Finn Kydland: "España es un país fascinante y también un misterio para los economistas"

Finn Kydland: "España es un país fascinante y también un misterio para los economistas

Finn Kydland, 75 años, fotografiado en Madrid con una Harley. Entre sus pasiones está tocar la guitarra eléctrica.

El profesor noruego Finn Kydland es Premio Nobel por sus aportaciones en macroeconomía. Ahora analiza las variables que influyen en el bienestar. "La vida no está hecha solo de números", dice.
En la pequeña comunidad agrícola de Søyland, al sur de Noruega, nadie imaginaba que uno de sus lugareños acabaría ganando un Premio Nobel de Economía. Eso o que a los orgullosos habitantes del fiordo de Boknafjorden no les quita el sueño el famoso galardón. "En mi pueblo natal la gente me sigue tratando como lo que soy, una persona normal y corriente", asegura Finn Kydland (Bjerkreim, Noruega, 1 de diciembre de 1943). "La única diferencia entre mi vida antes y después del Nobel es que ahora puedo permitirme el lujo de viajar en primera clase". Hace 15 años, en 2004, este simpático profesor de universidad recibió el reconocimiento de los académicos suecos por su contribución a la macroeconomía dinámica. "Estudié la consistencia en el tiempo de las políticas económicas y las fuerzas impulsoras detrás de cada ciclo económico", cuenta el matemático noruego. "Al parecer, la semilla de mis investigaciones acabó dando sus frutos", se jacta con comicidad. "Los números me dieron la razón".
Una de las conclusiones a las que llegó fue que dichas políticas gubernamentales, combinadas con los cambios tecnológicos, inciden de manera significativa en el comportamiento económico a gran escala. "Frente a las teorías keynesianas sobre la perspectiva de la demanda, nosotros demostramos que las políticas de oferta ofrecen mejores resultados a largo plazo". Su estudio, que presentó junto al profesor Edward C. Prescott, tuvo un gran impacto en las reformas de los bancos centrales y en las políticas monetarias de muchos países. "También explicaba las causas del fracaso de las estrategias antiinflacionistas de los años 70", añade. Sin embargo, no fue capaz de prever la crisis de 2008. "Ese tipo de shocks no se pueden anticipar. Es lo que en estadística se conoce como random walk [camino aleatorio] y no hay forma alguna de predecir ese comportamiento". La única manera posible de adelantarse a la próxima debacle financiera, dice, es atendiendo a ciertos signos de la economía global, "tales como la curva de rentabilidad, la caída de divisas de mercados emergentes o la guerra comercial que mantiene Estados Unidos con China".

El reto de la tercera edad

Pero Kydland no ha venido a España para hablar de la crisis, sino a participar en una serie de conferencias sobre El futuro del envejecimiento. Tal era el título de las ponencias que organizó hace unos días la Fundación Ramón Areces y que convocó en Madrid a media docena de premios Nobel y a otras tantas autoridades en el campo de las ciencias y las letras para debatir sobre los retos de la tercera edad en las sociedades modernas. Junto a Kydland, expusieron sus ideas y reflexiones Mario Vargas Llosa y Valentín Fuster, entre otros invitados ilustres. "La vida es una carrera contra el tiempo", asevera Kydland. "Pero más allá de la cifra de años que viviremos, lo que realmente nos inquieta es llegar a saber cuánto nos podemos permitir vivir". Calidad frente a cantidad, afirma, con la mirada puesta en la edad de jubilación, las pensiones y las enfermedades neurodegenerativas. "Se calcula que en 2050 se habrán duplicado los casos de Alzhéimer en EEUU, lo que nos obligará a reajustar la economía para proteger a las familias afectadas". Según Kydland, los cambios demográficos, el aumento de la esperanza de vida y la automatización del trabajo ya apuntan a un nuevo modelo productivo. "Siempre digo que la economía no consiste en dar respuestas, sino en formular las preguntas adecuadas. Y ahora vivimos entre interrogantes".
Vaya por delante que Kydland no es partidario de la jubilación obligatoria. "Me parece ridículo que en Noruega o Canadá los profesores tengan que retirarse por ley". Él se sigue sintiendo joven a los 75 años. "Según mi mujer, una eminente profesora de neurociencia, a veces me comporto como un adolescente", bromea. "Y la verdad es que si pienso en lo que hacía a los veintitantos no encuentro muchas diferencias respecto a mi vida actual". El optimismo con que Kydland se proyecta en el futuro ("me he propuesto cruzar el umbral de la centena y soplar tres velas") tiene fundamento genético: una madre que acaba de cumplir 97. "Cuando pienso por qué mi madre ha llegado a tan avanzada edad en buen estado de salud se me ocurren dos hipótesis: el contacto con la naturaleza y la vida social. Todos los viernes, incluso los más gélidos, mi madre salía a bailar con un grupo de amigos". Con un único inconveniente demográfico: "A medida que pasaba el tiempo cada vez había menos hombres en la pista".
Cuando no está corrigiendo exámenes en la Universidad de California, donde tiene su residencia, o impartiendo conferencias por el mundo como integrante del programa Nobel Prize Dialogues, este admirador de Stevie Ray Vaughan y Kenny Wayne Shepherd se encierra en su despacho para trastear con una vieja guitarra eléctrica. "Una vez al año mi mujer y yo nos embarcamos en el Blues Cruise y visitamos las mejores playas del Caribe junto a 25 bandas de músicos que tocan día y noche". Y añade: "Cuando uno escucha ciertos temas de blues comprende que la música puede producir la misma adrenalina que un deporte de riesgo".
La suya, asegura, ha sido una carrera de larga distancia. De hecho, antes de decidirse a estudiar economía, ya destacaba como atleta en el instituto. "Mi mejor marca en un maratón fue de tres horas y 15 minutos", alardea frente a una tabla rebosante de jamón serrano. La expectativa gastronómica le distrae. "Me encanta la comida española, sobre todo esas pequeñas delicatessen que ustedes llaman tapas", confiesa el Nobel. "Eso sí, como buen cofrade de honor del vino de La Rioja [esto lo pronuncia, no sin cierta dificultad, en castellano], me olvido de la cerveza cuando estoy en España". En Madrid no deja de visitar La Dolores, una taberna castiza cerca del Museo Prado. "Siento verdadera fascinación por Las meninas, pero también por Los borrachos o el triunfo de Baco que, según tengo entendido, fue la primera fábula mitológica de Velázquez". Luego se queda un rato pensativo. "España es un país fascinante. Y también un misterio para los economistas, pues su nivel de bienestar no depende únicamente del PIB. Es una suma de muchos factores que se compendian y concretan en lo que popularmente se conoce como felicidad. Y no hay Wall Street en el mundo capaz de superar eso".

Docencia

Fuera del hotel donde se aloja, le espera una Harley Davidson Sportster para la sesión de fotos. "Siempre me han llamado la atención las motos de gran cilindrada. Recuerdo que Peter Badge [fotógrafo oficial de la Academia Sueca y autor del monográfico Nobel Heroes] me hizo posar en Canadá junto a una Ducati que rugía con solo mirarla". Su pasión por los motores le viene de serie. Su padre heredó varias hectáreas de granja de su abuelo, pero no continuó con la tradición familiar de trabajar el campo. "Lo apostó todo al transporte de leche y otros productos agrícolas. Compró un camión, luego dos, y se fue abriendo camino poco a poco". A él, en cambio, le costó más tiempo reconocer las señales de su vocación. "Como no tenía claro qué ingeniería estudiar, me dediqué un año a la enseñanza".
Con el tiempo aquella experiencia temprana acabaría revelándose como la más determinante de su trayectoria profesional. "Compaginé las clases con un trabajo de contable, pues se me daban muy bien los números, y acabé matriculándome en la NHH, la escuela Noruega de Economía". No le admitieron a la primera, así que siguió llevando la contabilidad de una empresa de importación de peces tropicales. "Nada más acabar mis estudios me ofrecieron una plaza en la Universidad Carnegie Mellon". Allí conoció a otros futuros Nobel de Economía, como Herb Simon y Robert Lucas, y aprendió programación dinámica, que es la herramienta que usa actualmente para sus investigaciones. "Por aquella época alguien me dijo que ya estaba preparado para triunfar en el mercado. Pero, salvo algunos trabajos de verano y colaboraciones puntuales, jamás llegué a abandonar la universidad". No se arrepiente. "A los economistas no se nos permite decir esto, pero lo cierto es que para mí el dinero tiene una importancia muy relativa".
Y lo demuestra con una gráfica invisible que dibuja en el aire. "Nuestra vida es como una integral que describe una curva. El área que hay por debajo equivale a la felicidad, que no siempre está determinada por los años que vivimos. También influye nuestra capacidad para disfrutar de cada etapa, que es una variable importantísima". Y continúa su explicación con una mención a un artículo publicado recientemente en The New York Times sobre hábitos saludables. "La autora del texto trataba de responder con datos científicos a la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez en la vida". Y dice así: ¿cuántas copas de vino al día recomiendan los médicos? "La respuesta, por supuesto, es cero", resuelve con una carcajada. "Pero todo el mundo sabe que la vida no está hecha solo de números, sino también de sensaciones que dan sentido a nuestra existencia".
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http://www.expansion.com/fueradeserie/personajes/2019/06/20/5d023a64e5fdeadf0a8b4670.html

El investigador del Ivie José García Montalvo, nuevo premio Rey Jaime I de Economía

