Las restricciones financieras de las empresas españolas- pymes


Las restricciones financieras de las empresas españolas (1): Esperando a Godot-Draghi

Por LUIS GARICANO el 23/04/2013
(Hacemos hoy una mini serie de dos entradas sobre las restricciones financieras a las empresas españolas. En la primera entrada, esta mía, reproducimos un artículo que he publicado en El País del domingo 21. En la segunda, Gerard Llobet discute la literatura académica sobre las soluciones, y lo que se puede hacer para mejorar la financiación de las PYMES).
Esperando a Godot-Draghi
El mes de marzo ha sido un mes desolador para la Eurozona, incluida España. Esta semana hemos sabido que las matriculaciones de vehículos del primer trimestre cayeron un 13% en Alemania, un 12% en España y un 10% en Europa, comparadas con el primer trimestre del año pasado. El índice de gestión de compras elaborado por Markit en España ha mostrado en marzo el peor resultado desde octubre. En la zona Euro en su conjunto, la tasa de deterioro del mismo índice se aceleró por segundo mes, encadenando 19 meses de caída de la producción. El desempleo de la zona Euro subió en los últimos 12 meses del 10.9% al 12%.

Estos horrorosos indicadores adelantados muestran que la economía Europea se sigue deteriorando. Lo que estamos haciendo, un enorme proceso de desapalancamiento y reorientación, con políticas fiscales y monetarias que no lo acomodan, no funciona, como el FMI ha dejado claro recientemente.
El gobierno español muestra ya públicamente su preocupación y su descontento con la política del BCE. El Ministro Guindos ha presionado públicamente en la reunión del Eurogrupo en Dublín al BCE para que actúe, y Rajoy, por primera vez, hizo lo mismo en varias declaraciones recientes. El gobierno siente que de esta no salimos solos.
Las palabras mágicas de Mario Draghi en Londres en Julio del 2012, amenazando con una intervención decidida del BCE, sirvieron para parar el pánico en los mercados. Hoy pocos apuestan contra la deuda pública de España e Italia. Imaginan que, si las cosas se ponen suficientemente mal, el BCE intervendrá con fuerza a favor de estos países.
Pero, si bien estas palabras sirvieron para evitar una explosión inmediata e incontrolada, no son en absoluto suficientes para poner en marcha las débiles, y extremadamente apalancadas, economías de la periferia de Europa.
El problema es que hemos consumido ya lo que produciremos en el futuro, generado elevadas deudas. Ahora tenemos que devolver estos préstamos, “desapalancarnos”. Esto sería más o menos indoloro con crecimiento económico (como en la Europa de la posguerra); y relativamente indoloro también en un contexto inflacionista, en el que las deudas pierden valor real con el tiempo.
Pero, a falta de inflación y de crecimiento, el proceso de despalancamiento requiere una fuerte contracción del consumo para generar suficiente excedente. El problema es que la caída de consumo de una familia (los cafés que se dejan de tomar)  son los ingresos de otra (los ingresos del dueño del bar) —cuando caen todos a la vez, no se produce ningún incremento del excedente, y las economías entran en una espiral deflacionista, ahogadas por el peso de la deuda.
http://economia.elpais.com/economia/2013/04/19/actualidad/1366365953_382283.html

Las restricciones financieras de las empresas españolas: (2) Evidencia sobre las PYMES

