Antes de la crisis financiera se pensaba que el principal riesgo para la economía mundial radicaba en la existencia de importantes superávits y déficits en las balanzas por cuenta corriente. Después, en el punto álgido de la crisis, las amenazas para la solvencia de destacadas instituciones financieras fueron el centro de atención. Ahora que la crisis remite, el debate retorna a los riesgos implícitos en unos saldos por cuenta corriente internacionales cuyos desequilibrios, pese a disminuir durante la crisis, aún son importantes
Uno de los riesgos de los persistentes desequilibrios por cuenta corriente es que lleven a las autoridades a recurrir a políticas proteccionistas.
Además, los flujos financieros netos, que se dirigen desde economías con superávit por cuenta corriente hacia otras con déficit, generan riesgos. Una economía con voluminosos flujos financieros entrantes netos podría sufrir la depreciación brusca y desordenada de su moneda si estos flujos revirtieran de súbito.
Asimismo, el sector financiero puede ser incapaz de absorber de forma eficiente estos flujos entrantes, lo que podría traducirse en inestabilidad financiera.
Los desequilibrios por cuenta corriente están corrigiéndose, si bien con lentitud. Los países con abultados superávits o déficits están aplicando ajustes estructurales en el ahorro y la inversión tendentes a reducir los desequilibrios en el largo plazo. A esta reducción contribuye también el ajuste de los tipos de cambio reales, cuya aceleración en el corto plazo exigiría mayor flexibilidad de los precios internos, de los tipos de cambio nominales o de ambos
Dado que los responsables de las políticas deben mantener la estabilidad de precios, el peso del ajuste de los tipos de cambio reales debería recaer sobre los tipos de cambio nominales.
La coordinación internacional podría ayudar a repartir esta carga entre los países con mayores superávits y déficits, sacando a las políticas del atolladero en que actualmente se encuentran. Por ejemplo, dado que los costes de una mayor flexibilidad de los tipos de cambio correrían por cuenta de China, Estados Unidos podría compartir la carga con la adopción de políticas monetarias y fiscales más restrictivas. Además, en las economías emergentes con superávit el primer país que permitiese la apreciación de su moneda perdería competitividad frente a los demás. La desventaja de ser el primero en actuar podría paliarse con una política coordinada.
Los peligros que plantean los desequilibrios por cuenta corriente y en los flujos netos de capital son importantes, pero la crisis financiera puso de relieve asimismo la necesidad de ver más allá. Para una comprensión cabal de los
crecientes riesgos que suponen los desequilibrios financieros es preciso tener en cuenta también los flujos financieros brutos
Estos flujos financieros de entrada y de salida son significativamente mayores que los flujos netos que se reflejan en el saldo por cuenta corriente, y a menudo son cuantiosos aun en aquellos casos en los que ese saldo es ínfimo. Son pues los flujos brutos, y no los netos, los que debe acomodar el sector financiero receptor, y su brusca interrupción puede exponer a la economía receptora a una crisis económica.
Los flujos brutos también suponen una amenaza por cuanto contribuyen a generar vulnerabilidades en los balances interconectados de instituciones financieras, empresas y hogares de todo el mundo. En concreto, pueden dar
lugar a descalces de monedas, de plazos y crediticios, ya que es difícil que las características de los activos obtenidos mediante los flujos de salida coincidan exactamente con las de los pasivos obtenidos mediante los flujos de entrada,
tanto a nivel individual de los participantes en el mercado como en términos agregados. Además, aun cuando las posiciones del balance se compensaran, siguen existiendo riesgos de contraparte. Durante la crisis financiera, el súbito
deterioro de las posiciones patrimoniales provocó una fuerte reducción de la actividad económica, poniendo de manifiesto que incluso diferencias menores en apariencia en las características de activos y pasivos —junto con los riesgos de contraparte— pueden constituir un potente canal de propagación de las perturbaciones.
La primera línea de defensa en la gestión de los riesgos asociados a los flujos financieros brutos y a los desequilibrios financieros es la aplicación de políticas macroeconómicas que mantengan la estabilidad monetaria y la sostenibilidad fiscal.
La política monetaria puede servir también para actuar en contra de la tendencia, oponiendo resistencia a incrementos
desproporcionados del crédito y de los precios de los activos. Las políticas que refuerzan la solidez de los marcos macroprudenciales y la infraestructura financiera constituyen una útil segunda línea de defensa, capaz de contener
los desequilibrios financieros y minimizar las secuelas negativas en caso de crisis
-Existe un vínculo entre los desequilibrios por cuenta corriente y los financieros.
