El Negacionismo Económico
José Luis Ferreira
JOSÉ LUIS FERREIRA
https://www.elespectador.com/noticias/economia/sindrome-cura-o-contagio-cuando-economia-se-cree-una-ci-articulo-678094
http://nadaesgratis.es/mercado/aprendiendo-a-sumar-i-la-falacia-de-la-cantidad-fija-de-trabajo
"Negando la posibilidad de usar el método científico en Economía será más fácil introducir la ideología propia"
"La economia es la disciplina que estudia los sistemas y mecanismos económicos.Toda la teoría económica gira en torno al bienestar de las personas. Toda.
Vivimos en un planeta dividido en países soberanos. Desde luego, esto hace difícil resolver problemas de externalidades y bienes públicos que se den a nivel planetario. La culpa de esto no es de la ciencia económica, que estudia, diagnostica y llega a proponer posibles soluciones y mejoras, al menos parciales, para estos problemas. "
JOSÉ LUIS FERREIRA
Negar la ciencia económica, negar el método científico, es quedar a merced de los oportunistas, que saben escoger los estudios que favorecen su hipótesis y esconden los estudios que dicen lo contrario.
¿Es la Economía una Ciencia?
Recientemente nos alegró la noticia que nos dio Jesús respecto al cierre de un máster sobre homeopatía en la Universidad de Barcelona. No nos parece serio que una universidad pública otorgue ningún halo de prestigio científico a dar bolitas de azúcar diluidas en agua que como mucho, y en casos puntuales, parecen efectivas debido al efecto placebo (del que hablaremos otro día). Sin embargo, antes de convertirnos en guardianes de lo científico, no está de más que nos planteemos hasta qué punto nuestra disciplina, la economía, debe ser considerada una ciencia. Especialmente cuando leemos habitualmente comentarios de algunos de nuestros lectores sobre nuestra "visión neoliberal y ortodoxa" (por decirlo suave) de algo que, si fuera ciencia, no debería llevar a opiniones subjetivas. Y no se crean que son sólo ustedes, recientemente el ex-Ministro de Educación y Ciencia (y también físico) Javier Solana, se metía con los economistas en su twitter por aspirar a ser "como los físicos". Pero cuidado, que tampoco nosotros somos ajenos a la crítica sobre la carga ideológica que puede haber detrás de los supuestos que introducimos en nuestros modelos matemáticos, como discutió no hace mucho Samuel en esta entrada. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Ciencia o no ciencia?
Les voy a salir un poco por la tangente (ya que hablamos de matemáticas). Mi respuesta es que me da igual cómo lo llamen, mientras seamos honestos. Lo que les quiero decir es que deberíamos ser un poco más escépticos con aquellos economistas que ofrecen soluciones categóricas escondiéndose tras su posiciones académicas y cuatro cálculos en una pizarra. Ni todas las universidades son Harvard (o "Howargts", que decía una conocida) ni todos los cálculos son tan simples como nos quieren hacer ver. Cuando la Economía es honesta, las cosas son más complicadas y es entonces cuando aparecen las limitaciones: los modelos teóricos se basan en supuestos sobre el comportamiento y las capacidades cognitivas de los agentes que toman decisiones y sobre las instituciones en que lo hacen, las bases de datos que utilizamos se circunscriben a unas circunstancias concretas y no son tan generales como nos gustaría, y nuestros experimentos están realizados bajo unas condiciones muy concretas. Realizar recomendaciones de política económica, como reconocemos que en ocasiones hacemos en este blog, requiere siempre la suficiente modestia para entender estas limitaciones y nos fuerza a ser claros sobre ellas. Ésto no quiere decir que debamos hacernos nihilistas y pensar que lo que hacemos no tiene ninguna aplicación práctica. Tampoco que sea práctico cualificar constantemente nuestras opiniones económicas con la retahíla de condicionantes que nos llevan a nuestras conclusiones. Pero conviene ser un poco más transparente sobre la mera existencia de estas limitaciones. Ganaríamos mucho si el debate en lugar de centrarse sobre qué economista afirma que fue capaz de predecir la última crisis, lo hiciera sobre las razones por las qué muchos economistas académicos serios, basados en sus modelos y sus datos, no fueron capaz de predecirla. ¿Cómo debemos enriquecer nuestros modelos para que capturen los aspectos que se han mostrado más relevantes en los últimos episodios? ¿Qué datos podemos obtener que nos ayuden a prescribir mejores políticas económicas? En definitiva, ¿cómo podemos seguir aprendiendo?
