Crisis de oferta y crisis de demanda. ¿Caso único?
"La crisis actual es más compleja. Viene por el lado de la demanda y por el de la oferta. Hay que evitar que las empresas cierren por falta de liquidez. Hay que dar cobertura de ingresos a los empleados desde el primer día en que queden temporalmente sin trabajo" A.Costas 13/03/2020
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1-Los precios bajan por sexto mes y hunden más a España en la deflación
Los precios en España siguen hundidos y en septiembre, por sexto mes consecutivo, bajaron con respecto al mismo periodo del año pasado. Según los datos adelantados este martes por el INE, el IPC anual se situó en el -0,4% y ahondó en la deflación en la que ha caído España como consecuencia de la crisis del coronavirus.
El INE apenas ofrece datos por productos y servicios con el IPC adelantado, pues todavía no ha terminado el mes. Pero sí señala como clave la bajada de los precios de los carburantes, que hace un año subían. El IPC armonizado, que es el mismo para todos los países de la Unión Europea, fue dos décimas inferior, del -0,6%.
La evolución mensual de los precios, en cambio, fue algo positiva, si bien en ella intervienen factores estacionales. El IPC avanzó dos décimas con respecto a agosto (0,2%), mientras que el IPCA se mantuvo idéntico al del mes anterior.
Lo que explica este ligero avance, según el INE, es la subida de los precios de la electricidad y que la bajada de los paquetes turísticos fue inferior a la que se produjo entre septiembre y agosto de 2019. La inusual temporada vacacional hizo que las empresas del sector no pudieran subir tanto los precios en los meses de más actividad, por lo que el fin del verano no los bajaron tanto.
La deflación, consecuencia de la caída económica
La llegada de la pandemia de coronavirus en marzo sumió a España en una grave crisis sanitaria pero también económica. Como consecuencia del parón de la actividad que provocó el estado de alarma, entre marzo y junio, y el confinamiento, la economía española ha caído en recesión en la primera mitad del año. En el segundo trimestre, el PIB bajó un 17,8% con respecto al primero y un 21,5% interanual. Son los peores datos de toda la serie histórica del INE.
En todas las recesiones, sobre todo si hablamos, como es el caso, de una de alcance mundial, uno de los productos que suele abaratarse más rápidamente son los carburantes. El freno de la actividad repercute inmediatamente en una menor demanda de petróleo, lo que baja su cotización. Su impacto en los precios es muy grande, pues la dependencia de los carburantes para el transporte y el funcionamiento de la industria es muy alta.
En esta crisis sí hemos visto como algunos productos subían, como los alimentos, por su mayor demanda inicial y porque las empresas fabricantes y distribuidoras también incrementaron costes por las medidas de prevención contra la Covid-19. Este fenómeno ha frenado un descenso de los precios que, de otra forma, habría podido ser muy superior.
- https://www.economiadigital.es/finanzas-y-macro/los-precios-bajan-por-sexto-mes-y-hunden-mas-a-espana-en-la-deflacion_20097877_102.html?fbclid=IwAR3DMMYT8xObihBhTzYgOcQP1gyHfijpvuSExngsGPPQnko3qMyivamkYg8
2-La tasa de ahorro de las familias se dispara y puede desembocar en una pésima noticia
El Gran Confinamiento disparó el ahorro de los hogares hasta niveles históricos entre abril y mayo. La incapacidad para asumir los gastos habituales y el miedo a la pandemia situó su tasa anual en el 31,1% de la renta disponible, su valor más alto de toda la serie, iniciada en 1999, muy por encima del anterior máximo alcanzado en la anterior crisis económica. La capacidad de ahorro incluso subió a pesar del desplome de la renta disponible, lo que indica que parte de la contención del gasto fue forzoso. Se espera que en el próximo trimestre, la tasa de ahorro disminuya, pero está por ver si el ahorro forzoso se convierte en precautorio, una situación que complicaría la recuperación económica.
La pandemia y el Gran Confinamiento están provocando importantes anomalías en la economía, como que la capacidad de ahorro se haya disparado en el segundo trimestre, mientras las rentas disponibles y los salarios se desploman. Según las Cuentas Trimestrales no Financieras del INE en el segundo trimestre, periodo que coincide el confinamiento más duro de la economía y los meses de apertura progresiva; la renta nacional bruta y la renta nacional disponible bruta disminuyeron un 17,3% y un 17,6% en términos anuales, mientras la remuneración de los asalariados se redujo un 14%. Lo normal ante estas caídas es que las familias pierdan capacidad de ahorro.
Sin embargo,las familias ahorraron más de 60.200 millones de euros, la cifra más alta de toda la serie histórica y casi el doble que en el primer trimestre, cuando fue de 36.856 millones. Lo que se traduce en que la tasa de ahorro se situó en el 31,1%. "Una característica muy específica de la crisis actual es que, al menos en las economías avanzadas, los ingresos, protegidos de forma masiva por la política fiscal, están cayendo mucho menos que el consumo, provocando un ahorro forzoso", explica el economista jefe de AXA, Gillies Moec. El gasto en consumo final de los hogares se estima en 133.222 millones de euros, que supone un descenso del 23,9% respecto al mismo trimestre del año anterior, prácticamente siete puntos porcentuales por encima de la renta disponible y diez puntos por encima del descenso de los salarios.
