Informe n. 80 del BPI - 28-junio-2010- Recomendaciones-Acciones

80° Informe Anual
Basilea el 28 de junio de 2010

Resumen:
    La crisis financiera deja a las autoridades un legado abrumador, especialmente en los países industriales. Al instaurar nuevas políticas, deberán adoptar un enfoque a medio y largo plazo, lidiando al mismo tiempo con una recuperación aún frágil y desigual.
    Los hogares apenas comienzan a reducir su endeudamiento por lo que siguen moderando su consumo
   Las extraordinarias medidas de apoyo contribuyeron a contener el contagio entre mercados, evitando así lo peor, pero algunas de ellas han retrasado los necesarios ajustes en la economía real y en el sector financiero, donde la reducción del apalancamiento y la recomposición de los balances distan de haberse completado.
--Todo ello continúa minando la confianza. 
Existe el riesgo de que las vulnerabilidades que aún persisten en el sector financiero, unidas a los efectos secundarios de unos «cuidados intensivos» prolongados, provoquen una recaída y arruinen los esfuerzos de reforma.
    Las medidas de apoyo macroeconómico tienen sus límites.
   Las recientes reacciones del mercado revelan que en algunos países los estímulos fiscales han llegado a su límite. Diversas economías industriales requieren de inmediato una consolidación fiscal contundente que deberá ir acompañada de reformas estructurales que faciliten el crecimiento y aseguren la sostenibilidad fiscal a largo plazo.
   En materia de política monetaria, pese a la frágil coyuntura macroeconómica y a la baja inflación subyacente en las principales economías avanzadas, conviene no olvidar que si las tasas de interés se mantienen próximas a cero demasiado tiempo en un entorno de abundante liquidez, se crean distorsiones que amenazan la estabilidad financiera y monetaria.


    En el informe nos indica la necesidad de una reforma financiera, tal como demandamos los que creemos que una crisis global solo se soluciona con medidas coordinadas, con acuerdos globales tipo B.W... "es necesario acometer  una reforma fundamental del sistema financieropara asentarlo
sobre bases más estables que puedan garantizar altos niveles de crecimiento sostenible en el futuro. Sobre todo, la reforma deberá proporcionar políticas más eficaces de regulación y supervisión que se inserten dentro un marco integrado"
    Este nuevo marco global para la estabilidad financiera combinaría elementos de las políticas macroeconómica, reguladora y supervisora. Además, con el respaldo de firmes mecanismos de buen gobierno y de la cooperación internacional, dicho marco promoverá no sólo la estabilidad financiera sino también la macroeconómica.

-El informe remarca las diferencias entre paises
"algunas economías de mercado emergentes corren el riesgo de sufrir un recalentamiento, el PIB de la mayoría de las economías avanzadas aún se sitúa muy por debajo de su nivel previo a la crisis, pese a los intensos estímulos monetarios y fiscales aplicados. En cuanto a los niveles de deuda pública, su rápido crecimiento plantea cuestiones urgentes sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas"

   Aunque los bancos han reforzado sus reservas de capital y sus beneficios han crecido gracias a diversos factores transitorios, siguen expuestos a nuevas pérdidas por impago. Como han demostrado las recientes perturbaciones en los mercados de financiación, las entidades bancarias pueden sufrir importantes tensiones a la hora de refinanciarse si la percepción del mercado se torna en su contra.
  Aunque los bancos de los países en crisis han avanzado en la recomposición de sus balances, el proceso dista mucho de haber concluido.
    No deben cejar los esfuerzos por reestructurar y reforzar el sistema financiero Los bancos centrales redujeron con determinación las tasas de interés oficiales durante la crisis con el propósito de estabilizar el sistema financiero y la economía real. Estos recortes esenciales, reforzados con medidas no convencionales orientadas a corregir disfunciones del mercado financiero, contribuyeron a evitar el colapso económico.
   Tambien nos indica que no se puede "prolongar indefinidamente una política monetaria de carácter expansivo"  Unas tasas de interés  bajas, como las actuales, pueden distorsionar las decisiones de inversión,  si ademas son extremadamente reducidas durante mucho tiempo..."pueden plantear riesgos para la estabilidad financiera" porque podrían incitar a los prestatarios a acortar los plazos de su deuda, facilitar el apalancamiento en posiciones de riesgo y retrasar la necesaria corrección de los balances financieros.


    Las autoridades pueden y deben abordar estos riesgos con otras herramientas, es posible que tengan que endurecer la política monetaria antes de lo que sugerirían por sí solas las perspectivas macroeconómicas.
   Las economías de mercado emergentes se están recuperando con vigor y están viendo repuntar las presiones inflacionistas. Dadas las bajas tasas de interés oficiales en los principales centros financieros, muchas de ellas temen que sus buenas perspectivas de crecimiento puedan atraer flujos de capitales
desestabilizadores que presionen al alza sus monedas. Algunas de estas economías mantienen bajas sus tasas de interés oficiales y combaten dicha apreciación con intervenciones masivas en los mercados de divisas.
    Estas medidas tienden a ir asociadas a una marcada expansión de los balances bancarios, un intenso crecimiento del crédito y auges excesivos en el precio de los activos. Con todo ello, el riesgo de recalentamiento no hace sino aumentar.
    Para propiciar un crecimiento nacional y mundial más equilibrado, algunas economías de mercado emergentes podrían recurrir en mayor medida a la flexibilidad cambiaria y al endurecimiento de la política monetaria.