Por GERARD LLOBET el 23/04/2013
En el último índice Doing Business 2013 del Banco Mundial, España ocupa la posición 44 de los 185 países analizados en el índice de facilidad para hacer negocios. Por áreas, España ocupa el puesto 136 en el índice que mide los trámites y coste de crear un negocio, el 70 en la facilidad para obtener electricidad y el 100 en la protección a los inversores. Sin embargo, desde 2005 la distancia entre España y los mejores países de la Unión Europea se ha reducido significativamente gracias, según indica el informe, a reformas como la nueva Ley Concursal (posición 20 en el índice) o a la simplificación en los trámites para la exportación (posición 39). En esta entrada me concentraré en una de las dimensiones en las que aún debemos mejorar: La financiación a las empresas. España ocupa el puesto 53 en la facilidad para la obtención de crédito y, en particular, en el origen de las dificultades de financiación de pequeñas y medianas empresas.
Hace unos meses tuve la oportunidad (o según como se vea, la obligación) de discutir en una conferencia varios trabajos académicos recientes sobre la financiación de estas empresas, lo que me permite hacer un pequeño resumen de estos resultados. Me concentraré en dos aspectos: el entorno legal y contractual (entendido en un sentido amplio) y la competencia en el sector bancario.
Utilizando información de empresas de 61 países en el año 2000, Galindo y Micco (2011)analizan el origen de su financiación de las empresas en función de su tamaño. Mientras que en promedio el 15.8% de la inversión es financiada mediante crédito bancario (en España es un 20%), existen importantes disparidades entre PYMES y grandes empresas: Para las empresas más pequeñas (menos de 50 empleados) el 10.9% de la financiación proviene de los bancos, mientras que en las más grandes (más de 500 empleados) es el 25.6%. Esta diferencia es aún mayor para las empresas exportadoras: 18.7% y 60.7% para las pequeñas y grandes empresas, respectivamente.
¿A qué se debe está diferencia? Los autores se concentran en dos explicaciones, la transparencia en la información sobre las empresas y la protección que los acreedores tienen en caso de impago de la empresa. Como medida de la primera, utilizan la cobertura de los historiales de crédito sobre el total de la población (cuando existen registros públicos y privados, utilizan el máximo de los dos). Asocian mayor cobertura con mayor transparencia. La segunda medida utiliza los indicadores clásicos en La Porta y otros (1997) combinados con si el sistema legal es origen anglosajón (common law) o no.
 Sus resultados indican que, como sería de esperar, la financiación bancaria crece cuando aumenta la transparencia y/o la protección a los acreedores. Sin embargo, el crecimiento es mayor para las empresas de menor tamaño, disminuyendo así las diferencias entre grandes y pequeñas empresas. Como muestra la siguiente tabla, en países con derecho anglosajón y donde los historiales de crédito cubren a gran parte de la población (más del 10%), no existen diferencias reseñables entre las grandes y las pequeñas empresas.
Fuente: Galindo y Micco (2011), Tabla 2
¿Cómo compara España con el resto de los países? La siguiente tabla muestra que en ambas dimensiones España está cerca de la media de los países desarrollados, aunque lejos de los países anglosajones que a parte del distinto sistema legal tienden a tener una mayor cobertura de los registros de crédito.
Fuente: Galindo y Micco (2011), Tabla 1 del apéndice
Parte de las dificultades anteriores pueden reducirse cuando la relación entre una empresa y su banco es estable. Por ejemplo, un banco que trata habitualmente con una empresa tiene más información sobre su situación financiera. ¿Puede este tipo de relación estable con un banco aumentar el acceso al crédito de las PYMES? Esto es lo que estudian Franzoni y otros (2012)utilizando datos de empresas italianas. Sus resultados muestran que las empresas que trabajan principalmente con un banco tienden a innovar más y a internacionalizar más su actividad, síntoma de sus menores dificultades de acceder al crédito.
Por otro lado, la competencia en el sector bancario también puede afectar de manera considerable el acceso a la financiación de las PYMES. Zhu (2012) utilizando datos de países de la antigua Europa del Este analiza como el tamaño medio de los bancos, su concentración y la desigualdad en sus cuotas de mercado afecta al crédito disponible a las PYMES. Su resultado es que en mercados bancarios más concentrados (y donde, presumiblemente la competencia es menor) o donde existe una mayor desigualdad entre los bancos (hay unos pocos bancos grandes y muchos pequeños) la financiación bancaria de las empresas pequeñas tiende a ser menor. Sin embargo, esta diferencia se reduce en aquellos países cuyo sistema bancario está abierto al exterior y donde los bancos extranjeros tienen una mayor cuota de mercado.
¿Cómo reducir las restricciones a la financiación a las empresas? Los resultados anteriores sugieren que se debe promover la competencia entre bancos (aunque probablemente no con el único objetivo de financiar proyectos inmobiliarios) y la provisión de información y seguridad jurídica a los acreedores en general. Obviamente, no es probable que estas políticas tengan un impacto significativo en la situación actual pero ciertamente pueden contribuir a reducir a largo plazo las diferencias entre grandes y pequeñas empresas.
La Reserva Federal de EEUU y el Banco de Japón han entendido este riesgo perfectamente, y se han lanzado por una senda antes inconcebible de expansión monetaria, tratando de incrementar las expectativas de inflación. La Fed ha anunciado que mantendrá los tipos a cero hasta que no baje sustancialmente  el desempleo. El Banco de Japón multiplicará la base monetaria (es decir, la moneda y depósitos) por dos, tratando de elevar las expectativas de inflación y así reducir los tipos de interés reales.
Desgraciadamente, ni el BCE va a ser capaz de tomar estas decisiones tan agresivas, ni las decisiones que ya está tomando tienen el impacto que pueden tener en EEUU o Japón. Es decir, hay obstáculos tanto institucionales como económicos que impiden al BCE tener un impacto directo sobre la economía Europea.
El primer obstáculo es institucional. El marco de política económica europeo, en el que estamos atrapados desde 2010, no permite a Europa las agresivas respuestas que han puesto en marcha japoneses y americanos. Es cierto que el BCE ha tomado decisiones drásticas para ayudar a la banca (los LTROs) y ha prometido mecanismos para recomprar la deuda de los estados. Pero el Banco Central no puede ni políticamente, ni estatutoriamente (recordemos que el objetivo principal del BCE es la estabilidad de precios) hacer lo necesario para subir las expectativas de inflación.
Por otro lado, tampoco las (insuficientes) decisiones que el BCE está pudiendo tomar tienen el impacto sobre los hogares y las empresas que pueden tener en EEUU o Japón, porque, dado el atascado sistema financiero de la periferia, las reducciones del coste de financiación de Estados y bancos, no llegan ni a familias, ni a empresas de la periferia Europea.
En una Unión Económica y Monetaria, los criterios de adjudicación de préstamos deben ir ligados fundamentalmente a las características individuales de la empresa. Por ejemplo, el que los dueños de una empresa estén a un lado u otro de la frontera entre California y Nevada no afecta a las condiciones de financiación de esta empresa, por más que Nevada haya padecido una enorme burbuja inmobiliaria.
Desgraciadamente, hace ya 4 años que esto ha dejado de ser cierto en la eurozona. El que una empresa sea española (o italiana o portuguesa) condiciona directamente su acceso al crédito. Y esto afecta de forma crucial a sus expectativas de crecimiento. En un trabajo reciente con Claudia Steinwender, también de la LSE, mostramos que las empresas pagan un coste elevado por ser de propiedad española. Como consecuencia de la restricción crediticia, las empresas de propiedad española reducen el empleo (un 6%) y la inversión (un 19%), y los procesos de innovación mucho más comparadas con las operaciones españolas de empresas extranjeras similares. En otro trabajo reciente (abril del 2013), Bentolila, Jansen, Jiménez y Ruano muestran que las empresas cuyo crédito procedía de entidades que luego fueron intervenidas (las antiguas Cajas) han perdido entre 3.5 y 5 puntos más de empleo que aquellas que lo recibían de entidades grandes.
En los últimos meses, se está acentuando la restricción crediticia, como muestra la Encuesta sobre Préstamos Bancarios del Banco de España.  La financiación a empresas está cayendo alrededor de un 6% anual, y se mantendrá la caída, o se acelerará, este año.
En definitiva, el BCE ni está, ni se le espera. Como los personajes de la obra de Becket, nuestros políticos cubren el silencio y su inacción en desorientada conversación (“no hacer nada… es lo más seguro” dice uno de los caracteres) y preguntándose que pasará cuando por fin llegue Godot-Draghi. Pero los espectadores nos tememos que, cuando acabe la obra, Godot no habrá llegado.
¿Qué hacer? Como hemos dicho repetidamente, España debe hacer su parte, y esto supone poner en marcha un plan de reactivación y reformas que sólo un gobierno como el actual, con mayoría absoluta, sería capaz de ejecutar. Y Europa debe hacer la suya— Europa debe ser capaz de financiar un verdadero plan Marshall para la destruida Europa del Sur, entendiendo la necesidad de compartir las deudas heredadas de un diseño del Euro que fue erróneo y es responsable directo de la enorme burbuja y la nula reacción frente a ella. Desgraciadamente, los gobiernos del Norte insisten en que no es su problema, tratando de forzar la mano del BCE.
Y así, en esta guerra de trincheras entre el BCE y los gobiernos del norte de Europa, mientras los del sur esperan a Godot,  siguen pereciendo las esperanzas de innumerables familias europeas.

Error Reinhart y Rogoff....¿..?


