Inflación-deflación-estanflación? Previsiones acertadas 2007-2017 ¿Previsiones acertadas o erradas en 2021?
1.Introducción
En la pasada crisis 2007-2017 esta previsto según varios analistas la subida de intereses, otros expertos indicaban la inflación, otros expertos la temida la estanflación....las medidas de los bancos centrales lo evitaron....¿ahora podrán evitar la subida de intereses, inflacion, deflación o estanflación?
La inflación es el aumento sostenido en el nivel general de precios. Y la deflación es lo contrario, es decir, la disminución sostenida de los precios.
El peor esenario seria la estanflación que implica la aceleración de
la inflación coexistiendo con un bajo o nulo creciemiento que implicaria tasas de desempleo elevadas. (Ver punto 4 Roubini)
Si las vemos desde el punto de vista del valor del dinero, con la inflación el dinero vale menos, y con la deflación aumenta su valor. Curiosamente, la inflación tiene mejor prensa que la deflación; se dice que la deflación es lo peor de todo, y que la inflación es menos mala; de hecho, se acepta que una inflación del 2% anual es algo bueno. Esto puede tener que ver con el hecho de que asociamos la deflación con la recesión económica, pero no está claro, porque la recesión puede producirse con inflación (es lo que se llama estanflación) mientras que una economía puede prosperar sin que suban los precios.
¿Por qué la inflación y la deflación son más bien procesos que comportamientos?
Un aumento puntual de los precios, incluso mantenido durante un tiempo, no conduce necesariamente a la inflación, del mismo modo que una reducción puntual de los precios tampoco conduce a la deflación. La palabra clave es “conduce” porque la inflación tiene capacidad para generar nueva inflación y la deflación puede conducir a nueva deflación.
Ese proceso de conducción de la inflación a nueva inflación o de la deflación a nueva deflación se ve influido de forma crucial por las expectativas de los agentes económicos. Por ejemplo, si los vendedores esperan que los precios suban, pueden decidir que es mejor posponer la venta. Lo mismo les sucede a los compradores cuando piensan que la deflación hará más barato comprar dentro de un tiempo.
Un mecanismo clave del proceso por el que la deflación o la inflación se alimentan a sí mismas es el de las negociaciones laborales y la fijación de precios. Si los trabajadores temen una inflación elevada, solicitarán un mayor aumento de los precios. Ese aumento de los salarios elevará los costes de las empresas. La subida de los costes llevará a más inflación.
Con la deflación puede pasar algo un poco diferente. Los trabajadores pueden ser más reacios a requerir menores aumentos salariales, aunque haya previsiones de deflación. La razón es que pueden tener miedo de que en otros sectores y empresas no haya tal contención y que los precios bajen menos de lo previsto, de manera que perderían poder adquisitivo. Si finalmente la deflación se confirma y los salarios se mantienen, eso supondrá una ganancia de poder adquisitivo de los salarios.
El problema es que, con un salario real mayor (que dé para comprar más cosas), más gente puede querer incorporarse al mercado de trabajo, pero menos empresas querrán contratar (porque les resulta más caro), con lo que se genera paro. El paro hace que haya menor renta y menor confianza de los consumidores, con lo que se reduce la demanda de la economía. La reducción de la demanda conduce a una nueva caída de los precios que ahonda el proceso deflacionista.
¿Qué es más preocupante: la inflación o la deflación?
Se puede decir que ninguna de las dos es siempre más preocupante que la otra. Ambas son preocupantes, en cierto modo suponen “jugar con fuego”, en el sentido de que pueden generar problemas. Se suele buscar como objetivo una cierta estabilidad de precios, que se podrían situar en el entorno del 2%. Eso ofrece mayor previsibilidad a los agentes económicos y evita caer en los peligros de la inflación y de la deflación.
Aunque muchas veces la inflación o la deflación proceda de causas no relacionadas con la política económica, en algunos casos se busca mantener un control sobre ellas precisamente a través de la política económica. Dos ejemplos recientes hemos tenido en España y en otros países europeos. Los famosos recortes buscaban, entre otros objetivos, reducir la demanda para generar deflación que haga nuestros precios más competitivos internacionalmente, lo que se ha venido en denominar deflación competitiva. Otro ejemplo, en el sentido contrario, ha sido el QE con el que el BCE pretende hacer frente a los posibles riesgos deflacionistas.
Uno de los peligros de una y otra medida, cada una en un sentido, hubiese sido asentar una deflación o una inflación a largo plazo, que se hubiesen acompañado de paro y bajo crecimiento. Es decir, la inflación y la deflación son tanto más peligrosas cuanta mayor capacidad tengan de alimentarse a sí mismas generando nueva inflación o deflación.
En otras ocasiones, la inflación y la deflación son vistas como el precio a pagar por otras medidas. El caso de China puede ser ilustrativo. Se toman medidas de estímulo de la demanda, con el objetivo de crecer más, pero eso puede generar más inflación y una pérdida de competitividad sin llegar a crecer más porque hay un problema de falta de recursos para crecer más, en parte por errores en las inversiones realizadas en el pasado. Se pretende crecer más, pagando el precio de la inflación. Otra cosa es que se consiga crecer más.
