- La economía española pasa por varias etapas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial
-La dificultad de comparar distintas épocas, distintas magnitudes económicas, distintos sectores, y distintas realidades geopolíticas y geoconomicas con diferentes escenarios economicos
La economía española pasa por varias etapas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial que suponen una mezcla de consecuencias de acciones propias y ajenas.
No poner los datos en contexto como el siguiente gráfico, lleva a decir cosas que se entienden diferente.
***Grafico debatible, ver con que escala logartimica se presenta-Comparar tasas de crecimiento en etapas, niveles y estructuras distintas no sirve-
Si pones una escala lineal los crecimientos en niveles altos parecen mayores que los crecimientos en niveles bajos
Una de las razones por la que es tan importante el manejo de técnicas cuantitativas (serias) en los estudios de grado de economía y empresa, es para evitar hacer este tipo de pseudo análisis de comparar números de la época desarrollista de la dictadura con los números de la democracia
El franquismo se caracteriza por unas políticas económicas lamentables, hasta precisamente los 60 donde se hacen las reformas del plan de estabilización, Se liberaliza la economía y crece a grandes ritmos por ser una economía muy pobre, típica convergencia, La época de desarrollo del franquismo coincide con una época de desarrollo a nivel internacional.
Sánchez, en el primer acto por el 50º aniversario de la muerte de Franco: «Los números son inapelables. En 1975 la renta per cápita era de 15.000€. Hoy es de 31.000€, más del doble». (Cifra actualizada en Euros,los 15000€ a los que hace referencia son Euros de 2025. Ya se ha tenido en cuenta la inflación para este dato.)
La duplicación es en euros constantes .El PIB per cápita se ha multiplicado por 26
Dos barbaridades estos días en las redes con la actualización de rentas en el tiempo:
i) sobre cuánto costaba un piso hace 25 o 40 años, y
ii) sobre la renta per cápita que, por construcción, tiene en cuenta los precios (¿qué sentido tendría como indicador si no fuera 'real'?).
En la redes se critica a Sanchez por el dato cuando Pedro Sánchez habla de datos en euros constantes, es decir, ajustados por inflación. Cada español, de media, producía en 1975 la mitad de lo que produce hoy
España no recupera la renta per cápita de 1935 hasta 1952. ¿es posible comparar con Rusia? De que Rusia hablamos de la Rusia antes de Chernobil, la URRS o la Rusia posterior ?
Otro ejemplo de No poner los datos en contexto
En realidad la economía española despega y converge con Europa desde su incorporación a la CEE/UE
La realidad no es el gráfico es esta:
1. Primera etapa (1945-1952). Periodo duro de autarquía. La economía española sale destrozada de la Guerra Civil (supone décadas de atraso económico) y el cierre económico y político debido a nuestra posición política en una Europa de posguerra no hace sino ahondar en las heridas.
España vive los peores años en décadas (y más) llegando a principios de los cincuenta con una renta Per capita que habría que retrotraerse a casi principios de siglo.
2. Aperturismo fallido (1952-1959). El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Europa Occidental y EEUU hacen una aproximación a España. Pocos años antes nos dejaron fuera del Plan Marshall, pero el pragmatismo de la guerra fría aproxima nuestro país a occidente. Nuestra economía hace un tímido intento de abrirse, pero sin querer sacrificar buena parte del control que el franquismo ejercía sobre toda la actividad económica. Nuestra economía entra en una fase de mejora pero que viene acompañada por una enorme acumulación de desequilibrios. La resistencia del franquismo a liberalizar la economía en los 50s lega a su fin ante la realidad. En 1959 sufrimos un “rescate”, con un Plan de Estabilización impuesto y que supone buscar la eliminación de desequilibrios mediante devaluación, apertura y reformas (os suena???).
3. Desarrollismo 1959-1973. España se abre a la economía internacional. A partir de ahora nuestra economía no será ajena a los ciclos internacionales y europeos. La estabilización y reformas, el aperturismo y la tecnocracia del nuevo gobierno ayudan a mejorar una economía que tiene mucho margen de mejora.
El campo expulsa trabajadores gracias a su tecnificación. Estos o van a la ciudad a trabajar en la industria o servicios (turismo) o se van al extranjero al no estar preparada nuestra economía para absorber tanto trabajador. La productividad sube y la economía crece a ritmos “Chinos”.
Ganamos divisas gracias a la emigración y el turismo.
Crecemos y mucho y convergemos a una Europa que también vive una década dorada. No somos una excepción. Hacemos lo mismo pero como veníamos de más atrás, lo hacemos más intensamente.
4. Todo tiene su fin (1973-1984). El mundo entre en crisis por el shock del petróleo en otoño del 83. Aquí tuvimos mucha mala suerte. Se sumaron dos grandes crisis en el mismo tiempo, económica y política. España llegaba a la crisis con una economía muy diferente a la de 1959 pero que había acumulado enormes déficits, sobre todo en eficiencia. La industria, debido aún a las enormes regulaciones y controles del franquismo no soportaría el shock del 73 como en otros países (algo que supuso en los primeros años de los 80 la famosa reconversión)
De nuevo nos imponen el ajuste (larga tradición española está de hacer reformas impuestas) y aprobamos los Pactos de la Moncloa como requisito económico para una nueva etapa. Se moderniza el sistema fiscal, se desregula, se abre la puerta a la reconversión que luego desarrollaría los gobiernos de principios de los 80s,… y todo ello en medio de un segundo shock iniciado en 1979.
5. 1984-1992. Solo estas reformas y el cambio de ciclo en 1983-84 en EEUU y Europa nos sacan del hoyo.