Uno de los argumentos empíricos a favor de las desastrosas políticas de austeridad que ha seguido en la zona Euro en los últimos años (aparte del realmente importante, que es que el norte no quiere poner el dinero) ha sido la investigación de historia económica de Reinhart y Rogoff, primero en su libro (nunca un libro vino tan a tiempo), que no está bajo sospecha, y luego en un trabajo publicado en los “Papers y Proceedings” de la American Economic Review de Mayo del 2010, que ha provocado ayer una tormenta gigante en la blogosfera.
El principal resultado de este último trabajo era que cuando la tasa de endeudamiento público de un país sobrepasaba el 90%, el crecimiento económico bajaba brutalmente, hasta hacerse negativo. Tres investigadores de la Unviersidad de Massachussets, Thomas Herndon, Michael Ash, y Robert Pollin, acaban de colgar una dura crítica de la metodología y los resultados deReinhart y Rogoff. (el link incluye todos los datos, o sea que es un buen trabajo para los que sois profes les pongáis a los estudiantes a replicar). Básicamente, acusan a Reinhart y Rogoff de tres errores garrafales. Reinghart y Rogoff acaban de publicar (a 17/4/2013) su respuesta.
1) Excluir del cómputo algunos países y algunos años, específicamente, Australia, Nueva Zelanda y Canadá en los años 46-50, años de mucho crecimiento y alta deuda.
2) Errores en el código. En la hoja de Excel (pero estos señores hacen trabajo empírico… en Excel?!)  excluyen cinco países, Australia, Austria, Bélgica, Canadá y Dinamarca, del análisis. Estos países tienen alta deuda y alto crecimiento (ver Bélgica). Estos errores son aceptados por  Reinhart y Rogoff en su respuesta, (“Herndon, Ash and Pollin accurately point out the coding error that omits several countries from the averages in figure 2. Full stop. HAP are on point. The authors show our accidental omission has a fairly marginal effect on the 0-90% buckets in figure 2. However, it leads to a notable change in the average growth rate for the over 90% debt group.”)
3.) Ponderar de manera extraña los países, de forma que las observaciones de muchos años de deuda excesiva quedan reducidas a una observación. Aquí Reinhart y Rogoff en su respuesta se defienden, y dicen que a ellos les interesan los “episodios” y no las observaciones individuales. Sinceramente, no es forma de hacer el trabajo empírico.
Reinhart y Rogoff, en su respuesta, dicen que su trabajo también presentaba las regresiones en medianas, y que estas llegaban a la misma conclusión que sus críticos, Herndon, Ash y Pollin- una caída media del 1% del crecimiento del PIB con deuda por encima del 90%. Obviamente, no era eso lo que se acentuaba en los medios, sino la conclusión de que con deuda por encima del 90%, el crecimiento se volvía negativo. El Economist presenta un bonito gráfico que resume bien las diferencias y muestra el error clarísimamente en el “over 90″ :
En la práctica, esta debacle no altera ninguno de los argumentos que hemos hecho aquí, dado que nuestra visión no ha sido la de Schauble de llegar al crecimiento por la austeridad; al revés, hemos dicho, y seguimos diciendo, que es prácticamente imposible desapalancar una economía sin que el sector público rellene, al menos parcialmente los huecos que va dejando el sector privado (ver esta entrada de Tano del 2009 por ejemplo) y que la clave son las reformas estructurales, combinadas con los impagos privados necesarios (si este blog ha tenido un tema, este ha sido “las bancarrotas necesarias” de bancos y cajas y empresas privadas) no la austeridad—de hecho, como hemos dicho desde el principio el peligro era dejar que la austeridad matara el impulso reformista, es decir, hemos visto la austeridad como enemiga de las reformas necesarias para mejorar el crecimiento económico (ver el artículo del FT de Jesús y mío de agosto del 2012″)
Dos lecciones más, para economistas:
1) Por favor, prohibido usar Excel para hacer trabajo empírico, que somos todos mayorcitos.
2) Los Papers and Proceedings de la AER, el volumen de Mayo, no son sometidos a “refereeing”. El volumen se compone de las sesiones a las que invita el Presidente de la American Economic Association, es decir suponen su visión de lo que es la investigación más importante del momento. Es decir, este problema nos recuerda lo importante que son los procesos de revisión, en los que, sin duda, los revisores (referees) hubieran exigido muchas más pruebas antes de aceptar el trabajo a publicar.

¿Por qué se abandonó el patrón oro? Tano Santos


A vueltas con el patrón oro -2: ¿Por qué se abandonó el patrón oro?