Un caso especialmente grave de inflación se origina cuando en un país se produce una caída importante del valor de su moneda. Por ejemplo, a consecuencia de la caída de las exportaciones de petróleo y el desacierto en su política económica, el bolívar venezolano ha perdido casi todo su valor. Como consecuencia, los precios medidos en bolívares crecen a velocidades vertiginosas. Cuando una moneda se deprecia violentamente, los precios de los productos crecen de forma violenta.
Por otro lado, una de las principales preocupaciones
que nos traen la inflación y la deflación es su impacto en la distribución de la renta. En primer lugar, no todos
consumimos lo mismo, de forma que se ven beneficiados aquellos que consumen los
productos que se abaratan más y se ven perjudicados quienes consumen lo que se
encarece más.
Además, el impacto de la inflación y la deflación en el ahorro y la financiación puede traer desigualdades. Las
formas de cubrirse contra los efectos de la inflación en los ahorros o del
impacto de la deflación en las deudas están más al alcance de los más ricos.
Además, si se generan dificultades para acceder al crédito, los más ricos
tienen mayor facilidad para el acceso a la financiación en otras monedas.
https://www.bbva.com/es/deflacion-vs-inflacion-que-son-y-cual-debe-preocuparnos-mas/
*Este
es el debate¿2021?Deflación-Inflacion o actuación BC
2-Que paso en anteriores crisis?
En 2003…….
El peligro de deflación induce las políticas de dinero barato
Nadie podrá criticar a los Gobiernos ni a los bancos centrales por no haber cumplido con su palabra. Después de varias décadas, el enemigo tan temido ha sido abatido por las duras políticas monetarias de los últimos 20 años. La inflación es hoy un recuerdo del pasado, pero su derrota podría estar dando paso a una amenaza de signo inverso, pero más temible: la deflación.
Ya en 1999 el economista estadounidense Paul Krugman llamaba la atención sobre el curso deflacionario de la economía de Japón en un libro de título inquietante y con una directa referencia a la crisis de los años treinta: 'El retorno de la economía de la depresión'. En las últimas semanas, la posibilidad teórica sugerida por Krugman hace cuatro años se ha convertido en el centro del debate económico mundial. El temor de que Alemania y Estados Unidos sigan el camino de Japón preocupa seriamente a Washington y a Europa.
Desde mediados de la década pasada, la economía japonesa está siendo afectada por una caída general del nivel de precios. En sus orígenes se encuentra el estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria de 1990, que dejó en cuidado intensivo al sistema bancario. El desplome del precio de los activos financieros e inmobiliarios fue seguido, a mediados de la década, por la caída imparable del índice general de precios. La deflación se instaló en Japón. El consumo y la demanda cayeron y no logran remontar desde entonces, la inversión no repunta y la tasa de paro es del 5% con tendencia ascendente.
Aunque tardíamente, los Gobiernos y las autoridades del Banco de Japón adoptaron medidas monetarias y fiscales para combatir la deflación y la parálisis de la economía que le ha seguido. Desde 1997, la base monetaria ha crecido un 84% y la deuda pública ronda el 150% del PIB. Pero en estos seis años, el producto bruto ha retrocedido un 6%.
El miedo creciente a que este mal deflacionario se extienda a Alemania y EE UU no cae del cielo. 'Por primera vez desde 1975, las tres grandes economías desarrolladas se han sincronizado en un ciclo cuasi recesivo, al tiempo que en las economías emergentes la situación no es mucho mejor', explica José Juan Ruiz, director de Análisis y Estrategia para América del Banco Santander.
Los países de la UE apenas han crecido en los dos últimos años: un 1,6% en 2001 y el 1,1% en 2002. Alemania, apenas el 0,6% y el 0,5%, respectivamente. Estados Unidos superó la corta recesión de 2002, pero no arranca.
La inflación cae. EE UU ha pasado del 2,8% en 2001 a una tasa anual del 1,7% en marzo de este año, su nivel más bajo en casi 40 años. En la zona euro, la tasa ha caído del 2,6% al 1,7% en los últimos 12 meses.
Moneda y crisis
Como sostiene Stephen Roach, economista jefe de Morgan Stanley, 'la deflación no es un simple fenómeno monetario. Por tanto, los peligros actuales de deflación tienen poco o nada que ver con los agregados monetarios'. Aunque el papel de estos no pueda subestimarse a la hora actuar.
El estancamiento económico y la subsiguiente desinflación actual en Europa y América es el resultado de la excesos de la década pasada. Tras un largo ciclo expansivo, la sobreinversión de capitales y la sobreproducción de bienes llegaron a un límite.
El pinchazo del Nasdaq en marzo de 2001 y el subsiguiente final de la burbuja de Wall Street y las Bolsas mundiales fueron la primera fase del proceso. En el último año y medio se ha hecho evidente la sobrecapitalización de las industrias, desde las telecomunicaciones al automóvil, pasando por el sector bancario. Los precios caen producto de una demanda en contracción, el empleo se resiente y la inversión se paraliza. El fantasma japonés se proyecta así sobre el resto del mundo. Estimaciones de bancos alemanes indican que la inflación subyacente en 2003 sería de apenas del 1% en EE UU y sólo el 0,2% en la UE.
