.En mi ciudad como en otras ciudades falta dinero, e inversión, pero tenemos el factor mas importante del futuro basado en la economia del conocimiento. Tenemos buenas universidades , tenemos a muchas personas preparadas tanto jóvenes como jubilados que con iniciativas del ayuntamiento podrían gestionar el conocimiento, para crear redes, crear valor y empleo, enlazando la empresa y las universidades, con los citados modelos de triple hélice.
http://articulosclaves.blogspot.com.es/2012/07/espana-se-une-o-no-salimos-de-esta-ni.html
Políticas activas de empleo
"Saldremos de la crisis cuando seamos capaces de crecer a un ritmo suficiente para que el desempleo vuelva a niveles razonables. Y es aquí donde no se aprecian señales para el optimismo. Necesitamos que entre capital en nuestro país y que invierta en aquellas actividades productivas que contraten a nuestros desempleados. El proceso que debemos observar será: aumento de la inversión, creación de empleo después y, por último, la recuperación del consumo. A día de hoy, tal como vimos en el post de ayer, no hay ninguna señal que anticipe el aumento de inversión. El crédito está estancado. El Índice de Producción Industrial y la Formación Bruta de Capital Fijo continúan en caída libre. La Inversión Extranjera Directa, aunque ha mejorado levemente, sigue estando muy débil. Y no se aprecia ningún síntoma de mejoría en la creación de empresas, mientras que se siguen destruyendo muchas.
Pero, ¿por qué no entra inversión que contrate a nuestros desempleados? Esta pregunta es muy difícil de responder, pero déjenme explicarles cuáles son, desde mi punto de vista, los principales problemas.
En primer lugar, tenemos cerca de seis millones de desempleados, de los cuales más de la mitad no han completado la Educación Secundaria Obligatoria y muchos de ellos cuentan con experiencia laboral en un sector, como es la construcción, con escasas perspectivas de futuro.
Además, el 60% de estos desempleados poco cualificados son ya parados de larga duración, con más de un año sin trabajo. Y esto es un problema añadido, pues sabemos que mientras permanecen en situación de desempleo se deteriora su capital humano, y sabemos que a mayor tiempo en el paro, menor es la probabilidad de reemplearse.
Urge ayudarles a buscar empleo y a reciclarlos o a formarlos, ya sea en aulas o en el puesto de trabajo. Y, para ello, es necesario reformar y potenciar las políticas activas, grandes ausentes en las reformas laborales del Gobierno. Para rediseñar las políticas activas, la experiencia internacional debe jugar un papel importante." J.Ignacio Conde Ruiz
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Nadie pone en duda que la economía española ha dejado de caer. Ya tenemos dos trimestres con crecimiento positivo gracias al sector exterior, y en el empleo el ritmo de deterioro es cada vezmenor gracias a los contratos temporales (ver aquí post de Marcel y Samuel). Así, en el año 2014 veremos tasas de crecimiento del PIB en el entorno del 1% y un leve crecimiento neto del empleo. Sin duda es una buena noticia. Pero, ¿significa esto que ya hemos salido de la crisis? Es evidente que no.
Saldremos de la crisis cuando seamos capaces de crecer a un ritmo suficiente para que el desempleo vuelva a niveles razonables. Y es aquí donde no se aprecian señales para el optimismo. Necesitamos que entre capital en nuestro país y que invierta en aquellas actividades productivas que contraten a nuestros desempleados . El proceso que debemos observar será: aumento de la inversión, creación de empleo después y, por último, la recuperación del consumo. A día de hoy, tal como vimos en el post de ayer, no hay ninguna señal que anticipe el aumento de inversión. El crédito está estancado. El Índice de Producción Industrial y la Formación Bruta de Capital Fijo continúan en caída libre. La Inversión Extranjera Directa, aunque ha mejorado levemente, sigue estando muy débil. Y no se aprecia ningún síntoma de mejoría en la creación de empresas, mientras que se siguen destruyendo muchas.
Pero, ¿por qué no entra inversión que contrate a nuestros desempleados? Esta pregunta es muy difícil de responder, pero déjenme explicarles cuáles son, desde mi punto de vista, los principales problemas.
En primer lugar, tenemos cerca de seis millones de desempleados, de los cuales más de la mitad no han completado la Educación Secundaria Obligatoria y muchos de ellos cuentan con experiencia laboral en un sector, como es la construcción, con escasas perspectivas de futuro.
Además, el 60% de estos desempleados poco cualificados son ya parados de larga duración, con más de un año sin trabajo. Y esto es un problema añadido, pues sabemos que mientras permanecen en situación de desempleo se deteriora su capital humano, y sabemos que a mayor tiempo en el paro, menor es la probabilidad de reemplearse.