   Tambien nos advierte que "los niveles de deuda pública que arrastran numerosos países industriales han tomado una senda insostenible" Los déficits presupuestarios actuales, en parte cíclicos pero también inflados por las políticas de respuesta a la crisis, son elevados en proporción al PIB. Al mismo tiempo, el aumento del gasto vinculado al envejecimiento de la población se prevé considerable en las próximas décadas.
    Estos altos niveles de deuda pública pueden lastrar el crecimiento económico a largo plazo y, en último término, constituir una amenaza para la estabilidad monetaria.
Estos riesgos subrayan la urgente necesidad de arbitrar medidas creíbles que reduzcan los déficits fiscales en numerosos países industriales. Abordar los desequilibrios fiscales a largo plazo exige reformas estructurales que fomenten el crecimiento del producto potencial y contengan el incremento futuro de los gastos asociados a la distribución por edades de la población
   Dichas medidas pueden tener efectos adversos sobre el crecimiento económico a corto plazo, pero peor sería tener que afrontar la súbita pérdida de la confianza del mercado. Un programa de consolidación fiscal, que recortase los déficits en varios puntos porcentuales del PIB durante algunos años, aportaría importantes ventajas, como tasas de interés a largo plazo bajas y estables, un
sistema financiero menos frágil y, en definitiva, mejores perspectivas para la inversión y un crecimiento sostenido a largo plazo.

    La crisis puso de manifiesto las deficiencias en algunos modelos de negocio del sector financiero. Durante mucho tiempo, las empresas financieras obtuvieron una rentabilidad económica comparativamente baja, pero recurrieron a un elevado apalancamiento para cumplir objetivos de
rentabilidad sobre recursos propios. Además, supieron aprovechar al máximo la financiación a corto plazo barata. Esta estrategia elevó la volatilidad de sus beneficios, especialmente en periodos de tensión en los mercados. Desde la crisis, los inversionistas han sido más selectivos a la hora de elegir
entidades financieras, favoreciendo a aquéllas con modelos de negocio más prudentes y mayor capacidad de reacción. En estos momentos, la prioridad de los responsables de las políticas es incorporar en el marco regulador esta mayor severidad que impone el mercado.
Un capital de mejor calidad, un menor apalancamiento y una financiación más estable deberían reforzar la futura capacidad de reacción del sector.
   Esto no tiene por qué minar la rentabilidad a medio plazo, en especial si la reestructuración prosigue y se elimina progresivamente el exceso de capacidad. Además, unos modelos de negocio más robustos requerirían menores costes de financiación, contribuyendo de ese modo a que la rentabilidad del sector sea alta, estable y sostenida.
   La estabilidad del sistema financiero se ve socavada por la presencia de incentivos distorsionados y efectos de refuerzo procíclicos. La política macroprudencial, que amplía la perspectiva de la política prudencial tradicional, puede reforzar la capacidad de reacción del sistema financiero ante la prociclicidad adaptando las herramientas prudenciales convencionales.

Propone estas medidas:
-Acumularse reservas de capital anticíclicas en los periodos de auge, cuando el crecimiento del crédito superase la tendencia, para luego liberarlas durante la desaceleración.
-Unos  límites máximos a la relación préstamo/valor (LTV) en el crédito hipotecario,actuarían como un estabilizador automático, para  contener los excesos en el al ejercer un mayor efecto restrictivo durante los periodos de expansión, precisamente cuando losbancos tienden a conceder más crédito aceptando relaciones préstamo/valor más altas. Estas medidas podrían contribuir a contener los excesos en el crédito y en el precio de los activos, atenuando con ello la acumulación de vulnerabilidades financieras de carácter sistémico.

Abordar la prociclicidad es una tarea que está estrechamente ligada a la política de estabilización macroeconómica tradicional. Un sistema financiero con mayor capacidad de reacción complementa las políticas fiscales y monetarias anticíclicas para responder a las amenazas que pesan sobre la
estabilidad financiera en épocas de desaceleración.
   La política monetaria tiene que oponerse más a la acumulación de vulnerabilidades financieras sistémicas durante las épocas de expansión, lo que puede hacer ampliando su horizonte temporal, fomentando así de manera más eficaz la estabilidad de precios a largo plazo.
   Despues de tres años del estallido de la crisis, las expectativas de recuperación y de reformas económicas son elevadas, pero la paciencia es limitada. Las autoridades se enfrentan a un legado abrumador: los efectos secundarios de las continuas medidas de apoyo macroeconómico y financiero, junto con las vulnerabilidades no resueltas del sector financiero, amenazan con obstaculizar la recuperación. Además falta por completar el paquete de reformas necesarias para mejorar la capacidad de resistencia del sistema financiero.