La deflación no es un mero descenso de precios. 'Una cosa es que caigan algunos precios o los precios de los activos inmobiliarios y financieros. Otra muy distinta es que lo haga el nivel general de precios. Eso es una deflación', precisa el profesor universitario y ex economista jefe del BBVA, Miguel Sebastián. A su juicio, el problema más preocupante en la actualidad no es la amenaza de una deflación en regla. Su mayor temor es 'una caída de los activos financieros e inmobiliarios'. Sin embargo, este fue el camino por el que se inició el actual empantanamiento de Japón.
Más optimista, el director del Área Internacional de Analista Financieros Internacionales (AFI), Manuel Conthe, cree que 'la solidez del sistema bancario (en la UE y EE UU), a diferencia de Japón, es un colchón que pone coto a las tendencias deflacionistas'. En este sentido, Conthe coincide con el enfoque de la Reserva Federal de actuar 'con todos los instrumentos a su alcance para impedir la caída general de precios'.
Para Roach, 'la deflación, que debería ser vista como el emergente de una economía mundial que funcional mal, no admite soluciones monetaristas'. Sin embargo, esta es la óptica con la que los bancos centrales afrontan el problema. Incluso el heterodoxo Krugman ve otras salidas, pero, volviendo a sus consejos de 1999, pide actuar con instrumentos monetarios porque ve urgente hacer algo de inmediato. Los bancos centrales y el FMI han llegado, mucho más tarde, a las mismas conclusiones que Krugman.
'La noción de la deflación no se nos pasó por la cabeza hasta que los japoneses nos lo hicieron ver', admitió Greenspan recientemente. Por algo bajó los tipos desde el 6% al 1,25% entre comienzos de 2001 y finales de 2002. Ahora propicia otra bajada y operaciones de mercado abierto para inyectar más liquidez al mercado. Una de las recetas ya adelantadas el año pasado por Ben Bernanke, un gobernador de la Reserva.
Hasta la ortodoxa subdirectora del FMI, Anne Krueger, se ha acercado a Krugman al proponer que Japón adopte 'un objetivo inflacionista' para combatir la deflación. Nadie ve un peligro inminente. Pero todos prefieren actuar ahora y no lamentar su pasividad en el futuro.
España está en la 'categoría de riesgo mínimo' de los países que pueden ser golpeados por un proceso de deflación, en opinión del economista del Santander, José Juan Ruiz.
Una visión compartida de manera casi unánime por los expertos y responsables económicos españoles. Un criterio que parece razonable, ya que la tasa de inflación española casi duplicó en 2002 a la de los países de la zona euro. En la medida en que el PIB crece a un ritmo del 2%, duplicando el de la eurozona, los riesgos de una caída general de precios se presenta bien lejana. El sistema bancario, por otra parte, luce sólido y con un nivel de morosidad muy bajo.
Para Miguel Sebastián todo esto es cierto. Al menos a corto plazo, pues la tendencia a la reducción de los tipos de interés aleja cualquier peligro de que los precios de los activos inmobiliarios se desplomen. 'Pero la burbuja existe y lo más preocupante es que nadie quiere reconocer su existencia y sus peligros', advierte. Y es que un mayor endeudamiento seguirá impulsando hacia arriba los precios de este sector.
'Al menos un 30% del aumento de los inmuebles en los últimos años no puede ser explicado por los fundamentos de la economía', explica Sebastián. A menor costo del dinero, más impulso a la burbuja y mayor peligro en el mediano plazo, podría ser la conclusión de este análisis, si se tiene en cuenta que el nivel de ahorro colocado en hipotecas es sumamente elevado.
En otra línea de análisis, Pedro Conthe, de AFI, cree que 'hemos tenido la fortuna de que España tenga un crecimiento diferencial superior respecto a la UE' y una mayor inflación. 'En nuestro caso el peligro de deflación es menor'. Aunque reconoce que 'la vivienda está cara en términos absolutos, de allí a una inversión de la tendencia hay un gran trecho'. Aquí, por ahora, la deflación no parece pasar de un ejercicio teórico
https://cincodias.elpais.com/cincodias/2003/06/09/economia/1055138182_850215.html?rel=mas.
Cuando llegue el cambio....
En 2012
"La historia sugiere que las tasas de interés no se mantendrá en niveles históricamente bajos por tiempo indefinido, y que cuando llegue el cambio, puede ser abrupta" Daniel Gross Septiembre 2012
En 2014
El Banco Central Europeo frente a la deflación
Artículo publicado en eldiario.es el 26/04/2014
El Banco Central Europeo repite, una y otra vez, que está dispuesto a adoptar “todas las medidas que sean necesarias” para sacar de la crisis a la zona del euro. La cuestión actual está en saber, más allá del efecto anuncio, cuáles son y qué se puede esperar de cada una de esas medidas ante la eventualidad de una espiral deflacionaria que nos abocaría a una nueva recesión.
