Edward Chancellor: «El precio del tiempo. La verdadera historia de los tipos de interés»

 

Edward Chancellor: «El precio del tiempo. La verdadera historia de los tipos de interés»

La mayor crítica del autor es para los tipos de interés ultrabajos, que han propiciado efectos desastrosos en las economías

Edward Chancellor. Historiador financiero y periodista económico. Estudió Historia en Cambridge y Oxford. Ha trabajado como estratega de inversiones para fondos. Colaborador, entre otros medios, de Financial Times, The Wall Street Journal, New York Review of Books y Reuters. Autor de Sálvese quien pueda y editor de Rendimientos de capital.


Avance

El precio del tiempo es un recorrido sobre las variaciones de los tipos de interés en EE.UU., Gran Bretaña, Japón, China y la zona euro, con numerosos ejemplos históricos y referencia a los grandes autores de la Teoría Monetaria. Justifica Chancellor el título explicando que «todas las actividades económicas y financieras ocurren a través del tiempo, y el interés es lo que permite valorar y asignar eficientemente el capital y los recursos a lo largo de ese tiempo». El dinero, a veces más caro y otras más barato, ha influido de forma decisiva en el crecimiento económico y en la inflación. El autor defiende la tesis de que los bancos centrales deben evitar tanto la inflación (al bajar demasiado los tipos de interés), como la deflación (al mantenerlos excesivamente altos, propiciando que el crédito se contraiga). Esa preocupación por el precio del dinero ha estado presente, desde los comienzos de la actividad económica, ya en la Antigüedad, como demuestra la alusión que hace el Código de Hammurabi (1750 a.C.). Durante la Edad Media se asociaba la práctica de prestar dinero con intereses a la usura, pero con la expansión del comercio en la Edad Moderna, se entendió que el interés era una recompensa legítima y necesaria para los prestamistas y que los créditos constituían un estímulo para el ahorro de las familias y el crecimiento de las empresas.

Durante la Revolución Industrial en Gran Bretaña, tipos de interés inusualmente bajos impulsaron negocios prometedores como el ferrocarril, pero eso generó una burbuja, que dio pábulo a la especulación, definida por Chancellor como «pérdida de contacto de los inversores con la realidad». El Parlamento británico reveló la identidad de miles de especuladores que habían suscrito acciones ferroviarias, con la intención de venderlas al día siguiente y recoger beneficios sin pagar una libra. Todo ello provocó un colapso financiero. Análogamente, los tipos de interés muy bajos, fijados por la Reserva Federal norteamericana en los años 20, propiciaron que la banca y los particulares compraran acciones en grandes cantidades, y la burbuja terminó estallando en el crac de Wall Street, en octubre de 1929, ocasionando la mayor depresión económica de la historia moderna. En este sentido, critica el autor a Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de 2006 a 2014, por haber recurrido a excesivos estímulos monetarios para abordar la crisis financiera de 2008. Darle a la máquina de fabricar dinero y bajar los tipos de interés, facilitó el crédito, pero tuvo el efecto contraproducente de generar un cementerio de «zombis empresariales»: lo único que se conseguía con los tipos ultra bajos era aplazar las quiebras.


Edward Chancellor, «El precio del tiempo (La verdadera historia de los tipos de interés)». Deusto, 2024

Contrapone a Bernanke las figuras de J. M. Keynes, que consideraba poco inteligente situar el tipo de interés por debajo del 3 por ciento, porque desincentiva el ahorro y, afecta negativamente al consumo de los hogares; y también la de Paul Volcker, director de la Reserva Federal en tiempos de la Administración Carter, a finales de los años 70, que se propuso acabar con una inflación descontrolada, que había llegado a los dos dígitos, subiendo los tipos y frenando el crecimiento de la cantidad de dinero.

Advierte el autor que «las políticas monetarias expansivas tienden a beneficiar más a los ricos que a los pobres, exacerbando la desigualdad», debido a que los ricos suelen tener más activos financieros que se benefician de las políticas de dinero fácil, mientras que los pobres dependen más de los ingresos laborales. Esta creciente desigualdad ha alimentado el descontento social, manifestado en movimientos populistas que cuestionan el capitalismo y la democracia liberal, y que buscan soluciones alternativas al statu quo económico. Se vio en la década de 1930, después de la Gran Depresión, y corremos el peligro de volver a verlo en el siglo XXI, si después del ciclo de endurecimiento monetario iniciado en 2022, los bancos centrales relajan esa política, recortando en exceso los tipos de interés, opina el autor.

No comparte Chancellor, el pesimismo de Schumpeter sobre la extinción del capitalismo, pero no oculta su preocupación por el riesgo que, para el sistema, e incluso para el liberalismo y la democracia, suponen las consecuencias indeseables de la planificación central. Y subraya el papel crucial que juega el interés. «Los tipos de interés son los semáforos que guían la economía de mercado. Si se apagan esos semáforos, se producirá una colisión en cadena. Si el dinero se ofrece a un coste demasiado bajo, el mecanismo de dirección del mercado se rompe».


Artículo

G

racias a este ensayo, Edward Chancellor, fue ganador del Premio Hayek del año 2023. Con un conocimiento profundo de la historia económica, el autor, hace una cirugía muy fina de los más importantes acontecimientos económicos desde que hay registros. Aunque la documentación utilizada es muy completa y académica, el libro resulta fácil de leer. Utiliza un método empírico, pegado a la realidad. La narración se hace a través de citas de innumerables libros y artículos, y también de muchas publicaciones de medios de comunicación (sobre todo, The Economist, The Inquirer, Financial Times y The Wall Street Journal).

Como historiador financiero y periodista especializado en la materia, Chancellor pone muchos ejemplos reales, y cita a prestigiosos economistas, especialmente en sus aportaciones a la Teoría Monetaria (Keynes, Wicksell, Friedman, Marx, Fisher, Schumpeter o Hayek). El libro contiene pocos gráficos con información estadística de la evolución histórica de los tipos de interés; y los que incluye son sencillos de entender. Además, todas las referencias concretas a los autores aparecen a pie de página, con todo detalle. Esto hace que la lectura sea grata. De todas formas, para el lector no iniciado en la Ciencia Económica, habrá algunas páginas, pocas, que se le harán más lentas y trabajosas. Pero esto es algo puntual.

El precio del tiempo trata, fundamentalmente, sobre la larga historia de las variaciones de los tipos de interés y del dinero en los principales países del mundo: EE.UU., Gran Bretaña, Japón, China y la zona euro. Y, a través de ese hilo conductor, Edward Chancellor nos cuenta cómo el dinero, a veces más caro y otras más barato, ha influido en la economía de los países. Especialmente, en el crecimiento económico y en la inflación. También nos cuenta, de una manera pormenorizada, cómo las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales han generado «burbujas» (sobre todo bursátiles, e inmobiliarias), que, a la postre, han provocado crisis económicas, ruinas bancarias y cracs bursátiles.