   Cuando estalló la crisis financiera transatlántica hace ya casi tres años, la respuesta de las autoridades consistió en aplicar un tratamiento de urgencia y administrar una potente medicación: elevadas dosis de ayuda directa al sistema financiero, bajas tasas de interés, amplia expansión de los balances de los bancos centrales e ingentes estímulos fiscales. Pero unas medidas tan contundentes comportan fuertes efectos secundarios y sus riesgos comienzan a hacerse visibles.

Riesgos de seguir con el uso de medidas extraordinarias:
-Las ayudas directas tienden a retrasar ajustes posteriores de vital importancia, con el consiguiente riesgo de crear entidades «zombi», tanto financieras como no financieras.
-Las bajas tasas de interés que prevalecen en la economía mundial están desalentando la necesaria reducción del apalancamiento, sumándose así a las distorsiones del sistema financiero y causando problemas en otros ámbitos.
-La expansión sostenida de sus balances hace que los bancos centrales sigan dominando algunos segmentos de los mercados financieros, lo que puede distorsionar la valoración de algunos bonos y préstamos financieros importantes, desalentar la necesaria participación en el mercado de particulares e instituciones privadas y aumentar el riesgo moral al señalar que existe un comprador de último recurso para ciertos instrumentos.
-Los estímulos fiscales están acrecentando cada vez más la deuda pública, que en algunos países ha emprendido una senda claramente insostenible.

Ha llegado el momento de preguntarse cuándo y cómo empezar a prescindir de estas contundentes medidas.
    No podemos ignorar el hecho de que la acumulación de efectos secundarios entraña un riesgo que, como poco, recomendaría la retirada de estas medidas antes de lo que muchos preferirían.

   Ahora bien, la retirada de algunas de ellas se ve dificultada por el estado del sector financiero y por las perspectivas macroeconómicas, que son frágiles en muchos países industriales y hacen arriesgado el endurecimiento de las políticas actuales.

   En cuanto a las reformas, se está trabajando a buen ritmo. Existen propuestas detalladas y de amplio alcance cuyo objetivo es atajar las diversas causas de la crisis y los efectos de posibles amenazas futuras. Estas reformas harán menos probable una próxima crisis y, en caso de se produzca, ayudarán a que sea menos severa
    Sin embargo, tal y como mencionamos hace un año, el éxito exige la contribución de todos. Los reguladores tienen que revisar su forma de enfocar la seguridad de los tres elementos esenciales del sistema financiero: instrumentos, mercados e instituciones. Deben establecer un marco macroprudencial para promover la estabilidad del sistema financiero en su conjunto más allá de la solidez de cada uno de sus componentes
    Las autoridades fiscales han de esforzarse por mantener la sostenibilidad a largo plazo, asegurándose de que sus políticas absorben las perturbaciones (en vez de potenciarlas), acumulando para ello reservas en los buenos momentos con las que poder afrontar los malos.
     En cuanto a los bancos centrales, deben oponerse a los auges del crédito y del precio de los activos, reconociendo la amenaza que constituyen para la estabilidad de precios y para el crecimiento.

-Servicio de urgencias: respuesta inicial a la crisis

  Al acentuarse la crisis con la quiebra de Lehman Brothers, las autoridades aplicaron una serie de medidas de emergencia de intensidad creciente con el objetivo de sostener los sistemas financieros y la economía real. Se trataba en definitiva de medidas típicas de una unidad de urgencias, que obligaron a dejar para más tarde la consideración de cualquier efecto secundario.
  Las medidas aplicadas por las autoridades variaron en función de la estructura de sus economías y sistemas financieros: avales sobre activos y pasivos bancarios para evitar la retirada masiva de depósitos; préstamos directos concedidos por autoridades fiscales y bancos centrales, así como organismos financieros internacionales, para permitir refinanciar y evitar así los impagos; inyecciones de capital para evitar insolvencias; nacionalizaciones para que las instituciones en quiebra pudieran seguir dando servicio a sus clientes; eliminación de préstamos de baja calidad de los balances del sector privado y soporte al precio de activos cuyos mercados se habían tornado ilíquidos, con la consiguiente expansión de los balances de los bancos centrales; y certificación pública por los supervisores de la suficiencia delcapital de grandes bancos.

   Al amplio abanico de acciones directas para apuntalar el sistema financiero se unieron políticas macroeconómicas sin precedentes. Así, se adoptaron políticas monetarias y fiscales extremadamente acomodaticias para hacer frente a las consecuencias de la crisis. En Estados Unidos, Europa y Japón, el déficit público supera ya el 5% del PIB y las tasas de interés oficiales se sitúan en torno a cero. Al agotarse la vía convencional de relajación monetaria, los bancos centrales de importantes países desplazaron su foco de atención desde los precios hacia los volúmenes. En los últimos dos años,
el volumen de activos de esos bancos centrales casi se ha duplicado y sigue siendo excesivo.

