Los receptores del premio Nobel en economía de 2024, D. Acemoglu, S. Johnson y J. Robinson, han proporcionado una interpretación de las diferencias que se observan en el grado de progreso económico entre distintas regiones y países, así como de su persistencia en el tiempo, apelando a la calidad de su estructura institucional como un factor determinante. A su juicio, otros factores que se han aducido como explicativos del distinto grado de desarrollo, como la localización geográfica, o los avances culturales, están relacionados con la estructura institucional de los países, pero no pueden explicar las diferencias observadas en el progreso de los países sobre periodos dilatados de tiempo.

Su investigación sobre este tema, realizada lo largo de décadas, se basó inicialmente en el examen de las experiencias de colonización de amplias regiones del mundo por parte de países europeos. Observaron que, en regiones altamente pobladas, en las cuales la resistencia a la colonización podía ser mas fuerte, el propósito de los colonizadores fue explotar la fuerza de trabajo aportada por la población indígena y extraer sus recursos naturales. La elevada densidad poblacional también favorecía la expansión de enfermedades, generando una mortalidad elevada. No pudiendo consolidar su permanencia masiva debido a la alta mortalidad, los colonizadores se asociaron con una élite local para llevar a cabo su experiencia colonizadora, basada en instituciones extractivas, y generando un beneficio para los países colonizadores durante un período relativamente corto.

En otras zonas, generalmente menos densamente pobladas, hubo menor mortalidad y mayor número de colonizadores, quienes pudieron construir sistemas económicos y políticos inclusivos, en beneficio de la población local. En estos casos, los países colonizadores obtuvieron un beneficio más duradero.

La diferencia de estructura institucional tuvo un efecto trascendental a largo plazo: las regiones más pobladas, inicialmente más ricas, prosperaron poco y son hoy regiones menos ricas; cuentan actualmente con instituciones económicas y políticas de menor calidad, y mayores niveles de corrupción. Por el contrario, las que estaban inicialmente poco pobladas y contaban con pocos recursos, son hoy algunas de las áreas más prósperas, y cuentan generalmente con instituciones económicas y políticas de mayor calidad, y menores niveles de corrupción política y legal.

Acemoglu, Johnson y Robinson también mostraron la importancia de preservar la calidad institucional, pues cuando las instituciones se deterioran, la tendencia es difícil de romper. Explicaron cómo en sociedades desiguales, algunos grupos pueden apropiarse del poder político informal (o de facto), promoviendo instituciones económicas favorables a sus intereses, en el intento de que los mecanismos de distribución perpetúen la disparidad inicial de renta y, con ello, puedan mantener su influencia sobre el poder político [Acemoglu et al. (2005)]. Es una visión de la organización social que contempla una jerarquía natural, en la que las instituciones políticas influyen sobre la naturaleza de las instituciones económicas, cuestión de la mayor trascendencia, puesto que éstas últimas determinan los resultados económicos y su distribución en la sociedad. Los grupos próximos al poder tratarán también de impedir cambios en las instituciones políticas formales (de iure), para mantener su posición de privilegio. Por tanto, en estas sociedades, las instituciones políticas serán duraderas y también lo serán las características de las instituciones económicas.

De este modo, la endogeneidad de las instituciones económicas confiere a la calidad institucional una fuerte inercia que es difícil de truncar. Los ciudadanos perciben que la estructura institucional garantiza a quienes están en el poder su continuidad en el mismo, por lo que las promesas de reformas que puedan hacer no serán del todo creíbles, y no afectarán al comportamiento de los ciudadanos, ni al modo en que toman sus decisiones, generándose una brecha creciente entre clases sociales.

En tal contexto de deficiente calidad institucional, el deterioro social puede llegar a producir un conflicto político que altere la relación de fuerzas entre los distintos grupos que configuran la sociedad; alternativamente, en algunos países el cambio se ha producido mediante un proceso de reforma aperturista por parte de la clase dirigente. También puede producirse una mejoría democrática si el mecanismo distributivo de la renta es mínimamente equitativo, permitiendo el acceso de nuevos ciudadanos a las clases dirigentes. Sus valores pueden pasar entonces a jugar un papel relevante en la evolución a través del tiempo de las instituciones políticas formales e informales, es decir, en la evolución de las normas y leyes promulgadas y en su grado de cumplimiento.