El investigador del Ivie José García Montalvo, nuevo premio Rey Jaime I de Economía

Por su “valioso y clarividente trabajo ligado estrechamente a la realidad económica”

El jurado de los Premios Rey Jaime I de 2019 ha otorgado el galardón en la categoría de Economía al investigador del Ivie José García Montalvo. Licenciado en Ciencias Económicas con Premio Extraordinario (1987) por la Universitat de València, Primer Premio Nacional Fin de Carrera (1988, Ministerio de Educación y Ciencia) y doctor en Economía por la Universidad de Harvard (1993), Montalvo es también catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y Profesor Investigador de la Barcelona Graduate School of Economics. Actualmente es Vicerrector para la Estrategia Científica en la universidad catalana y tiene publicados 17 libros y más de cien artículos en revistas especializadas.
Según ha destacado el jurado, Montalvo es merecedor del premio por su “valiosa y original investigación, clarividente y ligada estrechamente a la realidad económica”.  En sus estudios, “aborda una amplia y variada gama de temas muy relevantes, los que analiza con técnicas avanzadas usando datos muy valiosos extraídos de fuentes poco convencionales”. También, destacan desde la organización de los premios el “don para ver el aspecto de formulación de políticas públicas” de Montalvo.
Las áreas de la economía en las que se ha especializado a lo largo de sus años de investigación abordan la econometría, el desarrollo económico y, especialmente, el mercado laboral de los jóvenes y la economía de la vivienda. En sus trabajos, García Montalvo insiste en la necesidad de evaluar los resultados de las políticas públicas para poder establecer unos criterios objetivos que ayuden a tomar las decisiones adecuadas. “Es tan importante saber si el programa será efectivo como analizar sus efectos colaterales y de largo plazo”.
En el Ivie, José García Montalvo ha dirigido o colaborado numerosos estudios, entre los que destacan, el Observatorio de Inserción Laboral de los Jóvenes, para Bancaja; La vivienda y el sector de la construcción en España, encargado por la CAM; o el estudio de impacto económico del Aeropuerto de Valencia, con el que se abrió una nueva línea de investigación en el Ivie.
Tras saberse premiado, García Montalvo ha expresado su agradecimiento por la concesión de “uno de los premios más importantes de Economía que se da en España, o el más importante”, lo que supone para él “un gran honor”, y ha destacado el “doble privilegio” que supone que, como valenciano, le premie una institución valenciana.
Desde el Ivie, queremos transmitirle también nuestras más sinceras felicitaciones, así como el orgullo que representa para la institución contar con Montalvo entre nuestro equipo de investigadores. ¡Enhorabuena!

https://www.ivie.es/es_ES/investigador-del-ivie-jose-garcia-montalvo-nuevo-premio-rey-jaime-i-economia/

 

http://nadaesgratis.es/cabrales/jose-garcia-montalvo-el-economista-total
https://www.lavanguardia.com/economia/20180224/441017639310/economista-y-fontanero.html?fbclid=IwAR09Txde57SRs7bdkpy80014BaJHvngZAbKFGQn9KSD9C_PmJUYpCK_X1_g
www.econ.upf.edu/~montalvo/vivienda/rvalenciana.pdf
www.econ.upf.edu/~montalvo/columnas/alto%20riesgo%20expansion001.pdf 
http://nadaesgratis.es/admin/cambiar-creencias-falsas-mision-imposible

 
 https://www.upf.edu/web/e-noticies/categorias/-/asset_publisher/wEpPxsVRD6Vt/content/id/155477262/maximized
 

¿Dónde quedó la ciencia económica? José García Montalvo reeditado 2014



¿Dónde quedó la ciencia económica?

La crisis ha dañado la reputación de los economistas, y, lo que es peor, ha dado pábulo al alza de una fauna de pseudoexpertos

 

 

No cabe duda de que la crisis económica ha cuestionado la reputación de los economistas como científicos sociales y orientadores de políticas públicas. El escarnio público comenzó al poco de iniciarse la crisis con varios artículos en los medios más influyentes del gremio. The Economist publicaba un artículo titulado “¿Cómo se torció la ciencia económica?”. El Financial Times titulaba por aquel tiempo “Bajo su propia responsabilidad: lea las instrucciones con cuidado antes de usar un economista”, o culpaba a la enseñanza en las escuelas de negocios de la codicia de los gestores que desembocó en la crisis. Después vino la sorpresiva pregunta de la reina de Inglaterra a Tim Besley, profesor de Economía de la LSE: “¿Cómo es posible que ningún economista se diera cuenta de que se aproximaba un colapso del crédito?”. En el Congreso de Estados Unidos incluso hubo una comisión de investigación sobre los modelos macroeconómicos más populares (DSGE) y su incapacidad para predecir la crisis. La catarsis en EE UU llega con la película The inside job y las memorables actuaciones de conocidos economistas académicos. 
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Más recientemente hemos vivido una agria polémica entre varias instituciones económicas sobre el tamaño del multiplicador fiscal. La diferencia no es pequeña: el multiplicador de la famosa “caja 1.1” del FMI es entre dos y tres veces superior al multiplicador estándar. Este valor es fundamental para saber el impacto de las medidas de austeridad: si el multiplicador es bajo, la contracción de gasto tiene poco efecto sobre la economía, pero si es alto, tiene un impacto muy nocivo. Como continuación de este calvario en 2013 apareció el ya famoso “error de la tabla Excel” que cuestionaba el estudio de Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart sobre el efecto de una deuda pública sobre el PIB superior al 90%. Y como guinda, la concesión del último Premio Nobel a dos economistas con teorías antagónicas sobre el funcionamiento de los mercados financieros.
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Alguien ajeno a la profesión, o asiduo a las tertulias de los medios de comunicación, podría pensar que en economía todo vale. Que la economía no es una ciencia ni progresa. Nada más lejos de la realidad. La economía es una disciplina que, ejercida con profesionalidad, utiliza el método científico y ha avanzado significativamente. La disponibilidad creciente de enormes bases de datos hace de la economía una disciplina cada vez más empírica y más científica. Pero como en todas las disciplinas, hay mejores y peores profesionales. En contraposición a una visión extendida, algunos economistas analizaron la burbuja, predijeron la crisis y proponen soluciones utilizando la ciencia, aunque algún otro acertó de chiripa después de haber predicho cinco crisis que no sucedieron.

“En España abunda el economista ‘yoyalodije’”

En España tenemos nuestra propia fauna. Abunda el economista yoyalodije. Pero como los trovadores de la Edad Media: fue por transmisión oral y no quedó constancia por escrito. ¡Vaya, qué mala suerte! Otros socavan la credibilidad de la profesión con profecías imposibles del tipo “saldremos de la crisis en 2018”, o aseguran en televisión que se encontraron con un ministro en el AVE y le quisieron entregar, sin éxito, un pendrive con los datos y la solución a los problemas económicos de España. Otros auguran el apocalipsis mientras se rascan una barba lincolniana y miran de reojo al contador de la librería. Otros trabajan para lobbies y grupos de interés y realizan predicciones interesadas con escaso, o nulo, fundamento económico. “No se trata de acertar, sino de influir”, me reconocía el director de un conocido servicio de estudios. Para colmo, por nuestros medios de comunicación pululan todo tipo de economistas de la señorita pepis y paquirrines de la economía como el experto que hablaba en 2007 del mito de la burbuja inmobiliaria y auguró la recuperación de la economía en abril de 2009, y ahora nos da lecciones sobre cómo salir de la crisis.
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Obviamente la ciencia económica tiene un elevado grado de complejidad intrínseca y los errores científicamente honestos no son infrecuentes. Pero no es aceptable que la burbuja inmobiliaria no exista mientras trabajas para un intermediario financiero y España se hunda cuando estás promocionando un libro lejos ya del mundo financiero. Si finalmente se confirma la recuperación de la economía, nuestro experto habrá conseguido errar sistemáticamente, lo que será todo un logro.
En España todavía no se ha filmado nuestro Inside job, pero sería un proyecto interesante. No faltarían protagonistas. Un papel estelar debería reservarse a aquel ministro de Economía que dice que lo sabía, pero no lo podía decir. Que escribió un documento, pero que no lo puede enseñar. También deberían aparecer todos aquellos que predijeron la crisis cuando ya se había producido y aquel periodista que en un libro sobre la crisis convirtió en héroe a un villano sin hacer un adecuado rastreo de las fuentes. Por supuesto, deberían aparecer todos aquellos economistas supuestamente independientes que alimentaron la burbuja por sus relaciones con inmobiliarias, Gobiernos y bancos. Que crearon expectativas inmobiliarias y ahora se lavan las manos o, peor aún, pontifican sobre las medidas para salir de la crisis.
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Los medios de comunicación deberían ser un poco más cuidadosos cuando seleccionan sus “expertos economistas”. Esto también permitiría evitar, al menos en parte, la sensación de que la economía no tiene bases científicas después de oír argumentos disparatados o interesados. Las hemerotecas podrían ayudar y están para consultarse. Algunos se llevarían más de una sorpresa. 
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José García Montalvo es catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra.