Para hacer su obra más divulgativa, el autor utiliza innumerables casos concretos de crisis financieras: la del ferrocarril; el crac de 1929; la inmobiliaria de 2008; el estancamiento durante los últimos 30 años de la economía japonesa, etc. También recurre a fábulas (como la de las abejas, pág. 70), fotografías (se insertan catorce en la mitad del libro), adagios (como el de la mina, pág. 144), reglas como la de Taylor o la de Goodhart (a ésta última le dedica el capítulo 7) y advertencias. Muchas advertencias sobre los problemas que generan las políticas monetarias expansivas.

Un largo recorrido del dinero y de los tipos de interés que se inicia en Babilonia, y termina en la crisis económica generada por la pandemia de la COVID-19.

¿Cuál debe ser el tipo de interés?

El libro mantiene una dialéctica tensa entre mantener altos o bajos los tipos de interés. La tesis principal es que los bancos centrales deben tratar de evitar tanto la inflación como la deflación. La historia demuestra que, si el tipo de interés del dinero es demasiado bajo, el crédito aumenta con rapidez y aparece la inflación. Por otro lado, si los tipos se mantienen demasiado altos, el crédito se contrae y los precios se reducen: deflación (pág. 155).

Según el filósofo, historiador y economista austriaco, Ludwig von Mises, cuando el aumento de la oferta de dinero va acompañado por un aumento equivalente de la demanda de dinero, los precios y el poder de compra del dinero permanecen sin cambios. Sin embargo, ante una demanda constante, si los bancos centrales deciden aumentar la cantidad de dinero, los precios empezarán a crecer y el poder de compra del dinero caerá [1].

Un código: el de Hammurabi

Resulta curioso que el texto jurídico más antiguo del que tenemos noticia, el Código de Hammurabi (1750 a. C.), exprese una profunda preocupación por la cuestión del tipo de interés: «El rey de Babilonia incluyó en el Código las prácticas crediticias existentes con los tipos de interés habituales, y las dejó escritas para la posteridad. Literalmente, además, ya que el Código ha sobrevivido hasta nuestros días grabado en escritura cuneiforme en una estela de basalto. El tipo de interés más elevado para los préstamos de plata se estableció en el 20 por ciento, y para la cebada en el 33,3 por ciento. Había castigos para los acreedores que cobraran un tipo de interés más elevado, olvidaran restar del principal los pagos ya realizados, usaran balanzas fraudulentas o exigieran un interés compuesto. También se concretaron las condiciones para presentar a seres humanos como garantía. El Código establece asimismo que después de una inundación o sequía que arruine la cosecha, el interés debe perdonarse” (pág. 43).

Una denuncia: la usura

Hasta finales de la Edad Media, la práctica de prestar dinero con intereses no era popular, considerándose un ejercicio de usura, robo y abuso por parte de una clase prestamista y parasitaria. La denuncia escolástica de la usura resultaba apropiada para una sociedad agraria autosuficiente, en la que la principal finalidad de los préstamos era el consumo. Este mundo ideal desapareció por la expansión del comercio y de la industria durante la Edad Media. A comienzos de la Edad Moderna, ya se hacía una distinción entre los préstamos al consumo y los préstamos comerciales. En efecto, el interés en los préstamos al consumo aún se denunciaba como usura, pero cobrar un interés para invertir en capital productivo estaba cada vez más aceptado.

Chancellor afirma que, después de la Edad Media, el mundo civilizado fue entendiendo cada vez más que el interés era una recompensa legítima y necesaria para que los prestamistas se desprendieran de su capital financiero. Una actividad que ha permitido que el ahorro de las familias y de las empresas haya circulado, favoreciendo muchas funciones vitales para el correcto funcionamiento del sistema económico.

Por eso a comienzos del siglo XVI, Inglaterra ya se había transformado en un país que utilizaba el crédito para favorecer la actividad económica. Los préstamos con intereses se extendieron por todos los confines del territorio. Tanto en las ciudades como en los pueblos. El granjero, el artesano, el tendero, el hospedero todos recurrían al crédito (pág. 65). Hasta que, en 1571, en Inglaterra, cobrar y pagar un interés se transformó en una práctica legal (pág. 66).

Una burbuja: la del ferrocarril de Gran Bretaña

Las «burbujas» económicas hacen referencia a la pérdida de contacto de los inversores con la realidad. En 1844, la economía mundial crecía a ritmos muy altos. La economía inglesa todavía iba mejor. La producción agraria aumentaba, los tipos de interés estaban históricamente bajos (un 2 por ciento) y las compañías ferroviarias no cesaban de multiplicar sus ingresos. Repartían dividendos del 10 por ciento, cuatro veces más que el resto de los sectores. Algunos banqueros advirtieron que, con tipos de interés tan bajos, solían despertarse los espíritus especulativos (pág. 133). Sin embargo, cada semana aparecían nuevos proyectos que la prensa se encargaba de ensalzar. Parlamentarios, hombres influyentes, y ciudadanos corrientes corrían a comprar acciones al mejor precio, e incluso hubo quien llegó a multiplicar su inversión por 500.

The Economist denunciaba que el dinero fácil que prestaba el Banco de Inglaterra no solo generaba la especulación bursátil, sino también la construcción de líneas de ferrocarril poco o nada rentables (pág. 134). El resultado fue una burbuja en la que las cotizaciones de las acciones se situaban a unos niveles muy por encima de su valor real. Además, el conjunto del mercado estaba basado en un precario sistema de crédito.

Por otro lado, la inmensa mayoría de las compras de acciones de empresas ferroviarias estaban realizadas a crédito. Esto suponía que, si estas acciones no subían de precio, el deudor no generaba beneficios para poder hacer frente al pago de la deuda y los intereses. Los rumores sobre contabilidades amañadas y estafadores sin escrúpulos que vendían acciones fantasmas se extendieron por la City de Londres, como lo hacen los virus.

En junio de 1845, un informe del Parlamento británico reveló la identidad de miles de especuladores que habían suscrito acciones ferroviarias. Por supuesto, su única intención era venderlas al día siguiente y recoger beneficios sin pagar una libra. Esto aplicado a gran escala supuso un colapso financiero.

Y entonces, como siempre, se produjo el pinchazo de la burbuja financiera. Una crisis que se puede achacar directamente a un exceso de inversión en ferrocarril, que dañó al sistema financiero en su conjunto. La historia se repitió una vez más. Y se seguiría repitiendo en el futuro. Como consecuencia de la burbuja, hubo depresión económica, caída en picado de las acciones, inversores arruinados, familias en la calle y malestar de la población.