Por TANO SANTOS el 19/04/2013
En la ultima entrada hice un resumen brevísimo de lo fundamental del patrón oro durante el periodo clásico que va desde el siglo 19 hasta la llegada de la Primera Guerra Mundial. En esta segunda describo las razones por las que se abandonó el patrón oro en el periodo de entreguerras y argumento que las razones que llevaron a la disolución de este sistema monetario siguen presentes. Por último argumento que en términos de compromiso con una paridad fija, un mecanismo como el euro es superior al patrón oro. También aclaro un par de cosas que surgieron en los comentarios a la última entrada.
Como ya he dicho, nadie propone, ni siquiera los economistas austriacos cuyo nombre se asocia con estas ideas, la vuelta al patrón oro clásico; por lo general se propone el patrón oro más una reforma del sistema financiero que acabe con el régimen de reserva fraccionaria, propuesta que se asocia al nombre de Hayek. En la tercera, y última entrada, argumento que tal propuesta haría poco por incrementar la estabilidad financiera y servir de freno a la generación de crédito y que en general la asociación entre patrón oro y reserva fraccionaria puede que fuese relevante en los tiempos en los que Hayek articulaba su propuesta pero que no lo es ahora. Los argumentos para rechazar el patrón oro son independientes del marco bancario bajo el que opere.
El oro como medio de intercambio
Antes de comenzar la respuesta a la pregunta que encabeza esta entrada, contesto a un par de comentarios de lectores sobre la conveniencia física del oro como medio de intercambio. No hay duda que el oro es ideal como medio de intercambio al ser ligero y maleable. Pero lo más importante es que el oro tiene limitadas aplicaciones industriales (aunque tiene algunas), atributo fundamental para cualquier medio de intercambio, y por tanto no tiene flujo de caja alguno que haga que el valor del mismo frente a otros bienes fluctúe como consecuencia de las innovaciones que se produzcan en dichos flujos.
Efectivamente, supongamos que utilizamos como medio de intercambio un metal con grandes aplicaciones industriales, como por ejemplo el cobre. Entonces el devenir de las industrias que utilizan el cobre como insumo afectará a su vez a la capacidad de compra de una onza de cobre: La masa monetaria, la cantidad de cobre, por tanto estará sujeta a las innovaciones en industrias utilizadoras del cobre y con ellos el nivel de precios en general de la economía, algo que no parece ideal en un mundo con fricciones e ilusión monetaria. Por ejemplo, si de repente se descubre que el cobre es ingrediente crítico para un producto con gran demanda, el precio de todas las cosas, en cobre, bajará como consecuencia de que ahora el cobre se ha vuelto valiosísimo.
El patrón oro: Un sistema monetario con poca credibilidad
Dos son las cuestiones que están ligadas íntimamente bajo el patrón oro (y cualquier sistema de paridades fijas): La cantidad de dinero, algo que tiene contenido en una economía cerrada, y la paridad de la moneda frente a otras, algo que obviamente sólo tiene contenido en una economía abierta. Si bien estas dos vertientes están ligadas tienen implicaciones distintas y en lo que sigo voy y vengo entre ambas.
El primer, y quizás principal argumento, es que el patrón oro no supone garantía de lo que tanto preocupa a los que proponen su retorno: El uso de la política monetaria con objetivos cortoplacistas. En este aspecto, y desde la perspectiva de un país como el nuestro, el euro es un marco muy superior en términos de compromiso (committment) y credibilidad. La razón no es otra que en el patrón oro la moneda nacional existe; simplemente su “valor” está fijado frente una cantidad en oro. Un país puede abandonar el patrón oro en cualquier momento sin cambiar su moneda: El Reino Unido puede abandonar el patrón oro y al día siguiente los buenos ciudadanos de ese país puede seguir pagando sus cosas con libras esterlinas. Como el abandono del patrón oro no supone reintroducir moneda alguna, tampoco supone un nivel de compromiso con una determinada paridad o cantidad de dinero: Simplemente se cambia la paridad frente al oro y ya está. En este sentido el euro es un paso mucho más dramático que el restablecimiento del patrón oro; supone un aumento exponencial de los costes de abandonar un sistema de paridades fijas porque elimina precisamente lo que es susceptible de devaluación que es la moneda nacional, a diferencia de lo que era por ejemplo el mecanismo europeo durante la década de los ochenta o el patrón oro.
Piense por un momento el lector en nuestra situación actual e imagínese que hubiéramos estado en el patrón oro, en vez del euro: ¿Hay alguna duda de que habríamos devaluado nuestra moneda frente al oro o simplemente abandonado el patrón y dejar que la moneda flotase libremente frente a otras? Yo personalmente no y menos dadas las continuas llamadas por parte de nuestros lideres al BCE para que intervenga y monetice. Es más, dada la naturaleza de nuestras democracias participativas, mucho me temo que cualquier crisis, por menor que fuese, provocaría otra vez devaluaciones de las monedas nacionales frente al oro, como muestra la corta vida que tuvo el sistema de paridades fijas en Europa en los años 80.
Es importante aclarar que la preocupación de los que proponen el retorno al patrón oro, la utilización cortoplacista de la política monetaria, esta bien fundamentada: Este es problema permanente en la política económica y uno con larga tradición en la literatura macroeconómica. El punto es, primero, que este problema sólo puede ser estudiado en el contexto de un modelo dinámico formal, donde el establecimiento de la reputación y credibilidad de la autoridad monetaria sea el resultado de un equilibrio con expectativas racionales (porque todo en lo que se refiere a política monetaria son las expectativas, como hemos (re)aprendido en esta crisis). Segundo, que estos modelos tienen que tener restricciones de economía política en ellos para establecer los límites de la credibilidad factible. El patrón oro no soluciona estos problemas y la experiencia bajo el mismo en el periodo de entreguerras los ilustra bien.
El fin del patrón oro en el periodo de entreguerras
Una vez finalizada la primera guerra mundial surge la cuestión del retorno al patrón oro, suspendido de facto, que no de iure, durante la Primera Guerra Mundial (el caso inglés es paradójico porque en cierta forma el patrón oro sobrevive a la guerra pero no al armisticio; pero esta historia es un detalle.)
La estabilidad del patrón oro como un sistema de paridades fijas en el periodo que precede a la primera guerra mundial había estimulado los flujos de inversión internacionales y está en el origen del crecimiento de la economía internacional durante esas décadas. La eliminación del riesgo cambiario, la certidumbre de que el rendimiento, pongamos, en libras esterlinas de una inversión en EE.UU. no iba a estar determinado más que por la inversión en si y que no se vería afectado por una devaluación del dólar había estimulado los flujos de inversión directa y había colaborado a la integración de los mercados de capitales. A su vez el funcionamiento del patrón oro implicaba la ejecución de la política financiera y monetaria con el único objetivo de mantener el patrón oro, con independencia de cualquier otra consideración. Esto requería tanto el ajuste de los tipos de interés para evitar la salida de oro en presencia de desajustes de la cuenta corriente como la intervención directa en el mercado financiero mediante prestamos entre bancos centrales, presión a los bancos individuales para evitar crisis de convertibilidad, etc (un ejemplo de esta peculiar forma de operar del patrón oro puede observare durante la crisis del año 1890, con la primera quiebra de Barings, consecuencia a su vez de la crisis de la deuda argentina … no hay nada nuevo bajo el sol.)
En particular en presencia de shocks adversos en la balanza comercial, como por ejemplo el que se produce cuando un país competidor experimenta una ganancia de competitividad, quizás por una innovación tecnológica, el descubrimiento de nuevos recursos naturales, lo que fuese, requería que el país afectado negativamente subiese los tipos para mantener el oro en el país. La lógica, tenue e imperfecta, es que la subida de los tipos induciría la contracción que a su vez se traduciría en una rebaja de los precios bienes e insumos locales con la consiguiente ganancia de competitividad y restablecimiento del equilibrio comercial. Siendo el trabajo el insumo por antonomasia la flexibilidad salarial era un ingrediente necesario para el buen funcionamiento del patrón oro.
El patrón oro: Numero de países en el patrón oro. 1919-1937. Fuente: B. Eichengreen, Golden Fetters, Tabla 7.1.
El patrón oro: Numero de países en el patrón oro. 1919-1937. Fuente: B. Eichengreen, Golden Fetters, Tabla 7.1.
El mantenimiento del patrón oro iba encaminado al mantenimiento de los flujos internacionales de capital y la profundización del comercio internacional que hacía del mundo en la víspera de la Gran Guerra un mercado global . En la inolvidable imagen de Keynes en el capítulo II de “Las Consecuencias Económicas de la Paz:”
“The inhabitant of London could order by telephone, sipping his morning tea in bed, the various products of the whole earth, in such a quantity as he might see fit, and reasonably expect their early delivery upon his doorstep; he could at the same moment and by the same means adventure his wealth in the natural resources and new enterprises of any quarter of the world, and share, without exertion or even trouble, in their prospective fruits and advantages.”
El beneficiario del mantenimiento del patrón oro era precisamente el inversor global que podía contar con la estabilidad cambiaria para distribuir su capital por el mundo de la forma que considerase más conveniente, en la seguridad que cualquier shock que afectase a la cuenta corriente no resultaría en titubeo alguno con el mantenimiento del patrón oro; el ajuste necesario sería a costa de un depresión de la demanda interna que, probablemente, no afectase en mucho su fortuna.
Por insistir: En un sistema de paridades fijas cualquier shock, en cualquier país miembro del patrón oro, se trasmite de forma inmediatamente a través de todos los países en el sistema que tienen que ajustar sus políticas al coste que sea para el mantenimiento de la paridad. Y la naturaleza de estos shocks no tiene que ser productiva sino que puede ser fiscal, un error de política monetaria, cualquier cosa. No es sorprendente por tanto la naturaleza global de la Gran Depresión: el patrón oro era el mecanismo de transmisión perfecto para cualquier shock o error de política monetaria en cualquiera de los miembros centrales del sistema.
Es por todo esto que el patrón oro sólo fue sostenible en un determinado momento muy breve: Los costes de su mantenimiento estaba distribuidos de forma desigual y el advenimiento de la democracia de masas después de la primera guerra mundial sólo podía minar la credibilidad de dicho mantenimiento.
Pero tal era la reputación que tenía el patrón oro que la restauración después de la Primera Guerra Mundial era considerada por todos los miembros de las clases dirigentes como un ingrediente necesario (y casi suficiente) para el retorno a la prosperidad prebélica. El gráfico que acompaña esta entrada muestra el número de países bajo alguna versión u otra del patrón oro (con o sin convertibilidad, que es una paridad fija pero donde el tenedor de la moneda no tiene derecho al intercambio en oro, sistemas basados en la plata, … ) durante los años de entreguerras en una muestra de 54 países. Sólo tres países, España, la Unión Soviética y Turquía, no estuvieron en ningún momento en el patrón oro de la postguerra, muy distinto, eso sí, del anterior a la Primera Guerra Mundial.
En el Reino Unido la restauración del patrón oro en 1925, una vez que expiraba la Ley que suspendía la convertibilidad y que se pasó después del armisticio por motivos que no vienen al caso, era considerada por todos como inevitable, aunque produjo notables desavenencias. El motivo era algo que nos tiene que resultar familiar: La inflación en ese país no sólo había sido alta en términos absolutos sino también de forma relativa, sobre todo con EE.UU. Una vuelta al patrón oro a la paridad prexistente sólo podía resultar, como previno Keynes, en una fuerte deflación de los bienes locales (los “non tradables”) si había de producirse un reequilibrio de la posición externa del país e Inglaterra iba a volver a recuperar su posición como nexo central en el sistema financiero internacional. Y así se hizo. El desastre que aquello fue no hace falta volver a contarlo: Inglaterra apenas duró seis años en el patrón oro y siguieron después EE.UU., Alemania, Francia. El tiempo del patrón oro había pasado.
Conclusión
Es porque esta realidad social es la que impera hoy, como debe ser, que los motivos por los que el patrón oro se abandonó siguen presentes hoy. El patrón oro, como un sistema de paridades fijas, es políticamente muy difícil de mantener. Como decía Juan de Mercado, aquellos que lo defienden han de considerar estos argumentos. Es difícil ver cómo puede una sociedad adaptarse al sistema financiera; más bien al contrario es el sistema monetario el que es un producto de la realidad institucional de un país. Estos argumentos nada tienen que ver con la naturaleza del sector bancario pero en la última entrada trataré el tema de la estabilidad financiera bajo distintos sistemas monetarios y argumentaré que el razonamiento de Hayek es, si bien correcto, obsoleto dada la realidad financiera y económica bajo la que opera nuestra sociedad.
Y la adopción de un sistema monetario para cambiar una sociedad es un sinsentido sobre todo, como he argumentado, el sistema carece de los mecanismos que lo doten de credibilidad. El euro se pensó precisamente con estos problemas y objetivos “in mente.” Como ejemplo una cita, que utilizamos Jesús Luis y yo en un artículo reciente, del antiguo gobernador del banco central griego y primer ministro Lucas Papademos:
“After entry into the euro area, the Bank of Greece will be implementing the single
monetary policy decided by the Governing Council of the European Central Bank and it will certainly be impossible to improve the economy’s international competitiveness by changing the exchange rate of our new currency, the euro. The objectives of higher employment and output growth will therefore have to be pursued through structural reforms and fiscal measures aimed at enhancing international competitiveness by increasing productivity, improving the quality of Greek goods and services and securing price stability.”
¿Qué tal funcionó?
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Oro, uno de los temas estrella del blogg