https://elpais.com/autor/jose_garcia_montalvo/a
http://nadaesgratis.es/cabrales/jose-garcia-montalvo-el-economista-total
https://elpais.com/economia/2014/07/04/actualidad/1404497265_669307.html
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Avisos burbuja 2001
www.econ.upf.edu/~montalvo/vivienda/rvalenciana.pdf
2003
www.econ.upf.edu/~montalvo/vivienda/rvalenciana.pdf
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https://brujulaeconomica.blogspot.com/2012/09/hacia-un-nuevo-relato-donde-va-la.html
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2014/05/fronteras-de-la-ciencia-economica-joan.html
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2016/10/la-economia-como-profesionamylkar-d.html
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2017/04/si-se-advirtio-de-la-crisis.html
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2019/06/cambiar-creencias-falsas-mision.html

José García Montalvo: el economista total Antonio Cabrales



José García Montalvo: el economista total



Hace unos días me enteré de que a José García Montalvo le habían concedido el premio Rei Jaume I de economía. Y me dio una gran alegría. En primer lugar, porque cumple con creces el requisito de la convocatoria “Se concederá a la persona cuya investigación en economía haya tenido un impacto de gran relevancia.” Pero también porque es un “economista total,” que no se ha conformado con hacer una contribución investigadora, sino que además es un gran docente y administrador universitario (vicerrector de investigación, director de departamento). Y contribuye a la difusión del conocimiento más allá de las aulas universitarias con sus numerosas intervenciones en los medios, su larga colaboración con el IVIE, y la actividad como consultor para el Banco Mundial, el BID y la OCDE. Por si fuera poco, es muy simpático (me he reído con él más que con casi cualquier otro economista) y es un buen pintor. Como verán, algunas de estas facetas se retroalimentan. Un buen científico social es alguien que está atento a la realidad social cada día, descubre cosas que otros no perciben y somete su intuición al escrutinio de la razón y la evidencia.
Sobre su investigación en realidad nuestros lectores ya tienen bastantes noticias porque muchos de sus trabajos los hemos comentado en estas páginas. Sus artículos más conocidos tienen que ver con el impacto de la división étnica en el progreso económico. De estos ya les habló Diego Puga (otro premio Rei Jaume I cualquier año próximo) cuando a la coautora de José, Marta Reynal, le dieron el premio Banco Herrero. En uno de esos artículos, publicado en la American Economic Review, desarrollan un nuevo índice de polarización étnica que predice las guerras civiles mucho mejor que los que existían con anterioridad, basados en la fragmentación. Mientras polarización implica la existencia de un par de grupos muy numerosos, fragmentación se basa en la existencia de muchos grupos muy diversos. Aunque la argumentación científica es compleja, una anécdota que contaba Dani Rodrik en una entrevista con Tyler Cowen lo ilustra bien. Hasta los años setenta del siglo pasado, el Líbano era un país muy fragmentado y, a la vez,  pacífico, porque como dice Rodrik “ningún grupo individual tenía la idea de que, si podían prevalecer, entonces podían gobernar para siempre. Cuando no se tiene esa expectativa, entonces se llega a acuerdos.” Pero con la llegada masiva de inmigrantes palestinos desde Jordania, ese equilibrio se perturba porque el país se polariza y entonces llegó la guerra civil.
De otro artículo importante les hablé yo mismo en estas páginas hace un tiempo. En él, usando datos de 108 países, mostraba que recibir ayuda para el desarrollo es tan negativo para la democracia en un país como descubrir petróleo. Aunque este artículo simplemente señala este fenómeno, la investigación posterior sugiere que el mecanismo es que la llegada de dinero fácil hace más sencillo esconder los problemas estructurales que tiene el país y empeora la selección de las élites. Y como les decía en aquella entrada, me parece que esa observación es de mucha relevancia para entender los problemas de España en la década anterior a la gran recesión. Y me temo que no hemos aprendido mucho desde entonces.
Florentino Felgueroso también contó algo sobre otro artículo de José, con Tim Besley y Marta Reynal con ocasión del Premio Banco Herrero a Marta. En él se preguntan por algo que en este blog nos ha preocupado mucho y a lo que aludía en mi comentario al artículo anterior. La importancia de la educación de los líderes para el crecimiento económico. Y para asegurarse de que lo que encuentran es un efecto causal y no una correlación, se fijan en las consecuencias para el crecimiento de la desaparición de un líder por muerte inesperada. La conclusión es brutal. En palabras de Floren “la salida del gobierno de su principal dirigente por razones de enfermedad o muerte, reduce el crecimiento en 0.71 puntos porcentuales si tiene un título de post-grado, por sólo 0.05 si no tiene esta titulación.” Eso sí, suponemos que es un título de postgrado de verdad, no uno de estos que les regalan, de maneras variadas, a nuestros eximios líderes.
Otro artículo que a mí me fascina particularmente también tiene que ver con España. En este caso directamente, porque usa los datos de un evento trágico en nuestra historia, los atentados del 11-M en Madrid. Utilizando el hecho de que el voto por correo se cerró antes del 11-M (y por tanto no pudo ser afectado por los atentados) y las elecciones fueron después, se puede utilizar una metodología de diferencias en diferencias para conocer el impacto causal de los atentados sobre el sentido el voto. O para ser más precisos, el efecto de los atentados más la reacción a ellos del gobierno y de la oposición. Con estos datos, Jose estimó que el PP perdió por culpa de este evento entre un 5 y un 7 por ciento de los votos, y esto fue suficiente para explicar el cambio de gobierno. Aparte de su interés como españoles, este artículo es el primero que muestra de una manera causalmente creíble que un ataque terrorista puede tener un efecto electoral decisivo.
Y hay mucho más en su CV, pero creo que lo que cuento da una imagen clara de “investigación de alto impacto.” Como docente, en el tiempo que éramos compañeros recuerdo con admiración que siempre estaba entre los profesores mejor evaluados por los estudiantes enseñando econometría, una disciplina difícil, que no suele gustarles. Y parte del secreto es que les convencía de la relevancia de lo que hacían con ejemplos claros de por qué era importante hacer las cosas con rigor (aquí se ve la interacción con sus aportaciones investigadoras y como comunicador). A nuestros lectores también les ha quedado constancia de su preocupación por este problema.
Como divulgador, aparte de ser un ejemplo por su habilidad para comunicar cosas complicadas (esta es una interacción obvia con su habilidad docente), ha prestado un servicio incalculable a nuestro país y a la profesión. El aspecto más destacado ha sido su infatigable actividad para señalar que el mercado inmobiliario español estaba sobrevalorado e iba a darnos serios dolores de cabeza. Aquí nos avisaba de que el precio de la vivienda puede bajar ya en 2001. Y aquí en 2003 habla claramente de “burbuja.” Y aquí en 2007 de que España tenía también créditos “subprime.” No era el único, claro, pero forma parte de un selecto grupo de economistas que hacen fácil refutar el mantra ridículo de que “los economistas no vieron venir la crisis.”
Pero también ha escrito mucho para los medios sobre otros temas. Los tiene recopilados aquí. Son unos 2000 en total, es impresionante, y valen la pena. Este, por ejemplo, que reclama de manera muy llamativa que se tomen decisiones públicas en educación igual que se toman en políticas sanitarias, a la luz de la evidencia, es uno de mis favoritos. Supongo que está claro que no exageré cuando dije lo de “economista total.” Y además, un gran tipo, que demuestra que los científicos de la “ciencia lúgubre” no son todos “Sith Lords” como un servidor.


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Antonio Cabrales

Doctor en Economía por la Universidad de California, San Diego (1993). Actualmente es Profesor del departamento de economía de la University College London e Investigador Afiliado del CEPR. Sus áreas de investigación se centran en la Economía de las organizaciones, el diseño de instituciones, economía del comportamiento y economía experimental.
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http://nadaesgratis.es/cabrales/jose-garcia-montalvo-el-economista-total

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No era el único, claro, pero forma parte de un selecto grupo de economistas que hacen fácil refutar el mantra ridículo de que “los economistas no vieron venir la crisis.”
http://www.econ.upf.edu/~montalvo/columnas/narticulos.htm
El precio de la vivienda puede bajar ya en 2001

www.econ.upf.edu/~montalvo/vivienda/rvalenciana.pdf
2003 La burbuja que viene
www.econ.upf.edu/~montalvo/vivienda/rvalenciana.pdf
Creditos subrpime
www.econ.upf.edu/~montalvo/columnas/alto%20riesgo%20expansion001.pdf

https://link.springer.com/article/10.1007/s10887-008-9032-8
http://nadaesgratis.es/cabrales/ganancias-fiscales-inesperadas-democracia-y-corrupcion
www.econ.upf.edu/~montalvo/columnas/avui/evaluacion_educativa.pdf
https://elpais.com/autor/jose_garcia_montalvo/a