Nuestra entrada a la entonces CE nos permite iniciar una fase de crecimiento no conocida desde hacía casi una década y media. Crecimiento que también vendría acompañado, como es usual, por la acumulación de grandes desequilibrios y que se convierten en la antesala de la recesión
1993-2008. La caída del SME, la crudo del petróleo derivado de la invasión de Kuwait y la acumulación e desequilibrios junto con el fin de las grandes obras nos llevan a una fugaz crisis de la que salimos rápidamente e iniciamos una fase de crecimiento cabalgando sobre un ciclo económico internacional positivo. La incorporación al euro exige, una vez más, de reformas impuestas. Nuestro plan de convergencia da sus frutos y entramos en el selecto grupo del euro. Sin embargo, los tipos bajos, la inflación elevada y el acceso a unos mercados de capitales fomentan y alimentan un boom inmobiliario de consecuencias conocidas. Su estallido nos lleva al mayor ajuste económico conocido en tiempos recientes, lo que nos lleva, a su vez, alimentan enésimo ajustes impuesto desde el exterior
- https://x.com/Manuj_Hidalgo/status/1877263116301431142
Los historiadores económicos son prácticamente unánimes: el crecimiento económico con Franco estuvo muy por debajo del potencial que hubiéramos tenido nos hubiéramos asimilado antes al resto de países de Europa. El franquismo retrasó nuestra convergencia y dejó profundas huellas que, en casos como el del mercado de trabajo, nos siguen lastrando a día de hoy.
--Datos positivos:
December PMIs are out and nothing new, Spain continues to power ahead a cut above the rest.
- https://articulosclaves.blogspot.com/2024/12/el-mundo-no-empeora-mejora.html
Señales mixtas....otros datos
-Deuda pública: - 1976: 9% del PIB. - 2023: 105,1% del PIB. - Media UE: 84%.
- https://www.newtral.es/paro-juvenil-espana-union-europea/20240315/
Es vital analizar que esta pasando en nuestro país desde 2005, las buenas señales, las falsas señales, las señales mixtas, entiendo que la desindustrialización, el no poder competir contra china, la burocracia europea y falta de respuesta en politica industrial...marca el futuro
- https://www.almendron.com/tribuna/tres-centenarios-estape-fuentes-y-velarde/
- https://forosenar.blogspot.com/2025/01/las-siete-magnificas-vs-europa.html
La volatilidad de los precios energéticos (especialmente el del gas natural) tiene visos de convertirse en permanente y hundir la industria europea
Con las repercusiones actuales del freno alemán
Elevado endeudamiento público, débil crecimiento potencial y déficit de inversión son tres debilidades de la eurozona. Las nuevas normas fiscales, para ser eficientes, deberían integrar estas tres dimensiones
- https://elpais.com/opinion/2023-12-07/el-freno-aleman.html
Pd todos estos datos comparativos, todas estas gráficas sin una explicación mas detallada, solo consiguen confundir , repasar la historia economía desde 1936, requiere profundizar en muchos libros de economía .en este blog hay bastantes artículos referentes a la economía de España
En parte duro tanto el franquismo, porque a EEUU le intereso que España se abriera al exterior ,dejando a cambio tener aqui sus bases y asi siendo un contrapeso con la URSS, si España hubiese derivado al comunismo, antes del 36 el nivel de alfabetización era bajo , antes del 36 los conflictos entre partidos republicanos eran continuos, conflictos muy graves.
- https://www.ondacero.es/programas/mas-de-uno/audios-podcast/monologo-de-alsina/alsina-monologo-rodriguez-novio-ayuso_20250109677f8287af217500014a6d6b.html?so=so%3Asour-twitter%3Acn-ondacero
En la coyuntura de 1946 es donde el régimen saca a relucir precisamente esa política de “aguantar la presión”, de resistencia como principal propósito que ya advertía Carrero Blanco. Lo cierto es que el Caudillo supo entonces utilizar la carta del miedo a la intervención extranjera, la guerra civil y el nacionalismo, reforzándose hacia dentro, en contra del objetivo de conseguir la caída del dictador para una transición pacífica los sectores liberales y monárquicos estrecharon lazos con el régimen.
- https://www.descifrandolaguerra.es/el-franquismo-y-las-bases-militares-de-los-estados-unidos/
Es cierto que hubo un cambio positivo a partir de 1959, con el plan de estabilización.
Esta entrada explica muy bien cómo las principales reformas se hicieron A PESAR del régimen, no gracias a él
Los historiadores separan dos periodos con diferentes políticas económicas, la autarquía y la liberalización
López Rodó o las contradicciones de la tecnocracia (primera parte)
El Plan de Estabilización de 1959 es la cesura fundamental de nuestra historia contemporánea. Sin el abandono de las políticas autárquicas e intervencionistas que arrastrábamos de largo y que habían sido llevadas a su paroxismo más absurdo por analfabetos económicos como los Suanzes y Girones de la dictadura, nada de lo que luego vino hubiese sido posible.
No es pues, un accidente, que cada vez que voy por Madrid compre cualquier libro que trate con tales acontecimientos. El cambio de paso de la política económica de Franco, aunque ex post muy obvio, no era algo tan predeterminado como la historiografía defiende. La vía “cubana” del franquismo, el doblar ante las dificultades económicas la dosis de irracionalidad que nos había llevado hasta nuestros pesares en primer lugar, era algo concebible e incluso posible si el balance de fuerzas entre las distintas familias del régimen hubiera sido ligeramente distinto. La pesadilla de un Girón de Velasco victorioso, que en vez de ser recordado como un fantoche ridículo se hubiera convertido en el enterrador de nuestro desarrollo, vuela de manera aterradora.
Se explica entonces mi indudable alegría al ver, en mi último viaje en junio, una biografía de López Rodó por Antonio Cañellas Mas. Desde la Secretaria General Técnica de la Presidencia del Gobierno, López Rodó dio alas a Navarro Rubio y Ullastres, que ocupaban los ministerios económicos en ese momento clave de 1959. Sin su presencia, el apoyo de Carrero al Plan hubiera sido mucho menos firme. Luego, como Comisario del Plan de Desarrollo, López Rodó supervisó buena parte de la política industrial que de manera tan decisiva habría de marcar la crisis de los 70 en España. Una biografía de López Rodó parecía llenar un hueco un tanto incomprensible de nuestra historiografía nacional más preocupada en luchar las guerras de nuestros abuelos que en la creación científica. Pues si resultaba increíble la ausencia de una biografía académica de López Rodó, ¿cómo no lo es incluso más la ausencia de biografías de Navarro Rubio o Ullastres? ¿Cómo no puede haber un estudiante de doctorado ambicioso escribiendo sobre ellos?