-Cuidados intensivos: el problema de los efectos secundarios

   Las políticas de emergencia fueron cruciales en su momento y por lo general lograron sus objetivos a corto plazo, pero en la actualidad, tres años después del estallido de la crisis, muchas de ellas siguen aplicándose. Dicho sin rodeos: la conjunción de las vulnerabilidades persistentes en el sistema
financiero con los efectos secundarios de un periodo tan prolongado de cuidados intensivos podría inducir la recaída del paciente.
    La crisis ha dejado la coyuntura macroeconómica mundial en un estado más deteriorado que hace tres años. En Europa y Estados Unidos, el desempleo es alto y las perspectivas de la demanda débiles.
    Los programas de apoyo a mercados e instituciones han generado una dependencia de la que el
sistema financiero podría tener dificultades para librarse a menos que continúe la actual política monetaria muy relajada. Además, algunos bancos y sistemas bancarios siguen manteniendo altos niveles de apalancamiento y aún parecen necesitar ayuda constante.
   La crisis de la deuda soberana griega ilustra precisamente las fragilidades que perduran en el sistema financiero. A mediados de mayo, las crecientes dificultades asociadas a la solvencia de Grecia desembocaron en problemas de financiación para una serie de bancos, especialmente en Europa, que
empezaban a parecerse a los surgidos tras la quiebra de Lehman. Estas dificultades de financiación no sólo reflejaron el nuevo problema de la deuda soberana, sino también las persistentes dudas sobre la calidad de los balances de la banca comercial.
   Ante esta situación, el BCE se adentró en nuevo territorio anunciando la compra de deuda pública y, al igual que ocurrió en la etapa anterior de la crisis, los bancos centrales abrieron líneas swap de emergencia  para resolver algunos problemas de financiación El apalancamiento continúa elevado en los sectores no financieros de muchos de los países que sufrieron de lleno la crisis
 para resolver algunos problemas de financiación .
   El apalancamiento continúa elevado en los sectores no financieros de muchos de los países que sufrieron de lleno la crisis. Según se argumenta en el Capítulo II, los hogares de estas economías han comenzado a reducir su endeudamiento, pero su significativo aumento por parte del sector público ha incrementado sustancialmente los niveles de deuda del sector no financiero desde 2007, y para finales de 2010 se prevé que hayan crecido en un 20–40% del PIB en Alemania, España, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. El alto apalancamiento sostenido no sólo implica la fragilidad de los balances de los sectores público y privado, que llevará años solucionar, sino que también limita seriamente el margen de intervención de la política fiscal si se hiciera necesario otro rescate público o privado.
A remarcar:
Los niveles de deuda pública que arrastran numerosos países industriales han tomado una senda insostenible

     La crisis puso de manifiesto la distorsión de los incentivos para consumidores, inversionistas, empleados del sector financiero y agencias de calificación por igual. Consumidores e inversionistas no supieron tener suficiente cuidado, endeudándose considerablemente e invirtiendo en productos demasiado opacos y complejos. Los directivos de las entidades financieras, alentados por esquemas retributivos centrados en rendimientos a corto plazo y volúmenes de negocio, elevaron el apalancamiento y acumularon enormes riesgos.
  Las agencias de calificación, abrumadas por la avalancha de productos estructurados de gran complejidad pero incapaces de decir no a los beneficios que les reportaría su evaluación, no supieron valorar correctamente su probabilidad de impago.

  Para cuantificar, valorar y gestionar el riesgo se requieren herramientas estadísticas modernas basadas en gran medida en la experiencia a largo plazo. Incluso para series de datos con abundante información histórica, la creencia de que el mundo evoluciona de forma lenta pero inexorable llevó a
infravalorar la importancia del pasado más lejano y sus convulsiones. De este modo, el largo periodo reciente de relativa estabilidad llevó a creer que el riesgo había disminuido de forma permanente, de manera que se compraba y vendía muy barato. Sin embargo, como hemos aprendido a expensas de un gran coste social, esos métodos estadísticos tan generalizados  fallan sobre todo al valorar acontecimientos infrecuentes y a gran escala. 
----Cuando más los necesitamos, peor funcionan.
    
     La inadecuada gobernanza de la gestión del riesgo creó problemas adicionales. Los gestores de riesgos tienen la impopular tarea de recomendar a los operadores del mercado que dejen de ganar dinero. La falta de apoyo por parte de la alta dirección relegó a un segundo plano a estos gestores.
Por último, el sistema regulador fue demasiado indulgente y, en el caso de algunas actividades, demasiado fácil de burlar. El exceso de confianza de reguladores y supervisores en la disciplina del mercado (incluida la que supuestamente imponían las agencias de calificación crediticia) les llevó a
mantener lo que podría definirse como una presencia extremadamente liviana en algunos países clave del sistema financiero mundial. Y cuando incluso esta leve presencia acabó antojándose excesiva, las instituciones financieras no tuvieron grandes problemas para sacar del perímetro regulador determinadas actividades. Así pues, al librar las batallas equivocadas o no pelear en absoluto, los reguladores y supervisores permitieron la acumulación de un riesgo enorme.