Let's not emphasize behavioral economics-By Scott Sumner

Let's not emphasize behavioral economics

The Atlantic has an article decrying the fact that economists are refusing to give behavioral economics a bigger role in introductory economics courses. I’m going to argue that this oversight is actually appropriate, even if behavioral economics provides many true observations about behavior.
The core ideas of economics are extremely counterintuitive and are not accepted by most people.  Thus economists face a difficult challenge in teaching the subject to non-economists.  As an analogy, quantum mechanics seems very counterintuitive to me, and thus I have great difficulty in understanding the subject.  It’s hard work teaching basic economics.
Most people find the key ideas of behavioral economics to be more accessible than classical economic theory. If you tell students that some people have addictive personalities and buy things that are bad for them, they’ll nod their heads.  And it’s certainly not difficult to explain procrastination to college students. Ditto for the claim that investors might be driven by emotion, and that asset prices might soar on waves of “irrational exuberance.”  Thus my first objection to the Atlantic piece is that it focuses too much on the number of pages in a principles textbook that are devoted to behavioral economics.  That’s a misleading metric.  One should spend more time on subjects that need more time, not things that people already believe.
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The article suggests that behavioral economics could be very useful to policymakers.  I see little evidence for this claim.  The author mentions the housing bubble, but how would behavioral economics have helped policymakers in that scenario?  If even the “masters of the universe” on Wall Street struggle to come up with behavioral finance theories capable of beating the market, does anyone seriously believe that bureaucrats in Washington will be able to “market time” well enough to spot asset price bubbles and regulate accordingly?  If so, we should provide them with a nest egg to invest and tell them that from now on they’ll earn no salary, rather they’ll have to survive on their profits from shorting asset price bubbles.
Seriously, the problems in 2008 were due to things like moral hazard in the financial system and unstable NGDP growth, which are well covered by conventional, non-behavioral economics.  And even if housing prices in 2006 were a bubble, it certainly didn’t cause the 2008 recession.  The Fed could have offset the effects of the housing slump with easier money in 2007 and 2008.
Politicians already tend to believe behavioral economic theories. Indeed there are many public policies that are almost entirely based on behavioral economics, most notably the war on drugs.  Politicians believe that people foolishly consume addictive drugs, which is why they have enacted laws that led to the imprisonment of 400,000 Americans in an attempt to stop this “irrational behavior”.  Has it worked?
Behavioral theories are sometimes used to justify policies that encourage saving.  And indeed some companies now make the adoption of a company pension the default option for newly hired employees.  Unfortunately, our government actually has a policy of discouraging saving.  Behavioral economics tells us that public policy should be more pro-saving, but then so does conventional economics.
Whenever I speak with non-economists, they almost always seem more enthusiastic when the discussion comes around to behavioral economics.  “That’s what economists should focus on!”  They all seem to think that economists assume too much rationality, and that we should switch to a more behavioral approach.  But here’s the problem.  Non-economists also tend to reject the central ideas of basic economics, and for reasons that are not well justified.  For the economics profession, our “value added” comes not from spoon feeding behavioral theories that the public is already inclined to accept, rather it is in teaching well-established basic principles of which the public is highly skeptical.  Thus we should try to discourage people from believing in the following popular myths:
1.    People don’t respond very strongly to economic incentives.  (I.e., the demand for life-saving drugs is very inelastic.)
2.    Imported goods, immigrant labor, and automation all tend to increase the unemployment rate.
3.    Most companies have a lot of control over prices.  (I.e. oil companies set prices, not “the market”.)
4.    Policy disputes over taxes and regulations are best thought of in terms of who gains and who loses.
5.    Experts are smarter than the crowd.
6.    Speculators make market prices more unstable.
7.    Price gouging hurts consumers.
8.   Rent controls help tenants.
These myths are all widely believed by the general public.  Teaching behavioral economics is not a good way to get people to “think like an economist”, indeed it gets in the way.  Our primary goal should not be to add new information, it should be to have people unlearn false ideas about the world.  I’m not knowledgeable enough to have a good overview of the utility of behavioral economics.  But even if it is useful it doesn’t really belong in a principles of economics course, except as a way of briefly acknowledging that the rational choice model is a useful fiction and not a perfect description of human behavior.  We first need to teach basic economic principles.
That doesn’t mean that I agree with the way that economics majors are currently being taught.  Our intermediate level courses are far too theoretical; they waste students’ time on lots of minor theories that would only be useful for people planning to do graduate work in economics.  (Most students do not.)  Too many homework problems with Cobb-Douglas utility, Hicksian demand, marginal rates of substitution, Giffen goods, gross substitutes, indifference curves, etc.  Some of that is appropriate, but all economics courses should focus heavily on applied economics.  Outside of grad school, every course should be taught as if it’s the last time students will ever encounter those theories, because it usually is. Just teach enough theory for students to handle the applied courses in their major.
When I was young, an intermediate micro textbook by Deirdre McCloskey was less mathematical than many current books, and did a nice job of providing an interesting set of applications.  When I look at what young economics students are forced to learn today, I feel sorry for the millennials.
Indeed we’d probably be better off using principles texts for our intermediate economics courses.  Teach out of the exact same book as in the principles courses, but do so at a higher intellectual level.  Just as a literary scholar might re-read Hamlet 50 times, each time gaining a deeper understanding.
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https://www.econlib.org/lets-not-emphasize-behavioral-economics/
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No hagamos hincapié en la economía del comportamiento

 El Atlántico tiene un artículo que denuncia el hecho de que los economistas se niegan a dar a la economía del comportamiento un papel más importante en los cursos introductorios de economía. Voy a argumentar que este descuido es realmente apropiado, incluso si la economía del comportamiento proporciona muchas observaciones verdaderas sobre el comportamiento.

Las ideas centrales de la economía son extremadamente contrarias a la intuición y no son aceptadas por la mayoría de la gente.  Así pues, los economistas se enfrentan a un difícil reto a la hora de enseñar la asignatura a los no economistas.  Como analogía, la mecánica cuántica me parece muy contraria a la intuición, por lo que tengo grandes dificultades para entender el tema.  Es un trabajo duro enseñar economía básica.
La mayoría de la gente encuentra que las ideas clave de la economía del comportamiento son más accesibles que la teoría económica clásica. Si les dices a los estudiantes que algunas personas tienen personalidades adictivas y compran cosas que son malas para ellos, asentirán con la cabeza.  Y ciertamente no es difícil explicar la postergación a los estudiantes universitarios. Lo mismo sucede con la afirmación de que los inversores podrían estar impulsados por la emoción, y que los precios de los activos podrían elevarse en oleadas de "exuberancia irracional".  Por lo tanto, mi primera objeción a la pieza atlántica es que se centra demasiado en el número de páginas de un libro de texto de principios que están dedicados a la economía del comportamiento.  Esa es una métrica engañosa.  Uno debería dedicar más tiempo a temas que necesitan más tiempo, no a cosas en las que la gente ya cree.
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El artículo sugiere que la economía del comportamiento podría ser muy útil para los políticos.  Veo poca evidencia para esta afirmación.  El autor menciona la burbuja inmobiliaria, pero ¿cómo habría ayudado la economía conductual a los responsables políticos en ese escenario?  Si incluso los "amos del universo" de Wall Street luchan por elaborar teorías de finanzas conductuales capaces de vencer al mercado, ¿alguien cree seriamente que los burócratas de Washington podrán "comercializar el tiempo" lo suficientemente bien como para detectar las burbujas de precios de los activos y regularlas en consecuencia?  Si es así, deberíamos proporcionarles un fondo de reserva para que inviertan y decirles que a partir de ahora no ganarán ningún salario, sino que tendrán que sobrevivir con los beneficios que obtengan de la reducción de las burbujas de precios de los activos.

En serio, los problemas en 2008 se debieron a factores como el riesgo moral en el sistema financiero y el crecimiento inestable del PIBN, que están bien cubiertos por la economía convencional no conductual.  E incluso si los precios de la vivienda en 2006 fueran una burbuja, ciertamente no causaron la recesión de 2008.  La Reserva Federal podría haber compensado los efectos de la caída de la vivienda con dinero más fácil en 2007 y 2008.

- Los políticos ya tienden a creer en las teorías económicas del comportamiento. De hecho, hay muchas políticas públicas que se basan casi por completo en la economía del comportamiento, sobre todo en la guerra contra las drogas.  Los políticos creen que la gente consume tontamente drogas adictivas, razón por la cual han promulgado leyes que han llevado al encarcelamiento de 400.000 estadounidenses en un intento de detener este "comportamiento irracional".  ¿Ha funcionado?
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Las teorías del comportamiento a veces se utilizan para justificar las políticas que fomentan el ahorro.  De hecho, algunas empresas hacen de la adopción de una pensión de empresa la opción por defecto para los empleados recién contratados.  Desafortunadamente, nuestro gobierno tiene una política de desalentar el ahorro.  La economía conductual nos dice que la política pública debería ser más favorable al ahorro, pero también lo es la economía convencional.
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Cada vez que hablo con personas que no son economistas, casi siempre parecen más entusiastas cuando se trata de la economía del comportamiento.  "¡Eso es en lo que los economistas deberían centrarse!"  Todos parecen pensar que los economistas asumen demasiada racionalidad, y que deberíamos cambiar a un enfoque más conductual.  Pero aquí está el problema.  Los no economistas también tienden a rechazar las ideas centrales de la economía básica, y por razones que no están bien justificadas.  Para la profesión económica, nuestro "valor añadido" no proviene de alimentar con cuchara las teorías de comportamiento que el público ya está inclinado a aceptar, sino de enseñar principios básicos bien establecidos de los que el público es muy escéptico.  Por lo tanto, debemos tratar de disuadir a la gente de creer en los siguientes mitos populares:

1.    La gente no responde muy fuertemente a los incentivos económicos.  (Por ejemplo, la demanda de medicamentos que salvan vidas es muy inelástica).

2.    Los bienes importados, la mano de obra inmigrante y la automatización tienden a aumentar la tasa de desempleo.

3.    La mayoría de las empresas tienen mucho control sobre los precios.  (Es decir, las compañías petroleras fijan los precios, no el "mercado").