En una crisis de estas características lo normal es que la destrucción de empleo se hubiera desbocado rápidamente y con ella la caída de rentas y salarios hubiera sido mucho más pronunciadas, pero las medidas desplegadas por el Gobierno como los Ertes ha amortiguado momentáneamente el golpe.
Otra parte del excedente histórico del ahorro es que el consumo fue limitado por las medidas de contención del virus. El cierre de muchos comercios, el impacto del teletrabajo o la suspensión de vacaciones por parte de muchas familias se transformó en ahorro.
En el comienzo de las crisis, lo habitual es que las familias suelen ahorrar por precaución, por el miedo a perder el empleo o que vean riesgos de garantizar otras renta como alquileres o dividendos. Esto suele agravar la situación económica. Las familias consumen menos y se retrasan sus decisiones de grandes gastos. La crisis económica provocada por el coronavirus se ha saltado este paso y queda la duda cómo evolucionará el conocido como ahorro del miedo.
La segunda ola de infecciones en España no hace presagiar nada bueno, y todo apunta que en el próximo trimestre la tendencia de las familias será de abrocharse el cinturón. "La alta incertidumbre podría llevar a los hogares a aumentar sus ahorro por precaución, lo que reduciría el consumo privado actual y frenaría aún más el crecimiento del PIB", advertía la pasada semana en su boletín el BCE.
A cierre de 2019, la tasa de ahorro se situó en el 7,4%. El Consejo General de Economistas vaticinaba en sus últimas previsiones que a final de año se situaría alrededor del 10%. Implica que en los próximos trimestres se irá reduciendo la capacidad de ahorro de las familias a buena velocidad, pero la tasa al 10% supone unos niveles elevados para España. La última vez que el país registró una cifra parecida fue en 2011, en plena recesión.
Las cuentas de la Administración Pública son las que más sufren
Las Administraciones Públicas registraron en el segundo trimestre una necesidad de financiación de 61.589 millones de euros, la mayor en cualquier trimestre desde que arrancó la serie en 1999. La necesidad de financiación fue del 13,2% del PIB, en máximo en 21 años.
Este fuerte repunte de la necesidad de financiación de las Administraciones Públicas, motivado por la crisis sanitaria, se produjo tras reducirse su renta disponible en un 79,5%, hasta los 9.167 millones de euros, y aumentar su gasto en consumo en un 5,5%, hasta los 63.875 millones de euros.
Esta circunstancia redujo prácticamente a cero la capacidad de financiación de la economía española frente al resto del mundo. En concreto, se situó en 2.144 millones de euros, el 0,9% del PIB, en el 0,2% del PIB, eliminando los efectos estacionales y de calendario.
- https://www.eleconomista.es/economia/noticias/10799280/09/20/La-tasa-de-ahorro-en-Espana-se-dispara-a-maximos-historicos-y-por-que-es-una-pesima-noticia.html
3-Deuda publica
La crisis es global y simétrica, pero las condiciones iniciales de deuda pública condicionarán la recuperación
Las peores previsiones elevan ese nivel de endeudamiento hasta el 120% del PIB. La propuesta original de la Comisión Europea, que Michel había mantenido hasta ahora, planteaba 500.000 millones en subvenciones y 250.000 millones en créditos.
El shock sobre la deuda pública será de 20 o 30 puntos de PIB. Pero la deuda alemana u holandesa subirá hasta el 80%-90% del PIB mientras la italiana superará el 160% del PIB. Los economistas sabemos muy poco del fenómeno financiero, pero sí sabemos que los inversores son procíclicos. En las expansiones tienen exuberancia irracional y provocan burbujas y en las recesiones se asustan y buscan refugio en los activos libres de riesgo. La deuda española no es considerada libre de riesgo, por eso ha sido necesaria la intervención del BCE. Nuestra deuda acabará próxima al 120% del PIB a finales de 2020.
La próxima semana la Comisión Europea publicará su escenario de primavera y el déficit estructural español, el que no depende del ciclo, se situará por encima del 3% del objetivo del pacto de estabilidad. Los economistas recomendamos hacer políticas fiscales expansivas en las recesiones para suavizar el impacto sobre la tasa de paro. Pero eso solo es posible si el país tiene capacidad de financiar el aumento de la deuda pública.
España fuera del euro ya estaría solicitando un rescate al FMI. Dentro del euro el BCE compra nuestra deuda pública y mantiene los tipos bajos, lo cual es una condición necesaria para que una deuda sea sostenible. Otra condición es aumentar el crecimiento potencial y es necesario potenciar políticas que lo permitan.
También es condición necesaria tener un superávit primario, excluyendo el gasto en intereses de la deuda. El Estado español no tiene superávit primario desde 2007. Desde entonces España financia gasto corriente con deuda pública, lo cual es la causa principal de nuestro riesgo de insostenibilidad de la deuda pública. El Gobierno, esté el partido que esté, tendrá que subir el IVA de nuevo, que es el impuesto que más capacidad de recaudación tiene. Tendrá que priorizar nuevos gastos como desempleo, sanitario, pensiones mínimas y pobreza severa y recortar en otras partidas.