1.Tano, nadaesgratis, http://www.fedeablogs.net/economia/?p=29873
2.El debate es porque Nixxon actuo como actuo, seria porque su pais estaba en situación critica por la guerra del Vietnam....
.. los gastos militares de USA estan detras de muchas decisones geopoliticas,geoeconomicas y geoestrategicas. 
3.
Evolución, caída actual, abril 2013..
.http://www.goldcore.com/goldcore_blog/massive-20-billion-paper-gold-sell-orders-trigger-stop-loss-selling-and-unfounded-pani
Ver articulos en este blog del 2008, sobre como se actua con el oro y se entenderan que la mayoría de las decisiones...
..Tienen un trasfondo de geoeconomia. ¿Quien posee mas oro, India, China ? si los emergentes defienden una arquitectura financiera
mas democratica con una cesta de divisas, la cotraacion para no perder la hegemonia del dolar es.....
http://www.elconfidencial.com/mercados/2013/04/16/una-orden-de-venta-de-124-toneladas-de-oro-desata-la-mayor-caida-desde-1983-9794 
todo consecuencias del divorcio entre economía productiva y economía financiera.
..
1. 
Patron oro, Tano
Una de las cosas que surge cada vez que hay una crisis monetaria y financiera de carácter global son las llamadas a una vuelta del patrón oro, la definición de la moneda en una cantidad correspondiente en oro. Juan de Mercado en una entrada reciente decía que apoyar el regreso del patrón oro es ignorancia. La propuesta de la vuelta al patrón oro se asocia por lo general con lo que se denomina la Escuela Austriaca, que es aquella fundamentada en el trabajo de Menger, Böhm-Bawerk, Mises, Hayek y otros. Es también propuesta de comentaristas de la realidad financiera como Jim Grant y otros. La discusión sobre una vuelta al patrón oro, que es sólo especulación de unos pocos, puede sorprender a algunos, siendo evidentes los problemas que un sistema de paridades fijas está provocando en nuestra unión monetaria y la evidencia de que eliminar el control de la política monetaria y dársela a un tercero no elimina en absoluto la posibilidad de burbujas crediticias. Pero me adelanto. En esta entrada y la siguiente argumento que la adopción del patrón oro de forma aislada es un sinsentido y que incluso lo es en el contexto de una profunda reforma del sistema financiero internacional.
El punto fundamental de estas entradas es que el sistema monetario que se adopte no puede considerarse de forma aislada sino que tiene que ser complementario, en el sentido económico de la palabra, a la gran variedad de instituciones que gobiernan la realidad económica de las naciones. Interpreto el abandono del patrón oro en el periodo de entreguerras como inevitable dada la realidad social que surge en Europa y en EE.UU. después de la Primera Guerra Mundial y argumento que las condiciones que provocaron tal abandono siguen presentes. Vaya por delante que en honor a la justicia aquellos que proponen el retorno al patrón oro no lo hacen al patrón oro tal como existió, pongamos, en el año 1890 pero argumento más adelante que dichas propuestas viven en una visión idealizada del funcionamiento de la economía y que las condiciones para su aplicabilidad no se dan. El sistema monetario tiene que ser diseñado con una visión realista de las instituciones que gobiernan todas las transacciones económicas, no sólo una parte.
En esta primera entrada hago unas consideraciones generales, y algo desordenadas, sobre el patrón oro y los sistemas monetarios que hemos experimentado en los últimos trescientos años. En el próximo discuto porqué se abandono el patrón oro y las lecciones que el periodo de entreguerras contiene para nuestra situación actual. En la tercera y final ligo los sistemas monetarios a la estabilidad financiera y argumento que no hay un patrón claro entre ambas cosas y que propuestas encaminadas a la eliminación del sistema fraccionario de reservas no dotaran al mercado financiero de la estabilidad que se persigue.
Una aclaración: en lo que sigue no doy referencias, salvo en casos muy específicos, porque tal es la literatura sobre la materia que sería una labor hercúlea y esto es una entrada de un blog. Los nombres son los habituales en esta literatura: Hume, Hawtrey, Hayek, Keynes, Eichengreen, Temin, Bernanke, Bordo, Barro, Friedman, … Si alguna idea es más mía que de otros, pocas, lo aclaro según sea el caso.
El sistema monetario internacional: Dos consideraciones iniciales
Lo primero que hay que aclarar es que el sistema monetario no es un fin en sí mismo; es un medio para la prosperidad de la sociedad. Argumentos como que el dólar o la libra se devalúan frente al oro como consecuencia del abandono del patrón oro son irrelevantes (véase el gráfico 1). Lo relevante es si la renta o el consumo per cápita real de una sociedad es más alta y menos volátil bajo el patrón oro u otro sistema monetario, si crece a mayor ritmo, si la tasa de desempleo es más baja y menos volátil, etc. Esto es, lo que hay que mostrar es la conexión entre un sistema monetario concreto y la estabilidad económica. Y hay que mostrarlo con una observación detallada de la evidencia empírica y de la experiencia histórica, no con una selección predeterminada de la evidencia para apoyar una posición predeterminada.
Segundo, están las dos fricciones que son necesarias para primero pensar en el “dinero” y segundo en política monetaria. Tiene que haber una fricción que hace que el intercambio sea más eficiente mediante el uso de una cosa que denominamos dinero, y que puede ser en especie o en papel moneda , que mediante el intercambio directo de dos bienes (lentejas por clases de literatura sueca). La segunda de las fricciones es la que se refiere a la naturaleza del intercambio económico en una multitud de mercados, sujetas estas transacciones como están a un sinfín de fricciones, ineficiencias, y demás. Es porque estas fricciones son evidentes que tenemos discusiones sobre si es mejor el patrón oro que un sistema basado en el papel o si interesa un sistema de paridad fijo o no, o si es necesario tener un banco central independiente o no.
Para enfatizar esta segunda consideración, imagine el lector un mundo perfecto, donde los mercados son perfectamente flexibles, los precios se ajustan de forma inmediata para asegurar el vaciamiento de los mercados, no hay información asimétrica, las promesas contingentes son reales, etc. En este mercado la naturaleza del medio de intercambio es irrelevante, y en particular es irrelevante que se produzca una devaluación de la moneda con respecto al número de bienes que se puede adquirir con ella. Lo que importa es la distribución real de los recursos y lo único que se ha cambiado es la unidad de medida (la distancia de mi casa a la universidad es igual si se mide en millas o en quilómetros).
Habiendo aclarado estos dos puntos básicos podemos ahora empezar a meternos en materia.
Cuatro periodos
La historia monetaria de occidente en los últimos 300 años se puede resumir en cuatro periodos.
El patrón oro clásico (1717-1931): En un sistema de patrón oro las autoridades monetarias del país se comprometen a fijar el precio de la moneda en términos de una cantidad fija de oro y a intercambiar oro por moneda en cantidades ilimitadas.
Inglaterra adopta un patrón bimetálico en el siglo 17 cuando sucesivas leyes fijaron la convertibilidad de la moneda en cantidades y calidades especificas de oro (el oro inicial venia del golfo de Guinea, de ahí “guineas” como nombre de la moneda.) Esto no quiere decir que no hubiese modificaciones aquí y allí. La reforma “definitiva” se produce en el año 1717, siendo Sir Isaac Newton Master of the Mint, cuando se fijó por ley las cantidades especificas de oro y plata en la moneda (al parecer este señor, en sus ratos libres, hizo alguna contribución que otra al campo de la física, astronomía, matemáticas, …) La decisión tomada por Newton por motivos que no vienen al caso, hizo que Inglaterra estuviese de facto, que no de iure, en el patrón oro desde ese año. En el año 1816 Inglaterra abandonó de forma oficial la política bimetalista y se convierte de iure en un país en el patrón oro. Distintos países adoptaron el patrón oro (o bimetálico) en distintos momentos. Con idas y venidas y la gran crisis del patrón oro en el periodo de entreguerras fijamos el patrón oro clásico en esos 200 años largos que van de 1717 a 1931 cuando Inglaterra abandona de forma ya definitiva el patrón oro. La vuelta de Inglaterra al patrón oro después de la primera guerra mundial es a un patrón oro algo distinto (lo que se denomina el “gold bullion standard”) pero para lo que nos ocupa aquí las diferencias son irrelevantes.
El gráfico 1 muestra el precio del oro en libra esterlinas de 1718 al año 1949. Sobre la variabilidad que se observa en la serie vuelvo más abajo.
Gráfico 1: Inglaterra: Precio de una onza de oro fino en libras esterlinas. Datos anuales: 1718-1949. Fuente: Lawrence H. Officer and Samuel H. Williamson, ‘The Price of Gold, 1257-2011.’
Gráfico 1: Inglaterra: Precio de una onza de oro fino en libras esterlinas. Datos anuales: 1718-1949. Fuente: Lawrence H. Officer and Samuel H. Williamson, ‘The Price of Gold, 1257-2011.’
