Adolfo Castilla siguiendo el libro de Michael E. Lewitt nos explica los cambios más espectaculares de los últimos treinta años , la transformación de la economía americana de ser exportadora de bienes y servicios a ser exportadora de dólares y de productos financieros diversos con particular relevancia de los derivados. Ha tenido para ello la aquiescencia de China, Japón y los países árabes productores de petróleo.
Los derivados, como su nombre indica, se derivan de, o se apoyan en, un producto original subyacente. Son productos financieros cuyo valor se basa en el de otro activo existente previamente. Una persona puede tener, por ejemplo, una opción de compra de una tonelada de arroz a un año vista por un precio determinado acordado y cerrado. Es lo que se llamaría un futuro o una opción de futuro sobre el arroz en un determinado mercado en el que tal producto se comercialice. Si el precio acordado es de 100 Euros y el arroz vale en la fecha acordada más de ese precio, el que tiene la opción, es decir el comprador, obtiene una ganancia al quedarse con la tonelada de arroz; si vale menos, el que gana es el que concedió la opción, es decir el vendedor.
La opción de compra a un precio cerrado es un producto nuevo el cual puede a su vez ser comercializado, es decir, pasar de unas manos a otras. La tonelada de arroz es el producto subyacente y la opción de compra de dicha tonelada a un año vista es el producto derivado o simplemente el derivado.
Como se puede fácilmente entender, la forma básica del producto nuevo es un contrato escrito y firmado entre las dos partes que intervienen: el vendedor o emisor de la opción y el comprador o receptor de la misma. Sobre un producto tangible, real y físico como es el arroz, se ha generado un producto intangible como es el contrato de futuros. Este proceso antiguo, simple y correcto, es el que en los últimos tiempos se ha transformado en un infierno de la mano de los especuladores financieros.
Aunque sobre un producto tangible sólo puede y debe crearse un producto intangible, en el maremágnum de la economía financiera actual los intangibles han dado lugar a otros intangibles y a otros y a otros, en una espiral sin límites.
Se puede adelantar que en el caso del arroz indicado, el vendedor puede usar el contrato de venta a un año firmado con un comprador para obtener un crédito de una entidad bancaria. Dicho crédito podría interpretarse como un derivado de segundo nivel. Asimismo el tomador de la opción, o comprador, podría desear no correr riesgos y contratar un seguro sobre la diferencia de precio que pudiera producirse en la fecha de madurez del contrato. El seguro constituiría otro derivado financiero adicional.
El caso de la opción de compra futura del arroz es un derivado muy antiguo utilizado ya en el siglo XVIII en el Japón, según se puede ver en (1). Es posible que la espiral de derivados no ocurriera en ese caso histórico, peo sí se ha tenido lugar en la economía financiera de los últimos treinta años, y no tanto en el comercio de materias primas como en el de operaciones diversas con bonos, acciones, créditos y otros activos financieros.
Los derivados pueden ser de muy variados. Según el tipo de derivado los hay: de intercambio o permuta financiera (swaps en inglés); contratos de futuros, forwards o contratos de compraventa a plazos; opciones, incluidas los “warrants”; y contratos de diferencia.
Según los activos subyacentes los hay de: tipos de interés, acciones, divisas, bonos y de riesgo crediticio. Estos últimos constituyen un grupo propio de derivados al que se suele denominar “Derivados de Crédito” o “Derivados Crediticios”. Fueron en gran manera los responsables de la crisis de las hipotecas sub-primea del 2007 y han contribuido a la crisis financiera actual y a la confusión y el desorden que prevalecen en el sistema financiero mundial.
Llevando la clasificación a sus últimas consecuencias se podrían mencionar también a los derivados no financieros, basados en los mercados de materias primas, productos agrícolas, energía y otros.
En cuanto a la finalidad los hay de: negociación o especulación sobre el precio del producto subyacente; de cobertura, o disminución de riesgo; y de arbitraje de precios.
Hay muchos Derivados Financieros/Crediticios diferentes, pero los más conocidos y usados son los siguientes: CDS (“Credit Default Swap”), CDO (“Collateral Debt Obligations”), CLN (“Credit Linked Notes”), TRS (“Total Return Swaps”), CFD (“Contract for Differences”) y EDS (“Equity Default Swap”), entre otros.