Urge ayudarles a buscar empleo y a reciclarlos o a formarlos, ya sea en aulas o en el puesto de trabajo. Y, para ello, es necesario reformar y potenciar las políticas activas, grandes ausentes en las reformas laborales del Gobierno. Para rediseñar las políticas activas, la experiencia internacional debe jugar un papel importante. En este post de Marcel y Samuel se explica a la perfección la importancia de las políticas activas.
Además en el ámbito laboral no hay que olvidar el marco contractual. Se han hecho importantes avances para flexibilizar la negociación salarial, y esto, unido a que España es campeona en contratos temporales, ha sido suficiente para que las empresas existentes se hayan hecho más competitivas de cara al exterior. Sin embargo, para crecer necesitaremos más empresas; y para ellas, un mercado laboral dual como el español, donde sólo la contratación temporal es competitiva, no ayuda. Por esto, sigue siendo prioritario la introducción de un contrato único con coste indemnizatorio creciente. La clave reside en que este contrato se diseñe de tal forma que no aumenten los costes de despido que pagan las empresas en el agregado. En este sentido en el año 2009 coordinada desde fedea sacamos dicha propuesta y este año volvimos a justificarla.
En segundo lugar, tenemos un déficit público estructural que parece imposible bajar del 6,5% del PIB y, al mismo tiempo, nuestra deuda pública superará durante el 2014 la barrera psicológica del 100% del PIB. Llevamos diciendo desde hace mucho tiempo que el problema fiscal es un problema de ingresos. España ha sido el único país desarrollado cuya recaudación como porcentaje del PIB ha caído durante la crisis. Lo normal es que la recaudación caiga si el PIB es menor, pero no debería caer como porcentaje del PIB. O al menos así ocurrió en el resto de países europeos. Pues bien, en España hemos perdido cinco puntos del PIB con la crisis. Si hubiéramos tenido un sistema impositivo moderno, como los otros países, nuestra recaudación sería cinco puntos del PIB mayor y el déficit estaría en el 1,5%. Tendríamos una recaudación del 42% del PIB y simplemente no estaríamos hablando de crisis fiscal.
El próximo 2014 será el año de la reforma fiscal y aquí nos jugamos mucho. Es lógico que si el Gobierno anuncia una reforma que entrará en vigor en 2015, los inversores esperen para ver cómo serán los nuevos impuestos. Saben que sin desmantelar los principales programas del Estado del Bienestar es muy difícil bajar el gasto. La dificultad reside en que aunque ahora se consiga bajar el gasto el proceso de envejecimiento y el alto servicio de la deuda que tendremos en poco tiempo compensará dicha caída. Es decir, saben que la reforma fiscal para cerrar el déficit estructural debe dar como resultado un aumento de la recaudación. Pero, ¿cómo hacerlo sin dañar el crecimiento?
Tanto en el IRPF como el Impuesto de Sociedades tenemos tipos marginales más altos que la media europea, pero recaudamos mucho menos. Y esto es debido a que el sistema devuelve parte de lo recaudado a través de generosas deducciones y beneficios fiscales. Esto no tiene ningún sentido, pues los tipos más altos hacen mas difícil la atracción de capital humano cualificado y frenan la entrada de la inversión productiva. La propuesta aquí es clara: se deben bajar los tipos para situarlos en la media y al mismo tiempo eliminar todas las deducciones de ambos impuestos. Ver aquí y aquí para un mayor detalle sobre esta propuesta.
En el caso del IVA, donde también recaudamos muy por debajo de la media europea (más de dos puntos del PIB menos), el problema es parecido. Tenemos nuevamente bases impositivas menores, y en este caso es debido a que más de la mitad de la cesta de bienes y servicios no están al tipo general, sino al tipo reducido o súperreducido. Y aquí el error es pretender progresividad con los impuestos indirectos. No tiene sentido que tengamos bienes al tipo reducido para que las personas con menos recursos los puedan comprar más baratos y que también saquen ventaja de ello los más ricos. Aquí la estrategia es instaurar un tipo único del IVA, quizá en un nivel mas bajo del actual 21%, y compensar a los contribuyentes más pobres bajándoles el IRPF. Ver estapresentación para mas detalle sobre esta propuesta.
En definitiva, sabemos que la única vía para salir de la crisis pasa por atraer la inversión y para ello aún quedan reformas importantes por hacer. Confiemos que el Ejecutivo no caiga en la tentación electoral y no relaje su impulso reformador durante el año 2014. Es mucho lo que nos jugamos.
Políticas activas de empleo: qué funciona y qué se consigue
Ahora que empezamos a atisbar débiles señales de estar saliendo de la recesión, es prioritario plantearse cómo ayudar aencontrar empleo a los 5.9 millones de parados. Como ya indicamos aquí, las políticas activas de empleo deben ser uno de los instrumentos. Incluso el Gobierno parece haberse enterado. Pero , ¿qué políticas funcionan y qué efectos tienen?
La dificultad de la tarea de reducir la enorme cifra de parados que sufre España es aún más evidente si recordamos que algo más de la mitad de ellos solo acabó, como mucho, la educación secundaria obligatoria. Y también que casi seis de cada diez de ellos llevan parados más de un año, de los cuales dos tercios llevan más de dos años.