La opción más convencional consiste en reducir los tipos de interés para favorecer la circulación del dinero. El problema es que el precio del dinero ya está en su mínimo histórico (el tipo de referencia actual es 0,25%) y no parece evidente adentrarse en la tierra incógnita de los tipos negativos. Ni con un billón de euros, que es la cantidad que el Banco Central Europeo ha prestado a la banca privada desde el inicio de la crisis, se ha abierto el grifo del crédito.
No hay que olvidar que los hogares y las empresas solicitan financiación no sólo porque los tipos de interés sean bajos sino, principalmente, en función de sus necesidades y de su percepción sobre la evolución de la economía.
Otra opción del Banco Central Europeo para atajar la deflación es la compra de títulos de deuda pública. Ésta es una práctica políticamente controvertida que usa la facultad de los bancos centrales para crear dinero de manera artificial (detrás de un billete no hay nada más que la fe que depositamos en él, no existe respaldo alguno en forma de oro u otros metales preciosos).
Cuando un banco central fabrica dinero para comprar títulos de deuda pública está incrementando arbitrariamente la cantidad de moneda en circulación. Es lo que se conoce como monetización de la deuda pública. El dinero así creado entra en la economía real a través de los gastos del Estado, circulando posteriormente entre empresas y hogares.
Como ese dinero ha salido de la nada, la cantidad de dinero en circulación será mayor que la cantidad de bienes y servicios que había en el momento de la intervención. Esto genera un incremento en el nivel de precios, de acuerdo con la teoría cuantitativa del dinero, y es la razón por la que el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea prohíbe expresamente monetizar la deuda pública.
A pesar de la prohibición, ante un mercado de deuda pública que había puesto en jaque la supervivencia misma del euro, el Banco Central Europeo decidió intervenir en mayo de 2010 comprando deuda de las economías más asfixiadas.
En concreto, el Banco Central Europeo puso en marcha un programa de actuación conocido como SMP (por sus siglas en inglés), que sorteaba lo establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea a través de una intervención en los mercados secundarios. El SMP preveía retirar dinero del mercado en la misma cantidad que títulos de deuda se habían comprado, con la finalidad de contrarrestar el efecto de la monetización de la deuda sobre los precios.
Para ello se suele ofrecer un interés a los bancos privados que depositen dinero en el banco central, depósitos que quedan retenidos hasta su vencimiento, dejando así de circular en la economía. De esta manera, el dinero que se ha creado para comprar deuda pública se compensa con el dinero retenido, consiguiendo que no se incremente la cantidad de dinero en circulación y, por lo tanto, que el efecto sobre los precios sea nulo. Esto recibe el nombre de esterilización de la deuda pública.
En septiembre de 2012 el Banco Central Europeo anunció un programa más ambicioso, conocido como OTM (por sus siglas en inglés), también sujeto a esterilización. A diferencia del programa anterior, éste faculta al banco central para comprar títulos de deuda pública de manera ilimitada, siempre y cuando los países cumplan con ciertos criterios de estabilidad presupuestaria.
El SMP contribuyó de manera esencial a moderar la prima de riesgo y abaratar el coste de los intereses de la deuda pública en economías como la española. Sin embargo, hasta ahora, el impacto del programa OTM está ligado a su mero anuncio, no a su aplicación, ya que su legalidad es objeto de discusión en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea a instancias de Alemania.
Las reticencias a esta intervención nacen, por una parte, de que el Banco Central Europeo no ha esterilizado íntegramente el dinero creado por el programa anterior, lo que lleva a pensar que el programa OTM se traducirá en la práctica en un incremento de la inflación. De manera subyacente, no nos engañemos, Alemania teme financiar la compra de deuda pública de países supuestamente poco rigurosos con el control de sus finanzas.
Por otra parte, además de la reducción del tipo de interés y de la monetización de la deuda pública, el debate sobre las posibles actuaciones del Banco Central Europeo frente a la deflación se ha ampliado recientemente al tipo de cambio, propugnándose una depreciación del euro.
Es cierto que una moneda más débil encarecería los productos que importamos (entre otros, en el caso de España, el 75% de la energía que consumimos), contribuyendo así a incrementar la inflación. Además la depreciación del euro serviría para abaratar nuestras exportaciones, mejoraría el saldo exterior y contribuiría a financiar el sobreendeudamiento de nuestras empresas (aunque habría mucho que matizar, en función de los sectores de actividad y el tipo de empresa).
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con el tipo de interés y la monetización de la deuda pública, la capacidad del Banco Central Europeo para determinar el tipo de cambio es limitada. Puede actuar en los mercados, comprando o vendiendo divisas a cambio de euros, pero el tipo de cambio es fundamentalmente el resultado del comercio internacional y de los movimientos de capital entre países.
En cualquier caso no debemos olvidar que el origen de nuestros problemas económicos no está en el desequilibrio entre la zona del euro y el resto del mundo (la capacidad de financiación exterior de la zona del euro representa el +3,7% del PIB, su máximo histórico) sino en el desequilibrio interno entre los Estados miembros de la Unión. Y en esto poco tiene que ver el tipo de cambio del euro frente al dólar.
