"El crecimiento de la productividad es clave para mantener nuestros niveles de vida"
sostiene el aumento de la renta per cápita". Lo explica Juan Francisco Jimeno Serrano, presidente del Consejo de la Productividad de España, que este viernes desgranó en la reunión que el Foro Económico de Galicia celebra en Muxía algunas recetas, como reforzar el capital humano y la inversión

Licenciado en Ciencias Económicas, Juan Francisco Jimeno hizo su doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts a inicios de los 90 y, a su vuelta de los Estados Unidos, se dedicó sobre todo a la docencia universitaria y a la investigación económica. También trabajó en el Banco de España. Desde hace casi un año, pilota el Consejo de la Productividad, creado por el Gobierno por recomendación de la Unión Europea para obtener análisis y consejos.
Cada vez se habla más de la productividad y del reto de reforzarla pero, ¿qué es y cómo se mide?
Conceptualmente es muy sencillo. La productividad no es más que la
relación entre lo que se produce y los recursos que se utilizan para
ello. Es verdad que en determinadas actividades es difícil medir los
resultados y los recursos usados, pero existen distintos métodos.
Si hubiera una liga de la productividad, ¿en qué división jugaría España en estos momentos?
España ha tenido bajos crecimientos de productividad desde hace mucho
tiempo, prácticamente desde finales del siglo pasado. Estamos en el 80%
de la media europea. El problema es que esta brecha no se está cerrando.
De hecho, se está incluso ampliando. En los últimos años hay algunas
señales positivas, pero desde 1995 se ha ido ensanchando. Además,
también la brecha entre Europa y Estados Unidos se está ampliando. Es un
problema serio porque la productividad es lo que en última instancia
sostiene el crecimiento de la renta per cápita, y la renta per cápita es
lo que nos da bienestar social y económico. Por eso, el aumento de la
productividad es fundamental para mantener nuestros niveles de vida.
Además, en un contexto de envejecimiento de la población, la renta per
cápita caería si no fuéramos capaces de conseguir más incrementos de la
productividad. Por lo tanto, se trata de un reto importante, tanto por
lo que no hemos hecho en los últimos años como por lo que se presenta en
el futuro.
La brecha de productividad con la media de la Unión Europea no se está cerrando, se está incluso ampliando
¿Qué puntos débiles tenemos?
Hay tres maneras de conseguir ser más productivos. Con más trabajadores o
mejor cualificados; con más o mejor inversión en capital y con una
mejor asignación de los recursos. En España fallamos en las tres y por
eso el crecimiento de la productividad es bajo. Es una cuestión de poco
capital humano, poca inversión y una regulación poco eficiente.
¿Qué recetas pueden funcionar para mejorar en productividad?
El capital humano tiene que ver con la educación. Necesitamos un sistema
que forme mejor a los estudiantes. Y ahora, con el desarrollo de las
nuevas tecnologías, precisamos un modelo universitario mucho más
orientado a proporcionar profesionales de las llamadas disciplinas STEM.
En lo que se refiere al capital, necesitamos más y mejor financiación
para la inversión, sobre todo en I+D y en nuevas actividades y sectores.
Y también una mejor regulación. Son recomendaciones de carácter general
que se podrían concretar por sectores y regiones, pero es difícil sin
estar pegado a su realidad.
La rebaja de la jornada laboral, ¿impactaría en positivo o en negativo en la productividad?
Reducir la jornada laboral afecta a distintos indicadores de la
productividad de diferente manera. Por ejemplo, si pensamos en
productividad por hora trabajada, aumenta si se recorta la jornada
porque el trabajador tiene que hacer sus tareas en menos tiempo. Pero si
pensamos en términos de productividad por trabajador, se reduce. A los
empresarios lo que les preocupa es la productividad por trabajador, al
que le pagan el salario a final de mes, y el Gobierno está poniendo más
el foco en la productividad por hora, que no es necesariamente el mejor
indicador. En cualquier caso, no podemos impulsar la productividad
reduciendo continuamente la jornada de trabajo.
Reducir la jornada afecta de diferente forma a la productividad. La empresa mira un indicador y el Gobierno, otro
¿Cree que mejorar en productividad requiere un cambio de mentalidad empresarial y social?
Eso sin duda. Hay dos cosas que quizás en España son mejorables. Una es
la calidad de la gestión empresarial. Los empresarios se preocupan mucho
por los costes de los de los factores de producción, por el coste de
los trabajadores y por el coste de producir. Pero no siempre se
preocupan por la productividad: qué producen y cómo lo producen. La
segunda cuestión es la calidad de las relaciones laborales. Cuanta más
cooperación haya, más fácil será que aumente la productividad. En España
hemos tenido organizaciones sindicales y empresariales que han sido muy
dialogantes, que han llegado a muchos acuerdos. Últimamente las
relaciones laborales se han visto un poco perjudicadas por la discusión
sobre la jornada de trabajo o el salario mínimo, pero en general tenemos
un buen sistema.
¿Hay muchos falsos mitos o confusión sobre la productividad?
Hay bastante confusión con lo que es la productividad. Muchos
empresarios confunden productividad con competitividad, con rentabilidad
y con generación de beneficios. Uno puede generar beneficios por ser
muy productivo, pero también por obtener ventajas en costes que no
tengan otros. También es bastante común confundir productividad con
reducción de plantilla. Si reduces plantilla y al mismo tiempo reduces
producción, no estás aumentando la productividad. El concepto no siempre
se utiliza bien en las discusiones sobre productividad.
Muchos empresarios la confunden con la competitividad, la generación de beneficios o la reducción de plantillas
¿De qué forma lastra la productividad el hecho de tener un población cada vez más envejecida?
Por un lado, los mayores crecimientos de la productividad se dan al
principio de la vida laboral. Cuando uno es joven cambia de empleo,
busca nuevas oportunidades y trabajos que se acomodan mejor a sus
cualificaciones. En cambio, si vamos a ser más los que estamos cercanos a
la jubilación, ahí los crecimientos de la productividad son menores.
Por otro lado, en sociedades envejecidas también los jóvenes tienden a
ser menos productivos, por lo que podemos llamar un efecto tapón. Los
puestos de gestión, administración e innovación, donde realmente se
puede impulsar la productividad, no son tan accesibles a los jóvenes
porque están ocupados por gente de las generaciones anteriores. Pero,
además, el número de jubilados sin producir es cada vez mayor. Por lo
tanto, el peso de los que trabajan es menor y, si queremos mantener la
renta per cápita, tendrán que producir más.
¿Cómo se plantea el futuro?
Complicado. Por el envejecimiento de la población pero también porque,
más allá de las tensiones geopolíticas y las discusiones sobre cómo se
va a organizar la división internacional del trabajo, estamos en un
nuevo contexto tecnológico que nos obliga a formarnos para ser
productivos y a invertir.
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