--Causas macroeconómicas
Las causas macroeconómicas comprenden dos amplias categorías:
- problemas asociados con la acumulación de desequilibrios en las posiciones internacionales
- dificultades derivadas de un largo periodo de bajas tasas de interés reales.

El verdadero reto consiste en evitar que una sola institución financiera genere una cascada de quiebras, lo que implica tres cosas:
- reducir la importancia sistémica de las instituciones financieras
- minimizar la propagación de una quiebra individual haciendo que el coste de ésta recaiga en
 los tenedores de sus obligaciones no garantizadas
- incluir y mantener dentro del perímetro regulador a todas las instituciones y actividades
 financieras de importancia sistémica.

-La política monetaria continúa siendo muy expansiva en casi todo el mundo, aunque los bancos centrales de algunos de los países con mayor crecimiento han comenzado a retirar los estímulos aplicados durante la crisis

-El deterioro de las condiciones financieras, especialmente en la zona del euro, condujo en abril y mayo de 2010 a otra ronda de medidas de política no convencionales. Dentro del ingente paquete de rescate aprobado el 10 de mayo, el BCE anunció que, a fin de proveer liquidez y agilizar el
funcionamiento del mercado, compraría valores emitidos por Estados miembros de la zona del euro.

-La orientación, en general muy expansiva, de la política monetaria tendrá que tornarse más restrictiva en algún momento, por una serie de razones.
-No está claro que se hayan reconocido todas las pérdidas relacionadas con la crisis

Por ejemplo, los requisitos de divulgación de información financiera aplicados a los bancos europeos, al ser menos rigurosos y oportunos, han complicado la estimación de futuras pérdidas contables
 en esas instituciones. Además, existe evidencia creciente de que cabe esperar nuevas pérdidas derivadas de las exposiciones al sector inmobiliario de uso comercial.

-Numerosos bancos europeos y de otros países siguen dependiendo en gran medida del mercado de swaps de divisas para financiar sus activos en dólares. En conjunto, la banca europea aún mantiene en sus balances activos denominados en esa moneda por un importe estimado de 7 billones de dólares,

-Las crisis financieras suelen ir seguidas de un prolongado proceso de reducción de la deuda. En una muestra de 24 crisis bancarias sistémicas , 15 de ellas fueron seguidas de una variación sustancial de la relación entre crédito y PIB.Tras las crisis bancarias de comienzos de los 90 en Finlandia, Noruega y Suecia, su razón crédito/PIB disminuyó básicamente en consonancia con el promedio
muestral: en 44, 38 y 35 puntos porcentuales, respectivamente. En Japón, el cociente entre
crédito privado y PIB cayó 25 puntos porcentuales tras haber alcanzado máximos a finales de los 90. 

-En la mayoría de los países, la caída inicial de los coeficientes de deuda obedeció esencialmente a una reducción de la deuda en circulación; en los años posteriores de desapalancamiento, el principal factor explicativo fue el crecimiento del PIB

-El proceso de reducción de la deuda privada ya ha comenzado. En las principales economías avanzadas, excepto Japón, el crédito al sector privado, que había aumentado con fuerza en los años previos a la crisis, se contrajo de forma marcada en 2009 y comienzos de 2010 al endurecer los bancos sus criterios de concesión de crédito

-La inversión privada continúa siendo débil y el crecimiento económico todavía depende en gran medida de la recomposición de existencias

-El endurecimiento de la política fiscal está en ciernes. La revisión de la sostenibilidad de las finanzas públicas por parte de los mercados ha obligado ya a varias economías de la zona del euro a aplicar medidas de austeridad, cuyos efectos serán sin duda mucho más contractivos de los que habría tenido una estrategia de salida en el momento oportuno.

-Las autoridades monetarias habrán de tener en cuenta los efectos de la consolidación fiscal al decidir cuándo normalizar la orientación de su política. Huelga decir que, además de los riesgos evidentes de endurecer prematuramente la política monetaria, hacerlo demasiado tarde también comporta riesgos. Si bien fue necesario recortar las tasas de interés hasta mínimos históricos para evitar el desplome del sistema financiero y de la economía real, mantenerlas reducidas durante demasiado tiempo también podría retrasar el inexcusable ajuste hacia un modelo económico y financiero
más sostenible.

  En cuanto la banca central empiece a elevar las tasas de interés oficiales, es fundamental que los mercados monetarios trasladen esta alza al conjunto de la economía.

  Las recientes turbulencias en los mercados ante la preocupación por la deuda soberana probablemente han pospuesto el necesario retorno a políticas monetarias más normales en diversas economías avanzadas. El momento exacto en que se endurezcan las condiciones monetarias dependerá de las perspectivas sobre la actividad macroeconómica y la inflación y de la salud del
sistema financiero. Ahora bien, mantener las tasas de interés en niveles muy bajos conlleva un precio, que además aumenta con el tiempo. La experiencia demuestra que el mantenimiento de tasas inusitadamente bajas durante periodos prolongados enturbia la valoración de los riesgos financieros, provoca la búsqueda de rentabilidad y retrasa el ajuste de los balances.
Asimismo, los diferenciales de rendimiento resultantes alimentan flujos de capital insostenibles hacia países con tasas de interés altas. Dado que estos efectos secundarios ponen en peligro la estabilidad macroeconómica y financiera a largo plazo, es necesario tenerlos en cuenta a la hora de determinar el momento y el ritmo de normalización de las tasas de interés oficiales.


