N-221: Construyendo un futuro estable -BIS

El pesimismo resulta tedioso, por lo que está abriéndose paso el optimismo. 
Ahora bien, la actitud pesimista nacida de la lenta recuperación de la crisis financiera, ¿ha quedado superada por la fuerza de los hechos? ¿Realmente se justifica el optimismo? A fecha de hoy, varios hechos avalan una nueva actitud. 
Las economías de mercado emergentes crecen con vigor, al tiempo que la recuperación parece haber ganado autonomía en los países más afectados por la crisis de 2007–09. No obstante, los retos pendientes son enormes: un 
altísimo nivel de endeudamiento, desequilibrios mundiales, tasas de interés en niveles extremadamente reducidos, una reforma regulatoria inconclusa y un sistema de estadísticas financieras todavía demasiado tenue para revelar 
las tensiones que emergen a nivel nacional e internacional. 

Las expansiones de la deuda pública ligadas a la crisis han agravado unas trayectorias de política fiscal que ya eran insostenibles, y la deuda del sector privado sigue siendo demasiado elevada. El resultado es que, en la actualidad, autoridades y hogares prácticamente carecen de margen de maniobra. Todas las crisis financieras, en especial las debidas a auges de precios de los activos inmobiliarios alentadas por el crédito, dejan daños persistentes. Pero hemos de cuidarnos de aplicar políticas que retrasarían el inevitable ajuste. Cuanto antes abandonen las economías avanzadas el crecimiento cimentado en el apalancamiento que precipitó la Gran Recesión, antes se desprenderán de la deuda acumulada durante la última década, con sus efectos desestabilizadores, y antes retornarán a un crecimiento sostenible. 
Ha llegado la hora de reducir el apalancamiento público y privado

La integración mundial en curso de sistemas y mercados financieros sigue deparando beneficios económicos considerables y tangibles,si bien estos entrañan riesgos que exigen una gestión adecuada. La oferta y demanda 
agregadas parecen más o menos equilibradas a nivel mundial, pero, tras haber disminuido durante la crisis, los saldos por cuenta corriente aumentan de nuevo, lo que significa que la demanda interna es excesiva en unos países 
e insuficiente en otros. Y, aunque los desequilibrios por cuenta corriente podrían desaparecer de forma ordenada, se corre el riesgo de que sigan aumentando y alienten medidas proteccionistas. Es aquí donde la cooperación 
internacional y la coordinación de políticas son más necesarias, y también donde más se echan en falta

.... los flujos netos de capital no constituyen el único desafío: importan también los flujos brutos, sorprendentemente grandes, y cuya brusca reversión podría causar estragos en los precios de activos, las tasas de interés e incluso 
los precios de bienes y servicios en los países implicados. Además, los flujos de capital internacionales permiten un rápido crecimiento del crédito aun en ausencia de ahorro interno. La persistencia de unas tasas de interés 
inusualmente bajas ha contribuido a fomentar y facilitar dichos flujos.

Numerosos desafíos que hoy afrontamos son consecuencia directa de un tercer año consecutivo de condiciones financieras extremadamente laxas. En las principales economías avanzadas, las tasas de interés cercanas a cero 
amenazan de forma creciente con reproducir las perturbaciones que originalmente debían contrarrestar. Dado su vertiginoso crecimiento, la preocupación se centró en las economías emergentes cuando la inflación 
comenzó a repuntar hace casi dos años. Ahora, al acentuarse la carestía de los precios de alimentos, energía y otras materias primas, la inflación suscita preocupación mundial. La conclusión lógica es que la configuración actual de 
las políticas monetarias a nivel mundial no favorece la estabilidad de precios.

El progreso alcanzado en materia de regulación financiera en el último año representa un logro muy notable. En concreto, se concluyeron y comenzaron a implementarse acuerdos internacionales que establecen requerimientos de capital más exigentes y nuevos estándares de liquidez para el sector bancario. No obstante, quedan grandes retos pendientes y los trabajos prosiguen. Tenemos que garantizar que las instituciones financieras de importancia sistémica estarán en condiciones de superar la próxima gran perturbación cuando esta inevitablemente se produzca. Debemos mejorar los regímenes de resolución en el seno de cada jurisdicción y alcanzar acuerdos entre ellas. Y hemos de seguir construyendo un marco de regulación lo suficientemente robusto y amplio para abarcar todas las instituciones que 
operen como un banco. 
Obviamente, también tenemos que asegurar la aceptación universal del nuevo marco de regulación establecido. Inversores e instituciones financieras deben comprender y aceptar que el panorama financiero ha cambiado y que 
han de adaptar su comportamiento en consecuencia. El desafío constante al que se enfrentan reguladores y otras autoridades es asegurar el incentivo de cumplir las normas, es decir, garantizar que quienes adopten las decisiones en 
las instituciones financieras comprendan que redunda en su propio interés actuar de una forma tal que se reduzca el riesgo de colapso sistémico.
Por último, supervisar la actividad financiera y anticipar tensiones requiere disponer de datos sobre mercados e instituciones mejores y más completos que los actuales. Acordar la forma más práctica de subsanar estas carencias en los datos e implementarla rápidamente es también esencial para preservar la estabilidad financiera.
Estos retos, a saber, el elevado apalancamiento público y privado, los desequilibrios mundiales, los riesgos derivados de prolongar una política monetaria muy acomodaticia, la agenda inconclusa de reforma financiera y las carencias en los datos financieros, son los temas de los capítulos económicos del Informe Anual de este año.
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Las presiones inflacionistas obligan a revisar las expectativas de política monetaria
En las principales economías avanzadas, las expectativas de inflación iniciaron una elevación gradual después de que la atonía económica abatiese durante un tiempo la presión alcista sobre los precios de consumo. Junto con la menor 
holgura en la capacidad productiva instalada, el encarecimiento de alimentos, energía y otras materias primas contribuyó de forma considerable a las presiones inflacionistas a corto plazo durante buena parte del año pasado.
...Controlar la inflación a largo plazo exigirá endurecer la política monetaria, y con una inflación a corto plazo al alza, eso significa acelerar la normalización de las tasas de interés oficiales.
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2-Persiste la preocupación por la situación fiscal en la zona del euro