En buena parte como consecuencia de las investigaciones llevadas a cabo por los tres profesores galardonados con el Nobel, la calidad institucional es aceptada actualmente como una de las causas que explica las diferentes características que adopta el desarrollo en distintos países. [Aquí, aquí y aquí se analizan algunas deficiencias en calidad institucional que pueden estar lastrando la eficiencia de la economía española]. También pusieron en lugar prominente en su análisis la calidad de las reglas y prácticas que regulan las decisiones de los agentes (las instituciones económicas de carácter informal). En particular, sabemos que el crecimiento económico puede reducir la desigualdad cuando unas adecuadas instituciones económicas redistribuyen convenientemente la riqueza generada por el mayor crecimiento. También sabemos que puede suceder que un sistema redistributivo de baja calidad provoque que el crecimiento económico beneficie a los más favorecidos, acentuando las desigualdades.

Por otra parte, aunque las estrategias de reducción de la pobreza continúan basándose, justificadamente, en impulsar el crecimiento económico, Bourgignon (2003) mostró que éste explica únicamente una cuarta parte de la reducción de la pobreza. En efecto, algunos países experimentan episodios de fuerte crecimiento sin apenas reducción de la pobreza, mientras que otros países alivian la pobreza sin disfrutar de un crecimiento económico potente. Fosu (2017) mostró que otros factores relevantes para explicar los descensos en el nivel de pobreza cuando una economía crece son el nivel de desigualdad, y la calidad institucional. [Aquí y aquí se analizan en detalle las relaciones entre crecimiento económico, desigualdad y pobreza]. Suele decirse que la reducción de la desigualdad ofrece un doble dividendo en la lucha contra la pobreza, porque una menor desigualdad favorece el crecimiento económico, y también hace que el crecimiento tenga un mayor efecto reductor de la pobreza. Exactamente lo mismo puede decirse de la mayor calidad institucional, por idénticas razones.

La investigación de Acemoglu, Johnson y Robinson ha prestado atención generalmente a periodos históricos amplios, y ha abierto grandes vías de pensamiento en el desarrollo económico. Otras áreas de pensamiento podrían favorecerse de sus aportaciones, quizá incluso en el análisis de períodos más reducidos. En particular, los análisis comparados de productividad, que tan importantes son para España, continúan sin hacer suficiente referencia a la calidad institucional como causa de las diferencias entre países, lo que, en cambio, resulta evidente a partir del análisis de los autores galardonados con el premio Nobel.

De Acemoglu, Johnson y Robinson hemos aprendido, en definitiva, que no cabe analizar las posibilidades de progreso social y económico de un país sin considerar su calidad institucional. Tampoco es riguroso anticipar los posibles resultados de una determinada política económica al margen de la calidad de sus instituciones políticas, legales y económicas, tanto de carácter formal como informal. Velar por la mayor calidad institucional debe ser tarea permanente de todo gobierno plenamente democrático, porque cualquier deterioro es difícil de revertir, pero requiere un firme convencimiento y la colaboración de muchos actores, cuya confianza todo gobierno debe saber lograr y mantener.

Por Alfonso Novales (Universidad Complutense y Real Academia de Ciencias Morales y Políticas) y Carlos Sebastián (Universidad Complutense)

https://nadaesgratis.es/admin/la-calidad-institucional-es-un-factor-decisivo 


 Avance

La calidad de vida de las personas está determinada, no tanto por su talento o empeño, sino por el lugar en el que nacen. Un individuo que nace en un país en donde tiene acceso a servicios básicos, educación y salud de calidad, tendrá posibilidades de desarrollo totalmente distintas a alguien que nace en un país en donde el acceso a ellos es escaso. Es por eso que una pregunta central en la economía es: ¿Por qué algunos países son ricos y otros pobres?

Reflexiones finales

La conclusión de los autores es que el desarrollo económico sostenible depende de la creación y el mantenimiento de instituciones inclusivas. Esto implica fomentar la participación política, limitar el poder de las élites y asegurar el respeto al estado de derecho. Rechazan explicaciones simplistas que atribuyen el éxito o fracaso de las naciones únicamente a factores como la cultura, la geografía o los recursos naturales, argumentando que, aunque estos factores son importantes, es la calidad de las instituciones lo que determina el destino económico de un país.

El Premio Nobel de Economía 2024 sirve como recordatorio de la importancia de las instituciones en el desarrollo económico y social. Las investigaciones de Acemoglu, Johnson y Robinson muestran que la prosperidad no depende únicamente de los recursos naturales o de la ubicación geográfica, sino de las buenas instituciones que gobiernan nuestras sociedades. La clave para un desarrollo inclusivo y sostenible radica en fortalecer las instituciones y garantizar que estas sean inclusivas, favoreciendo la participación de todos en la vida económica y política.