-El futuro del dólar estadounidense como moneda internacional

     Aunque las entradas de capital son la preocupación principal a corto plazo, las autoridades de las EME también están estudiando reformas del sistema monetario internacional que puedan revestir importancia a largo plazo. Una preocupación concreta es el papel del dólar estadounidense como moneda internacional hegemónica. Su función en el sistema monetario internacional, en particular como moneda vehicular de la mayoría de contratos de derivados se ha citado entre los factores que provocaron el contagio global a escala financiera y macroeconómica durante la reciente crisis. Sin embargo, conviene señalar que el contagio de la crisis desde Estados Unidos hacia las economías
europeas avanzadas no se produjo a causa del dólar, sino en gran medida debido a la elevada exposición de los bancos en Europa a los activos tóxicos estadounidenses y a su necesidad de captar fondos en dólares a corto plazo en los mercados mayoristas.
      La preocupación principal de las autoridades monetarias en períodos de crisis es garantizar la disponibilidad de fondos suficientes en la moneda internacional, cualquiera que ésta sea. Actualmente dicha moneda es el dólar estadounidense y, en mucha menor medida, el euro y el franco suizo
     La aparición de otras monedas internacionales dominantes (reales o virtuales) no modificaría la naturaleza del problema.
    Para las EME, el problema puede ser grave. La capacidad de cualquier banco central de proporcionar liquidez en una moneda extranjera es limitada, dado que las tenencias en dicha moneda son finitas. Además, no cabe esperar que el emisor de una moneda internacional garantice el suministro de liquidez de forma incondicional. La utilización de una moneda internacional, como el DEG, que se basa en una cesta de monedas nacionales, no resolverá este problema básico. De hecho, es probable que lo complique, pues las autoridades de los países cuyas monedas integren la cesta no verían diferencia entre la emisión incondicional de la unidad compuesta y la emisión incondicional de sus propias monedas.
Por tanto, continúa la búsqueda de una red mejorada de seguridad financiera a escala mundial y se están debatiendo propuestas al respecto. Esto es algo especialmente importante dada la ausencia de amplias líneas formales de swaps de monedas entre las EME y los principales bancos centrales.

Plantea estas soluciones:
-Modificar la Línea de Crédito Flexible introducida por el FMI, de forma que los requisitos para acceder a ella fueran más previsibles y se ampliara su duración.
-Establecer un mecanismo para asegurar la liquidez en divisas, que combinaría el desembolso de
primas de seguro y con líneas de crédito preacordadas de los principales bancos centrales. Otra posibilidad serían las soluciones regionales, como la Chiang Mai Initiative Multilateralisation y los swaps bilaterales de monedas distintas de las de reserva durante períodos de tensión.
Se debe de estudiar estas cuestiones relevantes:
-La forma de hacer frente al riesgo moral que pueden entrañar estos mecanismos, y también hasta qué punto es realista alcanzar un acuerdo sobre una red de seguridad financiera mundial que resultara
lo suficientemente amplia en caso de crisis grave, en el que también habría que abordar muchos otros aspectos.

La situación económica de las EME ha mejorado notablemente, pero aún se enfrentan a significativos dilemas de política económica. La reactivación del crecimiento y el retorno de las entradas de capital exponen de nuevo a las autoridades a viejas presiones (inflación, rápida expansión del crédito,
apreciación de la moneda y efervescencia de los precios de los activos) que ya tuvieron que afrontar antes de la crisis. En caso de intensificarse las entradas de capital, los desequilibrios macroeconómicos podrían ir a más. Hacer frente a las entradas de capital con nuevas intervenciones a gran escala en el mercado de divisas entraña riesgos para el sistema financiero.
Como alternativa, las medidas macroprudenciales pueden ayudar a limitar tanto la exposición por descalces de monedas o de plazos derivados de las entradas de capital de cartera, como las consecuencias negativas asociadas a la expansión del crédito. Pero las medidas macroprudenciales no son sustitutivas de una política monetaria restrictiva ni de una mayor flexibilidad cambiaria como medios para fomentar ajustes internos y externos ordenados y sostenidos. Al mismo tiempo, es necesario redoblar los esfuerzos para afianzar la capacidad de reacción del sistema monetario internacional.
  En el caso del paquete de rescate de Grecia,  se complico la sitaución  " al repuntar las tasas de interés de la deuda soberana de otros países, especialmente de España y Portugal."  La posición fiscal de ambos países es mejor que la de Grecia, pero al igual que ésta, se enfrentan a perspectivas
de crecimiento muy débiles y a abultados déficits comerciales, y no tienen la posibilidad de reaccionar depreciando su moneda o mediante la expansión monetaria.
   El anuncio en mayo de nuevas medidas de apoyo por parte de los gobiernos europeos, el FMI y el BCE consiguió calmar los temores de los mercados, al menos temporalmente, concediendo a los gobiernos un respiro para adoptar las medidas necesarias para consolidar las finanzas públicas y mejorar las perspectivas de crecimiento económico.