Mi colega de la Universidad de Alcalá Francisco Comín ha estudiado las crisis de deuda en España desde 1500. El indicador de alarma es el total de emisión de deuda entre los ingresos públicos. Este año aumentará hasta el 65%, el nivel más alto desde Fernando VII, hace 200 años. Cuanto antes reconozcamos la realidad, antes saldremos de la crisis y reduciremos la infelicidad que aun así será muy elevada de nuevo.
- https://elpais.com/economia/2020-04-30/deuda-publica-al-120-del-pib.html
La deuda pública llegará al 120% del PIB y costará un 1% de avance anual
En estos momentos, las políticas económicas deben encaminarse a dar liquidez al tejido productivo- https://www.facebook.com/datosmacro
- https://datosmacro.expansion.com/deuda/espana
España | COVID-19: ¿una crisis de oferta o de demanda?
La caída prevista en el PIB como consecuencia de la COVID-19 no tendrá parangón histórico. La disminución en el PIB por población en edad de trabajar en 2020 superará previsiblemente el 10% respecto a 2019, retrocediendo al nivel de 2015.
Puntos clave
- La magnitud de esta caída hace más necesario que nunca una evaluación de los factores que están detrás de esta debacle.
- Donde posiblemente surgen las discrepancias es en el tipo de políticas a aplicar durante la recuperación.
- España alcanzará unos niveles de deuda pública sobre PIB cercanos al 120%, unas tasas de desempleo varios puntos por encima del 13,8% de 2019, y unas necesidades de gasto superiores.
- En el conjunto del 2020, los factores de oferta y demanda tendrían un peso similar, aunque con comportamientos diferenciados por trimestres.
- En el primer semestre de 2020, el PIB se contraerá previsiblemente más de un 20% y la afiliación a la Seguridad Social un 4,9% respecto al cuarto trimestre de 2019.
Autores
- https://www.bbvaresearch.com/publicaciones/espana-covid-19-una-crisis-de-oferta-o-de-demanda/
COVID-19: ¿una crisis de oferta o de demanda?
La caída prevista en el PIB como consecuencia de la COVID-19 no tendrá parangón histórico. La disminución en el PIB por población en edad de trabajar en 2020 superará previsiblemente el 10% respecto a 2019, retrocediendo al nivel de 2015. La magnitud de esta caída hace más necesario que nunca una evaluación de los factores que están detrás de esta debacle. Esta crisis ha generado un amplio consenso en cuanto a sus determinantes y a los canales de propagación. Donde posiblemente surgen las discrepancias es en el tipo de políticas a aplicar durante la recuperación. España alcanzará unos niveles de deuda pública sobre PIB cercanos al 120%, unas tasas de desempleo varios puntos por encima del 13,8% de 2019, y unas necesidades de gasto superiores. Entender la crisis, sus causas y sus consecuencias es el paso previo y necesario para el diseño y la evaluación de las políticas económicas a implementar.
En un estudio reciente de BBVA Research, FEDEA y la Fundación Rafael del Pino evaluamos la importancia de un amplio conjunto de factores estructurales que está determinando el comportamiento cíclico de la economía española durante la crisis de la COVID-19. Para ello se estiman las principales perturbaciones estructurales que explican la evolución del crecimiento del PIB por persona en edad de trabajar durante 2019 y el primer trimestre de 2020 y, lo que es más novedoso, las que determinarán la recuperación durante los tres trimestres restantes de este año, en función de las previsiones de BBVA Research.
En el conjunto del 2020, los factores de oferta y demanda tendrían un peso similar, aunque con comportamientos diferenciados por trimestres. Los de demanda representan el 74% de la caída en el segundo trimestre, en el periodo más intenso del confinamiento, y contribuyen a un 48% de la caída en el conjunto del año. Por su parte, los factores de oferta supondrán el 84% del descenso interanual en el tercer trimestre, y representan el 52% de la contracción durante todo el 2020.
Entre los factores de demanda destaca la aportación negativa de las perturbaciones de consumo privado y de la demanda de viviendas. Por el contrario, el impulso del crédito bancario durante el segundo trimestre de 2020 habría impedido una caída adicional del PIB equivalente a 4,5 puntos porcentuales en su tasa interanual. Durante la crisis de la COVID-19, los factores de oferta que van a contribuir en mayor medida a la caída del PIB son la productividad total de los factores (el crecimiento del PIB no explicado por los inputs de producción) y los márgenes de precios y salarios, que determinan la distribución de la renta entre beneficios de las empresas y rentas del trabajo.
Dada la intensidad de los shocks negativos de oferta y su persistencia, estos resultados plantean la inquietud de que una parte de estos factores puedan dejar secuelas duraderas o, incluso, permanentes sobre la actividad y el empleo. Aunque la política fiscal es necesaria a corto plazo para hacer frente a la crisis de demanda, una salida sólida de la economía española hace más apremiante que antes de la pandemia la implementación de reformas estructurales y políticas presupuestarias para ganar margen fiscal, que nos permitan afrontar con éxito los retos medioambientales y de la digitalización que ya tenemos encima.