4.    Las disputas políticas sobre impuestos y regulaciones son mejor pensadas en términos de quién gana y quién pierde.

5.    Los expertos son más listos que la multitud.

6.    Los especuladores hacen que los precios de mercado sean más inestables.

7.    El aumento de precios perjudica a los consumidores.

8.   Los controles de alquiler ayudan a los inquilinos.

-Todos estos mitos son ampliamente creídos por el público en general.  Enseñar economía conductual no es una buena manera de hacer que la gente "piense como un economista", sino que se interpone en el camino.  Nuestro objetivo principal no debería ser añadir nueva información, sino que la gente desaprenda las ideas falsas sobre el mundo.  No tengo el conocimiento suficiente para tener una buena visión general de la utilidad de la economía del comportamiento.  Pero incluso si es útil, no pertenece realmente a un curso de principios de economía, excepto como una forma de reconocer brevemente que el modelo de elección racional es una ficción útil y no una descripción perfecta del comportamiento humano.  Primero tenemos que enseñar principios económicos básicos.

Eso no significa que esté de acuerdo con la forma en que se enseñan las carreras de economía.  
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Nuestros cursos de nivel intermedio son demasiado teóricos; desperdician el tiempo de los estudiantes en muchas teorías menores que sólo serían útiles para las personas que planean hacer un trabajo de postgrado en economía.  Demasiados problemas de tarea con la utilidad de Cobb-Douglas, la demanda de Hicksian, las tasas marginales de sustitución, los bienes Giffen, los sustitutos brutos, las curvas de indiferencia, etc.  Algo de eso es apropiado, pero todos los cursos de economía deberían centrarse en gran medida en la economía aplicada.  Fuera de la escuela de postgrado, cada curso debe ser enseñado como si fuera la última vez que los estudiantes se encuentran con esas teorías, porque normalmente lo es. Sólo enseñe suficiente teoría para que los estudiantes puedan manejar los cursos aplicados en su especialización.

Cuando era joven, un micro-libro de texto intermedio de Deirdre McCloskey era menos matemático que muchos de los libros actuales, e hizo un buen trabajo al proporcionar un interesante conjunto de aplicaciones.  Cuando miro lo que los jóvenes estudiantes de economía se ven obligados a aprender hoy en día, siento lástima por los milenios.

De hecho, probablemente sería mejor que utilizáramos textos de principios para nuestros cursos de economía de nivel intermedio.  Enseñar a partir del mismo libro que en los cursos de principios, pero a un nivel intelectual superior.  De la misma manera que un erudito literario podría releer Hamlet 50 veces, obteniendo cada vez una comprensión más profunda.

 Scott Sumner

Cambiar creencias falsas: ¿Misión Imposible?



Cambiar creencias falsas: ¿Misión Imposible?

admin 10 comentarios


Imagen extraída de http://bocabraincenter.com/conditions/learning-disabilities/
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Entrada conjunta de Jordi BrandtsIsabel Busom, Cristina López-Mayán y Judith Panadés.
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¿Es cierto que sólo usamos un 10% de la capacidad de nuestro cerebro, o que un rayo nunca cae dos veces en el mismo lugar, o que las vacunas causan autismo? Las creencias falsas han estado siempre presentes en la sociedad. Sin ir más lejos, hoy en día aún hay personas que creen que la tierra es plana a pesar de que ya Copérnico y Galileo (s. XVI y XVII) demostraron, con el método científico, que esta creencia es absolutamente falsa. El principal problema de muchas de estas creencias es que tienen consecuencias claramente contraproducentes para toda la sociedad. Por ejemplo, la creencia de que las vacunas causan autismo ha llevado al repunte de enfermedades como el sarampión.
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Los estudios sobre el funcionamiento del cerebro en psicología cognitiva y neurociencias muestran que necesitamos interpretar todo lo que nos rodea para tomar decisiones. Y tendemos a hacerlo de una forma intuitiva y rápida, en lugar de reflexiva, que es más costosa y lenta. Por decirlo de alguna manera, tomamos atajos que hacen que nuestros razonamientos y valoraciones no sean siempre racionales, sino que reflejan sesgos cognitivos . Estos sesgos nos predisponen a aceptar y aferrarnos a creencias e información falsas (“fake news”), sobre todo aquellas que son simples y se propagan a través de canales como familia y colegas, medios de comunicación o redes sociales .
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Es natural preguntarse entonces si también existen creencias falsas en el ámbito económico. Pues bien, la respuesta es que sí. Sin duda, como en toda ciencia, hay muchos aspectos de la economía que no comprendemos bien y sobre los que no hay todavía un consenso científico. Pero naturalmente también existen numerosos ámbitos donde sí lo hay, porque disponemos de evidencia empírica muy sólida.
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Un ejemplo es el caso de la política de vivienda, y en concreto la regulación de los alquileres por medio de un tope máximo. Existe un claro consenso científico sobre las consecuencias negativas de esta política, tanto a corto como a largo plazo (ver por ejemplo aquí, aquí y aquí). Un precio regulado bajo no implica que los propietarios de las viviendas quieran alquilarlas al precio establecido, pudiéndose reducir la oferta, aparecer listas de espera y propiciar un mercado negro; en definitiva, agravarse el problema del acceso a la vivienda, como ha ocurrido históricamente en Estocolmo, Nueva York, Toronto, San Francisco, El Cairo y otras ciudades .
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Sin embargo la creencia de que la regulación del alquiler propiciará que más familias tengan acceso a la vivienda es compartida por un porcentaje elevado de la población. Nos encontramos, por tanto, ante un claro caso de creencia falsa en el ámbito económico. Muchos de nosotros pensaríamos que si la gente tuviera acceso a información fundamentada en la evidencia, una gran mayoría cambiaría de opinión. Pero resulta que no es tan fácil como parece. En un trabajo previo (aquí), identificamos esta y otras creencias. Realizamos una encuesta al principio y al final del semestre a una muestra de estudiantes universitarios de primero que cursaban introducción a la economía en la Universitat Autònoma de Barcelona. Entre otras, les preguntamos su grado de acuerdo con esta afirmación:
 “Si se implantara un control de alquileres, de forma que el precio por metro cuadrado no superase una cierta cantidad de euros, más personas podrían acceder a la vivienda”. 
Al principio del curso, un 68% de los alumnos estaba de acuerdo. Al finalizar el semestre, tras haber estado expuestos a métodos docentes estándar y a razonamientos económicos que claramente contradecían esta creencia, pasamos la encuesta otra vez. Y nos encontramos con que un 75% de los alumnos mostraba su acuerdo con la afirmación!
En vez de desmoralizarnos, decidimos investigar. 
¿Cómo deberíamos comunicar la información económica científica tanto a estudiantes como a la población en general, para conseguir deshacer las creencias falsas?  
Lo primero que descubrimos fue que esto también ocurre en los grados de psicología o física. Basándonos en investigaciones de psicología cognitiva y educativa, en un artículo reciente (aquí) diseñamos un texto de refutación sobre la creencia en la efectividad del control de alquileres y evaluamos su capacidad de disiparla. Resultado? Disculpad el spoiler: sí, un texto de refutación funciona.
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La característica clave de este tipo de texto es cómo se presentan los argumentos y la evidencia que contradicen la idea falsa. El texto debe exponer de manera clara y transparente la creencia y afirmar que es falsa. Luego, debe destacar las consecuencias negativas de la creencia y refutarla, explicando tanto los argumentos como la evidencia obtenida a través de la investigación científica . De esta manera, el texto consigue una conexión entre la nueva información suministrada y la información preexistente en la mente de los estudiantes. En nuestro texto, además, reconocemos que la preocupación por la desigualdad y el bienestar social pueden motivar la creencia y su persistencia, por lo que explicamos que existen políticas alternativas que son más efectivas para aumentar el acceso a la vivienda especialmente de las familias con menos recursos.
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Nuestro objetivo es contrastar la efectividad del texto de refutación dentro del aula, mediante un experimento de campo, y también fuera del aula, mediante un experimento en el laboratorio con participantes que no cursan economía. El texto es el mismo en ambos casos. El experimento de campo lo llevamos a cabo en la Universitat Autònoma de Barcelona, y el de laboratorio en el LINEEX de la Universitat de València. Los detalles de los experimentos los podéis encontrar en nuestro artículo.
En la tabla que sigue podéis ver una primera descripción resumida de la distribución de las respuestas en los dos tipos de experimentos. La columna “control” indica que el grupo de alumnos o participantes recibió una clase estándar sobre oferta, demanda y controles de precios (en el campo) o un texto de no refutación (en el laboratorio). La columna “tratados” indica que el grupo de alumnos o participantes recibió el texto de refutación con discusión en grupo. A su vez, la columna “inicial” muestra, en porcentaje, la distribución de las opiniones antes de recibir el texto, y “cambio” indica la variación de las opiniones, en puntos porcentuales.
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Control de Alquileres: Creencia inicial y cambios al cabo de unas semanas
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Grado de acuerdo con la afirmación: “Si se implantara un control de alquileres, de forma que el precio por metro cuadrado no superase una cierta cantidad de euros, más personas podrían acceder a la vivienda”
Niveles de significación del test de diferencia de medias: ***1% ; **5%; *10%
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En el aula, al principio del semestre, un 77.8% de alumnos cree que un alquiler máximo favorecerá el acceso a la vivienda mientras que unas semanas después de leer y discutir el texto de refutación este porcentaje baja al 60.9%, es decir una reducción de 16.9 puntos porcentuales (pp). Ocurre lo contrario con el porcentaje de alumnos que están en desacuerdo, que aumenta en 17.3 pp. En el laboratorio sucede algo parecido, se reduce el porcentaje que está de acuerdo (22.4 pp), y aumenta el que está en desacuerdo (17.2 pp). Sin embargo, en el laboratorio, el cambio asociado al texto de refutación es parecido al del texto de control. Tras leer este último las creencias de los participantes cambian en la dirección correcta, a diferencia de lo que observamos en el campo donde aumenta en 6.2 pp la prevalencia de la creencia falsa.
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En el artículo realizamos un análisis econométrico detallado para estimar el efecto causal de la intervención (la tabla que sigue muestra un resumen de las principales estimaciones). Ello nos permite concluir que, en el campo, el texto de refutación disminuye el grado de acuerdo con la creencia falsa en una magnitud equivalente al 30% de la respuesta inicial media. Esto es resultado de que parte de los que inicialmente están de acuerdo pasan a estar en desacuerdo, y además los que inicialmente estaban en desacuerdo no se contagian de la creencia falsa. En el laboratorio, el texto de refutación también induce un alejamiento de la creencia (15% de la respuesta inicial media), pero no mucho más que el texto de no refutación. Una posible explicación es que en el laboratorio los participantes del grupo de control prestan más atención a la tarea que la que prestan los estudiantes en una clase de economía. Otra explicación es que el texto de control usado en el laboratorio transmite más información que la que los estudiantes asimilan en el aula.
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Resumen de los resultados de la estimación
Un coeficiente positivo indica un alejamiento de la creencia. Las regresiones incluyen características individuales como variables de control. Laboratorio: Error estándar robustos. Campo: p-valor obtenido con wild cluster bootstrap. Niveles de significación: ***1% ; **5%; *10%.
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Para entender por qué el texto de refutación funciona, en el laboratorio medimos el sesgo de confirmación y la reflexión cognitiva de los participantes utilizando herramientas estándar en la literatura de psicología cognitiva. El sesgo de confirmación no está correlacionado con el cambio de creencia. En cambio, obtenemos que para los participantes más intuitivos el texto funciona mejor que para los más reflexivos. Quizás es porque estos últimos son capaces de encontrar argumentos para justificarse a sí mismos su creencia falsa…
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Nuestros resultados nos sugieren varias ideas. Una, respecto a cómo enseñamos economía en las aulas: si no tenemos en cuenta las creencias de los estudiantes, y adoptamos métodos de enseñanza adecuados, la información que les damos “resbalará” a la mayoría cuando dicha información contradiga sus creencias. Suponemos que los estudiantes son racionales y que adoptarán las herramientas de análisis que les enseñamos, pero éstos tienen creencias muy arraigadas que limitan su capacidad de aprendizaje con los métodos docentes habituales.
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Y la segunda: tenemos un problema de comunicación de la información científica en economía a un público más amplio, al igual que ocurre en otras disciplinas . Es necesario investigar más la influencia de sesgos cognitivos para poder comunicar mejor. Deberíamos afrontarlo para reducir la demanda de políticas para las que la evidencia empírica ha mostrado claros efectos negativos para la sociedad. El texto de refutación tiene cierto éxito, aunque otras formas de comunicación merecen ser investigadas.
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Referencias:
Kahneman, D. (2011), Thinking, fast and slow. New York: Farrar, Straus and Giroux. ISBN 9780374275631.
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Lewandowsky, S., U.K. Ecker, C.M. Seifert, N. Schwarz y J. Cook (2012), “Misinformation and its correction: Continued influence and successful debiasing”, Psychological Science in the Public Interest, 13(3), 106-131.
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Malpezzi, S. (1998), “Welfare analysis of rent control with side payments: a natural experiment in Cairo, Egypt”, Regional Science and Urban Economics 28, 773-795.
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Gyourko, J., A. Saiz, y A. Summers (2008), “A new measure of the local regulatory environment for housing markets: The Wharton Residential Land Use Regulatory Index”. Urban Studies 45(3), 693-729.
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Mora-Sanguinetti, J.S. (2011), “The Regulation of Residential Tenancy Markets in Post-War Western Europe: An Economic Analysis”, European Journal of Comparative Economics, 8(1), 47-75.
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Andersson, R., y B. Söderberg (2012), “Elimination of rent control in the Swedish rental housing market: Why and how?”, Journal of Housing Research, 21(2), 159-181.
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Diamond, R. y T. McQuade (2019), “Who wants affordable housing in their backyard? An equilibrium analysis of low-income property development”, Journal of Political Economy, 127(3).
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Tippett, D. (2010), “Refutation text in science education: a review of two decades of research”, International Journal of Science and Mathematics Education, 8 (6), 951–970.
National Academies of Sciences (2017), “Communicating Science Effectively. A Research Agenda”.