La lectura del libro ha sido, sin embargo, decepcionante. Hay problemas más generales: la prosa es pesada y aburrida, la narrativa demasiado llena de temas secundarios como el desarrollo del conservadurismo en la Cataluña del siglo XIX y XX que son atacados de manera demasiado ligera para añadir nada nuevo al que ya conoce del tema e inútiles para los que no son unos expertos en ellos y las ausencias demasiado obvias como para merecer la pena repetirlas aquí en detalle. Más en concreto, y eso es lo que nos interesa aquí, el tratamiento de todo lo relacionado con la política económica del segundo franquismo es superficial, cuando no sencillamente erroneo. El autor, que no se encuentra cómodo con esta faceta de la vida de su personaje, solo aspira a cubrir el expediente y saltar a temas como la concepción del derecho de López Rodó o su relación con López Amo que le atraen más. Uno termina la lectura del libro sin saber nada nuevo ni del Plan de Estabilización ni de los Planes de Desarrollo.
Sin embargo, y quizás esto sirva para matizar la negatividad de mi anterior párrafo, Cañellas Mas nos ofrece un retrato mucho más completo de López Rodó que el que teníamos anteriormente y con ello el lector mejor equipado con conocimientos de historia económica puede aventurarse en su propio ejercicio de reintepretación.
En mi caso mis conocimientos previos al respecto se basaban en tres fuentes: (desde la izquierda) un viejo libro del inolvidable Víctor Alba sobre los conservadores en España, (desde la derecha) un capítulo de García Escudero en un libro también sobre los políticos conservadores españoles (sí, sí, el instructor de la payasada del 23-F, el mundo es un pañuelo) y los cuatro volúmenes de las memorias de López Rodó, que aunque no leídas en detalle, sí que había ojeado con cierta calma.
Fundados en estas lecturas, mi impresión de López Rodó (y que en buena medida coloreaba la de otros tecnócratas) era la de un miembro de la burguesía de Barcelona, autoritario y anti-liberal, pero más preocupado con la eficiente gestión de la política económica que con ningún fundamento doctrinal, alguien que entendía que el mundo había cambiado y que la dictadura debía adaptarse a estos cambios sin enzarzarse en demasía con la coherencia interna. Sus reformas administrativas o su defensa de la monarquía serían, en este esquema, unos pasos más en este proceso de adaptación hacia posiciones más moderadas.
Su estrecha relación con Carrero y con Fernández de la Mora o su participación en la preparación de la Ley Orgánica del Estado deberían haber sido señales que está interpretación mía (y creo que la de muchos comentaristas) era errónea pero, en este caso, fueron señales perdidas.
El trabajo de Cañellas Mas nos revela, en contraste, un López Rodó profundamente comprometido desde su juventud en un proyecto estatal autoritario de corte neo-tradicionalista. Lejos de ser el tecnócrata de tibias inclinaciones democráticas intentando arreglar los desaguisados del régimen, viñeta que García Escudero o López Rodó mismo en sus memorias intentan transmitirnos, López Rodó elabora una completa (y compleja) teoría del estado en la que las libertades democráticas no tienen cabida. La modernización económica, lejos de ser un objetivo por si misma (o, más apologéticamente, una precondición para una liberalización futura), es únicamente un instrumento para apuntalar la dictadura en el largo plazo.
La relación y amistad de López Rodó con Marcelo Caetano, que venía desde los 40 cuando nuestro futuro ministro visitó Coimbra, es prueba contundente de una afinidad ideológica con una manera de hacer política que poco tenía que ver con la de falangistas reconvertidos como Fernández Miranda o Fraga ni, por supuesto, con la de los monárquicos "de toda la vida" como Areilza. Que Fernández Miranda o Fraga jugaran un papel importante en la transición mientras que López Rodó quedase al margen, no es fruto del caso MATESA. Es algo que viene mucho más de lejos y que Cañellas Mas no parece apreciar. Mientras que el falangismo tenía, gracias al germen modernista que compartía con otros fascismos europeos, la posibilidad de evolución ideológica, el neo-tradicionalismo del grupo Arbor era un camino sin retorno por mucho que se disfrazase de tecnocracia.
Quizás el momento más revelador del libro al respecto de esta visión neo-tradicionalista es la cita de una carta de Fernández de la Mora (al que se podrá acusar de muchas cosas pero no de haber sido incoherente en sus principios) en la que este reprocha a López Rodó, con fuertes palabras, el distorsionar en sus memorias su comportamiento a lo largo del tiempo y el intentar blanquear su imagen a posiciones más aceptables en los años 80. Fernández de la Mora tiene toda la razón: el proyecto tecnocrático de López Rodó era autoritario en su esencia misma. Los intentos posteriores de blanquear el pasado, por López Rodó y muchos otros, se revelan así como meras imposturas intelectuales.
¿Cómo influye tal fundamento en la política económica del tardo-franquismo? ¿Qué podemos aprender que cambie nuestra visión de aquellos tiempos y de los actuales?
López Rodó o las contradicciones de la tecnocracia (segunda parte)
En un post anterior hablaba sobre la esencia autoritaria del proyecto político de López Rodó. En vez de ser un técnico apolítico preocupado por la eficiencia, López Rodó entendía la modernización del Estado y de la economía como instrumentos fundamentales en la supervivencia de la dictadura en el marco de una concepción neo-tradicionalista.
