HISTORIA DE NAVIDAD CON FINAL INFELIZ: EL MERCADO
por Ricardo Vergés. Vejer de la Frontera. 25 de
Diciembre de 2012. www.ricardoverges.com
EL NACIMIENTO
Érase una vez un sabio que negaba las emociones, pero
que se apasionaba por lo difícil.
Se llamaba Réné Descartes y en 1637 inventó el sistema
de coordenadas “cartesianas”.
Menos mal que 250 años más tarde Alfred Marshall (AM)
se acordó de ellas mientras buscaba explicación a la persistencia de la más
antigua institución social desde que el ser humano empezó a serlo: el mercado.
AM sabía lo que todo el mundo sabe, a saber que a igual presupuesto unos
prefieren producir poco pero caro, mientras que otros prefieren consumir mucho
pero barato. Sabía también que el productor
se convierte en consumidor en cuanto vuelve a su casa,
mientras que el consumidor se transmuta en productor en cuanto se levanta por
la mañana. Para AM, el problema del mercado se reducía así a determinar el
equilibrio entre precios de oferta cuando actuaba el productor y cantidad de
demanda cuando lo hacía el consumidor.
El bueno de AM (lo era) halló la solución en 1890 al
considerar que entre ambos personajes se establece un tira y afloja que puede
llegar hasta al mutuo acuerdo (tradeoff).
Luego plasmó la solución en formato cartesiano. Su
apuesta era que las propuestas de parte y otra suelen acabar convergiendo en un
punto de equilibrio Eº en el que se agotan las existencias
por un precio igual al dinero disponible para comprarlas. Su genialidad fue
considerar que durante el proceso de transacción, el producto del número de
bienes por su precio unitario, permanece constante.
Por ejemplo:
En una transacción de 10.000 euros, se pueden tantear equilibrios
opuestos como un E1de 60 bienes a 166 euros o, al contrario,
como un E2de 166 bienes a 60 euros.
Obviamente, el resultado lógico es Eº=100 bienes x100 euros. A eso se llegará
si 100 es la cantidad de bienes que está en venta y si, además, 10.000 son los
euros del que dispone la demanda, incluso si cada cual desconoce la información
del otro.
AM acababa de inventar el primer modelo cuántico de la ciencia económica,
inspirándose en el principio universal de conservación de la energía. Este
principio queda plasmado en el sistema cartesiano, donde los rectángulos del
tanteo son distintos pero de igual superficie. Por tanto, el mercado no es una
recta sino una curva hiperbólica
que ahora se enseña en bachillerato. Por supuesto, el punto óptimo de
equilibrio Eº se encuentra lo más cerca posible de la
bisectriz del sistema.
Ver grafica 1. Mercado en equilibrio durante la
transacción
Medio siglo más tarde, en 1938, el que fue padre del New Deal, Mordecai Ezekiel, (ME) sugirió que ese “tira y afloja” entre oferta y
demanda que constituye la respiración
del mercado, podía ser
representada por ondulaciones cíclicas de determinado período. Por
consiguiente, en el modelo de “AM-ME” las ecuaciones de precios y cantidades
son sinusoidales, armónicas y opuestas, y que van de un nodo al otro del
ciclo, ambos considerados como puntos de equilibrio.
Por otra parte, mi maestro Jean Fourastié (JF) y luego el Premio Nobel
Robert Solow entre otros, confirmaron en los años 60 que la productividad es el
factor que asegura el crecimiento del mercado. Resultado de ello es que el eje
temporal del mercado no es horizontal o estacionario sino que puede ser
dinámico y creciente.
Transpuesto en coordenadas cartesianas, el mercado “AM-ME-JF” avanza en
forma de hélice al ritmo de su respiración. Esta hélice es el ADN del mercado.
Podemos afirmar entonces que todo lo positivo creado por el ser humano desde
que se pretende tal, resulta necesariamente del buen funcionamiento del
mercado. Pero ¿ha sido siempre así?
PIEDRAS EN EL CAMINO
Podemos comprobar que hasta hace poco, los economistas parecíamos tener
buenas noticias, a pesar de las advertencias de Leo Grebler, pionero del Housing Economics ya en 1977
¿de qué diablos estaba hablando el venerable profesor…? Lo supimos
más tarde -en 1992 más o menos- cuando Joseph Comby (JC) dispuso de
suficientes datos sobre el mercado residencial de Paris como para reflejarlos
en formato cartesiano.