Finalmente, hay que destacar el escaso aumento previsto de la tasa de desempleo durante la crisis de la COVID-19 en relación a las anteriores. Hasta 2019, la evidencia para España indica que, en promedio, por cada punto de variación en la tasa de crecimiento del PIB, el empleo respondía cerca de 1,1 puntos. En el primer semestre de 2020, el PIB se contraerá previsiblemente más de un 20% y la afiliación a la Seguridad Social un 4,9% respecto al cuarto trimestre de 2019. En el segundo trimestre del año, la tasa de paro habrá sido previsiblemente similar a la de principios de 2016, lejos de los niveles de paro alcanzados durante la Gran Recesión. Su evolución futura dependerá de la capacidad para absorber a los trabajadores actualmente en los ERTE, de recuperar la productividad por empleado y de las reformas que se realicen para que la recuperación sea lo más intensa y sostenible posible.
- https://www.fxstreet.es/analysis/covid-19-una-crisis-de-oferta-o-de-demanda-202007060813
Porque bajan los precios? Porque hay deflación? que ocurre en una deflación? Que es una crisis de oferta y una crisis de demanda ? Que ocurre cunado se producen al mismo tiempo?
Crisis de demanda es la crisis económica producida por un desequilibrio del mercado que presenta un defecto de demanda, o bien, un exceso de oferta. (Es la causa de la crisis de 1873 y de la crsis del 1929 que llevó a su tratamiento y solución con la política del New Deal
¿Es necesario un new deal verde?
¿Es necesario aplicar modelso de 4- 5 helices?
¿Es necesario una politica industrial europea?
¿Es necesario un federalimos europeo que consiga que Europa sea una area económica optima?
La inflación.
Es como la tensión de la correa con que una persona pasea a su perro.
Un 75% de expertos cree que el shock de oferta por el coronavirus pasará a ser de demanda
Con datos de 7/03/2020
El gran riesgo de la propagación del coronavirus es si su impacto en la economía global será transitorio, lastrando el crecimiento solo del primer trimestre y quizá del segundo, o si marcará un punto de inflexión; tal vez, incluso, si será el inicio de una recesión en distintas regiones del mundo. Para que ocurra lo primero, y que tras la contención venga una recuperación rápida, el shock debería quedarse en la oferta, en la producción. Debería limitarse a los efectos directos de una amenaza de pandemia: un frenazo de la producción derivado de los cierres de fábricas y problemas de stock por las restricciones en el transporte. La probabilidad de recesión aumenta si el shock se traslada a la demanda, si los consumidores comienzan a aplazar sus decisiones de compra y a postergar sus inversiones y sus necesidades de crédito por la incertidumbre.
El 75% de los expertos encuestados por elEconomista considera que ocurrirá este último escenario, que el shock de oferta pasará a ser de demanda, aunque entre las distintas opiniones -han sido preguntados en total cerca de 20 economistas, gestores y analistas- las dimensiones de las consecuencias son dispares. Tomando como horquilla válida el informe del Banco Mundial sobre el impacto desde una pandemia hasta una gripe moderada, este 2020, se reduciría el crecimiento desde 4,8 puntos porcentuales a 0,7 enteros, respectivamente. En los escenarios más extremos, lo que se adelanta es una crisis, quizá similar a la de 2008. En los más suaves, una simple desaceleración.
"La buena noticia es que, a diferencia de lo que ocurre con los desastres naturales como las inundaciones y los terremotos, la capacidad de producción debería rebotar en cuanto se recupere la normalidad: las fábricas y las oficinas no han sufrido daños y la inmensa mayoría de las personas que enferman se recuperan", explica Anna Stupnytska, responsable del área de macroeconomía global de Fidelity, quien advierte que "la otra cara es que esta situación podría provocar que los gobiernos esperasen acontecimientos hasta ver cómo evoluciona el virus antes de abrir el grifo del gasto público".
Chia-Liang Lian (Resp. deuda EM en Western Asset): "En un mundo dominado por las redes sociales, el efecto manada podría acentuar el coste psicológico"
La duración es clave
Sara Herrando, subdirectora de análisis de Norbolsa, quien considera que el shock de oferta sí se convertirá en uno de demanda, matiza que no será muy duradero, "por los niveles de paro actuales", y, además, lo achaca más a la desconfianza que a la disminución de renta disponible. Aunque en su caso limita el parón a la oferta, Miguel Angel Villoslada, gestor de MoraWeatlh, sigue la misma línea y afirma que "el nivel de inventarios puede ayudar a contener temporalmente las disrupciones en las cadenas de producción fuera de China", mientras que añade que "la fortaleza global del mercado laboral y la confianza del consumidor evitarán una caída del consumo y de la inversión".
Hay más expertos que asumen ya problemas en la oferta y en la demanda. "Consideramos que, en algunos puntos, es ya un shock de demanda ahora mismo: resulta evidente, por ejemplo, en todo lo relacionado con el desplazamiento de personas entre diversos puntos del Globo", comenta David Macià, director de inversiones de Crèdit Andorrà AM. "El virus ya ha pasado de ser un shock de oferta de China a ser una amenaza para la demanda mundial", insiste Paul O'Connor, director de multiactivos de Janus Henderson.
"Aerolíneas, agencias de viajes, hoteles, restaurantes y demás actividades relacionadas con el ocio presencial o congresos, ferias sectoriales y encuentros de negocios deberían quedar seriamente afectadas en el corto plazo", continúa el analista, quien incide en que para que "dicho shock se haga extensivo a otras áreas de la economía habrá que medir la duración y amplitud del episodio de propagación del virus en el que estamos inmersos".