Bretton Woods (1959-1971): La Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial acabaron de forma definitiva con el patrón oro. Bretton Woods es un sistema mixto, donde el dólar estaba fijado en términos de oro y el resto de las monedas tenían un paridad semiflexible frente al dólar, con la posibilidad de alterar el tipo de cambio en una banda prefijada. Bretton Woods vino acompañada de la creación de dos instituciones, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo. El papel del Fondo Monetario Internacional estaba encaminada a financiar los déficits por cuenta corriente de los países miembros, que podían tomar prestado hasta un determinado nivel ligado a su participación en el fondo. El periodo de Bretton Woods “puro” donde el dólar era completamente convertible en oro, va desde el año 1959 hasta el abandono del sistema por parte de EE.UU. en 1971, durante la administración Nixon. El gráfico 2 muestra el precio en dólares de una onza de oro durante los años de Bretton Woods y los que siguen a su abandono.
El Sistema Monetario Europeo (1979-1992): El Sistema Monetario Europeo se creó como consecuencia de la enorme volatilidad y tipos de cambio durante los años 70. Su institución fundamental era el Mecanismo de Tipos de Cambio (Exchange Rate Mechanism o ERM) por el que la mayoría de los países de la Comunidad Europea fijaban sus tipos de cambio y solo se permitían fluctuaciones del 2.25% frente a las otras monedas (con la excepción de la lira italiana, que lo podía hacer en un 6%). Las paridades sufrieron varias modificaciones, hasta once durante la primera década. El sistema dura de forma efectiva hasta el año 1992, cuando se fuerza el abandono de la lira italiana del sistema, así como de la libra inglesa que se había unido al ERM en el año 1990. La caída del sistema monetario europeo tiene como orígenes tanto la perspectiva de una integración monetaria como la progresiva integración de capitales que hacia incompatible las políticas monetarias y fiscales de los países miembros con el mantenimiento de un tipo de paridades semifijos.
La Unión Monetaria (1998-): El euro es el esfuerzo actual de dotar a Europa de estabilidad monetaria y tipos de cambio. Hemos hablado tanto de nuestra moneda en NeG que los comentarios que voy a hacer solo se refieren a las lecciones que el pasado tiene para nuestra tesitura actual.
Las cuestiones económicas en lo que se refiere al patrón oro
Cuando un país adopta el patrón oro, fija la cantidad de dinero en circulación. En este sentido la consecuencia fundamental, pero no la única, del patrón oro es que, si es creíble, elimina la discrecionalidad de la política monetaria. Una expansión monetaria está en principio ligada en exclusiva a los descubrimientos de minas de oro que ocurran en el país en cuestión. La determinación exógena de la política monetaria determina a su vez la política fiscal. El patrón oro puro, por tanto eliminan las políticas de demanda como factor de la política económica con graves implicaciones en lo que se refiere a la absorción de shocks imprevistos en la economía y al suavizado del ciclo económico.
Gráfico 2: Precio de una onza de oro fino en dólares. Datos anuales: 1950-2011. Fuente: Lawrence H. Officer and Samuel H. Williamson, ‘The Price of Gold, 1257-2011.’
Gráfico 2: Precio de una onza de oro fino en dólares. Datos anuales: 1950-2011. Fuente: Lawrence H. Officer and Samuel H. Williamson, ‘The Price of Gold, 1257-2011.’
Cuando varios países adoptan el patrón oro fijan a su vez las paridades entre ellos, determinadas como están por el tipo de cambio de cada moneda frente al oro. Cualquier desviación del tipo de cambio entre dos países del tipo implícito dada su equivalencia en oro resulta en los consiguientes flujos de oro, mediante un proceso normal de arbitraje. La consecuencia fundamental del patrón oro en este aspecto es que un shock en un país bajo el patrón oro se transmite completamente a otro país bajo el mismo patrón, con graves implicaciones para la actividad económica de dicho país. Esto es fundamental para entender el papel que jugó el patrón oro en la transmisión de la Gran Depresión a través de los distintos países que bajo él estaban (no España por cierto, lo que le libró de las consecuencias de la Gran Depresión; nuestro problemas eran otros.)
La deflación y el patrón oro
Una ultima consecuencia del establecimiento del patrón oro y fuente de no poca confusión es el posible efecto deflacionario que se siga su adopción. Efectivamente en un entorno de crecimiento económico y con un mayor número de transacciones que realizar entonces, dada una velocidad constante, el precio de las cosas ha de bajar. Esto es la característica fundamental de la fase tardía del patrón oro, la que abarca el último tercio del siglo 19. Este fue un periodo de crecimiento estable y mejora de la productividad. Esta es una deflación “buena” que es la asociada con shocks de productividad positivos en un sistema donde la base monetaria se mantiene constante. La confusión es que hay deflaciones “buenas” y “malas” La deflación que preocupa es la “mala” la que se deriva de un shock negativo de demanda. No se puede argumentar la conveniencia del patrón oro por el buen comportamiento del sistema durante la última parte del siglo 19, porque éste periodo, aunque no exento de crisis, está caracterizado por un buen comportamiento de la economía real. En general todos los sistemas monetarios funcionan mejor en presencia de shocks de productividad positivos. Al patrón oro, como a cualquier otro sistema monetario, hay que juzgarlo tanta por la estabilidad media que produzca, así como a su capacidad de absorción de shocks negativos.
Una pequeña aclaración: La velocidad no es sólo una variable tecnológica sino también una endógena. Claramente avances en la compensación electrónica incrementan la velocidad y por tanto permiten un menor ajuste deflacionario de los precios en presencia de shocks de productividad positivos.
¿Era el patrón oro clásico inflexible? No
Como veremos en un momento la credibilidad del patrón oro no estaba fundamentada en la adhesión de los países miembros que formaban el centro del patrón oro (Reino Unido, Francia y EE.UU.) en toda circunstancia, sino en el establecimiento de unas reglas claras sobre el funcionamiento del mismo. El funcionamiento del patrón oro en su periodo clásico en el siglo 19 no puede entenderse sin el papel fundamental que jugó el Banco Inglaterra en su funcionamiento. También hay que considerar el funcionamiento del patrón oro durante periodos de guerra. Hablo de esto último que me parece importante y dejo lo primero para otra ocasión (esto quiere decir que no lo voy a tratar).
Gráfico 3: Dolar frente a la libra esterlina. Datos nuales: 1791-2011. Fuente: Citation: Lawrence H. Officer, 'Dollar-Pound Exchange Rate From 1791,' MeasuringWorth, 2012.
Gráfico 3: Dolar frente a la libra esterlina. Datos nuales: 1791-2011. Fuente: Citation: Lawrence H. Officer, ‘Dollar-Pound Exchange Rate From 1791,’ MeasuringWorth, 2012.
Volvamos al gráfico 1. Como puede verse en la serio del precio del oro en libras hay tres eventos importantes en la muestra. El primero es el asociado con el periodo de la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas. El segundo es la Primera Guerra Mundial y el periodo de postguerra, cuando el Reino Unido tuvo dudas sobre la oportunidad de una vuelta al patrón oro y el tercero es el abandono definitivo del mismo durante la Gran Depresión. Lo importante es que el patrón oro mostró una notable flexibilidad: Permitía la suspensión de la convertibilidad en periodos de crisis y la vuelta a la paridad pre-existente una vez que el periodo de crisis había terminado. El caso de la Primera Guerra Mundial es peculiar porque la convertibilidad nunca se suspendió legalmente (por ello la estabilidad del precio de la onza de oro); el Banco de Inglaterra apeló al patriotismo británico para evitar una crisis de convertibilidad.
Por supuesto que el abandono del patrón oro por parte de un país tenía consecuencias sobre el tipo de cambio entre monedas. El gráfico 3 muestra la paridad dólar/libra para el periodo que va desde la independencia estadounidense hasta 2011. Como puede observarse hubo una notable devaluación del dólar frente a la libra en el periodo de la Guerra Civil, pero una vez concluida ésta el Congreso votó el retorno al patrón oro (la historia monetaria estadounidense en el periodo que sigue a la Guerra Civil es algo compleja, lo que explica la volatilidad del tipo de cambio aunque eventualmente EE.UU. volvió a la paridad existente.)
El patrón oro por tanto estaba asentado en una notabilísima credibilidad por parte de las autoridades monetarias y tenía la flexibilidad para responder de una forma sensata en tiempos de crisis. Una importante consecuencia de la vuelta a la paridad preexistente una vez que terminaba la crisis es que se evitaba la devaluación de la deuda incurrida para atajarla mediante la permanente inyección de papel moneda. Esto por tanto incrementaba las posibilidades de financiación exante del estado pues los inversores estaban dispuestos a financiar el esfuerzo bélico en la confianza de que el gobierno no devaluaría las promesas hechas una vez terminada la guerra.
Entonces si tan bueno era el patrón oro, ¿Por qué murió y por qué no se apoya su vuelta? De esto me ocupo en la próxima entrada.