Rafael Pampillón. Catedrático emérito de la Universidad CEU-San Pablo, doctor por la Universidad de Barcelona y MBA por el IESE, Pampillón ha sido decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Extremadura.

https://www.nuevarevista.net/por-que-fracasan-los-paises/  

https://articulosclaves.blogspot.com/2024/10/la-calidad-institucional-es-un-factor.html

Élites inclusivas o extractivas. “That is the question”

 Según los investigadores premiados con el Nobel de Economía 2024, las instituciones, antes que los recursos naturales, son clave para el desarrollo económico En la imagen, el puerto de Tanjung Perak, en Indonesia (CC Hernawan Widhi)

Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, premiados con el Nobel de Economía 2024, han sido reconocidos por sus innovadoras teorías sobre la relación entre instituciones y desarrollo económico. Su trabajo sostiene que las instituciones –entendidas como los marcos legales, políticos y económicos que organizan la sociedad– son esenciales para la prosperidad o el fracaso de las naciones.

Esta perspectiva ha sido particularmente influyente, pues desestima la idea de que factores como la geografía, la cultura o los recursos naturales sean, por sí solos, los motores del crecimiento. A través de sus estudios y publicaciones, como el libro Por qué fracasan los países, Acemoglu, Johnson y Robinson redefinen el campo del desarrollo económico, creando un marco que dialoga con teóricos previos y aporta una visión complementaria y, en ciertos aspectos, disruptiva.

El concepto central de su teoría radica en la distinción entre instituciones inclusivas y extractivas. Las instituciones inclusivas son aquellas que promueven la participación económica y política de la mayoría, incentivando la innovación y protegiendo los derechos de propiedad. Este tipo de instituciones permite que los empresarios inviertan (aumenten la capacidad productiva) sin temor a expropiaciones arbitrarias, lo que permite generar un crecimiento sostenido.

En contraposición, las instituciones extractivas están diseñadas para concentrar el poder y los recursos en manos de una élite. De esta manera, bloquean la competencia y limitan las oportunidades para la mayoría. Bajo estas instituciones, el crecimiento económico pierde dinamismo y depende de circunstancias específicas, como la explotación de recursos o el control coercitivo de la población.

Para los tres economistas premiados, el desarrollo de las instituciones inclusivas es el verdadero motor de una prosperidad sostenible, idea que contrasta con enfoques de figuras previas como William Easterly y Ross Levine. Conviene recordar que Easterly y Levine reconocen la importancia de la calidad institucional, pero dan más importancia a factores macroeconómicos y a la inversión en capital humano.

Un diálogo con teorías anteriores

El enfoque de Acemoglu y sus colegas se conecta, aunque con diferencias marcadas, con la obra de Douglass North y Robert Fogel, quienes también recibieron el Nobel de Economía. North sostenía que las instituciones son esenciales para la economía, pues reducen la incertidumbre y fomentan la cooperación. Sin embargo, mientras North planteaba que las instituciones evolucionan de forma gradual, Acemoglu y Robinson sostienen que el cambio institucional depende de rupturas, de crisis. En esos momentos, la sociedad puede experimentar una transformación inclusiva o consolidar el poder de la oligarquía dominante.

El trabajo de Acemoglu, Johnson y Robinson ha resaltado la importancia de las instituciones para el crecimiento económico y ha influido en el diseño de políticas públicas alrededor del mundo

La investigación de Acemoglu y Johnson sobre crisis y cambio institucional añade cierto dinamismo a las teorías de North y Fogel. Argumentan que los cambios repentinos, como las guerras, las crisis económicas o las revoluciones, no solo marcan un punto de inflexión, sino que representan una oportunidad para que las instituciones inclusivas reemplacen a las extractivas. Esto contradice en cierto modo la teoría del cambio incremental de North y se alinea con la perspectiva histórica de Fogel. Éste último resaltaba la importancia de los cambios tecnológicos y sus impactos en el desarrollo económico.

Casos que no encajan

Aunque las teorías de Acemoglu, Johnson y Robinson han sido ampliamente aceptadas y citadas, existe un debate en torno a su aplicabilidad en contextos específicos. Especialmente en casos de desarrollo económico rápido bajo regímenes autoritarios, como los de Taiwán y Corea del Sur en las décadas de 1960 y 1970. Durante este periodo, ambos países experimentaron un crecimiento económico acelerado con regímenes dictatoriales, que lograron implementar reformas industriales y educativas significativas antes de transitar hacia la democracia.

