Juergen B. Donges: “Es inexorable y urgente proveer de liquidez a empresas y autónomos”

Entrevista a Juergen B. Donges, colaborador del Instituto de Estudios Económicos, en Dirigentes.

En la crisis del Covid-19 la planificación es más importante que nunca, lo que quizás explica la situación más controlada que existe en Alemania. Si algo se les da bien a los alemanes es hacer planes, organizar y ordenar, lo sabe Juergen B. Donges de cerca. El economista ha vivido un tiempo en España y por ello tiene mucho cariño a la evolución económica y política de la Península. Sin embargo, su pensamiento económico es muy alemán: hay que ser transparente, no endeudarse mucho y sobre todo no improvisar. No solamente ha asesorado al Gobierno alemán en ocasiones, también es catedrático en uno de los institutos más prestigiosos de investigación de economía en Alemania – Cologne Institute for Economic Policy. Donges ha conocido a los grandes políticos alemanes, desde Kohl a Merkel.

¿Está de acuerdo en que estamos ante una crisis nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial?

Completamente de acuerdo. Recuerdo las grandes crisis económicas globales desencadenadas por el derrumbe del sistema monetario internacional de Bretton Woods 1971-73, las explosiones del precio del petróleo en 1973 y 1979, los atentados terroristas cometidos el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers en 2008, y el excesivo endeudamiento público en diversos países de la zona euro en la década pasada. El COVID-19 ya ha ocasionado hasta ahora más daños económicos que aquellos sucesos que en su momento fueron traumáticos.

¿Cómo vive usted la situación de cuarentena en Alemania?

De salud, bien. De sentimientos, con plena confianza en la labor que están realizando los epidemiólogos e investigadores científicos, con una gran admiración por el trabajo que sin parar, y no siempre con recusos suficientes, está efectuando el personal sanitario que asiste a los afectados por el virus y con suma gratitud a todos los profesionales del orden público, por un lado, y a los de los medios de comunicación y de los servicios básicos, por el otro, que nos protegen frente a la propagación del virus y nos atienden, respectivamente. Me impresiona sobermanera el espíritu de unidad, solidaridad y civismo que está poniendo de manifiesto la ciudadanía; este comportamiento es formidable porque había decaído un tanto en el pasado.

¿Podría ocurrir que el impacto de la crisis por el COVID-19 sea menos importante de lo que pensamos ahora?

Todo dependerá de cómo y cuándo se logre frenar la pandemia. Si la situación sanitaria se ha normalizado a principios de verano, tendremos una evolución coyuntural en forma de ‘V’, es decir, una recesión en el semestre actual y el inicio de la recuperación económica en el segundo semestre, acelerándose a lo largo del próximo año. Si la pandemia perdurara y hubiera que mantener las medidas sanitarias hasta otoño, nos encontraríamos con una ‘U’ alargada, es decir, la reactivación se demoraría hasta ya entrado 2021. El peor escenario es el de la ‘L’, caracterizado por que no haya una forma eficaz de combatir el virus hasta que no tengamos una vacuna eficaz, lo que puede tardar. En este caso no habría una recuperación de la actividad a corto plazo y la tasa de paro se mantendría presistemente alta. A día de hoy, yo le doy la mayor probabilidad al escenario en ‘V’.

Sin COVID-19, ¿también hubiéramos entrado en recesión a nivel mundial?

No. Todos los indicadores apuntaban a una cierta ralentización del crecimiento global y del comercio mundial, pero con visos de una recuperación pronta.

¿Cómo puede salir España del frenazo del turismo a medio plazo?

El problema es efectivamente muy serio, dada la gran importancia de este sector en la economía nacional. El semestre actual hay que darlo por perdido y como no recuperable, a diferencia de la situación en la industria. Con respecto al turismo internacional el sector tendrá que hacer muchos esfuerzos para asegurarse la fidelidad de su clientela habitual una vez normalizada la situación sanitaria. Tendrá que contrarrestar posibles cambios en las preferencias de los turistas extranjeros hacia destinos nacionales, por el ‘efecto miedo’, que ya se percibe, por ejemplo, entre los alemanes.

¿Cómo puede salir el sector de las aerolíneas de esta situación?

Continuando con el proceso de consolidación que ya se había iniciado antes del estallido de la pandemia. Hay demasiadas aerolíneas y muchas al borde de la quiebra. Una limpieza del mercado es inexorable. ¿Deberíamos ya organizar una salida para salvar la economía y también la moral?