   La reciente crisis europea también demostró que el riesgo de que la deuda siga una dinámica adversa es mayor en países con una baja tasa de ahorro en relación con la inversión, lo cual les obliga a depender en parte de las entradas de capital extranjero para financiar sus déficits presupuestarios.

La inflación:
   El continuo deterioro de los saldos fiscales también podría complicar la tarea de los bancos centrales de mantener la inflación baja y estable, al menos por dos razones. Una es que la rápida acumulación de deuda pública aumenta la tentación de tolerar un brote inesperado de la inflación para reducir el valor real de la deuda. Así ocurre especialmente cuando gran parte de la deuda en
moneda local es a largo plazo y una gran proporción está en manos de no residentes
Esa tentación también será mayor si el presupuesto público se basa principalmente en flujos nominales, ya que en ese caso el repunte inesperado de inflación aumenta el valor real de los ingresos tributarios y reduce el del gasto público. Por todo ello, podría aumentar la presión política
ejercida sobre el banco central para permitir una mayor inflación. Con todo, cualquier beneficio derivado de una inflación inesperada resultaría transitorio, mientras que su coste sería sin duda más alto y duradero, por ejemplo tasas de interés reales permanentemente más altas en el futuro
de interés reales permanentemente más altas en el futuro, una mala asignación de recursos y la pérdida de producto que probablemente se necesitaría para devolver la inflación a su nivel de partida.

   Una segunda razón por la que un nivel de deuda elevado y creciente podría conllevar mayor inflación es que el público, ante el fracaso reiterado del gobierno para cerrar la brecha fiscal, podría negarse eventualmente a invertir en deuda pública. Para evitar un impago soberano en toda regla cuando la deuda en circulación no pueda seguir refinanciándose, el banco central se podría ver forzado a comprar bonos de gobierno y, de ese modo, dejaría que se ampliara la oferta monetaria. A diferencia del caso anterior, esto es más probable que ocurra cuando el vencimiento medio de la deuda es a corto plazo. Además, cuando una elevada proporción de la deuda tiene plazos de vencimiento cortos, los esfuerzos por reducir la inflación elevando las tasas de interés podrían ser en balde: el aumento de las tasas se traduciría rápidamente en mayores pagos por intereses y, por tanto, en un mayor volumen de deuda, adelantando así el momento probable de la monetización.

   Aun cuando estos escenarios de inflación elevada sigan siendo poco probables en el futuro inmediato, cualquier aumento de la probabilidad que se les asigne podría tener rápidamente efectos adversos. 
   Uno de ellos sería que los agentes del mercado revisaran al alza sus expectativas de inflación y
demandaran una mayor compensación por asumir dicho riesgo, con lo que aumentarían las tasas de interés a medio y largo plazo. 
    Otro posible efecto sería que los inversionistas se refugiaran en activos exteriores, causando una
marcada depreciación de la moneda y el consiguiente aumento de la inflación.
    Cualquiera de estos efectos podría reducir el margen de maniobra de los bancos centrales para estabilizar la inflación tanto a corto como a largo plazo.
   ¿Es realista pensar que el deterioro fiscal vaya a inducir mayores niveles de inflación? Por ahora, no parece que las expectativas de inflación se hayan desanclado . Ahora bien, si los gobiernos no logran
avanzar en el restablecimiento de la sostenibilidad fiscal, podría aumentar el riesgo de que las expectativas de inflación cambien de forma abrupta e inesperada.

Gobernanza :
    
     Los mecanismos de gobernanza son necesarios tanto para contener la discrecionalidad como para dotar a las autoridades de la independencia que precisan para poder ejercer dicha discrecionalidad al amparo de --presiones excesivas de los grupos de interés--.

       Sería deseable crear estructuras institucionales nuevas y específicas para sustentar el desarrollo futuro de marcos macroprudenciales. Esos mecanismos aunarían el conocimiento experto en macroeconomía y mercados financieros que atesoran los bancos centrales con la pericia en materia prudencial de reguladores y supervisores financieros. Se precisan autoridades específicas, con mandatos, potestades y controles claros sobre los instrumentos posibilidad es constituir comités de estabilidad financiera, diseñados con características similares a las de los actuales comités de política
monetaria.

      Una posibilidad es constituir comités de estabilidad financiera, diseñados con características similares a las de los actuales comités de política monetaria.Para preservar la estabilidad financiera y macroeconómica a largo plazo es necesario implementar marcos macroprudenciales cuidadosamente
diseñados y ajustar los marcos de política monetaria vigentes. El consenso actual en materia de política brinda una oportunidad única para acometer esas tareas.