Por ponerme un poco provocador, me centraré en la herramienta fundamental de mi área de investigación: los experimentos económicos. Podría hacerme un poco el estupendo e intentar argumentar que si definimos el método científico por la posibilidad de realizar experimentos controlados que permitan demostrar una verdad, la validez de una hipótesis o la eficacia de algo no probado, la economía experimental sería la única rama "científica" de la Economía. De hecho, la Asociación Internacional de Economía Experimental, de la que hasta recientemente fue presidente el premio Nobel de 2012 Alvin Roth, no tiene ese nombre, sino que, creo que con ganas de polemizar, se autodenomina Economic Science Association. Pero no pienso que tenga mucho sentido argumentar que toda ciencia debe ser experimental. Quienes únicamente utilizan modelos teóricos o realizan estimaciones empíricas ya existentes pueden ser tan (o tan poco) "científicos" como el experimentalista, dependiendo de que sus supuestos, sus cálculos o sus condiciones experimentales sean rigurosos. Conocemos tantos casos de artículos teóricos y empíricos que contenían cálculos erróneos o falsos, como de fraudes y fallos en la realización de experimentos económicos. Pero cuidado, que las ciencias "duras," no son ni mucho menos ajenas a errores y fraudes, que también tienen consecuencias importantes.
Volviendo a mi campo, quiero mencionarles dos razones para la esperanza y la seriedad de la economía académica. Por una parte, las mejores revistas de economía han incrementado los requisitos respecto a la descripción de la metodología adoptada y el envío de datos procedentes de experimentos, de forma que sea más fácil reproducir los experimentos de otros para comprobar cómo de generales son. Aún así tenemos el problema de que los incentivos para publicar en economía favorecen en exceso la novedad de los resultados, por lo que pocos investigadores se animan a replicar resultados. Relacionado precisamente con ello, está la segunda razón para el optimismo. Como se describía hace tres semanas en un artículo de The Economist, un amplio grupo de economistas, dirigido por Colin Camerer, ha reproducido los 18 artículos experimentales principales publicados en dos de las 5 mejores revistas de economía (American Economic Review y Quarterly Journal of Economics) desde 2011 a 2014. El estudio, publicado en Science, muestra que es posible replicar los resultados de 11 de los 18 experimentos. Qué poco serio, ¿no? Quizá si, pero un tasa de réplica del 61% de los estudios, parece al menos preferible al 31% de un estudio similar sobre artículos en Psicología y, antes de que se me echen encima sobre que las ciencias sociales no son ciencias... un 11% de los artículos sobre eficacia de medicamentos farmacéuticos. ¿Quizá ocurra que, como hemos aprendido del estudio de la Economía, los incentivos importan?
Les dejo por tanto sin una conclusión clara, pues no me importa tanto responder al título de esta entrada como que seamos un poco más serios en el debate. Los economistas debemos aprovechar la precisión que nos dan nuestras herramientas (las matemáticas, la econometría, los experimentos...) para ser rigurosos, y no como barrera de entrada a aquellos que no sepan utilizarlas. Seremos más creíbles si hacemos un esfuerzo por aceptar nuestras limitaciones y somos mas prudentes y honestos al ofrecer orientaciones de política económica. Sólo entonces, espero que dejen de decirnos aquello que en una metáfora bonita pero incorrecta, expresó el ex-ministro griego (y anteriormente economista académico) Varoufakis: "la economía es ideología disfrazada de ecuaciones". Seamos serios. Unos y otros.
https://nadaesgratis.es/pedro-rey-biel/es-la-economia-una-ciencia
Recomendaciones de lectura: Economía y Pseudociencia
Ya les he contado en alguna ocasión que una de las pocas ventajas de pasar una fracción considerable de mi tiempo en trenes y aviones es que ahora leo más que antes. Hoy voy a comentarles uno de los libros más interesantes que han caído entre mis manos en los últimos meses. Economía y Pseudociencia, de José Luis Ferreira.
Primero, un disclaimer: José Luis es compañero (y sin embargo amigo) en la Universidad Carlos III de Madrid, así que mi valoración puede estar influenciada por el gran respeto que tengo a su capacidad profesional. Pero quien no se fíe de mí siempre puede probar a leer su también muy interesante blog (donde además se referencian sus contribuciones a otros blogs) para decidir si exagero. En el blog podrá comprobar además una motivación que lleva a escribir este libro: la impaciencia con el pensamiento falto de rigor y con el tertulianismo televisivo que invade nuestra vida pública, y una pasión racional por la buena filosofía. En el libro se repasan errores sistemáticos que se suelen cometer al pensar en temas económicos, y se contesta a una pregunta fundamental: ¿es la economía una ciencia?