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“Hedge Funds” es usada en el mundo de las inversiones con el significado de “Fondos de Cobertura”. Con el tiempo, curiosamente, han adquirido también los sentidos de “Fondos de Inversión Libre”, “Fondos de Inversión Alternativa” y, la más especial, de “Fondos de Alto Riesgo”. Algunos se refieren a ellos, incluso, como los “fondos de la gente rica”.
El primer Hedge Fund, según se puede ver en Internet (1) y que por tanto, todos mencionamos y repetimos, fue creado por el sociólogo y periodista financiero Alfred Winslow Jones (1901 – 1989) en 1949.
Lo que se le ocurrió a este australiano emigrado a Norteamérica a los 4 años con su familia, que se graduó en Harvard, hizo un doctorado en Columbia y se trasformó en un experto en finanzas y en bolsa, fue muy simple. Para neutralizar los movimientos del mercado de valores en su conjunto y disminuir el riesgo de una inversión, decidió equilibrar su cartera comprando a largo plazo activos que esperaba que subieran y vendiendo a corto plazo activos que esperaba que bajaran. Alfred W. Jones fue un hombre innovador y aportó también las ideas de invertir con apalancamiento, compartir el riesgo y pagar honorarios según los resultados obtenidos. Dijo que su fondo estaba “hedged”, es decir, cercado, separado, asegurado o protegido del conjunto de la bolsa en cuanto a la forma cómo manejaba su exposición al riesgo.
Se adelantó así, en lo relativo a la diversificación de carteras para disminuir el riesgo, a la labor del economista Harry Markowitz (1927- ) que ganó el Premio Nobel de Economía de 1990 compartido con Merton H. Miller (1923-2000) y William F. Sharpe (1934- ). Premio concedido, no obstante, más que a la labor puntual de Markowitz sobre la llamada “Portfolio Theory” y sus dos teoremas (sobre la frontera eficiente y sobre la selección de carteras), y a las de los otros dos galardonados, al hecho de que las finanzas, o la Economía Financiera, habían llegado a ser muy importantes para el mundo en esa época.
Con toda la atención que se ha prestado históricamente a la disminución del riesgo, parece mentira hoy que un instrumento pensado para ello y para asegurar los resultados obtenidos en la bolsa para una cartera de valores, como los Hedge Funds, hayan terminando siendo algo que introduce volatilidad, turbulencia y riesgo.
Los Hedge Funds se describen hoy como fondos llevados de forma muy agresiva que utilizan estrategias muy sofisticadas y que, a diferencia de los fondos mutuos que sólo invierten en acciones y bonos y supuestamente a largo plazo, comercian e invierten en todo tipo de actividades. Lo hacen a largo, y a corto, en la bolsa y “over the counter” (OTC), y en todo tipo de ciclos de las bolsas, tanto al alza como a la baja, con el objetivo de obtener altos resultados positivos bajo cualquier circunstancia por la que pasen los mercados de valores.
A ello contribuye el hecho de ser fondos -- mayoritariamente norteamericanos, por cierto -- con una legislación muy permisiva que al no estar abiertos al público en general no están controlados por nadie y tienen una elevada opacidad. NI las autoridades, ni instituciones diversas de las bolsas, ni los medios de comunicación, ni siquiera los propios inversores, conocen con detalle lo que estos fondos hacen.
En el libro de Michael E. Lewit, “La muerte del capital”, se dice lo siguiente en relación con la crisis financiera de 2008 que estuvo a punto de destruir el sistema financiero mundial:
“Lo que no fue evidente para los observadores del mercado (en particular los medios de comunicación) es que la presión de venta se generaba en el universo paralelo de los mercados de derivados crediticios, completamente opacos, sin regulación alguna, y cuyos precios se ocultaban, en su mayoría, tanto a los medios como al público. El descubrimiento de los precios se convirtió en algo equivalente a lanzar dardos en la oscuridad, porque no había puntos de referencia para medir el valor. La causa es que los tradicionales puntos de referencia – los precios de los instrumentos crediticios en efectivo – estaban siendo impulsados por los precios en la sombra de sus derivados, en mercados ocultos regidos por fórmulas matemáticas que tenían poca o ninguna relación con el mundo real, donde se producían las transacciones y actuaban seres humanos de carne y hueso”. (Página 223).