Un personaje: Paul Volcker

En EE.UU., a finales de los años 70, bajo la presidencia de Jimmy Carter, había tipos de interés bajos, y la inflación estaba descontrolada. A esto se unía el aumento del desempleo. La inflación se encontraba entonces por encima de los dos dígitos, y en 1981 alcanzó su pico más alto: el 14,8 por ciento. Una situación de estancamiento con inflación (estanflación) que generó un elevado nivel de descontento social.

Para resolver esta situación, en agosto de 1979, el presidente Carter nombró a Paul Volcker, antiguo funcionario del Tesoro, para dirigir la Reserva Federal (FED). Carter eligió al hombre adecuado para el trabajo. La tesis doctoral de Volcker abordaba los peligros asociados a unos tipos de interés demasiado bajos.

Volcker luchó contra la inflación con todas sus fuerzas, subiendo los tipos de interés hasta donde fuera necesario. Y ese mismo año, 1979, declaró que la fiesta de los tipos bajos (que generaba una elevada inflación) se estaba alargando demasiado, y que había llegado la hora de apagar las luces. Se propuso acabar con la inflación subiendo los tipos y frenando el crecimiento de la cantidad de dinero. Para ello diseñó un monetarismo práctico, en contraposición con la variedad académica de Friedman. Le traía sin cuidado cuánto debería subir los tipos de interés para lograr su objetivo: la estabilidad de precios (pág. 187).

Bajo el mandato de Volcker, conocido en Wall Street como Doctor Muerte, (pág. 188), el interés de la FED pasó del 10 ciento al 19 por ciento. Y, en 1980, el tipo de interés medio fue el 16 por ciento, en un desesperado intento de aplastar la inflación. Con estas decisiones monetarias, Volcker se hizo con el control del aparato de política económica de la Administración Carter. Como consecuencia, el paro aumentó hasta el 8 por ciento, pero la inflación no empezaría a bajar hasta 1981, cuando era presidente Reagan. Y hubo que esperar a 1983 para que la inflación cayera por debajo del 3 por ciento.

Una mala política: tipos de interés bajos

Al igual que vimos en el caso del ferrocarril, el crac bursátil de Nueva York de 1929 fue un ejemplo más de cómo los tipos de interés muy bajos, por parte de la FED, permitieron al público y a la banca comprar acciones en cantidades desordenadas y considerables (pág. 160).

Esto supuso una bomba de relojería que acabaría explotando con el crac de octubre de 1929 de Wall Street (pág. 165). Comenzó entonces la Gran Depresión, que duró hasta 1933. Fue la peor crisis económica de la historia moderna. Iniciada en EE. UU., la Gran Depresión pronto se contagió a Europa. Primero llegó a Austria, en segundo lugar, a Alemania, y después a Inglaterra y Francia.

Para Chancellor, el origen del problema hay que buscarlo en el aumento de la oferta de dinero, a tipos muy bajos, que generó la FED desde 1922 a 1927. Por eso el libro plantea una dura crítica contra Ben Bernanke, que fue presidente de la FED de 2006 a 2014, por haber solucionado la crisis financiera de 2008 con excesivos estímulos monetarios. Bajó los tipos de interés y activó la máquina de fabricar dinero. ¿Cómo? Comprando una inmensa cantidad de bonos del Gobierno y de activos hipotecarios para generar liquidez. De esta manera, bajó los intereses de las hipotecas en el mercado inmobiliario estadounidense y facilitó el acceso al crédito.

Según el autor del libro, el resultado de estas políticas monetarias expansivas y de tipos de interés incluso negativos, fue un cementerio plagado de zombis empresariales. Los tipos ultra bajos estaban aplazando las quiebras empresariales. Las empresas en vez de reconocer las pérdidas decidieron renovar sus préstamos de dudoso cobro (pág. 244).

Chancellor señala que, además, los tipos de interés bajos no solo desincentivan el ahorro y reducen la rentabilidad de los depósitos. También provocan serios dolores de cabeza a los futuros jubilados y a las entidades responsables de pagar sus pensiones. Actualmente, muchas personas utilizan su colchón de ahorro para adquirir una renta vitalicia que les garantice unos ingresos permanentes durante el resto de su vida (pág. 321).

En definitiva, la mayor crítica del autor es para los tipos de interés ultrabajos que han propiciado efectos desastrosos en las economías de los países. Para ello se apoya en Keynes, un incansable defensor del dinero fácil; pero que creía poco inteligente situar el tipo de interés por debajo del 3 por ciento. Keynes pensaba que era socialmente deseable que los ahorradores pudieran recibir una rentabilidad positiva por su dinero. Los tipos bajos desincentivan el ahorro y, en consecuencia, afectan negativamente al futuro del consumo de los hogares (pág. 320).

Un peligro: la planificación económica

Joseph Alois Schumpeter, en su libro Capitalismo, socialismo y democracia, publicado en 1942, planteó la siguiente pregunta: ¿puede sobrevivir el capitalismo? A lo que respondió con tristeza: «No. No creo que pueda» (pág. 484).

Para Chancellor este pesimismo schumpeteriano ha resultado equivocado. El sistema que fracasó en las décadas siguientes fue el comunismo. El capitalismo triunfó. Sin embargo, la victoria nunca es permanente. Ha vuelto a surgir la preocupación por el futuro del capitalismo, del liberalismo e incluso de la democracia. Nos enfrentamos, de nuevo, a las consecuencias indeseables de la planificación central.

La planificación central del siglo XXI está consistiendo en la manipulación del precio más importante de una economía de mercado: el tipo de interés. «En el interés reside el corazón del capitalismo. Los tipos de interés son los semáforos que guían la economía de mercado. Si se apagan esos semáforos, se producirá una colisión en cadena. Si el dinero se ofrece a un coste demasiado bajo, el mecanismo de dirección del mercado se rompe» indica Chancellor. (página 484).

Conclusión

Edward Chancellos proporciona en El precio del tiempo, una obra magistral que combina historia, economía y análisis crítico de manera ejemplar. Es una lectura esencial para cualquier persona interesada en entender los fundamentos de la economía global y el papel crucial que juegan los tipos de interés.

Además, defiende que, a lo largo la historia, se ha demostrado que los tipos de interés ultra bajos, o negativos, son muy perjudiciales. Pues han provocado muchos de nuestros problemas actuales: la caída del crecimiento económico y de la productividad, la aparición de burbujas de precios de las acciones y de los inmuebles, elevados niveles de deuda pública y privada, una tasa de ahorro inadecuada, una remuneración inapropiada para los depósitos, un aumento de la desigualdad y una mayor fragilidad financiera.