Visto el recorrido que parece quedarle a los mecanismos convencionales de política monetaria y en caso de consolidarse la evolución reciente de la inflación (en los últimos doce meses los precios han crecido tan sólo 0,5% en la zona Euro y han disminuido 0,2% en España), no sería absurdo poner en marcha el programa OTM usando el grado de esterilización como herramienta de política económica. ¿No son sus efectos (desendeudamiento, liquidez e inflación) lo que precisamente necesitamos en las circunstancias actuales?
El Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea se opone claramente a ello, pero también impone al Banco Central Europeo el objetivo de la estabilidad de precios. Hasta el inicio de la crisis esto significaba luchar contra la inflación, principalmente actuando sobre el tipo de interés, para mantenerla “en un nivel inferior, aunque próximo, al 2%”. De acuerdo con esta definición, dada por el propio Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, su misión en el contexto actual debería ser la de fomentar el incremento generalizado de precios.
El problema de fondo es, una vez más, la falta de coordinación entre una política monetaria común y una política fiscal federal que no existe. Tarde o temprano, a fuerza de querer evitar las implicaciones políticas de la construcción europea, nos daremos de bruces con ellas.
Por otra parte, además de la reducción del tipo de interés y de la monetización de la deuda pública, el debate sobre las posibles actuaciones del Banco Central Europeo frente a la deflación se ha ampliado recientemente al tipo de cambio, propugnándose una depreciación del euro.
El problema de fondo es, una vez más, la falta de coordinación entre una política monetaria común y una política fiscal federal que no existe. Tarde o temprano, a fuerza de querer evitar las implicaciones políticas de la construcción europea, nos daremos de bruces con ellas.
En 2021:A Global Database of Inflation
The World Bank’s Prospects Group has constructed a global database of inflation. The database covers up to 196 countries over the period 1970-2021, and includes six measures of inflation in three frequencies (annual, quarterly, and monthly):
- Headline consumer price index (CPI) inflation
- Food CPI inflation
- Energy CPI inflation
- Core CPI inflation
- Producer price index inflation
- Gross domestic product deflator
The database also provides aggregate inflation for global, advanced-economy, and emerging market and developing economies as well as measures of global commodity prices.
The working paper, by Jongrim Ha, M. Ayhan Kose, and Franziska Ohnsorge, provides detailed information on the database and shows three potential applications of the database: the evolution of global inflation since 1970, the behavior of inflation during global recessions, and the role of common factors in explaining movements in different measures of inflation.
- https://www.worldbank.org/en/research/brief/inflation-database?cid=SHR_SitesShareTT_EN_EXT
- https://thedocs.worldbank.org/en/doc/1ad246272dbbc437c74323719506aa0c-0350012021/related/WP-inflation-database.pdf
2021: el año de giro de la deflación a la inflación
Escrito 30/1/2021
De manera concertada, los principales bancos centrales del mundo (la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón), a través de "QE Infinity" y la política de tasa de interés cero, crearon billones de dinero (es decir, deuda) fuera de las economías físicas. y mantuvo artificialmente las tasas de interés cercanas a cero durante 12 años desde la crisis de 2008. Esta combinación infló los precios de los activos y enriqueció a la élite financiera, y permitió que los directores ejecutivos de las empresas pidieran préstamos para recompras de acciones, lo que infló sus propios precios de acciones y bonificaciones. Mientras tanto, no hubo crecimiento en el dinero en sentido amplio o en la economía en general porque los billones de dinero nuevo permanecieron en los libros de los bancos comerciales como "reserva" mantenida físicamente en la Reserva Federal (es decir, el dinero nunca salió del banco central para empezar) ganando interesar.
Dado que nada del dinero "impreso" llegó a la economía, la economía nunca se recuperó de la "Gran Recesión" de 2008 por falta de dinero en circulación (a pesar de las cifras engañosas del PIB). Vea el cuadro a continuación:
Este juego de inflación de activos pero deflación económica (la baja velocidad récord del dinero significa que el dinero no está circulando en la economía, lo cual es deflacionario) es lo que creó una división de riqueza aguda y sentida en los últimos años.
Mientras tanto, el gasto público deficitario y la deuda pública siguen creciendo por falta de un verdadero crecimiento económico y, por tanto, de ingresos fiscales. Excluyendo los gastos de seguridad social y medicare, casi 1/4 de los gastos del gobierno ahora se destinan a pagar intereses sobre la deuda. La deuda sigue creciendo, necesita refinanciarse continuamente, e incluso el más mínimo aumento en la tasa de interés llevará al gobierno federal a la bancarrota.
A lo largo de la historia moderna, cuando una nación está tan endeudada que corre el riesgo de incumplimiento soberano, su preferencia es siempre "inflar la deuda existente" con "dinero más barato" creado de la nada. Con este objetivo, se desatará un torrente de dinero en “reserva” en los bancos comerciales. Este dinero se inyectará en la economía general y se multiplicará.