Lejos de ser un detalle de interés para los historiadores, esta visión más compleja de López Rodó nos sirve para entender muchas cosas mejor. Dejo para otros las discusiones sobre cómo esto afecta a la manera en la que pensamos acerca de la finalización del andamiaje institucional de la dictadura o de las luchas sucesorias (en especial relacionadas con el caracter de la monarquía que habría de venir), no por no ser intrigantes sino por caer fuera del propósito de este blog y de la inclinación de nuestros lectores. Hoy me centraré solo en las consecuencias para la política económica.
El Plan de Estabilización de 1959 había comenzado un proceso de reformas de nuestra economía. En vez de cerrarnos al exterior y desconfiar del mercado, como llevábamos haciendo desde el viraje proteccionista de la restauración (y alguno podría argumentar, desde Felipe II), España apostó por una modernización económica “ortodoxa”: apertura al exterior, control de la inflación, eliminación de controles e intervenciones, etc. A todos aquellos que dudan acerca de las ventajas de este tipo de programas siempre les recuerdo que lo que le pedimos a muchos países extranjeros es solo lo que nos pidieron a los españoles en 1959 y que no nos fue tan mal. Muchos de los que se indignan con el FMI le deben al mismo buena parte de su prosperidad actual.
Sin embargo, el intervencionismo del régimen pronto volvió y los tres Planes de Desarrollo (junto con la Comisaria del Plan dirigida por López Rodó) fueron, uno cada vez más que el anterior, pasos hacia atrás. El dirigismo de los mismos, con cosas tan truculentas como las famosas acciones concertadas (con monumentos a su estulticia que veo cada vez que paso por Mieres), no solo fue un fracaso sino además la semilla de los profundos desequilibrios (industriales, energéticos, etc.) a los que se enfrentó España en los años 70 y que condicionaron la política económica de la transición con consecuencias que perduran hasta hoy en día.
Mi interpretación de los Planes de Desarrollo (de nuevo, por reiterar mi queja en el post anterior acerca de las prioridades de nuestra historiografía, en ausencia de monografías más detalladas) siempre había sido que estos habían surgido por una mezcla de simple copia del ejemplo francés, un deseo de seguir las prácticas preconizadas por muchos economistas internacionales de desarrollo del momento (a fin de cuentas López Rodó había prologado la traducción de Rostow al castellano) y por el mero juego de los grupos de presión que querían obtener tajada de los suculentos créditos y desgravaciones fiscales asociados a los Planes.
La revaloración de la figura de López Rodó me hace pensar que la predisposición del régimen y de los tecnócratas a estos pasos regresivos era mucho más profunda que la mera confluencia de circunstancias. López Rodó probablemente apoyó el Plan de Estabilización más basándose en sus afinidades ideológicas y religiosas con Navarro Rubio y Ullastres que por convencimiento. Nada en su trayectoria profesional anterior nos hace sospechar que hubiese pensando en detalle sobre economía y dedicarse al derecho administrativo no suele hacerle a uno enemigo del estado. Es esclarecedor, en mi opinión, que en sus voluminosos cuatro volúmenes de memorias, López Rodó solo le dedique 11 páginas al Plan de Estabilización y que deje traslucir ciertas distancias con Navarro Rubio que luego cristalizarían con la disputa de si la Comisaria del Plan debería o no localizarse en Hacienda.
Todo esto me lleva a la conclusión que, en la visión neo-tradicionalista de López Rodó de la acción política, un plan de desarrollo intrusivo y arbitrista era una conclusión lógica, no una elección coyuntural. Quizás el ejemplo más disparatado de este arbitrismos fue un informe que elaboró para Carrero para llevar inmigrantes españoles a Guinea Ecuatorial y el Sahara para “nacionalizar ambos territorios” (en otras palabras, conseguir una mayoría blanca o al menos una minoría importante) mientras recomendaba mentir a las Naciones Unidas al respecto de los verdaderos planes del gobierno. ¿Qué más me queda añadir sobre el tema?
En estos arbitrismos está la contradicción básica de la tecnocracia a la que se refiere el título. En tanto que las reformas económicas consiguieron que España creciera, la modernización social hizo imposible el mantenimiento de las estructuras autoritarias que López Rodó quería conservar. Y por su falta de convencimiento interno acerca de las virtudes de una política económica plenamente ortodoxa, López Rodó contribuyó a crear buena parte de los problemas económicos de los españoles en los 70. Lo que funcionó bien fue contra sus principios, lo que no funcionó solo nos trajo problemas.
Lo más triste es que el mismo López Rodó nunca pareció entender las contradicciones de sus posturas y del rotundo fracaso de su visión de la política. En fecha tan tardía como 1982 aún defendía fórmulas de representación corporativista como la del Senado de Baviera, una cámara que por aquel entonces hacia mucho tiempo se había convertido en una inmensa pérdida de tiempo y de la que los Bávaros finalmente se libraron en 1999 (el senado irlandés, el último residuo en Europa de este corporativismo, va por el mismo camino).
¿Qué es lo que todo esto nos enseña sobre la situación actual? Más que nada a desconfiar de aquellos que reforman más por necesidad o por moda que por convicción. Las contradicciones de las medidas asumidas por obligación terminan por imponerse y al final, lejos de resolver nuestros verdaderos problemas, solo abrimos la puerta a otros nuevos. Sinceramente, creo que esta es la mejor descripción de la acción del gobierno desde 2007: reformar por necesidad y no por convencimiento. Esto tiene que cambiar. Pongamos a mandar gente que se crea de verdad nuestros retos del futuro y las reformas que España necesita.
Pd todos estos datos comparativos, todas estas gráficas sin una explicación mas detallada, solo consiguen confundir , repasar la historia economía desde 1936, requiere profundizar en muchos libros de economía .en este blog hay bastantes artículos referentes a la economía de España
https://nadaesgratis.es/fernandez-villaverde/lopez-rodo-o-las-contradicciones-de-la-tecnocracia-primera-parte
Para los que se preguntan porque duro tanto el franquismo.....