[1] Según el filósofo, político y economista británico, John Stuart Mill, «el tipo de interés será aquel que iguale la demanda de préstamos con su oferta. Será aquel al cual se iguala lo que cierto número de personas desean tomar prestado a lo que otras desean prestar». Siguiendo este enfoque, la oferta y la demanda de dinero determinan el tipo de interés. Es decir, el precio del dinero. A este autor no se le cita en el libro.

https://www.nuevarevista.net/edward-chancellor-el-precio-del-tiempo/

 

¿Hacia dónde va la investigación en macroeconomía?

 

¿Hacia dónde va la investigación en macroeconomía?

Por Galo Nuño 

Tras una reciente charla de Tom Sargent sobre el pasado de la macroeconomía (a raíz de este reciente trabajo suyo), se me ocurrió la idea de hacer una entrada reflexionando sobre hacia donde se dirige la investigación en macro. Quiero pensar que esta entrada será útil para estudiantes (especialmente doctorando, pero también de grado), profesores al comienzo de sus carreras, y para todo aquel que tenga interés en entender cuál es la frontera de la investigación en economía.

La macro antes de la gran crisis financiera

Antes de discutir cómo es la macro hoy, creo que merece la pena repasar como era la macro hace 20 años, para entender los cambios que se han producido desde entonces. Aunque sé que me estoy dejando cosas en el tintero, creo que es justo afirmar que la macro hace dos décadas estaba dominada por los modelos DSGE y los VAR.

Los modelos DSGE (las siglas significan dynamic stochastic general equilibrium) constituyen la herramienta básica de la macroeconomía teórica. Esencialmente son “economías en miniatura” pobladas por familias que trabajan y consumen, empresas que producen, y un sector público que gasta y recauda impuestos, junto a un banco central que intenta garantizar la estabilidad de precios. Lo que distingue a los modelos DSGE de un juego como el Simcity es que los distintos agentes que pueblan estas economías virtuales toman sus decisiones de forma dinámica, intentando maximizar sus diferentes objetivos (utilidad para las familias, beneficios para las empresas) formando expectativas sobre el futuro de forma “racional” (sin cometer errores sistemáticos). Lo que separa a la macro de la microeconomía o la organización industrial es que estos modelos son de equilibrio general, es decir, los precios que los agentes observan son, a su vez, resultado de las decisiones de los propios agentes (los mercados “se vacían”). Estos modelos se resuelven en un ordenador. Una vez resueltos pueden emplearse para realizar proyecciones macroeconómicas, o para realizar experimentos contrafactuales del tipo “que pasaría si el banco central sube los tipos de interés el mes que viene o si el gobierno baja este o aquel impuesto”.

Los VAR (vectores autoregresivos) son una herramienta empírica para el estudio conjunto de series temporales. Aunque su utilidad es variada (por ejemplo, en previsiones macroeconómicas), una de sus aplicaciones más importantes es, combinados con una “estrategia de identificación”, calcular “respuestas al impulso”, es decir, entender como un shock o sorpresa macroeconómica (por ejemplo, un anuncio fiscal inesperado) afecta a las diversas variables económicas a lo largo del tiempo. Las estrategias de identificación intentan inferir cuales son los auténticos shocks estructurales.

Aunque estas dos herramientas son independientes, hace dos décadas algunos de los trabajos más exitosos en economía (como este sobre política monetaria) consistían en presentar respuestas al impulso a través de un VAR con una cierta estrategia de identificación, y construir luego un modelo DSGE que generaba respuestas parecidas, lo que apoyaba el realismo empírico del mismo) al menos en esa dimensión). Luego ese modelo DSGE podía emplearse para analizar escenarios alternativos mediante experimentos computacionales.

Las críticas a la agenda DSGE-VAR

Durante la crisis financiera de hace ya década y media, la crítica al estado de la macroeconomía como disciplina científica se convirtió en un tema habitual en blogs y artículos de opinión (aquí hay un ejemplo de Paul Krugman en el NY Times, y otro del semanario The Economist). Aunque las críticas variaban de un autor a otro, creo que un resumen relativamente imparcial se centraría en las limitaciones asociadas con los modelos DSGE y los VAR.

En el caso de los DSGE, las críticas se centraban en tres aspectos. Primero, la mayoría de los modelos (especialmente aquellos empleados por los bancos centrales), ignoraban el papel de los bancos y otros intermediarios financieros en la economía. En esos modelos no podía haber crisis financieras porque no había ni siquiera bancos (los hogares invertían directamente en el capital de las empresas o en deuda pública). Segundo, la mayoría de estos modelos se resolvían mediante métodos lineales, por lo que no permitían analizar fenómenos no lineales como la decisión de un país de no pagar su deuda o un pánico bancario. Tercero, estos modelos solían considerar “agentes representativos”, lo que significa que ignoraban la heterogeneidad existente entre familias y empresas, limitándose a modelar el comportamiento de un agente medio. Ese supuesto exige asumir que, o bien todos los agentes son iguales, o tienen acceso a “mercados completos” que les permiten asegurarse frente a cualquier riesgo idiosincrático. Respecto a la crítica de los modelos VAR, el principal talón de Aquiles eran las estrategias de identificación de shocks, sobre las que siempre existía la duda de que fueran realmente adecuadas.

La macro hoy

Las críticas anteriores reflejaban auténticas limitaciones de la investigación economía, aunque desafortunadamente muchas de las propuestas de los críticos eran volver a un estado pre-científico de la economía basado en escuelas de pensamiento preestablecidas alejadas de un intento serio de entender los datos. Afortunadamente, en el mismo momento en que esas críticas se producían, los economistas estaban ya en sus pizarras abordando como resolverlas. Así, hoy en día la frontera en economía gira alrededor de modelos agentes heterogéneos y datos granulares analizados con proyecciones locales (local projections), que describo a continuación.

Los modelos de agentes heterogéneos son la extensión natural de los DSGE, en los que hogares, empresas o bancos son heterogéneos. Dicha heterogeneidad puede ser ex-ante (con características estructuralmente diferentes entre ellos: hay gente más paciente o impaciente) o ex-post (lo que varía es “la suerte”, es decir, las realizaciones de su riesgo idiosincrásico). Estos modelos abandonan el supuesto de mercados completos, modelando en detalle el conjunto de activos disponibles, así como las posibles fricciones financieras a las que se enfrentan los agentes. Como resultado estos modelos permiten analizar la dinámica de la distribución del ingreso y la riqueza (para hogares) o de tamaño y productividad (para empresas). Las herramientas computacionales necesarias para resolverlos son naturalmente más complicadas que en el caso de un agente representativo, ya que, al menos al nivel individual, las no-linealidades juegan un papel fundamental. La heterogeneidad también puede venir a nivel sectorial, como sucede en modelos de redes de producción o de comercio.