  • Hola,
    Gracias por la entrada.
    Añadir que, además de estudiar los sesgos cognitivos del público receptor para adaptar el mensaje, hay dos elementos importantes en la comunicación de información científica que son dañinos:
    1. Aceptación acrítica de prejuicios, incluso por parte de los investigadores. Por ejemplo, dar a entender que Copérnico o Galileo fueron relevantes para determinar que la tierra es esférica, cuando es algo que era aceptado por la "comunidad científica" (o su equivalente en esa época) desde la Grecia clásica (https://en.wikipedia.org/wiki/Myth_of_the_flat_Earth). Lo que se dirimía en la época de Copérnico y Galileo era el movimiento relativo de los cuerpos celestes (heliocentrismo vs geocentrismo) y, en realidad, fue Kepler el primero que fue capaz de proporcionar un modelo en el que encajara el movimiento de los planetas.
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    2. Simplificar relaciones causa-efecto complejas. Por ejemplo, que "la creencia de que las vacunas causan autismo ha llevado al repunte de enfermedades como el sarampión" es sólo parcialmente cierto. La OMS habla de que "la complacencia con respecto a la enfermedad y la propagación de falsedades sobre la vacuna en Europa, el colapso del sistema de salud en Venezuela y las bolsas de fragilidad y la baja cobertura vacunal en África se combinan para provocar un resurgimiento mundial del sarampión después de años de avances", lo que sugiere un panorama algo más complejo.

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    Ramón M dice:
    Sobre el tema paralelo, aqui en Factfulness podreis encontrar mas información https://www.gapminder.org/ignorance/ y https://www.gapminder.org/factfulness/gap/
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    Scott Sumner en apoyo de los autores:
    https://www.econlib.org/lets-not-emphasize-behavioral-economics/
    The core ideas of economics are extremely counterintuitive and are not accepted by most people. Thus economists face a difficult challenge in teaching the subject to non-economists. As an analogy, quantum mechanics seems very counterintuitive to me, and thus I have great difficulty in understanding the subject. It’s hard work teaching basic economics.
    y una interesante lista de ideas "contraintuitivas" con dificultades para ser aceptadas por el público:
    1. People don’t respond very strongly to economic incentives. (I.e., the demand for life-saving drugs is very inelastic.)
    2. Imported goods, immigrant labor, and automation all tend to increase the unemployment rate.
    3. Most companies have a lot of control over prices. (I.e. oil companies set prices, not “the market”.)
    4. Policy disputes over taxes and regulations are best thought of in terms of who gains and who loses.
    5. Experts are smarter than the crowd.
    6. Speculators make market prices more unstable.
    7. Price gouging hurts consumers.
    8. Rent controls help tenants.
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    8 no podía faltar, claro está, pero 5 es mi favorita. Pese a haber sido brillantemente defendida por Hayek en la entrega del Nobel y pese a la plétora de ejemplos disponibles, no acaba de calar ...
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    Students' persistent preconceptions and learning economic principles

    , &
    Economic views held by the general public tend to differ significantly from those of economic experts. Would these differences fade away if people were exposed to some economic instruction? In this article, the authors identify college students' preconceptions about economic issues at the beginning of the semester, verify their persistence throughout the semester, and test whether their beliefs are correlated to course performance. The authors conduct a survey at the beginning and end of the semester on a sample of first-year students taking an economic principles course. They find evidence of preconception persistence and reasoning inconsistencies, pointing to some cognitive biases as a plausible cause. Most students do not integrate the newly learned tools into their thinking process, even if they perform well in tests.
    -
    • https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00220485.2017.1285735?journalCode=vece20

    Dispelling Misconceived Beliefs about Rent Control: Insights from a Field and a Laboratory Experiment

    • https://www.barcelonagse.eu/research/working-papers/dispelling-misconceived-beliefs-about-rent-control-insights-field-and

     

    El delicado equilibrio de una política sobre el alquiler 

    https://www.eldiario.es/piedrasdepapel/delicado-equilibrio-politica-alquiler_6_863423650.html 



    ¿Por qué? Porque como todos los expertos sabemos el mercado de vivienda no opera en condiciones de competencia perfecta. Es decir, los precios no solo reflejan la escasez relativa de vivienda sino también el poder de mercado de los propietarios de los inmuebles. Yo añadiría, además, que en un mercado donde las expectativas de futuras ganancias pueden poner en marcha una burbuja especulativa, el establecimiento de tasas de crecimiento de referencia acaso pueda contener el crecimiento desordenado de los precios de alquiler y sus consecuencias más perniciosas.