http://www.tendencias21.net/Prospectiva/Hedge-Funds-y-derivados-financieros-I_a244.html
http://www.tendencias21.net/Prospectiva/Hedge-Funds-y-derivados-financieros-II_a245.html
http://brujulaeconomica.blogspot.com/2009/03/productos-financieros-mercados.html
Los derivados, como su nombre indica, se derivan de, o se apoyan en, un producto original subyacente. Son productos financieros cuyo valor se basa en el de otro activo existente previamente. Una persona puede tener, por ejemplo, una opción de compra de una tonelada de arroz a un año vista por un precio determinado acordado y cerrado. Es lo que se llamaría un futuro o una opción de futuro sobre el arroz en un determinado mercado en el que tal producto se comercialice. Si el precio acordado es de 100 Euros y el arroz vale en la fecha acordada más de ese precio, el que tiene la opción, es decir el comprador, obtiene una ganancia al quedarse con la tonelada de arroz; si vale menos, el que gana es el que concedió la opción, es decir el vendedor.
La opción de compra a un precio cerrado es un producto nuevo el cual puede a su vez ser comercializado, es decir, pasar de unas manos a otras. La tonelada de arroz es el producto subyacente y la opción de compra de dicha tonelada a un año vista es el producto derivado o simplemente el derivado.
Como se puede fácilmente entender, la forma básica del producto nuevo es un contrato escrito y firmado entre las dos partes que intervienen: el vendedor o emisor de la opción y el comprador o receptor de la misma. Sobre un producto tangible, real y físico como es el arroz, se ha generado un producto intangible como es el contrato de futuros. Este proceso antiguo, simple y correcto, es el que en los últimos tiempos se ha transformado en un infierno de la mano de los especuladores financieros.
Aunque sobre un producto tangible sólo puede y debe crearse un producto intangible, en el maremágnum de la economía financiera actual los intangibles han dado lugar a otros intangibles y a otros y a otros, en una espiral sin límites.
Se puede adelantar que en el caso del arroz indicado, el vendedor puede usar el contrato de venta a un año firmado con un comprador para obtener un crédito de una entidad bancaria. Dicho crédito podría interpretarse como un derivado de segundo nivel. Asimismo el tomador de la opción, o comprador, podría desear no correr riesgos y contratar un seguro sobre la diferencia de precio que pudiera producirse en la fecha de madurez del contrato. El seguro constituiría otro derivado financiero adicional.
El caso de la opción de compra futura del arroz es un derivado muy antiguo utilizado ya en el siglo XVIII en el Japón, según se puede ver en (1). Es posible que la espiral de derivados no ocurriera en ese caso histórico, peo sí se ha tenido lugar en la economía financiera de los últimos treinta años, y no tanto en el comercio de materias primas como en el de operaciones diversas con bonos, acciones, créditos y otros activos financieros.
Los derivados pueden ser de muy variados. Según el tipo de derivado los hay: de intercambio o permuta financiera (swaps en inglés); contratos de futuros, forwards o contratos de compraventa a plazos; opciones, incluidas los “warrants”; y contratos de diferencia.
Según los activos subyacentes los hay de: tipos de interés, acciones, divisas, bonos y de riesgo crediticio. Estos últimos constituyen un grupo propio de derivados al que se suele denominar “Derivados de Crédito” o “Derivados Crediticios”. Fueron en gran manera los responsables de la crisis de las hipotecas sub-primea del 2007 y han contribuido a la crisis financiera actual y a la confusión y el desorden que prevalecen en el sistema financiero mundial.
Llevando la clasificación a sus últimas consecuencias se podrían mencionar también a los derivados no financieros, basados en los mercados de materias primas, productos agrícolas, energía y otros.
En cuanto a la finalidad los hay de: negociación o especulación sobre el precio del producto subyacente; de cobertura, o disminución de riesgo; y de arbitraje de precios.
Hay muchos Derivados Financieros/Crediticios diferentes, pero los más conocidos y usados son los siguientes: CDS (“Credit Default Swap”), CDO (“Collateral Debt Obligations”), CLN (“Credit Linked Notes”), TRS (“Total Return Swaps”), CFD (“Contract for Differences”) y EDS (“Equity Default Swap”), entre otros.
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“Hedge Funds” es usada en el mundo de las inversiones con el significado de “Fondos de Cobertura”. Con el tiempo, curiosamente, han adquirido también los sentidos de “Fondos de Inversión Libre”, “Fondos de Inversión Alternativa” y, la más especial, de “Fondos de Alto Riesgo”. Algunos se refieren a ellos, incluso, como los “fondos de la gente rica”.