Pero si ahora disponemos de laboratorios que permiten estudiar de manera individual a los diversos agentes o sectores, la revolución en el uso de datos granulares es lo que ha permitido disciplinar estos modelos de manera rigurosa. En la última década, los investigadores hemos podido acceder a nuevas fuentes de información detallada, que van desde la información tributaria a los registros de crédito de los bancos centrales. Esto es consecuencia tanto de la revolución del big data, que implica que cada vez más existen estas fuentes de información digital y los recursos computacionales para manejarlas, como de la voluntad de las administraciones públicas en permitir su uso para la investigación (como en el caso del laboratorio de datos BELab del Banco de España). Estos datos permiten disciplinar los modelos de agentes heterogéneos a nivel micro. Pero no solo eso, combinados con la tecnología de local projections (de las que el español Óscar Jordá fue el pionero), permiten analizar la respuesta ante shocks macroeconómicos, no solo de las series macro, sino a nivel individual.

¿Y de donde salen estos shocks si no empleamos VAR? Una nueva “industria” académica intenta aislar shocks mediante las respuestas de datos financieros de alta frecuencia, o el uso de herramientas de machine learning sobre datos “no estructurados”, como discursos o imágenes.

De manera análoga a lo que discutía más arriba, un trabajo de investigación exitoso en la actualidad emplea datos granulares para entender la respuesta micro a un shock económico, y luego construye un modelo de agentes heterogéneos que replica ambos tipos de respuestas, para terminar, realizando experimentos computaciones sobre ese modelo. El juego es parecido al de hace dos décadas, pero la complejidad técnica es mucho mayor.

Este aumento de la complejidad explica porque cada vez más la economía es un juego de especialización. Actualmente los macroeconomistas se especializan más y más en el análisis de datos, o la resolución de modelos, incrementando el número de coautores en cada paper. La época del experto económico que sabía de todo ha quedado atrás: la macro es ya una ciencia madura basada en el trabajo de equipos.

¿Y el futuro?

Como decía el Yogi Berra, hacer previsiones es muy difícil, sobre todo del futuro. No obstante, me la voy a jugar, avisando al lector de que no soy imparcial, ya que tengo un caballo en esta carrera, es decir, mi propia agenda de investigación. Dicho esto, mi convencimiento es que la agenda teórico-empírica que comenzó en los 70-80s del siglo pasado, basada en la micro-fundamentación de la macroeconomía, es imparable. Cada vez vamos a ver modelos más complejos del comportamiento individual, alimentados con datos cada vez más detallados. En unos pocos años podremos disponer de datos de localización (de nuestros dispositivos digitales) o de patrones de gasto (de nuestros bancos) para mejorar aún más el comportamiento de estos modelos, que serán más detallados, y por tanto más complejos. Su resolución requerirá el uso de herramientas como las redes neuronales para poder hacer frente a la maldición de la dimensionalidad en modelos no-lineales. Será un futuro apasionante, en el que la macroeconomía podrá seguir contribuyendo a una mejor comprensión de la realidad, con el objetivo de mejorar la vida de todas las personas.

https://nadaesgratis.es/admin/hacia-donde-va-la-investigacion-en-macroeconomia

 

¿Puede China superar a Estados Unidos como primera potencia tecnológica mundial?

 

 Can China surpass the US as the world's leading technological power? 

Esta investigación analiza la evolución del liderazgo tecnológico en la red mundial de patentes, centrándose en el papel de EE.UU. y China desde 2001 a 2021. La posición central de EE.UU. en la red se enfrenta a crecientes a los crecientes desafíos que plantea el auge económico y tecnológico de China. 

 Este estudio va más allá de los enfoques convencionales capacidades materiales, adoptando un enfoque estructural dinámico no sólo la centralidad de un país, sino también los mecanismos que llevan a un país centralidad de un país en la red. La influencia tecnológica internacional 


La influencia tecnológica internacional se evalúa a través de la red mundial de patentes, analizando la posición y los mecanismos de crecimiento de cada país. Los resultados muestran que, a pesar de
 crecimiento sustancial de China en la red, EE.UU. sigue siendo la potencia central indiscutible, beneficiándose de un mecanismo de crecimiento que favorece a los  países ya centrales


Juan Vázquez Rojo,

Stefano Visintin and I try to answer this question in our recent study published in@SCEDjournal


 Our interest arose from the possibility of a shift in global hegemony. Could China, with its rapid technological growth, surpass the US? Controlling the technology that will dominate the future economy (AI, 5G, green technologies, biotechnology) is key to answering this

But how do we study technological power? We started by reviewing the literature and found two main views: individual and structural. In individual approaches, a country has more power if it has greater material capabilities (GDP, military, population) compared to others.

 Nuestro interés surgió de la posibilidad de un cambio en la hegemonía mundial. ¿Podría China, con su rápido crecimiento tecnológico, superar a Estados Unidos? Controlar la tecnología que dominará la economía del futuro (IA, 5G, tecnologías verdes, biotecnología) es clave para responder a esto

Pero, ¿cómo estudiamos el poder tecnológico? Empezamos revisando la literatura y encontramos dos visiones principales: individual y estructural. En los enfoques individuales, un país tiene más poder si tiene mayores capacidades materiales (PIB, ejército, población) en comparación con otros.


Structural approaches view the world as a network of social, political, and economic relations. The most powerful countries are at the center of these networks, with greater influence. Power is greater when controlling the structures that define international relations. 

In our study, we integrated the individual and structural views using network analysis. This helps us understand how technological power evolves. We call it a dynamic-structural approach. What does it consist of?

We studied the technological centrality of each country and the growth mechanisms, either through material capabilities (fit get richer) or their position in the network (rich get richer). A country can gain power by having better capabilities or by being central in the network

Los enfoques estructurales ven el mundo como una red de relaciones sociales, políticas y económicas. Los países más poderosos están en el centro de estas redes, con mayor influencia. El poder es mayor cuando se controlan las estructuras que definen las relaciones internacionales.

En nuestro estudio, integramos las visiones individual y estructural utilizando el análisis de redes. Esto nos ayuda a comprender cómo evoluciona el poder tecnológico. Lo llamamos enfoque dinámico-estructural. ¿En qué consiste?

Estudiamos la centralidad tecnológica de cada país y los mecanismos de crecimiento, ya sea a través de las capacidades materiales (los aptos se hacen más ricos) o de su posición en la red (los ricos se hacen más ricos). Un país puede ganar poder por tener mejores capacidades o por ser central en la red

An example from another field: At a party, I can make new friends by being very friendly (my individual capabilities) or because I already know many people attending (my position in the party network). How much weight does each mechanism have?