Los llamados Pactos de Madrid de 1953 fueron tres «acuerdos ejecutivos» (agreements) firmados en Madrid el 23 de septiembre de 1953 entre Estados Unidos y España, que entonces vivía bajo la dictadura del general Franco. Según los mismos se instalarían en territorio español cinco bases militares estadounidenses a cambio de ayuda económica y militar. Para el régimen franquista supusieron, junto con el concordato con la Iglesia católica firmado un mes antes, la integración definitiva en el bloque occidental tras el aislamiento que había padecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial por su vinculación con las potencias del Eje. El gobierno español recibió otras ayudas conocidas como "ayuda americana".
Los que serían llamados Pactos de Madrid constaban de tres acuerdos: el
primero se refería a los suministros de material de guerra que Estados
Unidos iba a proporcionar a España; el segundo se ocupaba de la ayuda
económica, que incluía la concesión de créditos; el tercero, y más
importante, era el que se refería a la ayuda para la defensa mutua, que
consistía en el establecimiento de bases militares estadounidenses en
territorio español, y por el que el gobierno español se obligaba a
aportar «al desarrollo y mantenimiento de su propio poder defensivo y el
del mundo libre... la plena contribución que le permitan su potencial
humano, recursos, instalaciones y condición económica general», todo
ello «en la medida de su estabilidad política y económica», lo que
constituía una garantía del apoyo de los Estados Unidos al régimen franquista.
En noviembre de 1947 Estados Unidos se oponía con éxito en la ONU a una nueva condena del régimen de Franco y a la imposición de nuevas sanciones.
El proceso de «rehabilitación» del régimen franquista se completó formalmente en 1950, después de que en junio de ese año estallara la guerra de Corea, la primera gran confrontación de la «guerra fría». Nada más conocerse la noticia de la invasión de Corea del Sur por Corea del Norte, el gobierno español se apresuró a enviar una nota al gobierno estadounidense en la que decía: «España desearía ayudar a Estados Unidos a detener el comunismo enviando fuerzas a Corea».
El interés de Estados Unidos por España se centró en su valor geoestratégico, pues además de «controlar el estrecho de Gibraltar, el territorio peninsular podía servir también de base de retaguardia para el dispositivo militar estadounidense en Europa, mientras que las islas Canarias ocupaban una privilegiada situación en el control de una extensa área del Atlántico y del África noroccidental
La compensación económica que recibió España de Estados Unidos entre 1953 y 1963 fue de algo más de 1500 millones de dólares, básicamente créditos gestionados por el Export-Import Bank para comprar productos estadounidenses, fundamentalmente alimentos, algodón y carbón. La ayuda militar fue de 456 millones en material de guerra de segunda mano, que a pesar de ello sirvió para modernizar las Fuerzas Armadas durante la dictadura franquista, que seguían utilizando armas italianas y alemanas de la guerra civil española. Sin embargo, el gobierno estadounidense impuso limitaciones para su uso, limitándolo al puramente defensivo.
Stanley G. Payne:
«No hay duda de que esta relación fortaleció la imagen del Régimen en
el interior del país y en el exterior. Martín Artajo afirmó que éste era
el reconocimiento por parte de Estados Unidos de que la postura de
Franco había sido la correcta desde el principio
El principal beneficio de los Pactos fue político, ya que gracias a
ellos el régimen franquista abandonó definitivamente el aislamiento
internacional que había padecido desde 1945
Los acuerdos alcanzados en 1953 entre España y los Estados Unidos para el establecimiento de bases militares estadounidenses fueron el fruto de años de avances en los que la diplomacia franquista consiguió romper el aislamiento internacional y salir del ostracismo. Pero si algo marco el desarrollo de esta posibilidad de apertura fue el cambio de la situación internacional por la Guerra Fría. Desde el momento en que el Eje empezó a dar muestras de agotamiento en 1943 el régimen franquista comenzó a distanciarse de las fuerzas fascistas. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial Franco ya buscaba abiertamente un acercamiento a los Estados Unidos como potencia dominante en Occidente. Sin embargo, antes de que pudiera materializarse ese horizonte la diplomacia española necesitó buscar otros apoyos en Iberoamérica y el mundo árabe.
La posguerra mundial
En agosto de 1945 el Almirante Carrero Blanco, hombre de confianza de Franco, escribía su "nota sobre la situación política", en el contexto del fin de la Segunda Guerra Mundial. La valoración de Carrero Blanco sobre la situación política internacional fue en líneas generales acertada pues fue capaz de prever algunos de los ejes fundamentales sobre los que pivotaría la posguerra; estos son el enfrentamiento entre bloques de la Guerra Fría y el advenimiento de la política social ante el peligro del comunismo, aunque falló en mencionar un punto esencial que lastraría al Franquismo: la descolonización, una política en la que destacaría por su inmovilismo y errores. El documento se escribió a la luz de la declaración de Potsdam, donde los líderes de los países vencedores establecieron los términos de la rendición del Imperio Japonés. En dicho declaración, de julio de 1945, se hace alusión a la cuestión española en los siguientes términos:
«Nuestros tres gobiernos [el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Soviética] creen que tienen el deber de señalar que no apoyarán una solicitud de admisión [a la futura Organización de las Naciones Unidas, que sería fundada oficialmente en octubre de 1945] que sea presentada por el actual gobierno español, el cual, habiendo sido establecido con el apoyo de las potencias del Eje, no dispone, por razón de sus orígenes, de su naturaleza, de sus antecedentes y de su estrecha asociación con los estados agresores, de los títulos necesarios para justificar su ingreso».
Sin embargo, a pesar de esta dura declaración el Almirante interpretó correctamente que la cuestión de fondo de las alusiones a España atendía a los distintos momentos de la guerra; pues las concesiones a los soviéticos por británicos y estadounidenses no llegaron a ser fundamentales. Sí, suponía empujar al régimen al ostracismo al vincularlo con el Eje y negarle su entrada en el futuro organismo internacional, pero eran concesiones enmarcadas en las negociaciones de paz del teatro del Pacífico, donde los angloamericanos querían el fundamental apoyo soviético para forzar la rendición de los japoneses.