Los análisis más extremos son los más temibles y los que desatan el pánico en el mercado. "Nuestro escenario base es que será un shock de oferta temporal, del que China conseguiría salir a mediados/finales del segundo trimestre, mientras que el resto del mundo lo haría ya en la segunda mitad del año: la recesión sería por tanto temporal", contempla Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank, quien, por el contrario, afirma que "si la enfermedad persiste más allá de primavera, el impacto económico será mucho mayor, pues efectivamente veremos una caída importante de la demanda, más permanente".
"En última instancia tiene un impacto muy importante a nivel global, que puede generar, por una parte, desabastecimiento derivado de la interrupción de la actividad y, por otra, subidas de los precios en los inventarios existentes", añade Ignacio Perea. "Lo que nos dice la historia es que estas crisis sanitaria tienen un efecto temporal, no permanente, sobre la actividad económica", tranquiliza Rosa Duce.
- https://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/10400371/03/20/Un-75-de-expertos-cree-que-el-shock-de-oferta-pasara-a-ser-de-demanda.html
Ante nosotros, una crisis de oferta
Existe una razón por la cual todas estas medidas de apoyo a la economía no están repercutiendo en tranquilidad para los inversores y subidas bursátiles: El problema no es de demanda sino de oferta. Da lo mismo rebajar tipos de interés para incrementar la demanda de dinero o empezar a hacer estímulos que tampoco sirvieron de mucho en el pasado (solo para crear una burbuja de renta fija). Lo único que se consigue rebajando el precio del dinero es hundir al sector bancario ya muy tocado.
Una crisis de oferta cronificada termina impactando a la demanda
No obstante, de una crisis de oferta podemos derivar a una de demanda, especialmente en un mercado global con relaciones comerciales cruzadas en los diferentes países. Si recordamos la Ley de Say, para demandar algo al mercado, primeramente hay que producir algo o comprometer la producción futura para obtener una renta presente (deuda).
En un país como España que es el segundo país en recepción de turistas a
escala global y que el sector del turismo aporta el 12% del PIB y el
13% del empleo, si todas estas limitaciones se terminan cronificando en
el tiempo más allá de un hecho puntual, tendrán un impacto tanto en el sector como en los sectores adyacentes, derivando en una crisis de demanda.
- https://www.elblogsalmon.com/economia/estimulos-no-sirven-para-nada-nos-dirigimos-a-crisis-oferta
"Esta crisis no es como la de 2008, se están repitiendo las medidas que funcionaron entonces, que eran políticas para estimular la demanda, pero aquí lo que tenemos es un shock de oferta". Daniel LaCalle
"Los avales del ICO nacen muertos, solo se han habilitado 6.000 millones de los 100.000 previstos, porque los que están cayendo son los que no acudían al crédito", consideró. En cuanto al papel de los bancos centrales, cree que "la liquidez va a llegar a quien ya la tenía, los estados y las mega empresas, que se financian a tipos negativos". En este sentido, reiteró que "en 2008 estalló la burbuja, la banca cerró el crédito y hubo un shock de demanda, pero esta vez no tiene nada que ver, no puedes aplicar políticas de demanda cuando el problema es que has cerrado la oferta".
Otro problema que ve Lacalle a esta política es que "se van a inflar los activos de riesgo y se incrementará la desigualdad financiera, mientras las empresas mueren por capital circulante". Algo que aboca a España y Europa a un escenario deflacionista, a su juicio. Eso sí, Lacalle cree que la banca está "mucho más preparada que en 2008 para hacer frente al riesgo que ya tiene en su balance, pero lo que no se puede pretender", como teme que hará el Gobierno, es "añadir otros 150.000 millones de riesgo vía avales; en 2008 el 83% de los créditos ICO entraron en impagos". Si se insiste en "trasladar" el riesgo a la banca, "nos encaminamos a otra crisis financiera de dos años". Daniel LaCalle
Para terminar, y tras repasar las tres grandes tendencias en las que recomienda invertir (tecnología disruptiva, sostenibilidad y demografía), Lacalle respondió a un cuestionario rápido en el que aventuró, "moderadamente optimista", que la recuperación será en 'U', que será difícil alcanzar un pacto de Estado, que no habrá nacionalizaciones y que tanto China como Estados Unidos saldrán "bien" de esta crisis.
Los shocks de oferta y el proceso de ajuste macroeconómico
- https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwjz1JrpuJbsAhUFyYUKHesLAo44ChAWMAl6BAgJEAI&url=https%3A%2F%2Fwww.bde.es%2Ff%2Fwebbde%2FSES%2FSecciones%2FPublicaciones%2FPublicacionesSeriadas%2FEstudiosEconomicos%2FFic%2Fazul33.pdf&usg=AOvVaw3Cv62NCwxBhRf689cNC610
La parálisis de la actividad empresarial resultante del 'shock' de oferta y de demanda amenaza con degenerar en una crisis financiera. Si las empresas no producen, tampoco ingresan y, si no ingresan, no pueden hacer frente a sus pagos salvo por la liquidez que tuvieran atesorada.