Los
primeros signos de esto, a través de la amplia oferta monetaria M2, ya están
aquí:
Como resultado, décadas de deflación (es decir, que los precios al consumidor se mantengan estables mientras los precios de los activos suben) girarán rápidamente hacia la inflación de los precios al consumidor. Aquí hay una descripción paso a paso de la mecánica y las respuestas anticipadas de los participantes del mercado:
- El dinero del “estímulo” (léase: subsidio) llega a manos de los hogares. Este nuevo dinero se multiplicará por medio del sistema comercial de Banca de Reserva Fraccional y rápidamente hará subir los precios al consumidor (especialmente cuando se levanta el bloqueo).
- A medida que la velocidad del dinero crece con el dinero en sentido amplio (M2), la inflación se sentirá cada vez más, lo que alentará a sacar dinero de la especulación y gastarlo (antes de que los precios suban más). Esto tendrá una presión a la baja en un mercado de valores alcista de 12 años.
- “Al oler” la misma inflación, el mercado de bonos exigirá tasas de interés más altas en bonos con vencimientos más largos. Desde que alcanzó un mínimo de 40 años el 31/7/2020, el rendimiento del Tesoro a 10 años (referencia para hipotecas y otras tasas de préstamos comerciales) ya ha comenzado a subir. A la Reserva Federal (la Fed) no le gusta esto porque es otra fuerza para hacer caer el mercado de valores. Eludirá este mecanismo correctivo de libre mercado y hará bajar las tasas a largo plazo para continuar con su represión financiera (manteniendo las tasas de interés por debajo de la inflación), muy probablemente a través del Yield Curve Control (YCC).
- Liquidez “front-run”. Anticipándose a la inflación, el dinero gravita hacia activos a prueba de inflación. Esto significa que el dinero dejará activos de papel para activos físicos que van desde el oro (el mayor beneficiario porque la apreciación del precio unitario es la más pronunciada en un mercado pequeño), los alimentos y la energía (la mayoría de las subidas de precios de todos los productos básicos debido a la necesidad y la escasez), el cobre, el litio y metales de tierras raras (debido a la "revolución verde"), hasta los coleccionables con valor de anonimato (tarjetas de béisbol y Pokémon, arte, etc.).
- Un auge de las materias primas obviamente beneficia a países productores de recursos naturales como Canadá y Australia. Un dólar estadounidense a la baja (junto con la inflación) también fomenta el flujo de capital de los EE. UU. A mercados emergentes como India, Vietnam, México, países africanos, etc.
- Si la Fed no logra bajar las tasas de los bonos a largo plazo, la inflación se acelerará (las corporaciones se apresuran a traspasar los costos de insumos más altos, por lo que no habrá amortiguación del aumento del IPC). En ese escenario, es muy probable que haya una inflación real del 4% en 2021. Los modelos de flujo de efectivo descontados que utilizan una tasa de inflación del 4% harán que las acciones que ya están sobrevaloradas estén muy sobrevaloradas. El mercado de valores colapsará.
- Mientras tanto, habrá una mayor conciencia de que "el efectivo es basura" en ese entorno. El dinero que sale del mercado de valores estadounidense buscará refugios más seguros como los bonos ligados a la inflación europeos (con precios muy bajos y que seguramente subirán con la inflación), acciones japonesas y suizas, etc. En cualquier caso, nadie comprará bonos del gobierno estadounidense.
Para evitar una deflación absoluta, los bancos centrales (liderados por la Fed) están tratando de generar inflación mientras eluden el mecanismo correctivo natural del libre mercado de tasas de interés más altas. Excepto quizás Suiza y Singapur, todos los países importantes implementarán algún tipo de represión financiera. Esta es una pendiente resbaladiza de la economía de mercado a la economía dirigida (también conocido como "capitalismo con características chinas").
Los ciudadanos de Occidente, acostumbrados a más de 40 años de auge desinflacionario donde los mercados tenían el control, ahora se verán conmocionados por una mayor interferencia y control del gobierno. Ciertas industrias y clases sociales están destinadas a verse favorecidas sobre otras, reduciendo aún más la calidad de vida de los estratos más bajos de la sociedad (aunque sólo sea mediante la invisible "tributación por inflación"). Mientras tanto, tanto los inversores como los ahorradores deben pensar ahora como los inversores y ahorradores chinos, cuyo país impone la represión financiera, el control del crédito y el control del capital de forma rutinaria.
Si el viaje en tren de la inflación con conductores controladores se vuelve accidentado, es muy posible que veamos control de precios y alquileres, altos impuestos a las transacciones y racionamiento de productos básicos (alimentos y energía). Cinturón de seguridad.
Inflación (subyacente, efecto base, concepto macro, consecuencias sobre poder de compra, deciles de renta y, muy importante, indexación de salarios y expectativas) via twt de Ramon Castro
3-Las dos caras de la inflación -6-9-2021 M.Hidalgo
La inflación ha vuelto a las portadas de los periódicos. Después de una década en la que el problema era otro, la subida de precios ha copado la preocupación de muchos. Yo mismo he escrito más de una columna sobre esta cuestión en los últimos meses, aunque siempre desde el mismo punto de vista: la prudencia.