What data did we use? For our study, we analyzed patents registered internationally, which have been used in the literature as a proxy for technological influence. We did not include patents registered only in their own country (e.g., Apple in the US).

Why patents? Patents play a crucial role in global technology dominance. They are exclusive rights that allow holders to decide how their inventions are used and control their commercial exploitation

Patents in disruptive technologies often become essential, used by the entire industry. They are integrated into standards set by multilateral institutions, becoming norms that others follow to ensure compatibility.

Un ejemplo de otro ámbito: En una fiesta, puedo hacer nuevos amigos por ser muy simpático (mis capacidades individuales) o porque ya conozco a muchos asistentes (mi posición en la red de la fiesta). ¿Qué peso tiene cada mecanismo?

¿Qué datos hemos utilizado? Para nuestro estudio, analizamos las patentes registradas internacionalmente, que se han utilizado en la literatura como proxy de la influencia tecnológica. No incluimos patentes registradas únicamente en su propio país (por ejemplo, Apple en EE.UU.).

¿Por qué patentes? Las patentes desempeñan un papel crucial en el dominio tecnológico mundial. Son derechos exclusivos que permiten a sus titulares decidir cómo se utilizan sus invenciones y controlar su explotación comercial.

Las patentes en tecnologías disruptivas a menudo se convierten en esenciales, utilizadas por toda la industria. Se integran en normas establecidas por instituciones multilaterales, convirtiéndose en normas que otros siguen para garantizar su compatibilidad.

 An example: Qualcomm's CDMA (Code Division Multiple Access) technology. It is essential for mobile communications and has been adopted as a global standard, widely used in mobile phones worldwide

It's no coincidence that China launched the Standards 2035 plan to break this technological dependency and impose its own patents and standards globally.

What are the study's results? First, we analyzed two types of centrality: Betweenness: the power of a country to connect different groups and isolate groups or countries. Eigenvector: the power among highly influential countries.

 Between 2001 and 2021, both indicators show clear US dominance. The US maintains and strengthens its centrality in the network. But notably, China has broken its peripheral position, moving closer to the US in the network


   What is the network's growth mechanism? The "rich get richer" (or PA, in the graph) is the most important throughout the period. This means that countries already central in the network continue to attract more connections, strengthening their position

   ¿Cuál es el mecanismo de crecimiento de la red? El de "los ricos se hacen más ricos" (o PA, en el gráfico) es el más importante durante todo el periodo. Esto significa que los países ya centrales en la red siguen atrayendo más conexiones, reforzando su posición


 China is an exception: it has managed to break its peripheral position and move closer to the center. It has partially overcome the "rich get richer" mechanism, but not enough to surpass the US.

The results suggest that, although China has gained technological power, the US maintains an undisputed central position. This is partly due to mechanisms favoring countries already central in the global patent network

In the future, US power is likely to remain stronger as the growth mechanism (rich get richer) will continue to benefit it. However, China, already the second power (rivaling Japan), will benefit more than others with less centrality from the same mechanism.

 EstablishingAn example: Qualcomm's CDMA (Code Division Multiple Access) technology. It is essential for mobile communications and has been adopted as a global standard, widely used in mobile phones worldwide a global standard means that other countries and companies must adopt and use your technology. This generates revenue and influence, as new innovations must be compatible with these standards.

The crucial question for the future is: Can China's material capabilities compensate for the US's centrality benefits? Only time will tell

The results also suggest how the US's central position allows it to use weaponized interdependence to impose technological sanctions. However, China might start using this tactic as well

 China es una excepción: ha conseguido romper su posición periférica y acercarse al centro. Ha superado parcialmente el mecanismo de "los ricos se hacen más ricos", pero no lo suficiente como para superar a EEUU.

Los resultados sugieren que, aunque China ha ganado poder tecnológico, EE.UU. mantiene una posición central indiscutible. Esto se debe en parte a los mecanismos que favorecen a los países que ya ocupan un lugar central en la red mundial de patentes.

En el futuro, es probable que el poder de EE.UU. siga siendo más fuerte, ya que el mecanismo de crecimiento (los ricos se hacen más ricos) seguirá beneficiándole. Sin embargo, China, que ya es la segunda potencia (rivaliza con Japón), se beneficiará más que otros con menos centralidad del mismo mecanismo.

 EstablecerUn ejemplo: La tecnología CDMA (Acceso Múltiple por División de Código) de Qualcomm. Es esencial para las comunicaciones móviles y ha sido adoptada como norma mundial, ampliamente utilizada en los teléfonos móviles de todo el mundo una norma mundial significa que otros países y empresas deben adoptar y utilizar su tecnología. Esto genera ingresos e influencia, ya que las nuevas innovaciones deben ser compatibles con estas normas.


La pregunta crucial para el futuro es ¿Pueden las capacidades materiales de China compensar los beneficios de centralidad de EE.UU.? Sólo el tiempo lo dirá

Los resultados también sugieren cómo la posición central de EE.UU. le permite utilizar la interdependencia armamentística para imponer sanciones tecnológicas. Sin embargo, China podría empezar a utilizar también esta táctica

  • https://x.com/artjvrojo/status/1810296825884111107
  • https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0954349X24000924  

Highlights

  • Technological leadership as a driver in the distribution of global power.

  • US-China tech power dynamics in the global patent network.

  • "Fit-gets-richer" vs. "rich-gets-richer" mechanisms.

  • Validates China's central tech role without overcoming the US.

  • "Rich-get-richer" mechanism benefits the US in patents.

-     El liderazgo tecnológico como motor de la distribución del poder mundial.

-    Dinámica de poder tecnológico entre EE.UU. y China en la red mundial de patentes.

-    Mecanismos de "el que cabe se enriquece" frente a "el rico se enriquece".

-    Valida el papel tecnológico central de China sin superar a EE.UU.

-    El mecanismo "rich-get-richer" beneficia a EE.UU. en patentes.

Abstract

This research analyzes the evolution of technological leadership in the global patents network, focusing on the roles of the US and China from 2001 to 2021. The US's central position in the network faces increasing challenges from China's economic and technological rise. This study goes beyond conventional approaches that analyze material capabilities by adopting a structural dynamic approach, which allows us to examine not only a country's centrality but also the mechanisms that lead a country to become central in the network. International technological influence is assessed through the global patents network by analyzing each country's position and growth mechanisms. The results show that, despite China's substantial growth in the network, the US remains the undisputed central power, benefiting from a growth mechanism that favors already central countries.