El capítulo introductorio nos habla de las nefastas consecuencias para el debate económico del anumerismo, la falta de cuidado al utilizar y pensar en las magnitudes básicas del mundo en general, y de la economía en particular. Es una gran idea empezar por ahí. Otros buenos economistas (Juanjo Dolado, José García Montalvo) me cuentan que suelen comenzar sus clases con un repaso a grandes números para que los estudiantes tomen conciencia de algunas magnitudes importantes para pensar en economía: el tamaño del PIB español en números absolutos, cuánto nos cuestan los intereses de la deuda, cuántos trabajadores hay en España, por poner sólo unos ejemplos. Es llamativo lo lejos que se puede llegar simplemente conociendo bien algunas magnitudes básicas. Jesús Fernández Villaverde lo ilustró magistralmente aquí cuando nos explicaba la desagradable aritmética del ajuste fiscal que ya hace tres años se veía complicadísimo.
Otro capítulo repasa errores de concepto básicos. Por ejemplo, el
rechazo apriorístico del mercado como sistema de asignación de recursos,
que proviene de inclinaciones ideológicas o de simple incomprensión de
su funcionamiento. Lo cual no quiere decir que José Luis (o los que aquí
escribimos) piense que el mercado lo resuelve todo, también hay un
capítulo sobre los errores de la desregulación apriorística. Simplemente
no es buena idea rechazarlo por principio, sino que hay que estudiar
cuándo puede funcionar bien y cuándo deja de ser un buen sistema de
asignación. En mi experiencia, el error de concepto puede surgir incluso
en personas muy educadas, que por su tipo de formación están
acostumbradas a diseñar sistemas “open-loop” (sin retroalimentación) y
no se dan cuenta de que la economía es un sistema auto-organizado, en el
que justamente por esa retroalimentación las intervenciones pueden dar
lugar a consecuencias no deseadas: ponemos un precio máximo y el bien ya
no se vende; o una subvención a la compra de vivienda y el precio sube
tanto que el gasto fiscal beneficia sobre todo al vendedor.
Un capítulo particularmente entretenido es el que se refiere a los
errores con nombre y apellido. Los lectores de estas páginas recordarán
lo que Jesús Fernández-Villaverde bautizó como error Martínez-Noval,
que consiste en sostener que la legislación laboral no afecta al
desempleo porque es la misma en todas las comunidades autónomas y las
tasas de desempleo son muy distintas en unas y otras. Un razonamiento
que como nos explicaba Jesús es equivalente a decir que el virus de la
polio o la gripe no pueden ser la causa de esa enfermedad porque hay
gente que lo contrae y no padece la enfermedad o no presenta síntomas.
Partiendo de este primer error, José Luis nos guía por una antología del
disparate muy didáctica.
Pero mi capítulo favorito es el que se denomina “interludio metodológico”, donde se explica con gran claridad cómo investigamos los economistas, qué métodos utilizamos para contestar las preguntas que nos interesan y por qué se puede defender que la economía es una ciencia. Sospecho que una motivación adicional del autor para escribir el libro procede de sus conversaciones con otros científicos con los que comparte la afición a desenmascarar a charlatanes variados en la esfera pública. En ese empeño a menudo se ha enfrentado con la confusión de estas y otras personas que tienen una visión distorsionada de lo que es la economía. Ahora les podrá decir con más tranquilidad: “como muestro en el capítulo 5 de mi libro…”. Nos ha hecho un favor, creo que yo también referiré en más de una ocasión a otros escépticos a que se lean este libro.
Hay muchas más cosas. Discusiones sobre por qué no es verdad que los economistas profesionales creemos que “el mercado lo resuelve todo”; o refutaciones bien documentadas de que “los economistas no vimos venir la crisis” y otras teorías conspiratorias sobre la misma (así como autocríticas también muy fundadas). Un capítulo que es una auténtica perla es el referido a la elección social, está al final del libro y sería una pena que se lo perdieran, de manera que a quienes tengan problemas de autocontrol como yo les aconsejo que sigan la recomendación del autor y lean en cualquier orden. Por ejemplo, comenzando con ese capítulo.
Una de las pocas cosas buenas que ha traído esta crisis es un mayor interés del público por las cuestiones económicas y una mayor disposición de notables economistas como José Luis a divulgar la ciencia y entrar en el debate público. Para los que acaben este libro y tengan ganas de más, la diversión no acaba aquí, muy pronto esperamos con gran interés poder reseñar el libro de Luis Garicano: El enigma de España: modernidad o peronismo, y no mucho más tarde el de Nacho Conde: ¿Qué va a ser de mi pensión?.
https://nadaesgratis.es/cabrales/recomendaciones-de-lectura-economia-y-pseudociencia
http://todoloqueseaverdad.blogspot.com/2013/11/mi-libro-economia-y-pseudociencia.html
http://todoloqueseaverdad.blogspot.com/