La crisis financiera puso de manifiesto que la gestión eficaz de los riesgos que conllevan ambos tipos de desequilibrio es fundamental para el crecimiento mundial sostenible y la estabilidad financiera. Además, algunos de los riesgos derivados de los desequilibrios por cuenta corriente son parecidos a los generados por los flujos brutos. Según se ha señalado, un repentino cambio de tendencia en cualquiera de ellos puede desencadenar crisis económicas y financieras a escala nacional, y algunas de las medidas dirigidas a minorar una clase de desequilibrio también servirían para mitigar la otra. Por ejemplo, una mayor flexibilidad del tipo de cambio nominal no solo aceleraría el ajuste de desequilibrios por cuenta corriente, sino que también contribuiría a la estabilidad financiera en las economías emergentes con superávit, al aliviar las presiones inflacionistas.
En términos absolutos, los superávits y los déficits por cuenta corriente representaban alrededor del 2%
del PIB mundial en la década de los 80 y principios de los 90, cuando empezaron a crecer a ritmo constante hasta situarse aproximadamente en el 6% en la antesala de la crisis financiera.
Si comparamos el periodo 1980–94 con el periodo 2000–10, el promedio de la balanza regional en porcentaje del PIB regional se incrementó en unos 2,6 puntos porcentuales en Estados Unidos y Asia oriental, y en 1,7 puntos porcentuales en la zona del euro, pero solo en torno a 1,1 puntos porcentuales en el resto del mundo. Esta concentración explica que los debates sobre políticas se centren a menudo en los países con los mayores saldos, entre
ellos, China y Estados Unidos.
La persistencia de grandes déficits por cuenta corriente resulta insostenible y, por tanto, tarde o temprano habrá de ponerles fin. La cuestión, pues, no es si los desequilibrios se corregirán, sino cómo se producirá dicha corrección.
El principal riesgo es que el ajuste sea desordenado y vaya en detrimento de la estabilidad macroeconómica y financiera mundial.
La reducción de los desequilibrios por cuenta corriente pasa por un reajuste de la demanda mundial. Los países deficitarios deben sustituir fuentes internas de demanda por fuentes externas, mientras que aquellos con superávit deben hacer lo contrario los países con déficit opondrán resistencia a las presiones deflacionistas generadas por sus saldos por cuenta corriente, mientras que los países con superávit harán lo propio frente a las correspondientes presiones inflacionistas. Esta resistencia desde ambos lados de la divisoria de la cuenta corriente cuadra con los objetivos de política interna, en especial si se da por hecha la resistencia del otro lado. El resultado es un atolladero sin salida.
La corrección de los desequilibrios mundiales en las balanzas por cuenta corriente requiere de ajustes compensatorios en el ahorro y la inversión (es decir, en su cuantía), y deslizamientos complementarios
de los tipos de cambio reales que faciliten el ajuste de los precios relativos. Las primeras señales de ajuste en ahorro e inversión ya han aparecido. En Estados Unidos, el ahorro privado se ha incrementado tras el auge que tuvo en la crisis financiera. En China, los planes del gobierno para aumentar el consumo interno, junto con las reformas en curso en la estructura de gobierno de las principales empresas, podrían reducir el elevado nivel de ahorro actual.
El ajuste de los precios relativos mediante variaciones del tipo de cambio real contribuye a reducir los desequilibrios por cuenta corriente. Es decir, en los países con déficit, los precios, expresados en la moneda de países con superávit, tienden a aumentar más lentamente que los precios en estos últimos países. Una de las medidas de competitividad internacional es el tipo de cambio efectivo real basado en los costes laborales unitarios. En el caso del dólar estadounidense, este tipo de cambio cayó un 10% aproximadamente entre 2004 y 2009, lo que debería contribuir a reducir el déficit por cuenta corriente.
Aunque no se dispone de datos oficiales sobre los costes laborales unitarios en China, el rápido crecimiento de los salarios registrado recientemente apunta a que allí también se están produciendo ajustes
....
-La acumulación de reservas de divisas complica la política monetaria.
Sin la aplicación de medidas adicionales, el aumento de estas reservas ejercería una presión bajista sobre las tasas de interés. Para mantener la estabilidad monetaria y oponer resistencia a las presiones inflacionistas ejercidas por la intervención en los mercados de divisas, China esteriliza los efectos de su enorme acumulación de reservas. Por este mismo motivo, ha aumentado constantemente los requerimientos de encaje bancario y elevado las tasas de interés oficiales.