- https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/03/24/opinion/1585084670_364646.html
Por la demanda y por la oferta
La pandemia exige una medicina económica que evite una crisis gemela, sanitaria y económica. La experiencia de la crisis de 2008-2013 nos enseña que es mejor y menos costoso evitar la caída de la actividad económica y del empleo que tener que salir después al rescate de los bancos, las empresas y los parados. La crisis actual es más compleja. Viene por el lado de la demanda y por el de la oferta. Hay que evitar que las empresas cierren por falta de liquidez. Hay que dar cobertura de ingresos a los empleados desde el primer día en que queden temporalmente sin trabajo. Y hay que hacer llegar ingresos adicionales a las familias que ven cómo aumentan sus gastos por el cierre de escuelas y atención a los familiares. Todo eso incrementará el gasto público. Pero es mejor endeudarse para evitar la enfermedad que para curarla.
La pandemia introduce un sentido de peligro colectivo frente al que la sociedad responde de forma solidaria. Algunos expertos y políticos creen que ante una gran catástrofe la gente se comporta de forma asustadiza, indisciplinada y egoísta. No es cierto. La mayoría se comporta de forma solidaria, dando prioridad a los demás antes que a sí mismos. Y está dispuesta a cambiar las normas sociales, tanto interpersonales como relacionadas con el ocio y el medio ambiente. No es cierto que solo las sociedades totalitarias como China sean más capaces de aceptar medidas drásticas como las cuarentenas. Las sociedades liberales pueden hacerlo con un mejor equilibrio entre restricciones y respeto a las libertades y los derechos humanos.
Y la cuarta. La pandemia permite construir empresas más productivas e inclusivas. El cambio hacia normas sociales más solidarias y sostenibles tiene que producirse también en el seno de las empresas. Los directivos y accionistas tienen una oportunidad de oro para mostrar su orientación al bien común. No se trata de salvar solo las empresas, sino todos los interesados en su mantenimiento y rentabilidad a largo plazo. Es necesario negociar una mayor flexibilidad sin romper la relación laboral, acompañada de un mayor compromiso colectivo. Algunos temen que surjan muchos 'free-riders' ('gorrones'). Pero la evidencia que tenemos los economistas no apoya ese temor. De esta forma, la crisis económica durará lo que dure la sanitaria. De otra forma, volveríamos a tener otra década perdida.
Escepticismo frente a esperanza
¿De qué depende de que se materialice esta oportunidad que trae la pandemia para construir una sociedad mejor? Del funcionamiento de la política, tanto de la nacional como de la europea. Y es aquí donde el escepticismo reta mi esperanza.
En el plano nacional, tenemos una hornada de políticos jóvenes e inexpertos que hasta ahora han estado peleando para ver quién es el más listo de la clase. La pandemia es una oportunidad para que pongan el bien común por delante de sus intereses partidistas y personales. Veremos si aprueban este examen.
En el ámbito europeo, veo que el Banco Central Europeo está por la labor, pero no advierto en los dirigentes políticos conciencia del sentido de urgencia. Siguen bajo la nebulosa mental de la austeridad y dentro del corsé de las reglas del déficit y la deuda. Es la última oportunidad que tienen las autoridades de la zona euro para diseñar una medicina económica que evite otra recesión y dar lugar a otros 'brexits'. Si no cambian, al Gobierno español no le quedará más remedio que forzar más allá del límite las cláusulas de excepcionalidad del pacto de estabilidad y crecimiento. Pero mantengo una esperanza escéptica de que la política europea entienda el sentido de urgencia del momento.
- https://www.elperiodico.com/es/opinion/20200313/articulo-anton-costas-pandemia-coronavirus-como-oportunidad-economia-crisis-7888379
Historias de ayer y hoy: el ‘two-handed approach’
Muchos de los lectores de NeG, y desde luego la mayoría de los colaboradores, son lo suficientemente jóvenes como para que les resulte igual de cercana la Gran Depresión que la estanflación de los setenta/ochenta del siglo pasado. Para ellos, ambas son historia. Sin embargo para quienes iniciábamos nuestra andadura profesional por aquellas fechas –en los ochenta, no en los treinta- es difícil no establecer comparaciones entre la situación actual y la que sufrieron las economías occidentales y, muy en particular, España hace tres décadas.
Las diferencias son notables. Mientras que nadie duda en catalogar la recesión actual (2007-2017) como una recesión típica de demanda, los shocks de oferta tuvieron una importancia crucial en la estanflación de entonces. Aspectos como el desarrollo y la integración financiera, la globalización, etc, son también factores que diferencian uno y otro episodio. Por ello no deja de ser sorprendente el paralelismo entre las propuestas de política económica que entonces hicieron furor en el mundo académico –también tras la recesión de principios de los noventa- y las que hoy se proponen desde ámbitos similares. Algún crítico avispado podría habernos advertido de esta aparente inconsistencia. ¿Cómo es que, a pesar de estas diferencias en el diagnóstico, hoy seguimos proponiendo algo parecido a lo que entonces se dio en llamar ‘two-handed approach’?