    A. Mas-Colell en un artículo en El País proponía la creación de un stock de vivienda de "regulación pública accesible por alquiler" (sic), mediante algún tipo de institución pública mediante la colaboración con promotores privados. La institución que se describe en ese artículo recuerda al Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA). Las funciones del IVIMA son el fomento de la construcción de viviendas de protección para el acceso a la misma de los colectivos con mayores riesgo de exclusión social, como los jóvenes o las personas con una renta económica especialmente baja. El IVIMA tiene un parque de viviendas que se venden a precios moderados y otras destinadas a alquiler. Hay dos tipos de vivienda de alquiler, aquellas que llevan implícita la opción de compra y las que no lo llevan. Este tipo de políticas no solo contribuye a dar acceso a la vivienda a los colectivos más desfavorecidos sino que es también una buena herramienta para conseguir un desarrollo urbano armónico. 

    https://elpais.com/elpais/2019/01/21/opinion/1548070321_117182.html 

    Vivienda de regulación pública

    El problema del alquiler solo tiene una solución de fondo: hay que aumentar la oferta y al mismo ritmo que el crecimiento demográfico. En manos de las autoridades está garantizar pisos asequibles

    • https://elpais.com/elpais/2019/01/21/opinion/1548070321_117182.html

     

    Rent Control’s Winners and Losers

    With rents going through the roof in hot cities, the hunt is on for a better way to protect tenants from being priced out of their homes.
    •  https://www.gsb.stanford.edu/insights/rent-controls-winners-losers  

       Los no economistas también tienden a rechazar las ideas centrales de la economía básica, y por razones que no están bien justificadas.  Para la profesión económica, nuestro "valor añadido" no proviene de alimentar con cuchara las teorías de comportamiento que el público ya está inclinado a aceptar, sino de enseñar principios básicos bien establecidos de los que el público es muy escéptico.  Por lo tanto, debemos tratar de disuadir a la gente de creer en los siguientes mitos populares:

      • https://brujulaeconomica.blogspot.com/2019/06/lets-not-emphasize-behavioral-economics.html 

      • https://www.econlib.org/lets-not-emphasize-behavioral-economics/

    Otros enlaces:
    • https://www.brookings.edu/research/what-does-economic-evidence-tell-us-about-the-effects-of-rent-control/
    • http://nadaesgratis.es/david-cuberes/controles-de-alquiler
    • https://www.gapminder.org/factfulness/gap/

¿De qué hablamos cuando hablamos del PIB? Antonia Díaz

¿De qué hablamos cuando hablamos del PIB?