Introduction

The significance of the Fourth Industrial Revolution and China's rise pose a threat to US technological leadership (Vlados, 2020; Malkin, 2020; Rikap and Lundvall, 2021). By leveraging its competitive advantages in sectors such as 5 G telecommunications and artificial intelligence (AI), the country that sets global standards and leads in new technology development will secure a decisive advantage over others (Malkin, 2020; Rikap and Lundvall, 2021). In pursuit of technological autonomy and leadership, the Chinese government has launched initiatives including 'Made in China 2025′, 'Next Generation Artificial Intelligence Development Plan,' and 'China Standards 2035′ (Malkin, 2020; Rikap and Lundvall, 2021). To counter China's technological rise, the US has initiated a trade and technology war aimed at restricting Beijing's access to essential technologies needed for developing advanced sectors such as semiconductors, 5 G, AI, and quantum computing. Concurrently, a new national industrial policy has been implemented to maintain US predominance in these critical technologies (Rikap and Lundvall, 2021; The White House, 2022).

La importancia de la Cuarta Revolución Industrial y el ascenso de China suponen una amenaza para el liderazgo tecnológico de Estados Unidos (Vlados, 2020; Malkin, 2020; Rikap y Lundvall, 2021). Al aprovechar sus ventajas competitivas en sectores como las telecomunicaciones 5 G y la inteligencia artificial (IA), el país que establezca normas mundiales y lidere el desarrollo de nuevas tecnologías se asegurará una ventaja decisiva sobre los demás (Malkin, 2020; Rikap y Lundvall, 2021). En busca de la autonomía y el liderazgo tecnológicos, el gobierno chino ha puesto en marcha iniciativas como 'Made in China 2025′, 'Next Generation Artificial Intelligence Development Plan' y 'China Standards 2035′ (Malkin, 2020; Rikap y Lundvall, 2021). Para contrarrestar el auge tecnológico de China, Estados Unidos ha iniciado una guerra comercial y tecnológica destinada a restringir el acceso de Pekín a tecnologías esenciales necesarias para desarrollar sectores avanzados como los semiconductores, la 5 G, la IA y la computación cuántica. Al mismo tiempo, se ha puesto en marcha una nueva política industrial nacional para mantener el predominio estadounidense en estas tecnologías críticas (Rikap y Lundvall, 2021; The White House, 2022).

Building on this contemporary context, recent investigations by Starrs (2013, 2018), Schwartz (2017, 2019, 2022), Winecoff (2020), Malkin (2020), Rikap (2021) and Rikap and Lundvall (2021) serve as the basis for the current study on the rivalry between the US and China for the leadership in global power. Winecoff (2020) argues that the structural power of the US remains strong, despite the rise of China, and its leadership is clear in all areas (productive, financial, commercial, and knowledge). Starrs (2013) points to the persistent dominance of American multinational corporations in global value chains, and Schwartz (2017, 2019, 2022) agrees with Starrs that American multinational corporations’ relative strength lies in the concentration of market power and their preponderance in the global marketplace for intellectual property rights (IPRs). However, Malkin (2020) suggests that while US power remains constant, China's rise in the intangible global economy shows the existence of a latent, substantial threat to US technological power. Furthermore, Rikap and Lundvall (2021) argue that the world is facing a great technological revolution that offers the opportunity to shift global power. In this context, Rikap (2021) argues that we live in intellectual monopoly capitalism, in which multinationals from China and the US compete for leadership of global value chains through the dominance of IPRs.

Partiendo de este contexto contemporáneo, las recientes investigaciones de Starrs (2013, 2018), Schwartz (2017, 2019, 2022), Winecoff (2020), Malkin (2020), Rikap (2021) y Rikap y Lundvall (2021) sirven de base para el presente estudio sobre la rivalidad entre EE.UU. y China por el liderazgo en el poder mundial. Winecoff (2020) sostiene que el poder estructural de EE.UU. sigue siendo fuerte, a pesar del ascenso de China, y su liderazgo es claro en todos los ámbitos (productivo, financiero, comercial y del conocimiento). Starrs (2013) señala el persistente dominio de las empresas multinacionales estadounidenses en las cadenas de valor mundiales, y Schwartz (2017, 2019, 2022) coincide con Starrs en que la fuerza relativa de las empresas multinacionales estadounidenses reside en la concentración del poder de mercado y su preponderancia en el mercado mundial de los derechos de propiedad intelectual (DPI). Sin embargo, Malkin (2020) sugiere que, aunque el poder de Estados Unidos se mantiene constante, el ascenso de China en la economía global intangible muestra la existencia de una amenaza latente y sustancial para el poder tecnológico estadounidense. Además, Rikap y Lundvall (2021) sostienen que el mundo se enfrenta a una gran revolución tecnológica que ofrece la oportunidad de desplazar el poder mundial. En este contexto, Rikap (2021) sostiene que vivimos en un capitalismo de monopolio intelectual, en el que las multinacionales de China y EE.UU. compiten por el liderazgo de las cadenas de valor mundiales a través del dominio de los DPI

However, the question arises: How can technological power be measured? In classical theories, power is conceived in the leadership of indicators such as industrial production, trade volume, gross domestic product (GDP), and military spending, which are often associated with the study of China's rise (Liu and Tsai, 2020). Various authors (Starrs, 2013; Yang et al., 2019; Malkin, 2020; Liu and Tsai, 2020; Winecoff, 2020) counter that isolated attribute comparison fails to measure a country's global influence adequately. They argue that this approach cannot accurately determine if China is positioned to usurp US dominance or if we are transitioning towards a more distributed, multipolar power structure. Furthermore, the existing literature, as reviewed above, inadequately provides empirical evidence of changing global influence patterns.

Sin embargo, surge la pregunta: ¿Cómo puede medirse el poder tecnológico? En las teorías clásicas, el poder se concibe en el liderazgo de indicadores como la producción industrial, el volumen comercial, el producto interior bruto (PIB) y el gasto militar, que suelen asociarse al estudio del ascenso de China (Liu y Tsai, 2020). Varios autores (Starrs, 2013; Yang et al., 2019; Malkin, 2020; Liu y Tsai, 2020; Winecoff, 2020) rebaten que la comparación aislada de atributos no mide adecuadamente la influencia global de un país. Argumentan que este enfoque no puede determinar con precisión si China está en posición de usurpar el dominio de Estados Unidos o si estamos en transición hacia una estructura de poder más distribuida y multipolar. Además, la bibliografía existente, tal y como se ha revisado anteriormente, no aporta pruebas empíricas suficientes de los cambios en los patrones de influencia mundial.

To address these issues, network theory offers a valuable framework for the theoretical and empirical analysis of international power. It allows us to examine a country's centrality as a form of structural power and understand the mechanisms driving its evolution and potential changes over time.

This theoretical backdrop sets the stage for addressing specific questions about the dynamics of global technological power: Which countries are the central technological powers? What mechanisms drive a country to become central? How do these dynamics affect the potential for shifts in technological power over time? Addressing these questions is crucial for understanding the ongoing tech rivalry between major powers and economic policies on technological autonomy or lock-ins.