JC lo publicó en su revista Etudes Foncières, antes de que el gobierno
se la quitara de las manos por atrevido. He aquí lo que encontró (he añadido
datos más recientes):
4. Mercado de compraventa de 2ª mano. París
Joseph Comby
A la vista está que nos estábamos perdiendo algo. ¿Cómo la realidad puede
diferir tanto de lo previsto? Buscando he llegado a la conclusión de que el
modelo “AM-MEJF” sólo refleja un estado particular de equilibrio del mercado,
pero que existen muchos otros estados posibles, generalmente en desequilibrio.
En efecto, hasta aquí las ecuaciones no venían afectadas por ningún parámetro
específico, lo que equivale a considerar que de existir perturbaciones, se
consideraban igual a cero si estaban en
una suma, o bien iguales a uno si estaban en un producto. Por ahora he
descubierto tres parámetros que afectan a ambas variables: sincronía, centricidad y elasticidad.
Luego, como si de música sintética se tratara, he ido probando disonancias entre dichas variables y he observado qué efectos producen sus parámetros
en la representación cartesiana, incluso sin saber del todo qué efectos colaterales representan. Así y sin menoscabo del propio
mercado en equilibrio, el modelo “AM-ME-JF-JC-RV” (de momento MEFCOV para los
amigos…) consigue familias de desequilibrios como ésta….ver grafica
Además, cada región tiene sus burbujas. En esta última viñeta aparecen las
Grandes Regiones con similar volumen de población (excepto Canarias, Ceuta y
Melilla).
EL FINAL
Pero ¿por qué razón las burbujas peninsulares se parecen tanto y que, sin
embargo, ninguna sigue una trayectoria como la de París? La primera razón es
que la burbuja de París es mercado de 2ª mano y que eso al PIB le tiene sin
cuidado. En los mercados de bienes existentes, las burbujas producen
desigualdad entre los que compran o venden en el buen momento y los que no,
pero globalmente no arruinan al país. Aún así, crean adicción y alentan la
corrupción.
La segunda razón fue enunciada por el economista Nicholas Kantor en 1934: el equilibrio del mercado requiere que los
partícipes compartan intereses comunes, lo cual es muy difícil de conseguir cuando proceden de entornos económicos
alejados. Por eso y hasta la globalización energética de los años 80, la
financiación internacional era insignificante (algunos creen ahora que sin ella
no podríamos sobrevivir…)
Desoír u ocultar esta segunda razón ha destruido el
mercado, empezando por el ladrillo y los servicios y acabando por lo
productivo. Observaréis que el color político no pinta nada y que la verdadera
unidad de España es sólo bancaria.
Lo que dijo Grebler es verdad: sólo hay burbuja si hay
demasiado dinero. Ahora, el acreedor de Frankfurt no quiere saber nada de
resultados fallidos ni de dramas humanos. Se pagan pues intereses y
vencimientos fuera de España y se nos priva de ese mercado de mercados que es el multiplicador monetario1, imponiéndonos un estado de desequilibrio
crítico.
Ver grafica 10. Mercados centrados en
desequilibrio crítico
El paso siguiente será construir una hoja de ruta para
salir de la crisis. Pero antes debemos realizar un documental que describa lo
ocurrido sobre el terreno y que transmita el mensaje de que la ciencia
económica puede explicarlo. Dada la cerrazón de los medios televisivos,
recurrimos a la auto-producción sin otros recursos que los recabados a través
de las redes sociales.
Verges
Toda difusión de este mensaje y toda participación directa
será bienvenida: http://goteo.org/project/euro-descubriendo-una-estafa/updates
1 Los íberos del Litoral conocían
bien este concepto básico del crédito social, gracias al comercio mediterráneo
y a su moneda prerromana propia. En cambio, los celtas de la Meseta y del
Noroeste no, tal vez porque su modo de producción no la necesitaba. Anthony
Pagden muestra, además, que el imperio antepuso el principio de honor al
principio de confianza que promueve no sólo el crecimiento sino también la
libertad y la alegría de vivir. De ahí ese asfixiante capitalismo castizo denunciado por César Molinas y que
aún hoy no repara en cepillarse atributos de colectivos amparados por los
Pactos Internacionales de Derechos Políticos, Civiles, Económicos y Sociales de
Naciones Unidas que España firmó en 1977, mal que le pese a la Constitución que
debiera hacerlos suyos.
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