En estos casos, los países construyeron instituciones que promovían la industrialización y la educación sin haber implementado antes un sistema político inclusivo. Estos casos parecen refutar la teoría de Acemoglu y Robinson de que el poder centralizado en manos de una élite, sin instituciones inclusivas, bloquea el desarrollo sostenido. Corea del Sur y Taiwán, en cambio, lograron un avance significativo en términos de renta nacional y calidad de vida sin democratizarse completamente, aunque el crecimiento institucional hacia la democracia fuera un paso posterior.

Este punto crítico sugiere que, en ciertos contextos, especialmente en economías en vías de desarrollo que necesitan medidas rápidas, directas y eficaces, las instituciones extractivas pueden desempeñar un protagonismo temporal en la mejora de la infraestructura y el bienestar general. La experiencia de Taiwán y Corea del Sur parece indicar que el autoritarismo puede, en ciertos casos, guiar el desarrollo. Aunque, a largo plazo, es necesaria una transición hacia instituciones inclusivas para sostener dicho crecimiento. China, también es una excepción: desde 1978 disfruta de un elevado crecimiento económico, basado en una fuerte apertura al exterior, bajo un sistema político dictatorial.

Limitaciones y retos de la teoría institucional

El desarrollo de esos países ilustra las limitaciones del enfoque institucional de Acemoglu, Johnson y Robinson. Una de ellas es su dudosa aplicación a regiones con una larga historia de instituciones extractivas profundamente arraigadas. En estos casos, una transición hacia instituciones inclusivas provoca resistencias estructurales y culturales significativas. En estos contextos, el cambio institucional plantea desafíos profundos, que requieren más que rupturas o momentos críticos.

Se discute si las ideas de Acemoglu, Johnson y Robinson son de aplicación universal o más bien requiere modificaciones según el contexto específico

Además, parece obvio que, aunque las instituciones son fundamentales, no pueden explicarlo todo. Existen factores culturales y geográficos que influyen en las probabilidades de éxito o fracaso de un país. Aunque los autores no desestiman por completo estos elementos, su enfoque a menudo se interpreta como un modelo que no les concede suficiente peso.

Por otro lado, la teoría de instituciones inclusivas también ha sido cuestionada por su aplicabilidad a economías en desarrollo que dependen de recursos naturales. En estos casos, el poder político y económico suele estar inevitablemente vinculado a la explotación de estos recursos. Si bien las instituciones extractivas pueden ser problemáticas, la transición hacia un sistema inclusivo es compleja cuando los recursos naturales ejercen una influencia tan poderosa. Esto plantea preguntas sobre si la aplicación de las ideas de Acemoglu, Johnson y Robinson puede ser universal o si, en cambio, requiere modificaciones según el contexto específico.

Contribuciones al desarrollo económico

A pesar de estas críticas, la investigación de Acemoglu, Johnson y Robinson ha dejado una huella profunda en el estudio del desarrollo económico. Su trabajo ha promovido la importancia de las instituciones como un factor clave para el crecimiento económico sostenido y ha influido en el diseño de políticas públicas alrededor del mundo. Al enfatizar que la inclusión económica y política es esencial para un desarrollo sostenible, estos economistas han proporcionado un marco teórico valioso, que complementa y extiende los trabajos de economistas anteriores como North y Fogel.

Además, su teoría sobre instituciones inclusivas ha ganado relevancia en un momento en el que la desigualdad global es un problema creciente. Al poner de relieve la necesidad de sistemas inclusivos que distribuyan el poder y los recursos de manera más equitativa, su trabajo ofrece una guía no solo para el desarrollo económico, sino también para la construcción de sociedades más justas.

En última instancia, el legado de Acemoglu, Johnson y Robinson radica en haber transformado la comprensión de las causas fundamentales del desarrollo y el fracaso de las naciones. Pues cuestiona la visión tradicional de que el bienestar económico de un país depende, fundamentalmente, de los recursos naturales o la ubicación geográfica. Según ellos, la estructura de las instituciones tiene un papel clave. Si bien su teoría puede no ser una solución universal para todos los contextos, su impacto en la teoría económica y en la formulación de políticas sigue siendo innegable. En efecto, aporta una perspectiva que ayudará a los economistas y responsables políticos a construir economías más inclusivas y resilientes. En definitiva, como dijo hace años Felipe González, en tono reflexivo, hay que ver si los líderes son parte del problema o parte de la solución.

Rafael Pampillón Olmedo
Universidad CEU San Pablo y Universidad Villanueva

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