En esta ocasión no vengo a cambiar mi mensaje, nada nuevo ha ocurrido para que así fuera. Sin embargo, sí creo necesario exponer la idea de que, si bien la inflación aún hoy no es un problema desde un punto de vista “macro”, la subida de ciertos precios es un problema claro desde el punto de vista “micro”.
Para empezar, la variación interanual del Índice de Precios al Consumo en el mes de agosto se situó en el 3,3 %, la más alta desde octubre de 2012. Esta cifra es superior en cuatro décimas a la de julio (2,9 %) y relativamente lejana al 0,5 % de inicios de año. Es obvio que en estos meses hemos experimentado un incremento significativo de la tasa de variación de los precios.
De hecho, la inflación subyacente, aquella que nos enseña la evolución de los precios de bienes menos “volátiles”, se sitúa en el 0,7 % frente a un 0,6 % de hace un mes
Los comentarios que proceden ante esta cifra deben ir de la mano de la prudencia, como decía al inicio. Para empezar, de este incremento sabemos que se fundamenta en el alza de los precios de productos muy concretos, que explicarían buena parte de su evolución, diríamos que no menos de un 80 % del total. A falta de una mayor desagregación de los datos de agosto de este año, desde el mismo mes del año pasado hasta julio, la aportación de la rúbrica de “Calefacción, alumbrado y distribución de agua” explicaba el 40% de la subida media registrada, algo que seguramente habrá aumentado en este último mes. Casi otro tanto se explica por el transporte personal, debido a la subida de los carburantes. Ya muy lejos, algunos alimentos como las grasas y aceites o frutas frescas.
Así, en primer lugar, debemos decir que buena parte del aumento se debe a factores que suelen tener una naturaleza temporal. De hecho, la inflación subyacente, aquella que nos enseña la evolución de los precios de bienes menos “volátiles”, se sitúa en el 0,7 % frente a un 0,6 % de hace un mes. Es cierto que ha aumentado, pero su cifra se mantiene muy baja.
En segundo lugar, debemos recordar que en estas cifras hay un importante efecto base o escalón, es decir, los precios caían precisamente hace un año. De hecho, estuvieron cayendo durante nueve de los 12 meses de 2020. Aunque es obvio que no toda la evolución se debe a este efecto base, este hecho debe tenerse presente a la hora de analizar la inflación.
Buena parte de esta subida se explica por el “rebote” económico global durante esta primavera, lo que ha puesto en jaque a las cadenas de suministros
En tercer lugar, y por último, también existe una explicación desde el lado de la oferta, es decir, buena parte de esta subida se explica por el “rebote” económico global durante esta primavera, lo que ha puesto en jaque a las cadenas de suministros y, por ello, ha alimentado subidas de precios. Estos tres factores nos vuelven a decir con claridad que el retorno de la inflación, al menos a cifras superiores a las marcadas como objetivo a medio plazo, es más temporal que otra cosa.
Macroeconómicamente, por lo tanto, la preocupación del rebote de los precios debe existir, pero sin llegar, como he comentado, a asumir aún el retorno de tiempos pasados. Es cierto que estos aumentos de precios se trasladarán al de otros bienes, pero por experiencias pasadas no se asumen traslados lineales, sino en una determinada proporción. En cuanto a la consolidación de niveles elevados a medio plazo son necesarios cambios fundamentales en la estructura de las actuales relaciones económicas y sobre todo laborales. Estos cambios, que no son imposibles, al ser estructurales necesitan de tiempo para aposentarse y es extraño que en unos pocos meses cambiemos tendencias casi seculares (últimos cuarenta años). Por último, el efecto contagio más probable, y preocupante, puede suceder al actualizarse pensiones y sueldos públicos si van acompañados los últimos de cláusulas de revisión. Sin embargo, es de esperar que por sí solos no logren arrastrar subidas generalizadas de precios y salarios para el resto de la economía, al menos, de momento.
Beneficios y precios
Dicho esto, la otra cuestión muy diferente es el efecto micro de esta subida. Como hemos visto, el problema de este repunte de precios (dos o tres productos dentro de una amplísima cesta de bienes) es que es patrimonio de productos básicos, como son los suministros energéticos. La demanda de energía, aunque lejos de la de hace décadas, tiene la particularidad de que posee una muy baja elasticidad. Esto quiere decir que ante una subida del precio el consumo no suele reducirse en similar o mayor proporción. De este modo, el aumento de los precios suele ser acompañado por un aumento del gasto. La consecuencia directa es que el aumento tan intenso de los precios energéticos debe ir, necesariamente, acompañado de una reducción del gasto en otros productos en el caso de las familias o en una reducción de los beneficios o subidas de precios en el caso de las empresas.