No se puede suspender la actividad económica indefinidamente, puesto que el remedio sería peor que la enfermedad. Pero no hay que precipitarse, no hay que improvisar, no hay que arriesgar la seguridad de las personas que se incorporan al trabajo, y hay que seguir estrictamente las recomendaciones de los expertos científicos.

¿Qué debería hacer el sector privado para activar la economía?

De momento aprovechar las oportunidades del negocio online y del teletrabajo, que son muchas sobre todo en el sector de los servicios y en el comercio. Según cuándo y cómo se organice una desescalada de las restricciones impuestas a la actividad no esencial, las empresas industriales se volcarán por restablecer las cadenas de valor nacionales y globales, que habían sido interrumpidas, y tratarán de crear demanda por sus productos para lo cual será importante que los consumidores tomen confianza en que la vuelta a la normalidad está encarrilada.

¿Qué puede hacer el gobierno español?

Actualmente, la prioridad absoluta es la de frenar la evolución de las infecciones. En el contexto económico el Gobierno es consciente de que hay que evitar el deterioro del tejido productivo. Es inexorable y urgente proveer de liquidez a las empresas y autónomos con el fin de evitar al máximo quiebras con los consabidos efectos letales sobre el sector bancario que se enfrentaría a un fuerte aumento de los niveles de morosidad de créditos. Las medidas adecuadas incluyen subsidios a fondo perdido como se ha hecho en Alemania para afrontar los costes fijos, avales para créditos, la reducción de las cotizaciones sociales empresariales y un aplazamiento para el pago de impuestos. Todo hay que efectuarlo a través de un plan coherente y trasparente reduciendo al mínimo los trámites burocráticos que tienen que ser ágiles y flexibles y no cansinos y costosos. Para la futura recuperación económica se necesitarán estímulos fiscales para las empresas y hogares junto con un aumento del gasto en inversión pública.

¿Conviene endeudarse todavía más?

Dado que la Comisión Europea ha suspendido temporalmente la norma sobre el déficit público (3% del PIB), el estado español podría endeudarse todo lo que haga falta. No tiene que temer un aumento insostenible de las primas de riesgo sobre los bonos del Tesoro una vez que el BCE ya ha puesto en marcha un programa de epidemia pandémica con 750.000 millones de euros. Además, el Gobierno puede acogerse al plan de asistencia europeo acordado el 9 de abril por los ministros de Finanzas del Eurogrupo (medio billón de euros), recurriendo al MEDE y al BEI en condiciones relajadas. Este plan prevé también prestaciones por desempleo (100.000 millones de euros) que el Gobierno puede aprovechar si lo considera necesario.

¿Está Alemania en una mejor posición?

Sí. Aquí se ha aprovechado mejor la bonanza de la larga expansión coyuntural para llegar a una consolidación fiscal con superávit presupuestario y una reducción del ratio de la deuda públíca sobre PIB desde el 82,5% en 2010 hasta un 49% en 2019. Pero también Alemania registrará este año un notable déficit público y un aumento de la deuda sobre PIB como consecuencia de los programas de reactivación recientemente adoptados con un volumen total de 756.000 millones de euros, equivalentes a casi el 22% del PIB.

¿Cómo ve el impacto en EEUU?

Pues más o menos igual al de los demás países avanzados: una acusada recesión y un fuerte aumento del desempleo. Cabe esperar que, en vista de las elecciones presidenciales en noviembre, el Gobierno lance fuertes medidas fiscales de estímulo a la actividad y al empleo. La ya elevada deuda pública se disparará hacia arriba.

¿Podría esta situación acelerar los cambios necesarios con respecto al cambio climático?

El reto del cambio climático no ha desaparecido por el coronavirus, claro está. La restructuración avanzará tanto mejor y eficientemente cuanto mejor se regule la producción y el consumo con arreglo al llamado principio “QCP, quien contamina, paga”. La aplicación de este principio se puede efectuar mediante la introducción de un impuesto sin objetivo recaudatorio (‘tasa Pigou’), como en Suecia, o a través de un mercado de derechos de emisión, como en la UE, pero con una cobertura total de la producción y el consumo. Entonces las empresas y los hogares tendrán un fuerte incentivo para que se efectúe una transición energética hacia una economía lo más descarbonizada posible: con innovación tecnológica y cambios de comportamiento.

¿Qué podemos aprender de esta cuarentena?

En lo médico, es vital que cada país tenga un sistema sanitario eficiente y eficaz junto con buenas condiciones para la investigación básica y aplicada en el área de la virología. En lo económico, es estimulante descubrir que las formas de producir y trabajar con productividad y de estudiar y formarse profesionalmente con calidad pueden ser distintas a las acostumbradas; el proceso de la digitalización lo facilitaría en gran medida.

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