El two-handed approach proponía la aplicación simultánea de políticas de oferta y de demanda y fue defendido por muchos economistas europeos como Charlie Bean, Olivier Blanchard, Willem Buiter, Rudi Dornbusch, Richard Layard, Steve Nickell, entre otros. Su lógica se entiende de una forma natural cuando la economía sufre un shock de oferta de la magnitud de los sucesivos incrementos del precio del petróleo en 1973 y 1978. La caída de la actividad y el aumento del paro hacen muy tentadora la aplicación de medidas fiscales y monetarias contracíclicas que, sin embargo, acaban teniendo un efecto inflacionario que se suma al del shock inicial. Esta fue de hecho la respuesta de (la mayoría de) bancos centrales y gobiernos en 1973 llevando a la inflación en muchos países desarrollados a valores cercanos al 20 por ciento anual. Tras el segundo shock en 1978 la política monetaria cambió de orientación, centrándose en la recuperación de la estabilidad de precios. El resultado fue un incremento generalizado del desempleo y una lenta vuelta de la inflación a los niveles de los años sesenta. Tras el shock de oferta, la expansión de la demanda primero y su drástico frenazo después sumieron a las economías en una situación de elevado paro e inflación y pusieron en cuestión el uso tradicional de las políticas de estabilización.
El two-handed approach -que Charlie Bean denominaba jocosamente ‘two hundred approach’, para señalar el predicamento creciente que fue teniendo en la profesión- partía de la convicción de que las políticas de demanda sólo tendrían el efecto deseado si simultanea y rápidamente se aplicaban políticas dirigidas a mejorar las condiciones de oferta de la economía. Estas políticas de oferta eran necesarias para compensar el encarecimiento de un input fundamental para la producción y para favorecer el cambio de tecnologías, en favor de un uso menos intensivo de los derivados del petróleo, con la mayor eficiencia y el menor coste posibles. También en la recesión de principios de los noventa, la elevada volatilidad del desempleo y la persistencia de la inflación volvieron a poner sobre la mesa la necesidad de reformar los mercados como paso previo a la aplicación de políticas contracíclica de demanda.
A pesar de diferente naturaleza de la crisis actual, las discusiones de política económica están siguiendo –en España sobre todo- una pauta muy similar. La respuesta inicial, coordinada en la reunión del G20 en Londres, fue un estímulo monetario y fiscal sin precedentes, pero cuando este ha empezado a dar síntomas de agotamiento muchos han vuelto la vista hacia propuestas que enfatizan la necesidad de corregir las limitaciones por el lado de la oferta de la economía y, muy en particular, del mercado de trabajo. ¿Por qué esta preocupación de nuevo por las reformas? ¿Pero no habíamos quedado en que esto es una crisis de demanda? ¿No bastará con mantener los estímulos hasta que se recupere el buen funcionamiento del sector financiero?
Desde el inicio de la crisis ha habido una reivindicación del uso de las políticas de estabilización –‘we are all keynesians now’. De hecho las condiciones para que las políticas de demanda alcancen todo su potencial parecen ahora idóneas. La contracción del crédito es un campo abonado para que los bancos centrales se embarquen en políticas monetarias expansivas, y la caída resultante en la demanda del sector privado abre la puerta a una expansión del gasto público. Las características específicas de la crisis financiera permitieron además abrigar grandes esperanzas sobre la eficacia de las políticas fiscales discrecionales y de los estabilizadores automáticos: el mantenimiento de tipos de interés muy reducidos –ausencia de ‘crowding out’- y la existencia de consumidores ‘no ricardianos’ que básicamente consumen todo lo que ingresan y tienen por ello una tasa de ahorro muy baja. Por otra parte el principal riesgo de la aplicación excesiva de políticas de demanda es la inflación y este riesgo no aparece en el horizonte cercano, a pesar del extraordinario crecimiento de las magnitudes monetarias y de los ingentes déficits fiscales en muchos países desarrollados -de hecho no faltan quienes, como Martin Wolf, tildan a la política monetaria actual del BCE no de expansiva sino más bien de timorata.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el interés por las políticas de oferta ha ido ganando terreno otra vez. Hay varias explicaciones para ello y no todas son amables con los partidarios de las reformas. Para algunos se trata de ‘cierta pereza intelectual’, como se nos ha achacado desde diversos frentes académicos y periodísticos. Esto podría ser cierto para algunos que por edad hemos vivido ambas crisis y que a lo peor simplemente nos hemos limitado a repetir recetas de entonces. Pero muchos jóvenes economistas, que no vivieron aquellas recesiones, se han apuntado a una interpretación similar y con buenas razones para ello.
En primer lugar el parón del crédito no es tan sólo un shock de demanda, sino que tiene también los tintes de un shock de oferta aunque de forma poco convencional. Las economías desarrolladas han reducido sustancialmente su dependencia del petróleo -por lo que pueden considerarse más eficientes en lo energético- pero dependen mucho más del crédito, que ha crecido más rápidamente que el PIB en la última década. Cuando este se encarece o simplemente no está disponible, sus efectos sobre la producción y la demanda de trabajo y capital son inmediatos. De nuevo hay que reorganizar la producción, de nuevo hay que reasignar recursos hacia sectores menos intensivos en el uso del crédito bancario y de nuevo es necesario que este proceso se haga de la mejor forma posible –en términos de coste y de eficiencia.