Aunque es cierto que la valoración de Carrero Blanco es demasiado optimista en los beneficios que supondría para el régimen este nuevo escenario, ignorando cuestiones fundamentales como el peso de la memoria colectiva por la guerra, las ofensas del Franquismo por su abierto colaboracionismo con las potencias del Eje y la importancia de la opinión pública. Esto se puede ver reflejado en que la interpretación sobre las relaciones internacionales es profundamente realista, estableciendo los intereses “fríos” como única consideración que tienen los Estados, ignorando otros factores y cálculos que podían hacer las potencias vencedoras. Llega a decir que los intereses son “el único motor de las relaciones internacionales”.
Este punto es bastante significativo, pues la propia dictadura de Franco establece como primera prioridad de su política exterior la supervivencia del régimen y establece necesario para ello ejercer toda la represión interna que sea necesaria. Es decir, aquí podemos ver sin lugar a duda que hay mucha más allá de los “fríos intereses”, pues cabe preguntarse en primer lugar: ¿los intereses de quién? Efectivamente en el caso de España el interés de una clase que quiere mantener su idea de nación, su ostentación del poder y perseverar en el resultado de la guerra civil y el orden resultante gobernado por el ejército, la Iglesia, los terratenientes y otro grupos de la derecha.
Tampoco acierta en los tiempos, pues el régimen esperaba más que una Guerra Fría una guerra caliente, con lo que el perfil de España sería más valorado debido a su posición geográfica estratégica. “Habían calculado una ruptura inmediata de la alianza y el estallido inminente de una tercera guerra. La carta de Franco a Churchill para concertar las políticas de ambos países contra el comunismo en el otoño de 1944 habla por sí sola. Pero oficialmente la amistad de los occidentales con Moscú se prolongó más de lo previsto.” Este enfrentamiento entre bloques no ocurrió de inmediato como esperaba Carrero Blanco, sino que además en 1946 España fue condenada en la ONU mediante la Resolución 39 (I), organismo del que quedo marginada. Especialmente condescendiente se muestra respecto a las Naciones Unidas, que interpreta que no tendrán mayor importancia y por eso da poco peso a la exclusión española de este organismo internacional en 1945, pues decía “aún no se ha creado y que ya veremos si llega alguna vez a funcionar”, pero que por el contrario tendría importantes consecuencias a largo plazo y sería un importante terreno de batalla diplomática.
Además, a pesar de estas valoraciones el régimen, quizá porque sobrevaloró su posición negociadora, no actuó en consecuencia con las tesis que se marcó, pues no rompió de manera consecuente con los elementos fascistas. De hecho, acogió y dio refugio a muchos oficiales del Partido Nazi u otras figuras colaboracionistas como el belga Léon Degrelle; tampoco rompió el pacto de amistad con la Alemania Nazi. En este último es probable que Francisco Franco esperara una pronta recuperación de Alemania y con esto obtener algún tipo de favor por su lealtad, lo cual se demostró como un mal cálculo. Los intentos de beneficiarse de una neutralidad que nunca se observó estrictamente, como se demuestra en la crisis del wolframio, tuvieron un éxito escaso pues, mientras Europa se reconstruía, España vivió sus años de mayor autarquismo económico. Cabe recordar que España llegó a jugar con la entrada en la contienda en 1940-1941, algo que no olvidaron los Aliados, por mucho que se hicieran gestos como la ruptura de relaciones con el Japón imperial.
La cuestión social si sabe valorarla bien y la resalta como punto fundamental tomando nota de la victoria laborista en Reino Unido, dice explícitamente: “concediendo a lo social la máxima importancia”. Este es uno de los puntos desde los que articula la nueva imagen del régimen, dejan atrás las ideas totalitarismo del fascismo se apuesta por el conservadurismo clásico, el anticomunismo, el monarquismo y el catolicismo, donde se insertó el discurso social de la Iglesia. Pero hay un punto fundamental que el régimen no supo captar inicialmente como parte del nuevo paradigma que se abría con el final de la Segunda Guerra Mundial, la cuestión colonial. La ausencia de referencias a un tema que será de tanta trascendencia para España, aunque posteriormente sería abordada, muestra una falta de perspectiva.
También se puede ver como Carrero Blanco sobrevaloró la pugna interna del bloque anglosajón entre Estados Unidos y Reino Unido por la amistad de España, pues por mucho que no desearan una España comunista, cosa poco probable, el país tampoco contaba con la fuerza económica para buscar los términos más favorables. Al igual que el almirante era capaz de ver que las potencias anglosajonas “ante el convencimiento, o aún el temor, de que cualquier intento de cambio conduciría a esto [el peligro comunista], acabarán dejando que el régimen actual se desarrolle en paz”, las mismas potencias también supieron calcular que mientras dejarán que el régimen se desarrollase en paz no existía ningún peligro de comunismo y por lo tanto ninguna necesidad de subsidiar su economía con planes Marshall. Fue España la que terminó por aceptar las condiciones que le imponía Estados Unidos.
Es de resaltar por otro lado la ausencia de Francia en el análisis de Carrero Blanco, pues inicialmente la competencia no se dio entre Reino Unido y Estados Unidos, sino entre las dos potencias europeas, pues esta era zona tradicional de influencia franco-británica. Mientras Reino Unido apostaron por una posición cautelosa y por integrar a España en su esfera de influencia como parte de sus esfuerzos por mantener el Imperio, Francia tuvo desde un inicio una postura más favorable a los republicanos como medio para defender sus importantes intereses económicos en España, así como el acceso a sus colonias en África. Es decir, en la inmediata posguerra Franco contó con activos en su favor, tanto geopolíticos como económicos, pues el país era vital en algunas aspectos económicos y comerciales para una Europa devastada tras la guerra que necesitaba reconstruirse, por lo que no podían permitirse sanciones y menos el riesgo de una nueva guerra en la península que solo beneficiaría a los comunistas. Pero estos factores que ya señala Carrero Blanco no evitó que la política interna francesa diera sobresaltos a la posición española, especialmente en 1946 con el cierre de la frontera e invitando al intervencionismo.