     El reto para la política macroprudencial reside en establecer un marco que sea eficaz y que goce del apoyo continuo de la sociedad. Obviamente, esta política no es la panacea económica ni debería presentarse como tal, pues seguirán produciéndose recesiones incluso en circunstancias de estabilidad
financiera. Es preciso que las expectativas de la sociedad sobre los marcos macroprudenciales se correspondan con lo que éstos pueden ofrecer.
     Habida cuenta de la evidencia disponible sobre las metas que pueden alcanzarse, el objetivo de la política macroprudencial en este momento debería hacer hincapié en reforzar la capacidad de reacción del sistema financiero.
    Lograr este objetivo también ayudaría a evitar el exceso de crecimiento del crédito y una dinámica insostenible de los precios de los activos. Con el tiempo, según se amplíe nuestro conocimiento, podrá ampliarse el marco en la misma medida para conceder más importancia a la moderación de los ciclos del crédito y del precio de los activos.
     La capacidad de reacción del sistema financiero puede reforzarse aplicando sencillas herramientas macroprudenciales. Pueden implantarse con relativa facilidad límites fijos, estabilizadores automáticos y ajustes generales de los parámetros de los instrumentos; es decir, ajustes que se correspondan con la fiabilidad de los indicadores disponibles de riesgo sistémico. La atención puede centrarse en sectores concretos, como el inmobiliario, cuando esté claro que constituyen un foco habitual de problemas que afectan a todo el sistema. Sin embargo, en general, la política macroprudencial debería cuidarse de centrarse demasiado en sectores económicos específicos, ya que esa actuación puede confundirse
con políticas de asignación de crédito y además debe consolidarse firmemente el carácter sistémico de la política macroprudencial.
    Quienes tengan competencias en materia de política macroprudencial han de diseñar los mecanismos de gobernanza necesarios para garantizar que su aplicación descansa en cimientos firmes. Es esencial que estas políticas cuenten con cierto grado de independencia operativa, pero más allá de estas consideraciones generales, los mecanismos de gobernanza habrán de reflejar las circunstancias particulares de cada país.

-Una política macroprudencial eficaz respaldará a la política monetaria.
No obstante, la articulación de la política monetaria deberá adaptarse al desarrollo y aplicación de los marcos macroprudenciales. Además, con el fin de potenciar al máximo su aportación a la estabilidad tanto financiera como  macroeconómica, la política monetaria tendrá que ampliar sus miras más allá
de la inflación a corto plazo, para que así las autoridades monetarias tengan más en cuenta la estabilidad financiera. De este modo, promoverían de hecho la estabilidad de precios de una forma más eficaz a más largo plazo.


-Informe completo 233 paginas.
http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2010_es.pdf?noframes=1
Banco de Pagos Internacionales 2010. Reservados todos los derechos.
Se permite la reproducción o traducción de breves extractos, siempre que se indique su procedencia.


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"El Bank of International Settlemens, BIS, ha realizado una operación SWAP para facilitar enormes cantidades de liquidez contra garantías materializadas con derivados sobre ORO" (leido en rankia A.I.)

Falta una explicación oficial  para evitar  crear malas interpretaciones.....
¿Cuales son los objetivos de la operación ?
¿Dotar de liquidez a los bancos centrales ?
¿ manipular el precio del metal ?
¿oro como bisagra?
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En todo caso, cuando el BPI mueve ficha es por algo.

-El debate es el de siempre: - Mas ajuste puede provocar una espiral deuda-deflación, que podría paralizar el comercio mundial pudiendo entrar en depresión y por otro lado si hay mas inyecciones y menos ajuste se tendra  inflación. No indican nuevos modelos, ni nuevos enfoques de salida, solo indican un reforma del sistema financiero.
- Entiendo que siguen sin plantearse bien las razones psico-sociologicas, el miedo a consumir por si se quedan sin trabajo como ya paso en Japón. En el caso de las empresas el miedo a volverse a apalancar por no ver expectativas a corto plazo de recuperación de la inversión. Entiendo que no calibran bien que es una recesión de balance.
-No se entiende como realizaran una reforma del sistema financiero si no promueven unos acuerdos mundiales tipo B.W.

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David Rosenberg apuntaba a principios de semana una estadística demoledora: "The U.S. turned 234 years old yesterday, and yet over half of the nation's money supply was created since Helicopter Ben took over the flight controls four years ago” ....más de la mitad de la oferta monetaria de la nación se creó desde el Helicóptero de Ben en tan solo 4 años...

Los grandes bancos USA están empleando el dinero de los depositantes para sostener una estructura sobre apalancada en derivados peligrosísima, que puede causar estragos. Megabancos como Citi, JP Morgan, Goldman, y Wells Fargo disponen de un apalancamiento en derivados superior al 150% de sus respectivas bases de capital y tras dos años del estallido de la crisis el gobierno no ha conseguido controlar el asunto.
http://www.rankia.com/blog/iruzubieta/522346-pillines-mando-oportunidad-historica-compra#comentario_522674

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