Como nos recuerda una entrada reciente de Barbara Petrongolo, el paro de larga duración es un problema gravísimo, porque los parados ven deteriorarse su capital humano –tanto en la realidad como en la percepción de los empresarios– y reducen su esfuerzo de búsqueda. Por ambos motivos, a más duración menor es la probabilidad de reemplearse. A la vez, también se reduce su bienestar físico y mental. Por otra parte, al desvincularse estos trabajadores del mercado de trabajo, dejan de ejercer una presión moderadora sobre los salarios, lo que contribuye a elevar el nivel y la duración del paro. (Este artículo de Stephen Machin y Alan Manning repasa todos estos efectos.)
Desgraciadamente, no hay una cura mágica para el paro de larga duración. ¿Hasta qué punto nos pueden ayudar las políticas activas de empleo? Conviene empezar reconociendo que aún no sabemos demasiado al respecto, pero un artículo reciente (aquí en abierto) de David Card,Jochen Kluve y Andrea Weber avanza en la contestación. (Kluve tiene otro artículo similar, centrado solo en Europa.)
Los autores hacen un “metaanálisis”, es decir, un análisis estadístico de muchos estudios a la vez, teniendo en cuenta sus características, para destilar una conclusión lo más sólida posible sobre el efecto de las políticas. En total analizan 199 estimaciones provenientes de 97 trabajosrelativos a 15 años y 26 países (tres son sobre España: este, este y este).
Cabe señalar que se trata de una área de estudio muy reciente, la mayoría de los trabajos datan del año 2000 en adelante. Y solo el 9% de los estudios son experimentales –que a menudo tomamos como el ideal, aunque hay cierta polémica al respecto–, el resto simplemente compara a personas que han sido objeto de estas políticas con otras que no lo fueron –teniendo en cuenta algunas de sus características– sin una asignación aleatoria.
Hay tanta variación en los efectos estudiados en estos trabajos que los autores finalmente decidieron analizar principalmente si el efecto hallado era positivo, nulo o negativo. Un primer resultado llamativo es que las políticas tardan en mostrar todos sus efectos. A corto plazo –hasta un año después del tratamiento– solo se hallan efectos positivos en un 40% de los casos, ¡con resultados negativos en la cuarta parte! Tranquiliza un poco que a medio plazo (hasta dos años) los positivos suban al 45% y los negativos bajen al 10% y que a largo plazo (tres años) los positivos alcancen el 53% y los negativos se reduzcan al 6%. No obstante, incluso a largo plazo hay un 40% de los programas examinados que no sirven para lograr los objetivos medidos en los estudios.
¿Cuáles son esos objetivos? Resulta que las políticas activas son efectivas sobre todo para reducir el número de parados registrados, normalmente con prestaciones por desempleo. Sin embargo, cuando se restringe la definición del objetivo a salir del paro al empleo –y no a la inactividad– los resultados son menores. En tal caso, como también recuerda Petrongolo, la bondad del resultado es ambigua, pues si bien se reduce el gasto en prestaciones, quien deja de recibirlas normalmente también se desvincula más del mercado de trabajo, con la consiguiente caída de su probabilidad de reempleo.
¿Qué políticas son más efectivas? Principalmente la ayuda a la búsqueda de empleo, seguida por la formación en las aulas o en el trabajo. También se halla que la formación aparece como menos efectiva cuando se miden sus efectos a corto plazo pero gana en impacto al alargar el plazo. Las políticas menos efectivas son la creación de empleos en el sector público y, en segundo lugar, en el sector privado. Este resultado es muy importante para España, donde prácticamente todo el gasto en políticas activas se destina a subsidios a la creación de empleo privado. En cuanto a los parados que son objeto de los programas, funcionan mejor los que no se orientan específicamente a ningún grupo de edad o sexo. Tampoco se observan grandes diferencias en cuanto a su duración.
Un último “no resultado” a destacar es que los autores dicen que la inmensa mayoría de los trabajos que revisaron no contenían información sobre el coste de las políticas. Dada la heterogeneidad de los efectos encontrados y la probabilidad no despreciable de que estos sean inexistentes, parece esencial llevar a cabo análisis que comparen el beneficio con el coste de las políticas, a fin de no malgastar recursos en aquellas que son inútiles.
Aunque, como hemos señalado, estas evaluaciones son aún relativamente preliminares, España debería aprender de la experiencia internacional en el rediseño de sus políticas activas, especialmente en un momento en que los recursos son tan escasos. En próximas entradas insistiremos con las políticas activas de empleo, indicando cuáles deberían ser las prioritarias en España y discutiendo en detalle las más importantes: estímulos y ayudas a la búsqueda de empleo, formación y prestaciones en el empleo. Pensamos que, en gran medida, predicamos en el desierto. Por eso vale más la pena.
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