la política monetaria, de carácter ultraexpansiva a nivel mundial en los últimos años, donde el mercado descuenta un incremento de los tipos ya para el año 2022.

En este contexto, se encuentran empresas categorizadas como zombis, en su mayor parte provenientes de la crisis anterior, que han recibido muchas de ellas ayudas que ahora finalizan, donde un aumento del coste de la deuda, derivado de un incremento de los tipos de interés, ahondaría en sus resultados negativos. En España, estas empresas representarían actualmente alrededor del 2,5 % del total, en línea con lo estimado para Europa, lo que podría suponer un incremento de morosidad en el sector bancario español, principal canalizador del crédito hacia esas empresas con vulnerabilidad.

Más del 62 % de las empresas zombis son consideradas como pequeñas o micropymes, siendo estas las más vulnerables ante las distorsiones económicas y financieras que se están produciendo, pudiéndose incrementar dicha cifra como consecuencia de la aparición de nuevas variantes del virus que deriven en nuevos episodios de confinamientos y restricciones para la contención de los contagios.

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Notas

* Universidad Autónoma de Madrid.

** Universidad de Alcalá e IAES.

*** Universidad Carlos III de Madrid.

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