En conjunto, las políticas adoptadas en Estados Unidos, China y otros países con vistas a mantener la estabilidad monetaria y limitar las variaciones del tipo de cambio nominal han ralentizado el ajuste del tipo de cambio real.
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-La coordinacion es necesaria para salir del atolladero: El papel de la coordinación de políticas
La coordinación podría ser clave para salir de este atolladero. El elevado coste de la inestabilidad financiera significa que el ajuste debería realizarse principalmente a través de tipos de cambio nominales más flexibles. En el
caso de Estados Unidos y China, es probable que la mayor parte del coste recayera sobre este último, si bien el primero podría compartir la carga adoptando políticas monetarias y fiscales más restrictivas dirigidas a reducir
su demanda interna. La aplicación de políticas macroeconómicas más restrictivas en el país con déficit podría también despejar el temor a que el valor de las reservas de divisas acumuladas por economías con superávit
pudiera disminuir por efecto de la inflación.
La puesta en práctica de esta coordinación dependería probablemente de que se diesen unascondiciones internas más favorables en ambos grupos de países
En resumen:
Gestionar los riesgos implícitos en los desequilibrios por cuenta corriente exige realizar ajustes estructurales para reequilibrar la demanda a largo plazo.
A corto plazo, la coordinación internacional para incrementar la flexibilidad en materia de tipos de cambio podría acelerar el proceso de ajuste en curso.
La gestión eficaz de los riesgos asociados a los desequilibrios financieros provocados por los grandes flujos financieros brutos exige adoptar políticas macroeconómicas contrastadas que cuenten con el respaldo de políticas que
refuercen los marcos prudenciales y la infraestructura financiera. Los controles de capital deberían ser una medida provisional y de última instancia.
Una política que surte efectos sobre uno de estos desequilibrios suele actuar en el mismo sentido sobre el otro
una política monetaria más restrictiva en países deficitarios puede reducir ambos tipos de desequilibrio al disminuir el exceso de demanda interna y de forma simultánea debilitar los incentivos para que el sector financiero asuma riesgo. En cambio, una política excesivamente laxa («demasiado baja durante demasiado tiempo») puede agravar ambos desequilibrios. Asimismo, las medidas de orden regulatorio y macroprudenciales pueden limitar la magnitud de los desequilibrios financieros, así como ayudar al sistema financiero a absorber de forma eficaz los flujos de entrada asociados a los desequilibrios por cuenta corriente. Del mismo modo, el endurecimiento de las políticas fiscales en las economías avanzadas con déficits por cuenta corriente insostenibles contribuirá a reducir tanto el déficit por cuenta corriente como los riesgos financieros derivados de la inquietud que pueda suscitar la sostenibilidad de su endeudamiento. Por último, una mayor flexibilidad del tipo de cambio nominal no solo ayuda a ajustar el tipo de cambio real, fundamental para reducir los desequilibrios por cuenta corriente, sino que también reduce las presiones inflacionistas en las economías emergentes con superávit, que es crucial para la gestión de los riesgos asociados a los desequilibrios financieros.
Adoptar medidas como las mencionadas es necesario para gestionar de forma adecuada las vulnerabilidades derivadas de la globalización y garantizar que esta siga mejorando el bienestar económico y el nivel de vida en todo el mundo.
....resumen del articulo: los riesgos de los desequilibrios internacionales, articulo entero en;
http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2011_3_es.pdf
BPI 81- Informe Anual
http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2011_es.htm
Muy Interesante leer:
El Oso de Bretton Woods-
"...la causa última de la crisis financiera de 2007-2009 fue la inconsistencia peligrosa entre nuestra economía multipolar global y el sistema que sigue estando dominado por el dólar monetario y financiero.
La buena noticia es que esto va a cambiar en la próxima década, los acuerdos monetarios internacionales estaran a un nivel compatible con la realidad económica. La mala noticia es que diez años es mucho tiempo" Barry Eichengreen
http://articulosclaves.blogspot.com/2011/07/el-oso-de-bretton-woods-barry.html
Nuevo examen del mercantilismo
La estrategia de China en pro de una economía con mucho ahorro y gran superávit comercial de los últimos años encarna las enseñanzas mercantilistas.
....El objetivo de los superávits comerciales desencadena inevitablemente conflictos con los interlocutores comerciales, por lo que la eficacia de las políticas mercantilistas depende en parte de la inexistencia de políticas similares en otros lugares.
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