La subida de precios de la luz puede tener un efecto muy diferente en función del nivel de ingresos de las familias o del tipo de empresa
Sin embargo, el problema es cuando ese gasto en otros productos no tiene mucho margen de bajada o la subida de precios tiene un límite. Estoy pensando en familias con poco espacio para el ajuste porque los ingresos sean bajos o en empresas enfrentadas a mercados con escaso margen. Así, la subida de precios de la luz puede tener un efecto muy diferente en función del nivel de ingresos de las familias o del tipo de empresa. Así, por ejemplo, en el caso de las familias según el informe de la Asociación de Ciencias Ambientales el gasto en energía doméstica y por persona en 2016 en el decil 1 de renta era del 12 % de los ingresos anuales. En el decil 5, este peso caía hasta el 6 % y en el decil 9 hasta el 3 %. Por lo tanto, lo más preocupante de esta subida súbita de los precios es su carácter diferencial en función de la renta.
Prudencia y paciencia
La lectura que debemos hacer ante esta evolución reciente de los precios debe ser diferente si lo miramos con un prisma macro o si lo miramos con un prisma micro. En el primero no debe conferir mayor preocupación que asegurarse que no existen efectos de segunda ronda intensos. De hecho, me atrevería a decir que no existe aún un episodio inflacionista si la definimos de forma correcta (subida generalizada de precios), sino solo una subida de la media de precios por el fuerte impulso de un grupo muy particular de ellos. Por lo tanto, es razonable que desde las instituciones monetarias la prudencia y paciencia sea la tónica para no repetir errores pasados.
Sin embargo, desde el punto de vista micro la preocupación debe ser elevada. Afecta a la capacidad de las familias más vulnerables para poder hacer frente a los gastos del mes, y por ello afecta gravemente al bienestar de muchas de ellas. También a la rentabilidad de ciertas empresas ya comprometidas. Por lo tanto la preocupación debe estar enfocada desde este punto de vista. Cualquier política que permita distribuir más y mejor los costes de la subida de precios y que a medio plazo suponga una menor carga energética para todos, será en buena parte una política económica y social.
M.Hidalgo
4-Roubini avisa de que la estanflación ya está aquí, pero lo peor aún puede estar por llegar -Roubini
· Los shocks por el lado de la oferta podrían prolongarse más de lo esperado
- Los gobiernos y los bancos centrales mantendrán una políticas expansivas
5-Rogoff alerta: "La lista de similitudes entre la década de 1970 y la actualidad es inquietante" Rogoff
Desde que la inflación comenzó a despuntar a principios de 2021, los economistas y las instituciones internacionales han querido marcar distancias con el periodo de la década de lo 70, caracterizado por una inflación muy alta y un crecimiento real mediocre. Sin embargo, Kenneth Rogoff, profesor de Economía en la Universidad de Harvard y antiguo economista jefe del Fondo Monetario Internacional avisa de que las similitudes con esa aciaga década son cada vez mayores.
Rogoff se encontraba hace unos meses entre esos expertos que marcaban distancias con los 70, sosteniendo que la inflación, pese al fuerte repunte, sería mayormente transitoria. Sin embargo, algunas cosas están cambiando en la economía global y en EEUU, lo que ha llevado a Rogoff a lanzar este mensaje de alerta en un artículo publicado en Project Syndicate.
Hasta que el BIS y sus expertos en sus conferencias, no nos indiquen las posibilidades de inflación o deflación, deberiamos dejar estos dos articulos de Rogoff y Roubini en cuarentena
Como es una crisis en K, ya veremos si el efecto es temporal , sectorial o global
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6-La inflación se sienta a la mesa y todo gira sobre la falta de trabajadores alrededor del mundo
- El índice de precios de alimentos de la FAO sube más de un 30% anual
- Muchos productores ya han anunciado subida de precios
- El problema afecta desde a Malasia a Estados Unidos .La escasez de trabajadores amenaza con aumentar aún más los costos para las empresas a través de aumentos salariales y esto solo conduce a dos caminos.
- https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11377453/09/21/La-inflacion-se-sienta-a-la-mesa-y-todo-gira-alrededor-de-la-falta-de-trabajadores-alrededor-del-mundo.html?fbclid=IwAR28Q6gYBlUZAt6WWK5FTrx_MsbVVHKfKcmfChrALR1UXYZ1YJH8g3qNg6c
- https://forosenar.blogspot.com/2021/09/la-era-de-la-hipercompeticion-en-id.html
La anédocta que nos contaban los profesores de economia: "Cuidado con la inflación, que si se provoca es como la lampara de aladin, que despues cuesta mucho volver a poner dentro al genio"
Hay quien esperaba un repunte de la inflación con medidas enfocadas en lado de la demanda y resulta que " la presión al alza" (¿temporal?) puede proceder desde el lado de la oferta.
De momento es pronto para asegurar nada, al ser inflación de oferta pero también (y fundamentalmente) de demanda. Si fuera sólo de oferta estaríamos en recesión (stagflation) como en los 70 y 80. Y de momento parece que no es asi. Asi que mejor esperarse a los informes del BIS de Octubre.
El ex economista Jefe del FMI, Maurice Obstfeld, declara a El Economista que que no hay riesgo de estanflación pero considera que en 2022 subirán los tipos de interés.
PD :Con los informes de octubre del BIS tendremos más clara la situación
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