La devaluación interna de la economía española navega con el rumbo equivocado


La devaluación interna de la economía española navega con el rumbo equivocado


Durante los años 1995-2007 la economía española experimentó una etapa expansión económica sin precedentes desde la democracia (con una tasa medial anual acumulativa de crecimiento del 3,5%). Esta etapa de crecimiento se basó en dos pilares.

Por un lado, la incorporación de España a la Unión Económica y Monetaria en 1994 propició una caída de los tipos de interés nominales, que se acentuó a partir de la instauración del euro como moneda oficial en sustitución de la peseta. La caída de los tipos de interés y la ausencia de riesgo de tipo de cambio dentro de la zona euro llegó a provocar la existencia de tipos de interés reales negativos y alentó un aumento de la confianza de los inversores y un fuerte aumento del crédito, que conllevó el aumento de la demanda de viviendas y de bienes de consumo duradero y posteriormente el aumento de la inversión en capital fijo y el empleo de las empresas favorecidos por esa mayor demanda. Por otro lado, la expansión económica se vio favorecida por la llegada masiva (sin control) de inmigrantes, fundamentalmente a partir del año 2002, atraídos por una creciente demanda de empleo en el sector de la construcción y de algunos servicios básicos de bajo valor añadido como la hostelería y el servicio doméstico. Este aluvión de inmigrantes provocó un nuevo impulso al consumo privado y a la inversión en capital fijo, y a la vez impidió el estrangulamiento de la economía por falta de mano de obra en determinados sectores productivos.