El primer Hedge Fund, según se puede ver en Internet (1) y que por tanto, todos mencionamos y repetimos, fue creado por el sociólogo y periodista financiero Alfred Winslow Jones (1901 – 1989) en 1949.
Lo que se le ocurrió a este australiano emigrado a Norteamérica a los 4 años con su familia, que se graduó en Harvard, hizo un doctorado en Columbia y se trasformó en un experto en finanzas y en bolsa, fue muy simple. Para neutralizar los movimientos del mercado de valores en su conjunto y disminuir el riesgo de una inversión, decidió equilibrar su cartera comprando a largo plazo activos que esperaba que subieran y vendiendo a corto plazo activos que esperaba que bajaran. Alfred W. Jones fue un hombre innovador y aportó también las ideas de invertir con apalancamiento, compartir el riesgo y pagar honorarios según los resultados obtenidos. Dijo que su fondo estaba “hedged”, es decir, cercado, separado, asegurado o protegido del conjunto de la bolsa en cuanto a la forma cómo manejaba su exposición al riesgo.
Se adelantó así, en lo relativo a la diversificación de carteras para disminuir el riesgo, a la labor del economista Harry Markowitz (1927- ) que ganó el Premio Nobel de Economía de 1990 compartido con Merton H. Miller (1923-2000) y William F. Sharpe (1934- ). Premio concedido, no obstante, más que a la labor puntual de Markowitz sobre la llamada “Portfolio Theory” y sus dos teoremas (sobre la frontera eficiente y sobre la selección de carteras), y a las de los otros dos galardonados, al hecho de que las finanzas, o la Economía Financiera, habían llegado a ser muy importantes para el mundo en esa época.
Con toda la atención que se ha prestado históricamente a la disminución del riesgo, parece mentira hoy que un instrumento pensado para ello y para asegurar los resultados obtenidos en la bolsa para una cartera de valores, como los Hedge Funds, hayan terminando siendo algo que introduce volatilidad, turbulencia y riesgo.
Los Hedge Funds se describen hoy como fondos llevados de forma muy agresiva que utilizan estrategias muy sofisticadas y que, a diferencia de los fondos mutuos que sólo invierten en acciones y bonos y supuestamente a largo plazo, comercian e invierten en todo tipo de actividades. Lo hacen a largo, y a corto, en la bolsa y “over the counter” (OTC), y en todo tipo de ciclos de las bolsas, tanto al alza como a la baja, con el objetivo de obtener altos resultados positivos bajo cualquier circunstancia por la que pasen los mercados de valores.
A ello contribuye el hecho de ser fondos -- mayoritariamente norteamericanos, por cierto -- con una legislación muy permisiva que al no estar abiertos al público en general no están controlados por nadie y tienen una elevada opacidad. NI las autoridades, ni instituciones diversas de las bolsas, ni los medios de comunicación, ni siquiera los propios inversores, conocen con detalle lo que estos fondos hacen.
En el libro de Michael E. Lewit, “La muerte del capital”, se dice lo siguiente en relación con la crisis financiera de 2008 que estuvo a punto de destruir el sistema financiero mundial:
“Lo que no fue evidente para los observadores del mercado (en particular los medios de comunicación) es que la presión de venta se generaba en el universo paralelo de los mercados de derivados crediticios, completamente opacos, sin regulación alguna, y cuyos precios se ocultaban, en su mayoría, tanto a los medios como al público. El descubrimiento de los precios se convirtió en algo equivalente a lanzar dardos en la oscuridad, porque no había puntos de referencia para medir el valor. La causa es que los tradicionales puntos de referencia – los precios de los instrumentos crediticios en efectivo – estaban siendo impulsados por los precios en la sombra de sus derivados, en mercados ocultos regidos por fórmulas matemáticas que tenían poca o ninguna relación con el mundo real, donde se producían las transacciones y actuaban seres humanos de carne y hueso”. (Página 223).
http://www.tendencias21.net/Prospectiva/Hedge-Funds-y-derivados-financieros-I_a244.html
http://www.tendencias21.net/Prospectiva/Hedge-Funds-y-derivados-financieros-II_a245.html
http://brujulaeconomica.blogspot.com/2009/03/productos-financieros-mercados.html
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