Our study explores whether nations integrate into and reinforce established network structures or if such strategies enable them to ascend within this network. We particularly focus on China's role, assessing whether it is consolidating existing structures or altering the technological hierarchy.

Based on the existing body of literature, our hypothesis is that while China has shown significant technological advancements and increased patent activity, these have not necessarily translated into a comparable shift in its structural power within the global patent network, leaving the US as the dominant player.

We investigate technological centrality by analyzing patent registrations from 2001 to 2021 using network analysis. Patent registrations, an indicator of technological capability, reveal the influence countries and companies exert within global value chains. Leading innovators, who hold numerous international patents, control significant technological domains and influence global market dynamics. These patents, as critical intangible assets alongside R&D, copyrights, and other intellectual property, shape competitive landscapes and underscore the economic and innovative capacity of nations (Corrado et al., 2005;Yang et al., 2019; Winecoff, 2020; Rikap, 2021).

The methodology used is network analysis (NA), as it allows a structural approach to a complex set of relations to i) obtain a bird's-eye view of a system of relations as a whole; ii) observe the position of each actor in the system iii) understand the evolution patterns of actors’ position. The more central a country, the higher its international influence and the drivers behind changes in centrality are crucial factors of structural power (Winecoff, 2020).

NA also reveals that the dynamics of a network's growth sheds light on the present and future trends of its structure. In particular, studying the different growth patterns of a network suggests what has to happen to an actor to increase its relevance in the network over time. In some networks the likelihood of power shifts is low given that, preeminent nodes attract more links, (Pham et al. 2016; Golosovsky, 2018). This is a manifestation of preferential attachment, a mechanism prevalent in many complex networks, perpetuating existing power dynamics by favoring established nodes. However, in other networks power shifts are more probable, with underperforming nodes potentially exceeding influential ones through adaptive dynamics (Pham et al. 2016). This paradigm underscores the network's volatility, allowing nodes to alter their significance based on their "fitness" - the ability to secure and maintain links. Observing these mechanisms in the patent network growth can provide a better understanding of whether the evolution of China and the US over time suggests a succession in technological centrality.

Our results indicate an astonishing Chinese rise facing a strong US centrality in the patents international network. The systematic functioning of the network indicates that the positions of influence and centrality are reinforced, strengthening the situation of countries with a better position and preventing better individual behavior from overcoming the structural mechanisms. This is what happens to US technological centrality. Despite China's rise, the US central position is reinforced over time. However, China's technological growth has transformed it into a major power and now benefits from these network's growth mechanisms serving the best-positioned countries. This all implies that the US has a new counter-power since China, unlike European countries, Japan, or South Korea, is not an allied power of the US.

The rest of the paper is organized as follows: Section 2 reviews the literature on power at the theoretical and empirical levels; Section 3 focuses on technological centrality, global value chains, and IPRs; Section 4 explains the methodology and data used; Section 5 shows the results of our static individual, static structural, and dynamic structural analyses; and finally, Section 6 presents the conclusions.

Nuestros resultados indican un sorprendente ascenso chino frente a una fuerte centralidad estadounidense en la red internacional de patentes. El funcionamiento sistemático de la red indica que las posiciones de influencia y centralidad se refuerzan, fortaleciendo la situación de los países con mejor posición e impidiendo que un mejor comportamiento individual supere los mecanismos estructurales. Esto es lo que ocurre con la centralidad tecnológica estadounidense. A pesar del ascenso de China, la posición central de EEUU se refuerza con el tiempo. Sin embargo, el crecimiento tecnológico de China la ha transformado en una gran potencia y ahora se beneficia de estos mecanismos de crecimiento de la red al servicio de los países mejor posicionados. Todo ello implica que Estados Unidos tiene un nuevo contrapoder, ya que China, a diferencia de los países europeos, Japón o Corea del Sur, no es una potencia aliada de Estados Unidos.


El resto del documento se organiza como sigue: La sección 2 revisa la literatura sobre el poder a nivel teórico y empírico; la sección 3 se centra en la centralidad tecnológica, las cadenas de valor mundiales y los DPI; la sección 4 explica la metodología y los datos utilizados; la sección 5 muestra los resultados de nuestros análisis estáticos individuales, estáticos estructurales y dinámicos estructurales; y, por último, la sección 6 presenta las conclusiones.

Section snippets

Power as a network phenomenon: a dynamic structural approach

Within the literature on power in the international context, two key approaches stand out: one emphasizes the individual material capabilities of a state, while the other highlights the structural or systemic dimension (Norrlöf, 2017; Armijo et al., 2019).

The first approach, focused on the individual dimension of power, posits that a state's power can be gauged by its superior material capabilities, including attributes such as a larger GDP, population, or military strength (Gilpin, 1981;

Technological hierarchy in global value chains

In the study of power transitions, technology plays a relevant role as changes in technological centrality and rules produce structural changes in the whole international economic and social system (Strange, 1988; Arrighi, 1994, 2007; Cohen, 2016). Major historical shifts in global power are accompanied by profound technological changes (Pérez and Soete, 1988; Freeman, 2007; Cohen, 2016; Thompson, 2020; Rikap and Lundvall, 2021). Today, global power struggles focus on advancements of the Fourth

 

Results

Prior to delving into the analysis of the patent network, we start by assessing some descriptive indicators that reflect the necessity of looking beyond a country's individual capabilities and the economic importance of intellectual property rights (IPRs).

Fig. 1 illustrates the number of U.S. and Chinese domestic and international patents. While China surpasses the US in domestic patents, Beijing's patent exportation is comparatively minimal. This first glance at the patent's data suggest that

Conclusions

The rise of China and the current broad technological changes have spurred the debate on whether it represents a threat to US technological centrality. In this context, a rising body of literature demonstrates the significance of IPRs in the global value chain and as measure of the struggle between the US and China for global tech centrality.

However, in the literature on hegemony in general and on the US and China rivalry in particular, most analyses have been theoretical, while empirical ones

El ascenso de China y los amplios cambios tecnológicos actuales han espoleado el debate sobre si representa una amenaza para la centralidad tecnológica estadounidense. En este contexto, un creciente cuerpo de literatura demuestra la importancia de los DPI en la cadena de valor global y como medida de la lucha entre EE.UU. y China por la centralidad tecnológica global.

Sin embargo, en la literatura sobre la hegemonía en general y sobre la rivalidad entre EE.UU. y China en particular, la mayoría de los análisis han sido teóricos, mientras que los empíricos

.

 

   The World Ahead, The Economist, y que presentará las tendencias clave que influirán en 2025 "The World Ahead" es uno de los l...