Pero al mismo tiempo que se impulsaba el crecimiento y el empleo (ejemplo en Europa), la economía española generó un conjunto de desequilibrios macroeconómicos importantes: déficit creciente y persistente de la balanza por cuenta corriente, insuficiencia de ahorro y dependencia de la financiación exterior, exceso de inversión en capital fijo (tanto en infraestructuras públicas como en vivienda), sobreendeudamiento de familias, empresas financieras y sistema bancario (con el exterior), dependencia de la producción y el empleo de los sectores ligados al "ladrillo", y aumento de los precios y salarios (pérdida de competitividad exterior) por encima de nuestros socios europeos y del resto de países industrializados.

La crisis financiera internacional de 2007 que desencadenó la crisis económica global no hizo más que sacar a la luz nuestros desequilibrios y nos despertó de un sueño de crecimiento (y casi pleno empleo) que ya tenía fecha de caducidad cuando nació. Los bajos niveles de los tipos de interés nominales y reales y el exceso de crédito inmobiliario e hipotecario generaron una enorme burbuja, que provocó aumentos del precio de las viviendas durante este periodo de más de un 30% en términos reales (descontada la inflación). Además, la caída de los ingresos públicos y la acumulación de gastos públicos estructurales (servicios públicos que ya no se podían financiar y una estructura administrativa duplicada y despilfarradora, cuando no corrupta) y coyunturales (aumento de las prestaciones por desempleo y de los intereses de la deuda), ha terminado  generando un déficit público y un endeudamiento de las AA.PP. insostenible.

A título de ejemplo, en el primer gráfico (hacer clic sobre el mismo para verlo más grande) se muestra la pérdida de competitividad relativa acumulada por la economía española con Francia y Alemania en el periodo 1999-2007.


























Los costes laborales de una economía se suelen medir en términos de unidad de producto, es decir, mediante la variable conocida como el coste laboral unitario nominal, CLUN, la cual se aproxima mediante el cociente entre la remuneración media por asalariado, W, y la productividad aparente del factor trabajo, PROD. A su vez la productividad aparente del factor trabajo se calcula por el cociente entre la producción en términos reales y el empleo total de la economía. De este modo, los posibles aumentos (caídas) temporales de los CLUN serán el resultado del aumento (disminución) de la retribución por asalariado y de una caída (aumento) de la productividad, o de una combinación de ambos factores, CLUN = W-PROD.

Como se puede observar en el gráfico, mientras que el periodo 1999-2007 en España subían los CLUN un 31%, en Francia aumentaban un 18% y en Alemania se mantenían constantes. Este proceso de pérdida de competitividad era el resultado de un aumento excesivo de los salarios que no era ni de lejos compensados con la baja productividad de nuestra economía. En el extremo opuesto se situaba Alemania, que registraba una moderación salarial que encima era compensada con una mayor productividad del trabajo.

Antes del ingreso en la Unión Económica y Monetaria, las devaluaciones competitivas (o externas) de la peseta fueron un factor determinante para impulsar la salida de la economía española de las crisis económicas. Sin duda, este ajuste nominal permitía recuperar la competitividad exterior y, en última instancia impulsar la actividad económica a través de la demanda externa. 

Pero una vez abandonada la moneda nacional con el euro y con la cesión de la política monetaria al Banco Central Europeo, la estrategia de recuperación de la competitividad con el exterior y la reactivación económica pasa por un proceso dedevaluación interna (o desinflación competitiva), basada en dos pilares: a) la búsqueda de un equilibrio presupuestario mediante un proceso de ajuste o consolidación fiscal; y b) el cambio de las pautas de comportamiento de los agentes económicos en la determinación de precios y salarios, que debería vincularse a la productividad real. Ello permitiría la moderación de la inflación, facilitando un proceso de desinflación competitiva.

Pero a la vista de lo acontecido desde 2011, la devaluación interna de la economía española navega con el rumbo equivocado.

Por un lado, la composición del ajuste fiscal de la economía española camina por la senda inadecuada, tal y como tuvimos de explicar en una entrada reciente del Blog. En primer lugar, el ajuste fiscal no se basa en una caída del gasto público, sino que su diseño es un combinación entre recortes de gasto público y subida de impuestos. En segundo lugar, los recortes de gasto público no se centran en el gasto corriente, sino que gran parte del recorte se ha basado en la bajada de la inversión pública, siguiendo la tendencia del último Gobierno socialista. Por último, el ajuste fiscal no está acompañado de una política de reformas estructurales que incidan en el incentivo de la oferta agregada, la liberalización del mercado de trabajo y la moderación de salarios. En este caso, las medidas que incidan por el lado de la oferta son escasas o tímidas, la liberalización del mercado de trabajo es incompleta y, por el momento, sólo se ha impulsado de manera exógena la moderación salarial en los empleados públicos, mientras que los salarios del sector privado han seguido creciendo o reduciéndose moderadamente (el ajuste ha sido el empleo). Además, los acuerdos de moderación salarial entre los agentes sociales, y entre estos y el Gobierno brillan por su ausencia.

Por otro lado, aunque en el últimos años los crecimientos en los salarios se han ido moderando e incluso se han reducido en 2012, esta reducción global del último año esconde dos mecanismos perversos, tal y como se puede ver en los siguientes gráficos.

En primer lugar, la tasa salarial firmada en los convenios colectivos ha aumentado en 2012 un 1,3%, cuando la tasa de paro ya roza el 27%.

En segundo lugar, y quizás más grave, aunque el coste laboral por hora trabajada en 2012 se ha reducido un 3,1 % (4º trimestre de 2012 sobre 4ª trimestre de 2011), esta bajada esconde un escandaloso comportamiento "dual":
  • Mientras que el peso de la caída de los salarios los soportan los empleados públicos y los empleados afines (empleados de sectores "concertados"): sector de administración pública y defensa y seguridad social obligatoria (-15,9% de caída de salarios); sector de actividades sanitarias y de servicios sociales (-10,4% de caída de salarios).
  • La subida salarial en los sectores (mal) regulados o (ineficientemente) subvencionados es provocadora y estridente: sector subvencionado de las industrias extractivas o mineras (+10% de subida de salarios); sector regulado de suministro de energía eléctrica y gas (+9,4% de subida de salarios).


Durante el año 2010 se puso de moda entre algunos académicos y comentaristas económicos la defensa del llamado efecto demostración de los salarios públicos sobre los salarios privados. En síntesis, se  afirmaba que la reducción de los salarios públicos tendría un efecto demostración sobre la negociación salarial privada, reduciendo significativamente los incrementos salariales acordados y, por tanto, impulsando el empleo y la actividad económica. Parece que se equivocaron y el efecto demostración está siendo insignificante.

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