La crisis empeoró en abril de 2011, cuando Portugal se convirtió en el tercer país de la zona del euro en solicitar asistencia de la UE, después de que el rechazo parlamentario al plan de austeridad propuesto forzase la dimisión 
del Gobierno. La demora en las negociaciones sobre el paquete de ayudas,junto con la erupción de protestas populares en varios países, provocaron un mayor deterioro del sentimiento inversor, y la incesante tendencia al alza 
de los diferenciales de crédito de los países afectados por la crisis prosiguió en el segundo trimestre. Como resultado, la carga financiera de la deuda de países como Grecia y, en menor medida, Portugal e Irlanda, pareció entrar 
en una dinámica incontrolable. En el marco institucional de un banco central,como el BCE, independiente y vigilante de la estabilidad de precios, la inflacion no entra en la ecuación que resuelve el problema. Lo que deja solo dos 
opciones, ninguna de ellas fácil.
-La primera es reestructurar la deuda. 
Sin embargo, las implicaciones de un incumplimiento parcial de los compromisos de pago sobre la deuda soberana en circulación podrían ser extremadamente difíciles de controlar, en especial considerando las pérdidas 
que tendrían que asumir los bancos.
-La segunda opción es la mutualización, en virtud de la cual otros países de la zona del euro asumen una parte de la 
deuda de los países en dificultades. La primera opción sería difícil de gestionar; la segunda sería ardua de promover entre un electorado europeo ya de por sí escéptico


Perspectivas para este año
Habida cuenta del importante papel que desempeña el sistema financiero en el crecimiento económico, contar con un entorno financiero sólido constituye un requisito previo fundamental para alcanzar la estabilidad económica en el 
futuro. Para crear y cultivar este entorno es necesario encarrilar las finanzas públicas y privadas hacia la senda de la sostenibilidad, reducir los grandes desequilibrios por cuenta corriente y de los flujos financieros brutos que 
surgen de la actividad internacional, y garantizar la estabilidad de precios en el medio plazo.

Los grandes y persistentes desequilibrios por cuenta corriente continúan afectando a la economía mundial, mientras que los enormes flujos financieros brutos que recorren el sistema intensifican los riesgos para la estabilidad 
financiera. Si queremos evitar un ajuste doloroso y desordenado resultan especialmente necesarias en este caso la cooperación y coordinación internacional. Sin embargo, aun sin coordinación, los países con déficit pueden 
y deben potenciar más el ahorro y los países con superávit hacer lo propio con el consumo. Es esencial que cada país ponga en orden su propia economía.
Asimismo, los bancos centrales tienen ante sí un trabajo muy complicado. Se enfrentan a distorsiones exacerbadas por años de condiciones monetarias extraordinariamente acomodaticias. El principal de sus retos es el creciente 
riesgo para la estabilidad de precios. Las brechas del producto se estrechan ,los precios de las materias primas se han disparado y la inflación aumenta en todo el mundo. Los peligros son mayores en las economías de mercado 
emergentes, pero alcanzan también a las principales economías avanzadas. 
En el ámbito de la regulación, en el que las autoridades han acordado una serie de importantes reformas, todavía quedan retos pendientes 
Es necesario dotar a las instituciones financieras de importancia sistémica de una capacidad de reacción mayor. Deben construirse regímenes de resolución para gestionar la quiebra incluso de las entidades financieras de mayor 
tamaño. Y el marco de regulación futuro debe garantizar que cualquier entidad que opere como un banco sea tratada como tal, con independencia de cuál sea su forma jurídica. 
Por último, la crisis ha puesto de manifiesto notables carencias en los datos de que se dispone para medir las vulnerabilidades financieras y el riesgo sistémico. En el corto plazo, la clave para abordar el problema es identificar 
las deficiencias importantes que puedan ser solventadas de forma expeditiva y, a continuación, proceder a solventarlas

entero en:
http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2011_1_es.pdf
http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2011_es.htm

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