Guerra Fría y anticomunismo
En la coyuntura de 1946 es donde el régimen saca a relucir precisamente esa política de “aguantar la presión”, de resistencia como principal propósito que ya advertía Carrero Blanco. Lo cierto es que el Caudillo supo entonces utilizar la carta del miedo a la intervención extranjera, la guerra civil y el nacionalismo, reforzándose hacia dentro, en contra del objetivo de conseguir la caída del dictador para una transición pacífica los sectores liberales y monárquicos estrecharon lazos con el régimen.
Es a partir del crucial año 1946 que las posturas empiezan a cambiar y la estrategia planteada por Carrero Blanco comienza a aflorar. En 1947, con la entrada en juego de la Doctrina Truman, las consideraciones en los Estados Unidos sobre el papel que puede jugar Madrid cambian pues el Pentágono observa el valor de una España anticomunista, estable políticamente y con un gran valor estratégico en términos militares. Las tesis de Carrero Blanco se confirman. Pero por otro lado no hubo ninguna competencia por la amistad de España, sino un cambio de los intereses y enfoque de las distintas potencias, algo que quizá no pudo captar porque no imagino un Washington tan dominante en Europa. Esto llevó a que cuando los Estados Unidos se inclinó a apostar por España los europeos (Reino Unido y Francia) bloquearon cualquier tentativa de una integración expresa de España al bloque Occidental por temor a perder peso en la Alianza, subsidios del Plan Marshall y una estrategia para la defensa frente a la URSS contraria a sus intereses. “El advenimiento de la Guerra Fría y el establecimiento de un orden bipolar, donde los Estados Unidos pasaban a liderar el bloque occidental y la contención al comunismo hizo que Washington subrayara el valor estratégico (...) comenzara a abandonar la perspectiva casi exclusivamente ideológica con la que había enfocado el tema de sus relaciones con Madrid, por un análisis en el que primaban los aspectos geo-políticos y militares.”
El Franquismo tuvo que esperar hasta 1950 para ver los frutos de su política de resistencia a cualquier cambio. Con los revulsivos de la revolución china y la guerra de Corea, el Pentágono contó con los apoyos para avanzar la integración de España en el sistema defensivo occidental.
Con la guerra de Corea en 1950, que se vislumbraba como horizonte de una guerra general con el bloque soviético, la Casa Blanca dejo a un lado todos los reparos anteriores y decidió a integrar a España en el sistema de defensa occidental. El debilitamiento de las potencias coloniales británica y francesa en el flanco sur exigían a Washington aprovechar la baza geográfica española y el anticomunismo del Franquismo para reforzar la presencia en el Mediterráneo. Los Estados Unidos también veían necesaria la profundidad estratégica que dotaba a España al sur de los Pirineos ante la posibilidad de una guerra terrestre en el Continente, una retaguardia necesaria para afrontar la posterior reconquista de Europa ante una inicial ofensiva soviética que podría barrer con las principales defensas continentales. En suma, el recrudecimiento de la Guerra Fría terminó por dar por ciertas las predicciones del Almirante Carrero Blanco, aunque no fuera de manera inmediata sus propósitos se cumplieron.
Las bases militares
El régimen de Franco se apresuro a firmar un acuerdo que permitiera la instalación de bases militares estadounidenses en la Península, el objetivo principal era el de asegurar la pervivencia del Franquismo mediante su integración al bloque occidental. Los aspectos técnico-militares del acuerdo reflejan una preeminencia absoluta de Estados Unidos en la relación. Washington tenía derecho completo de uso de las instalaciones militares, además las tropas estadounidenses tendrían completa libertad operativa para la rotación de fuerzas, tanto el tipo, se llegó a alojar fuerzas nucleares, como el número. Las fuerzas estadounidenses también contaban con jurisdicción militar propia y privilegios fiscales. El acuerdo suponía una cesión de soberanía, pues, aunque se establecía la soberanía conjunta (“Las zonas que en virtud de este Convenio se preparen para su utilización conjunta, quedarán siempre bajo pabellón y mando español”) un protocolo adicional secreto cedía a Estados Unidos la decisión sobre el uso de las bases “en caso de evidente agresión comunista que amenace la seguridad de Occidente”, sin necesidad de informar a Madrid previamente.
A cambio Madrid recibió compensaciones en forma de ayuda militar y económica, pero reducida y enfocada esencialmente a poner en marcha las necesidades militares de Estados Unidos. De los 625 millones de dólares recibidos en concepto de ayuda económica entre 1954-1957 el 41% se dedicaba a la propia construcción de las instalaciones militares de Torrejón, Morón, Zaragoza (bases aéreas) y Rota (base aeronaval). Estas ayudas económicas nunca superaron la cantidad ofrecida al resto de países aliados como parte del Plan Marshall (salvo Portugal). El gobierno español también pudo acceder a créditos (a tipos de interés del 5,25-5,75%) para la compra de productos estadounidenses y proyectos industriales, y sin duda las nuevas relaciones comerciales con Estados Unidos tuvieron un enorme impacto socioeconómico y cultural. La relación bilateral facilitó que grandes empresas estadounidenses se asentarán en España y ayudarán al despegue económico con inversiones, EE. UU. se convirtió en el primer inversor, y transferencias de tecnología y conocimiento. Las becas de investigación y cooperación científica, que llegaron a concretarse en la participación de España en el programa espacial estadounidense, fueron claves para la dotación de ingenieros y otros especialistas esenciales para la modernización económica del país. La ayuda militar fue de unos 450 millones de dólares en material de segunda mano, se redujo a pocas unidades y no equivalía a una modernización completa de las Fuerzas Armadas españolas, aunque si sirvió para dotar de adiestramiento en los sistemas y estrategias occidentales a los mandos militares.