Pero más importante todavía es el hecho de que la percepción que hoy tenemos de la eficacia y el uso adecuado de las políticas de demanda ha cambiado en más de un sentido. Es evidente que los estímulos públicos son necesarios para mitigar el impacto catastrófico que la pérdida generalizada de confianza tiene sobre la economía. Pero el mantenimiento de estas políticas durante un tiempo prolongado no ayuda necesariamente a recuperar dicha confianza, que es fundamental para superar la crisis financiera. Respecto a la política monetaria, la posibilidad de topar con el límite cero del tipo de interés es muy elevada en un contexto de baja inflación. Además el cortocircuito bancario afecta de una forma fundamental al mecanismo de transmisión monetaria. Algo similar ocurre con la política fiscal. Años de investigación teórica y empírica han confirmado que los multiplicadores fiscales son positivos aunque en general más pequeños de lo que tradicionalmente se suponía y, sobre todo, que estos multiplicadores son todavía más modestos cuando los estímulos fiscales no vienen acompañados de un compromiso creíble de consolidación en un plazo razonable. Además algunos de los supuestos en los que se basaba la presunción de un efecto importante de la política fiscal no se satisfacen. El mantenimiento de bajos tipos de interés por parte de los bancos centrales no es suficiente para mitigar el ‘crowding out’ cuando la percepción del riesgo es elevada. Prueba de ello es el proceso de ‘flight to quality’ que hace a muchos inversores demandar ávidamente algunos títulos públicos en detrimento de otros y de la inversión privada. El tipo de interés que fija el banco central pierde relevancia en la financiación externa de las empresas, que tienen que pagar una prima de riesgo muy importante o simplemente no pueden acceder al crédito bancario. Por otra parte, la necesidad de hacer frente a las deudas acumuladas en el pasado y la elevada incertidumbre están impulsando la recuperación de las tasas de ahorro de las familias, contribuyendo a reducir los multiplicadores fiscales.
Pero es que además la tolerancia social a los efectos no deseados de las políticas de demanda ha variado también sustancialmente . El costoso proceso de desinflación que tuvieron que afrontar las economías de mercado tras el segundo gran shock del petróleo ha condicionado desde entonces la actuación de los bancos centrales, que tienen entre sus mandatos la prevención de una inflación excesiva. Esto influye también en la capacidad para manipular los tipos de cambio y para reducir el peso de la deuda con inflación. Por otra parte, el proceso sostenido de expansión de la deuda pública –como ratio sobre el PIB- que tuvo lugar durante los ochenta, tanto durante las recesiones como en las expansiones, es hoy impensable. La propia globalización financiera, que hace que los gobiernos se endeuden en un mercado global –frente a una financiación más nacional hace años- impone un escrutinio diario de las condiciones macro-financieras de los países para colocar sus bonos en competencia con otros muchos países en situación similar.
La competencia que los países emergentes suponen para los más desarrollados plantea a estos el reto de una ganancia permanente de eficiencia para mantener nuestro nivel de vida relativo y el objetivo de pleno empleo –o algo que se le parezca- sin el recurso a políticas de demanda que sólo son eficaces si usan transitoria y juiciosamente. Esta ganancia de eficiencia requiere un esfuerzo para mejorar los mecanismos de asignación en nuestras economías. La Unión Europea en su conjunto es consciente de la urgencia con la que debe afrontarse este reto para evitar que la región se convierta en el ‘sick man of the world’ con un raquítico crecimiento en el futuro. España parte de un retraso notable respecto al promedio europeo por lo que su esfuerzo tiene que ser mayor. Incluso en la crisis con más componente de demanda que ha tenido lugar en los últimos tiempos, la necesidad de aplicar reformas estructurales va a estar presente entre las propuestas de política económica. Y por mucho tiempo. Larga vida al two-handed approach.
- https://nadaesgratis.es/admin/historias-de-ayer-y-hoy-el-%e2%80%98two-handed-approach%e2%80%99
Ademas a las complicaciones 1,2,3 podemos añadir:
- https://forosenar.blogspot.com/2020/10/reimagining-postpandemic-economic.html
- https://www.mckinsey.com/industries/public-and-social-sector/our-insights/reimagining-the-postpandemic-economic-future
- Machina-economicus or homo-complexicus: Artificial intelligence and the future of economics?Gregory A. Daneke[Arizona State University,USA
- Daneke, Gregory A. (2020) “Machina-economicus or homo-complexicus: Artificial intelligence and the future of economics?” real-world economics review, issue no. 93, 28September, pp. 18-39, http://www.paecon.net/PAEReview/issue93/Daneke93.pdf
Escenarios
- https://brujulaeconomica.blogspot.com/2020/05/estudio-de-4-escenarios-post-coronavirus.html
En otros paises:
El grupo de aerolíneas Lufthansa ha recomendado a los alumnos de su escuela de formación de pilotos en la localidad alemana de Bremen (norte de Alemania) que se busquen otro empleo y dejen la escuela sin compromisos financieros.
Lufthansa forma en Bremen a unos 700 pilotos que ya no va a necesitar los próximos años porque, al igual que otras aerolíneas, ha reducido capacidades.
- https://www.expansion.com/empresas/transporte/2020/10/01/5f75eeb8e5fdea28538b463c.html
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