Cuando me preguntan acerca de mi profesión suelo decir que me dedico a estudiar el comportamiento humano más medible pero, tras leer el libro de la profesora Diane Coyle, “GDP: a Brief but Affectionate History”, me pregunto si, acaso, el adverbio “más” no es demasiado aventurado. Muchas veces se critica la osadía de los macroeconomistas a la hora de ofrecer predicciones y evaluar políticas (véase, como ejemplo, el reciente rifirrafe acerca del efecto del aumento en el Salario Mínimo Interprofesional sobre el empleo), a lo que suelo contestar que hacemos lo que podemos y que aprendemos sobre la marcha. Pero no debemos olvidar que muchos agregados macroeconómicos con los que trabajamos son convenciones a las que se llegó tras largas discusiones, que se mantienen mientras tienen sentido y que se cambian según la necesidad. Es decir, hasta cierto punto, la organización de las estadísticas macroeconómicas peca de arbitrariedad y pueden llevar a conclusiones que sesgan la visión de la realidad. Lo fundamental es saber qué objetivo tiene construir un estadístico llamado Producto Interior Bruto porque, como la profesora Coyle, postmodernos y feministas nos recuerdan, todo tiene implicaciones políticas: incluso la construcción de las estadísticas. Lo deseable, claro está, es que todos estemos de acuerdo en cómo construirlas.
En este post quiero repasar algunas de las principales controversias sobre los componentes del PIB, entre ellas las que se refieren a el gasto público y los intangibles, la economía informal e ilegal, y el valor de los servicios.
El PIB según los libros de texto
Escojamos un libro de texto. Yo voy a abrir el manual “Macroeconomía para casi todos” de Javier Díaz-Giménez (antiguo colaborador y quien dio nombre a este blog) y Gerardo Jacobs. En este libro se dice que el PIB es el valor de mercado de los bienes y servicios finales producidos en un determinado periodo, remunerados, legales y declarados en un territorio (de ahí lo de interno). Por tanto, las ganancias de capital que recibimos al vender una casa de segunda mano, el trabajo voluntario, la economía sumergida y el tráfico de armas no son parte del PIB. El valor de la producción de bienes intermedios no es parte de PIB puesto que su valor está incorporado en los bienes finales.
Gráfico 1
El gráfico 1 muestra la evolución del PIB real por persona en edad de trabajar en España desde 1995 hasta 2015 (en 1995 está normalizado a 1). Los datos los he sacado del INE. De un vistazo vemos el coste de la Gran Recesión en España y que durante el periodo expansivo 1995-2007 el crecimiento del PIB y del empleo iban de la mano: algo que puede sugerir que el PIB mide bien. Más aún, la medida sugiere que durante todo ese periodo la Productividad Total de los Factores (PTF, lo que producimos de más o de menos a factores productivos dados) estaba estancada (en este artículo sobre el que ya escribimos un post Luis Franjo y yo, analizamos las posibles causas de ese estancamiento de la PTF).
La práctica en la Contabilidad Nacional
La lectura del libro de D. Coyle es muy amena. Nos recuerda, por ejemplo, que los primeros esfuerzos por contabilizar algo que aproximara la riqueza nacional se debió a William Petty, para argumentar que Gran Bretaña estaba en disposición de sufragar los gastos de la Segunda Guerra Anglo-Holandesa allá por el siglo XVII. Es decir, la gestación de las Cuentas Nacionales surge de la necesidad de los gobiernos de saber con qué ingresos fiscales estables podían contar. Pero su construcción se inició durante la Gran Depresión, impelidos por la necesidad de saber exactamente cuál era el coste de la crisis económica. Colin Clark, en Gran Bretaña, sentó las bases de lo que ahora conocemos como Cuentas Nacionales, seguido muy de cerca por Simon Kuznets en Estados Unidos. En los tiempos anteriores a la Gran Depresión, Alfred Marshall ya había dictaminado que los servicios son parte de la renta nacional (Adam Smith no lo creía así) y nadie iba a contradecir a Marshall, a menos que se fuera comunista y se estuviera preocupado por el plan quinquenal: las economías del Pacto de Varsovia siguieron a Adam Smith y nunca incluyeron los servicios como parte del PIB. Más abajo volveré a hablar sobre los servicios.
¿Bienes intermedios o finales?
La primera discusión de calado sobre el Producto Interior Bruto se centró en el Gasto Público. Simon Kuznets pensaba que el Gasto Público es un bien intermedio, como el petróleo que genera energía o los tornillos de un coche. De la lectura del libro de Coyle se desprende que el argumento de Keynes (el que prevaleció) para incluir el Gasto Público en el PIB está resumido en el siguiente gráfico:
Gráfico 2
El gráfico es de elaboración propia con datos obtenidos del BEA y del trabajo de Leandro Prados de la Escosura. En él aparece el porcentaje del PIB que queda tras sustraer el Consumo Público (no la Inversión Pública en capital tangible). He dejado la Inversión Pública porque calculando el PIB desde el punto de vista de la renta se puede justificar que la Inversión Pública es bien final. El resto puede considerarse bienes intermedios (y, por tanto, afectan al cálculo de la PTF). El gráfico muestra claramente el esfuerzo de la guerra: El PIB, sin el Gasto Público, habría sido un 30 por ciento menor durante el periodo de guerra. Un mal dato para convencer a la población para que compre deuda pública. En España, en 1937, el PIB habría sido un 30 por ciento menor (una cifra ya misérrima). Por el contrario, el tamaño del Consumo Público en la España de los años 50 está al nivel del periodo de la Gran Depresión. A partir de los años 80 el Consumo Público es alrededor del 20 por ciento del PIB con oscilaciones cíclicas. Es decir, el Consumo Público es parte del PIB por una decisión política y ahí sigue.
Pero este es no es único cambio de criterio: Desde los años 80 estamos incluyendo el gasto en software como parte de la inversión agregada y, muy recientemente, el Sistema Europeo de Cuentas ha determinado que el gasto en I+D es inversión y no un bien intermedio, como se consideraba hasta ahora. Este cambio de criterio obedece a que el gasto en intangibles está cobrando una mayor importancia en las cuentas de explotación de las empresas y que la riqueza total es mucho mayor que el valor del capital tangible (estructuras y bienes de equipo: ver aquí). Obviamente, este cambio de criterio afecta a la base imponible de las empresas y, por tanto, a los impuestos que pagan. Y es que paradójicamente, la inversión en intangibles parece resultar en incrementos del valor añadido que, en lugar de hacer a las empresas soportar mayores impuestos, parecen servirles para recibir más subvenciones. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de la inversión en I+D: De un plumazo, Estados Unidos ha aumentado su PIB de 2016 en más de un 2 por ciento y el PIB de España en 2015 aumentó en un 1.31. El valor capitalizado del acervo de I+D en España en 2015 se elevaba al 8 por ciento del PIB, mientras que en Estados Unidos alcanzaba el 14.60 por ciento. La implicación inmediata de este cambio de criterio es que la distribución factorial de la renta ya no es constante en el tiempo, como pensaba Kaldor.
Gráfico 3
El Gráfico 3 es de elaboración propia e ilustra dicha implicación. Pueden encontrarse gráficos parecidos en el trabajo de Kho, Santauelàlia-Llopis y Zheng o en el de Karabarbounis y Neiman. Muestra la evolución de la renta del trabajo como fracción del PIB en Estados Unidos. En España sucede algo similar. Kaldor, cuando lanzó la hipótesis de sus famosos “stylized facts” veía la línea clara del Gráfico 3 hasta 1957. No es de extrañar que llegara a la conclusión de que el proceso de crecimiento capitalista no engendra, por sí mismo, desigualdades. Eso resultaba tranquilizador. Pero ahora, al incluir en el PIB los gastos en I+D como inversión, las rentas del trabajo, como fracción del PIB, está cayendo desde los años 70. Es decir, las rentas del capital crecen a una tasa mayor que las rentas del trabajo.
Bienes no comercializados y bienes ilegales
Otro caso llamativo de la arbitrariedad en la definición del PIB es que se imputa el valor de los servicios de las viviendas en régimen de propiedad. Las Cuentas Nacionales suponen que los propietarios de una casa nos cobramos un alquiler a nosotros mismos (exento de impuestos) e imputan el precio de alquiler de mercado como el valor de esos servicios. ¿Por qué lo hacemos? Una razón puede ser para que la comparación del consumo entre España y Alemania (donde más del 50 por ciento de los hogares vive de alquiler) no esté afectada por las decisiones de tenencia de vivienda. María J. Luengo-Prado y yo analizamos aquí los costes y beneficios de usar ese método y no el alternativo del coste de uso de la vivienda. Para que nos hagamos una idea, los alquileres imputados suponen más de un 10 por ciento del consumo agregado y alrededor del 8 por ciento del PIB. El gráfico 4 muestra la evolución de los alquileres imputados y reales para España (elaboración propia con datos del INE).
Gráfico 4
Otra razón para imputar los servicios de las casas en propiedad puede ser evitar variaciones cíclicas del consumo derivadas de cambios en el régimen de propiedad. Pero en ese caso, nos preguntamos, ¿por qué no se imputa el valor de los servicios de los bienes duraderos y del trabajo doméstico? Al fin y al cabo, es difícil pensar que vivir en una casa vacía sin muebles y sin prepararnos el desayuno nos reporte una gran utilidad. Estoy hablando de “Home production”. Un viejo artículo de Benhabib, Rogerson and Wright estudia las implicaciones macroeconómicas de suponer que, en efecto, cuando hay recesión, los individuos deciden quedarse en casa a cenar en vez de ir a un restaurante. En mi opinión, al incluir una estimación de los servicios del trabajo doméstico las fluctuaciones cíclicas del nuevo PIB serían menos pronunciadas, así como las de las horas de trabajo, cosa que sería deseable en España donde las oscilaciones son enormes; solo hace falta mirar el Gráfico 1 de este post. En el INE hay un documento de trabajo de C. Ángulo y S. Hernández donde miden y valoran tales actividades para agregarlas a las cifras de la contabilidad nacional y obtener así una cuenta de producción de los hogares y el PIB extendido con las valoraciones del trabajo doméstico. Reproduzco un párrafo del documento:
El dato del Valor Añadido Bruto (VAB) de las actividades productivas no de mercado de los hogares es metodológicamente comparable con el Producto Interior Bruto (PIB). Así, sabiendo que el PIB de España para el año 2010 fue de 1.045.620 millones de euros, se tiene que el VAB de las actividades productivas no de mercado de los hogares, 446.715 millones de euros, equivale al 42,7% del PIB.
Las cifras son brutales. Conocer el valor de esas actividades sería bueno, además, para poder evaluar los costes y beneficios de políticas sociales como la Ley de Dependencia dado que, de no existir, esos cuidados se imparten fuera del mercado. ¿Por qué no se incluye el valor estimado del trabajo doméstico y otros trabajos no de mercado y sí se imputa el servicio de las casas en propiedad, si en ambos casos son actividades no gravables por no desarrollarse en el mercado? ¿Por qué se imputa el valor de los servicios de prostitución y el tráfico de drogas (actividades ilegales) que, según el INE, elevaron el PIB de 2010 en menos de un punto porcentual si, al estar sumergidas, no se pueden gravar? Misterios del Sistema de Cuentas Nacionales.
Medición del Valor Añadido del sector servicios
Coyle dedica una parte importante de su libro a hablar del sector servicios. La medición de la producción de este sector puede ser complicada. Se puede contar cortes de pelo, pero ¿cómo medimos las ventas de la plataforma de cine digital donde se paga una cuota anual? ¿O las ventas de un banco? ¿Produce valor añadido un intermediario financiero? Este último caso ha sido especialmente aberrante. El sistema de medición del valor añadido del sistema financiero (FISIM) ha hecho que un aumento en el riesgo de la cartera de activos de los bancos aparezca como un aumento en el crecimiento real de su negocio. Con esa metodología, el negocio de la banca comercial en Estados Unidos creció un 21 por ciento en el periodo 1997-2007 mientras que el crecimiento medio del PIB fue del 0.3. Es decir, nuestras Cuentas Nacionales no nos estaban avisando de lo que podía pasar. El caso de España es ilustrativo. En EU KLEMS hay estimaciones de la PTF por sectores. Pues bien, durante el periodo 1996-2007 la productividad del sector financiero en España se multiplicó por 2 (véase el gráfico 5) mientras que la PTF del sector privado declinaba. Y esto ocurría al tiempo que empleo crecía. Lo que sucedió es que se contabilizó el crecimiento de los activos con riesgo como un aumento del valor añadido y, de ahí, se derivó que la PTF creciera explosivamente.
Gráfico 5
Si resulta difícil medir el valor añadido, la medición de la calidad en servicios ya es una tarea complicadísima. Pensemos en cortes de pelo. La atención de nuestro banco. La comida en un restaurante. La estancia en un hotel. No hablemos ya de atención sanitaria o educación. La correcta medición de la calidad es importante para, al menos, dos cosas: la medición del índice de precios y la estimación de la Productividad Total de los Factores. Ambas están unidas. Supongamos una empresa que hace un esfuerzo en mejorar la calidad de su servicio sin aumentar el uso de factores. Su productividad aumenta y el precio ajustado por calidad está cayendo. Por el contrario, si la calidad cae, la PTF cae y los precios están subiendo. Por tanto, siempre que haya un aumento de calidad no contabilizado, ceteris paribus, parecerá que los precios están aumentando y viceversa: una caída de calidad puede hacer que parezca que haya deflación cuando se trata de lo contrario. Más aún, si la calidad no está bien estimada podría parecer que la PTF esté cayendo cuando el negocio esté creciendo. Esto es especialmente importante en sectores donde la competitividad depende especialmente de la calidad, lo que parece ser el caso en muchos servicios. Es decir, la pregunta es: ¿se puede medir la calidad de los servicios desde el punto de vista del output y no del uso de inputs? Y si es así, ¿tiene un componente cíclico?
Una de las dos características más sobresaliente del ciclo económico en España es que la PTF es contracíclica (la otra es que las fluctuaciones del empleo son enormes). En 2015, el sector servicios aportaba más del 66 por ciento del PIB, construcción un 5 y la producción de bienes alrededor de un 18 por ciento. EU KLEMS ofrece estimaciones de la PTF por sectores. Sin ser exhaustiva, he escogido varios sectores que creo que son paradigmáticos. En el gráfico 6 la PTF está normalizada a 100 en 1995 para todos los sectores. La PTF de Manufacturas e Información y Comunicaciones, además de tener una tendencia positiva, parece ser procíclica. La PTF del resto de los servicios (excepto el sector de actividades inmobiliarias) decrece desde 1995. En el sector donde más ha caído en todo el periodo es Turismo, con una reducción de casi el 50 por ciento. ¿Se trata de mala medición o de una decisión sobre el modelo de negocio? Seguramente, ambas cosas pero no podemos precisar cuánto de cada sin medir bien los cambios en calidad. En los años 80 ya se hizo un gran esfuerzo para medir los cambios en la calidad de los bienes de inversión, ahora el reto es en servicios. Esto es particularmente importante en nuestro país.
Gráfico 6
Solo un apunte más sobre la PTF del sector servicios: Todos tenemos la sensación de que se está produciendo una gran concentración empresarial en algunos sectores (véase el trabajo de De Loecker y Eeckhout). Sin tener una buena medida de productividad es muy difícil estimar el efecto que esa concentración y falta de competencia puede tener en markups y productividad agregada.
Desiderata
El PIB es una medida imperfecta, como todas, de nuestra riqueza. Pero es a la vez muy poderosa. El tamaño del PIB determina que se pertenezca a determinados clubs de países, el rating del país en las agencias internacionales, etc. Su valor influye en las agendas políticas. A mi entender, falta incluir una medida del efecto del cambio climático. Ahora mismo, al ignorar el daño medioambiental, nos creemos más ricos de lo que realmente somos. Por ejemplo, Burke, Hsiang y Miguel estiman que el PIB de España en 2100 será un 46 por ciento menor que en 2015 debido al cambio climático. Es urgente estimar estos efectos para hacer un buen diseño de políticas económicas.

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