Los aspectos políticos del acuerdo de 1953 daban muy pocas garantías a España, en primer lugar, el acuerdo era de tipo ejecutivo por lo que tenía la menor categoría posible. Esto suponía que dependían esencialmente de la voluntad política del presidente estadounidense de turno tanto para su renovación como su continuación, la seguridad jurídica era mínima. Esto repercutía sobre la ayuda económica, que era dependiente de las asignaciones anuales del Congreso, y por lo tanto del cabildeo que pudiera hacer el lobby español en Washington. En segundo lugar, el acuerdo no incluía una garantía de defensa a España en caso de una agresión. Los Estados Unidos buscaba con estas condiciones comprometerse lo mínimo posible con el Franquismo, para no comprometer la relación con el resto de los aliados de la OTAN, las limitadas aportaciones económicas iban en la misma dirección, lo mínimo y necesario para sostener al Franquismo como bastión anticomunista. De hecho, muchas de estas limitaciones también eran en interés del Generalísimo que tenía la garantía de que Washington no interferiría en la política interna del régimen.
La guerra de Ifni
La debilidad de la posición española en los acuerdos se hizo patente en 1957 con la guerra de Ifni, a un año de la independencia de Marruecos. Esta reveló el poco apoyo que estaban dispuestos a dar los Estados Unidos, pues veía en Marruecos un socio clave para la contención de la influencia soviética en el norte de África, y siempre apostó por la distensión para resolver los conflictos entre ambas partes. Además, los acuerdos imponían limitaciones para el uso del armamento estadounidense del que se había dotado España, limitándolo a un uso puramente defensivo. Aunque España pudo hacer uso del mismo avanzado el conflicto, también salió a la luz la limitada modernización de las fuerzas armadas. Más adelante en la crisis de Cuba de 1962 EE. UU. puso en alerta máxima las bases tan solo informando a España, otra muestra de la posición subalterna de Madrid en su propio territorio. Mientras la amenaza que para el régimen suponía el irredentismo marroquí no cubría a España con ninguna garantía de defensa, y la amenaza de los nuevos misiles soviéticos, aunque cubierta por la cláusula secreta de asistencia militar en caso de agresión comunista no suponía un compromiso muy firme, y por supuesto no comprometía al resto de socios de la OTAN.
Pero el Franquismo había juzgado suficientes esas clausulas debido a que su prioridad era la supervivencia, y el acoplamiento a los intereses de los Estados Unidos en detrimento de otros intereses del Estado español le sirvieron para conseguir el enganche al sistema de defensa occidental y conjurar cualquier tipo de subversión comunista o republicana interna, pues había ligado los intereses estadounidenses a una mínima estabilidad interna con la que se estaba comprometiendo políticamente Washington al firmar los Pactos de Madrid. Evidentemente los acuerdos supusieron un importante impulso para la normalización de España en la sociedad internacional, en 1956 consiguieron el acceso a Naciones Unidas y a las principales organizaciones económicas como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.
El reconocimiento de la desigualdad de la relación hispano-norteamericana entre parte de los sectores del régimen llevó finalmente a plantear la cuestión de la renegociación ya en 1957 con el Ministro de Exteriores Castiella, en preparación a la fecha de 1963. Pero la posición conservadora de los militares y Presidencia, que estimaban como fundamental comprometió la posición negociadora de España.
“La renovación de 1963 dejó en evidencia la debilidad negociadora del Régimen: por razones militares y políticas, la cúpula militar no quiso poner en riesgo la conexión con EE. UU. De ahí que no se lograra un frente negociador unido, con coordinación entre diplomáticos y militares. La dinámica política interna del Franquismo permitió que estos últimos establecieran cauces de relación directa con sus colegas norteamericanos, muy dañinos para la capacidad de maniobra española.”
Los cambios por los que apostaban desde el Palacio de Santa Cruz terminaron por ser desechados por unos mucho más modestos, debido a las divisiones internas, y no cambiaron el fondo de desigualdad que presentaba el acuerdo de 1953. En definitiva, como se pudo ver hasta las negociaciones de 1969 la cuestión de los beneficios del acuerdo de 1953 para España se puede decir que fueron limitados respecto a lo que esta podía ganar en la coyuntura internacional. El Franquismo para asegurar su supervivencia entregó la neutralidad española a un precio muy barato y durante años obstaculizó los intentos de los sectores más reformistas de dar un giro a las negociaciones. España no obtuvo condiciones sustancialmente mejores hasta que no denunció el acuerdo en 1969 y obligó a los Estados Unidos a negociar un acuerdo en términos mucho menos humillantes para la soberanía española. Las limitaciones de la política exterior española muestran el anquilosamiento de su régimen y su poca capacidad de maniobra, que no podía hacer valer amenazas como la de un eje Madrid-París-Bonn, como se tanteó, en contraposición a Washington, pues no eran creíbles.
- https://www.descifrandolaguerra.es/el-franquismo-y-las-bases-militares-de-los-estados-unidos/
Algunos se sorprenderán: en 1974 había en España 135 teléfonos y 70 aparatos de televisión por cada 1.000 habitantes; más de 3 millones de españoles emigran.
- https://brujulaeconomica.blogspot.com/2010/02/economica-espanola-1990-2010.html
- https://brujulaeconomica.blogspot.com/2011/04/n-154-plan-de-desarrollo-2012-2022.html
- https://brujulaeconomica.blogspot.com/2011/03/ya-que-estamos-lanzados-con-la-serie-de.html
- Gil Pecharromán, Julio (2008). Con permiso de la autoridad. La España de Franco (1939-1975). Madrid: Temas de Hoy. ISBN 978-84-8460-693-2.
- Moradiellos, Enrique (2000). La España de Franco (1939-1975). Política y sociedad. Madrid: Síntesis. ISBN 84-7738-740-0.
- Payne, Stanley G. (1997). El primer franquismo. Los años de la autarquía. Madrid: Historia 16-Temas de Hoy.
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